Entre protocolos y otros menesteres ✖ Violante

por **Yulianna Záitseva** Sáb Mar 30, 2013 12:46 pm

"Si los hombres se limitaran a hablar solamente de lo que entienden,
apenas hablarían.".

La mente de Valentina apenas podía recordar cuanto tiempo había estado vislumbrando la Luna desde aquel balcón aquella noche. Parecía ser que no existía nada ni nadie en aquella elegante reunión que llamase su atención. La rusa no era para nada quisquillosa a la hora de entablar conversación con otros, pues su simulada simpatía no distinguía los conocimientos y gustos ajenos, para ella todos sonaban igual de interesantes. Excepto la presente noche. Nada parecía brillar como en otras ocasiones, una gran pena.

Pertenecer a la realeza de una nación comprendía muchísimo más que presentarse con los mejores vestuarios en los eventos invitados para aprovechar la realización de nuevos contactos con la alta alcurnia local. Sí, el portar un título nobiliario desvelaba un abanico más extenso que solo lo meramente protocolar y supuesto. Valentina tenía eso en claro, pero también que no era bien visto que las mujeres se inmiscuyeran más de lo necesario en temas de economía, política u otros menesteres de importancia. La rusa solía pensar que su hermano mellizo aprovecharía en mayor cantidad que ella el puesto que ésta ocupaba desde hacía ya un par de años, tras el casamiento con el Conde de Markoff y su trágica pérdida. La muerte del veterano no tenía relevancia alguna para la damisela, pero era necesario aparentar que sí. Nada peor que una viuda desalmada cuan desconsiderada para con su difunto esposo.

Valentina volvió a sí cuando sus hombros descubiertos se erizaron repentinamente. Acomodo la chalina de hilo que acompañaba a juego su exquisito vestido y retomo la atención a su entorno. La Luna seguía allí, estática, como haciéndole compañía, acompañándole en aquel aburrido evento que parecía estar en su auge. Los violines jugueteaban como sonido de fondo para las innumerables charlas que se daban en aquel inmenso salón, decorado majestuosamente y por donde tanto los invitados como la servidumbre se movían de un lado a otro. Valentina había escuchado que más de una presencia importante se encontraría esa noche en la gala ofrecida por uno de los tantos aristócratas locales, con los que poco a poco la rusa comenzaba a desenvolverse. Pero lo cierto era que hasta aquel momento, nadie dentro del salón festivo había generado algo en Valentina que no le hiciese escapar cada diez minutos al balcón principal del sitio, donde la damisela disfrutaba de la contemplación del cielo y los astros, mientras en silencio se preguntaba donde se encontraría su hermano para aquel entonces. La castaña no podía negar que en ciertas ocasiones prefería encontrarse envuelta en sabanas y recostada junto a su mellizo comiendo alguna fruta que pasando horas junto a una horda de desconocidos que no decían más que frases de compromiso. A Valentina no le quedaba más que sonreír y recordar en el fondo de su ser que en la vida, todos necesitamos fingir en ciertos ámbitos. Hasta ella lo hacía cotidianamente.

Volteó con intención de dirigirse nuevamente al centro del tumulto. Liberando un suspiro profundo que siquiera se oyó en el salón debido a la musicalización por parte de los músicos y los invitados charlatanes, la rusa ya se encontraba con una copa de vino blanco en sus manos, entregando sonrisas a cuanto desconocido se le cruzase con un saludo cordial. Protocolos, protocolos y más protocolos.

Tras un sorbo a su copa, empapó sus finos labios con la clara bebida. Allí fue cuando le vio pasar fugazmente. No sabía de quien se trataba en absoluto, ni tampoco porque su atención había recaído en el casi de forma automática. Una imagen cruzó bruscamente su mente, haciendo que la rusa cerrase sus parpados con violencia, como enceguecida por lo que en su psiquis se había presentado. La imagen de un hombre desnudo y sonriendo, bañado en sangre de pies a cabeza ¿Qué significaría aquello? Si se trataba de otra advertencia como las que ocasionalmente se le aparecían a la damisela en su mente, ésta no estaba en el sitio correcto como para deducirla completamente. Sin más, siguió paseándose por el elegante salón en silencio, tratando de encontrar alguna respuesta veloz que aclarase sus pensamientos. Lamentablemente, tanto bullicio no auxiliaba en absoluto tal tarea.

por **Violante** Dom Abr 07, 2013 11:33 pm

Nunca digas que nada te sastisfacerá, porque cuando llegue eso que buscabas lo recibirás con una cachetada con guante blanco.

Era una noche animada, Violante estaba totalmente de acuerdo con los pensamientos de varios aristócratas que conversaban en el evento, mas él no tenía interés en nada. Por el momento se encontraba en un estado pasivo, ninguna de las mujeres presentes se le antojaba para divertirse, no era porque fueran mujeres poco agraciadas era el hecho de no tener nada interesante por ofrecer.

De pronto un pensamiento lo cautivó, era una mujer que se preguntaba por su hermano. Se concentró y captó también su corazón relajado, sus ojos no tardaron en localizarla. Era una mujer castaña que contemplaba la luna, en principio sólo pudo verle de espaldas, pero después ella volvió atender el evento. Era joven y hermosa.

Ingresó nuevamente a la fiesta, el vampiro se movió entre los invitados siguiéndola con la mirada, como si la asechara. La escuchó hablar, responder a los protocolos con una sonrisa perfectamente fingida, era toda una maestra del engaño según la primera percepción del príncipe. Ese semblante parecía tenerlo bien ensayado, el tono y las palabras que seleccionaba... Conquistaron los deseos del vampiro.

Mientras el príncipe caminaba hacia ella él capturó pensamientos confusos, no pudo descifrar nada se trataban de imágenes, lo que vio además de ser un misterio que excitó al vampiro impactó al mujer que continuó paseándose en una esperanza de descifrar su visión.

El príncipe la dejó caminar un poco más y cuando ella misma se apartó un instante él se acercó liberando su poder de seducción al pararse frente a ella con una sonrisa encantadora. —Buenas noches mademoiselle, note que está un poco desorientada, por qué no toma asiento, o mejor aún toma un poco de aire fresco hoy la luna brilla con esplendidez y si me permite acompañarle me sentiré honrado— le tono de seducción de Violante estaba más que declarado, su poder seductivo la había envuelto para no recibir un no como respuesta, así la sonrisa obtuvo un plus, el brillo en los ojos de Violante se intensificó y la mano que le brindaba enfundada en el guante blanco formó una invitación poética.

Off:

por **Yulianna Záitseva** Dom Abr 14, 2013 8:20 pm

"La única posibilidad de descubrir los límites de lo posible
es aventurarse un poco más allá de ellos, hacia lo imposible.".

Desde pequeña Valentina se había demostrado como una mente inquieta. Aunque recibiese reprimendas de sus estrictos progenitores, la rusa no gustaba en absoluto de quedarse con dudas. En los momentos menos oportunos su voz hacía gala de presencia cuestionando el porqué de todo. Hubo una vez, en medio de una cena familiar en que la chiquilla cuestionó sin tabú alguno “¿Por qué nuestro padre reza tanto, si Dios parece darle más castigos que bendiciones?” La bofetada materna no tardó en plasmarse sobre su delicado rostro. Quizás fue a partir de ese momento en que Valentina comenzó a generar odio hacia sus padres, hacia aquellos que pasaron a ser ofrendas a su venerado Dios Odín, aquel que le permitía cuestionar y buscar respuestas a todo. Desde ese entonces, Valentina desarrolló la necesidad de indagar en su mente cada vez que no entendía las razones que llevaban tanto a ella como a otros a accionar de formas específicas. Para la rusa todo había pasado a tener una explicación, como si esto fuese algo sumamente necesario a la hora de dar un paso al frente. Todo tenía un motivo, así que los impulsos y la espontaneidad se anulaban. Quien ejerce una acción tiene en su interior una razón para hacerlo.

¿Entonces, porque ella no encontraba la respuesta en ese momento? Sus caderas se balancearon exquisitamente hacia aquel joven hombre de identidad desconocida como si su anatomía atrajese a la de la rusa involuntariamente. Valentina sintió en su interior la necesidad de hablarle, de clavar sus azulados ojos en la mirada de él. Y aún seguía sin entender el porqué de ello.

Valentina siquiera notó con exactitud el momento en que su mano se hizo con el brazo del amable y protocolar caballero de envolvente sonrisa que le dirigió nuevamente a uno de los balcones de la inmensa y onerosa residencia. Al tiempo que la castaña aún permanecía en completo silencio, la Luna continuaba opaca, redonda y presente en el cielo nocturno, mismo que ahora quedaba en segundo plano por la presencia de aquel desconocido que tomaba caracter de protagonista. Era como si su persona irradiase algo que la rusa no podía evadir por más que quisiese. Valentina tensó su mandíbula al pensar que todo aquello podría tratarse ni más ni menos que de un hechizo ¿Sería el mancebo también un brujo? No importaba, ella tenía a Odín de su lado y su Dios jamás permitirá que una hija tan leal como ella sufriese penuria alguna.

- Agradezco vuestra atención monsieur, más debo confesar que me apena mucho el no conocerle como es debido. Permítame presentarme. Soy Valentina… Valentina Záitseva - las palabras salieron despojadas de los delicados labios de la rusa como una melodía conocida desde siempre. Una protocolar reverencia se generó tras la presentación ante el magnético individuo, quien pareciese no tener siquiera la necesidad de manifestar vocablo alguno para mantener cautivada a la dama que le acompañaba.

Valentina necesitaba una respuesta. Debía desenmascarar aquello que el hombre ocultaba, eso que atrapaba tanto la atención de la Condesa. No podía existir la posibilidad de que ella obrase ante un desconocido sin tener una razón en mente. Cada vez que se acercaba a alguien había un propósito, una finalidad a ser llevada a cabo. Entonces ¿Cómo era posible que en ese instante no existiese un porqué en su mente? Si Stiva, su mellizo se encontrase allí quizás todo el panorama se vislumbraría de forma más clara. Valentina sabía con certeza que a él nada se le pasaba por alto. Lamentablemente el escenario no se prestaba para auxilios repentinos. Estaba sola y semi cautivada por un hombre maravilloso del que nada sabía. Debía descubrirle, desmesurarlo.
¿Pero acaso se atrevería a hacerlo? El único hombre en su mente desde hacía varios años era su hermano, nadie más.

La Luna atestiguaría todo y Valentina solo esperaba que si fuese necesario, su venerada deidad le protegiese de aquella necesidad palpable de conocer más a su acompañante de turno.

por **Violante** Miér Abr 17, 2013 2:02 pm

No dejes esperando a una mujer por mucho tiempo, se te puede ir.

El príncipe esperó un poco más, quería que su poder estuviera bien cimentado en la misma alma de su "presa". Era una mujer muy inteligente, y todas las preguntas que se hacía acerca de la extraña atracción de ella para él divertían al vampiro que mantenía el mismo semblante. Cuando la sintió desesperar por una interrogante el príncipe al fin actuó. No llevaba guantes por lo que cuando las manos frías de Violante capturaron las femeninas, provocaron en la bella Valentina una reacción extraordinaria. —Soy Violante madame, Violante Vilhjálmur— se presentó con su tono seductor.

No dijo más, besó la mano de Valentina, justo la que llevaba la alianza. —No dejes que las preguntas te consuman, adelante ¿por qué mi piel está tan fría, por qué te sientes encantada?— no cesaba su tono seductor aunque en la mente de Valentina comenzaban a formurlarse las respuesta.

—No eres una mujer débil, comienzas a saberlo, sólo dilo... Yo te puedo brindar un éxtasis que jamás creíste conocer. En mi podrás alcanzar un placer ajeno a la carne y que es infinitamente superior, algo que tu hermano no podrá darte jamás— las palabras hicieron retroceder a la bella castaña, en su mente no sabía que era lo que le causaba más temor, conocer la naturaleza de la persona que frente a ella estaba o el hecho de que podía leer su mente. Lo único cierto era que los viejos Dioses nórdicos eran invocados.

—Yo sé lo que eres, y lo que puedo ofrecerte te acercará a algo más. No vengo como una amenaza, sino como una luz que aderezará, sí así lo desea, su vida... ¿Se atreverá a descubrir el enigma que encierran mis palabras?— le dijo con una sonrisa, soltando su mano.

por **Yulianna Záitseva** Miér Abr 24, 2013 4:49 pm

"Seamos ese pedazo de cielo,
ese trozo en que pasa la aventura misteriosa,
la aventura del planeta que estalla en pétalos de sueño. ".

Aquel tacto gélido contrastó con la calidez que las manos de Valentina poseían, y eso confundió a la rusa tanto como el nombre de su acompañante ¿Qué había visto ni más ni menos que le mismo Príncipe de los Países Bajos en ella como para seguirle de esa forma? La Condesa había escuchado uno que otro rumor acerca del joven Príncipe, sin embargo ésta sabía que en la aristocracia los chismes corrían de un lado a otros como ráfagas de viento, y que mayormente todo dicho era simplemente invento de alguna persona que desease sembrar discordias sin ser señalada.

Más allá de quien fuese, más allá de su peculiar temperatura corporal y su encanto innato, la castaña no buscaba respuesta a lo que ya era evidente para ella; la naturaleza del caballero frente a sus ojos. Un Vástago, un hijo de Lilith.
Eso no le aterraba en absoluto, pues ella tenía conocimiento de aquellas criaturas mitológicas tanto como de todas las leyendas que rodeaban a su Dios Odín con tales seres. Si su Dios existía, era obvio que ellos también.

- Vuestra persona podría saber todo lo que desease de mi sin la necesidad de husmear en mis pensamientos, Monsieur – los vocablos de la Condesa se tornaron firmes, como si su interior ahora se encontrase en la batalla de erradicar todo aquel encanto ajeno que le mantenía inevitablemente atraída hacia el inmortal – Pero lo que gustaría de saber en estos momentos es el por qué me ha escogido a mi entre otras - no cualquiera se atrevería a pronunciar aquella duda, pero Valentina siempre había destacado entre los demás, tanto para bien como para mal. Sin embargo para aquel que podía ver mucho más que el resto ¿Qué rasgo podría serle interesante? ¿Acaso sus habilidades ya habían descifrado lo sádico y codicioso que el interior de la rusa era?

Un gesto de molestia leve se dibujó en el rostro de la damisela cuando el Príncipe nombró a su mellizo. Valentina no quería tratar ese asunto en absoluto y menos con un inmortal – Mi hermano nada tiene que ver aquí, a menos claro que su verdadero interés radique en él y no en mí – un comentario envidioso que dejaba entrever aquella rivalidad entre ella y Stiva pese al amor y deseo secreto que ésta mantenía por su hermano. La mandíbula de la bruja se tensó al denotar como el vampiro lentamente iba haciéndose con todas las cosas que seguramente deseaba escuchar.

¿Sería todo aquello una prueba del mismo Dios Odín, para comprobar la fidelidad de su hija? Una extraña dualidad se presentó en la mente de la rusa ante la proposición de Violante. El Príncipe podría terminar siendo una navaja de doble filo, pero la castaña creyó que valía la pena ser cortada por alguien como él, o quizás su decisión estaba sumergida bajo aquella seducción que los hijos de la noche poseían.

- Iluminad mi vida entonces, hijo de la Oscuridad… Pero debo comentaros que no creo que sea capaz de lograrlo – la extranjera extendió nuevamente su mano hacia el caballero y sujeto su antebrazo, esperando ser guiada hacia la gloria o el mismo abismo. Pero fuese lo que fuese, la excitación de la aventura en Valentina había cegado completamente sus sentimientos por Stiva, y para ser sinceros, pocas cosas eran las que lograrían algo así.

“Odín, no me abandonéis. No permitáis que caiga en las garras de la muerte. Aún no”

por **Violante** Sáb Mayo 11, 2013 2:55 pm

Si no quieres estar indefenso, no reveles toda tu naturaleza.

Violante no habló hasta que ella terminó, y no era porque no supiera que decir o las palabras de ellas pudieran más que él. Simplemente quería escuchar todo el argumento antes de alejarla del mundo que los rodeaba en ese momento y le otorgara el placer prometido y que la condicionaría a él. O al menos y como siempre él siempre pensaba que así sería, después de todo nunca se había equivocado.

—Disculpe madame pero así como un mortal no puede resistirse a la belleza de una mujer y en él surge una necesidad de saber de ella. Así llegaron a mí sus pensamientos y no pude más que dejarme seducir en ellos. ¿Me dice por qué usted entre otras? Es sencillo, usted esconde un secreto que supera a cualquiera de sus invitados, no es una mortal común y corriente— hizo una pausa y caminó hasta colocarse a un costado de ella. Por supuesto su poder de seducción seguía actuando sobre ella, había sentido su intento de bloquearlo mas no lo había conseguido. —No haré más trampa, respetaré su mente. Ahora si me hace favor de acompañarme... este no es un lugar apropiado para ofrecerte ese placer del que te he hablado— su entonación seductora fue acompañado del ofrecimiento del brazo, sin negarse ella lo tomó y volvieron a entrar y guiado por los pensamientos de otros Violante y su compañera llegaron a una habitación muy lujosa y vacía, en donde él estaba dispuesto a ofrecerle su propia sangre.

Estaba oscuro y mientras ella cerraba la puerta él encendió las luces, caminó hasta la mitad de la habitación y extendiéndole la mano la invitó a venir. —¿Sabes que la sangre para nosotros más que ser nuestra fuente de sobrevivencia es una adicción, hoy te ofreceré ese placer?— cuando terminó sus palabras el príncipe hizo uso de su súper velocidad y llegó a ella rompiendo la intimidad que momentos antes aún existía. El poder de Violante se intensificó de tal manera que parecía que era acariciada por un ser invisible, el vampiro se mantuvo ahí frente a ella con sus labios casi rozando los ajenos, sus manos tomaron la cintura femenina y se deslizaron hasta aprisionar las caderas y en un saltó a la espalda del vampiro en el que parecieron que volaron; ambos cayeron en una cama de edredones sedosos.

—Supongo que has de estar rezando a tus dioses, mas no debes de temer te he dicho que no soy un enemigo. No poseeré tu cuerpo en un encuentro sexual, a menos que así lo desees. Yo te ofrezco mi sangre— dijo mientras delineó los labios femeninos, él estaba encima de ella por lo que la miraba de arriba para abajo. Era una mujer sumamente hermosa, el vampiro estaba completamente cautivado y por un instante quiso mandar a volar sus intenciones y tomar su sangre. Suponía que era una sangre exquisita así como lo eran sus curvas. Escuchó el corazón de ella que se aceleraba y aunque no entró en la mente de ella detectó un dilema.

Entonces el príncipe no esperó más, lánguidamente llevó su muñeca derecha a su boca y con sus enormes colmillos la perforó emergiendo de ella sangre. Retiró la muñeca de su boca y tomando la cabeza de Valentina por la nuca la levantó de tal manera que le facilitara beber de la sangre impregnada en la hemokinesis. —Es tiempo de que conozcas el placer absoluto y evoluciones... ¿te atreverás?— retó como lo haría un seductor, la herida ya había cicatrizado pero aún había sangre en la muñeca suficiente para hacerla estremecer.

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