Encuentro inesperado [Asier]

Aunque la mona se vista de seda, mona se queda, un dicho popular muy adecuado para mi, aunque en realidad aquello no me importaba, no era una dama ni pretendía serlo, aquello lo había dejado en un último plano a partir de la muerte de mi amada familia, si, no compartía muchas cosas con ellos, especialmente el hecho de pretender seguir siendo de alta posición cuando ya no teníamos nada. Siempre me considere realista y muy radical. Aunque mi madre encontrara aquello inapropiado y cruel, para mí siempre era y seria la verdad -negué con la cabeza- Aquellos pensamientos no debía perturbar mi mente en aquel momento, justo cuando estaba a punto de acabar con mi objetivo. El , aquel caballero de sociedad ,que pese a ser de aquella especie que se cree superior solo por tener ciertas ¨habilidades¨ y preservar su apariencia física durante siglos era al fin y al cabo solo eso. Un jodido hombre, que sucumbe a los instintos, y las insinuaciones de una descarada mujer. El dicho de que las mujeres somos el diablo pienso que es muy acertado, tenemos cierto poder sobre ellos más, cuando le hacemos creer que tienen el control.

-Di tus últimas palabras escoria… – susurre mirando aquellos ojos carentes de humanidad. Apreté su mandíbula mientras el mal herido y putrefacto ser se desangraba delante de mí. No había descripción para la sensación de placer que aquello me causaba. Ver a cada uno de ellos perecer se volvió a lo largo de los años mi dosis personal de opio, alimentaba mi orgullo y saciaba mi sed.

-Puta!- Dijo la criatura, escupiéndome el rostro, sonreí ladinamente y ladee el rostro mientras limpiaba la mezcla de saliva y sangre que había salido de su boca-Tks! Que lastima, tus familiares quedaran sin noticias de ti.- Dedicándole una última sonrisa rompí su cuello, el sonido fue celestial, como si un coro de ángeles cantara para mí. Deje caer el laxo cuerpo sin vida, y me observe en uno de los espejos del oscuro y elegante salón al que había traído a mi presa con una promesa de sexo furtivo mientras los asistentes de aquella danzaba felices en algunos de lo salones. Mire el rasgado y ensangrentado vestido que hasta hacia media hora era un elegante y sofisticado modelo, ahora estaba arruinado y manchado. Una analogía interesante: mi vida era como aquel vestido, que un día fue hermoso. Arrastre el cuerpo al jardín y lo oculte para que al salir el sol de este no quedara rastro. Un trabajo limpio como siempre .

Volví al salón y me quite le vestido. Mis otras vestiduras estaban ocultas allí desde horas antes, al igual que la paga por adelantado que exigía a travez de mi intermediario, me quiete el vestido y con este limpie el rastro de sangre que había dejado, no se quitaba del todo peor por ser d noche y estar oscuro nadie le notaria. Por ahora, nunca trabajaba e aquellos sitios, me iba mejor e los callejones y los bosques, pero la paga era buena, y nunca me negaba a un trabajo.

-Odio estas cosas!- de verdad que odiaba los vestidos, la tela me picaba, pero después de puesto, y arreglado mi disfraz me hacía ver muy diferente, como la refinada dama, que mi madre esperaba que algún día fuera. Y que no soy. Escuche el ruido de unos pasos acercarse y abrir la puerta-Mierda, me descubrirán...-pensé escondiéndome tras una pared.