Canción de cuna para un cadáver

-Nombre del Personaje: Imogen Østergård
-Edad: 16 años
-Especie: Humano
-Tipo, Clase Social o Cargo: Clase Alta
-Orientación Sexual: Heterosexual
-Lugar de Origen: Londres, Inglaterra

Es la viva imagen de la difunta Agnes Østergård. A madurado con rapidez y su altura es superior a la del resto de jovencitas. Parece mayor de lo que aparenta ya que posee ojeras de nacimiento, así como una rostro redondo y una piel tersa por la cantidad de productos que consume y cuidados a los que se somete. Ojos excesivamente grandes y opacos. Cabello castaño oscuro y voluminoso que cae a la altura del pecho acabado en ondas. Tiene una enfermedad denominada Epífora, secreción excesiva del lagrimeo que irrita los ojos cuando entran en contacto con estímulos externos.

Dulces diez y seis

FOTOGRAFÍA

Crecer sin el apoyo y el cariño de sus dos progenitores, han transformado a Imogen en un ser antisocial e inaccesible. Hace falta mirar dos veces para darse cuenta de que no es oro todo lo que reluce. Una jovencita educada y poco habladora que perfectamente definiríamos bajo el apelativo de sosa, que se muestra obediente, atenta a sus obligaciones, sumisa como una dócil mascota; si esto es verdad, que baje Dios y lo vea porque no hablamos del cordero, aquí se trata de la mosquita muerta, y para los que no sepan nada del género:

su actitud no es más que una estudiada interpretación, una antítesis del comportamiento real del que disfruta cuando su padre no está delante.

No existe nada peor que la mosquita muerta. Ella se camufla bajo esa frase de 'mujer de poca fe, tú que no has roto un plato en tu vida.' Tímida y con verdaderos problemas para mantener conversaciones frente a parientes cercanos o gente menos allegada, que se cohíbe a la hora de defender sus opiniones, esa persona que no discute con nadie y le da la razón al que menos lo merece -por caridad- da lástima sentada en aquella solitaria silla esperando el último baile, llora sin consuelo por las novelas caballerescas, la víctima en un medio hostil a quien tender la chaqueta cuando pasa frío y tú al día siguiente con un resfriado de aquí a la cama, ella que no es una rata traicionera, 'te lo pido a ti porque no encuentro mejor persona,' -y repito, persona- dice quien confía en ella como el perro que guía al ciego. Todo, absolutamente todo y con ello pido cautela, es mentira. Hay quien hace excesivo ruido y hay quien prefiere ir por detrás, en silencio. He aquí el caso.

La única relación que mantienen ambos miembros de la familia es el grado de parentesco. Quien dice relación, se excede en adornar la realidad mediante tramoya con tal de engañar al público. Si algo caracteriza a Imogen, es el rencor que siente hacia Damien. La rabia es una prolongación de su propio cuerpo hacia el universo y todo aquello que encuentre -incluidos quienes la rodean- todo el mundo es culpable de cualquier cosa que acontezca aunque ellos no sean responsables. También tiene por costumbre fijarse en los defectos, exagerándolos como caricaturas e ilustraciones inacabadas.

Aunque parezca incierto, en el fondo ella desea limar asperezas, captar la atención de su padre y lograr la aprobación del mismo. Siente un profundo gozo siendo admirada, producto de los desprecios sufridos, con lo cual finge enfermedades y depresiones que coloque a toda la casa patas arriba. Debatiéndose entre la felicidad de su padre y su propia felicidad, una de los cosas que no soportaría sería verle casado con otra mujer.

Cínica, hiriente, despectiva, cruel, retorcida incluso para lanzar un insulto. Casi todo lo aprendió del peor ejemplo a seguir, pues los elementos vencieron y no tuvo más remedio que refugiarse en el único aliado que encontró a la altura de sus demandas: Predbjørn Østergård, su tío. Se mueve detrás de él cual perrito faldero. Bien sabe que se manchará las manos con tal de ayudarle. Con Predbjørn se muestra receptiva y cercana, también desea impresionarle por ese miedo a quedarse sola y lo que significaría perder al único miembro de la familia que jamás le dio la espalda. Aprendió de él cuanto pudo y hay determinados aspectos que no le agradan de su tío pero también es verdad, que se aferra a un clavo ardiendo.

El humor no es una de sus mayores facultades, cada vez que entra en una sala el ambiente se carga de sobriedad. Volcada en sí misma, apenas es capaz de prestar atención a los demás, angustiada por contraer matrimonio con un posible candidato del cual no esté enamorada, algún cuarentón con cuyo esqueleto cargará cuando tenga sesenta años y obligada a presenciar banquetes, bailes y cenas en ese mundo de maravilla que el árbol genealógico de los Østergård ha construido para ella cuando ella nunca buscó nada parecido. Y es que hay gente que gasta su dinero en cosas que no quiere con tal de impresionar a personas que aborrece o directamente no le importan. Ni todo el oro del mundo pagarán lo único que desea; el amor de su padre. Posiblemente el cariño pueda comprarse o compensarse con enormes sombreros y artesanos retales. Son contadas las veces que sonríe demasiado ocupada en hallar la forma de recuperar su familia, sedienta en el desierto excavando un hoyo, hoyo que a menudo cobra la forma de su propia tumba.

Imogen está obsesionada con la juventud. Consume sangre animal -muy propio de la época acudir al matadero- y se da largos baños en leche de burra. Ella vive como una reina. Los criados están para servirla, capaz de pedirle a un negro que se acerque y abanique. No los trata como si fueran personas, los trata como al ganado. Lo que sabe de los esclavos es aquello que le ha enseñado su tío. Una completa ignorante.

Nacida en Inglaterra, Imogen Østergård, no llegó a ser testigo del esfuerzo que empleó su familia para prosperar a lo largo de las décadas. Cuando ella nació, ya estaba todo hecho. Apenas recuerda nada posterior a la muerte de su madre. A los tres años comenzaría una nueva etapa denominada como etapa paranormal, 'guárdate de esos fantasmas, muchacha' espíritus extraños con asuntos pendientes que, otorgándose el derecho a ocupar su cuerpo, pondrían en boca de Imogen palabras y acciones de compleja interpretación fuera de contexto que ella ignoraría tras regresar en sí.
La posesión propiamente dicha.


A los seis años comenzó su educación, las clases de piano y opereta junto a un instructor que aborrece a día de mañana. La escuela era un hervidero de hormonas y críos ineptos. Sentada bajo un árbol devoró libros de dragones y princesas, imaginaba a su padre salvándola a diferencia de otras jovencitas pendientes del conquistador de turno. Siempre fue el centro de todas las burlas, una inadaptada, la rara, 'Hay perros verdes más comunes' aún recuerda el día que su compañera de pupitre se rompió una pierna cuando aquel aparatoso decorado descendió de lo alto del escenario en la función de fin de curso.

Pasaron los años y la señora Østergård seguía en el espejo. Al peinarse frente al tocador, la idea de inmortalizarla iba acrecentándose en cada pasada del cepillo. Su padre era incapaz de prestarla atención, más bien parecía rehuirla y desesperada, deseosa de encontrar la mejor forma de canalizar su ira, se resguardó en los brazos de Predbjørn.

Instalados en Francia, comparten cobijo con una sirvienta de color cuyo nombre no le merece la pena aprenderse y a la que humilla a solas o en compañía de su tío, siempre a escondidas de Damien y no porque la sirvienta sea especial, desleal o vaga. Eso da igual. La razón es más simple de lo que aparenta, ni parlamentos filosóficos ni excusas fundamentadas: aunque la mona se vista de seda, mona se queda.

#Cuando era niña la mordió un burro y un niño negro; ahora no sabe si odia más a los burros o a los negros.
#Es virgen.
#Tras experimentar la posesión de un fantasma, Imogen no recuerda nada, se siente desfallecida como si acabase de realizar un esfuerzo físico por encima de sus capacidades.
#No sabe nada de la existencia de seres sobrenaturales.
#Odia el piano y la opereta.
#Es vegetariana y tiene un huerto en el jardín de casa.