Emma Crawford ID

poderes

✖ Hechicería: Habilidad para hacer que cosas sucedan, ya sean a favor o en contra de alguna persona, por medio de conjuros, hierbas y pociones. Esto incluye altos conocimientos de herbolaria que les permiten hacer también curaciones.
✖ Percepción del aura: Habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad, de este modo saben si están bajo amenaza. Este poder les permite reconocer a licántropos y cambiaformas cuando no están transformados e identificar a los vampiros gracias a su aura pálida.
✖ Creación de ilusiones: Habilidad que le permite crear ilusiones a su alrededor; imitará texturas, sonidos, olores, etc., desconcertando así a su oponente y brindándole una excelente arma defensiva. El poseedor de este don será capaz de entrar a la mente de su adversario con sus ilusiones.
✖ Reminiscencia: Poder para bucear en los recuerdos humanos de los mortales e inmortales.
✖ Premonición: Habilidad para percibir el futuro. en ocasiones solamente se expresa en forma de vagos sueños mientras se duerme, mientras que otras veces es clara y ocurre a voluntad, mientras se está despierto.

descripción psicológica

Emma presenta una pérdida acelerada del contacto con la realidad. Sufre alucinaciones visuales y auditivas. Siempre se le ve hablando sola. Los fantasmas, esos que ella llama demonios, le siguen a donde quiera que vaya. Son ellos quienes le cuentan los secretos que el mundo esconde. Secretos, que ella comparte a gritos por las calles. ¿Incoherencias? Eso piensan ellos. Esa es la manera en que ridiculizan sus profecías. Le apedrean. Le llaman ‘la loca’. Pero todos están muy pero que muy equivocados. Ella los ha visto retorciéndose, les ha visto arder para purgar sus pecados. No solo en sus sueños. No señor. Ella los ve caminar presos de las llamas del infierno, mientras camina a su lado. Los toca, pero a ella nada ni nadie le hace daño. Está convencida de que eso se trata porque su pasado está tan teñido de sangre, dolor y muerte, que el diablo la ha reclamado. Pero ella no lo quiere, lo odia. El infeliz ha enviado a varios de sus vástagos para que cuiden de cada uno de sus pasos. Como castigo, ha descuidado su aspecto personal, esperando que deje de verse tan apetecible para ellos y el jefe. Se le puede ver siempre con el mismo sucio vestido, con el cabello todo enmarañado – como si escondiese miles de viudas dentro de él – y marcas de rasguños sobre la piel. Es una rata desdeñosa. Escurridiza. Juguetona. Ávida. Venenosa. Una Caja de Pandora. Una Llave a Mil Puertas. Pero todo es un truco con ella. No se puede confiar en la pordiosera. A todos pone en evidencia. Ni siquiera el sacerdote del pueblo se salva de sus ataques. Es obscenamente descarada. Cínica. Impúdica. Vive de la miseria y de los hurtos.
 

historia

Kaleb Crawford era un hombre tranquilo y amable, que participaba activamente en la vida religiosa de la localidad, daba limosna con relativa frecuencia e incluso, invitaba a personas sin hogar a dormir a su casa. No se le conocía ningún vicio y su alma caritativa parecía no conocer límites. Había cogido bajo su ala a una huérfana, o eso es lo que se decía, dado que la pequeña y él no compartían ningún parecido físico. Además, se rumoreaba que la niña estaba enferma. Siempre se le veía hablando sola. Enfadada, con frecuencia, con seres inexistentes. Atendía el negocio de Kaleb, donde vendían cinturones, tirantes, cintas, cordones de zapatos y carne. Las quejas, debido a la “demencia” de Emma, habían ido en aumento. El señor Crawford, que no se enojaba por nada, estallaba en un frenesí entonces y salía a su defensa. No fue hasta que sus clientes empezaron a escasear que se vio obligado a relegar a su hija, única y exclusivamente, a la fabricación de los productos. Ésta aceptó con inaudita fascinación. Kaleb nunca le había permitido participar en el descuartizamiento de los vagabundos. ¿Había olvidado mencionar que lo que vendían estaba hecho de humanos? Una terrible crisis económica, había llevado a su padre a cometer una serie de asesinatos. “Nadie los extrañará, Emma. Y nosotros podremos comer y utilizar su carne para vender.” A partir de entonces, ella vería cómo su padre llevaba a su víctima – la mayoría del sexo masculino – al hogar para, en un momento de descuido de ésta, golpearla con un pico una y otra vez. Muertos, le descuartizaba metódicamente, deshaciéndose de lo que no servía del cuerpo, y guardando el resto según el fin que se le fuese a dar. A la bruja le gustaba anotar los nombres de las víctimas, las fechas de las muertes y el peso de los cuerpos. Pero aquello no podría haber continuado así sin levantar sospechas. Los vecinos habían empezado a quejarse del fuerte y olor penetrante que provenía de su casa. Kaleb no le dio importancia. No cuando su negocio estaba prosperando. Ninguno de los dos sospechó que, inconscientemente, Emma empezó a desarrollar una habilidad para encubrir sus rastros.

Pero la suerte nunca está echada. Las visiones de las que era presa en sueños, empezaron a atacarla en la consciencia. ¿Pero era eso cierto? Probablemente no. La cordura de la bruja siempre había sido frágil. El que las víctimas regresaran en forma de fantasmas para atormentarla solo terminaron por romperla. Ellos la seguían a donde quiera que fuera. Salía de la vivienda para esconderse, pero tampoco eso funcionaba. Le hablaban. Le advertían. Le amenazaban. Le contaban secretos que su boca despilfarraba como venganza. Los clientes le temían. La veían aparecer y se hacían a un lado. Los vecinos encerraban a sus niños, temerosos de su aspecto desaliñado. Eso no detenía a Emma, quien se paseaba por las calles, riendo, soltando un sinfín de insultos y profecías que hablaban del fin del mundo. Percibía el miedo en sus auras. Le atraían como una polilla. Pero cuando empezó a hablar del aspecto que tenían los espíritus, Kaleb decidió recluirla en el mismo lugar donde la sangre teñía las paredes y los cuerpos colgaban como cerdos en el matadero. Unos meses más tarde, una de sus víctimas escaparía. Un cochero que pasaba por la calle escucharía los gritos de auxilio de Abraham Ford. El rostro en agonía y la sangre chorreando de las grietas de su cráneo abierto, le llevaron a ayudar al joven. Kaleb Crawford fue detenido, aunque alegaba que estaba defendiendo su propiedad de un ladrón desconocido. Mentía, por supuesto. Se ahorcó con una soga hecha de pañuelo pues prefirió desaparecer antes que afrontar los cargos.  Los primeros hallazgos realizados en la búsqueda en casa de Kaleb, fueron huesos y trozos de carne. Estos últimos estaban en una solución de sal.  Piel y músculos de los cuellos de sus víctimas estaban desaparecidos, así como las extremidades y órganos sexuales. En distintas ollas había carne cocida, parcialmente cubierta con piel y cabello humano. Todas las piezas cortadas por la zona glútea. Una olla tenía solo media porción, Emma y su padre habían comido antes de que éste atrajese con mentiras a Abraham. La bruja no se encontró. Kaleb había estado tan preocupado en detener a su víctima, que no reparó en que su hija también escaparía.  

datos extra

✖ Las herramientas que usaban para los asesinatos y la fragmentación de los cuerpos eran dos hachas, una sierra para cortar árboles, una pica y tres cuchillos. Se quedó con dos de éstos últimos como recuerdo.
✖ Aún posee la lista de las víctimas de Kaleb y ella.
✖ Lleva residiendo en París más de diez años.
✖ La mayoría de los fantasmas que permanecen con ella son los que descuartizó.