Smoke city [Libre]

Los días de lluvia seguían mojando Paris, las gotas caían cada vez más fuerte sobre la misteriosa ciudad, el cachorro no tenía hogar, no tenía dinero, ni siquiera alimento, caminaba noche y día por las calles, presumiendo de su flaqueza, casi siempre estaba en su forma animal, si fuera humano el desprecio sería peor, prefería que la gente lo evitara, por estar en esas condiciones. Hace tiempo que había perdido la esperanza y cada día era un infierno, el infierno empezó con unas llamas que deshicieron todo su hogar, reduciéndolo a cenizas, perdió a su amo, a su hermana, después vino la felicidad, dulce, agría, pero era algo que siempre había querido, encontró a su hermana incluso hallo el significado del amor, supo que era la calidez, la amistad y muchas cosas más. Un manto negro cubrió su mundo, la muerte, sus padres adoptivos habían muerto, su amigos desaparecido, su amor se quebrantó, su hermana perdió la razón y ahora no sabía nada de ella, rumores, solo eso, la gente rumoreaba por aquí y por allá. “Atriella está muerta,¡¡Entiéndelo Badou, Atriella murió, nunca más abrirá los ojos, no podrá defenderte, ni abrazarte, ni ladrarte, ella dejo de existir, es más las letras de su nombre se han esfumado, ni la A, ni la T, ni la R, tampoco la I, menos la E, absolutamente la LL, ni la última A, significan algo, ahora se han revuelto y una palabra nueva no se puede formar” , con esas palabras salió del lugar se adentró a la oscuridad, paso de nuevo hambre, carencias y a veces creía que perdería el sentido y la conciencia, así no podría volver nunca más a su forma humana.

Por cada ‘tin-tin’ que hacían las gotas sobre las calles empedradas las lágrimas de él caían. –Cuando llueve, Badou, cuando llueve nadie puede saber que estas llorando, todo se confunde con las lágrimas –Se trató de animar con aquel comentario estúpido, pero seguía triste, tan solo le quedaba un pequeño collar que había robado  del cuello de su hermana la última noche que estuvo con ella. Pero no le bastaba, desnudo y entre los callejones parisinas se volvió a convertir en el pequeño cachorro que era, el collar ahora estaba escondido entre su pelaje, comenzó a avanzar en sus cuatro patas, sin rumbo, mojándose, aguantando la mirada de las personas que ahí pasaban, una que otra patada a sus costillas, un quejido que salía de su hocico y nada más, ¿le esperaba la muerte?, quizás, si eso le regresaba lo que había perdido, eso quería, eso deseaba y quizás nadie podría detenerle.

Camino con prisas hasta salir de la cuidad, pasaba por el bosque, por todos los lugares, hasta llegar a las ruinas, había un lugar, un camino verde pelón, lleno de cepeda y maleza donde antes había existido una pequeña ciudad, las extintas casas, habían techos frágiles, restos de paredes, ladrillos pegados unos con otros, los últimos que habían aguantado el paso de los años, la madera podrida, quizás podría sobrevivir ahí, convertirse en viejo, salir a cazar en una de sus tantas formas animales y olvidarse del habla con los hombres y jamás, nunca más volver a la ciudad. Esa era su idea, su mundo utópico.

La lluvia había cesado, ni siquiera se había dado cuenta de ello.  La hierba mojada le gustaba, ese olor peculiar, el cielo se despejo y los quizás últimos rayos del sol se asomaban en el horizonte, Badou subió a una de las rocas que estaban ahí entre la maleza, se sentó, observó con atención el sol, convirtiéndose en parte de las ruinas, sin moverse, el cachorro estaba absorto en aquella magnificencia y quizás algún ruido podría cambiar su pequeña historia.  

El cielo se empezaba a tornarse demasiado naranja y negro, como una calabaza, así se lo imaginaba el pobre cachorrito, tan centrado estaba cuando se hizo presente esa figura, un olor a humano que a veces deseaba pero que era imposible de conseguir, porque en parís ya había tantos olores a tantas razas pero él era lo que era, un cachorro, un perro sin dueño, sin casa, sin familia, sin nadie en el mundo ahora, estaba tan centrado en el ocaso que de un parpadeo se volvió negro y apenas veía al hombre frente a él, un muchacho que olía a jabón, a lilas o algo especial, quizás se había mezclado con algunas hierbas por ahí, pero eso le parecía agradable, a su olfato le parecía un ser amable y sin malos rollos, tan solo deseaba acercarse pero su pequeño cuerpo no correspondía a sus pensamientos y otro olor y aura interrumpió el espació cuando Badou comenzaba a moverse ‘ella’ apareció, presentándose con ese porte demasiado frío, era un vampiro uno como los muchos que llego a amar Badou, ¿por qué su vida siempre estaba liada a esos seres?, parecía que siempre le traían desgracias cuando se dirigió ante ellos, el perro simplemente bajo la cabeza y se escondió tras el muchacho, no sabía que pasaba, pero su pequeño cuerpo se fue transformando en un humano, en uno alto y rubio, desnudo ahí con la vergüenza. Algo que antes no conocía, pero se abrazo por la cintura del otro muchacho, tan solo porque no traía ropa. –Yo no tengo nombre –Dijo sin más, ahora no quería que se siguiera esparciendo su tan ‘abrumador’ apodo. Como si los recuerdos se hubieran ido con las personas, así estaba él. -No sé quién soy, ni a donde voy, no sé quien soy… -Se repitió una y otra vez estrujando al otro muchacho por que los recuerdos le apretaban el pecho, le hacían vuelcos, se quedó ahí, sin mirarlos, tan solo y fue lo último que salió de sus labios -¿Me puedes abrazar? –Susurró con un toque de piedad de lastima, de todo eso junto, quería sentirse protegido y aquella condición suya le iba a atraer problemas con el paso del tiempo, quería sepultar todo, ser como un humano hasta olvidar que podía transformarse en un animal. La felicidad se le había ido de las manos y con ello mucho de lo que era él. Y ni siquiera deseaba ver a la mujer, porque su naturaleza no le asustaba, es mas despertaba la rabia que él sentía. –Ella es un vampiro –Susurró al oído del muchacho, como si le advirtiera que debían cuidarse o algo parecido.

Off: Lamento la tardanza, por cuestiones personales no había estado en el foro, pero aquí estoy tarde pero estoy, espero sigamos el tema y en verdad una disculpa.