AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Quizás hoy lograré ser útil [Priv. Evangeline]
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Quizás hoy lograré ser útil [Priv. Evangeline]
Los paseos solitarios se habáin convertido en algo rutinario para mi. Al parecer mi primo estaba demasiado ocupado por las noches, supuse que con trabajo, y solo me visitaba para traerme sangre un día si, un día no. Llegaba a pensar que lo hacia por obligación y le mencionaba que no hacia falta que me ayudara, que intentaría apañarmelas sola... pero él se negaba.
Podría ir a visitar a Arabella, cuando nos despidimos me comentó que podría venir a su casa en cuanto quisiera, pero no sabía como llegar que no fuese con carroza, su casa estaba a las afueras de la ciudad, y no sabía si alquilar una carroza sería peligroso. Cuando ella me envió a mi vivienda intentó poner todos sus esfuerzos para que pasara desepercivida, quizás porque pensaba que podrían ver que era de clase alta e intentarian robarme o... peor...
Descarté aquella opción pues primero tendría que enviarle una carta para acordarlo, quizás tenía cosas que hacer. Quizás se había mudado, quizás no nos volveríamos a ver. Suspiré.
Como segunda alternativa tenía acudir a la escuela de música de Ruslana, pero sospechaba que sería un estorbo ya que al ser Ruslana la directiva, estaría ocupada con sus cosas. Es más, cuando nos encontramos ella repartía hojas en una clase, pero parece ser que lo aplazó para hablar conmigo. Debería dejar de ser un estorbo, pero no podía evitar serlo. Intentaba no molestar a nadie, pero acababa molestando a todos.
Me di cuenta que mientras estaba hundida en mis pensamientos llegué al centro de París. Ni siquiera me di del cambio de ambiente debido a que al ser de noche, pocas personas frecuentaban las calles. Sin embargo, al fijarme mejor en los transeuntes mi vista se fijó en una joven que caminaba un poco extraño... parecía como si se balanceara o si tuviera una herida en el pie, quizás se había caído y necesitaba ayuda... quizás por fin podría ser útil hoy.
Me acerqué rápidamente a socorrer a la joven mientras la sujetaba por un brazo para hacerle más llevadero el caminar, para que no apoyara todo su peso en la pierna que yo creía herida.
-¿Necesita ayuda? - Pregunté preocupada – Podría intentar ayudarla y llevarla al hospital si lo desea. Tengo entendido que no está muy lejos de aquí y no me sería muy tedioso llevarla.
Me di cuenta que quizás la estaba incomodando, que quizás me había equivocado y no se había hecho daño para nada. Sus ropas no mostraban señales de suciedad, pues en caso de una caída estos estarían al menos un poco maltrechos, aún menos notaba olor a sangre pues al ser vampira si la pierna de la joven sangrase, sería la primera en notarlo... por desgracia.
¿Significaba aquello que la joven simplemente cojeaba con un pie por razones desconcidas para mi y que no eran de mi incumbencia? ¿como podía ser un desastre de un calibre tan elevado? ¿por qué no intentaba fijarme antes y sacar las conclusiones si debía o no actuar antes de guiarme por mis instintos y ayudar porque sí?
-Lo lamento... - Dije aflojando las manos para no agarrarla tan fuerte – Pensaba que necesitaba ayuda... no quería ser una molestia... lo lamento...
Si la joven me llegaba a decir algo ofensivo la llegaría a entender, igual pensaría que me estaba burlando de ella y por ello simulaba querer ayudarla. Me lo tendría bien merecido.
Podría ir a visitar a Arabella, cuando nos despidimos me comentó que podría venir a su casa en cuanto quisiera, pero no sabía como llegar que no fuese con carroza, su casa estaba a las afueras de la ciudad, y no sabía si alquilar una carroza sería peligroso. Cuando ella me envió a mi vivienda intentó poner todos sus esfuerzos para que pasara desepercivida, quizás porque pensaba que podrían ver que era de clase alta e intentarian robarme o... peor...
Descarté aquella opción pues primero tendría que enviarle una carta para acordarlo, quizás tenía cosas que hacer. Quizás se había mudado, quizás no nos volveríamos a ver. Suspiré.
Como segunda alternativa tenía acudir a la escuela de música de Ruslana, pero sospechaba que sería un estorbo ya que al ser Ruslana la directiva, estaría ocupada con sus cosas. Es más, cuando nos encontramos ella repartía hojas en una clase, pero parece ser que lo aplazó para hablar conmigo. Debería dejar de ser un estorbo, pero no podía evitar serlo. Intentaba no molestar a nadie, pero acababa molestando a todos.
Me di cuenta que mientras estaba hundida en mis pensamientos llegué al centro de París. Ni siquiera me di del cambio de ambiente debido a que al ser de noche, pocas personas frecuentaban las calles. Sin embargo, al fijarme mejor en los transeuntes mi vista se fijó en una joven que caminaba un poco extraño... parecía como si se balanceara o si tuviera una herida en el pie, quizás se había caído y necesitaba ayuda... quizás por fin podría ser útil hoy.
Me acerqué rápidamente a socorrer a la joven mientras la sujetaba por un brazo para hacerle más llevadero el caminar, para que no apoyara todo su peso en la pierna que yo creía herida.
-¿Necesita ayuda? - Pregunté preocupada – Podría intentar ayudarla y llevarla al hospital si lo desea. Tengo entendido que no está muy lejos de aquí y no me sería muy tedioso llevarla.
Me di cuenta que quizás la estaba incomodando, que quizás me había equivocado y no se había hecho daño para nada. Sus ropas no mostraban señales de suciedad, pues en caso de una caída estos estarían al menos un poco maltrechos, aún menos notaba olor a sangre pues al ser vampira si la pierna de la joven sangrase, sería la primera en notarlo... por desgracia.
¿Significaba aquello que la joven simplemente cojeaba con un pie por razones desconcidas para mi y que no eran de mi incumbencia? ¿como podía ser un desastre de un calibre tan elevado? ¿por qué no intentaba fijarme antes y sacar las conclusiones si debía o no actuar antes de guiarme por mis instintos y ayudar porque sí?
-Lo lamento... - Dije aflojando las manos para no agarrarla tan fuerte – Pensaba que necesitaba ayuda... no quería ser una molestia... lo lamento...
Si la joven me llegaba a decir algo ofensivo la llegaría a entender, igual pensaría que me estaba burlando de ella y por ello simulaba querer ayudarla. Me lo tendría bien merecido.
Melanya Boyarskaya- Vampiro/Realeza
- Mensajes : 217
Fecha de inscripción : 05/01/2013
Re: Quizás hoy lograré ser útil [Priv. Evangeline]
Ya había pasado algunos días en casa sin un bastón digno de mi presencia, desde que se me había roto mi antiguo bastón en medio de la calle, no había podido salir a comprar otro, por suerte solamente debía levantarme para ir al salón de baile en donde las jóvenes llegaban y atendía a mis órdenes, ellas sabían de mi condición y no me forzaban mucho y mi experiencia como tal me hacía no necesitar moverme mucho, solamente observaba en aquel lugar las rutinas impartidas por mi ayudante, una joven que había llegado al salón y que me había sido de mucho ayuda estos últimos días, comenzaba a sentirme algo dependiente de ella, me ayudaba a no moverme mucho y era muy eficiente en atenderme, le daba algunos francos por sus servicios, pero más nada. Ella se había ofrecido a comprarme un nuevo bastón sin que yo saliera de casa, pero no quise, me gustaba ir por mi misma a buscar un buen amigo quien me ayudaría a caminar y a ser más independiente.
Luego que todos se fueron me propuse a ir a la tienda en donde un artesano tenia hermosos ejemplares, hasta personalizados, espere que Nerea se fuera para no preocuparla ni que me fuera a llevar como una anciana. Ya me había metalizado al dolor que iba a sentir, si tenía suerte me dolería tanto que pronto mi cerebro mandaría alguna acción para ignorarlo completamente como hacia luego de que era insoportable, pero ese alivio duraba solamente unos minutos, así que debía apresurarme. Ya era de noche, que hermosa era la luna alta y grandota que me daba la bienvenida al exterior, sonreí un poco, me gustaba salir lástima que no podía a menudo.
Había caminado ya varias cuadras, el dolor claro esta era horrible y cojeaba, en algunas ocasiones me caí por culpa de la rodilla que flanqueaba, pero como mujer terca que era me volvía a levantar y seguía adelante, el artesano me esperaría toda la noche, el hombre sufría de insomnio y trabajaba noches seguidas algunos se burlaban de que fuera un hijo de la noche, pues dormía siempre de día, si no fuera porque lo había visto algunas veces de día también lo sospecharía, aunque para mí era solamente una broma. Caminaba, esperanzada de que pronto llegaría, pero antes de darme cuanta alguien estaba a mi lado sosteniéndome, por unos momentos me sobresalte, no la había visto llegar, era una mujer muy linda que me miraba preocupada, no entendí a la primera así que ladee mi cabeza mientras ella parecía interesada en mi bienestar, negué mi cabeza suavemente mientras la veía como un bicho raro, pero luego comprendí, gracias a mis ropas pensó que yo estaba lastimada.
-Que amable es…- dije en un tono neutral – es ya un malestar viejo, una maldición que tendré para toda mi vida- dije tratando de no sonar tan deprimente –voy justo ahora hacia una tienda a comprar un bastón para poder caminar bien, pues el otro se me daño, el pobre estaba muy viejo- dije inclinándome un poco para agradecerle con una inclinación suave y amable –No tiene por qué molestarse, ya mi cuerpo se ha acostumbrado…-
Luego que todos se fueron me propuse a ir a la tienda en donde un artesano tenia hermosos ejemplares, hasta personalizados, espere que Nerea se fuera para no preocuparla ni que me fuera a llevar como una anciana. Ya me había metalizado al dolor que iba a sentir, si tenía suerte me dolería tanto que pronto mi cerebro mandaría alguna acción para ignorarlo completamente como hacia luego de que era insoportable, pero ese alivio duraba solamente unos minutos, así que debía apresurarme. Ya era de noche, que hermosa era la luna alta y grandota que me daba la bienvenida al exterior, sonreí un poco, me gustaba salir lástima que no podía a menudo.
Había caminado ya varias cuadras, el dolor claro esta era horrible y cojeaba, en algunas ocasiones me caí por culpa de la rodilla que flanqueaba, pero como mujer terca que era me volvía a levantar y seguía adelante, el artesano me esperaría toda la noche, el hombre sufría de insomnio y trabajaba noches seguidas algunos se burlaban de que fuera un hijo de la noche, pues dormía siempre de día, si no fuera porque lo había visto algunas veces de día también lo sospecharía, aunque para mí era solamente una broma. Caminaba, esperanzada de que pronto llegaría, pero antes de darme cuanta alguien estaba a mi lado sosteniéndome, por unos momentos me sobresalte, no la había visto llegar, era una mujer muy linda que me miraba preocupada, no entendí a la primera así que ladee mi cabeza mientras ella parecía interesada en mi bienestar, negué mi cabeza suavemente mientras la veía como un bicho raro, pero luego comprendí, gracias a mis ropas pensó que yo estaba lastimada.
-Que amable es…- dije en un tono neutral – es ya un malestar viejo, una maldición que tendré para toda mi vida- dije tratando de no sonar tan deprimente –voy justo ahora hacia una tienda a comprar un bastón para poder caminar bien, pues el otro se me daño, el pobre estaba muy viejo- dije inclinándome un poco para agradecerle con una inclinación suave y amable –No tiene por qué molestarse, ya mi cuerpo se ha acostumbrado…-
Eva*- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 22/03/2013
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Re: Quizás hoy lograré ser útil [Priv. Evangeline]
La joven al principio no comprendió mis actos, y no me extrañaba de ello pues debido a eso decidí dejarla a su antojo, para no hacer más el ridículo, más añ darse cuenta que iba con un buen fin a ayudarla comentó que estaba agradecida por mi ayuda más parecía que lo dijese más por obligación y no porque realmente estuviese agradecida.
Estaba dispuesta a dejarla definitivamente, pero la joven optó por explicarme que lo de su pie era un malestar de hace un tiempo y, a juzgar por sus palabras, no conseguía curarlo. O quizás no tenía cura.
Como era normal en mi, sentí la necesidad de ayudar a la joven. Tenía constancia de que mi señor esposo era médico. Quizás le podía revisar la pierna y darle algún remedio... la chica parecía tan joven para sufrir dicho mal... Lo único que me alegraba es que a juzgar por sus ropajes no era de clase baja y no necesitaba trabajar demasiado para ganarse el pan de cada día... no me podía ni imaginar que pasaría si la joven fuese de clase baja. Conociendome, la obligaría a venir conmigo a trabajar como doncella para mi... pero más que trabajar sería yo la que le traería todo para que no se moviera y no sintiera el dolor en su pierna.
La joven añadió que había decidido ir a comprarse un bastón con el que se ayudaba a caminar bien pues el otro que tenía se había roto debido a su vejez. No pude evitar ver en aquello una oportunidad de ayudar a la joven y al menos a acompañarla a hacer su recado. Así de paso podía comprobar que no se caía ni se hacia daño pues, a decir verdad, se notaba que le costaba tanto caminar que probablemente le flaqueaban las fuerzas y acababa cayendo.
-¿Quiere que le acompañé? – Le pregunté – Creo que me va de camino y no me importaría acompañarla.
Me di cuenta que quizás sonaba demasiado impertinente y que la joven podría pensar que la creía incapaz de valerse por si misma y que necesitaba la compañía de alguien para llegar a una simple tienda, pero no era esa mi intención. Solo quería asegurarme de la seguridad de la joven... teniendo en cuenta que estabamos de noche y había seres como... yo misma rondando por la calle quizás podrían matarla en sus condiciones.
-No mal piense de mis intenciones – Le comenté – Tan solo se me hace curioso descubrir que tienda sigue abierta a estas horas de la noche. A veces salgo a caminar a estas horas porque... padezco insomnio, pero siempre todo está cerrado y no puedo encontrar algo con que entretenerme y entrar en alguna que otra tiendra abierta siempre anima, ¿no le parece?.
A juzgar por el acento de la joven podía afirmar que era francesa o que por lo menos llevaba muchos años habitando en dicho país. Percatandome de mi que acento era de lo más horrible comparado con el suyo me entró cierta vergüenza, pero creía posible superar mis complejos en pos de ayudar a llegar a su destino a esta joven.
-Me llamo Melanya – Le dije con una sonrisa – Pero puedes llamarme como quieras debido a que soy consciente de que mi nombre es bastante extraño y difícil de memorizar.
Estaba dispuesta a dejarla definitivamente, pero la joven optó por explicarme que lo de su pie era un malestar de hace un tiempo y, a juzgar por sus palabras, no conseguía curarlo. O quizás no tenía cura.
Como era normal en mi, sentí la necesidad de ayudar a la joven. Tenía constancia de que mi señor esposo era médico. Quizás le podía revisar la pierna y darle algún remedio... la chica parecía tan joven para sufrir dicho mal... Lo único que me alegraba es que a juzgar por sus ropajes no era de clase baja y no necesitaba trabajar demasiado para ganarse el pan de cada día... no me podía ni imaginar que pasaría si la joven fuese de clase baja. Conociendome, la obligaría a venir conmigo a trabajar como doncella para mi... pero más que trabajar sería yo la que le traería todo para que no se moviera y no sintiera el dolor en su pierna.
La joven añadió que había decidido ir a comprarse un bastón con el que se ayudaba a caminar bien pues el otro que tenía se había roto debido a su vejez. No pude evitar ver en aquello una oportunidad de ayudar a la joven y al menos a acompañarla a hacer su recado. Así de paso podía comprobar que no se caía ni se hacia daño pues, a decir verdad, se notaba que le costaba tanto caminar que probablemente le flaqueaban las fuerzas y acababa cayendo.
-¿Quiere que le acompañé? – Le pregunté – Creo que me va de camino y no me importaría acompañarla.
Me di cuenta que quizás sonaba demasiado impertinente y que la joven podría pensar que la creía incapaz de valerse por si misma y que necesitaba la compañía de alguien para llegar a una simple tienda, pero no era esa mi intención. Solo quería asegurarme de la seguridad de la joven... teniendo en cuenta que estabamos de noche y había seres como... yo misma rondando por la calle quizás podrían matarla en sus condiciones.
-No mal piense de mis intenciones – Le comenté – Tan solo se me hace curioso descubrir que tienda sigue abierta a estas horas de la noche. A veces salgo a caminar a estas horas porque... padezco insomnio, pero siempre todo está cerrado y no puedo encontrar algo con que entretenerme y entrar en alguna que otra tiendra abierta siempre anima, ¿no le parece?.
A juzgar por el acento de la joven podía afirmar que era francesa o que por lo menos llevaba muchos años habitando en dicho país. Percatandome de mi que acento era de lo más horrible comparado con el suyo me entró cierta vergüenza, pero creía posible superar mis complejos en pos de ayudar a llegar a su destino a esta joven.
-Me llamo Melanya – Le dije con una sonrisa – Pero puedes llamarme como quieras debido a que soy consciente de que mi nombre es bastante extraño y difícil de memorizar.
Melanya Boyarskaya- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 05/01/2013
Re: Quizás hoy lograré ser útil [Priv. Evangeline]
Personas extrañas siempre me encontraba, deje salir un leve suspiro, mientras aquella mujer me había detenido de mi camino, pero bueno, ya me había acostumbrado a tener que estar siempre junto a ese tipo de personas que buscaban ser un buen samaritano. A primera instancia la podría haber rechazado, no deseaba intrusos en mi vida, pero mi orgullo debía quedarse quieto por uno momento, pues el dolor de la pierna comenzaba a ser insoportable, en realidad no sabía si iba a poder llegar bien a ese lugar, tal vez mañana no me iba a poder mover por tanto trajín que había hecho hoy… que ironía, parecía que la vida no le gustaba verme sola, siempre buscaba que aceptara la ayuda, que me tragara aquel vil orgullo que tenia y me dejara auxiliar, bueno hoy había ganado, pero solamente esta vez –No digo muchas veces esto…- dije sin saber muy bien como comenzar –Pero me encantaría que me acompañara- baje la mirada para ver aquel pedazo de pierna inservible, en ocasiones deseaba arrancármela, alejarla de mi cuerpo de una vez por todas, pero sabía que eso no podría ser.
-Buen argumento…- dije sonriendo ampliamente. No me interesaba para qué rayos quería acompañarme, solamente la necesitaba utilizar, para mí era lo esencial, yo ya no estaba buscando compañeros de juegos, amigos o personas que se dignaran a ayudarme. Había aprendido a utilizar a las personas y desecharlas al modo que ya no las necesitaba -Menlaya…- dije sin dificultad de entonar las letras, tal vez hasta con un pequeño acento ruso –No te preocupes, estuve en Rusia hace unos años y aprendí a acostumbrarme a memorizar nombres raros- me reí suavemente mientras sujetaba con delicadeza la mano de la mujer que me acompañaría.
La veía como mi antónimo, era demasiado dulce, muy amable, mientras yo era amargada, interesada, narcisista. Solamente me importaba mi bienestar. ¿El de otros? Tenía mis mismos problemas como para preocuparme por otros. Suspire levemente mientras comenzábamos a caminar, el dolor era como una punzada que recorría todo mi cuerpo, pero no lo decía, no me quejaba, mi cuerpo se había acostumbrado, hasta mi rostro parecía inexpresivo a los dolores… sabía muy bien que otra persona estuviera llorando ante aquel dolor, pero yo no era otra persona. -¿Usted es de Rusia?- pregunte curiosa. Para al menos escuchar su dulce tono de voz mientras íbamos caminando.
-Buen argumento…- dije sonriendo ampliamente. No me interesaba para qué rayos quería acompañarme, solamente la necesitaba utilizar, para mí era lo esencial, yo ya no estaba buscando compañeros de juegos, amigos o personas que se dignaran a ayudarme. Había aprendido a utilizar a las personas y desecharlas al modo que ya no las necesitaba -Menlaya…- dije sin dificultad de entonar las letras, tal vez hasta con un pequeño acento ruso –No te preocupes, estuve en Rusia hace unos años y aprendí a acostumbrarme a memorizar nombres raros- me reí suavemente mientras sujetaba con delicadeza la mano de la mujer que me acompañaría.
La veía como mi antónimo, era demasiado dulce, muy amable, mientras yo era amargada, interesada, narcisista. Solamente me importaba mi bienestar. ¿El de otros? Tenía mis mismos problemas como para preocuparme por otros. Suspire levemente mientras comenzábamos a caminar, el dolor era como una punzada que recorría todo mi cuerpo, pero no lo decía, no me quejaba, mi cuerpo se había acostumbrado, hasta mi rostro parecía inexpresivo a los dolores… sabía muy bien que otra persona estuviera llorando ante aquel dolor, pero yo no era otra persona. -¿Usted es de Rusia?- pregunte curiosa. Para al menos escuchar su dulce tono de voz mientras íbamos caminando.
Eva*- Humano Clase Media
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Re: Quizás hoy lograré ser útil [Priv. Evangeline]
Pensé que la joven me pediría que me fuera y no la molestara, lo que me causaría cierto malestar no por el rechazo, si no porque debería de dejar sola a la intemperie a una dama que parecía estar herida, pero no fue así. Me confesó que no pedía aquellos favores muchas veces, pero que esta vez me dejaba acompañarla. No sabría decir que aliviada me sentí en aquel momento, pero opté por darle las razones por las que deseaba acompañarla para sentirme mejor conmigo misma.
La joven pareció satisfecha lo que me alivio doblemente. Le devolví la sonrisa. Parecía una chica muy simpática. Sin embargo, no me dignaba a preguntarle de donde era su herida. Quizás era algo muy personal y lo más seguro que traumático para su vida, por lo que recordarselo nuevamente no era para nada mi intención.
Al escuchar mi nombre la joven no tardó en pronunciarlo y, por mi sorpresa, lo hizo bien. Aunque a decir verdad, me fije que a las personas extranjeras les costaba menos memorizar mi nombre y pronunciarlo. Al menos no tanto como a los de origen ruso. Esperaba algún día encontrar el origen de mi nombre junto con su significado pues en mi país natal nadie sabia su significado ni origen.
Sin embargo, cuando la joven me comentó que estaba acostumbrada a memorizar nombres raros comprendí que tampoco era común en Francia, ¿de donde sería entonces? ¿inglés quizás? Debería ir a la biblioteca a buscar alguna pista... quizás tendría suerte.
-Sí. Hace muy poco que habito en París... por eso mi acento es un poco extraño – Le respondí – No tema en apoyarse más en mi. Parezco débil, pero podre resistir su peso – Le dije con una sonrisa - Es usted francesa, ¿cierto? ¿Qué la hizo venir a Rusia hace unos años? Esta bastante lejos de París.
Me di cuenta que quizás estaba hablando demasiado y que solamente debía acompañarla sin hablar tanto. Teniendo en cuenta que me comentó que no siempre aceptaba ayuda ajena se podía deducir que la razón de ello quizás era que no le agradaba hablar con las personas, que prefería mantenerse en silencio.
-Lamento si la molesto con mis preguntas – Le dije algo avergonzada – Si no quiere hablar solo dígamelo y permaneceré en silencio. Muchas veces hablo por los codos debido a que no he tenido muchas ocasiones para relacionarme con la gente hasta que llegué a París y me abrió nuevas fronteras.
París era ciertamente extraordinario, no podía negarlo. Pero tampoco podía negar que echaba de menos mi país de origen. No fueron los mejores años los que pasé allí pues la mayor parte del tiempo estaba casi que recluida entre cuatro paredes... pero era mi patria y echarla de menos era algo normal, ¿no? Me gustaría saber como estaban mis nodrizas, ¿seguirían trabajando en mi casa natal pero ayudando a mi padre en algunos quehaceres? No lo sabía... y probablemente jamás lo sabría pues el encargado de informar sobre mi era mi primo y enviarle cartas a mi padre cuando toda su vida intentaba negar mi existencia era una estupidez demasiado osada.
Esperé pues la respuesta de la joven para saber como actuar a continuación, esperaba que por lo menos hiciera caso de mi petición y se apoyara cuanto más pudiera sobre mi pues al parecer el dolor que sentía sobre su pierna era demasiado considerable y me dolía ver como cojeaba, ¿por qué no visitaba un médico? Quizás era algo incurable...
La joven pareció satisfecha lo que me alivio doblemente. Le devolví la sonrisa. Parecía una chica muy simpática. Sin embargo, no me dignaba a preguntarle de donde era su herida. Quizás era algo muy personal y lo más seguro que traumático para su vida, por lo que recordarselo nuevamente no era para nada mi intención.
Al escuchar mi nombre la joven no tardó en pronunciarlo y, por mi sorpresa, lo hizo bien. Aunque a decir verdad, me fije que a las personas extranjeras les costaba menos memorizar mi nombre y pronunciarlo. Al menos no tanto como a los de origen ruso. Esperaba algún día encontrar el origen de mi nombre junto con su significado pues en mi país natal nadie sabia su significado ni origen.
Sin embargo, cuando la joven me comentó que estaba acostumbrada a memorizar nombres raros comprendí que tampoco era común en Francia, ¿de donde sería entonces? ¿inglés quizás? Debería ir a la biblioteca a buscar alguna pista... quizás tendría suerte.
-Sí. Hace muy poco que habito en París... por eso mi acento es un poco extraño – Le respondí – No tema en apoyarse más en mi. Parezco débil, pero podre resistir su peso – Le dije con una sonrisa - Es usted francesa, ¿cierto? ¿Qué la hizo venir a Rusia hace unos años? Esta bastante lejos de París.
Me di cuenta que quizás estaba hablando demasiado y que solamente debía acompañarla sin hablar tanto. Teniendo en cuenta que me comentó que no siempre aceptaba ayuda ajena se podía deducir que la razón de ello quizás era que no le agradaba hablar con las personas, que prefería mantenerse en silencio.
-Lamento si la molesto con mis preguntas – Le dije algo avergonzada – Si no quiere hablar solo dígamelo y permaneceré en silencio. Muchas veces hablo por los codos debido a que no he tenido muchas ocasiones para relacionarme con la gente hasta que llegué a París y me abrió nuevas fronteras.
París era ciertamente extraordinario, no podía negarlo. Pero tampoco podía negar que echaba de menos mi país de origen. No fueron los mejores años los que pasé allí pues la mayor parte del tiempo estaba casi que recluida entre cuatro paredes... pero era mi patria y echarla de menos era algo normal, ¿no? Me gustaría saber como estaban mis nodrizas, ¿seguirían trabajando en mi casa natal pero ayudando a mi padre en algunos quehaceres? No lo sabía... y probablemente jamás lo sabría pues el encargado de informar sobre mi era mi primo y enviarle cartas a mi padre cuando toda su vida intentaba negar mi existencia era una estupidez demasiado osada.
Esperé pues la respuesta de la joven para saber como actuar a continuación, esperaba que por lo menos hiciera caso de mi petición y se apoyara cuanto más pudiera sobre mi pues al parecer el dolor que sentía sobre su pierna era demasiado considerable y me dolía ver como cojeaba, ¿por qué no visitaba un médico? Quizás era algo incurable...
Melanya Boyarskaya- Vampiro/Realeza
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