¡Bang! ¡Bang! I got ya in the line! [Privado]

por **Gwendolyn Nylander** Mar Mayo 28, 2013 2:28 pm

No. Nada de historias antiguas que podrían ser enmascaradas con mentiras o enredos sin fin. No estaba concentrado esa noche. No estaba del todo pero la verdad es que me dolía bastante la cabeza. Me tome un poco de brandy y tan solo aumento. Intente descansar un poco, sobre una cama que me habían cedido en el hotel. El trato era bueno y tenía que reconocerlo. Estaba bastante cansado de lo mismo.

Si pudiera verla una vez más seria estupendo. Termine de descansar, estaba en la habitación y el dolor de cabeza había pasado. Me tome un baño relajante, en el que pude pensar en muchas cosas. El trabajo era una de las cosas que más ocupaban de mi tiempo, no había vuelto a tocar el piano, o ni siquiera había vuelto a ver a Larissa, mi querida hermana.

Más tarde estaba envuelto en una pelea en la que obviamente iba ganando, gane, y aquel desgraciado que quería robarme desapareció de mi vista perdiéndose por los rincones de parís, fríos, oscuros y con las farolas de vela aun con una luz tenue. Paseaba a caballo junto con dos compañeros a mis espaldas. La patrulla de siempre, los lleve por donde había ido a conocer a la bruja, pero no la vi. ¿Qué era este embrujo? Era desesperante, no me gustaba sentirme así. Entonces vi un sinuoso movimiento de unos cabellos rubios a la luz de la tenue luna, pero eran bastante largos así que descarte la probabilidad de que fuera de la bruja.

-Id por todo París...-mandé-...Buscad a la bruja y no volváis sin ella....-Espete con autoridad, mandato que tenía que ser cumplido y a su vez tendría yo que ir en busca también de ella. No era desesperación o ¿Quizás si lo era? Estos puentes de sentimientos que me llevaban de un lado a otro mareaban mi sentido común y podría cometer una locura que no tendría vuelta atrás.

-Allá en los bosques.... Encontré un árbol...que me pedía ser cortado... –Comencé escuchar la melodía de una pequeña niña, la miraba de lejos escuchando su entonación-...Yo...no tenía fuerza, pero mi papa el carpintero sí que tenía fuerza....-seguía cantando, entonces intentaba buscarle alguna lógica a esa canción- Niña...No tiene lógica...-Dije mientras me acercaba a la niña a caballo-...¿Es que acaso eres tonta o qué? –Espete de nuevo, me baje del caballo y me quede mirándola-....Eres una niña bonita pero si cantas algo, que sea coherente...
-Pero señor...no se...yo canto con el corazón...
-....-Me quede un rato pensando-...Está bien, pero la próxima vez canta cosas bonitas...los arboles son para amarlos, no para que los talen...
-..¿De donde sacaríamos el papel?
-Sí, de los árboles, pero tenemos que cuidarlos, ellos te dan el oxigeno que necesitas para vivir...-se quedo mirándome fijamente como si hubiera dicho algo extraño. Era tonta. Ya lo deduje.

por Invitado Vie Ago 23, 2013 7:31 pm

“A dónde van a parar los objetos perdidos? Qué cosa no tiene un principio y tampoco un final?”

El tiempo transcurre rápido cuando solo tienes la noche para vivir. En mi caso, me despertaba unas horas antes de que el sol se vaya, para bañarme, para ahorrar tiempo, mientras me escondía en mi hogar, cubierto por las más gruesas paredes y más sofocantes telas que hacían de cortina, para que aquella malvada luz solar no pudiese interferir en mi vida. Mi aroma a jazmín salía expedido de mi cabello y mi piel en tanto terminaba de zambullirme en la bañera, jugando con la espuma, hasta terminar con ello y luego holgazanamente me terminaba de cambiar y volver a arreglar, cada pequeña parte de mi cuerpo estaba cubierta con las más finas ropas de París. Porque me gustaba la grandeza, me gustaba vestirme como si fuese un príncipe o quizá sería mejor decir, que me gustaba vestirme como un muñeco de porcelana. Mi piel fría, blanca y suave, mis ojos brillosos y mis labios suavemente coloreados lo ameritaban. Y me quedé esperando, recostado boca abajo en uno de los sillones mientras la noche caía y era mi turno de escapar a la libertad. Por tan solo esa noche, pues era uno de aquellos momentos donde el cuervo no estaba y yo podía salir a jugar. Se hizo la oscuridad y mi cuerpo lo sintió, salí con algunas hojas de partituras en la mano, algunas aún sin escribir, tenía que terminar una canción que le haría a Larisa, para que cantara y tocara en el teatro. Sería la primera vez que ella se subía a cantar y aunque ella era extrañamente perfecta en todo lo referente a la música, no me podía permitir confiar solo en eso. Los nervios siempre han sido, desde tiempos inmemorables, lo que ha provocado pánico hasta en las personas más perfectas de los siglos.

— Saldré a buscar inspiración Mon Cher! Volveré temprano! Queréis que pase a buscar sahumerios? — Avisaba con una gran sonrisa a la ama de llaves que me miraba desde la puerta altivamente, riendo entre dientes escondía mis labios con una mano, ladeando la cabeza a un lado y al otro hasta escuchar su respuesta al fin. Ella como siempre, era una anciana algo cascarrabias y no le gustaba que yo me fuese solo para “buscar inspiración”, decía que tenía que mantenerme lo más posible en la casa y solo salir para cosas del trabajo. Pero yo prefería morir antes de tener que vivir de esa forma. Porque ya había tenido muchos años para soportar el cautiverio y ahora era libre, más libre de lo que nunca antes había sido. — Comprad los de vainilla y jazmín como siempre. Pero tened cuidado, los astros pronostican una mala noche… — Rezongó enarcando una de sus cejas, clavando sus ojos en los míos y luego en mis colmillos que se veían apenas por tener la boca algo abierta, cosa que noté al instante y la cerré, sonriendo sin mostrar los dientes. Ella sabía lo que yo era, pero no por ello dejaba de molestarse por tener que cuidar a un inmortal. — Sí señora! ~ Tendré mucho cuidado os lo prometo. Volveré bastante antes que el sol vuelva. — Saludando con la mano me zambullí en la oscuridad, buscando en las lejanías un punto de luz que me diera lo que necesitaba, para completar la melodía inconclusa.

El tiempo empezó a pasar, estaba caminando y todo me parecía completamente normal, nada me daba esperanzas de encontrar algo que me abriera la mente. Hasta que algo me sacó de mi mal humor, era un suave sonido, una voz melodiosa, pero sin técnica alguna. Me di cuenta que estaba muy lejos de mi hogar, en los bosques y pestañeé intentando encontrar la voz que se había detenido presuntuosamente y ahora un hombre alto y rubio platino estaba conversando con ella. Me concentré y fácilmente pude escuchar de qué hablaban. “ellos te dan el oxígeno que necesitas para vivir” Esas palabras resonaron en mi mente una y otra vez, me acerqué y me quedé a unos metros, moviendo la cabeza a los lados, estático, presenciando esa situación con calma infinita. Miraba los ojos de la niña, cegada por la inocencia. Y luego los del hombre, cegados por la maleficencia. Cuál era el que me daba lástima? Cuál era el que me surgía en interés? Mordí mi labio inferior y me acerqué unos pocos pasos más. — Pero si el árbol le pedía ser cortado, por qué eso no es lógico? — Cuidadosamente me dirigí al muchacho, cubierto por curiosidad, intentando recordar nuevamente la canción, que de alguna forma llegaba a mi mente con el claro mensaje de “mátame, pero hazlo porque yo te lo pido”. Me sonrojé apenas ante mi intromisión y sonreí con gracia, escondiendo en mi espalda las partituras, quedando nuevamente allí, detenido frente a ambos dos. La niña se asombraba, sus ojos enormes me observaban la piel, los colmillos y luego los ojos ligeramente estirados que yo tenía.

— Qué pasó en sus ojos? — Escuché de sus labios y bufé con encanto. Agachándome apenas para que ella pudiese mirar mejor. — Me los estiraron! Nada que no pueda soportarse. Y decidme tu, como sigue esa canción? — Pregunté con inocencia, mirando al platinado de reojo. Era alguien sumamente extraño y él me recordaba a ella. De repente vi en su mirada los mismos ojos, el mismo cabello. Me quedé un tanto sorprendido y mis labios se movieron diciendo “Larisa”, pero en silencio, quedando sumido en un trance donde no sabía exactamente qué hacer.

“A la no existencia, lo que quiere decir, al todo! – Creo que es un circulo.”

por **Gwendolyn Nylander** Mar Sep 17, 2013 1:08 pm

Miraba a aquel con la mirada cristalina, aun pensando en cómo actuar en lo que no vi a la niña que se había acercado a las ropas que llevaba puesta esa noche. Una mano estaba cerca de su cabeza, de la niña, desviando la mirada del suelo para mirarme a mí, yo la miré a ella y solamente el frio no me importaba en absoluto. Nada de pausas y en un momento mi vestimenta nocturna, la capa oscura de terciopelo fue puesta sobre los hombros de la niña que no tendría más de doce años, enseguida la puse detrás de mis piernas, notaba que está aún se sujetaba a mis piernas, pero aun observando a aquel desconocido que teníamos delante-….Si puedo ayudarle en algo…-solamente la niña me tiraba del bajo de la chaqueta de cuero que llevaba esa noche, me la quede mirando tomándole del mentón para alzarle la vista. La mirada de la niña me recordó a mi hermana, a la benjamina de los Navratinov.

Mi frente se arrugo haciendo un ceño fruncido en mi rostro, acariciaba la mejilla de la pobre niña que solo comenzó a llorar, le solté con un poco de brusquedad, no fue mi intención, pero después de mirar alternadamente a ambos, vi como la niña se aferraba intensamente a mi pierna derecha-Oye…niña….-me estaba distrayendo seguramente de visualizar más a fondo al sujeto que tenía delante de mi cara, pero la niña solamente estaba retrasando mi labor. Nunca había estado tan cerca de un infante, aunque hubo un crio de trece años al que le di cerveza por primera vez y lo siguiente de lo que me entere fue de que se había despertado en la tienda del general, entre una dama de compañía y el.

Sonreí al recordar eso y solamente tuve que coger a la niña en brazos, ella mismo se quedó acurrucada sobre mi torso, sujetándose con un brazo alrededor de mi cuello. Esto era humillante-…Oye…¿Qué no tienes familia o qué? –se quedó mirándola fijamente, ella le miro a los ojos, veía que se acercaba y justo cuando estaba a medio centímetro de distancia, vi cómo se abalanzo sacando unos colmillos enormes –exageración-pero que no me gustaron nada de nada.

En un movimiento rápido, deslice la capa cerca de su rostro, envolviendo al pequeño marciano con colmillos y llevándosela a uno de los guardias que esa noche me acompañaban. Quien la cogió estaba terriblemente muerto de la risa al ver mi rostro pálido del susto, quizás más de un susto o alguna que otra sorpresa me llevaría esta noche, no sabía cómo ni porque, pero sentía que la noche iba a estar más que removida esa noche-….¿Que llevas ahí? –dije volviéndome a mirar hacia el individuo de antes-….¿Coreano? –Me estuve fijando en sus facciones, había algún que otro compañero con sus mismos rasgos.

Sinceramente parecían quizás más niponas, pero quizás me estuviera equivocando-Perdóneme…-sonreí con cierta dulzura en mi rostro, pero tendría que ir con cuidado ya que no sabía que artimañas se traía el otro entre manos. ¿Por qué tenía la intuición a flor de piel….Solo que ¿Qué tal empezar por un apretón de manos-….Discúlpeme….con tanto trabajo, se me olvida que tengo modales…-sonreí de lado, estirando una mano en señal de “presentación”, pero la retire enseguida, quizás estuviera metiendo la pata-….Oh…perdóneme…seguro le estaré incomodando…-suspire con cierta profundidad.

por Invitado Jue Sep 26, 2013 10:50 pm

“Ese momento en el que insisto que la confianza se puede destruir solo con un simple chasquido de dientes, de colmillos, de transformaciones.”

Me quedé observando, era la sensación más misericordiosa que podía tener. ¿Era quizá, porque el de ojos claros me recordaba a la pequeña Larisa? Estaba intrigado y por eso no pude terminar de notar aquella presencia en la niña. Una inmortal como yo que estaba en busca de una nueva presa para cenar. Se me habían helado los vellos de la piel cuando la vi actuar de forma tan, tan inocente. Era una perfecta jovencita de doce años, pero probablemente me pasaba en siglos, los cuales yo ni llegaba a tener. Estaba absorto en una angustia que me consumía hasta la médula. Relamí mis labios y con insistencia intenté seguir llamando la atención del muchacho, pero no parecía ceder, estaba pasmado en darle toda su atención a una niña que seguramente estaba esperando el momento exacto para saltar a su cuello. — No… Pero es qué~~~ — Refunfuñé, como explicaría aquel hecho? Cómo podía decirle a aquel rubio que la niña era una vampiresa sin hacerme notar yo mismo? No. Imposible, no debía hablar. Si lo mordía, solo acudiría al rescate y la sacaría del cuello como bien había aprendido a hacer en la Alianza. Metía dos dedos en su boca, tironeaba hacia abajo y con la otra mano la sacaba por arriba. Era la mejor forma de despegar ya sea un vampiro o cualquier tipo de animal, un lobo, una serpiente. Lo primordial era que no se desgarrara el pedazo de piel, cosa que ocurría habitualmente.

Y ahí estaba aquella escena que ya sabía que vendría, cerré los ojos, lo quería ser el observador principal, pero algo extraño sucedió, no hubo ningún ruido, el claro sonido de colmillos e incisos rasgando la piel había sido nulo y abrí los ojos rápidamente, aquel tipo había hecho movimiento rápidos, había contenido a aquel ser condenado al infierno, rápidamente y se me congelo la sangre al saber que estaba frente a un cazador o inquisidor. Miré lo más que pude, intenté buscar insignias de la iglesia, pero no encontré nada realmente amenazador. El rubio era un cazador, pero aun así tenía un ligero miedo que navegaba por mi columna. Y empecé a caminar hacia atrás, intentando disimuladamente salir huyendo. — Eh?!?! Dónde?! Dónde tengo, qué?!— Exaltado y miedoso, pegué un salto hacia atrás y levanté ambas manos, pestañeando alto tonto. Cuando me di cuenta que en la derecha tenía unos cuantos papeles a medio escribir. Los miré, se trataba de mis partituras, de aquello que había salido a terminar. Sonreí de lado y bajé las manos, haciendo una pequeña reverencia. Al fin y al cabo, asustarme por semejante acontecimiento no debería parecer extraño, cualquier humano se hubiese asustado, aunque claro, yo por él, los demás, por ella. — Ah! A-ahh... Unas simples partituras, Monsieur, lamento haberos molestado, sois vos un policía? — Preguntaba inocentemente, moviendo mis piernas de delante hacía atrás. Sonriendo sin mostrar los dientes, no quería que lo supiera y terminara teniendo que huir.

— Omh, sí, nací en Corea, pero la verdad es que no estuve demasiado tiempo por allí. Tenéis buen ojo! Que le pasará a la niña, Sir? No incomoda, gracias. Hace mucho frío hoy, no? — Sonriendo de lado, acerqué mi mano y antes de poder tomarla aquel otro la había alejado. Por un lado lo agradecía, quizá el notaba la pálida, perlosa y dulce textura de los vampiros. Le miré pestañeando e incliné un poco mi cabeza, sonriendo de lado, como para completar de alguna manera aquel saludo algo inesperado por parte de ambos. — Nono, no me incomodáis, todo lo contrario, parecéis alguien muy respetable, Monsieur. Es que me habéis dejado helado con eso. Parece que la niña ha estado poseída. Tan pequeña! Ojala la puedan curar… — Entrecerrando los ojos, esperando sacarle apenas una gota de información. Qué es lo que hacían con los vampiros que capturaban? A donde lo dejaban? Me intrigaba y por eso tragué saliva, teniendo aún estiradas las manos, mostrándole el papel, que probablemente alguien con tanto talento en las artes de ser cazador, no entendería. Aunque conocía a muchos eruditos de las artes marciales que conocían de música, pero a mí, simplemente me parecía algo demasiado fuera de serie como para pensar que podía pasar con aquel hombre que tenía los ojos del cielo.

“No se renace más de una vez.”

por Contenido patrocinado

¡Bang! ¡Bang! I got ya in the line! [Privado]

¡Bang! ¡Bang! I got ya in the line! [Privado]

Re: ¡Bang! ¡Bang! I got ya in the line! [Privado]

Re: ¡Bang! ¡Bang! I got ya in the line! [Privado]

Re: ¡Bang! ¡Bang! I got ya in the line! [Privado]

Re: ¡Bang! ¡Bang! I got ya in the line! [Privado]