Josseph Pernd

Josseph Pernd

Una personalidad asquerosa. Meticulosa y arrogante. La fuente de toda su avaricia, es que se aburre del mundo. Jamás ha encontrado a nadie que le sea realmente de utilidad, que le mueva aquellos sentimientos que poco a poco dejaron de existir en su alma. Un alma sucia, un cuerpo que ya no late desde hace mucho tiempo. Pero él nunca pierde la sonrisa. Siempre se divierte con lo que encuentra, ya sea una mujer, una anciana, un hombre, un niño. Cualquier cosa le viene bien cuando de aplacar su aburrimiento se trata. Sus preferencias van de las bebidas blancas al vino. Pero este último es el que menos le importa. Le encanta beber, beber hasta hartarse. Su mente es algo retorcida, prefiere ver como alguien viola a alguien que acostarse con esa persona. Le encanta ser el espectador de todo. Matar es una de sus fascinaciones, ver como se le desprende el alma a un humano le parece sorprendente. Pero esto no suele hacerlo muy a menudo y cuando lo hace busca “razones”, solo para luego poder decir que él era el inocente. Aunque está claro que no le interesa para nada ser un ser de bondad. Prefiere la violencia a las palabras. Odia perder, pero más odia ver a alguien ganar. Siempre busca razones para destruirles los sueños y futuros a las personas. Solo por el hecho de que él no puede tener un futuro estable. Siempre cambiándose de lugares, nunca pudiendo vivir con una sola persona. Le encanta la inmortalidad, pero al mismo tiempo la odia. Solo ha convertido a una persona en su vida; pero al pasar cien años de ese acontecimiento, notó como aquella mujer se quería ir de sus brazos. “Conmigo o con nadie”. Y así fue que la asesinó rompiéndole el cráneo con las manos. Y siguió su vida, haciendo la promesa de que jamás volvería a darle el don oscuro a nadie.


Ser de seducción, ser de puro placer que al mirarlo simplemente uno podría derretirse. Con una altura de metro noventa y siete. Un cuerpo bruto, pesado, con más de noventa kilos. Su piel es esbelta, suave como la de cualquier vampiro antiguo. Con una leve sombra de bellos en el rostro y alrededor del ombligo. Mantiene una contextura formidable, con músculos marcados, tensos y duros. Sus piernas son largas, al igual que su torso y brazos. Dedos brutos y grandes. Podría parecer la mano de un trabajador de hierro. Solo que la suya es suave y blanca, como marfilada. Denotando como lentamente se convierte en una estatua que simplemente existe.
Su rostro es un deleite, ojos celeste-azulados, tan pasionales, que su mirada es la fuente de deseo de muchas. Con una sonrisa socarrona, unas cejas populosas, pero no demasiado alargadas. Mantiene una gran cantidad de pestañas, que le dan a sus orbes, un delineado negro, que lo hace ver aún más profundo. Sus cabellos son castaño claro, corto y tirado hacia atrás. Usualmente con gel se los mantiene de ese modo, inamovibles y perfectos, como todo su cuerpo. Por lo contrario de su personalidad que más bien es completamente lo contrario, llena de defectos y desvariaciones emocionales.


Una historia que comienza siglos antes de Cristo, un vikingo de familia pobre, que se enlista en la armada para poder formar parte de lo que fue llamado “Fuente de colonización”. Un grupo de hombres que daban la vida por lo que era su tierra y su población. Buscaban expandirse a través de los mares y tierras. Y así lo hicieron, poco a poco los pueblos nórdicos se fueron formando y mientras el tiempo pasaba, el joven Joanne se separaba más de su familia, hasta dejarla perdida en las tierras antiguas. A la edad de diecinueve años, ya era sub-capitán de una de las principales unidades de conquista. Con una personalidad fuerte y prepotente, uno de los mejores guerreros y el más joven sobreviviente. Así fue luchando por sus tierras hasta la edad de veintisiete. Tiempo donde los guerreros se podían instalar a crear familia. Él eligió el reinado de Noruega para asentarse. Con una gran cantidad de poder y dinero, que le daba el lujo de poder hacer solo tareas administrativas para el rey feudal.

Todo iba tranquilo en ese entonces, él era un hombre con mucho nivel y clase social. Aparte de ser uno de los más hermosos, sus rasgos contemporáneos, ojos celeste-azulados. Cabello oscuro y una sombra de bello en el rostro. Siempre daba aire de grandeza y así fue hasta sus treinta años, donde la tragedia ocurrió. Caminando por las calles de tierra de aquel entonces alguien le atacó. Fue simple, fue directo. Él iba hacia su residencia, con el típico semblante de autoridad que tanto lo caracterizaba y una alimaña negra y horrible se le tiró arriba. Forcejeaba, mientras gritaba su nombre “Soy Joanne Pernd! Si no queréis morir ahora mismo, os ordeno que huyáis”. El orgullo siempre por arriba de todo y el miedo era algo que jamás sentiría. Pero esa vez era un poco diferente. La bestia era demasiado fuerte y al cabo de unos momentos de luchar, el cuello de Joanne era acribillado. Llevándolo hacía los callejones oscuros, el alma maldita le succionaba la vida al guerrero. Pero parecía sufrir, parecía carne quemada y lo peor, es que lo era.

Un vampiro que había sido quemado por el sol, pero no había terminado de morir. Una capa inmunda de carbón, sangre y carne. Con ojos blancos y desorbitados. “Ayúdame… Tienes que ayudar” Decía el hombre mientras miraba al de ojos azules. Joanne perdía la cordura, le miraba con miedo, sin entender nada. Y solo podía asentir, esperando que aquel Dios en el que no creía lo salve. Así fue como el vampiro le pidió que cumpla su venganza. La iglesia lo había querido matar, pero no había podido, él había escapado y ahora, buscaba un conejillo de indias para que le dé su agradecimiento a aquellos que lo había querido asesinar. “Te daré la inmortalidad y a cambio, debes masacrar a aquellos que me han lastimado. Si aceptas, vivirás eternamente. Si no, hoy será tu último día” Amenazaba la bestia. Pero en la mente de Joanne, todo era perfecto. ¿Vida eterna?

No le podía terminar de creer, pero al ver aquel cuerpo de ese modo, las dudas se extinguían. Y accedió, aceptó todo lo que le dijo. La transformación empezaba, succionando, pasaban la sangre de un cuerpo al otro, una y otra vez. Hasta que el cansancio los venciera. El guerrero había muerto, para continuar con su nueva vida. El vampiro le había llevado a su escondite. Y allí es donde se pudo levantar, repleto de suciedad, moho y excremento. Le daba asco de solo verse. Pero no podía encargarse de eso, estaba sorprendido por todo, los detalles se volvían claros. Podía ver, escuchar, sentir. Se sentía el ser más poderoso sobre la tierra.

De esa manera pasaron los días. Ambos, ahora vampiros, se mudaron a la casa del neófito y al cabo de dos meses la venganza era cumplida. Pero el trozo de carbón no se regeneraba, a pesar de beber y beber sangre, su cuerpo seguía pereciendo y el dolor se hacía insoportable. Tanto, que pasado el año de vivir de ese modo, una noche Joannes se levantó y encontró a su creador como cenizas en el piso de su jardín. ¿Dolor? No. Él no sentía esa clase de cosas. Él ya había cumplido con lo prometido y ahora el mundo era suyo. Podía vivir libremente. Así es como se fue del reinado. Vendió todo y depositó el dinero en un banco, así paso el tiempo. Cambió su nombre por Josseph y otros derivados. Fue vagando por los lugares, el lujo y las comodidades nunca le hacían falta. Hasta que en el 1400, cuando ya se había aburrido de pasear por cada rincón del mundo. Conociendo personas, sintiendo los placeres más oscuros y haciendo de su vida lo que quería, se instaló en Italia. Pasó todo su dinero al Banco Monte dei Paschi di Siena y fundó la primer empresa de creación de bebidas blancas. Whisky, ron, todo lo que le gustaba se hacía en aquel lugar. Una empresa infernal y conocida. De ese modo, creó su primera fórmula de vida social. Allí pasó el tiempo, engañando a las personas, hacía creer que tenía hijos, pero solo los robaba, se casaba. Luego se iba unos años y volvía. Así pasaba su vida, hasta que en 1790, decidió mudarse a París. Allí pasó el tiempo, hasta notar que le faltaba algo. “Emoción” y para satisfacer sus necesidades empezó a buscar personas que le gustaran, buscando grandes empresas, rompiéndolas y apropiándose de ellas.

► Habilidades y atributos innatos:
→ habilidades: sigilo, sentidos aumentados, buenos reflejos, agilidad, flexibilidad, velocidad y fuerza sobrehumana.
→ atributos: colmillos afilados, uñas afiladas, piel y cuerpo resistentes, inmortalidad.
► Poderes innatos:
→ sanación acelerada: habilidad para sanar rápidamente heridas y contusiones no tan graves (esto no aplica al desmembramiento, si les arrancan un brazo, el brazo no volverá a crecer). el tiempo de recuperación varía según el personaje y la gravedad de la herida o lesión. Cuando se trata de balas de plata o fuego pueden morir si las heridas son muy graves.
→ percepción del aura: habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad, de este modo saben si están bajo amenaza. Este poder también les permite reconocer a otros vampiros e identificar a los licántropos gracias a su aura colorada y su característico olor.
► Poderes elegidos:
→ levitar: habilidad para alzarse desde el suelo, para navegar las corrientes de aire. permite mejor ángulo para patadas y demás golpes.
→ infringir dolor por medio de la mente: capacidad que consiste en infringir dolor a una persona. esto sólo funciona por medio de la concentración mental y el contacto visual.
→ bloqueo mental: es la habilidad para bloquear su mente y nadie (ni siquiera los vampiros que leen mentes) pueden saber lo que piensa.



•Gustos: Las bebidas blancas son sus preferidas y le encanta combinarlas con la sangre. Entrenar y pelear son sus actividades preferidas y aunque no es muy amante de la lectura a través de los años comenzó a tomarla como un punto a tierra para dejar la mente en blanco.
•Hobbies: Tiene muchos, pero diría que su principal es molestar a los demás de una forma muy maliciosa. Pero también le gustan las peleas puño a puño, las armas blancas o las de fuego no son muy de su estilo.
•Manias: Tiene la extraña manía de que cuando se encapricha con algo o alguien, no se detiene hasta tenerlo. Y luego, muy probablemente, termina aburriéndose de aquello.
•Disgustos: No le gusta ver a la gente ganar o demasiado feliz. Cuando nota que alguien está demasiado contento por algo que él mismo hace, automáticamente cambia las cosas. No le interesa que nadie sera feliz por "su culpa".