Axel Garrett [Ficha]

Demasiado delgado, se pueden ver los huesos de su rostro, de su cuello, las costillas, la columna, caderas, incluso los brazos, debido a como es se ha ido descuidando, posee una piel pálida debido a su encierro, sus labios son delgados y alargados, sobre su boca tiene un lunar que sobre sale, su nariz tiene una forma respingada y a su vez chata, tiene un lunar en el lado izquierdo , sus ojos son pequeños, color Hazel, debajo del izquierdo tiene dos lunares que parecen pequeñas lágrimas, tiene el ceño fruncido, se atrevería a decir que aquello le hace más atractivo a la vista, incluso si posee algo de perversión sus pupilas lo transmitirían, pero jamás lo ha hecho, su mirada es gélida, distraída, sería, sonríe a menudo lo cual le hace pequeñas líneas sobre la boca haciendo que su delgado rostro muestre los huesos, sus cejas son anchas pero escasas y su cabello es largo, castaño oscuro y rizado, quien lo ve a menudo piensa que está enojado, tiene el temperamento fuerte por lo cual no es tan errada, pero también se confunde con algún vagabundo dado las vestimentas que usa y lo poco que frecuenta el agua, su cabello podría ser una muestra de ello. Si habláramos de genética tiene en su mayoría la de su padre, sus pestañas le pertenecen a su madre al igual que el color de los ojos, aparenta ser más joven de lo que en realidad es, algunas veces parece un chiquillo en vez de un adulto y su flaqueza no ayuda demasiado.

Si alguna vez el silencio se escucha entonces se trata de él, permanece en calma pero sabe que alguien se ha acordado de él, entre ánimas y oscuridad la locura puede invadirle, sus ideas suicidas le visitan cada noche, es bueno engañando porque así lo dictan las voces en su cabeza, es bueno fingiendo porque ha aprendido de la experiencia traumatizante que tuvo durante toda su vida,  jamás presentó placer alguno por algo, aún desconoce mucho del mundo pero se las apaña para salir adelante, la única vez que asesino a alguien nunca se sintió culpable, a veces sabe distinguir el bien del mal, pero el misterio que le aguarda es demasiado que puede llegar a aterrar, es apegado a la iglesia, aunque jamás le gusto desarrollo una clase de misticismo por ello, su mente es la más ruidosa pero su personalidad es completamente parca jamás le importo mentir y el único lugar donde puede obtener tranquilidad es donde hay más gritos, locura, violaciones, fue su entorno durante mucho tiempo y es consciente de aquellas suplicas. Se la pasa leyendo a pesar de como es, le gusta mucho visitar el orfanato donde creció y sostener la mano de quien considero madre, no sabe por qué tiene nombre o apellido, tan solo sabe que existe y que probablemente fue obra de un error. Alguna vez comento que su visión no es a color, si no como la de los animales, a blanco y negro, él dice que es ciego, que no conoce de aquella belleza de la que todos hablan pero es difícil decir lo contrario cuando se le escucha decir algo como eso. Su aspecto físico no dice mucho de cómo es, solo admite que es débil físicamente pero mentalmente jamás lo será, no le preocupa mostrar las cicatrices que le han hecho o se hizo, son como las marcas de una guerra que alguna vez tuvo, por ser brujo debería ir en contra de la iglesia pero para él ha sido un buen medio para estafar a la gente, no se sabe si cree en ello o no, tan solo que predica. Trata de ser ‘normal’ ante todos, pero una vez que todo se cubre de oscuridad las voces en su cabeza le dictan las peores locuras, asesinar es algo que adora, tiene el fetiche de dormir con los cuerpos antes de ir a enterrarlos a fosas clandestinas. Si algo puede tranquilizarle es el sonido del piano, los cuadros que a veces observa que los gitanos pintan por ahí.

Desde un principio fue un error, algo que debía ocultarse, debía permanecer en las sombras, quizás muerto, como fuera, pero él jamás debió tener un nombre y mucho menos un apellido. Hace más de veintisiete años comenzó todo, en una iglesia, donde hombre y mujeres ponían su vida en manos de ‘Dios’, ahí, entre oraciones y devoción siempre hubo pecados, mientras más privaban a mujeres y hombres de los placeres carnales más tentados se veían, secretos habían muchos y las paredes no hablaban, preferían guardar sus secretos, hasta que se olvidaran. Una joven monja, se había enamorado de un ‘sacerdote’, sus pláticas acerca de Dios y sus leyes eran un lenguaje oculto, tan solo era pasión, tentación, lujuria, sus orbes se llenaban de aquellas imágenes, de esos deseos, desesperados por probar la manzana de aquel árbol prohibido dejaron ver su piel, desgarraron su ‘disfraz’, se entregaron no solo al amor, a lo prohibido, lo inmoral, rompieron todas las reglas, sin medir consecuencias, la vida no era eterna, ella era como una cortesana y él como un cliente más, disfrutando, haciéndola suya, marcándola para toda la vida, después de esa noche llena de gritos, gruñido y sudor jamás se volvieron a ver, él murió, lo descubrieron ‘pecando’, lo condenaron, lo quemaron ante los ojos de esa siempre su amada, quien sin saberlo llevaba aquella semilla germinando dentro de ella, sus lágrimas amargas la hundieron, su prominente vientre en el encierro total, sin ver el sol, sintiendo cada noche aquellos brazos rodeándole, aquella voz susurrándole y sobre todo la calidez de lo que representaba su amor, ella deseaba a esa criatura porque quizás de esa manera tan estúpida podía conservar el recuerdo de él, pero no se lo permitirían, arrebatarían al niño de sus brazos, ella no tenía nada excepto a Dios, su Dios, lloraba cada noche, escribía en las paredes, murmuraba cosas, no se alimentaba, tan solo quería morir al pensar dónde iría a parar aquel pequeño que llevaba en su vientre, desesperada, intento matarse, la enviaron directamente a un hospital psiquiátrico, amarrada, en una cama, sobreviviendo, hasta que cumplidos los seis meses de embarazo aquel feto entre sangre y líquidos salió con la respiración apagada, con el cuerpo más pequeño que había visualizado, naciendo en ese lugar, entre gritos y gente a la que tachaban de locos,  el niño jamás emitió llanto, dictaminaron su muerte, en el momento que le envolvían en sabanas para tirarlo con los desechos comenzó a llorar, como un desquiciado más de ese lugar.  Ella le tomo en brazos, le beso, pero le fue arrebatado, ella se aferró a él como una roca a la tierra, “Axel Garrett”, susurró, como su último deseo.

Aquel chiquillo fue directamente mandado a un orfanato, sin embargo aquel niño había sido contagiado de aquellos presos, locos, esos gritos que parecían embrujos sobre él, arrancado de su lugar de nacimiento en medio de varios niños como él, sin padre, sin madre, pero solo tenía un nombre y un apellido, nunca preguntaba por qué, no anhelaba  ser adoptado por alguien, creció viendo más allá de lo que se le permitía, su cerebro está infectado, su mente desordenada, cuando nació en aquel lugar todo se le impregno hasta en la mirada. En aquel lugar era cuidado por su madre, él no lo sabía aquella mujer tampoco pero esa conexión no se borraba, él sentía que le conocía que sus ojos hazel eran los mismos que él poseía,  que sus manos amorosas sobre sus rizos enroscados eran cálidas como aquel vientre donde estuvo, sin embargo no compartían la tristeza, ella lloraba cuando ellos se quedaban dormidos, era Garrett quien siempre se quedaba despierto hasta que ella terminaba de lamentarse, después de orar su corazón se calmaba y ese fue el único porque en su vida, el cual jamás fue respondido. Años más tarde, cuando tenía la edad suficiente para dejar el orfanato al no ser adoptado todo se vino abajo, su pequeño mundo cobro vida, su actitud hizo que le internaran para convertirse en sacerdote, pero en aquella casa conoció a un ‘condenado’, uno que era como un demonio y fingía ser un ángel,  heredando su conocimiento a Garrett, entrándole y trastornando su mente con animas y demonios. Su naturaleza se desato, escribía en las paredes, desgarraba su ropa, platicaba a gritos con espíritus, no comía, no bebía, no salía, no… no era humano decían, le amarraron a la cama, intentaron purgar aquel mal de su ser, pero era su mente, era aquel lugar, su cuna, su verdadero ser el que salía, ¡Estaba loco!, ¡Era como su madre!, aquella locura se anido en él haciendo un corazón palpitante en su interior, la vida se le oscureció, tuvieron que llevarlo de nuevo al psiquiátrico, cuando apuñalo a un compañero justificando que aquel deseaba su cuerpo, que robaba sus pensamientos y su alma flotaba como una nube sobre su cabeza. Desde aquel día entendió, cuando le llevaron reconoció el olor, los gritos, sentía una especie de familiaridad, le ataron a la cama con dificultad, lo raparon, lo envolvieron con cuerdas, cadenas, solo sus uñas podían acariciarle, no podía tocarse, se reía, hablaba con los ‘espíritus’ que ahí flotaban, ¡Estaban más locos que él!  

Sus largos rizos comenzaron a estorbarle, su pequeño cuerpo se estancó, las terapias de electroshock parecían funcionar, tuvo que fingir, temblaba, aun hablaba a solas y a gritos, pero ellos le decían que para salir debía ser callado, bueno, amoroso y sobre todo fingir que era bueno, dos años más tarde fue liberado, la marca de las cadenas en sus muñecas seguían, junto a las marcas de sus intentos de suicidio al quererse cortar las venas, su rostro demacrado y pálido a veces asustaban a los que parecían cuerdos, aun recordaba a aquel hombre que le enseño embrujos, a hablar con las almas, a conectarse con el más allá, tres meses después lo asesino, pero ideo un plan,  tomo su lugar, se hizo pasar como ‘sacerdote’, para así engañar a la gente, para tener como vivir, toda esa locura le llevó de nuevo al lugar donde creció, con aquella mujer, fue donde se enteró que la joven y hermosa ‘monja’ padecía amnesia desde que fue separada de su hijo, él siempre imagino sin saber que ella y él tenían un lazo tan grande e inquebrantable, nunca dejo de verla aun cuando la tenían exiliada como si fuese una demente, ella siempre tenía miedo, siempre se ponía mal cuando él la dejaba, pero debía seguir como el brujo solitario que era, aquel pequeño estafador, al cual la gente se encomendaba pues no era idiota después de todo, la locura, la realidad le había hecho abrazar a sus propios demonios.

 No siempre engaña a la gente diciendo que es sacerdote, solo cuando ve la oportunidad, siendo brujo no es muy devoto a la religión sin embargo tiene una misteriosa atracción con ese tipo de lugar y personas, debido a que se crio la mayoría del tiempo en lugares como esos.

 Vive en un modesto lugar en el centro de Paris, pero casi no lo frecuenta, le gusta pasar la noche donde las ruinas por las voces que oye constantemente en su cabeza, no tiene algún amigo o conocido.

 Está convencido que aquella monja que le crio es su madre, sin embargo no se ha atrevido a preguntar por qué ese tema no le interesa. Alguna vez por ella pensó en convertirse en condenado pero le gusta la ‘profesión’ de brujo.

 Dice y asegura que ve a blanco y negro, que los colores no los conoce, le gusta dibujar e imaginar como son los tintes del mundo, se identifica con un gato que encontró alguna vez en la calle al cual llama ‘Milan’, pero frecuentemente desaparece.