Victorian Vampires
El León y la Rosa 2WJvCGs


Unirse al foro, es rápido y fácil

Victorian Vampires
El León y la Rosa 2WJvCGs
PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



NIGEL QUARTERMANE

ADMINISTRADOR

ENVIAR MP
NICOLÁS D' LENFENT

ADMINISTRADOR

ENVIAR MP
ESTACIÓN


Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24


COPYRIGHT/CRÉDITOS

En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.

Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.

Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.

Licencia de Creative Commons
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org


Últimos temas
» Savage Garden RPG [Afiliación Élite]
El León y la Rosa NXLYMMiér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones

» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
El León y la Rosa NXLYMMar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut

» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
El León y la Rosa NXLYMMiér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane

» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
El León y la Rosa NXLYMJue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar

» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
El León y la Rosa NXLYMMiér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer

» l'enlèvement de perséphone ─ n.
El León y la Rosa NXLYMSáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour

» orphée et eurydice ― j.
El León y la Rosa NXLYMJue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour

» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
El León y la Rosa NXLYMJue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke

» labyrinth ─ chronologies.
El León y la Rosa NXLYMSáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour


<

El León y la Rosa

2 participantes

Ir abajo

El León y la Rosa Empty El León y la Rosa

Mensaje por Henry Birdwhistle Dom Abr 20, 2014 12:26 am


"Mientras paseaba entre las llamas del Infierno,
deleitado con los goces del genio que a los ángeles
parece tormento y locura, recogía algunos de sus
proverbios pensando que, así como los dichos de un
pueblo llevan el sello de su carácter, los proverbios
del Infierno muestran la naturaleza de la Sabiduría
Infernal mejor que ninguna descripción de edificios
o vestiduras.
"

Caía una nevada en pleno abril, una de esas malditas tormentas de agua nieve que se adhieren a la ropa como pequeños arácnidos, una de esas que vuelven los caminos zanjas de fango y que provocan que uno llegue endemoniadamente tarde a todos lados. En estos días es cuando el viento helado que sopla del norte cala hasta los huesos haciendo castañar los dientes. Se trata de uno de esos mensajes que se complacen los cielos de enviar de vez en vez  para recordarnos a todos lo frágil de nuestra maldita mortalidad y sobre todo para recalcar el hecho de que EL sigue gobernando sobre todos nosotros sin importar que tan “modernos, civilizados e independientes nos hayamos vuelto”.

Un carruaje se desliza a paso lento, es tirado por cuatro corceles blancos y su camino es escoltado por altos árboles de dedos torcidos y desnudos que crecen a los costados del sendero. Es cerca de medio día, hace no mucho tiempo quedó atrás el último poblado... ya no están muy lejos mas, la paciencia no es una máscara que nuestro misterioso pasajero esté dispuesto a usar, no todavía.

Las cortinas se entreabren tras el cristal de la ventanilla del pasajero y unos ojos verdes se asoman con aire cansado. Nieve y un cielo nublado es lo que encuentran, nada más. Su mirada escudriña a los gigantes de madera húmeda que le persuaden para dar media vuelta y volver a su hogar.

Ya los nuevos brotes se anuncian en las copas de los árboles como… como… Estoy seguro que el más mediocre de los poetas encontraría la dichosa palabra para terminar la oración, algo que sonara… Jajaj El aburrimiento debe hacer imaginarme a mí mismo un maldito bardo para poder matar el tiempo y evitar pensar en... Ciertamente no podría estar más lejos de ser uno de esos locos filósofos. Mi nombre es Alessandro Arnaldi, y mi locura es de una clase diferente, más aceptada por esta sociedad de ovejas y lobos, es tolerada incluso. Poco importa lo retorcida, demoniaca u obscura que pueda ser la verdad que se agazapa en lo más recóndito de mi alma mientras no olvide abrillantar mi nombre con títulos como Duque de Wellington, héroe de guerra y otros tantos. Claro está que nada se gana sin sangre. Pero eso nunca lo dicen los muy bastardos, eso queda enterrado bajo la insípida nieve, se lo lleva el viento invernal.

El tiempo transcurre muy lentamente hasta que por fin ese diablillo de Thomás al que llamo “Ey tú” como al resto de los siervos que trabajan para mí, hace detener el coche. Ellos creen que no sé sus nombres precisamente por ese detalle insignificante, pero lo toleran porque saben que conozco sus necesidades y las atiendo tan bien como cualquier Señor debería.


Los jardines del castillo Inglés resplandecían como si en esa parte del país se hubiese adelantado la primavera, los arbustos llenos de flores, la hierba verde, recién cortada, incluso las virutas de hielo se amontonaban casi respetuosamente entre ramas y hierbajos. El carruaje coronado de nieve y tierra se había detenido cerca de la entrada principal, así entonces Alessandro se apeó del coche con el gesto confiado de quien conoce bien el camino que debe recorrer; iba ataviado con un abrigo de color azul obscuro que encajaba muy bien con la construcción más bien sombría del Rey de Inglaterra.

Su intención había sido presentar sus respetos a su Majestad antes de atender los negocios que le llevaban hasta la corte, pero éste se hallaba ausente según le habían informado en cuanto cruzó la puerta. Marchó entonces escoltado por los guardias hacia uno de los salones en el que le recibiría la más reciente huésped del castillo.

-¡Vaya que el mismísimo Lucifer pasaría frío en esta habitación!-

Bastan unas cuantas órdenes masculladas entre dientes para que los diablillos se apresuren y me dejen la chimenea a punto y bien instalado en un sillón como si fuera mi maldita casa. Los muy bastardos me miran extrañados por mis quejas sobre el frío, pero ¿cómo demonios van a entenderlo ellos? ¡Ellos no son a los que les palpitan viejas heridas de guerra en días como este, ni los que aprietan los dientes cada que un dolor fantasma les visita! No, ellos no han caminado por los ardientes valles del Infierno ni hablado cara a cara con la huesuda... Malditos suertudos, casi es divertido ver sus caras.

Cuando todo está hecho una sonrisa sombría les persuade a dejarme a solas y a anunciar a la Sforza que su “extraño invitado ha llegado”.


Henry Birdwhistle
Henry Birdwhistle
Hechicero/Realeza
Hechicero/Realeza

Mensajes : 288
Fecha de inscripción : 21/02/2011

DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:

Volver arriba Ir abajo

El León y la Rosa Empty Re: El León y la Rosa

Mensaje por Lydia Sforza Jue Mayo 15, 2014 8:53 pm

--- Y entonces las criaturas emergieron de la boca de los volcanes. ¡Tan bellas criaturas! ¡Tan peligrosas! El mismo infierno fue su capullo, y estas, como mariposas oscuras batieron sus enormes alas y abrieron sus fauces en un rugido que hizo temblar la tierra. Los hombres levantaron temblando sus armas y las mujeres, sollozantes estrujaban a sus hijos y clamaban a los dioses. El peligro era inminente... --- El clímax de la fantástica historia se detuvo en lo alto, ahí donde las manos de la doncella se entrelazaban chocando muñeca contra muñeca, recreando con ellas la forma similar a la de un ave suspendida a la altura de la cabeza. Entonces rompió aquel roce y abrió sus brazos bajándolos en un aleteo pausado, tenso, que congeniaba con la mirada seria y preocupada de los grandes ojos azules. Las niñas, pequeñas hijas de lores y ladys de la corte, compartieron miradas expectantes. --- Los dragones tienden a buscar sangre, y hay que reconocerlo, el fuego está en ellos.

Eran una estampa conmovedora, la gentil doncella de vestido verde al pie de la pequeña corte de infantes. Para ellos, más que para ninguna otra persona, la reciente llegada de la famosa Rosa Blanca de Nápoles a la corte del rey había sido todo un suceso. Los juegos y los espectáculos eran labor de las nodrizas y los bufones, nadie que osara portar un titulo tenia -ni hacia- tantas consideraciones con ellos... Sin embargo, más allá del pequeño círculo, algunas doncellas contemplaban la estampa muy lejos de la euforia y los mundos fantásticos,  se abanicaban el rostro y compartían cuchicheos burlones y torvos en respecto a la escena. "Lydia quiere llamar demasiado la atención", "Siendo una Sforza, ni quien le crea tanta dulzura y payasada. Tiene el veneno en la sangre, como su madre", "Dicen que estuvo viviendo en Milan, pretendiendo y acosando al Duque, pero como no le funciono Isolda viajo hasta aquí buscando alguna otra presa", "Ya la encontró...", "Por Dios, ¿por qué crees que su compromiso será tan corto? Dicen que se casara el próximo mes, ¿Estará ocultando algún pequeño bastardo por debajo de su corse?"

---
Los hombres se levantaron para enfrentarse a la bestia. Elevaron barricadas, encendieron cañones... Y la guerra engendro mas furia, y de la furia solo emergió mas destrucción. --- Interrumpió el dulce y gentil tono de la joven Persefone, atrayendo de nuevo a todas las miradas por igual, tanto las emocionadas como las recelosas. Avanzo un par de pasos, haciendo fruncir la falda de tafetan y rodeando el diván donde todos los niños estaban sentados---. El dragón respondió y el fuego de sus bramidos lo destruyo todo, desde los rebaños del campesino como los ejércitos de los soberanos. --- La mano de la doncella se poso en el hombro de una de las niñas mas jóvenes. Era la hija del comandante de la Guardia Inglesa. Y los rumores seguían alrededor como el coro de fondo en una iglesia.  "Bueno, Isolda lleva tres años aquí. Si tardo tanto en encontrarle marido a su retoño, seguramente es porque es una mercancía dañada", "Ni siquiera tiene un titulo real, ¿sabes? el Conde de Campania es Theodore Sforza, la dulce Lydia es una condesa del aire jaja" --- Un buen día...  una doncella hermosa como el verano se decidió a enfrentarse al dragón. Se vistió con los ropajes más dignos, de hilo de oro y telar de hebras de plata, y subió a lo más alto de la colina donde casi pudiera tocar al sol. Comenzó a cantar la más triste de las melodías, la más hermosa, la más sincera, hasta el ultimo pájaro en el cielo detuvo su canto para escucharla, para admirarla... y entonces...

Dos pajes se presentaron en el gran salón, un par jovenzuelos de cabellera dorada y rostro de castrati. Eran los gemelos Mercy, mensajeros de Isolda. Lydia detuvo su historia al momento que los contemplo. Reconocía la expresión de aquellos rostros recién pulidos.

---
Condesa, vuestra madre ruega su presencia en el vestíbulo de sus aposentos. --- Dijo uno.
---
En calidad de urgencia, hay un invitado que requiere su bienvenida. --- Termino el otro.
---
No podemos dejarle esperar entonces... --- La mano de la doncella presiono el hombro de la pequeña hija del comandante, dedicándole a los infantes una tierna mirada de disculpa para adelantarse con los gemelos. En el camino le explicaron el nombre del invitado "Alessandro Arnaldi" no hacía falta decirle nada mas... con el corazón congelado y la inexpresivo en el rostro dejo que la escoltaron directamente al jardín mas privado de la reina de las espinas, para cuando las puertas blancas se abrieron, Lydia recibió al duque con la más amplia de las sonrisas.
---
El castillo, su majestad y mi propia familia... no podríamos estar más honrados con su presencia, Duque Wellington.--- Una delicada reverencia, otra sonrisa mas, y la mirada azul se dirigió a uno de los mensajeros--- Pierre, hazme el favor de traer un poco de té caliente y la mesa de postres.  Viktor --- se fijo en el otro. --- Acompañe a mi madre y apenas termine sus labores háganle saber que el duque y yo la estaremos esperando en sus estancias.

Con una mirada intercambiada ambos sirvientes obedecieron, no sin cierto retín... en Italia no hubiera sido de muy buen gusto dejar a la joven Sforza a solas con un varón, aun cuando este se tratara de su futuro prometido, pero en Inglaterra... bueno, Inglaterra era Inglaterra.
Lydia Sforza
Lydia Sforza
Humano Clase Alta
Humano Clase Alta

Mensajes : 355
Fecha de inscripción : 30/12/2010
Edad : 32

DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:

Volver arriba Ir abajo

El León y la Rosa Empty Re: El León y la Rosa

Mensaje por Henry Birdwhistle Mar Mayo 27, 2014 12:00 am


La habitación apenas empieza a caldearse cuando se abren las puertas y aparecen dos querubines salidos de algún pomposo cuadro Italiano... y detrás de ellos entra Lidya, toda candor y llena de palabras  dulces.

La Rosa de Nápoles se adentró en la estancia luciendo una sonrisa muy propia de la corte. Nuestro invitado se puso de pie e hizo una reverencia a modo de saludo. Sus ojos verdes recorrieron el largo del vestido de la Sforza, ascendiendo lentamente, contemplando cada detalle, admirando a su futura novia. Su mirada se detuvo en el rostro de alabastro, atrapando sus ojos azules con una sonrisa idéntica a la contraria. Ella le da la bienvenida a Alessandro con una reverencia y una sonrisa aún más encantadora.

Jajaja el castillo, el rey y cualquier otra jodida persona con un poco de cordura en Inglaterra estarían más que agradecidos de poder prescindir de mi maldita presencia. Estos son tiempos de paz preciosa, a los buenos ciudadanos no les gusta tener sombras rastreras nacidas de la guerra cerca de ellos. E incluso aunque se trate de “héroes”, ellos cumplen con celebrarles el tiempo debido y luego esperan no tener que verlos en mucho, mucho tiempo otra vez… pues eso significaría que los necesitan porque el diablo toca una vez más a su puerta. La cicatriz de la guerra es profunda y pese a lo que se diga no es una de esas marcas de las cuales se complazca uno en andar presumiendo… sino es más bien similar a tener un hijo bastardo del cual todo mundo se da por satisfecho de poder mantener en el anonimato.

Pero tú eres una rosa de verano, ¿Qué vas a saber del invierno preciosa?


-No hay honor que se compare a tener el placer de  su compañía, mi Lady.- aseguró dedicándole una especial mirada a los gemelos a quienes la Sforza indicaba traer algunas viandas. Los jóvenes le miraban de reojo, con cierta curiosidad y recelo disimulado que no le pasó por alto a Alessandro. –Y aseguraos de llamar a una de las doncellas de lady Lidya de camino y dejad mientras la puerta abierta- agregó a las instrucciones de la Sforza con gesto casi entretenido. Una vez se hubieron marchado los dos mensajeros el Duque ofreció tomar asiento a la Rosa Blanca con un gesto de la mano. –Espero no haberla importunado mi lady. Envíe un mensajero para anunciar mi llegada a su madre el día de mañana… pero la tormenta ha amainado y me hizo el viaje mucho más fácil.- tomó asiento después de ella y recorrió la habitación con la mirada. –Deben resultarle muy fríos los días a comparación de Italia, tengo entendido que allá rara vez nieva… también la corte debe parecerle extraña y carente de… ¿Cómo dicen los franceses? Ah sí, refinamiento- rio por lo bajo encontrándome con aquella mirada dulce y neutra al mismo tiempo.–Esta es una nación forjada con los vientos del norte y las guerrillas, y aun así le puedo asegurar que este es quizás uno de los lugares más seguros que encontrará.- Me inclino hacia adelante en el sofá, impidiéndole, si tiene la intención, rehuir a mi mirada. –Por qué podemos ser un poco rudos en nuestras maneras, más en los momentos decisivos un inglés vale por tres franceses. Tanto perfume les embrutece la mente- señaló con el índice mi frente… en eso llega finalmente la dichosa doncella, vestida toda de azul y con una torpe reverencia. “Lamento la demora mi lady, mi lord” balbucea. Le dedicó una larga mirada –Espero que cuide mejor del honor de su señora en mi ausencia, de lo hace en mi presencia- Ella asiente varias veces y ofrece sus disculpas. Le sonrió a medias, casi amigablemente antes de volver la atención a la Rosa envuelta en pétalos de tafetán –He oído mucho de usted mi lady, más casi no he tenido ocasión de escuchar de sus labios la historia de su peregrinaje desde Italia hasta este, su nuevo hogar.- me acomodó en el asiento, descansando los codos en el sofá y entrelazando los dedos, expectante.–Me gustaría mucho que me la contara, si le place-



Henry Birdwhistle
Henry Birdwhistle
Hechicero/Realeza
Hechicero/Realeza

Mensajes : 288
Fecha de inscripción : 21/02/2011

DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:

Volver arriba Ir abajo

El León y la Rosa Empty Re: El León y la Rosa

Mensaje por Lydia Sforza Lun Jun 30, 2014 5:37 am

Cuando el cuerpo no es libre, de algún modo la mente encuentra su camino en las alas del ensueño. La curiosidad, los sueños y las fantasías son el plumaje de unas alas tan magníficas como las del dragón de las leyendas. Con ellas la mente no tiene ningún límite, monta su vuelo ilusorio sobre mundos lejanos o imaginarios,  bajando en picada hacia tierras del pasado, del presente o del futuro. Incluso de aquel futuro que nunca será... Lydia vivía  a través de la valerosa doncella que se enfrento con su canto al temible dragón, vivía a través de la desafortunada Medea o el temible Macbeth, se hundía hasta el último de los infiernos junto con Dante y regresaba a la tierra, vacía y descorazonada, al lado de Orfeo.

Desde niña, incluso antes de que la hubiesen desterrado de su casa como al Mío Cid de Castilla por el rey Alfonso Vl, las historias que amaba habían hecho mena en su espíritu. Habían creado a una poeta, a una idealista con nociones -tal vez- demasiado románticas sobre caballeros honorables que inspiran canciones y amores verdaderos que se convierten en leyenda. Aun cuando las andanzas, persecuciones y asesinatos habían asesinado su ingenuidad e inocencia hacía mucho tiempo, la poesía de sus creencias vivía en sus libros, sus jardines o la mirada de los niños.

Mas de una vez, semejantes nociones venían cobrando el precio en sus deseos. Con un furor superior así misma, había soñado -lo había deseado con todas fuerzas-  que al conocer a su prometido pudiera  experimentar por él una emoción desbordante y sublime. Durante toda su existencia la joven condesa había subsistido en la prisión de los intereses de Isolda, sabedora que al casarse el panorama no cambiaría en demasía, un nuevo dueño y una nueva celda la esperarían... la alternativa mas noble en semejante encrucijada era sencilla: no había nada mejor para un prisionero que amar a su carcelero.

Y por fin el carcelera tenia un nombre: Alessandro. Al noble caballero se le había enviado, varias meses atrás, una pintura de su prometida a manera de negociación, pero la rubia no había recibido jamás ninguna del distinguido Duque, la opinión de las mujeres en semejantes albores solía ser intrascendente. Así pues, la joven condesa había hecho una pintura de Alessandro a través de los retratos hablados de su aspecto, de su carácter sarcástico, calculador y desparpajado, de las crónicas extraordinarios sobre sus magnas proezas bélicas. Había podido imaginarlo: con su mirada de conquistador, sobre una poderoso caballo como el bucéfalo de Alejandro Magno, con la espada desenvainada y la capa inglesa ondeando con los vientos fríos del norte de Inglaterra.

Un retrato heroico, noble y glorioso... la pequeña Sforza se aferraba a aquel retrato del héroe de guerra, tratando así de no airarse por el cínico recorrido de los ojos de Alessandro por la curva de sus formas.

---
¿Importunarme su prematura llegada? llevo una vida esperándolo... nada podría hacerme más feliz   ---. Tomo asiento a su lado, preguntándose entre quienes había tenido que competir el Duque en la baraja de cartas de Isolda, ¿cuántas jugadas, cuantas cartas había desechado su madre para sacar, finalmente, al rey de espadas? Lydia poso su palma sobre el reverso de mano de Alessandro. Era una sensación extraña, sentir el tacto duro de sus nudillos, tan fuertes seguramente por el labor de blandir tanto la espada.

La suya debía ser una conciencia colmada de sangre, a la pintura de sus pensamientos acerca de Alessandro, Lydia no había podido evitar añadir el jardín de cadáveres con mortajas ensangrentadas y  labios húmedos.

---
Le podría contar historias sublimes de Nápoles, o de Milán... todos amamos el lugar donde nacimos, es como amar una parte de nosotros mismos --- Reconoció con candor. --- El clima es templado, llueve como brisa de amanecer y los inviernos son gentiles. Fue aquí en Inglaterra donde he venido a conocer el invierno --- añadió con significado.--- pero tiene razón, también he llegado a conocer del verdadero valor. No hace más de siete noches que llego un espadachín ingles a hincar la rodilla al rey, frente a la corte entera el guerrero hablo largo y tendido sobre su peregrinaje en las guerras por el territorio de Calais... fue asombroso. Bien dicen que de las tierras más duras es donde nacen los hombres más fuertes... Cada día doy más fe de ello --- Sostuvo la mirada de Alessandro. Sus ojos eran de un azul helado que se obscurecían con su risa.  Resultaban incapaces de transmitir nada de sí mismo, ni mucho menos reflejar a un tercero a través de ellos. La doncella llego interrumpiendo el escrutinio mutuo. Lydia le sonrió a la joven chaperona, invitándola con un gesto a sentarse cerca suyo.--- ¿En verdad desea oír semejante historia? no tiene mucha acción, mucho me temo. Desde la traición de Campania, mi primo el Duque de Milán me resguardó durante todos estos años de anonimato. Es un familiar muy querido --- Confeso la doncella de noble apellido, llevando su mano involuntariamente hacia el relicario que pendía de su cuello. --- Si los vientos siguen siendo favorables, podría invitarlo a nuestra boda.  --- Sus mejillas enrojecieron por la idea. Hablar sobre lo inevitable... Su boda con el héroe de guerra que le recordaba  más a su padre y a los viejos amantes de Isolda, que a cualquier caballero de sus fantasías. --- Le agradara, un cazador muy versado como vos. En Milán fue él mismo quien escogió de entre su grupo de cazadores a los caballeros más valientes y leales para protegerme en el viaje secreto hacia las costas más próximas de Milán y finalmente en el barco mercantil que me trajo hasta aquí.

Por fin, Pierre apareció acompañado de la servidumbre. Lydia los miro servir la mesa del té y la merienda, los bocadillos de postre eran más dignos del pincel que de los labios, pero él te...la rubia se sirvió ella misma una taza para sí y para el duque.

---
¿Podría hacerle yo una pregunta algo más interesante, duque Wellington? ¿Cómo es que conoció a mi madre?

Entregando la taza de té entre las manos de su prometido, la joven condesa sostuvo valientemente su mirada. Quería aprender cada detalle de su faz, cada gesto... mas detalles que adornaran la -ahora siniestra- pintura de su mente. Y al hacerlo descubrió la verdad de todo el asunto. Una verdad que hubiese querido no reconocer jamas.

Alessandro Arnaldi era el hombre con el que compartiría toda su vida... y no le movía ni el más mínimo musculo del cuerpo su compañía.
Lydia Sforza
Lydia Sforza
Humano Clase Alta
Humano Clase Alta

Mensajes : 355
Fecha de inscripción : 30/12/2010
Edad : 32

DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:

Volver arriba Ir abajo

El León y la Rosa Empty Re: El León y la Rosa

Mensaje por Henry Birdwhistle Jue Jul 17, 2014 11:21 pm

La joven Condesa aceptó la mano de Alessandro y tomó asiento. El fuego chisporroteaba devorando los leños casi en silencio, dándole un toque de solemnidad a aquella reunión. Las llamas proyectaban su luz por toda la habitación, dibujando sombras alargadas y resaltando las dos siluetas en el centro de la estancia: el Duque y la Condesa. A los ojos de cualquier otro, ver a ambos sentados uno frente al otro, hubiera sido evidente que era como observar la noche y el día. Ella toda fragilidad, toda delicadeza; el calor que producía el hogar, encendía sus mejillas de un color rosado que resaltaba sus ojos llenos de inocencia y el corte de su vestido no hacía más que dotarle de toda la gracia y feminidad correspondientes a su cargo, todas las virtudes de una buena esposa. El Duque por otro lado…

¿Me has esperado toda una vida, rosa del verano? Rio internamente. Una princesita como tú seguramente no estaba esperando casarse con un maldito inglés, menos con un bastardo amantes de las putas, aficionado a cercenar cabezas y cuya definición de buen día radica en poder embriagarse hasta el amanecer. No, no, tú hubieses estado encantada con uno de esos afeminados franceses. Tal vez hasta uno de esos locos perros revolucionarios te habría hecho suspirar.

Pero nada de maldiciones o ironías, mantengo una sonrisa cordial, poco comprometedora.


La Sforza comenzó a describir brevemente los lugares en los que había estado, el clima tibio y acogedor de Italia y España. El Duque escuchaba atentamente todo lo que ella decía, asintiendo de vez en cuando a sus palabras. Sus ojos verdes se entornaron un poco al escuchar sobre la historia de aquél inglés que había acudido a la corte a narrar sus proezas.

“Fue asombroso” dice la paloma… me pregunto qué partes de la historia habrá omitido el susodicho espadachín. Jajajja creo que no es difícil adivinarlo, a la Rosa no le hubiese parecido tan asombroso saber cómo se ven las vísceras humanas regadas sobre la tierra o conocer cuán endemoniadamente difícil puede resultar arrancar la cabeza de un hombre con la espada, en un solo movimiento. No, por el tono cantarino de la Sforza, seguro que el mentado guerrero no le dijo de cuanta sangre y suciedad debe ensuciarse uno para destacar.

Los ojos de Lydia me miran interrogantes, cómo si comparara aquella gloriosa escena que la deslumbró hace unos días con la que tiene ahora ante sí. Atrapo su mirada con la mía, casi desafiándola a bajarla, contando el tiempo que tardará en darse cuenta… Me enderezó en el asiento.


La doncella llegó y tomo asiento cerca de su Señora y fingió concentrarse en el bordado de lo que el Duque alcanzó a distinguir como un arreglo floral. Rosas probablemente.

Después de una pausa causada por la ineptitud de la doncella, podemos continuar la conversación.

-Así que lo que dicen es verdad, gusta usted de las historias y los cuentos ¿Alguna favorita mi lady?- pregunto con curiosidad. Un pasatiempo encantador dulzura, pero no muy saludable para ti me temo.

Lydia pregunta si en verdad deseo escuchar la historia de su largo peregrinar. Hago un gesto con la mano invitándola a proseguir.
–Complázcame.- Amplio la sonrisa –Aunque no soy muy versado en cuestiones literarias, estoy seguro por propia experiencia de que no hay mejor historia que la que es contada por su protagonista- la Sforza hace nuevamente un cándido resumen de las circunstancias que le trajeron hasta aquí. Hay muchas cosas que te guardas para ti misma,  como lo requieren las malditas reglas de la sociedad sabes su lugar como mujer. Sin embargo hay una frialdad dentro de ti querida Lydia que intentas disimular bajo esos rubores y caireles rubios. Hay algo en tus ojos que me observa en silencio, con recelo. Es algo muy sutil, casi pasa inadvertido, aunque no para mí. No es fácil engañarme.

La Sforza se refirió a su protector con singular cariño y Alessandro no dejó de percatarse del gesto aprehensivo de la mano femenina sobre el relicario. Era evidente que le extrañaba. El inglés observó entretenido a lady Lydia cuando la simple mención de su próxima boda hizo ruborizar a la Rosa de Nápoles, lo cual sólo dotó su expresión de mayor dulzura cuando dedicó elogios a su otrora protector y al mismo Alessandro

-Veo que también usted ha escuchado de mis pasa tiempos mi lady- comentó recargando los codos en los descansa brazos del sillón -Por supuesto que nada me complacería más que conocer al Duque, con quién me siento en deuda por haberle cuidado todo este tiempo. Será uno de nuestros invitados de honor.- le aseguró. En eso llegaron los postres que por su colorido y menudas formas tenían un estilo más bien afrancesado.  El Duque frunció el ceño ignorando los pastelillos y centrando su atención en el proceder de la Sforza. La observó supervisar con la mirada el arreglo de la mesa, y luego la Rosa también ignoró los bocadillos decidiendo empezar por el té de azahar. Alessandro sonrió disimuladamente por la elección de la Condesa.

-¿Algo más interesante? Temo que desmerita su propia historia mi lady, su linaje familiar… - tomó con ambas manos la taza que se le ofrecía, acariciando a su vez los níveos dedos de la joven, reteniéndolos entre los propios y la porcelana de la taza. La piel de la Sforza era tersa y suave, casi se podría pensar que el perfume de azahar brotaba de ella más que del té. –Gracias.- susurró Alessandro dedicándole una mirada más íntima. La doncella y los criados miraban con disimulo la escena. El Duque liberó entonces a la Sforza recargándose en el sillón y sosteniendo con una mano la taza. -¿No le ha contado su madre al respecto? No por supuesto que no- se anticipó a responder. Dio un trago a su té –Fue hace tiempo durante una visita que hice a Italia, unos meses antes de que empezara todo ese escándalo en Francia. Yo era teniente… - desvió la mirada al fuego por un momento abstrayéndose en sus pensamientos. Después, como recordando el lugar donde se encontraba, regresó su atención a la Rosa. –Yo era el teniente más joven de la caballería inglesa, era ambicioso. Por aquellos entonces el mundo parecía presentir lo que estaba por acontecer, era una época sombría en cierto modo y al mismo tiempo llena de esperanza. Una esperanza vana como luego descubriríamos, pero los muy estúpidos teníamos fe en aquella época.- dio otro trago a su té. –Su majestad Zarek Di Sforza celebró por entonces una gran fiesta en conmemoración de algún motivo que ya no logro recordar, pero se invitó a algunos miembros del batallón inglés que por aquél entonces estaban de paso en Roma. No le aburriré con los detalles que ya conoce de memoria y que tanto gustan a las damas: la comida, el baile, los invitados. Sólo le diré que fue allí donde conocí a su madre. En ese entonces ella se parecía mucho a usted… la belleza es por lo visto un rasgo distintivo de las rosas de la familia Di Sforza- sonrió a medias –Luego llegaron esos lunáticos a iniciar una guerra en Francia y todo se fue al carajo. No fue sino hasta hace poco que recibí una carta de la Condesa Alessandrini Di Sforza junto con un retrato suyo mi lady- hizo una pausa, los ojos verdes del singular invitado no se desprendían de los de Lydia. –Me pidió ayuda y protección. Intercambiamos cartas algún tiempo y… henos aquí.- rio por lo bajo –Al verle me encuentro muy complacido de mi proceder.- entornó la mirada -Espero que no se llevara una sorpresa demasiado desagradable… por lo rudo de mis modales, he sido más tiempo soldado que noble- el tono que empleo es serio aunque en realidad, ajja en realidad todo esto resulta condenadamente divertido.





Henry Birdwhistle
Henry Birdwhistle
Hechicero/Realeza
Hechicero/Realeza

Mensajes : 288
Fecha de inscripción : 21/02/2011

DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:

Volver arriba Ir abajo

El León y la Rosa Empty Re: El León y la Rosa

Mensaje por Contenido patrocinado


Contenido patrocinado


Volver arriba Ir abajo

Volver arriba

- Temas similares

 
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.