Thread Crimson

[Invitado]

Recuérdame porque este mundo solía gustarme, susurra a mi oído porque amaba vivir,
ni amor ni sueños, nada queda desde que soy incapaz de ver la luz.

Dime porque ella llora a lo lejos bajo la incesante lluvia, tan solo veo nadar a un pequeño pez color carmesí, se ha caído, ha entrado en los charcos que la furiosa lluvia va dejando, busca como sobrevivir, y aun la veo sus ojos a lo lejos, desde este callejón que ahora se convierte en una guarida, una llena de pestilencias cuando la humedad se apodera de cada ladrillo, me gusta estar aquí, en las sobras, imaginando que es el rincón de la habitación, ella está triste, sus ojos me son conocidos, su silueta tiembla, no es por frío, ¿recuérdame porque amaba eso que llaman vida?, ¿lo añoraba tanto, porque muchos sufren al tenerla en plenitud?, quizás yo mismo acabe con las cuerdas del sufrimiento, cuéntame que de maravilloso tiene el volver a respirar, abrázame fuerte aunque invisible este, añórame a aunque no me conozcas, y camino en su dirección, me siento a su lado, en silencio, sin mover nada, ladeo el rostro para quedar tan cerca, lo más cerca, buscando un por qué a sus lágrimas, sigo sin moverme, pero ella sigue llorando hasta que su rostro se vuelve carmesí, esos bellos ríos que escurren de sus ojos azules se vuelven confundibles con el agua que cae sobre su rostro de porcelana. Yo no tengo quien me recuerde, ni siquiera tú, tengo miedo, me volví loco con el paso de los años, soy una hoja en blanco donde decidiste re-escribir algo, porque era mejor para los dos. Dime, ¡contesta de una vez!, ¿Cuál es mi nombre?, debo tener alguno que se ha perdido en las manecillas de aquel reloj, y si no puedes contestarme al menos deja que ella deje de sufrir, se ha levantado, camina con prisa, sabe a dónde ir, conoce ese camino fácil, yo no la detendré, no soy tan benevolente para hacerlo, pero sé que al menos dejará de llorar para lamentarse dentro de la confusión en la que subsistirá. Nada se moverá por sí solo, al igual que yo romperá aquellas cuerdas, ese hilo rojo que la conectaba a un cielo o infierno.

Camino lentamente tras ella, sigo sus pasos, me recuerda a la pequeña florecilla blanca que guarde en mis manos por meses, ¿la recuerdas?, también la admiraba, hasta que se volvió polvo para regresar a la amada tierra, desde el momento que le arranque su vida se limitaría, sería corta pero su camino no terminaría, las semillas que regresaron la volverían a la vida multiplicada las veces que fuera. La diminuta y blanca flor llena de pureza es teñida de rojo, camina agitada por el viento, busca la dirección de la perdición, ¿qué puedo yo hacer en estos casos?, quiero recuperar mis recuerdos, no quiero inventarme una historia como los espíritus que vagan por aquí, no quiero aferrarme a algo que nunca llegará, ¿no crees que es más doloroso estar así?, creo que tendría que dar gracias cuando me han salvado de la locura, porque fue eterna, era igual que ellos, me aferraba sin sentir afecto, mi ego se fue extendiendo debido a ello, pero aferrarse con terquedad ahora me parece estúpido. Ahí está la retirada jovencita, se aferra con terquedad al suelo, a la orilla del río, la corriente crece, como si se formaran olas, ahora estoy mojado por esta eterna lluvia, voy a ver todo irse con el agua, al igual que me lleve todo ese día, no me des nunca más, absolutamente nada. La florecilla permanece inmóvil como si hubiera encontrado el equilibrio entre las ventiscas y el agua, nada la arrastra, se ha dado cuenta de la fortaleza que tiene en el último minuto. ¿Dónde le duele?, dime.

La lluvia lo limpia todo, pronuncian mis labios obscenidades, la quieren, ella estará lista para venir, se ruboriza y finalmente se pierde en el vacío, su cuerpo es arrastrado por unos segundos en el agua, su cuerpo se llena de la lluvia, dejo de respirar al olvidar nadar, es un pez ahogado, dejo un beso de despedida y cruzo la calle con rapidez, de nuevo ahí está, aparece sobre la orilla del río, confusa, pero no visible y observa su ‘cuerpo’ como si estuviera ahí y después de unos minutos la terquedad aparece en toda su magnificencia, vuelve a arrojarse y aparece de nuevo, ¿así lucía yo?, justo ahora me pesa el cuerpo, me he mojado por completo, camino a su lado, pero no se inmuta, ahora luzco como un humano empapado, y volteo a verla, se da cuenta, mira a mis pupilas y yo a las suyas, entonces la dejo de lado, la dejo atrás para siempre y ella vuelve a mirar la corriente del agua, la diminuta flor que se asemeja a ti siempre estuvo temblando con tristeza en el viento. ¿Aún no me contarás mi verdadera historia, ni como fue mi muerte?, entonces seguiré poniéndote en mis letras, en mis tonadas y cantaré, te atormentare hasta arrastrarte conmigo, para que de una vez estemos juntos.