En la Inmensidad del tiempo...Jacques Roman

Pacifico y pensador, una “alma” tranquila, que solo vive por y para la calma y conocimientos, o retos que distraigan su mente de la nada. Muy seguro de sí mismo, sus posibilidades y de sus poderes, nunca dirá que no a una lucha con los de su misma condición, que le busquen las cosquillas o muestren cierta hostilidad. Vive bajo sus reglas, no recibe ni aceptara nunca ordenes de nadie más, por algo tiene 5000 años. Con sentido del honor y la lealtad, lo que promete, siempre será por algo, no da su palabra en vano.
Le gusta vivir entre comodidades y mezclarse entre los humanos de alta alcurnia, como si él fuera uno más de ellos, todo y que también, se suele mover por las clases más bajas, donde ayuda a quienes puede.

Su lado afectivo, tiende de muchas facetas, muy protector y cariñoso, todo y que algunas veces con cierta frialdad, desde el amor de padre que puede sentir por sus protegidos o protegidas, hasta la irrefrenable pasión. Es un caballero, pero cuando hay que ser dominante, impone su ley. Curioso, como confiado, no teme a nadie ni a nada. Podría sentarse a charlar tranquilamente con un cazador que no parpadearía una sola vez de miedo.

Spoiler:

HISTORIA

Un varón! La mejora de las dichas que podía haber para una humilde familia de Babilonia. Los varones podían entrar como soldados, al servicio de su rey. La dicha los embargó y ansiosos esperaron el hijo que los dioses les habían prometido. Tras los ocho meses de espera, el esperado día llegó. Fue una negra noche, sin luna, la brisa se llevó con ella los gritos de la futura madre convaleciente, que en medio de los dolores luchaba por traer al mundo a su adorado hijo. El ruego no se hizo esperar y esa misma noche, nació el varón que habían pedido a los dioses, Jacques. Un saludable niño pero diferente a ellos, se fijaron sus padres. Jacques nació rubio y con una clara piel, nada parecido a como ellos eran. Los padres alarmados, dejaron pasar los años, esperando que con el sol el piel y el cabello se le oscureciera, pero nunca llegó a pasar. A los ocho años, sin poder esconder por más tiempo, la desgracia de haber traído al mundo un joven inepto, una tarde, lo entregaron a una cadena de esclavos. Jacques se negó en rotundo, las lagrimas mecían su rostro, mientras incapacitado, atado a un carro, observaba a su familia alejarse sin mirar atrás. “¡MADREE, MADREEE! NOO  MADRE..PORFAVOR! PORFAVOR…madre...” poco a poco le fue faltando voz, hasta que solo sus llantos rompieron el silencio del momento. Tras observar la partida de su familia, ya nada le quedaba, solo el horror de un niño, de un incierto destino, que nada bueno deparaba.




Jacques fue creciendo entre esclavos y muchos amos, su primer amo, fue un noble babilonio, que quería un niño para entretener a su hijo. Allí entre juegos, y libertades, pasó sus mejores cuatro años, desde su venta como esclavo. Pero como todo, en cuanto fue grande, ya no lo quisieron y lo regalaron a un señor, quien lo hizo servir como mula de carga, como un simple animal. Por suerte para Jacques, cuando el señor vio que no servía, lo vendió a un comerciante, con el que estuvo ayudando en su comercio. El señor Donae, fue como un padre para él, le enseño a leer y a escribir, a hacer el arte de la época, a comportarse en sociedad correctamente. Bajo el cariño del hombre descubrió sus ansias de conocimiento, su mente despierta, y así fue creciendo hasta que una mala noche, unos saqueadores, se llevaron la vida del señor Donae y Jacques volvió a quedar a merced de otro amo, pero este muy diferente a los demás.

El instigador Utak, era un sanguinario guerrero, el que poseía más de diez esclavos para sus caprichos y maldades. Jacques, con un desarrollado cuerpo para con su edad, de veinte años, fue su tentación desde que le fue entregado. A su lado, Jacques pasó sus más oscuros ocho años, en que solo conoció la tortura, el hambre y el miedo. Hasta que él llegó…




Se encontraron en una celebración, donde Utak le llevó junto a él, para alardear de esclavo. Era un evento en que se reunían los más poderosos y fuertes guerreros y entre ellos reían y planeaban, mientras presentaban a sus mejores esclavos. Esa tarde, para Jacques todo cambiaría…y así conocería a quien le cambiaría el modo de ver la vida, el mundo, sus pasiones y anhelos.

Jacques se asombró al verlo, era el ser más bello que jamás había contemplado. De larga melena morena, ojos de un intenso verde y de blanca piel, esa piel extraña, tan parecida a la suya. El señor, se llamaba Ishtat, era la mano derecha de quien gobernaba ese poblado, nadie le contradecía, hacia lo que quería, lo que le gustaba, lo hacía suyo rápidamente, no temía a nadie ni a nada, y en cuanto sus ojos se fijaron en el intrigante esclavo de piel nívea y esos tristes ojos, juró que esa misma noche, seria suyo.

Dicho y hecho, cuando la fiesta terminó, Ishtat desde las sombras les siguió hasta llegar donde Utak, mantenía a sus esclavos atados, donde Jacques también dormía. Fue como sacarle un juguete a un niño pequeño, tras terminar dejando seco a los dos guardias que custodiaban a los esclavos. El vampiro entró buscando entre los esclavos, los que tras asegurarse de que no eran su inesperado trofeo, hincaba los dientes a fondo en sus cuellos, bebiendo de su elixir que era la sangre hasta terminar muertos. Alertado por los gritos de los demás,, Jacques se despertó encontrándose atado, ante un ser con largos colmillos y roja mirada, reconociéndolo como el señor Ishtat. – ¿Que eres?- el vampiro río acercándose al joven, hasta tenerlo atrapado entre su cuerpo y la pared, donde atado se encontraba, sin poder moverse. – soy un enamorado de tu belleza mortal. Juraré amarte siempre, inmortalizado y eterno en mis recuerdos- y antes de que Jacques dijera algo más, le besó con dulzura y cariño, confundiendo al muchacho quien cerró los ojos dejándose llevar, saboreando aquel primer beso que recibía. Ishtat aprovechándose de que Jacques yacía sumiso a su beso, empezó con sus manos a recorrerle el torso corriéndole a un lado la tela que llevaba como camisa. Ante esas nuevas caricias Jacques se acobardó, lo habían sometido muchas veces y si algo le disgustaba de verdad, era esa acción tan vil y denigrante. Ishtat le tapó la boca con un dedo, rogándole silencio – No debes de temerme, seré la mas amorosa de las muertes- dijo bajando por su cuello, besándole, hasta llegar al pecho donde se entretuvo. Y en cuanto Jacques se relajó, hincó decidido, voraz, los colmillos en su pecho, justo encima de su corazón, sorbiendo su preciada sangre.

Jacques intentó quitárselo de encima, sin éxito, sintiendo como a cada segundo, una debilidad azotaba su cuerpo, hasta caer laxo contra el cuerpo del vampiro, quien lo sujetaba, y seguía acariciando con devoción su cuerpo. Extasiado Ishtat con su sangre siguió hasta que notó la resistencia del chico, la voluntad del chico a vivir que era más fuerte que la muerte acechante, que en su abrazo le entregaba. Allí el vampiro se enamoró. Esa dicha de vivir, aun después de vivir la cruel vida que le había tocado vivir, su resistencia a que su corazón dejará de latir, lo desarmó y tras sus 200 años vagando en solitario, decidió hacer lo inesperado; convertir al rubio muchacho en su aprendiz, en su amante de la noche.





Los comienzos de Jacques no fueron comedidos, tras su conversión su sed llegó a un nivel extremo en que esa misma noche, hambriento, terminó con todo el poblado. Solo tras la muerte de utak, su último amo se calmó y escucho las palabras de Ishtat, quien le dio a conocer su nueva naturaleza. Jacques tras oír sus palabras, se abrazó a esa nueva existencia, que aunque el sol no pudiera ya mas contemplarlo, le daba la libertad que desde los ocho años sus padres le arrebataron.

Tras los inicios, en que Jacques no se controlaba, cuando de sangre hablamos, y Ishtat alegre lo contemplaba, como quien observa a su hijo jugar con un juguete nuevo, fueron pasando años y años, entre matanzas y sangrientas muertes, que causaban por doquier, dejando tras de si, la estela de la muerte. Entre ellos dos se fue formando una camaradería, en que ambos, tomaban lo que querían  de los demás y compitiendo muchas veces entre ellos, sacando a relucir sus grandes egos.

Poco a poco, Jacques empezó a sentir más que admiración y respeto por Ishtat, quien se había vuelto su padre y mentor de esa nueva vida. E igual pasó con Ishtat, quien contemplaba a Jacques con adoración, amor y un deseo latente por quien ya consideraba, su hijo. Así surgió entre ellos dos, un apasionado romance. No todo era deseo carnal entre ellos, había mucho más...eran tal para cual, cada uno encendía las malas artes del otro, y así eran ellos, ya que Jacques no sabía hacer otra cosa que lo que sus amos le habían enseñado – en este caso, el mal- y Ishtat, no le contradecía en ningún momento, siendo igual de frenético y lujurioso en los baños de sangre como él.

Jacques pasó a ser su sombra, su máximo adorador, un hijo y amante.





Mesopotamia tras un siglo de recorrerla, se les hizo pequeña y aprovechando la guerra de los pueblos del mar, en que unos barbaros interrumpieron y arrasaron, dejando a su paso la muerte- y los que no morían, eran presas de Jacques y Ishtat- quienes les siguieron encantados, de que por una vez, les sirvieran el plato en la mesa. Se marcharon lejos de allí, cruzando nuevas fronteras, siempre por tierra, escondidos de día, asesinando por las frías y calurosas noches.
Pasaron por todos los lugares que encontraron a su paso, y como siempre, lo arrasaron todo. Así pasaron dos mil años, hasta la llegada de la Griegos y seguidamente los romanos, de los que participaron en la historia de la bella Roma, participando en las mayores conquistas, participando como generales o espías – mas lo ultimo- y aprovechando, se colaban en las puertas enemigas y matando a los que debían de matar, dejaban entrar a los romanos dentro – tras esa espera, volvían y asesinaban a todo hombre o mujer viviente.-

Deleitándose en los placeres romanos, como las orgias, en que inventaron otro tipo de situaciones indecorosas, en la que la sangre corría como un fluido rio entre ellos, fueron pasando los años, llegando a estar presentes en la caída del imperio romano de Occidente, y contemplando el deslumbrante imperio Bizantino.




Para Jacques su vida solo era deleitarse en los placeres nocturnos, aún se acordaba de tanto en tanto recoger conocimientos de cada época, civilización o sabio, con el que tenía el placer de hablar antes de saciarse con su sangre. Pero cada vez, sentía un vacio más grande en su interior, como si algo tras 3000 años, no fuera bien. Y una noche, descubrió el por qué a ese vacío existencial.

“Era una noche de invierno, Ishtat y Jacques iban buscando presas, cuando encontraron una familia en su cálido hogar. Alimentarse de familias enteras, era la pasión de Ishtat y Jacques, como no era menos, le seguía. Se saciaron con sus cinco miembros que constituían esa pobre familia, cuando de detrás de la cama, se oyó unos silenciados sollozos, alertando a Jacques de la presencia de un niño escondido, el que para su desgracia había contemplado el crimen. Jacques se acercó y sacó al tembloroso niño de su escondite, encarándolo contra los dos vampiros. – Ya sabes que hacer…nunca probaste sangre tan inocente, verdad?- Jacques negó y miró al pequeño, quien no tendría más de cuatro cortos años. – Si no lo haces tú, dámelo a mi…aún tengo sed- murmuró Ishtat. Jacques horrorizado, ante aquella imagen de él bebiendo salvajemente del pequeño niño, lo acogió en sus brazos y lo meció calmándolo, cantándole una nana, y por primera vez usó su don de Ilusión, y le procuro al niño una visión agradable. Mantuvo el niño cautivado por la ilusión y procedió con cuidado a desangrarlo sin hacerle daño, procurándole una muerte apacible, en que en ningún momento fue consciente de su extinguido habito de aliento, hasta que murió, con los colmillos de Jacques en su carótida y su mente en un sueño, donde dormía en brazos de su fallecida madre. Ishtat no dejó de mortificarle con sus burlas, pero en ese momento en la mente de Jacques algo cambió.”


La sangrienta existencia, le pasó factura, y como a un niño que se le rompe el juguete de tanto usarlo, llegaron los remordimientos.






Hasta entonces nunca antes había probado la sangre inocente y pura de un niño, y al probarla…sintió como su última oportunidad de salvación, desapareció tras traspasar ese límite. Ishtat, con cien años más que Jacques, no le entendió, el por qué tras tres mil años asesinando en masa, bañándose en la sangre de los mortales, a causa de una simple criatura, podía haber cambiado tanto, hasta encerrarse en sí mismo y negarse alimento.
Jaques desde ese entonces, negó a procurarse alimento, más que para cuando realmente la sed se le hacía insoportable – que para su gusto, era muy seguida, ya que su organismo estaba acostumbrado a beber hasta saciarse cada noche.- Fueron tiempos difíciles para los dos, muchas peleas y hasta luchas, en donde llegaron a la conclusión, que ninguno era más fuerte que el otro. Y mientras se iban distanciando, Ishtat cada día se volvía mas cruel y Jacques mas melancólico y triste.




Fue inesperado. Cuando la traición de tu más allegado, tu padre, tu hermano, sangre de tu sangre, lo más preciado en tu existencia, te traiciona… no existen palabras para describir la emoción que te embarga. Así lo expresó Jacques, cuando un buen día, se encontró con una estaca en su corazón en su ataúd, a pocos centímetros de no haberlo contado apenas, sin poderse mover. Llamó a Ishtat pero este nunca respondió y tuvo que valerse, para el quinto día, de una joven que entró incauta donde su ataúd se encontraba, y usando ilusión, consiguió que le ayudara a salir de allí.

Tras ese acelerado despido de Ishtat, lo busco durante cien años, en los que recorrió cada rincón del planeta, hasta que finalmente, dejó de buscarlo y se sumió en su búsqueda de conocimientos y de educación, poniéndose límites en cuanto a la sangre. Desde ese momento solo se alimentó de malhechores y asesinos como él, nunca más sus labios se saciaron con sangre virgen o inocente.





En  solitario, empezó su nuevo destino. En el 700 se fue hasta Galia, donde aprendió junto a los más sabios del imperio carolingio, pasó por guerra santa, y hasta conoció a Colón, cuando descubrió las Américas. Rodeándose de los científicos y más ilustres de los tiempos, fue adquiriendo conocimientos y perfeccionó su control, siendo capaz de probar una gota de sangre y no pedir más.

Viajando, y conociendo a demás vampiros como él, Jacques ha llegado a París, en donde se ha asentado por unos cuantos años, en busca de tranquilidad y calma. En pleno 1800, cuando hay más cazadores e inquisidores tras las huellas de los más antiguos vampiros, llega a la ciudad eterna, sin saber que le deparara el futuro.

DATOS EXTRA

- Se alimenta de malhechores, no podría soportar la idea de vivir durante siglos asesinando a inocentes.

- A su disposición tiene en su mansión, unas mortales que protege a cambio de sangre, por los días en que no encuentra la presa deseada.

- Amable, simpático y caballeroso con desconocidos, siempre que no se muestren hostiles.

- Es caritativo con todos, tras 5000 años recopilando tesoros y muchos ceros en sus arcas monetarias, es común que acoja a protegidos o a protegidas, de su condición o humanos, bajo su tutela.

- Su debilidad, no es otra que los frágiles humanos y los jóvenes vampiros, a los que da siempre una mano.

- Su lado más oscuro, del que todavía hace alarde, cuando se encuentra con algún vampiro que le recuerde a su desaparecido maestro o le busquen mucho las cosquillas, le hace sacar su lado más Irónico, sarcástico y cínico.

- Causar dolor y soportarlo no le importa, siempre que haya un motivo valido, para tal acto.

- Odia intensamente a los vampiros antiguos como él, que aún siguen torturando y bañándose en sangre inocente, como los que se parecen a su maestro, el que no tiene intención de buscar, pero si lo encuentra, solo sueña en terminar con su ruin existencia.

gracias a αgusτınα• de sourcecode