Crimson memories(Priv)

por **Ruth** Jue Abr 27, 2017 8:40 pm

Deprimida por lo que encontraría, por lo que simplemente quiero y no encuentro, un sentido a mi vida. Trabajo en los terrenos de campo de un conocido del orfanato en el que me crie, apenas me llega para comer en el día, para poder comprarme queso o algún condimento. Mi momento en esta vida era sobrevivir, ser más listo que el hambre y seguir luchando por lo que vale, por lo que uno quiere, ¿no?

¿No es eso lo que todo el mundo quiere? Algunas quieren ser mantenidas y tener asegurados sus futuros con maridos que tengan buenos dotes de los que a la vez estos, puedan enriquecerse, que puedan situarse con más poder que nadie.

De momento mis pies habían sido cobijados en lana que yo misma recogí de las lanas de las ovejas, de las que yo ahora con su algodón me calentaba los pies y mis zapatos estaban siendo inutilizados. Estaba descalza en una calle en la que nadie al parecer quiere acercarse por una superficie o creencia supersticiosa a la que nadie quiere afirmar.

Camino un poco hacia adelante, unas cuantas calles, y me encuentro en un mercado en el que hay de todo, pero al recordar que apenas me pagaban cuidando niños y limpiando casas, pensé seriamente en darme media vuelta, en ir en otra dirección ya que con lo poco que podía comprar me sentía una inútil y no quiero recurrir a la última opción que es la de tener que robar algo por poder sobrevivir. No quiero que me pille ese policía tan malhumorado que se las pasa entre alientos de alcohol y opio, mejor me comportaba, me aguantaría hasta que me dejaran comer del comedor de beneficencia para personas como nosotros. También los hilos con los que confeccionaba mis joyas o lo crear con lo poco que tenía para poder sacar unas monedas estaban gastándose con rapidez por lo que si no sacaba alguna venta, no podría ganarme el pan.

Suspire mientas me sentaba en un banco. Miraba la gente pasar. El sol acariciaba con sus rayos de sol a la gente, pero no eran lo suficiente fuertes como para quemar. Era tarde, podría decirse que son las seis de la tarde. Pronto anochecería….y sería hora de volver a casa, al establo en el que dormía…bueno…era una pequeña granja prestada para que pudiera vivir en ella a cambio de trabajar en el campo….pero olía igual a un establo, dos habitaciones, una de ellas con una habitación aparte y la otra era salón, cocina y entrada. Todo a la vista de todos….No me gustaba pero era lo que tenía por el momento. No iba a obtener más beneficios que ese.

por **Fabrice Laurent** Miér Jun 14, 2017 10:32 pm

Aquel día aunque provechoso, no fue del todo agradable para el investigador, quien salía de las calles del mercado con una canasta de manzanas, pago de la investigación hecha para la mujer que la vendía. La amable y bondadosa mujer no tuvo nada más con que pagar a Dylan por haber descubierto la infidelidad de su esposo y de hecho, el Laurent no pidió nada más. Él sabía lo difícil que era la vida en aquellos tiempos, así como lo que le costaría a la mujer recuperarse después de haber visto con sus propios ojos a su esposo con otra mujer, una mucho más joven pero nada bondadosa o humilde según las investigaciones del Laurent.

Así pues Dylan dejaba el mercado con sentimientos encontrados. Por un lado se hallaba complacido de tener frutas de tan excelente calidad para los días venideros, aunque por otro lado, las manzanas le recordarían el dolor de la mujer. De hecho, cada vez que los ojos del Laurent se posaban sobre las manzanas, a su mente venía el rostro compungido de la vendedora, los ojos llenos de lagrimas que no se derramaron cuando entrego el pago y la sonrisa forzada que siguió a las palabras gracias. Un suspiro salió de los labios del investigador que detenía su andanza y llevaba la vista al cielo.
– ¿Tuviste alguna vez esta clase de problemas, papá? – preguntó al cielo aunque ya sabía la respuesta. El padre del investigador había sido un hombre de corazón noble, alguien que pensaba más en ayudar que en las ganancias que obtendría, en especial cuando se trataba de buscar información para personas humildes, así que en múltiples ocasiones Dylan fue capaz de ver como es que sufría por esa capacidad de empatía que poseía para con el otro. Aunque claro, sus sufrimientos siempre los guardó para sí pues quería que su hijo fuera feliz.

Recordar a su progenitor, su manera de actuar, las enseñanzas de vida y todo lo que significo para él, llevó a Dylan a sonreír y agradecer en silencio pues ahora, sabía que era lo que tenía que hacer con las manzanas que llevaba en la canasta.

Retomando su andanza, el Laurent se dedico a usar una de sus habilidades más desarrolladas, la observación, para buscar personas necesitadas, personas de clase baja que vivieran en las calles y buscaran algo de alimento. Mientras avanzaba por las calles, fue capaz de encontrar individuos verdaderamente necesitados a los cuales se acercó a ofrecer amablemente una manzana y quienes aceptaron gustosos el ofrecimiento del joven, después de todo, la bondad se hallaba escasa en París desde hacía algo de tiempo.

La amable manera de actuar del investigador se extendió por varias calles. Dylan entonces entrego manzanas a niños, hombres y mujeres de su edad e incluso a ancianos, pero fue en el momento en que ya solo quedaban dos frutos más en la canasta que su mirada dio con el rostro de una joven que parecía ver pero sin realmente mirar. Con paso firme y decidido, el Laurent se acercó hasta ella y tomando uno de frutos, lo estiró en dirección a ella.
– ¿Manzana?.

por **Ruth** Mar Jun 27, 2017 5:43 pm

Sobresaltada me vi obligada a caer un poco hacia atrás en el pequeño asiento en el que estaba al lado de mi puesto de “joyería” hecha por mí. Cuando vi que el joven me ofrecía una manzana solo me quede mirándole - ¿está envenenada? – Pregunte siendo graciosa en aquellos momentos del día o tarde – Lamento mucho, pero no tengo con que pagarle – Dije con toda la vergüenza que pudiera tener, en realidad ¿Qué tenía yo para darle de vuelta? ¿Un chiste de mal gusto? – Pero puedo darle a cambio esta pulsera que seguro le trae suerte – Era todo lo que tenía en el momento, el me ofrecía una manzana como alimento, era cierto, estaba famélica pero me sentiría mucho peor si no le ofreciera algo en retorno.

– Gracias –

Tomé la manzana entre mis manos y dejándola sobre mi regazo, mis manos rápidamente le atan la pulsera verde alrededor de la muñeca de su mano y entonces, sujete la manzana contra mi pecho, como si fuera lo más preciado del día – Es usted muy bondadoso y eso es algo que escasea por estos lares, señor – Dije mientras abrillantaba la manzana contra mí el delantal de tela que cubría mi vestido, el único en realidad que tenía para poder vivir el día a día y si tenía algún roto, pues a coser.

Las personas estaban ocupadas en caminar hacia sus destinos, pero este joven que me ofreció una manzana y que con gusto acepte se había detenido persona por persona para ofrecernos un único y saludable alimento como lo era la manzana que ahora mismo me estaba comiendo con lentitud – Está deliciosa – Me sentía feliz mientras me tomaba este alimento prohibido - ¿Sabe usted que la manzana fue lo que empezó todo en el Edén? El fruto prohibido – Mi tono era perfectamente entendible y sarcástico y se podía notar que pensaba que Eva era una completa fresca, una golfa que hizo caso a una serpiente y entonces se fastidio todo.

Lo mismo por ese error ahora mismo estábamos el resto de mujeres pagando por ese error de tentación que tuvo. En verdad estaba rico la manzana que estaba degustando – Sí que sabe bien esta manzana, demasiado bien – Y en poco rato, solo quedaban los restos de las pepitas negras de las manzanas las cuales me guarde en el bolsillo del delantal que llevaba puesto este día, aunque en realidad, no había más vestidos. Me gustaría llevar un vestido color lila pastel, llevar un vestido pegado al cuerpo y que se delinease mi figura para ser la envidia de muchas y el deseo de muchos, una nueva vida, un techo en el que poder dormir y no preocuparse si te caerán chozos de punta cuando caiga una tormenta de lluvia.

por **Fabrice Laurent** Lun Sep 18, 2017 9:40 pm

La sorpresa de la joven a quien ofrecía la manzana, provoco que Dylan soltará una carcajada.
– Tranquila que no voy a lastimarte, solo estoy ofreciéndote algo – dijo buscando tranquilizar a la joven, que le observaba como si se tratará de un conejillo asustado en presencia de un terrible lobo que esta por comérselo. La manera de actuar de la joven era, por supuesto, completamente normal ya que en las calles los oficiales caminaban buscando pobres que culpar por actos que no cometían, solo para llevárselos presos y levantarse el cuello ante jefes que les seguirían ignorando por siempre – Por supuesto que esta envenenada, es lo que se le debe entregar a toda mujer hermosa para acabar con su vida – guiñó entonces un ojo, satisfecho de ver que la muchacha se relajaba ante su presencia – y no es necesario que me des algo a cambio – observó sobre su hombro, esperando que la curiosidad de la fémina le hiciera observar a donde él y s percatará entonces de que Dylan, había entregado manzanas por toda la calle.

Entregada la manzana, el Laurent pensaba retirar su mano, misma que fue sujetada por las delicadas manos de la muchacha, quien rápidamente amarró una pulsera en la muñeca del investigador, alegando que era su manera de pagarle y que le llevaría suerte.
– Dije que no era necesario que me pagaras de alguna manera – se miró la mano y la pulsera que ahora la decoraba – pero gracias, cuidare de esta pulsera y la tratare como una de mis posesiones más valiosas – y de hecho, trataría aquella pulsera como el verdadero pagó por sus servicios a la vendedora de manzanas.

– Que bueno que te ha gustado – tomaba entonces la manzana restante para darle él una mordida, al tiempo que escuchaba la reflexión de la joven sobre la manzana, el fruto prohibido del Edén – Lo sabía, si y te diré algo – mordió de nuevo la manzana y tras hacerlo, se sentó en el suelo, al lado de la jovencita – Valió la pena cometer ese pecado, por eso es que estamos en este mundo – añadió tras tragar el trozo de manzana que tenía en la boca. Observó despues de reojo a la joven – Si las cosas hubieras sido diferente, quizás ninguno de nosotros estaríamos aquí – dicho eso guardo silencio y continuo degustando su manzana, al lado de aquella fémina que no tenía nada que ofrecer más que sus pulseras y su compañía – y… ¿Cómo te llamas? – preguntó curioso, observando como es que ella guardaba los huesecillos de la manzana.

por **Ruth** Miér Sep 27, 2017 6:22 pm

Ruth no pudo evitar reír con el dorso de la mano tras sus labios.

El joven de las manzanas se veía gracioso comiendo con la boca llena.

-Es usted un remedio. No debería de comer con la boca llena o se atragantará. – Sonriendo, ladeo de lado su cabeza – Ruth. Me llamo Ruth desde que puedo recordar….o ese fue el nombre que me puso la madre superiora en el orfanato….-Bajando la cabeza algo avergonzada, Ruth comenzó a hacer un par de pulseras distintas al diseño de la que le había regalado a cambio al joven a cambio de comida.

- ¿Y usted? ¿Con quién tengo el honor de dirigirle la palabra? – Pregunto con gracia y serenidad. No estaba algo nerviosa porque hubiera un hombre a su lado o porque ella fuera una mujer soltera y que estuviera al lado a lo mejor de alguien que a lo mejor si estaba en estado o en situación de una relación amorosa. Eso a Ruth apenas le importaba pues la bondad que le había mostrado el joven había sido suficiente para que ella se fijara en él.

La gente pasaba por el lado de ella, una señora mayor, torpemente se había chocado con el puesto de Ruth dejando algunas pulseras que se cayeran al suelo. Inmediatamente recogió las pulseras, pero recordó que estaba en compañía y prefirió ahorrarse las lágrimas. No quería que la viera que era una persona completamente débil y que no servía para nada más que servir o limpiar el suelo. Volvió a sentarse en su sitio, se abrigo un poco más con una tela gruesa de abrigo y sus manos seguían uniendo hilos y borlas preciosas.

-Sobre la manzana – Ruth observo como el joven se comía la manzana con pleno gusto – sigue siendo un pequeño icono de tentación entre un hombre y una mujer, la mejor manera de librarse de la tentación era caer en ella. Sin embargo nadie sabe cómo salir de ella – dirigiéndose con cierto desparpajo hacia el joven, Ruth le sonreía de manera sonriente, como si quisiera coquetearle con una simple y dulce mirada a través de los ojos ajenos. Sus cabellos se movieron hacia delante y hacia el lado, como si quisiera estar queriendo tener algun tipo de seduccion sobre el joven con el que estaba a su lado o cerca de ella misma.

por **Fabrice Laurent** Lun Oct 16, 2017 10:47 pm

Era la primera vez en su vida que era reprendido respecto a malos modales por una jovencita de la calle, así que no pudo evitar reírse, después de haber tragado el trozo de manzana que tenía en la boca.
– Tienes mucha razón, no debe comerse con la boca llena – le miró divertido – pero es que tenía tanta hambre y tantas ganas de hablar contigo que debía hacer las dos cosas al mismo tiempo, pero te pido una disculpa, has visto algo desagradable de mi parte – no estaba acostumbrado a que muchachas humildes como la que ahora se encontraba fueran tan educadas, pero le agradaba toparse con alguien así.

Ruth. Ese era el nombre con el que la muchacha castaña se presentaba ante él y justo cuando la curiosidad estaba por obligarlo a cuestionarle sobre su apellido, la muchacha menciono el orfanato, detalle que llevó a Dylan a callar.
– Es un nombre muy bonito – aseguró sin agregar nada más pues no creía tener nada apropiado que decir. La tensión que se formara en el ambiente fue eliminada por completo debido a Ruth y su pregunta, esa que el investigador no tardó en responder, mientras lucía una enorme sonrisa en sus labios – Yo soy Dylan Laurent, investigador privado – hizo una especie de reverencia – para servirle señorita Ruth – terminaba de hacer aquella presentación tan singular cuando una mujer paso cerca del puesto de pulseras, tirando al suelo varias de ellas. Molesto, el investigador se levanto, decidido a reclamar a la mujer, sin embargo, fue la expresión acongojada de Ruth lo que le hizo detenerse. La muchacha parecía sufrir demasiado, así que lo mejor sería que él se mantuviera al limite y no le creara más malos recuerdos a la chica. Un suspiro salió de los labios del Laurent, que se dirigió no a la mujer que arruinara el puesto, sino a Ruth – Déjame ayudarte – pidió antes de inclinarse al lado de ella y recolectar algunas de las pulseras únicamente para posteriormente regresarlas a su sitio y volver a sentarse ambos.

Los ojo de Dylan se mantenían fijos en las manos de Ruth, que veloces, tejían más pulseras para el puesto.
– Eres muy habilidosa… me preguntó, ¿Podría también yo tejer una de esas pulseras? – preguntó aún sin apartar a vista de los dedos habilidosos de la muchacha, que de manera sorpresiva volvía a retomar el tema de la manzana prohibida, solo que esta vez, lo hacía tratando de seducir al investigador, quien no pudo no darse cuenta de la intención de la muchacha – No se sabe como salir de ella cuando la tentación es puesta adecuadamente – con una sonrisa en los labios y de manera más bien cariñosa, Dylan le dio un golpecito en la frente a Ruth – pero si no sabes poner tentación mejor no lo hagas.

por **Ruth** Vie Oct 27, 2017 10:11 pm

Un evidente rubor en sus mejillas apareció en sus mejillas mirando hacia abajo cuando Dylan le dijo aquello último. Sus habilidosas manos dejaron de trabajar y volviendo a reaccionar de nuevo, esta se quedó mirando a Laurent de manera fija e incesante.

- Lamento mi picardía – Sonriendo con aquella sonrisa dulce que le caracterizaba tanto, quería seguir hablando con el detective pero no sabía de qué hablar con él, pero algo se le ocurrió – al menos se intentó – Sonriendo hasta soltar una risita volvió a mover las manos habilidosas sobre los hilos pero volvió a detenerse – Gracias por la ayuda…lo de las pulseras – refiriéndose a la ayuda que le había ofrecido, Ruth estaba bien agradecida. Ya le costaba demasiado mantener el puesto de pulseras llenas y bonitas por ello lo que hacía le gustaba y disfrutaba siempre y cuando no hubiera mujeres estúpidas que te quieren pisotear.

-¿No tiene cosas que hacer? –Preguntando por simple curiosidad, si era un detective tendría cosas que hacer lo mismo, tendría que vérselas en la búsqueda de algún criminal, algún sospechoso que salta a la vista pero no, estaba a su lado, ella no se lo creía tampoco – si es detective, puedo presentar una denuncia? – aunque no sabría cómo pagaría en realidad por los servicios prestados por aquel con quien estaba acompañada en aquel preciso momento.

- Pero hablando sobre la mujer que ha pasado por aquí – miro a ambos lados - ¿es que la gente no tiene respeto? O ¿Por qué somos tratados…de tal manera a aquellos que no tienen recursos siquiera. Es frustrante y me hace querer explotar de la rabia que se me acumula en mi interior – Mientras decía esto, Ruth gesticulaba con las manos, hacia muecas para intentar poder entenderse con ella y con los demás.

Y como si hubiera dicho algo premonitorio, la mujer de antes volvió al puesto de Ruth, esta se levantó para poder atenderla, pero lo que hizo dicha mujer fue coger de raíz la manta en que tenía las pulseras y dicha mujer daba la vuelta a la manta desbaratándolo todo, desordenándolo todo a mala gana, como deseando todo mal a Ruth que para cuando cumplo con su fechoría, dicha mujer se fue del lugar para no aparecer nunca mas.

por **Fabrice Laurent** Mar Nov 14, 2017 10:37 pm

No quiso verse rudo o grosero con la muchacha pero le parecía mejor dejarle en claro desde un comienzo que él no estaba en busca de una conquista.
– No tienes porque disculparte, de ser yo otra persona no hubiera dudado en prestarte atención de la manera en que esperabas – le sonrió – y si, al menos lo intentaste – guardo silencio unos segundos mientras que rebobinaba la escena – aunque tienes que practicar un poco más, hacerlo menos obvio y entonces, podrás tentar a cualquiera que te propongas – abandonando entonces el tema de la seducción, Ruth retomo su trabajo con las pulseras mientras que el investigador seguía sin perder detalle de lo que hacía – Nada de agradecer, ayude porque era lo correcto hacer – agregó sin mirarle a la cara sino las manos que ya casi terminaban una nueva creación.

Dylan era estricto en sus horarios cuando tenía trabajo por realizar pero ese día en particular, su deber ya estaba concluido y por eso era que se daba el lujo de permanecer al lado de la joven.
– ¿Te molesta qué este aquí? – preguntó sonriendo divertido pues notaba que la intención en la pregunta de Ruth no era hacerle sentir incomodo o indicarle que se fuera, sin embargo, le agradaba ver el rostro apenado de la joven – No soy detective por parte de la policía – señaló – soy detective privado, pero dependiendo de lo que quieras lograr, creo que puedo ayudarte con una denuncia – tras decir eso, permitió que la muchacha se explayara, que le contará que era lo que estaba ocurriendo.

– La gente tiende a ser mala, en especial aquellos que creen que han nacido con privilegios sobre los demás, que es justo lo que esa mujer cree – de manera cariñosa acaricio la cabeza de Ruth – pero no te preocupes, nos encargaremos de que esa mujer pague – pero antes de que aquella mujer pudiera pagar algo, serían ellos una vez más los que se enfrentarían a las perdidas. De manera inesperada la mujer volvió y se detuvo frente al puesto de Ruth. La muchacha, se levantó presurosa y Dylan espero escuchar de los labios de la engreída mujer una disculpa, sin embargo, sus sorpresa fue mayúscula al ver que la intención de la dama no era otra más que destruir el puesto de Ruth. Atónitos, tanto Ruth como Dylan no hicieron nada más que observar el desprecio con que la mujer ejecutaba su plan, mismo que una vez concluido, simbolizo para ella, el momento de partir, dejando tras de si, destrucción y confusión.

por **Ruth** Mar Nov 28, 2017 6:08 pm

Ruth no se dejo intimidar por la mujer que le desbarato todo el tinglado con sus mercancías. Solamente suspiraba profundamente hasta que finalmente fue recogiendolo todo poco a poco con cuidado. Procuro que nada se le fuera sustraido y que poco a poco todo acabara bien. Estaba con Dylan, un joven apuesto y amable que estaba haciendole compañia y aquello le quitaba la pena de ver su negocio en el suelo de Paris.

A ella siempre le habia costado siempre demasiadas cosas en la vida, siempre le habia costado situarse en el mundo de los negocios, siempre le había costado situarse para poder solventar sus problemas o envidias de otros mercaderes, probablemente no es que estuviera en la mejor de las posiciones sociales, es decir, era una pobretona con un simple y gastado vestido del que no hacia nada más que ser ignorada por la sociedad de la media y la alta cuna. Oh, sus pertenencias, finalmente fueron recogidas hasta la superficie plana de aquella mesa de fina madera en donde habitaban tranquilas sus bienes mas preciados y el trabajo de todo un momento de inspiracion. Como dijo Dylan, había gente que no sabia como era trabajar, ponerse a sudar como cochinillo por un sueño.

- No te preocupes Dylan - Ruth suspiró profundamente. Otra vez....pero sus palabras se congelaron en cuanto su cuerpo comenzaba a desfallecer delante de Dylan y de todos los demás presentes que paseaban cerca del detective y la pobre muchacha de las manzanas y las pulseras artesanales.

PASADAS VARIAS HORAS

Ruth despertaba dentro de lo que parecia un albergue bien acomodado, pese a la fama que tenia este tipo de lugares. Los beneficios comunes de un albergue era el poder traer consigo gente que necesitara cobijo durante un par de noches solamente para poder descansar y asi seguir con la travesia que este estuviera llevando consigo, pero sin embargo, en aquel caso, Ruth se sentia avergonzada estando en un lugar como ese. No era que por que era pobre merecia estar en uno, pero estaba Dylan a lo lejos, sentia verguenza por estar ahi y que él la viera exactamente en aquel lugar, lleno de un mobiliario pobre, desgastado por el paso de los tiempos, la cama en la que descansaba podía palmar las sábanas y de ahi saldría infinitas razones para coger la peste o alguna otra enfermedad contagiosa.

- .... - No queria ir hasta Dylan. Sentia el rubor en sus mejillas, su cabeza comenzaba a dar vueltas y se miró el brazo izquierdo el cual estaba vendado desde el codo. Frunciendo su ceño se preguntó qué diantres habría pasado en aquel desfallecimiento momentaneo que tuvo horas atrás probablemente.

por **Fabrice Laurent** Miér Feb 14, 2018 10:50 pm

Ruth tenía muy mala suerte o las personas en París se volvían cada día más despreciables; y aunque al Laurent le hubiera gustado apostar por la opción de la mala suerte de la joven, la realidad era que la situación en la ciudad era cada vez más tensa. La inquisición estaba más sobre inocentes en busca de sobrenaturales, mientras que los verdaderos sobrenaturales amenazaban la integridad de los mortales comunes, volviéndolos sus juguetes. La vida se estaba volviendo pues complicada para todos y el mal humor, así como las muestras de odio estaban más a la orden del día que cualquier otra cosa.

Si bien Dylan deseaba perseguir a la malhumorada mujer, detenerla y humillarla en público, su interés principal se encontraba en proteger a Ruth, quien de manera veloz comenzó a recoger su mercancía. Un suspiro salió de los labios del investigador, quien segundos después, ya se encontraba también recogiendo algunas de las pulseras hechas por la joven.
– Pero esto no se quedará así, recuerdo los rostros muy bien y para desgracia de esa mujer, se ha metido con alguien a quien no le agradan las injusticias – quizá Ruth se preguntaría qué era lo que alguien de apariencia también humilde como Dylan podría hacer y la verdad es que la respuesta radicaba en la profesión del Laurent. El investigador planeaba pues encontrar los más bochornosos secretos de aquella mujer para después, exponerlos ante toda la sociedad parisina y aunque eso parecía ser poco, Dylan sabía que arruinaría para siempre la reputación de la mujer – Tú eres la que no debe preocuparse – menciono segundos antes de ver como es que Ruth terminaba tendida en el suelo.

– Ruth… – El Laurent pronunció el nombre de la muchacha antes de acercarse a ella. Al cerciorarse de que la muchacha no recuperaba el conocimiento, Dylan tomó como pudo las pocas pertenencias de ella y cargándola en sus brazos, se encamino hasta el albergue más cercano, mismo en el que pidió que se atendiera a la joven. En un principio las encargadas del albergue se mostraron renuentes en recibir y atender a Ruth, sin embargo, fue la insistencia del Laurent lo que acabo por hacer que las damas le ofrecieran una avejentada cama para la muchacha.

Dylan permaneció al lado de Ruth durante un par de horas, pero al ver que ella se mantenía aun inconsciente pero estable, decidió encargarla con las mujeres que atendían el lugar. Él no quería abandonar ahí a la muchacha, aún así, era consciente de que debía encargarse de otros asuntos antes de volver al lado de ella, así que sin regresar a ver una vez más a Ruth, el investigador salió del albergue y se encamino a la zona residencial de París pues ese día tenía una misión personal que cumplir.

TERMINADO

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