Antonia Molinari

DATOS BÁSICOS

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA

Un alma perspicaz, solitaria y de carácter fuerte. De una libertad absoluta y conciencia escasa, creativa, divertida y atrevida. Tiene un estado de ánimo muy cambiante y de ahí la variación en su humor a veces negro, a veces simple. Sarcástica, agresiva y prevenida. Es bastante curiosa y siempre analiza a aquel que se le atraviesa en el camino. Está en constante búsqueda del auto control y espera perfeccionarlo. Le gusta experimentar y jugar con las mentes de los demás a pesar de no poder saber lo que piensan. Es tan terca que siempre obtiene lo que quiere. Es callada y observadora, aunque siempre está dispuesta a una buena charla, incluso de sus víctimas. Es una mujer de una gran sabiduría debido a la enorme cantidad de libros que continuamente lee. A pesar de todo es piadosa cuando algo dentro de sus instintos se lo dice, pero cuando pierde la cordura por sed o enojo pierde con ella cualquier rastro de piedad. Su capacidad de convencimiento proviene de su ingenio y habilidad innata para convencer y persuadir. Sensual en todo el sentido de la palabra, irresistible y gran seductora. A pesar de ser solitaria, espera sin buscar a alguna mujer que conmueva su congelada sangre y corazón.

DESCRIPCIÓN FÍSICA

Mujer de 1.73, cabello largo castaño oscuro y ondulado que llega a mitad de su espalda que siempre lleva suelto, pecho pequeño y curvas marcadas, sus rasgos italianos son bastante evidentes y desde su nacimiento ha sido muy hermosa, al crecer, su sensualidad y belleza se multiplicaron. Tiene piernas largas y apariencia atlética. Su piel blanca de nacimiento se ve adornada por algunos lunares. Su rostro es angelical, unos ojos azules le otorgan una mirada penetrante y pícara que sabe usar muy bien, su sonrisa es escasa, inolvidable y generalmente maliciosa.

HISTORIA

Nacida en Florencia, Italia el 29 de abril de 1480, hija del importante mercader Italiano Fabio Molinari y la Duquesa de Países Bajos Beatrix de Hannover.

Nacida en una familia de la más alta clase italiana y no de la realeza, porque su madre tuvo que renunciar a su título al momento de casarse con su padre, pues huyó con este para tenerla a ella y a su hermana Eleonora quién murió de tuberculosis a los 14 años cuando Antonia pasaba de los 20. Eran una familia polémica de Florencia, debido a que eran poco convencionales y cada quién tenía sus derechos y libertades, incluso la madre y las hijas siendo mujeres.

El padre aparte de ser mercader era excelente pintor que comenzaba a tener renombre. La madre era una maravillosa escritora que codificaba sus historias sólo para disfrute propio y de quién se atreviera a descifrarlas, de ahí el amor de Antonia por las letras.
Los padres de Antonia mueren en un naufragio hacia el nuevo mundo cuando ella cumplía 32 años mortales.

Antonia tuvo una vida liberal donde nada se le negaba, pero al acercarse su cumpleaños número 23, sus padres empezaron a presionarla para que pronto contrajera matrimonio. Ella en esos momentos mantenía una muy secreta e ilícita relación de varios años con Rebecca, hija de un socio de su padre.

Finalmente, Antonia contrae matrimonio por conveniencia con Federico Caruso meses después de haber cumplido los 24 años. Al casarse con este hombre, la corona de Paises Bajos le devolvió el título que por herencia le correspondía: Duquesa de Países Bajos, título que aún lleva con orgullo.

En el hogar que formaron Federico y Antonia no hubo altercados, pues Federico en realidad amaba a su mujer y esperó todo lo que pudo para consumar su casamiento, y Antonia, reservando su amor por Rebecca se rehusó a hacerlo hasta que ésta última pereció 2 años más tarde por culpa de una enfermedad desconocida.

Sin grandes esperanzas, Antonia se rindió ante el amor y la insistencia de Federico y un año después dio a luz al pequeño Marco Caruso Molinari.

La vida de la familia transcurría casi con normalidad, pero dentro de la pareja había una gran frialdad por parte de Antonia y aunque Federico optó por dejarla con las libertades a las que estaba acostumbrada, ésta no logró sentirse conmovida por él ni por el pequeño que habían engendrado.

Una noche de noviembre y con un gran desespero, Federico perdió el control de su enojo y tuvo una enorme discusión con Antonia, los sirvientes y vigilantes del palacio en el que residían intentaron intervenir, pero ambos estaban encerrados junto al niño en una de las habitaciones. En un momento de furia, el hombre reclamándole a su mujer por amor le grita –¡Si no lo amas a él, tampoco me amas a mí!- y seguido de esto, agarra al niño de casi 2 años por el hombro y lo acuchilla varias veces. Antonia no sintió gran conmoción por lo sucedido y estaba sorprendida de si misma por esto. Al ver lo que había hecho y la reacción de la Duquesa, Federico Caruso recoge el arma con la que había acabado de asesinar a su propio hijo, y en el momento en la que la servidumbre irrumpe en la habitación rompiendo la puerta, se entierra el cuchillo en el corazón, cae al piso y muere.

Los sirvientes al ver lo sucedido, ocultaron los hechos y publicaron ante el pueblo que el hombre y el niño habían fallecido por la peste de Tifus que atacaba a la población en ese momento. Esa madrugada, Antonia visita la tumba de su amada y entre lágrimas le cuenta lo sucedido, lloraba por lo mucho que la extrañaba, más no por las recientes muertes.

Sus sollozos se ven interrumpidos, porque de la oscuridad sale un ser hermoso, una mujer muy blanca de cabellos largos y muy negros llama su atención desde las sombras, olvidando sus penas y alegrías, en ese momento se dejó perder en los ojos de aquella que la observaba. Estaba a punto de amanecer, de un momento a otro la figura desaparece.

Desconcertada, Antonia regresa al palacio donde estaba lista una caravana que la llevaría a un pueblo cercano protegiéndola de habladurías y recuerdos.

Partieron en la noche.

Pasada la 1 de la madrugada, a las afueras de la ciudad los dos coches en los que se transportaban ella y 3 sirvientes, fueron sorprendidos por lo que ella pensó fue el ataque de un oso. Aterrada escuchó como se formaba un silencio sepulcral. La puerta de su carrosa fue arrancada de golpe y fue arrastrada violentamente hacia afuera.

Se puso de pie y mientras se levantaba reconoció la figura: la misma mujer del cementerio la observaba más profundamente que la noche anterior. La mujer la agarró fuertemente y la besó con gran pasión, luego la mordió fuerte, muy fuerte y sentía como su sangre caliente brotaba de la herida y las sienes le palpitaban, observó como la mujer le ofrecía su sangre para beber, adolorida, confundida y sin saber por qué Antonia accedió y bebió aquel líquido frío y biscoso, luego sintió como cada célula de su cuerpo se entumecía y comenzó a dolerle cada extremidad y cayó al suelo sin vida.

Cerca de una hora después, Antonia se levanta creyendo que todo había sido un mal sueño, se siente diferente y no se horroriza al ver a su alrededor: los cuerpos de los caballos y sus sirvientes heridos de muerte y las carrozas destrozadas.

- Bienvenida a la muerte - dijo una voz detrás suyo.

Antonia giró, observó a la mujer de cabellera negra y besándola apasionadamente se dio cuenta de que ambas eran vampiros.

DATOS EXTRA

Ama las letras más que a si misma y siempre ronda las bibliotecas de aquellos lugares a donde va.
Siempre lleva consigo su vieja flauta.

gracias a αgusτınα• de sourcecode