AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Estado de Distensión - Jamal
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Estado de Distensión - Jamal
Un antifaz, una capucha y unos buenos tragos sería todo lo que necesitaría para toparme con vos. Yo terminaría por acordarme de vuestro carácter fuerte y extravagante —que bordeaba el puerilismo— pero vos no recordaríais mi rostro por la sencilla razón de que no dejaría que lo vierais, al igual que con la mayoría del mundo, con excepción de un par de personas muy cercanas conocedoras de un secreto como el mío. Creo que nunca hablaremos de nuestra licantropía en un bar a pesar del nivel de embriaguez; eso significaría que no volveríamos a compartir una bebida como dos simples bebedores más, ¿no creéis?
Para esa ocasión crucé las calles de Paris como un ciudadano más, sin guardias reales ni secuaces que pudieran defenderme de algún matón de esos que te golpeaban sin haberles dicho ni la hora. Y cuando abrí las puertas de la tasca… ¡oh, sorpresa! Nadie volteó a mirar a este vagabundo enflaquecido y oculto, porque seguramente se trataba de otro extranjero ladrón que huía de su provincia para continuar en la impunidad. Diréis que las personas no tienen la imaginación suficiente, pero a mí me basta y me sobra con las estupideces que ya piensan y con las que yo termino aceptando.
Antes de sentarme frente al cantinero, escuché vuestros murmullos despreocupados e inentendibles sosteniendo un vaso. Mi olfato oyóme benignamente, indicándome que vuestro estado no se paseaba ni cerca de la ebriedad. Me preguntaba a mí mismo si aquel sería vuestro estado natural, tan lleno de personalidades como un niño, pero… mis ojos me soplaron al oído que llevabais fragancias lupinas colgadas a vuestras ropas que arrojaban la infancia por el vacío. Precisamente allí fue cuando vi que a nosotros dos nos había tocado la puerca suerte de pasar de niño a hombre con un suspiro, así de fugaz había sido la transición. Yo no sabía, esa noche, que erais uno más de aquel ejército clandestino conformado por los lobos aliados en manada, pero si lo hubiera sabido, este licántropo solitario se hubiera maravillado con aquella crucial novedad.
—“Si bebiendo está así de intranquilo, no quiero imaginármelo sobrio” —pensé acerca de vuestro nivel de tensión, esa que de alguna manera temía por no tener ningún día en paz desde mi primera metamorfosis; si la humanidad se me iba, estaría pronto ocupando vuestro lugar.
De cierta manera el encontrar a alguien así en un lugar en donde todos estaban tensos, aligeraba el aire del lugar. Fue entonces cuando añadí leña a vuestro fuego de irreverencia y puse una módica cantidad de francos sobre la barra. Os acompañaría con la condición de que no bajarais las revoluciones; contribuiría a vuestra posterior paz, si es que existe ese estado para los de nuestra especie.
—Otra ronda, esta vez por mi cuenta —dije con tranquilidad, como si estuviera haciendo lo más normal del mundo. El cantinero me miró antes de hacer cualquier cosa y también miró a vuestra merced— Os doy mi confianza para hacer que nos embriaguemos sólo un poco.
De esa manera el viejo que nos atendía se dedicó a mezclar licores y no a querer husmear dentro de mi cabeza; a ella no le permitía la entrada ni a mi fallecida madre. Tomé el envase cristalino que contenía mi ginebra y sin miraros, os hablé.
—Mostráis un desdén que podría parecer insultante a los bravucones. Podría traeros problemas —observé un punto en el vacío de adelante. En realidad no estaba mirando nada— O bien conocéis lo suficiente esta clase de medio como para avanzar hasta su límite. De otra forma, pensaría que tentáis demasiado a la suerte.
Para esa ocasión crucé las calles de Paris como un ciudadano más, sin guardias reales ni secuaces que pudieran defenderme de algún matón de esos que te golpeaban sin haberles dicho ni la hora. Y cuando abrí las puertas de la tasca… ¡oh, sorpresa! Nadie volteó a mirar a este vagabundo enflaquecido y oculto, porque seguramente se trataba de otro extranjero ladrón que huía de su provincia para continuar en la impunidad. Diréis que las personas no tienen la imaginación suficiente, pero a mí me basta y me sobra con las estupideces que ya piensan y con las que yo termino aceptando.
Antes de sentarme frente al cantinero, escuché vuestros murmullos despreocupados e inentendibles sosteniendo un vaso. Mi olfato oyóme benignamente, indicándome que vuestro estado no se paseaba ni cerca de la ebriedad. Me preguntaba a mí mismo si aquel sería vuestro estado natural, tan lleno de personalidades como un niño, pero… mis ojos me soplaron al oído que llevabais fragancias lupinas colgadas a vuestras ropas que arrojaban la infancia por el vacío. Precisamente allí fue cuando vi que a nosotros dos nos había tocado la puerca suerte de pasar de niño a hombre con un suspiro, así de fugaz había sido la transición. Yo no sabía, esa noche, que erais uno más de aquel ejército clandestino conformado por los lobos aliados en manada, pero si lo hubiera sabido, este licántropo solitario se hubiera maravillado con aquella crucial novedad.
—“Si bebiendo está así de intranquilo, no quiero imaginármelo sobrio” —pensé acerca de vuestro nivel de tensión, esa que de alguna manera temía por no tener ningún día en paz desde mi primera metamorfosis; si la humanidad se me iba, estaría pronto ocupando vuestro lugar.
De cierta manera el encontrar a alguien así en un lugar en donde todos estaban tensos, aligeraba el aire del lugar. Fue entonces cuando añadí leña a vuestro fuego de irreverencia y puse una módica cantidad de francos sobre la barra. Os acompañaría con la condición de que no bajarais las revoluciones; contribuiría a vuestra posterior paz, si es que existe ese estado para los de nuestra especie.
—Otra ronda, esta vez por mi cuenta —dije con tranquilidad, como si estuviera haciendo lo más normal del mundo. El cantinero me miró antes de hacer cualquier cosa y también miró a vuestra merced— Os doy mi confianza para hacer que nos embriaguemos sólo un poco.
De esa manera el viejo que nos atendía se dedicó a mezclar licores y no a querer husmear dentro de mi cabeza; a ella no le permitía la entrada ni a mi fallecida madre. Tomé el envase cristalino que contenía mi ginebra y sin miraros, os hablé.
—Mostráis un desdén que podría parecer insultante a los bravucones. Podría traeros problemas —observé un punto en el vacío de adelante. En realidad no estaba mirando nada— O bien conocéis lo suficiente esta clase de medio como para avanzar hasta su límite. De otra forma, pensaría que tentáis demasiado a la suerte.
Valentino de Visconti- Licántropo Clase Alta
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Re: Estado de Distensión - Jamal
Luna nueva ahora se encontraba ligeramente relajado solía pasar después de cada luna llena que todo el se sentía tan ligero como el viento otoñal incluso las ensordecedoras voces de su cabeza no lo aturdían tanto y podía llevar una amena platica con Seth quien solía tranquilizarse cada que esto pasaba por ello ni siquiera le molesto el olor agrio que despedía la callejuela húmeda donde se encontraba aquella taberna o el molesto ruido de gemidos y tonterías de borrachos desdichados que encontraban placer ya sea en la carne barata de las protitutas o en el licor , de una u otra forma todos eran iguales , había llegado con sus ropas sucias y malolientes la barba la llevaba crecida y el cabello alborotado la camisa apenas si le cubría parte del cuerpo por ello la imagen que proyectaba en el lugar era sin dudas de un maleante cualquiera se encontraba en la mesa alado de la barra, frente a el como de costumbre su alucinación sonreía mientras bebía aquel asqueroso liquido verdoso que escurría de un cubo de azúcar .
--Maestro , vos no escapareís la próxima vez ...
Jamal no contesto se limito a sonreír para luego servirse una copa de whiski la levanto y burlonamente choco la suya con la de su acompañante invisible , quien lo viera pensaría que era un pobre diablo lo suficientemente ebrio como para ver algo que no esta .
-Salud mi odiado compañero
ambos rieron y también voltearon al escuchar el ruido , alguien había entrado trayendo consigo un olor bastante peculiar uno que no se podía confundir de todos los aromas persistentes en el lugar Jamal bajo la copa coloco su mano izquierda sobre sus labios sin perder de vista al recién llegado .
--Veís maestro , el es un perro al igual que vos -Seth ladeo el rostro - tal ves sería buena idea matarlo ya soís demasiados
-Callate
Susurro el moreno pues aunque sabía que era un ser apenas si convertido solía ser curioso a saber mas de su especie , deseaba saber el modo de vida de los demás que como el eran amantes eternos de la Luna , se sintió intrigado ante aquellos comentarios dichos por el recién llegado oculto la risa que amenazaba con salir burlona y prefirió convidarlo a sentarse con ellos .
-Monser , problemas es lo que suelo buscar por estos rumbos , pero si vos gusta acompañarnos es bienvenido .
Seth al instante se levanto de su asiento molesto tirando aquella bebida de la mesa la cual se escurrió por todo el lugar el laicano prefirió volver el rostro para disculpar su actitud con un ademan de indiferencia
--Maestro , vos no escapareís la próxima vez ...
Jamal no contesto se limito a sonreír para luego servirse una copa de whiski la levanto y burlonamente choco la suya con la de su acompañante invisible , quien lo viera pensaría que era un pobre diablo lo suficientemente ebrio como para ver algo que no esta .
-Salud mi odiado compañero
ambos rieron y también voltearon al escuchar el ruido , alguien había entrado trayendo consigo un olor bastante peculiar uno que no se podía confundir de todos los aromas persistentes en el lugar Jamal bajo la copa coloco su mano izquierda sobre sus labios sin perder de vista al recién llegado .
--Veís maestro , el es un perro al igual que vos -Seth ladeo el rostro - tal ves sería buena idea matarlo ya soís demasiados
-Callate
Susurro el moreno pues aunque sabía que era un ser apenas si convertido solía ser curioso a saber mas de su especie , deseaba saber el modo de vida de los demás que como el eran amantes eternos de la Luna , se sintió intrigado ante aquellos comentarios dichos por el recién llegado oculto la risa que amenazaba con salir burlona y prefirió convidarlo a sentarse con ellos .
-Monser , problemas es lo que suelo buscar por estos rumbos , pero si vos gusta acompañarnos es bienvenido .
Seth al instante se levanto de su asiento molesto tirando aquella bebida de la mesa la cual se escurrió por todo el lugar el laicano prefirió volver el rostro para disculpar su actitud con un ademan de indiferencia
Jamal Vieri- Licántropo Clase Alta
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Re: Estado de Distensión - Jamal
Vaya desequilibrio despedíais por vuestros ojos y por vuestras acciones. Por un instante me recordasteis esa parte de mí que quería devorar al mundo en cada luna llena sin distinción alguna, pero había una diferencia vital; vos ya habíais perdido gran parte de esa cordura que yo quería conservar costara lo que costara. Sospechaba que no teníais dos seres dentro de vos, como la mayoría de los licántropos, sino que tres; dos de ellos conviviendo como siameses en la misma conciencia. No erais de las mentes vacías que tanto aborrecía, sino de las razones difusas; momentos de lucidez se sentaban cerca de mí y también la vesania latente que podía manifestarse tanto en vuestros murmullos inentendibles como en acciones traducidas en bebidas derramadas.
Saqué un pañuelo del interior de la manga de mi capa y limpié sosegadamente algunas gotas del licor que habíais derramado; era lidiar con un niño, uno al cual compadecía por la naturaleza que compartíamos y aquello que habíais perdido irrecuperablemente. Para cuando volví a guardar el retazo de tela que había despejado mi rostro, resolví dentro de mi intelecto que no me reconcomía de haberos pagado un nuevo trago; al menos éste os ayudaría a callar a uno de los individuos que conformaban vuestro cuerpo, haría vuestra lengua más sociable y también os volvería más sincero. De alguna forma ansiaba aprovechar dicha situación para elaborar preguntas a vuestra demencia para que ésta contestara todo lo que yo no podía por precisamente encadenar al monstruo lupino y desalmado que aspiraba apoderarse de mí.
—Es innecesario avergonzaros —indiqué con mi palma el resto de la taberna— Ninguno de los presentes viene a una taberna para lucir su historial de perfecta conducta. Todos venimos a espantar algo con el elixir que venimos a buscar, ya sea el recuerdo de una amante que nos rechazó, el fracaso de un negocio o la falta de condiciones laborales dignas y remuneradas. Sólo digamos que en nuestro caso son situaciones similares y no diferenciemos. Es mejor sentirse que se está entre los suyos, a pesar de que sólo sea una idea.
Volví mi mano a la barra y miré hacia el lado contrario a vos antes de fijaros nuevamente en vuestro rostro apesadumbrado. Quería fijarme que no hubiera vampiros enemigos o cambiaformas opositores a nosotros que pudieran distinguir nuestro olor y aura para usar ambos como excusa para iniciar una pelea en las afueras del local. ¿Hablar de nuestra licantropía? De eso ni hablar; nadie acude a una tasca para anclar en la realidad, sino para desamarrar a estribor.
—Llamadme Miraggio, Monsieur —os di un nombre clave; anunciaba que un duque estaba ahí y hubiera sido desastroso— ¿Cómo llamaros… a ustedes? Es de mi entender que en donde el cosmos distingue a varios, al hombre no le corresponde individualizar.
El cantinero me miró como si estuviera delineando con mis palabras un trastorno esquizofrénico casi tan pronunciado como el que os atribuía a vos, pero no me importó; poco probable era que volviera a ofrecer sus brebajes a dos personajes tan peculiares como nosotros, aunque más lo era el hecho de que estuviéramos dialogando de cierta manera un tanto forzada, pero efectiva. Lo importante era saber tratar con todas vuestras facetas, ¿por qué? Porque me intrigaba, porque quería saber cómo funcionaba una mente disfuncional y porque nada me aseguraba que no me pudiera pasar lo mismo que a vos. Si como licántropos tenemos garantizado que una bestia convivirá con nosotros, ¿qué nos dice que no se añadirán otras alimañas? Podía estar viendo mi propio futuro a través de vuestro estilo de vida, yo no tenía la certeza de aquello, pero era una premonición muy posible para todos los de nuestra especie y se hacía más cercana a medida que os contemplaba y me daba cuenta de que no era muy difícil traspasar el límite de lo absurdamente incierto.
Saqué un pañuelo del interior de la manga de mi capa y limpié sosegadamente algunas gotas del licor que habíais derramado; era lidiar con un niño, uno al cual compadecía por la naturaleza que compartíamos y aquello que habíais perdido irrecuperablemente. Para cuando volví a guardar el retazo de tela que había despejado mi rostro, resolví dentro de mi intelecto que no me reconcomía de haberos pagado un nuevo trago; al menos éste os ayudaría a callar a uno de los individuos que conformaban vuestro cuerpo, haría vuestra lengua más sociable y también os volvería más sincero. De alguna forma ansiaba aprovechar dicha situación para elaborar preguntas a vuestra demencia para que ésta contestara todo lo que yo no podía por precisamente encadenar al monstruo lupino y desalmado que aspiraba apoderarse de mí.
—Es innecesario avergonzaros —indiqué con mi palma el resto de la taberna— Ninguno de los presentes viene a una taberna para lucir su historial de perfecta conducta. Todos venimos a espantar algo con el elixir que venimos a buscar, ya sea el recuerdo de una amante que nos rechazó, el fracaso de un negocio o la falta de condiciones laborales dignas y remuneradas. Sólo digamos que en nuestro caso son situaciones similares y no diferenciemos. Es mejor sentirse que se está entre los suyos, a pesar de que sólo sea una idea.
Volví mi mano a la barra y miré hacia el lado contrario a vos antes de fijaros nuevamente en vuestro rostro apesadumbrado. Quería fijarme que no hubiera vampiros enemigos o cambiaformas opositores a nosotros que pudieran distinguir nuestro olor y aura para usar ambos como excusa para iniciar una pelea en las afueras del local. ¿Hablar de nuestra licantropía? De eso ni hablar; nadie acude a una tasca para anclar en la realidad, sino para desamarrar a estribor.
—Llamadme Miraggio, Monsieur —os di un nombre clave; anunciaba que un duque estaba ahí y hubiera sido desastroso— ¿Cómo llamaros… a ustedes? Es de mi entender que en donde el cosmos distingue a varios, al hombre no le corresponde individualizar.
El cantinero me miró como si estuviera delineando con mis palabras un trastorno esquizofrénico casi tan pronunciado como el que os atribuía a vos, pero no me importó; poco probable era que volviera a ofrecer sus brebajes a dos personajes tan peculiares como nosotros, aunque más lo era el hecho de que estuviéramos dialogando de cierta manera un tanto forzada, pero efectiva. Lo importante era saber tratar con todas vuestras facetas, ¿por qué? Porque me intrigaba, porque quería saber cómo funcionaba una mente disfuncional y porque nada me aseguraba que no me pudiera pasar lo mismo que a vos. Si como licántropos tenemos garantizado que una bestia convivirá con nosotros, ¿qué nos dice que no se añadirán otras alimañas? Podía estar viendo mi propio futuro a través de vuestro estilo de vida, yo no tenía la certeza de aquello, pero era una premonición muy posible para todos los de nuestra especie y se hacía más cercana a medida que os contemplaba y me daba cuenta de que no era muy difícil traspasar el límite de lo absurdamente incierto.
Valentino de Visconti- Licántropo Clase Alta
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Re: Estado de Distensión - Jamal
Jamal mostró a su interlocutor una amplia sonrisa cargada con una pizca de mordaz audacia podía distinguir el acento Italiano en su forma de hablar incluso el modo de habla indicaba que era de la clase alta , ahora estaba intrigado y lo mostró moviendo el destartalado asiento que le servia para mirar ampliamente al joven laicano , sin duda alguna , cruzo la pierna y tomo su copa entre sus dedos la levanto eh hizo una leve reverencia algo burlona sin duda alguna como contestación a su presentación .
-Entonces Miraggio sera ...nosotros somos Jamal , apuesto lo que quiera que no ah escuchado nombre mas extraño por estas tierras, así que dígame de que parte de Italia sois vos ?
Bebió un sorbo sin despegar la vista de aquel individuo entre cerro la mirada marrón tratando de descifrar algún signo , algún aroma u efluvio que indicara que pertenecía a una manada , se preguntaran por que tanta maldita insistencia en pertenecer a una la razón era muy simple obvia y estupida , Jamal había nacido en una por ello sentía que pertenecer a una era sumamente vital , hacía poco tiempo que conoció a una dama quien era antigua y poderosa pero no sabía si lo habían aceptado como uno de "ellos" y algunos otros encuentros con hermanos de la misma raza cada uno tenía una opinión diferente en cuanto a como "vivir con la maldición "
- Diga ¿como es para vos vivir con esto ?
Cerro los ojos antes de dejar la copa de licor en la mesa levanto las manos como si estuviera mostrando una señal de enfermedad contagiosa el cantinero había mirado de reojo y sacudió la cabeza mientras se alejaba discretamente , al parecer nadie miraba salvo una persona escondida en lo mas oscuro del lugar había usado hierbas y sabe que mas para ocultar su efluvio venía con la intención de cobrar venganza contra los de aquella maldita especie ...los licantropos .
-Entonces Miraggio sera ...nosotros somos Jamal , apuesto lo que quiera que no ah escuchado nombre mas extraño por estas tierras, así que dígame de que parte de Italia sois vos ?
Bebió un sorbo sin despegar la vista de aquel individuo entre cerro la mirada marrón tratando de descifrar algún signo , algún aroma u efluvio que indicara que pertenecía a una manada , se preguntaran por que tanta maldita insistencia en pertenecer a una la razón era muy simple obvia y estupida , Jamal había nacido en una por ello sentía que pertenecer a una era sumamente vital , hacía poco tiempo que conoció a una dama quien era antigua y poderosa pero no sabía si lo habían aceptado como uno de "ellos" y algunos otros encuentros con hermanos de la misma raza cada uno tenía una opinión diferente en cuanto a como "vivir con la maldición "
- Diga ¿como es para vos vivir con esto ?
Cerro los ojos antes de dejar la copa de licor en la mesa levanto las manos como si estuviera mostrando una señal de enfermedad contagiosa el cantinero había mirado de reojo y sacudió la cabeza mientras se alejaba discretamente , al parecer nadie miraba salvo una persona escondida en lo mas oscuro del lugar había usado hierbas y sabe que mas para ocultar su efluvio venía con la intención de cobrar venganza contra los de aquella maldita especie ...los licantropos .
Jamal Vieri- Licántropo Clase Alta
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Re: Estado de Distensión - Jamal
“Nosotros” Identificabais sin titubear dos personalidades dentro de un mismo cuerpo, el vuestro. Al menos estabais plenamente consciente de que no habitabais solo en vuestra mente y que no erais vuestro total y absoluto soberano, y eso me alentaba de alguna manera, puesto que a pesar de vuestro evidente estado mental deteriorado por la bipolaridad y el alcohol, no negabais esa parte de vos. En esa ocasión me pregunté a mí mismo si, en el caso de caer en vuestro mismo abismo de vesania imprecisa, sería capaz de ver mi propia locura con altura de miras o jugaría a la eterna negación que no me llevaría a nada.
Aparté esos pensamientos infructuosos con un rechoncho y bien tomado sobro de mi licor; había ido a ese bar a distraerme y no a filosofar acerca de cómo era la transición de los individuos de nuestra raza. Vos teníais una historia y yo tenía la mía; no valía la pena pensar en lo que podría traer el mañana para cada uno de nosotros cuando apenas podíamos digerir el presente.
—París, esta ciudad… —procesé lo que significaba estar en un puerto cultural de esas magnitudes. Sin lugar a dudas que la variedad de personas, cultos y castas que allí se exhibía sobrepasaba a la de mi país de sangre, y por mucho más a la de mi imperio— Vuestra merced y yo sabemos por obvias razones —falta no hacía de especificar lo que nuestra licantropía sabía— que las diferencias que separan a las personas, unas de otras, son más abismantes de lo que se piensa. No obstante, extrañamente París se las ha ingeniado para convertirse en un lugar aptos para esas diferencias.
Sentí cómo mis labios se apretaron con fuerza cuando oír vuestra pregunta. Italia… mi siempre distante Italia. No pretendería contaros esa vez lo que significaba para mí. Mi madre se había visto en la necesidad de regresar al imperio que la había parido para darme a mí un mejor futuro. Creo que ella sospechaba desde un inicio que siendo segundo en la línea de sucesión al trono, después de mi tía Sophia, los enemigos abundarían para mí incluso antes de nacer. Comprended que mi acento Italiano me sigue porque tanto mi madre como la servidumbre de nuestro palacio lo desparramaban en casa una de sus frases, y no por haber crecido en la nación que habría sido mía de no ser por la prematura muerte de mi padre.
Para no confundiros y también para no incentivar preguntas incómodas y largas, contesté con el nombre de la ciudad que había visto nacer desfallecer a mi progenitor masculino. Las calles de la capital de Italia me llamaban… oh sí, y yo las oía aún estando a miles de kilómetros de distancia. Llamadlo un asunto de sangre. La sangre es fuerte, estimados Jamal.
—Vengo de Roma, ¿y vuestra merced? —no os estaba mintiendo. Ahí había sido concebido y por poco también nacido, y por si fuera poco, la trataba como si fuera mi hogar; lo era de corazón, aunque no de facto. Un anónimo había dicho siglos atrás que todos los caminos conducían a Roma, pero hasta ese entonces yo no había encontrado ninguno. Debía ser el peor explorador del mundo.
Me fijé en vuestra mirada sobre mí, escarbando en mis intenciones y sentimientos. De más no está deciros que no me sentí cómodo cuando noté que buscabais escarbar en mis memorias; algunas cosas quería quedármelas para mí, y sería lo único que podría llevar al otro mundo cuando llegaran los últimos minutos de esta vida lupina, una vida que os parecía más difícil llevar que a mí, pero que no por eso me hacía apartarme del camino que vos recorríais. Es un hecho de la naturaleza o de la vida en general que se comienzan a cuidar los pasos que se toman cuando os dais cuenta de que no son muchos los que os separan de lo que por nada en el mundo anheláis. Yo me había dado cuenta antes de lo que no quería que ocurriera conmigo, pero había sido gracias a mi fallecida esposa. De vos no podía decir a ciencia cierta si habíais tenido un alma que os anclara a la tierra. Por vuestra condición, me aventuraba más por decir que no.
—Es solitario, pero eso no me molesta en absoluto —me limité a responder. No quería que nos oyeran oídos de bocas indiscretas y vociferadoras— Deduzco que cuando camináis, no son sólo vuestras huellas las que quedan como prueba. Sois más sociable, imagino. —Sólo había una razón para que quisierais saber de qué forma llevaba mi licantropía, y era que debíais pertenecer a una manada.
Sí, estaba tratando de ser lo más prolijo posible con las palabras. ¿Os imagináis que hubiera estado bebiendo allí, junto a nosotros, un cazador de armas tomar? Le valdría poco que fuera un lugar de esparcimiento y prendería fuego con sus balas para alertar a todos los presentes de nuestra falta de humanidad. Un panorama poco atractivo, ¿no? Ya me imaginaba a los vuestros acudiendo a vuestro aullido para improvisar una lucha sangrienta y salvaje en medio de un bosque o —algo más desquiciado— en una calle penumbrosa y de nulo tránsito, como esos rincones de París que las autoridades hacía mucho habían olvidado.
Valentino de Visconti- Licántropo Clase Alta
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Re: Estado de Distensión - Jamal
El moreno levanto las cejas en una clara expresión de sorpresa y como respuesta levanto la copa como era costumbre en su familia dar un brindis con aquellos que son de la misma ciudad natal incluso cuando se era mas familiar se le daba la deseada y benevolente bendición propio claro de los "Vieri" dejo caer la copa riendo entre dientes mientras los comentarios degradantes de sus voces mordaces " maldita especie , bendices el que bien podría ser tu enemigo " " estupido Jamal sigues haciendo estas tonterías baratas ? " " maestro ...soís en verdad la muestra clara de la verguenza " dio un trago mas largo hasta acabar por completo el liquido contenido tomo la botella y sirvió mas al dejar el licor en la mesa noto con gracia como los ojos inmortales no le perdían de vista .
-Mi amigo , eh de desiros que yo soy también de Roma ciudad donde nací y morí de muchas maneras que vos tal ves no crea .
Miro por encima de la copa servida la cual había colocado frente a el, aquella persona que le miraba se levanto dejando ver una montaña de músculos y montones de huesos aquel hombre de pelo ralo largo y pastroso no pudo contenerse mas por lo que al levantarse tomo la mesa que tenía frente por un costado y la lanzo a su lado derecho , avanzo sin que nadie lo detuviera era costumbre que mas de uno se pudiera "dificil" así que nadie le dio importancia, Jamal lo miro había cuatro mesas mas entre ellos el moreno solo abrió sus piernas mas en la cintura cargaba una daga de plata que ironicamente fue la causante de la herida aya sanada en su pierna , no le importaba que un borracho le fuera a armar un lió solía buscarlos mas nunca salia completamente satisfecho pues nadie la daba una pelea hasta el final tenía que cazar para eso y era precisamente lo que hacía en ese lugar "cazar " y aquel vampiro de aspecto andrajoso era el principe de sabe que lugar había caído presa de los juegos seductores de Lakme quien para jugar con Jamal mandaba a sus lacayos a matarlo era una enemiga demasiado poderosa y en momentos así hubiera deseado poder tener una manada así por lo menos sabría que con ellos podía estar tranquilo .
-Debo aceros una pregunta , ¿ Ah tratado con otros seres como nosotros ? le es indiferente alguno en particular ?
Arrugo la nariz al instante mismo en que dos mesas mas uferons levantadas y en consecuente todo el contenido de botellas y de mas fueron lanzadas lejos .
- Lo notas ?? ellos apestan ...
Seguido levanto el rostro las ultimas mesas volaron con vas fuerza estampandose contra los pocos que por ebrios y lentos no pudieron escapar aquel hombre miro detenidamente al moreno
----Por fin te encuentro malnacido
-Mi amigo , eh de desiros que yo soy también de Roma ciudad donde nací y morí de muchas maneras que vos tal ves no crea .
Miro por encima de la copa servida la cual había colocado frente a el, aquella persona que le miraba se levanto dejando ver una montaña de músculos y montones de huesos aquel hombre de pelo ralo largo y pastroso no pudo contenerse mas por lo que al levantarse tomo la mesa que tenía frente por un costado y la lanzo a su lado derecho , avanzo sin que nadie lo detuviera era costumbre que mas de uno se pudiera "dificil" así que nadie le dio importancia, Jamal lo miro había cuatro mesas mas entre ellos el moreno solo abrió sus piernas mas en la cintura cargaba una daga de plata que ironicamente fue la causante de la herida aya sanada en su pierna , no le importaba que un borracho le fuera a armar un lió solía buscarlos mas nunca salia completamente satisfecho pues nadie la daba una pelea hasta el final tenía que cazar para eso y era precisamente lo que hacía en ese lugar "cazar " y aquel vampiro de aspecto andrajoso era el principe de sabe que lugar había caído presa de los juegos seductores de Lakme quien para jugar con Jamal mandaba a sus lacayos a matarlo era una enemiga demasiado poderosa y en momentos así hubiera deseado poder tener una manada así por lo menos sabría que con ellos podía estar tranquilo .
-Debo aceros una pregunta , ¿ Ah tratado con otros seres como nosotros ? le es indiferente alguno en particular ?
Arrugo la nariz al instante mismo en que dos mesas mas uferons levantadas y en consecuente todo el contenido de botellas y de mas fueron lanzadas lejos .
- Lo notas ?? ellos apestan ...
Seguido levanto el rostro las ultimas mesas volaron con vas fuerza estampandose contra los pocos que por ebrios y lentos no pudieron escapar aquel hombre miro detenidamente al moreno
----Por fin te encuentro malnacido
Jamal Vieri- Licántropo Clase Alta
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