Noctis Elendil

DATOS BÁSICOS

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA

: Noctis es un joven bastante perfeccionista con lo hace y este factor puede demostrarlo con mucha naturalidad, casi sin esfuerzo alguno. Puede llegar a ser de apariencia arrogante y ególatra, ya que está sumamente confiado de sus virtudes; por eso cree que no hay nadie mejor que el nada. Noctis es un chico bastante perspicaz y sediento de conocimiento, por eso alrededor de sus años inmortales se ha dedicado a aprender todo lo que le es posible y de cualquier ramo existente.

Aunque el joven Elendil es bastante reservado y selectivo con su compañía, el es capaz de seducir a sus víctimas con una capacidad nata. El no duda en utilizar a una persona si esta puede serle útil o puede ayudarle a conseguir algo que él desea, por eso puede ser catalogado como una persona vil; aunque para él es bastante natural esa conducta con los demás. Noctis no es del todo consciente del dolor o los sentimientos ajenos, por lo que sin quererlo puede llegar a ser bastante hiriente con su conducta y sus palabras. Cuando alguien se ha ganado su aprecio, que es algo que casi nunca sucede, el puede llegar a ser una persona protectora; demostrando así el cariño hacía el presente.
El ama todas las cosas siniestras o tétricas, ya que le traen un recuerdo algo melancólico de su mortalidad. En general el vampiro odia a los humanos por su naturaleza (según él) estúpida y derrochadora; por eso rara vez siente interés por alguien de esa especie (Aunque eso le ha pasado sólo una vez con su “creación” de nombre Seiren)
Descripción Física:

Spoiler:

HISTORIA

Otra noche más que vengo a este cementerio, un antiguo y olvidado cementerio al cual venia desde que tenía 12 años. Me gustaba estar aquí y simplemente disfrutar del ambiente tétrico, lúgubre y viejo; la noche acentuaba más aun estas cualidades que tanto me gustaban. Tenía la costumbre de traer los viejos pergaminos que tenía el templo y venir a leerlos aquí: leyendas sobre demonios que atemorizaban a la gente o que la poseían, destrucciones de pueblos enteros, vampiros; seres de la noche, bebedores de sangre que eran inmortales. Me parecían historias grandiosas, sublimes y aunque me apasionaban estas historias no me parecían lógicas ni creíbles. Sin embargo en el templo que me he criado, los monjes me han enseñado sobre estos seres y su fuerza, nunca les creí nada ni sobre esto ni sobre sus dioses.

Es irónico que esto cambiara tan súbitamente una noche, cuando ya tenía 21 años y venia nuevamente aquí a leer o escribir, sentado en la base de un árbol viejo. Sentí como una brisa recorría mi cuerpo, esa sensación de peligro y de algo siniestro abundaba. Levanté mi rostro y frente a mí se encontraba sobre una gran tumba y en ella la silueta de un ser en la oscuridad de la noche. Solo puede divisar algunos rasgos: era alto de cabello largo y llevaba una capa que cubría todo su cuerpo, de lo demás no tenía conocimiento excepto de sus dos amenazadores ojos rojos que brillaban en la oscuridad.
Cuando habló su voz no parecía de este mundo, no era la voz de un humano; tenía un tono grave y profundo, pero sus palabras sonaban con tal elegancia que se me olvidaba que su voz no era normal. Me dijo que todos estos años me había estado observando, desde el primer día que vine a este camposanto; le parecía interesante y hasta graciosa la idea que yo tenía acerca de la existencia de los demonios, pero que a pesar de ello soñaba con que vivieran y que yo fuese uno de ellos. Se jactaba de esa opinión y su risa se escuchaba en todo el lugar. Cuando cerré los ojos y los abrí pensando que todo era ilusión, aquel demonio ya estaba justo frente a mí, me tomo del cuello con una mano y empujo contra el árbol a mi espalda, intenté liberarme de su agarre pero era como si una estatua me tenía sujetado firmemente. Cerré mis ojos y en ese momento sentí una dolorosa punzada en mi cuello, el había encajado sus colmillo en mi piel y sentía como iba perdiendo mi fuerza, como mi vida se escapaba y una variedad de recuerdos y memorias que había tenido durante toda mi vida las veía en breves imágenes. Luego agonizando y ya con mi vista nublada y todos mis sentidos dormidos, podía ver su silueta frente a mí y nuevamente su voz que retumbaba dentro de mi cabeza, pero esta vez era una pregunta: ¿Quieres que termine tu pena y sufrimiento, o estás dispuesto a aceptar la inmortalidad, estar solo y estar condenado por la eternidad, ser un demonio y asesino y con eso salvar tu vida?

Tomé la decisión de vivir, el ansia de tener un poder, de ser inmortal. Con mis últimos esfuerzos acepté y pronto sentí en mis labios la calidez de la vida. Me apresure a beber de aquel manantial que me levantaría de mi agonía, el me había dado de su sangre y me convertí en lo mismo que el. Un vampiro.

Yo me había criado en un templo, junto con monjes, nunca conocí a mis padres ni deseé conocerlos, pase toda mi vida leyendo viejos pergaminos sobre demonios y sus secretos, así que sabía todo sobre ellos. Luego que fui convertido por Kael, mi maestro, me enseño mas sobre los vampiros; me dijo que él era de los más antiguos, por eso andaba siempre oculto de todos y hasta los de su propia raza, pues había algunos, casi de su misma edad que lo querían matar y la han perseguido desde siempre. Yo fui el único al que le había dado su sangre, y poseía todo su poder. Desde aquel día he vivido con él.

Nací en la antigua Grecia, casi entrando al periodo clásico, me había criado en la edad oscura de la cuna de la civilización, 820 a.C. en Atenas. Yo Noctis Elendil (que fue el nombre que me pusieron los monjes), nunca supe cómo es que me encontraron, aun así me crié normalmente con ellos. Luego a los 21 años que me convertí en vampiro y nunca más los volví a ver. Vivía en un templo ya casi destruido y antiguo, Kael me decía que así no llamaría la atención de nadie y aunque el recinto era de lo más viejo y descuidado, dentro de el habían riquezas que jamás habría imaginado para vivir a gusto toda una eternidad. Pasados unos años la pesadilla de Kael se cumplió, los antiguos vampiros lograron encontrarlo, luchamos contra ellos pero nos superaban en número y aunque éramos inmortales ellos nos podían matar. Del combate resulte fatalmente herido, habíamos podido matar a casi todos pero Kael también estaba muerto.

Ya no quería seguir viviendo en ese templo, luego de recuperarme me traslade con las riquezas a Roma; desde entonces he vivido en soledad por siglos. En el periodo barroco me trasladé a Francia donde conseguí un gran castillo con la fortuna de Kael, y aun seguía sin mermarse en absoluto. Luego de un tiempo me mezcle con la aristocracia, las clases altas y la burguesía. Luego de algunos años por 1695, en una velada en Versalles, conocí a una interesante joven de quince años, de nombre Seiren Van Villen. Era la primera vez que me interesaba un humano, que me había imaginado como acercarme a alguien y seducirla, sin esperar beberla luego. Y eso fue lo que pasó, después de tener una conversación sumamente interesante, ella me cautivó más. Había decidido quien me iba acompañar por la eternidad, esa misma noche le di de beber de mi sangre y fue la primera y única que lo hizo. Por otro lado, había un pequeño inconveniente del que tenía que ocuparme: debía separar a Seiren de su vida mortal. Ayudé a la joven a planear su muerte, para que su única familia, que eran sus abuelos, no intervinieran en nuestra inmortal historia. Posterior a esto, llevé a Seiren a recorrer el mundo, a conocer y aprender nuevas cosas.

Años después, volvimos a Francia, a una Francia post revolucionaria donde se llevaba a cabo la bella época victoriana. La joven Van Villen y yo nos instalamos nuevamente en mi antiguo castigo, donde pasaríamos gran parte de nuestra eternidad.

gracias a αgusτınα• de sourcecode