Vittore Carpaccio

Un hombre capaz de mantener la calma hasta en los momentos mas dramáticos. Paciente y sereno. Es alguien a quien jamás sacaras de quicio. Un caballero que siempre responde con una sonrisa o una caricia. Calmado a tal punto que a algunas personas le resulta irritante. Su pensamiento es de servir y ser servido, de dar y recibir. Es un creyente de la religión cristiana. Un hombre que perdona sin titubeos. No le interesa lo material, mas que sus obras de arte. Pues es un pintor que ha pasado por todos los estilos que existen. Estilos que vienen desde antes de la aparición de Jesucristo en el mundo. Nacido en el año 88 A.C, un muchacho fuerte e inteligente, que no había tenido muchas posibilidades académicas, pero que con el devenir del tiempo se fue instruyendo, las vidas van pasando, y aprendió hasta cosas que no deseaba. Pero siempre con calma. Acarreando su propio carro. Sin dudas es un sobre natural, que pocos notan lo que es. Su mirada es pasiva, un ser amoroso y cuidador. Pero en que en fondo esconde algo que nadie podría imaginar. Un medio traidor; un cazador de inquisidores y de vampiros neófitos sin dueño. Es el "cuidador de la raza". Un vampiro que vive con el fin de cuidar su especie. Especie que considera hermosa, pero que hay que mantener en perfil bajo. El jamás a convertido a nadie a pesar de tener dos romances en su vida. Los cuales lo volvieron completamente asexual. Ya sin querer ver a nadie mas que para la tranquilidad de su vida. Un ser que no desea los placeres de la vida. Solo le interesa que no haya tontos vampiritos que se creen mucho. Él siempre los observa y vigila antes de cazarlos. Si vé que son lo suficientemente buenos para convertirse en vampiros adultos los deja vivir. No importa que sean cobardes o muy fuertes. Mientras no divulguen la especie el los conserva. Y en el nombre de Dios y los vampyrs, los mata de ser necesario. Siempre rápido, sin tortura. Cortar la cabeza y al fuego. Desparramar las cenizas y luego orar por que sus almas sean reconocidas en el cielo o en el infierno.

• Nacido en el año 88 A.C, justo en el mes de Abril; el día 27.
  
• Su signo es Tauro; en lo que dicen supuestamente es
  
• "Paciente, persistente, decidido y fiable. A un tauro le encanta sentirse seguro. Tiene buen corazón y es muy cariñoso"
  
• "A un Taurino, le gusta la estabilidad, las cosas naturales, el placer y la comodidad. Los tauro disfrutan con tiempo para reflexionar."
  
• "Celoso y posesivo, un Tauro puede tender a ser inflexible y resentido. A veces los Tauro pecan de ser codiciosos y de permitírselo todo."
  
• "Las interrupciones ni las prisas. Tampoco les gustan a los tauro las cosas sintéticas o falsas. No les gusta sentirse presionados y no soportan estar demasiado tiempo en casa."
  

Mapa:

Nacido en el año 88 a.C, en lo que en ese entonces era Germania, pero poco fue el tiempo que pasó en aquel "hogar" pues ya en el año 67 a.C la mayor parte de la población empezó a invadir Italia, o lo que era el terreno de aquel imperio. Convirtiéndose en uno más de los invasores que iban en busca de mas zonas comerciales. Puesto que la región de Italia desde siempre ha estado ubicada en una península que da paso a grandes comercializaciones. En ese entonces la familia no era muy importante, se vivía entre "hermanos" quienes eran tu familia aún si no se compartía sangre. Allí se luchaba por la supervivencia, por ver quien se haría cargo de los terrenos. Todo era demasiado turbio, la civilización no estaba completamente condensada, los reinos e imperios lo gobernaban todo y nada. Pero esas no eran cosas que le importaran a Vittore, el siempre había sido bueno peleando, un buen cazador y religioso. Ya que en los años en los que invadieron el pueblo Italiano, también lo hizo una ola de cristianización que hizo que los ideales de Carpaccio sean aún mas fuertes. La lucha por la vida y la integridad era lo que le hacía querer ver el sol todas las mañanas. Pero eso ocurrió hasta solo nueve años después de su invasión, pues fue en el año 58 a.C, que sucedió lo imposible.

En medio de una guerrilla de muerte, el rubio fue tomado prisionero por los bizantinos, un grupo imperial romano cristiano, venido del oriente. Fue capturado y llevado como rehén. Estúpidamente, pensaron que Vittore era su líder, pero estaban muy equivocados, el era un simple guerrillero mas. Un hermoso hombre de cabellos largos, rubios y ojos pardos azules. Un digno hombre puro. Allí fue que lo llevaron a su rey, apresado y en una gran jaula. Pues decían que era casi imposible vencerlo. Con los músculos fuertes y angulares, su cuerpo era digno de grandeza. Y allí estaba, parado frente al rey. Pero algo estaba mal, el rey no parecía ser un líder y en silencio, el hombrecillo, hizo unos movimientos, donde empezaron a llevarme hacía otro lugar, al fondo, pasando donde estaba el trono de aquel hombre. Lo llevaban con quien realmente mandaba.

Una hermosa mujer, cabellos negros espesos, el rostro blanco como las nubes, los ojos rojos y brillantes. Se reía en lo que miraba al rubio. Se acercaba agarrando sus cabellos, pasando los brazos por entre medio de la jaula. Pero vittore no se dejaba y sin importarle que fuese una mujer, le quebró el brazo. Pero nada se escuchó, solo el crujir de los huesos y como se volvían a reponer. Fácilmente la mujer estaba nuevamente agarrándolo del cuello y lo elevaba, lo hacía salir del suelo, aún siendo que Carpaccio, media mas de metro noventa y nueve.
Gritaba como si fuese la última frase, pero la mujer se reía, la mujer lo tiraba a un lado y rompía la jaula con ambas zarpas, que eran sus manos. Se adentraba a la jaula y tomaba al germano; lo ponía contra una pared y le recitaba palabras de una mentira de amor. Vida eterna, sexo y libertad. Todo lo que quisiera se le daría, pero solo podía decir que Sí o se lo haría ser el siervo infernal, hasta que muera. Un sentimiento nuevo era lo que tenía Vittore en su interior, lo estaban engatusando, la mujer tenía algo, lo estaba manipulando y lo sabía. Movía piezas de su cabeza y provocaba que Carpaccio reaccionara ante sus toques. Sensualidad y de repente... Amor! Oh! Era un amor infernal lo que empezaba a tener y como si fuese amante de la eternidad, la beso profundamente, la besó tanto que empezó a sangrar, le estaban sacando la sangre de la lengua, lo estaban drenando en lo que el abrazo oscuro se hacía mas profundo. Bajando al piso, los amantes se amaban por una mentira y el rubio empezaba a morir.

Y el pacto comenzaba y la sangre de la mujer caía en la boca de Vittore, la transfusión comenzaba, y sentimiento de pura necesidad, pensamientos, imágenes, toda la historia de uno y otro. Y ahora todo era mas claro. Ahora todo tenía sentido. Era la perfección! Las líneas de envejecimiento se hacían solo pequeñas y delicadas marcas en sus ojos, que desaparecían como arte de magia, su cuerpo como una piedra, de pies a cabeza. Estaba frío, estaba muerto. A tal punto que había pensado que era un fantasma. Pero el sentir de un tironeo le despertó. La mujer lo hacía levantar, unos hombres le llevaban a limpiarse, excremento y fluidos humanos eran los que estaban ensuciando todo. Un olor que no causaba nada, pero que sabía que era putrefacto. Pero lo limpiaban, lo dejaban hermoso y perlado. Pero antes de que le vistieran salió de esa manera en la búsqueda de su reina. La mujer mas hermosa que había visto jamás!

Y la mujer se deleitaba en su hombre, lo hacía rey, decapitando al humano que había servido de sustituto. Ahora! El nuevo y verdadero Rey ha aparecido! La mujer lo gritaba y todos aceptaban sus palabras. Era como si fuesen sus títeres. Y así fue, durante mas de 80 años, ambos gobernaron lo que luego sería el pueblo de Venecia. Pero no podían estar toda la vida y con ello, empezaron un viaje, juntos, amándose el uno al otro. Así fue durante 200 años. Pero la tragedia ocurrió, cuando un gran grupo de neófitos hicieron desastre por las calles de Florencia. La iglesia estaba quemando la ciudad entera. Con la excusa de una peste, habían evacuado a cuantos humanos se pueda. Y habían empezado la cacería. Los amantes corrían por sus vidas. Por sus existencias! Pero el fuego llegaba a ellos y la mujer, la belleza que tanto había llegado a amar era tomada.


La reina obligaba a Vittore a escapar, le ordenaba con la mente que no muriera. Nuevamente, era el títere de su princesa y como si fuese un perro o una paloma. El rubio corrió, corrió en llantos mientras sus piernas corrían a alta velocidad. Iban tan tan rápido, que nuevamente Venecia estaba a la vista. La ciudad en la que todo había comenzado. Pero la cacería seguía y la única forma de escapar era muriendo. Y así fue, la primer muerte de Vittore, escarbando hasta lo mas profundo que pudiera, cubriéndose con la tierra, hasta quedar tapado profundamente. Y allí, durmió. Por mas de 250 años, durmió escuchando todo lo que pasaba en las fueras. Un templo era construido sobre él. Un día empezó a escuchar una misa y luego de siete veces de sentir la tierra caliente, volvía a escuchar la misma misa Las cosas iban cambiando, las costumbres, las revoluciones, las pestes. Todo lo escuchaba, hasta que ya por el año 392 d.C decidió volver a vivir. La sangre lo llamaba, comía de los bichos de la tierra, hasta reunir las fuerzas suficientes, moviéndose por la tierra empezaba a nadar en ella, hasta encontrar tierra por la cual poder salir. Y por detrás del templo fue que resucitó.


Y así paso su vida, aún en la pena de su mujer fallecida, buscó las joyas que tenían guardadas en un palacio corrompido. Nuevamente en la flor de su existencia. Un pintor destacado de la época un maestro de la historia. Empezó a escribir, leer y hablar diferentes idiomas. Los conocimientos entraban como pan caliente por su cabeza. Y todo fue hermoso y pacífico hasta que una nueva era atacó. Mudándose de lugar en lugar, cada 40 años tenía que retirarse, sin amor, sin compañía. Nuevamente en la búsqueda de otra vida. Sin que se le cruce jamás por la mente el hecho de convertir a alguien. Nadie se lo merecía, el seguía amando a su adorada reina. Y no fue hasta el año 900 d.C que encontró a un hombre. Un hombre que lo acompañaría por 30 años. Pero que moriría siendo humano. Pues no deseaba ser un demonio. Y nuevamente! Vittore, solo. Tan trágica era su vida, que pensó en tirarse a la hoguera. Pero sus ideales le detenían y siguió existiendo.

En 1400 se volvió uno de los pintores mas reconocidos del mundo. Formando una academia, donde instruyó a muchos jóvenes en diferentes artes de la vida. Poesía, filosofía, matemáticas. Todo lo que sabía intentaba darlo a la naturaleza. Recién en el 1550 volvió a tener una muerte profunda. Se fue a dormir para poder reintegrarse con vitalidad a la vida. En 1780, revivió, con la serenidad e la vida, nuevamente reconstruyó su academia. Mas sereno que nunca. La calma la paciencia y el amor por la vida era lo que lo mantenían de ese modo. Recorría las calles y ciudades, buscando un nuevo lugar. Venecia seguía igual de hermosa, pero estaba pobre y triste. Los niños eran abandonados. Las personas morían frente a el, la peste era una droga. Y su desesperación era terrible. Sabía las cosas que habían pasado! Pero jamás se había imaginado algo así. Y como si fuese algo natural, observó a una mujer y un hombre tirando a un niño a la basura. Un bebé que parecía recién nacido.


Suavemente se acercaba, agarraba al niño, y sin leche que darle, le dejaba beber su sangre, que el bebe con hambre succionaba. Pero no podía ser de ese modo. No podía criarlo. El niño debía vivir una vida común. Sus ojos celestes llamaban mi atención. Pero no debía, los padres de ese niño pagarían, pero antes. Había que salvar al humano. Con la sangre suficiente para subsistir, le fue a entregar a un monasterio. Allí donde Dios le cuidaría. Donde los ángeles lo protegerían y tocó la puerta, insistiendo en que se lo quedaran y así fue. Con sus dones, los persuadió para que hagan lo que deseaba. La sangre que le había dado al niño, le permitiría saber donde estaba siempre. Saber que le hacía, pero no que pensaba. Estaría al tanto del muchacho, en lo que mataba a sus padres, para obtener de ese modo, uno de los primeros alimentos en muchos años. Tan sensual la sangre de los criminales.