Cadáver y exhumación

El día era particularmente tétrico. Un viernes en la tarde completamente alejado de “la feria de vanidades” de Paris. Nada parecía alentar la idea de que esa noche se estaría regodeando junto a un montón de personas en aquellas clásicas fiestas de recatada frivolidad. De hecho, había pasado gran parte de la tarde arreglando asuntos de negocios con su padre y luego, había estado escribiendo una carta a su primo de Inglaterra, ya que en pocas semanas, estaría también en Paris y él le había pedido que le relatara vagamente de que iba la cosa allí.

Y como Evan era algo inquieto, y no podía quedarse mucho tiempo encerrado allí sin conversar más de dos palabras con alguien, decidió ir a dar una vuelta. Obviamente, en primera instancia, iba a tomar un carruaje, pero luego le pareció una estupidez que hiciera tal cosa, si solo se trataba de una caminata por los alrededores, para cambiar un poco de aire. Además, tal vez podría encontrarse con alguien interesante en el camino…Ese tipo de cosas siempre pasaba cuando conocías a varios de los que vivían por allí.
Así que ahí iba él, caminando por los alrededores, sin prestar demasiada atención a lo que lo rodeaba, lo cual generaba el desconcierto de más de una persona, ya que Evan no respondía a los saludos. Pura distracción. Nada más que eso. Aunque obviamente nadie veía aquello con buenos ojos, pues parecería que él chico fuera un completo mal educado.

Pero lo que nunca imaginó es que sus pies terminarían “arrastrándolo” hasta los límites del cementerio de allí. De hecho, por momentos pensó en girar sobre si mismo y emprender su vuelta. Sin embargo, no lo hizo. Sus pies se mantuvieron allí, mientras que la mirada azul recorría el lugar hasta donde la niebla le permitía ver. Porque si, había algo de niebla ese día.
Entonces, movido por la curiosidad y no por otra cosa, Evan se encontró a si mismo cruzando la vieja verja que lo llevaría a tan lóbrego lugar.

Caminó de forma cautelosa entre el montón de tumbas que lo rodeaban y arrugó levemente la nariz al sentir aquel aroma tan pestilente, que provenía de una tumba que estaba abierta. Y fijándose mejor en lo que sucedía, notó que varias personas estaban alrededor del cuerpo de una mujer, que parecía intacta. Sabía lo que harían. Una exhumación, debido a la estúpida creencia de vampiros. Y el hecho de que su cuerpo se encontrara particularmente intacto, acrecentaba las sospechas.
Evan dio unos pasos hacia atrás y chocó con algo o más bien con alguien, lo cual le dio un ligero sobresalto. A lo cual, el chico giró con evidente molestia y el ceño fruncido, para encontrarse nada más ni nada menos que con cierta mujer que conocía.

- No me diga. Con que su nueva afición es ir por los cementerios y estorbar el paso de la gente – Comentó con una evidente nota de sarcasmo en su voz. – Que oportuna – Alzó un poco las cejas y luego volvió a mirar de reojo la exhumación que se llevaba a cabo a unos pocos metros de ellos.

Antonella Giordano era toda una belleza exótica, lo primero que llamaba la atención en ella eran sus ojos. Inusuales, había que admitir. Pero sus facciones también se robaban gran parte de los halagos de más de uno. Pues si, tenía un rostro que seguramente era más que envidiable entre varias damas. ¿Pero qué decir de su personalidad?, a veces podía llegar a ser endemoniadamente mordaz y tajante, pero extrañamente le agradaba. Si, incluso aunque el trato entre ambos era más hostil que otra cosa, no tenía ningún sentimiento de odio o desagrado hacia su persona. No. En absoluto.

- ¿Debería? - Pronunció en voz alta, con una nota irónica en su voz. - Créeme, lo haría, pero dadas las circunstancias y lo poco ortodoxo que estar aquí...No lo hago - Enmarcó una sutil sonrisa y bajó un poco la mirada al piso, de forma distraída, topándose con el vestido de Antonella, que estaba rasgado. - Me ahorraré las preguntas al respecto - Torció los labios en una mueca y señaló disimuladamente aquel vestido rasgado. Volvió a elevar la mirada y esta vez no pudo evitar arrugar la nariz, debido a la pestilencia de aquella tumba abierta.

Tomó del brazo a Antonella por unos segundos, indicándole de esa forma que se alejaran un poco. Pero entonces, alguien llamó a Evan, uno de los sujetos que estaba realizando la exhumación. - Se le ha olvidado algo - Dijo aquel, con una voz rasposa y acto seguido, elevó un elegante reloj de bolsillo. Probablemente se le había caído con la agitación del momento y el choque con Antonella.
- Que descuidado - Evan se acercó al tipo y tomó su reloj. - Muchas gracias - Le dio una última mirada al cadáver e infringió una mueca de asco.

A veces no podía creer que se animaran a profanar un cuerpo por tales creencias. Y si bien él no era un arduo religioso, si respetaba ciertas cosas, como preservar la paz de un muerto o su cuerpo. Chasqueó la lengua y caminó al lado de Antonella. - ¿No te resulta una estupidez la creencia de vampiros?, es decir, están exhumando un cadáver solo por sospechas y porque luce particularmente intacta - Negó con la cabeza y tomó una bocanada de aire, ya que se habían alejado bastante de aquella zona tan tóxica como para siquiera respirar.

- Bueno, debo decir que la curiosidad finalmente me pasó - Comenzó a decir Evan, mientras se apoyaba en una de las tumbas. - ¿Qué haces aquí y con el vestido rasgado? - Alzó un poco una ceja y soltó una risa. - Y sola, sin tu ama de llaves o algo por el estilo - Es que las chicas siempre tenían aquella costumbre de ir acompañadas con su ama de llaves. - A menos claro, que se encuentre camuflada por aquí. Y no me sorprendería, ustedes siempre si que están bien custodiadas -

Fdr: Perdón por la tardanza. Durante la semana estoy algo ocupada y estuve con poca imaginación jaja.