León Braga De Amiano

-¡¿Crees acaso que yo tengo la culpa?!
-¡No!....-Una bella joven que respondía por el nombre de la novia de León Braga de Amiano intentaba calmarle tras saber lo que había pasado con el perro de su hermana, intentaba calmarlo, pero León la estaba malinterpretando y ella estaba temblando de miedo pero estaba siendo valiente en enfrentarse a él-León...No puedes seguir ocultándote, s...sé que ella te quiere y que no por ti-rectifico-..Ella ha muerto....pero no por ti, pero estaría más triste si no vas a buscar su alma o bueno... ¿Crees que es bueno estar aquí con alguien a quien no amas? –Dijo diciendo la verdad como un templo, lentamente se acerco a León y poso una mano en su mejilla-...León, yo estaré bien...y solo sigue lo que te dicta el corazón...
-Amelien...-León tenia la sangre hirviendo pero se estaba controlando, pegar a una mujer no era su estilo, suspiro profundamente hasta que finalmente se calmo y beso la frente de la mujer que tenía en frente.
-Anda ve...puedes irte ahora mismo si deseas...-Dijo mirándole con una sonrisa triste en su rostro de porcelana.

Esa misma noche, León que residía en una pequeña casa de Asturias con una “amiga” que se añadía a su lista de conquistas, puso su marcha hacia Madrid, pero después vio que nadie estaba allí, estaba su padre, sus hermanos con sus esposas y un ataúd. Tembló al pensar que podría ser Penélope, desde lejos veía el funeral y cuando el cura dijo el nombre de su hermana su furia se disparo, se fue de aquel lugar en busca de una persona que sabia como invocar a los espíritus. León sabia ya de por sí que tenia poder para invocar a los muertos, una vez de pequeño había jugado con un puto zombi en el jardín de casa a medianoche ya que su padre pasaba más horas dentro de la cama con mujeres que con sus hijos. Había tenido para sí mismo como una amiga a la magia que poseía por sí mismo y con lo que creaba con ella en su entorno. Le encantaba cuando tenía doce años preparar pociones para las novias de su padre en donde le cambiaba alguna parte de su anatomía por una masculina. Recuerda que una vez había dado a una bella rubia una poción en que le cambiaba el pecho, dejándoselo fornido como el de un hombre. Siempre por un par de horas. Era demasiado listo. Sabia como hacer sufrir a su padre y sacarlo de sus casillas y por eso siempre lo tenia de lado aunque de vez en cuando trataba con el algún que otro asunto.....y después le montaba tretas.

León conocía a una persona que podría instruirlo y así poder tener acceso a su hermana, a buscarla donde quiera que estuviera. Con su fortuna que con suerte su padre no le había quitado, se compro en una villa un hermoso cortijo en las campiñas francesas y ahí instalo su estudio de entrenamiento y una biblioteca subterránea mayor que las habitaciones principales del castillo de Versalles. Estuvo entre varios ensayos e instrucciones de su amigo, las superaba, si, pero a veces era demasiado para él pues gastaba casi toda su energía. Pasó un año entre entrenamientos, lecturas y aprendizajes que finalmente logro interceptar al menos un pequeño rastro de su hermana....pero que enseguida perdía.

Estaba en París continuando la búsqueda. Lo único que quería era una nueva vida con su....amada.