AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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• Another day whitout memories •
Había sido un día relativamente tranquilo. Después de superar el impacto inicial de su situación, había decidido salir a pasear un rato por las calles de París, echar una mano a su madre en el mercado y luego volver a casa para arreglarse un poco. La mujer le decía que no tocara el pescado, que llamara la atención de los clientes si quería pero que no se llenara los dedos con el olor del producto, porque eso echaría atrás a los posibles clientes que pudiera tener al caer la noche. Al principio le había resultado desagradable, pero a medida que el día pasaba, se le iba pasando.
Había sido definitivamente extraño eso de despertarse y que le dijeran que tenía un problema en la cabeza, que cuando dormía sus recuerdos no se almacenaban y que por eso al despertar al día siguiente, seguía encerrado en los diecisiete años. Al parecer había vivido esa rutina durante casi tres años seguidos; despertarse, conocer la verdad y afrontarla. Luego siempre subía a su cuarto y se pasaba unos minutos allí. Por pura inercia, metía las manos bajo la almohada, en busca del libro que su amante le había regalado, pero en lugar de esto encontraba una especie de diario, con su propia letra -y pésima caligrafía- adornándolo. Eran detalles de algunos días pasados, algunas cosas se repetían como: "El hombre del bigote...", "La señora de joyas brillantes...", etc. Supuso que cada día apuntaba los detalles que más le habían llamado la atención del día. Habían regalos, chistes, advertencias. Era curioso, no recordaba nada y sin embargo sabía que era su letra, sabía que eran sus recuerdos.
Con un suspiro decidía que no valía la pena seguir envejeciendo y que si debía vivir solo un día cada vez que se despertaba, lo disfrutaría todo lo que pudiera, sin dejar de cumplir sus tareas, claro. Para François la familia era lo primero, y sabía las necesidades que pasaban y que desempeñar un trabajo como el suyo era algo importante. Así que por la noche se puso un traje, que no recordaba haber adquirido, se arregló un poco el cabello y se fue hacia el burdel de París. Sus padres le dijeron que estuviera allí y simplemente los cientes se acercarían, hombres y mujeres. Que fuera como él siempre había sido, agradable. Así pues, eso hizo. Se puso en un lado del burdel, mirando a todas partes, totalmente fuera de lugar a pesar de estar allí día tras día desde hacía tres años.
Había sido definitivamente extraño eso de despertarse y que le dijeran que tenía un problema en la cabeza, que cuando dormía sus recuerdos no se almacenaban y que por eso al despertar al día siguiente, seguía encerrado en los diecisiete años. Al parecer había vivido esa rutina durante casi tres años seguidos; despertarse, conocer la verdad y afrontarla. Luego siempre subía a su cuarto y se pasaba unos minutos allí. Por pura inercia, metía las manos bajo la almohada, en busca del libro que su amante le había regalado, pero en lugar de esto encontraba una especie de diario, con su propia letra -y pésima caligrafía- adornándolo. Eran detalles de algunos días pasados, algunas cosas se repetían como: "El hombre del bigote...", "La señora de joyas brillantes...", etc. Supuso que cada día apuntaba los detalles que más le habían llamado la atención del día. Habían regalos, chistes, advertencias. Era curioso, no recordaba nada y sin embargo sabía que era su letra, sabía que eran sus recuerdos.
Con un suspiro decidía que no valía la pena seguir envejeciendo y que si debía vivir solo un día cada vez que se despertaba, lo disfrutaría todo lo que pudiera, sin dejar de cumplir sus tareas, claro. Para François la familia era lo primero, y sabía las necesidades que pasaban y que desempeñar un trabajo como el suyo era algo importante. Así que por la noche se puso un traje, que no recordaba haber adquirido, se arregló un poco el cabello y se fue hacia el burdel de París. Sus padres le dijeron que estuviera allí y simplemente los cientes se acercarían, hombres y mujeres. Que fuera como él siempre había sido, agradable. Así pues, eso hizo. Se puso en un lado del burdel, mirando a todas partes, totalmente fuera de lugar a pesar de estar allí día tras día desde hacía tres años.
Última edición por François el Lun Mayo 27, 2013 7:27 pm, editado 1 vez
François*- Prostituto Clase Baja
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Re: • Another day whitout memories •
Aquel no era precisamente el lugar al cual un vampiro cegaton como él iría. De hecho era de los pocos lugares en París a los cuales sólo había ido una vez, habían pasado años desde entonces y nunca había tenido la necesidad de volver, hasta esa noche. Se había levantado temprano como siempre hacía y más ahora que no tenía su casa y le estaba tocando dormir en una improvisada cabaña cercana al bosque. "Sólo falta que un licántropo me coja desprevenido en esa cabaña" pensaba algo malhumorado mientras se encaminaba al burdel "Con la suerte que tengo... seguro se me aparece hasta un oso"
Caminó por las calles de París a paso rápido pues no quería perder más tiempo, esa noche tenía una misión muy importante que cumplir, así que con paso firme se acercó a la entrada. El vampiro llevaba sus gafas cuadradas que le daban ese aspecto de antigüedad de museo, usaba un saco negro empolvado, con bufanda azul oscura y pantalones haciendo juego, iba sin sombrero porque él último que le quedaba se había roto hacía un par de semanas. Apretó el cuaderno de bocetos que traía bajo el brazo y se acercó a la primera persona que vio.
- Disculpe Jovencita - Comenzó sin mirarla a los ojos - No se como decir esto... ejem... - Se llevó una mano a la boca como para decirle algo en secreto sin acercarse demasiado pues Soren respetaba mucho el espacio personal de la gente (como el esperaba que la gente hiciera con él) - ¿Trabaja... usted aquí? -
¿Porqué resultaba tan incómodo preguntar abiertamente si aquella mujer era una prostituta? Aquella chica de ojos claros y mentón... un momento, la nariz...
Soren dió un respingo, reparando el rostro de su interlocutor y entonces su pálido rostro tomó un color sonrosado al notar que había cometido un error.
Caminó por las calles de París a paso rápido pues no quería perder más tiempo, esa noche tenía una misión muy importante que cumplir, así que con paso firme se acercó a la entrada. El vampiro llevaba sus gafas cuadradas que le daban ese aspecto de antigüedad de museo, usaba un saco negro empolvado, con bufanda azul oscura y pantalones haciendo juego, iba sin sombrero porque él último que le quedaba se había roto hacía un par de semanas. Apretó el cuaderno de bocetos que traía bajo el brazo y se acercó a la primera persona que vio.
- Disculpe Jovencita - Comenzó sin mirarla a los ojos - No se como decir esto... ejem... - Se llevó una mano a la boca como para decirle algo en secreto sin acercarse demasiado pues Soren respetaba mucho el espacio personal de la gente (como el esperaba que la gente hiciera con él) - ¿Trabaja... usted aquí? -
¿Porqué resultaba tan incómodo preguntar abiertamente si aquella mujer era una prostituta? Aquella chica de ojos claros y mentón... un momento, la nariz...
Soren dió un respingo, reparando el rostro de su interlocutor y entonces su pálido rostro tomó un color sonrosado al notar que había cometido un error.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: • Another day whitout memories •
Y allí estaba él, mirando a las voluptuosas muchachas que se paseaban de un sitio a otro, a los chicos bastante más recatados que a veces le dirigían sonrisitas cómplices, lo que le hacía pensar que trabajaban allí y sabían que él también. E incluso a los clientes que le dirigían alguna que otra mirada de vez en cuando. Una mujer, que debía rondar los cincuenta años o quizás más, enjoyada hasta los dientes y con un corpiño que más que hacer hermosa su figura parecía agarrar un montón de carnes sin sitio adjudicado, no le quitaba ojo desde hacía rato. Fran estaba nervioso, la sola idea de tener que satisfacer a una mujer así le ponía el vello de punta y le causaba escalofríos. Pero lo veía venir, porque ella dio un par de pasos hacia su posición. Hasta que se paró de repente, haciendo una mueca como la de un niño que acaba de ver cómo otro toma primero el juguete que quería. Y el rubio escuchó esa voz, que lo trató de mujer.
— Gracias a Dios. — susurró, sin poder evitarlo, fijándose en aquel peculiar desconocido con aquellas enormes gafas. No recordaba haber leído nada referente en su diario, sin duda sería algo para apuntar, era una característica verdaderamente llamativa. Pero en lugar de en su aspecto, tuvo que reparar en sus palabras. Lo acababa de tratar como a una muchacha, vale que él no era precisamente el rey de la masculinidad, tenía algunos rasgos más delicados que otros hombres, pero aun así se notaba que no era mujer; no tenía pecho y no vestía como una. Definitivamente aquel pobre hombre no gozaba de un perfecto don de la vista, por lo mismo, no se ofendió, solo sonrió con cierta condescendencia sin poder evitarlo — Pues sí trabajo aquí, pero como ya debe haberse dado cuenta, monsieur...me temo que no soy una chica. — había notado como el otro se había percatado de su error, aun así, tenía una clara meta en mente, no dejarlo escapar, aunque fuera por un rato. De reojo podía ver como aquella vieja aun lo observaba, como si esperase que el varón no pidiera sus servicios para así acercarse ella. Fran tenía que estar ocupado aunque fuera por un rato, hasta que aquella mujer eligiera a otro para pasar la noche — Pero igual puedo ayudarle. Si no soy...algo que le agrade, puedo echarle una mano para encontrar a una muchacha que cumpla con sus expectativas.
Como si él fuera capaz de recordar quienes trabajaran allí, en fin. De todas formas, tampoco era tan complicado, las prostitutas se vestían de una forma definitivamente llamativa, y no es que en el burdel el nivel de féminas fuera exagerado, pocas eran las clientas, quizás porque resultaban mucho más pudorosas que los hombres. Excepto aquella maldita señora que no le quitaba ojo y le hacía temblar las piernas del disgusto. Así que si tenía que fingir que era todo un versado en las chicas de compañías para entretenerlo un rato...vaya que lo iba a hacer.
— Gracias a Dios. — susurró, sin poder evitarlo, fijándose en aquel peculiar desconocido con aquellas enormes gafas. No recordaba haber leído nada referente en su diario, sin duda sería algo para apuntar, era una característica verdaderamente llamativa. Pero en lugar de en su aspecto, tuvo que reparar en sus palabras. Lo acababa de tratar como a una muchacha, vale que él no era precisamente el rey de la masculinidad, tenía algunos rasgos más delicados que otros hombres, pero aun así se notaba que no era mujer; no tenía pecho y no vestía como una. Definitivamente aquel pobre hombre no gozaba de un perfecto don de la vista, por lo mismo, no se ofendió, solo sonrió con cierta condescendencia sin poder evitarlo — Pues sí trabajo aquí, pero como ya debe haberse dado cuenta, monsieur...me temo que no soy una chica. — había notado como el otro se había percatado de su error, aun así, tenía una clara meta en mente, no dejarlo escapar, aunque fuera por un rato. De reojo podía ver como aquella vieja aun lo observaba, como si esperase que el varón no pidiera sus servicios para así acercarse ella. Fran tenía que estar ocupado aunque fuera por un rato, hasta que aquella mujer eligiera a otro para pasar la noche — Pero igual puedo ayudarle. Si no soy...algo que le agrade, puedo echarle una mano para encontrar a una muchacha que cumpla con sus expectativas.
Como si él fuera capaz de recordar quienes trabajaran allí, en fin. De todas formas, tampoco era tan complicado, las prostitutas se vestían de una forma definitivamente llamativa, y no es que en el burdel el nivel de féminas fuera exagerado, pocas eran las clientas, quizás porque resultaban mucho más pudorosas que los hombres. Excepto aquella maldita señora que no le quitaba ojo y le hacía temblar las piernas del disgusto. Así que si tenía que fingir que era todo un versado en las chicas de compañías para entretenerlo un rato...vaya que lo iba a hacer.
François*- Prostituto Clase Baja
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Re: • Another day whitout memories •
El sonrojo le duró todo el tiempo en el que el chico habló. Realmente era un vampiro muy torpe ¿Confundir a un hombre con una mujer? ya era el colmo, pero Soren tenía tantas cosas en mente en ese momento que simplemente no se había fijado antes de hablar, carraspeó y bajó la mirada de nuevo - Disculpe mi descuido Monsieur -
Se acomodó las viejas gafas y notó que el chico estaba dispuesto a conseguirle una mujer si no le satisfacía su servicio, Soren dio otro respingo y sus ojos azules se posaron en el rostro del joven humano, detalló su rostro delicado, el puente alto de su nariz, su cabello ligeramente ondulado y reflexionó si sería buen material. Concluyó que no tenía porque ser una mujer, al fin y el cabo, el arte era arte y el sexo... una cosa completamente distinta.
- No necesito una señorita, muchas gracias - Le explicó sin sonreír, más con una voz afable - ¿Le parece si vamos a un sitio donde podamos hablar con más privacidad - Agregó pues la mujer que llevaba un buen rato mirando lo tenía azorado, casi sentía su respiración en la nuca y no quería sentirse cohibido.
Esa noche quería sentirse libre y expresar todo lo que traía por dentro. Necesitaba hacer magia con los dedos.
Se acomodó las viejas gafas y notó que el chico estaba dispuesto a conseguirle una mujer si no le satisfacía su servicio, Soren dio otro respingo y sus ojos azules se posaron en el rostro del joven humano, detalló su rostro delicado, el puente alto de su nariz, su cabello ligeramente ondulado y reflexionó si sería buen material. Concluyó que no tenía porque ser una mujer, al fin y el cabo, el arte era arte y el sexo... una cosa completamente distinta.
- No necesito una señorita, muchas gracias - Le explicó sin sonreír, más con una voz afable - ¿Le parece si vamos a un sitio donde podamos hablar con más privacidad - Agregó pues la mujer que llevaba un buen rato mirando lo tenía azorado, casi sentía su respiración en la nuca y no quería sentirse cohibido.
Esa noche quería sentirse libre y expresar todo lo que traía por dentro. Necesitaba hacer magia con los dedos.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: • Another day whitout memories •
Le ponía un poco nervioso la forma en la que ese chico lo miraba, evidentemente porque no era capaz de leer sus pensamientos, y la lógica en su mente era que si un hombre iba a un burdel, es porque buscaba un alivio para su cuerpo, así que no se sentía más que un bocado bajo los ojos de un montón de depredadores. Aun así, y sincerándose consigo mismo, tuvo que reconocer que prefería ser el bocado de aquel varón que el de la vieja desagradable. Nunca se consideró alguien capaz de retozar con personas de su mismo sexo, realmente era una obligación de su trabajo, o eso pensaba, claro.
— Oh...— alivio, miedo, preocupación, vergüenza; sintió todo en un mismo segundo cuando le pidió que fueran a otro sitio. Él no recordaba cómo satisfacer a un hombre y no quería que las cosas se pusieran feas. Pero aquel en especial tampoco parecía de gustos muy extraños, es más, hasta le daba la sensación de que era amable. Al final solo olvidó todo eso y sonrió, asintiendo despacio — Claro, si me hace el favor de seguirme. — se puso en marcha, con el corazón latiéndole muy fuerte en el pecho. La mujer mayor, al ver que el muchacho ya había encontrado un cliente, hizo una pequeña mueca de frustración, frunciendo los labios como una niña pequeña y buscando alguien más en quién invertir sus incontables francos.
Caminó hacia la zona en la que estaban las habitaciones. Ya rato antes le habían dicho dónde podía ir, más bien cuál era su cuarto cuando trabajaban, así que entró en este, dejando que pasara el otro chico antes de cerrar, suspirando después. No era una gran habitación; una cama, una mesilla de noche y un pequeño mueble con un par de cajones y un espejo. Era austera pero tampoco necesitaba mucho más, al menos estaba limpia, para lo que se podía encontrar por ahí...
— Mucho mejor, ciertamente ahí abajo con tanto escándalo es un poco difícil hablar. — murmuró, sonriendo con suavidad. Le temblaban las manos, así que se las agarró para poder disimular — Entonces...¿qué puedo hacer por usted, monsieur?
— Oh...— alivio, miedo, preocupación, vergüenza; sintió todo en un mismo segundo cuando le pidió que fueran a otro sitio. Él no recordaba cómo satisfacer a un hombre y no quería que las cosas se pusieran feas. Pero aquel en especial tampoco parecía de gustos muy extraños, es más, hasta le daba la sensación de que era amable. Al final solo olvidó todo eso y sonrió, asintiendo despacio — Claro, si me hace el favor de seguirme. — se puso en marcha, con el corazón latiéndole muy fuerte en el pecho. La mujer mayor, al ver que el muchacho ya había encontrado un cliente, hizo una pequeña mueca de frustración, frunciendo los labios como una niña pequeña y buscando alguien más en quién invertir sus incontables francos.
Caminó hacia la zona en la que estaban las habitaciones. Ya rato antes le habían dicho dónde podía ir, más bien cuál era su cuarto cuando trabajaban, así que entró en este, dejando que pasara el otro chico antes de cerrar, suspirando después. No era una gran habitación; una cama, una mesilla de noche y un pequeño mueble con un par de cajones y un espejo. Era austera pero tampoco necesitaba mucho más, al menos estaba limpia, para lo que se podía encontrar por ahí...
— Mucho mejor, ciertamente ahí abajo con tanto escándalo es un poco difícil hablar. — murmuró, sonriendo con suavidad. Le temblaban las manos, así que se las agarró para poder disimular — Entonces...¿qué puedo hacer por usted, monsieur?
François*- Prostituto Clase Baja
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Re: • Another day whitout memories •
Lo que percibió primero fue el miedo, el miedo de un mortal se manifestaba casi como un reflejo involuntario para una criatura como él, era un miedo que se le antojaba dulce, quizás sabía a chocolate aunque pensándolo bien, debía ser vainilla por el color de piel del jóven. Soren no tenía la habilidad de leer los pensamientos (y era un alivio) pero el miedo era algo que podía percibir fácilmente y mientras caminaba tras del chico, adentrándose en el burdel, se preguntaba cual sería la razón de ese miedo.
El lugar era muy parecido a como lo recordaba, la misma sensación desagradable de estar en un lugar manchado de pecado y suciedad lo sobrecogió, recuerdos de mujeres voluptuosas que le miraban con lujuria llegaron a él en segundos y desaparecieron una vez entraron en la habitación. El vampiro olfateó el lugar y lo observó con curiosidad, las habitaciones siempre reflejaban algo de la persona y a el le encantaba descubrir esos pequeños detalles.
- ¿Es su habitación? - Murmuró más para si mismo que para el joven y observó la mesita de noche acariciándola con la palma de la mano enguantada. Se giró luego de escuchar las palabras del chico y de un brinquito se sentó en la cama. Era inesperadamente blanda y múllida - Bueno... primero que todo, presentarse - Comentó con tranquilidad, con la misma mirada curiosa divagando por toda la habitación.
- Mi nombre es Soren Kaarkarogf - Comenzó él con naturalidad - Soy profesor de historia del arte... bueno, de momento estoy... en receso digamos... - No quería admitir que había perdido su trabajo, así que terminó tartamudeando tontamente - Estoy... en un proyecto de investigación - Finalizó con un carraspeo - ¿Y cual es su nombre Monsieur? -
El lugar era muy parecido a como lo recordaba, la misma sensación desagradable de estar en un lugar manchado de pecado y suciedad lo sobrecogió, recuerdos de mujeres voluptuosas que le miraban con lujuria llegaron a él en segundos y desaparecieron una vez entraron en la habitación. El vampiro olfateó el lugar y lo observó con curiosidad, las habitaciones siempre reflejaban algo de la persona y a el le encantaba descubrir esos pequeños detalles.
- ¿Es su habitación? - Murmuró más para si mismo que para el joven y observó la mesita de noche acariciándola con la palma de la mano enguantada. Se giró luego de escuchar las palabras del chico y de un brinquito se sentó en la cama. Era inesperadamente blanda y múllida - Bueno... primero que todo, presentarse - Comentó con tranquilidad, con la misma mirada curiosa divagando por toda la habitación.
- Mi nombre es Soren Kaarkarogf - Comenzó él con naturalidad - Soy profesor de historia del arte... bueno, de momento estoy... en receso digamos... - No quería admitir que había perdido su trabajo, así que terminó tartamudeando tontamente - Estoy... en un proyecto de investigación - Finalizó con un carraspeo - ¿Y cual es su nombre Monsieur? -
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Re: • Another day whitout memories •
Presentarse, ¿sería eso algo normal? En su diario apuntaba muchas cosas referentes a los clientes, pero todos eran detalles y adjetivos para referirse a ellos, lo que le hacía pensar que probablemente no se molestaban en darle su nombre o que a veces ni hablarían. Pero aquel chico quería presentarse, y le pareció tan educado y correcto que hasta sonrió sin poder evitarlo.
— Sí, es mi habitación, señor. Intento mantenerla lo más ordenada posible. Aunque no vivo aquí, así que no estoy siempre en ella. — comentó, alzándose de hombros mientras caminaba hacia él, decidiendo al final sentarse a su lado. Sus movimientos no eran seguros, no tenían la gracilidad de alguien que está acostumbrado a servir como compañía a muchos hombres y mujeres, pero al menos sonreía para disimularlo — Yo soy François, aunque suelen decirme Fran. — se presentó también, aunque no dio su apellido, no lo creía correcto en una situación como aquella, no quería involucrar a su familia en todo eso — ¿En serio es profesor? Vaya, parece realmente joven, debe ser muy inteligente. — dijo con admiración, al parecer no era un cualquiera de la calle, era un chico versado al menos en el arte...del arte, valga la redundancia. Se mordió el labio inferior — Perdone mis modales, ¿puedo ofrecerle algo de beber? Tengo un poco de whisky aquí, por si le apeteciera una copa. — miró por un momento hacia la cómoda, sobre esta había un platito, con un par de vasos y una botella pequeña de licor, no era la gran cosa, probablemente ni la calidad de la bebida sería buena, pero debía ser educado — Y...¿qué puedo hacer yo por un profesor de arte?
Se había quedado sentado, tan solo preparado para levantarse en caso de que él accediera a su ofrecimiento de algo de beber, en cuyo caso se levantaría para servir, no lo haría para si mismo porque él no quería tomar nada, nunca había sido un gran amante del alcohol, y lo que menos le apetecía era perder el control de sus actos o tener aun menos memoria, no.
— Sí, es mi habitación, señor. Intento mantenerla lo más ordenada posible. Aunque no vivo aquí, así que no estoy siempre en ella. — comentó, alzándose de hombros mientras caminaba hacia él, decidiendo al final sentarse a su lado. Sus movimientos no eran seguros, no tenían la gracilidad de alguien que está acostumbrado a servir como compañía a muchos hombres y mujeres, pero al menos sonreía para disimularlo — Yo soy François, aunque suelen decirme Fran. — se presentó también, aunque no dio su apellido, no lo creía correcto en una situación como aquella, no quería involucrar a su familia en todo eso — ¿En serio es profesor? Vaya, parece realmente joven, debe ser muy inteligente. — dijo con admiración, al parecer no era un cualquiera de la calle, era un chico versado al menos en el arte...del arte, valga la redundancia. Se mordió el labio inferior — Perdone mis modales, ¿puedo ofrecerle algo de beber? Tengo un poco de whisky aquí, por si le apeteciera una copa. — miró por un momento hacia la cómoda, sobre esta había un platito, con un par de vasos y una botella pequeña de licor, no era la gran cosa, probablemente ni la calidad de la bebida sería buena, pero debía ser educado — Y...¿qué puedo hacer yo por un profesor de arte?
Se había quedado sentado, tan solo preparado para levantarse en caso de que él accediera a su ofrecimiento de algo de beber, en cuyo caso se levantaría para servir, no lo haría para si mismo porque él no quería tomar nada, nunca había sido un gran amante del alcohol, y lo que menos le apetecía era perder el control de sus actos o tener aun menos memoria, no.
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Re: • Another day whitout memories •
Así que el chico no vivía ahí, lo más probable es que sólo fuera allí a trabajar y tuviera otro tipo de vida afuera. Soren siempre se pregunto si quienes se dedicaban a ese tipo de vida en el burdel, llevaban una doble vida o simplemente aceptaban esa realidad y no lo escondían ¿Cual sería la historia de Francois?
- Francois - Repitió el hombre saboreándo cada sílaba - Que nombre tan Frances, seguro que si se pudiera comer, sabría a Baguette... - Se quedó pensativo unos instantes - Me pregunto a que sabrá mi nombre ¿A que te sabe Soren? - Le preguntó con ojos ávidos - Te daré una pista, el lugar donde nací, está congelado la mayor parte del año y apenas si hay sol en verano -
Observó la cómoda donde estaba el licor con el ofrecimiento del chico, frunció el entrecejo y arrugó la nariz, el sabor del whiskey no era de su agrado, más si lo era el olor - Preferiría un café - Comentó volviendo su mirada al cuaderno de bocetos que traía bajo el brazo, lo tomó entre sus manos - El café tiene un aroma profundo y lleno de color... inclusive cuenta historias - Explicó, dejó escapar un leve suspiro mientras abría el cuaderno que estaba en blanco.
- Puedes hacer mucho por mi - Comenzó sin dejar de mirar la hoja en blanco - Esta noche tu serás mi obra - Agregó y buscó un lapiz de carboncillo en uno de los bolsillos del saco - Me pregunto ¿Cuales serán los colores de Francois?-
- Francois - Repitió el hombre saboreándo cada sílaba - Que nombre tan Frances, seguro que si se pudiera comer, sabría a Baguette... - Se quedó pensativo unos instantes - Me pregunto a que sabrá mi nombre ¿A que te sabe Soren? - Le preguntó con ojos ávidos - Te daré una pista, el lugar donde nací, está congelado la mayor parte del año y apenas si hay sol en verano -
Observó la cómoda donde estaba el licor con el ofrecimiento del chico, frunció el entrecejo y arrugó la nariz, el sabor del whiskey no era de su agrado, más si lo era el olor - Preferiría un café - Comentó volviendo su mirada al cuaderno de bocetos que traía bajo el brazo, lo tomó entre sus manos - El café tiene un aroma profundo y lleno de color... inclusive cuenta historias - Explicó, dejó escapar un leve suspiro mientras abría el cuaderno que estaba en blanco.
- Puedes hacer mucho por mi - Comenzó sin dejar de mirar la hoja en blanco - Esta noche tu serás mi obra - Agregó y buscó un lapiz de carboncillo en uno de los bolsillos del saco - Me pregunto ¿Cuales serán los colores de Francois?-
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: • Another day whitout memories •
Aquella situación era ciertamente...extraña e inusual, o eso pensaba él, mido en la ignorancia de las cosas que había llegado a encontrarse en esos tres años de trabajo, hasta entre sus propios compañeros. Como fuera, tan solo esa pregunta de a qué creía que sabía su nombre lo había dejado fuera de juego. ¿Se enfadaría o disgustaría si decía algo que no fuera de su gusto? Lo que menos quería era un cliente rabioso que lo tratara mal. Apretó un poco los labios, mientras lo pensaba. Algo congelado...solo se le ocurría una cosa antes de soltar una risita.
— Supongo que su nombre debe saber a un filete de carne de oso polar. — bromeó, alzándose de hombros y sin saber realmente qué más decir. Era una conversación que escapaba un poco a las normas generales, y lo dejaba bastante fuera de juego. Aquel chico era definitivamente peculiar, eso ya le quedaba claro. Ahora le pedía café, pero para eso el rubio debería dejar la habitación y bajar para pedirlo en la zona del burdel destinada a las bebidas, sin saber cuanto iba a tardar en complacer esa necesidad mientras el cliente se quedaba esperando, así que por el momento lo tomó como que no le apetecía nada de lo que tenían allí a disposición y tan solo siguió sentado en la cama — Realmente usted le da mucha importancia a los sabores, es...curioso. — murmuró, sin perder la suave y amable sonrisa que había formado en el rostro.
Y entonces observó por primera vez aquel cuaderno, y el carboncillo que el otro sacó. Sus ojos brillaron un poco al imaginar que no iba a tener que hacer nada fuera de lo normal, que aquel profesor de arte solo quería retratarlo. Aquel hombre que lo había confundido con una chica y no parecía tener la mejor de las visiones. Esto le arrancó una sonrisa sin poder evitarlo, ¿pero quién era él para dejar en evidencia estos detalles? Para él era mucho mejor que la cosa fuera así, hasta se calmó un poco.
— ¿Los colores de Fran? — se quedó pensativo, llevándose una mano al rostro, agarrándose la punta de un mechón de cabello que caía por su frente — Dorado, como el trigo. Y...azul, como el cielo cuando es de día y está despejado de nubes. — comentó, pensando en su cabello y sus ojos, sin hacer las comparaciones por nada en específico, solo porque eran las lógicas. Obviamente él se iba a lo más superficial — ¿Le gustan esos colores, monsieur? — quiso saber, observando todos sus movimientos ya con una curiosidad mucho más grande que el miedo que había sentido en un principio.
— Supongo que su nombre debe saber a un filete de carne de oso polar. — bromeó, alzándose de hombros y sin saber realmente qué más decir. Era una conversación que escapaba un poco a las normas generales, y lo dejaba bastante fuera de juego. Aquel chico era definitivamente peculiar, eso ya le quedaba claro. Ahora le pedía café, pero para eso el rubio debería dejar la habitación y bajar para pedirlo en la zona del burdel destinada a las bebidas, sin saber cuanto iba a tardar en complacer esa necesidad mientras el cliente se quedaba esperando, así que por el momento lo tomó como que no le apetecía nada de lo que tenían allí a disposición y tan solo siguió sentado en la cama — Realmente usted le da mucha importancia a los sabores, es...curioso. — murmuró, sin perder la suave y amable sonrisa que había formado en el rostro.
Y entonces observó por primera vez aquel cuaderno, y el carboncillo que el otro sacó. Sus ojos brillaron un poco al imaginar que no iba a tener que hacer nada fuera de lo normal, que aquel profesor de arte solo quería retratarlo. Aquel hombre que lo había confundido con una chica y no parecía tener la mejor de las visiones. Esto le arrancó una sonrisa sin poder evitarlo, ¿pero quién era él para dejar en evidencia estos detalles? Para él era mucho mejor que la cosa fuera así, hasta se calmó un poco.
— ¿Los colores de Fran? — se quedó pensativo, llevándose una mano al rostro, agarrándose la punta de un mechón de cabello que caía por su frente — Dorado, como el trigo. Y...azul, como el cielo cuando es de día y está despejado de nubes. — comentó, pensando en su cabello y sus ojos, sin hacer las comparaciones por nada en específico, solo porque eran las lógicas. Obviamente él se iba a lo más superficial — ¿Le gustan esos colores, monsieur? — quiso saber, observando todos sus movimientos ya con una curiosidad mucho más grande que el miedo que había sentido en un principio.
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Re: • Another day whitout memories •
¿Filete de oso polar? el vampiro abrió sus ojos ávidamente al escuchar aquellas palabras, se imaginó así mismo con cuerpo de oso, completamente peludo y blanco como la nieve. ¿Sería también cegatón de ser un oso polar? Le hizo gracia y se llevó una mano enguantada para taparse los labios cuando dejó escapar una breve risita, desvió la mirada y carraspeó.
- Soy de Suecia - Comentó y volvió a mirar al joven Francés - Casi tan gélido como el polo Norte, pero me temo que en mi país no hay osos polares - Se quedó pensativo unos instantes - ¿O si los hay? - Se encogió de hombros - Hay tantas cosas en este mundo por descubrir... que una sola vida no alcanza ¿verdad? -
Escuchó al chico hablar sobre sabores y sobre sus colores. Oh, claro que Soren daba importancia a los sabores, después de todo, luego de muerto se veía privado de ese privilegio, como vampiro no podía saborear la comida (de hecho ya no podía comer), pero si podía oler y el olor le recordaba el sabor o al menos le daba la idea de como podría saber. En cualquier caso era un vínculo con su humanidad perdida.
- Pues tus colores me gustan - Declaró con voz amable, tomó el carboncillo y comenzó a trazar un bosquejo del rostro del joven - Para alguien que trabaja en un burdel... uno podría pensar en que el color sería un rojo carmesí, ya sabes, el color del amor, la pasión y... el sexo, como muchos creen - Explicó dibujando vagamente el contorno de los ojos de Francois - Pero yo personalmente creo que... el color viene de adentro, de como uno se siente... entonces por ejemplo, un día puedes sentirte muy azul, pero otro día puedes estar completamente gris - Concluyó y comenzó a dibujar la nariz.
- Que bonita nariz - Comentó concentrado en el dibujo, definitivamente el chico era un buen modelo, era la belleza que brotaba entre el pecado y la decadencia, como las flores que intempestivamente surgían de los suelos en los barrios más miserables de Francia, irguiéndose voluptuosas hacía al sol, al lado de los pordioseros y gitanos.
- Soy de Suecia - Comentó y volvió a mirar al joven Francés - Casi tan gélido como el polo Norte, pero me temo que en mi país no hay osos polares - Se quedó pensativo unos instantes - ¿O si los hay? - Se encogió de hombros - Hay tantas cosas en este mundo por descubrir... que una sola vida no alcanza ¿verdad? -
Escuchó al chico hablar sobre sabores y sobre sus colores. Oh, claro que Soren daba importancia a los sabores, después de todo, luego de muerto se veía privado de ese privilegio, como vampiro no podía saborear la comida (de hecho ya no podía comer), pero si podía oler y el olor le recordaba el sabor o al menos le daba la idea de como podría saber. En cualquier caso era un vínculo con su humanidad perdida.
- Pues tus colores me gustan - Declaró con voz amable, tomó el carboncillo y comenzó a trazar un bosquejo del rostro del joven - Para alguien que trabaja en un burdel... uno podría pensar en que el color sería un rojo carmesí, ya sabes, el color del amor, la pasión y... el sexo, como muchos creen - Explicó dibujando vagamente el contorno de los ojos de Francois - Pero yo personalmente creo que... el color viene de adentro, de como uno se siente... entonces por ejemplo, un día puedes sentirte muy azul, pero otro día puedes estar completamente gris - Concluyó y comenzó a dibujar la nariz.
- Que bonita nariz - Comentó concentrado en el dibujo, definitivamente el chico era un buen modelo, era la belleza que brotaba entre el pecado y la decadencia, como las flores que intempestivamente surgían de los suelos en los barrios más miserables de Francia, irguiéndose voluptuosas hacía al sol, al lado de los pordioseros y gitanos.
Última edición por Soren Kaarkarogf el Dom Abr 28, 2013 10:59 pm, editado 1 vez
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Re: • Another day whitout memories •
¡Que hombre tan peculiar! De verdad, dudaba haber conocido a alguien así alguna vez en su vida. Y aunque lo hiciera, no es como si lo fuera a recordar, así que...Escuchó atentamente sus palabras, del lugar del que procedía y cómo ni siquiera estaba seguro de si habrían osos polares. Fran sonrió, negando muy levemente con la cabeza. Era un muchacho pobre, de clase baja, toda la cultura que poseía era gracias a la compañía de su amiga, años atrás, así que no estaba muy puesto en otros países o sus costumbres, por lo que no dijo nada al respecto, o terminaría quedando como un completo idiota, y por algún motivo, le avergonzaba un poco.
Solo se acomodó mejor, echando un poco más hacia atrás el trasero en el colchón y girándose hacia él, para poder mirar lo que hacía, o intentarlo, mientras conversaban. Seguro que no había tenido muchas noches como esas en el burdel, noches en las que no lo mancillaran y trataran con violencia.
— Me temo que en ese caso, mi color dista mucho de ser el rojo, señor mío. — confesó, sin perder la sonrisa. ¿Pasión, sexo y todo lo relacionado con el burdel? Definitivamente no era lo suyo, y aunque siguiera trabajando allí durante diez años, seguiría manteniendo su inocencia — Diría que mi color es blanco. Me gusta el blanco, es como la luz, que espanta a la oscuridad total. — susurró pensativo, hasta que escuchó como alagaba su nariz, y su rostro enrojeció un poco, hasta agachó levemente la mirada, azorado. Nunca se había parado a pensar en su nariz, y le resultaba incómodo y estúpido hacerlo ahora, se tendría que poner bizco y eso definitivamente no sería una bonita imagen para el artista — Gracias, monsieur Kaarkarogf. Aunque yo creo que es de lo más corriente. — alzó un tanto los hombros, mordiéndose los labios — ¿Le puedo preguntar cuáles son los colores de Soren? O su sabor...Es usted un hombre peculiar, estoy seguro de que su respuesta no dejaría indiferente a nadie. — algo le decía que cualquier cosa que pudiera soltar por la boca aquel desconocido, sería sin duda interesante, y una forma profunda de describir su vida y su pasado. Aquella conversación empezaba a resultarle entretenida y quería más.
Solo se acomodó mejor, echando un poco más hacia atrás el trasero en el colchón y girándose hacia él, para poder mirar lo que hacía, o intentarlo, mientras conversaban. Seguro que no había tenido muchas noches como esas en el burdel, noches en las que no lo mancillaran y trataran con violencia.
— Me temo que en ese caso, mi color dista mucho de ser el rojo, señor mío. — confesó, sin perder la sonrisa. ¿Pasión, sexo y todo lo relacionado con el burdel? Definitivamente no era lo suyo, y aunque siguiera trabajando allí durante diez años, seguiría manteniendo su inocencia — Diría que mi color es blanco. Me gusta el blanco, es como la luz, que espanta a la oscuridad total. — susurró pensativo, hasta que escuchó como alagaba su nariz, y su rostro enrojeció un poco, hasta agachó levemente la mirada, azorado. Nunca se había parado a pensar en su nariz, y le resultaba incómodo y estúpido hacerlo ahora, se tendría que poner bizco y eso definitivamente no sería una bonita imagen para el artista — Gracias, monsieur Kaarkarogf. Aunque yo creo que es de lo más corriente. — alzó un tanto los hombros, mordiéndose los labios — ¿Le puedo preguntar cuáles son los colores de Soren? O su sabor...Es usted un hombre peculiar, estoy seguro de que su respuesta no dejaría indiferente a nadie. — algo le decía que cualquier cosa que pudiera soltar por la boca aquel desconocido, sería sin duda interesante, y una forma profunda de describir su vida y su pasado. Aquella conversación empezaba a resultarle entretenida y quería más.
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Re: • Another day whitout memories •
Continuó contorneando los ojos del dibujo mientras escuchaba al chico hablar, sus habilidades como artista no eran la gran cosas, de hecho para ser un profesor de arte uno esperaría alguien virtuoso en la pintura, pero el vampiro, pintaba por diversión, porque pintar le ayudaba a observar mejor (y más profundamente) las cosas a su alrededor. Pintar a Francois era la mejor manera de conocerlo más a fondo.
O al menos, la única que el dominaba bien.
- ¿Blanco? Oh ya veo - Comentó levantando el rostro para mirarlo a los ojos - El color de la nieve, de la sencillez y de la inocencia - Se quedó pensativo unos instantes, con las pupilas de los ojos dilatándose en una emoción que de repente sentía - El blanco es un buen color, porque cuando lo miras, es como si todo lo anterior se borrara y te dejara vacío, de ahí la expresión de 'quedar en blanco' - Continuó cruzándose de piernas - Cuando miras un lienzo en blanco, no sabes si está vacío o si es que no logras recordar lo que había antes -
Siendo consciente de que estaba hablando demasiado (y cosas sin sentido aparente además) el vampiro volvió la mirada al papel, frunciendo el entrecejo con las mejillas ligeramente coloradas - Mi color... mi sabor - Murmuró con aire taciturno - Bueno, eso depende como me sienta, pero en general podría decir que soy muy azul - Finalizó, porque no era rojo, no, él no era como los demás vampiros. O al menos eso quería creer.
- ¿Le gusta su trabajo aquí? - Soltó concentrado en el dibujo.
O al menos, la única que el dominaba bien.
- ¿Blanco? Oh ya veo - Comentó levantando el rostro para mirarlo a los ojos - El color de la nieve, de la sencillez y de la inocencia - Se quedó pensativo unos instantes, con las pupilas de los ojos dilatándose en una emoción que de repente sentía - El blanco es un buen color, porque cuando lo miras, es como si todo lo anterior se borrara y te dejara vacío, de ahí la expresión de 'quedar en blanco' - Continuó cruzándose de piernas - Cuando miras un lienzo en blanco, no sabes si está vacío o si es que no logras recordar lo que había antes -
Siendo consciente de que estaba hablando demasiado (y cosas sin sentido aparente además) el vampiro volvió la mirada al papel, frunciendo el entrecejo con las mejillas ligeramente coloradas - Mi color... mi sabor - Murmuró con aire taciturno - Bueno, eso depende como me sienta, pero en general podría decir que soy muy azul - Finalizó, porque no era rojo, no, él no era como los demás vampiros. O al menos eso quería creer.
- ¿Le gusta su trabajo aquí? - Soltó concentrado en el dibujo.
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Re: • Another day whitout memories •
Había algo indiscutible en todo aquello, y era el hecho de que Fran se sentía cada vez más y más cómodo con la situación. Puede que fuera por el hecho de haber descartado una relación sexual, que inconscientemente se había calmado. Ahora se centraba en la conversación, que se salía totalmente de todo lo que podría esperarse en un lugar así. Era como estar en un parque y haber coincidido con alguien por casualidad. No se sentía como un cualquiera que vendía sus servicios a quién le pudiera dar unos cuantos francos, se sentía como un muchacho sumido en una extraña conversación de la que no sabía cómo tomar parte, pero que no quería parar.
— Sencillez e inocencia...— se quedó callado también, pero terminó por sonreír, porque a fin de cuentas aquello describía bastante acertadamente lo que solía ser. Era un chico sencillo, un muchacho que a pesar de aquel trabajo, mantenía cada día su inocencia intacta, a fin de cuentas el blanco era el color que mejor se ajustaba a él. Con las palabras ajenas no pudo evitar sentir una agradable calidez en el pecho, porque las cosas que decía eran bonitas. Hasta que escuchó sobre su color y se puso a pensar, a pensar en azul, y finalmente sonrió, mirándolo — A mi el azul me inquieta, me da la sensación de algo inmenso y desconocido. — confesó, mirándolo con los ojos entrecerrados y renovada curiosidad — Pienso en el cielo, o en el mar, en un lago...las cosas azules siempre dejan ver solo la superficie, pero debajo de esta es enorme, y esconde muchísimas cosas de las que no sabemos nada. Es capaz de hacerte sentir paz y al mismo tiempo podría hundirte sin que pudieras hacer nada por evitarlo, devorándote en las profundidades de lo desconocido. ¿Es así usted, monsieur? Solo deja ver la superficie de una inmensidad. Un azul que aun cuando se vuelve oscuro se llena de estrellas, como el cielo, algo digno de ver...algo que te atrapa.
Al final había comenzado a desvariar él también. Podía ser cierto, aunque nunca se lo hubiera planteado, que pensar en ciertos colores te hacía recordar cosas, darte cuenta de detalles. Fran, a pesar de su inocencia, siempre había sido de mente inquieta, no era tonto y podía pensar cosas que algunos de clase baja, solo centrados en no morir de hambre, considerarían banales y de poca utilidad. Al escuchar su pregunta hizo una pequeña mueca, arrugando la nariz y alzándose de hombros, no era algo fácil de responder.
— ¿Le gustaría a usted trabajar aquí? — respondió con otra pregunta, a pesar de lo mal educado que pudiera resultar eso, dándose cuenta luego de que quizás le molestaba y no quería eso, ni mucho menos — Digamos que no estoy aquí porque sea el trabajo de mis sueños, señor mío. Estoy por necesidad, como tantos otros. Aunque debo añadir, que si existieran más clientes como usted, podría disfrutarlo mucho más.— el rubio permanecía con los ojos clavados en el dibujo ajeno, que para él, que no era un artista, estaba muy bien. Pero ya halagaría su trabajo cuando el cliente lo diera por concluido, así no parecería un absurdo intento de complacerlo con falsas palabras.
— Sencillez e inocencia...— se quedó callado también, pero terminó por sonreír, porque a fin de cuentas aquello describía bastante acertadamente lo que solía ser. Era un chico sencillo, un muchacho que a pesar de aquel trabajo, mantenía cada día su inocencia intacta, a fin de cuentas el blanco era el color que mejor se ajustaba a él. Con las palabras ajenas no pudo evitar sentir una agradable calidez en el pecho, porque las cosas que decía eran bonitas. Hasta que escuchó sobre su color y se puso a pensar, a pensar en azul, y finalmente sonrió, mirándolo — A mi el azul me inquieta, me da la sensación de algo inmenso y desconocido. — confesó, mirándolo con los ojos entrecerrados y renovada curiosidad — Pienso en el cielo, o en el mar, en un lago...las cosas azules siempre dejan ver solo la superficie, pero debajo de esta es enorme, y esconde muchísimas cosas de las que no sabemos nada. Es capaz de hacerte sentir paz y al mismo tiempo podría hundirte sin que pudieras hacer nada por evitarlo, devorándote en las profundidades de lo desconocido. ¿Es así usted, monsieur? Solo deja ver la superficie de una inmensidad. Un azul que aun cuando se vuelve oscuro se llena de estrellas, como el cielo, algo digno de ver...algo que te atrapa.
Al final había comenzado a desvariar él también. Podía ser cierto, aunque nunca se lo hubiera planteado, que pensar en ciertos colores te hacía recordar cosas, darte cuenta de detalles. Fran, a pesar de su inocencia, siempre había sido de mente inquieta, no era tonto y podía pensar cosas que algunos de clase baja, solo centrados en no morir de hambre, considerarían banales y de poca utilidad. Al escuchar su pregunta hizo una pequeña mueca, arrugando la nariz y alzándose de hombros, no era algo fácil de responder.
— ¿Le gustaría a usted trabajar aquí? — respondió con otra pregunta, a pesar de lo mal educado que pudiera resultar eso, dándose cuenta luego de que quizás le molestaba y no quería eso, ni mucho menos — Digamos que no estoy aquí porque sea el trabajo de mis sueños, señor mío. Estoy por necesidad, como tantos otros. Aunque debo añadir, que si existieran más clientes como usted, podría disfrutarlo mucho más.— el rubio permanecía con los ojos clavados en el dibujo ajeno, que para él, que no era un artista, estaba muy bien. Pero ya halagaría su trabajo cuando el cliente lo diera por concluido, así no parecería un absurdo intento de complacerlo con falsas palabras.
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Re: • Another day whitout memories •
El vampiro se quedó repasando la misma línea mientras escuchaba al joven hablar del color azul, lo escuchaba con atención, porque cada palabra que soltaba le dejaba entrever algo más de su personalidad, de su esencia y eso era precisamente lo que el quería cautivar en el lienzo que posteriormente pintaría una vez terminara el boceto. No quería hacer un retrato de Francois, sino plasmar en lo posible todo lo que del chico.
Representar su alma.
La metáfora del mar lo tomó desprevenido ¿Él esconder algo turbio por en el fondo? Oh si, claro que era turbio. Aquel rubio llevaba por dentro a un asesino, a una criatura infernal capaz de hacer mucho daño de una manera tan fácil que a esta el mismo se asustaba con la sola idea de tener tanto poder sobre las vidas de otros. Podría ser que Soren fuera como un apacible lago, tranquilo y silencioso la mayor parte del tiempo, pero profundamente peligroso si te alejabas demasiado de la orilla y te atrevías a entrar en él.
- No creo ser una persona tan compleja - Dijo al fin, nervioso y azorado por las palabras del chico - Supongo que todas las personas tenemos algo que esconder bajo la superficie... - Carraspeó y lo que vino después lo sorprendió aún más, el chico le devolvía la pregunta y luego le explicaba el porque de su trabajo allí, abrió los ojos de par en par y sus orbes azules realmente parecieron dos canicas de cristal, el chico le hacía un halago.
- Cl...clientes - Tartamudeó, no había pensado en si mismo como cliente para ser franco - Bueno... nunca he tomado los servicios de una cortesana o cortesano, no es que me parezca un trabajo inmoral o pecaminoso... pero no me gusta las situaciones en las que puedes tomar ventaja de otro y denigrarle como ser humano - Continuó con una expresión más reflexiva - Si yo trabajara aquí... - Meneó con la cabeza - No habría tan siquiera podido completar una noche... creo que se requiere mucho valor para desnudarse y exponerse - Desvió de nuevo la mirada - Y entregar al cuerpo a alguien que uno no ama -
Representar su alma.
La metáfora del mar lo tomó desprevenido ¿Él esconder algo turbio por en el fondo? Oh si, claro que era turbio. Aquel rubio llevaba por dentro a un asesino, a una criatura infernal capaz de hacer mucho daño de una manera tan fácil que a esta el mismo se asustaba con la sola idea de tener tanto poder sobre las vidas de otros. Podría ser que Soren fuera como un apacible lago, tranquilo y silencioso la mayor parte del tiempo, pero profundamente peligroso si te alejabas demasiado de la orilla y te atrevías a entrar en él.
- No creo ser una persona tan compleja - Dijo al fin, nervioso y azorado por las palabras del chico - Supongo que todas las personas tenemos algo que esconder bajo la superficie... - Carraspeó y lo que vino después lo sorprendió aún más, el chico le devolvía la pregunta y luego le explicaba el porque de su trabajo allí, abrió los ojos de par en par y sus orbes azules realmente parecieron dos canicas de cristal, el chico le hacía un halago.
- Cl...clientes - Tartamudeó, no había pensado en si mismo como cliente para ser franco - Bueno... nunca he tomado los servicios de una cortesana o cortesano, no es que me parezca un trabajo inmoral o pecaminoso... pero no me gusta las situaciones en las que puedes tomar ventaja de otro y denigrarle como ser humano - Continuó con una expresión más reflexiva - Si yo trabajara aquí... - Meneó con la cabeza - No habría tan siquiera podido completar una noche... creo que se requiere mucho valor para desnudarse y exponerse - Desvió de nuevo la mirada - Y entregar al cuerpo a alguien que uno no ama -
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Re: • Another day whitout memories •
¿Cómo podía ese muchacho decir que no era una persona compleja? Había entrado a un burdel, pedido la compañía de un cortesano y simplemente para hablar de sabores, colores y hacer un retrato. Por supuesto que era complejo, quizás de una forma simple, pero lo era. Fran no pudo evitar sonreír mientras lo observaba, porque por algún motivo emanaba inocencia, una que podría tranquilamente pelear con la suya propia, eso le hacía sentir más cómodo y seguro por momentos. Iba perdiendo el miedo a ser maltratado, a no estar a la altura de su trabajo.
— Eso seguro. No todos escondemos cosas malas, a veces simplemente son situaciones que no queremos compartir. — murmuró, mordiéndose los labios. Él mismo ocultaba su verdad, el hecho de que al día siguiente sería incapaz de recordar el rostro de aquel artista oculto tras unas gafas. Era una pena, le hacía sentir mal porque realmente le resultaba peculiar y agradable. Un hombre que terminaría sin lugar a dudas en su diario.
Al escuchar sus palabras en referencia a contratar la compañía de otra persona, no pudo evitar alzar las cejas. Realmente solo había ido allí para contratar a alguien que poder dibujar, era...increíble. Se puso en pie despacio, hasta colocarse frente a Soren, mirándolo y llevándose los dedos a la blusa, desabotonándola de forma lenta.
— ¿Cree que esto es valor, monsieur? — su voz esta vez fue casi un susurro, mientras dejaba caer la prenda, para hacer lo mismo con los pantalones. Dado su trabajo, no iba precisamente cargado con mucha ropa, así que en un momento ya había quedado desnudo. Su rostro había enrojecido, pero él parecía muy calmado. Una vez sin la protección de la ropa, sus ojos ya no buscaban los ajenos, los mantenía algo gachos por la ligera vergüenza que estaba sintiendo — ¿Me ve en este momento como si fuera un hombre valiente simplemente porque he dejado caer mi ropa? — se acercó de nuevo a la cama, sentándose a su lado, tan cerca como para rozar hombro con hombro — ¿Sería incapaz de tocarme, besarme o tomarme simplemente porque no me ama?
Se quedó mirando de nuevo el cuaderno, con la piel ligeramente erizada por el leve frío que hacía, pero no era nada importante, nada que no pudiera aguantar. Su cuerpo ya estaba acostumbrado a eso, aunque su mente no lo recordara. Y si cada noche debía yacer con hombres diferentes, algunos muy poco delicados según lo que había leído en su diario, ¿por qué no poder disfrutar un día de uno que fuera diferente? Un hombre que pensara como él, que no fuera a herirlo y maltratarlo. ¿Era un pecado estar insinuándose de aquella forma? Bueno, si era pecado ya estaba condenado.
— Eso seguro. No todos escondemos cosas malas, a veces simplemente son situaciones que no queremos compartir. — murmuró, mordiéndose los labios. Él mismo ocultaba su verdad, el hecho de que al día siguiente sería incapaz de recordar el rostro de aquel artista oculto tras unas gafas. Era una pena, le hacía sentir mal porque realmente le resultaba peculiar y agradable. Un hombre que terminaría sin lugar a dudas en su diario.
Al escuchar sus palabras en referencia a contratar la compañía de otra persona, no pudo evitar alzar las cejas. Realmente solo había ido allí para contratar a alguien que poder dibujar, era...increíble. Se puso en pie despacio, hasta colocarse frente a Soren, mirándolo y llevándose los dedos a la blusa, desabotonándola de forma lenta.
— ¿Cree que esto es valor, monsieur? — su voz esta vez fue casi un susurro, mientras dejaba caer la prenda, para hacer lo mismo con los pantalones. Dado su trabajo, no iba precisamente cargado con mucha ropa, así que en un momento ya había quedado desnudo. Su rostro había enrojecido, pero él parecía muy calmado. Una vez sin la protección de la ropa, sus ojos ya no buscaban los ajenos, los mantenía algo gachos por la ligera vergüenza que estaba sintiendo — ¿Me ve en este momento como si fuera un hombre valiente simplemente porque he dejado caer mi ropa? — se acercó de nuevo a la cama, sentándose a su lado, tan cerca como para rozar hombro con hombro — ¿Sería incapaz de tocarme, besarme o tomarme simplemente porque no me ama?
Se quedó mirando de nuevo el cuaderno, con la piel ligeramente erizada por el leve frío que hacía, pero no era nada importante, nada que no pudiera aguantar. Su cuerpo ya estaba acostumbrado a eso, aunque su mente no lo recordara. Y si cada noche debía yacer con hombres diferentes, algunos muy poco delicados según lo que había leído en su diario, ¿por qué no poder disfrutar un día de uno que fuera diferente? Un hombre que pensara como él, que no fuera a herirlo y maltratarlo. ¿Era un pecado estar insinuándose de aquella forma? Bueno, si era pecado ya estaba condenado.
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Re: • Another day whitout memories •
Todo iba muy tranquilo tal y como le gustaban las cosas a Soren, situaciones que el pudiera controlar (lo cual raramente pasaba) pero entonces se encontró con que su interlocutor se estaba desvistiendo, el vampiro se quedó absorto, observando como las telas caían cadenciosamente deslizándose por el cuerpo frente suyo, la pregunta de Francois era desafiante, pero algo en su actitud seguía siendo tímida y porque no, sumisa.
- Yo... yo... si creo que es valiente - Murmuró avergonzado, hacía más de un año que no veía un cuerpo desnudo y que no estaba en una situación tan bochornosa - Hay cortesanos que trabajan por placer y no se les da difícil este negocio, luego envejecen y dejan de ser atractivos, entonces se encuentran solos y descubren el tiempo que perdieron... - Murmuró desviando la mirada hacía otro lugar pues el cuerpo de Francois le distraía - Hay otros... que lo hacen por necesidad... ahí es cuando pienso que son valientes, deben enfrentar algo que no es fácil y aún así lo hacen -
Levantó la mirada con las mejillas coloradas como un par de duraznos maduros, su palidez se había tornado de un rosa bastante notorio, definitivamente no era bueno en esas situaciones donde el contacto físico estaba involucrado. Más que repulsión, sentía un irrefrenable miedo por ser tocado por otra persona, por estar vulnerable y sucumbir. Negó con la cabeza lentamente y tomó la ropa que había caído al suelo de Francoís.
- Sólo... he entregado mi cuerpo a una... persona que amé - Carraspeó y fue consciente de lo extraño que sonaba eso, teniendo en cuenta de que tenía casi 300 años - El cuerpo es el vestido del alma... no me siento capaz de entregarlo tan fácilmente - Finalizó ofreciéndole las ropas a Francoís con expresión expectante.
- Yo... yo... si creo que es valiente - Murmuró avergonzado, hacía más de un año que no veía un cuerpo desnudo y que no estaba en una situación tan bochornosa - Hay cortesanos que trabajan por placer y no se les da difícil este negocio, luego envejecen y dejan de ser atractivos, entonces se encuentran solos y descubren el tiempo que perdieron... - Murmuró desviando la mirada hacía otro lugar pues el cuerpo de Francois le distraía - Hay otros... que lo hacen por necesidad... ahí es cuando pienso que son valientes, deben enfrentar algo que no es fácil y aún así lo hacen -
Levantó la mirada con las mejillas coloradas como un par de duraznos maduros, su palidez se había tornado de un rosa bastante notorio, definitivamente no era bueno en esas situaciones donde el contacto físico estaba involucrado. Más que repulsión, sentía un irrefrenable miedo por ser tocado por otra persona, por estar vulnerable y sucumbir. Negó con la cabeza lentamente y tomó la ropa que había caído al suelo de Francoís.
- Sólo... he entregado mi cuerpo a una... persona que amé - Carraspeó y fue consciente de lo extraño que sonaba eso, teniendo en cuenta de que tenía casi 300 años - El cuerpo es el vestido del alma... no me siento capaz de entregarlo tan fácilmente - Finalizó ofreciéndole las ropas a Francoís con expresión expectante.
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Re: • Another day whitout memories •
El rubor de sus mejillas, sus palabras...aquel hombre era tan diferente a lo que esperaba encontrarse ese día, y en cierto modo tan parecido a si mismo, que comenzaba a resultarle fascinante. Sonrió ante sus palabras, tomando la ropa pero sin ponérsela, solo dejándola descansar sobre su propio regazo, cubriendo vagamente su intimidad.
— Si precisamente el cuerpo es el vestido del alma, debería costar mucho menos. Igual que uno se desviste con tanta facilidad sin necesidad de entregar nada más de si mismo, ¿por qué no entregar el cuerpo y mantener el alma intacta? — preguntó, mirándolo con cierto tinte de curiosidad pintado en sus ojos. Le habría encantado poder meterse en la cabecita de aquel caballero, poder ver como él veía o pensar lo que él pensaba en ese momento, en esa conversación. ¿Su aparente nerviosismo era producto de la propia desnudez? ¿Estaba incómodo, tentado o simplemente repugnado? Por curioso que fuera, la última opción no hería a Fran, puede que porque tampoco lo creía posible — Me sinceraré con usted, monsieur. Porque me parece un hombre que aprecia mucho más las palabras que salen de mi boca que el tacto de mi piel desnuda.
No habló con acritud, ni mucho menos. Era interesante, era algo que lo tenía en vilo, que no sabía cómo iba a acabar. Casi podría poner la mano en el fuego porque esa noche regresaría a casa con su "pureza" intacta, que aquel desconocido de color azul no le pondría un solo dedo encima aunque él se le lanzara al cuello como un animal fácil y entregado. Y aun así, el simplemente hablar, le estaba fascinando.
— Desde los diecisiete años, cada día me despierto en el mismo día. Mis padres me cuentan que sufrí un accidente, que mi cabeza se quedó atrofiada. No recuerdo nada de lo que ha pasado, y solo sé que me dedico a trabajar en un burdel, porque es lo único que ellos consideran que puedo hacer. — comenzó a hablar, dejando escapar un suspiro, haciéndolo con suavidad y mirando luego al frente — Cuando cae la noche, después de haber asimilado que es cierto, que soy más mayor, que mi cuerpo ha cambiado y no me mienten, de leer un diario que yo mismo lleno cada día de notas, vengo al burdel para entregar mi cuerpo a todo aquel que lo precise. Hombres, mujeres...cosas. — porque habían "cosas", habían criaturas — Y para mi siempre es una primera vez, cada cuerpo es el primero, cada sensación es nueva. Cuando voy a dormir, lo olvido todo, y vuelta a empezar. — giró de nuevo el rostro, para poder mirarlo, para clavar sus orbes en las contrarias — No soy valiente, simplemente acepto con resignación que es lo que debe pasar. Muchos días me encuentro con alguien que despierta cosas en mi, pero nunca me ha hecho suyo, nunca me ha querido en ese sentido y es comprensible, ¿quién soportaría algo así?. Nunca voy a amar a alguien ni seré amado. No voy a experimentar la sensación de despertar al lado del cuerpo de mi amante y sonreír por los recuerdos de lo ocurrido, ni a sentir mi corazón latir desbocado aun después de haber hecho el amor mil veces. — hablaba de alguien, de una persona muy precisa, un hombre que ese día no había visto pero cuyo nombre había repetido mil veces en su diario, siempre aclarando que era solo un amigo, que no podía buscar nada más aunque lo deseara. Sonrió, subiendo una mano hasta colocarla en el hombro del contrario, apretándolo suavemente — Todo lo que me queda, monsieur, es la esperanza de que al despertarme, pueda leer en mi diario que yací con alguien que me trató bien, que me hizo sentir especial por un día, que no fue un infierno y que aunque no lo recuerde, a veces las cosas salen bien.
Y esa era la verdad, las cosas que analizaba durante su día de amnesia, los sentimientos que le daban mil vueltas por la cabeza. El único amor que recordaba era el de aquella muchacha por la cual ahora estaba así, y sin embargo, su cuerpo ya no reaccionaba igual al pensarla, al recordarla, como si después de tres años todo su organismo la hubiera querido expulsar y ya no significase nada. Condenado a no poder entregarse a alguien que le ame y que corresponda, ¿tan mal visto sería a los ojos de su cliente por querer tentarlo? No le había contado todo eso por dar pena ni nada parecido, simplemente...deseaba abrirse a él, a un completo desconocido que probablemente jamás volvería a ver.
— Si precisamente el cuerpo es el vestido del alma, debería costar mucho menos. Igual que uno se desviste con tanta facilidad sin necesidad de entregar nada más de si mismo, ¿por qué no entregar el cuerpo y mantener el alma intacta? — preguntó, mirándolo con cierto tinte de curiosidad pintado en sus ojos. Le habría encantado poder meterse en la cabecita de aquel caballero, poder ver como él veía o pensar lo que él pensaba en ese momento, en esa conversación. ¿Su aparente nerviosismo era producto de la propia desnudez? ¿Estaba incómodo, tentado o simplemente repugnado? Por curioso que fuera, la última opción no hería a Fran, puede que porque tampoco lo creía posible — Me sinceraré con usted, monsieur. Porque me parece un hombre que aprecia mucho más las palabras que salen de mi boca que el tacto de mi piel desnuda.
No habló con acritud, ni mucho menos. Era interesante, era algo que lo tenía en vilo, que no sabía cómo iba a acabar. Casi podría poner la mano en el fuego porque esa noche regresaría a casa con su "pureza" intacta, que aquel desconocido de color azul no le pondría un solo dedo encima aunque él se le lanzara al cuello como un animal fácil y entregado. Y aun así, el simplemente hablar, le estaba fascinando.
— Desde los diecisiete años, cada día me despierto en el mismo día. Mis padres me cuentan que sufrí un accidente, que mi cabeza se quedó atrofiada. No recuerdo nada de lo que ha pasado, y solo sé que me dedico a trabajar en un burdel, porque es lo único que ellos consideran que puedo hacer. — comenzó a hablar, dejando escapar un suspiro, haciéndolo con suavidad y mirando luego al frente — Cuando cae la noche, después de haber asimilado que es cierto, que soy más mayor, que mi cuerpo ha cambiado y no me mienten, de leer un diario que yo mismo lleno cada día de notas, vengo al burdel para entregar mi cuerpo a todo aquel que lo precise. Hombres, mujeres...cosas. — porque habían "cosas", habían criaturas — Y para mi siempre es una primera vez, cada cuerpo es el primero, cada sensación es nueva. Cuando voy a dormir, lo olvido todo, y vuelta a empezar. — giró de nuevo el rostro, para poder mirarlo, para clavar sus orbes en las contrarias — No soy valiente, simplemente acepto con resignación que es lo que debe pasar. Muchos días me encuentro con alguien que despierta cosas en mi, pero nunca me ha hecho suyo, nunca me ha querido en ese sentido y es comprensible, ¿quién soportaría algo así?. Nunca voy a amar a alguien ni seré amado. No voy a experimentar la sensación de despertar al lado del cuerpo de mi amante y sonreír por los recuerdos de lo ocurrido, ni a sentir mi corazón latir desbocado aun después de haber hecho el amor mil veces. — hablaba de alguien, de una persona muy precisa, un hombre que ese día no había visto pero cuyo nombre había repetido mil veces en su diario, siempre aclarando que era solo un amigo, que no podía buscar nada más aunque lo deseara. Sonrió, subiendo una mano hasta colocarla en el hombro del contrario, apretándolo suavemente — Todo lo que me queda, monsieur, es la esperanza de que al despertarme, pueda leer en mi diario que yací con alguien que me trató bien, que me hizo sentir especial por un día, que no fue un infierno y que aunque no lo recuerde, a veces las cosas salen bien.
Y esa era la verdad, las cosas que analizaba durante su día de amnesia, los sentimientos que le daban mil vueltas por la cabeza. El único amor que recordaba era el de aquella muchacha por la cual ahora estaba así, y sin embargo, su cuerpo ya no reaccionaba igual al pensarla, al recordarla, como si después de tres años todo su organismo la hubiera querido expulsar y ya no significase nada. Condenado a no poder entregarse a alguien que le ame y que corresponda, ¿tan mal visto sería a los ojos de su cliente por querer tentarlo? No le había contado todo eso por dar pena ni nada parecido, simplemente...deseaba abrirse a él, a un completo desconocido que probablemente jamás volvería a ver.
François*- Prostituto Clase Baja
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Re: • Another day whitout memories •
Esperó a que el joven frente suyo se vistiera, pero este permaneció desnudo, lleno de una extraña determinación que para Soren resultaba atractiva. Lo observó mientras hablaba, atento a todo lo que decía, cada palabra lo envolvía en una historia cada vez más compleja. Hablaba de una rara enfermedad de la cual el jamás había escuchado ¿No poder recordar lo que se vivía?
El vampiro intentó imaginar como sería no poder recordar sus días en el castillo Kaarkarogf, cuando era un humano y su familia aún existía. Como sería no poder recordar que alguna vez estuvo vivo y tuvo alma, recordar a su devoto esclavo al que siempre intentó proteger, como sería no recordar su primer y único amor.
- Recordar es vivir - Murmuró, había escuchado eso en alguna parte y ahora le parecía una frase muy sensata, al recordar se revivían cosas y muchas veces ese recuerdo era el que te mantenía con vida y te hacía continuar en este mundo - Nunca había escuchado de este tipo de enfermedad - Comentó ya olvidando la desnudez del chico para sólo prestar atención a sus palabras - No logro imaginar lo difícil que debe ser vivir así -
Si Francois no recordaba, significaba que tampoco podría aprender y si no aprendía, entonces no le quedaba otro medio que dedicarse a la prostitución, puesto que nunca podría estudiar en la Universidad o dedicarse a otro oficio. No aprender de los errores también le parecía terrible, si Francois no podía... ¿significaría que estaría atrapado en una juventud e inmadurez eternas?
- Espero que escribas cosas agradables de mi en tu diario - Comentó al fin, intentando no mostrar demasiada sorpresa (aunque realmente estaba en shock con tal revelación) no quería ofender al chico - A pesar de que no puedas recordar y aprender cosas... tu corazón sigue siendo puro - Continuó y por primera vez sonrió en la noche, su sonrisa era un tanto inusual, seguramente porque rara vez sonreía, especialmente porque no se sentía en confianza con la gente fácilmente.
- Cuando despiertas, ¿Olvidas absolutamente todo o hay cosas que siempre están presentes? Como por ejemplo, quien eres o quienes son tus padres, ¿recuerdas sensaciones, olores, sonidos o sentimientos? -
El vampiro intentó imaginar como sería no poder recordar sus días en el castillo Kaarkarogf, cuando era un humano y su familia aún existía. Como sería no poder recordar que alguna vez estuvo vivo y tuvo alma, recordar a su devoto esclavo al que siempre intentó proteger, como sería no recordar su primer y único amor.
- Recordar es vivir - Murmuró, había escuchado eso en alguna parte y ahora le parecía una frase muy sensata, al recordar se revivían cosas y muchas veces ese recuerdo era el que te mantenía con vida y te hacía continuar en este mundo - Nunca había escuchado de este tipo de enfermedad - Comentó ya olvidando la desnudez del chico para sólo prestar atención a sus palabras - No logro imaginar lo difícil que debe ser vivir así -
Si Francois no recordaba, significaba que tampoco podría aprender y si no aprendía, entonces no le quedaba otro medio que dedicarse a la prostitución, puesto que nunca podría estudiar en la Universidad o dedicarse a otro oficio. No aprender de los errores también le parecía terrible, si Francois no podía... ¿significaría que estaría atrapado en una juventud e inmadurez eternas?
- Espero que escribas cosas agradables de mi en tu diario - Comentó al fin, intentando no mostrar demasiada sorpresa (aunque realmente estaba en shock con tal revelación) no quería ofender al chico - A pesar de que no puedas recordar y aprender cosas... tu corazón sigue siendo puro - Continuó y por primera vez sonrió en la noche, su sonrisa era un tanto inusual, seguramente porque rara vez sonreía, especialmente porque no se sentía en confianza con la gente fácilmente.
- Cuando despiertas, ¿Olvidas absolutamente todo o hay cosas que siempre están presentes? Como por ejemplo, quien eres o quienes son tus padres, ¿recuerdas sensaciones, olores, sonidos o sentimientos? -
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: • Another day whitout memories •
El cortesano dejó escapar un suspiro, perdiendo ahora la vista al frente, en ningún lugar en concreto, simplemente pensando en lo que decía. Quizás era único en su especie, el único infeliz que debía vivir con ese extraño tipo de amnesia. Lo más normal era olvidar por completo tu pasado y de ahí volver a empezar; él ni siquiera podía hacer algo así.
Ante sus siguientes palabras volvió a centrar la atención en él, sonriendo y alzándose de hombros. Siempre escribía las cosas más importantes, detalles que querría recordar, sin duda Soren formaría parte de su diario y no sería por algo malo. Ya simplemente con la conversación le había demostrado que era un hombre peculiar, alguien diferente a quien le gustaría conocer más en profundidad. Pero eso no pasaría, pues a fin de cuentas siempre lo conocería desde el principio, sin base, sin nada.
— Humm...— tras su pregunta miró hacia arriba, tratando de organizar las palabras en su propia mente antes de exponerlas, queriendo que todo quedase bien explicado — No lo olvido todo, porque es algo que pasó de un punto hacia delante. Tuve un accidente, pero todo lo previo a eso sigue almacenado en mi cabeza. — Se dio un golpecito en la sien, dando más énfasis a sus palabras — Lo que ocurre es como que al irme a dormir, todo lo que ha ocurrido ese día, en lugar de ir a almacenarse con el resto de recuerdos, simplemente desaparece, o quizás va a esconderse en un lugar al que no puedo acceder. — dejó escapar un suspiro, sonriendo y alzándose de hombros — Yo creo que aunque no pueda saberlo, sigo recordando cosas. Por ejemplo, el olor del burdel me causó una extraña sensación de familiaridad. Como si mi cuerpo y mis sentidos más básicos sí tuvieran memoria de todo lo que le rodea. — apretó un poco los labios, ladeando la cabeza — Perdona, me he puesto a hablar y he perdido el sentido. Cuando realmente es usted quién debería hablar todo lo que quisiera. — se sentía tan cómodo en presencia ajena, que simplemente había olvidado su lugar, que era un cortesano y él su cliente, que debía satisfacerlo aunque eso significara solo hablar.
Ante sus siguientes palabras volvió a centrar la atención en él, sonriendo y alzándose de hombros. Siempre escribía las cosas más importantes, detalles que querría recordar, sin duda Soren formaría parte de su diario y no sería por algo malo. Ya simplemente con la conversación le había demostrado que era un hombre peculiar, alguien diferente a quien le gustaría conocer más en profundidad. Pero eso no pasaría, pues a fin de cuentas siempre lo conocería desde el principio, sin base, sin nada.
— Humm...— tras su pregunta miró hacia arriba, tratando de organizar las palabras en su propia mente antes de exponerlas, queriendo que todo quedase bien explicado — No lo olvido todo, porque es algo que pasó de un punto hacia delante. Tuve un accidente, pero todo lo previo a eso sigue almacenado en mi cabeza. — Se dio un golpecito en la sien, dando más énfasis a sus palabras — Lo que ocurre es como que al irme a dormir, todo lo que ha ocurrido ese día, en lugar de ir a almacenarse con el resto de recuerdos, simplemente desaparece, o quizás va a esconderse en un lugar al que no puedo acceder. — dejó escapar un suspiro, sonriendo y alzándose de hombros — Yo creo que aunque no pueda saberlo, sigo recordando cosas. Por ejemplo, el olor del burdel me causó una extraña sensación de familiaridad. Como si mi cuerpo y mis sentidos más básicos sí tuvieran memoria de todo lo que le rodea. — apretó un poco los labios, ladeando la cabeza — Perdona, me he puesto a hablar y he perdido el sentido. Cuando realmente es usted quién debería hablar todo lo que quisiera. — se sentía tan cómodo en presencia ajena, que simplemente había olvidado su lugar, que era un cortesano y él su cliente, que debía satisfacerlo aunque eso significara solo hablar.
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Re: • Another day whitout memories •
Sentir lástima por Francois no era precisamente el sentimiento que ahora le embargaba, sin embargo no podía decir que no se sintiera perturbado y porque no, preocupado por lo que el chico le acababa de revelar. No conocía a Francois lo suficiente como para que su situación le afectara, no era un amigo o un familiar por ejemplo, pero el sentimiento de preocupación seguía ahí. Quizás era porque el chico era una buena persona. ¿Cómo lo sabía?
El vampiro desvió la mirada hacía el dibujo que estaba sin terminar. A veces los artistas podían ver más allá de la sola apariencia y cuando el pintaba a alguien, siempre terminaba descubriendolo desde otros ángulos. El Francois que tenía ahora en frente suyo no era el mismo que había visto al llegar al burdel, se había transformado, su color había cambiado. Se preguntó entonces ¿Que otros colores debería agregar a la pintura?.
- Entonces... si otros recuerdos siguen en tu mente... es posible que lo demás esté guardados en alguna parte inaccesible - Comentó con expresión pensativa, entonces la idea llegó a su mente de golpe ¿Y si pudiera acceder a esa mente y buscar en ella hasta encontrar ese lugar escondido? Soren había entrado en la mente de otras personas y había descubierto demonios y muchas más cosas que ni siquiera el portador sabía que existían, quizás también podría intentarlo con Francois...
Pero eso significaría revelar su verdadera identidad.
- ¿Has intentado buscar ayuda para esto? - Comenzó con disimulo, a lo mejor y Francois ya había intentado curarse por otros medios - Quizás yo conozca una forma de hacerte recordar... pero no es seguro de que funcione -
El vampiro desvió la mirada hacía el dibujo que estaba sin terminar. A veces los artistas podían ver más allá de la sola apariencia y cuando el pintaba a alguien, siempre terminaba descubriendolo desde otros ángulos. El Francois que tenía ahora en frente suyo no era el mismo que había visto al llegar al burdel, se había transformado, su color había cambiado. Se preguntó entonces ¿Que otros colores debería agregar a la pintura?.
- Entonces... si otros recuerdos siguen en tu mente... es posible que lo demás esté guardados en alguna parte inaccesible - Comentó con expresión pensativa, entonces la idea llegó a su mente de golpe ¿Y si pudiera acceder a esa mente y buscar en ella hasta encontrar ese lugar escondido? Soren había entrado en la mente de otras personas y había descubierto demonios y muchas más cosas que ni siquiera el portador sabía que existían, quizás también podría intentarlo con Francois...
Pero eso significaría revelar su verdadera identidad.
- ¿Has intentado buscar ayuda para esto? - Comenzó con disimulo, a lo mejor y Francois ya había intentado curarse por otros medios - Quizás yo conozca una forma de hacerte recordar... pero no es seguro de que funcione -
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