AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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A beautiful day to steal (Clarice Briand)
2 participantes
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A beautiful day to steal (Clarice Briand)
Es un día como otro cualquiera para el pequeño saltamontes. Su rutina viene siendo la misma día tras día. Se despierta a primerísima hora de la mañana, aquella noche ha dormido entre trozos de cartón en un callejón el cual encontró bastante deshabitado (excepto por las ratas que rondaban por allí) y aquello era toda una ventaja. No todas las noches tiene la suerte de tener un espacio para él solo, ya ha habido noches las cuales ha tenido que hacer frente a borrachos u otros tipos que buscaban pelea y no tenían nada mejor que desquitarse con un muchacho de doce años como era Isaac. Siempre madruga pues no quiere que los policías le encuentren cuando hagan sus respectivas rondas y lo manden de nuevo a un internado o algún sitio por el estilo. Le gusta ser libre, le gusta poder hacer lo que quiere sin que nadie le prive de ello. No le gusta la vida que lleva, no le gusta vivir en la calle no obstante ya se ha acostumbrado a ello y vería incapaz tener otro tipo de vida. Es un pequeño ladronzuelo el cual disfruta siendo lo que es.
Lleva su boina en la cabeza. Una pequeña mochila a su espalda y su ropa sucia, la cual no ha podido cambiarse o lavarla hace más de tres semanas. Se mezcla entre el bullicio que a primera hora de la mañana empieza a invadir las calles de París. La gente no suele tenerlo en cuenta, muchos incluso le empujan haciéndolo a un lado, saben que es un don nadie y no se va a quejar porque le traten así. En su cabeza no puede hacer otra cosa que pensar un montón de insultos que de no pertenecer a la baja clase social a la cual pertenece los soltaría uno tras otro. Sigue caminando hasta que encuentra un pequeño charco, se agacha y aprovecha aquel montón de agua fresca de la lluvia de la noche anterior para asearse su rostro el cual estaba lleno de porquería. El día pasado se coló por una chimenea de un restaurante y eso le puso perdido de cenizas, estaba hecho polvo literalmente y refrescarse un poco no le vendría nada mal.
Siente de pronto como alguien patea su trasero y hace que caiga hacía adelante, se gira y ve a ese montón de niños riquitos que siempre suelen meterse con él. Aveces le lanzan piedras, otras veces solo le insultan y otras veces como era esta vez se dedican a patearle y golpearle. Muchas veces Isaac contraataca, no es un cobarde pero todas las veces que les ha hecho frente siempre ha acabado en líos y en líos muy gordos. Son niños de papá, cuando tienen un problema solo tienen que ir llorando a sus padres y el problema se soluciona al instante. Es por eso que aquella vez de nuevo Isaac solo se pone en pie, los mira con una mirada fulminante y se marcha, no quiere empezar una pelea con ellos, hoy no.
Sigue caminando. Su intención era robar, siempre es esa su intención, robar algo interesante lo cual luego pueda ser vendido. Hace un mes tuvo bastante suerte, consiguió robar un montón de libros bastante importantes para los coleccionistas, los pudo vender luego en el mercado, a un precio muchísimo más bajo de lo que realmente costaban pero a el muchacho siempre le daban menos por las cosas que robaba, quizás porque veían que era un mocoso y se podían aprovechar de esa manera de él. Fue uno de los días más felices de su vida, en cuanto tuvo el dinero fue a gastarlo casi todo en comida, no pasó nada de hambre en las siguientes semanas, incluso compartió mucha de la comida que compró con otros conocidos suyos que también habitaban las calles. Fue un día realmente especial y desde entonces lleva deseando tener suerte como el mes pasado. De verdad desea poder llevarse un nuevo motín el cual vender.
Encuentra un edificio el cual le parece perfecto para escalar. Sube por una de las tuberías que desciende por la pared. Siempre lo hace, sube hasta lo alto de los edificios y desde ahí echa un ojo a ver que cosa o a quien puede robarle algún bolso o mochila. Llega hasta la azotea del lugar, no es una estructura demasiado alta, le va perfecta para poder analizar el lugar. Se tumba todo lo largo que es sobre la azotea, apoyando su cabeza en el borde del edificio. Tiene una vista perfecta de las grandes calles que le rodean. La gente camina, de un lado a otro, ajena a que un pequeño ladronzuelo les tiene el ojo echado. Toma el tirachinas de madera de el bolsillo trasero de su pantalón de tela sucio. Sonríe con su sonrisa traviesa cuando tiene el cachivache entre sus manos, él mismo lo fabricó y se siente realmente orgulloso de ello, aquel tirachinas le ha sacado de un montón de apuros y esta vez le va a servir de lujo para poder distraer a la que será su victima. Toma una pequeña piedra que porta en un bolsillo de su mochila como si de munición se tratase. Carga una de las piedras sobre la cuerda que rodea el tirachinas y utiliza como pequeña catapulta, cierra uno de sus ojos para poder agudizar su puntería y empieza a buscar desde allí arriba a alguien que pudiese ser robado.
Lleva su boina en la cabeza. Una pequeña mochila a su espalda y su ropa sucia, la cual no ha podido cambiarse o lavarla hace más de tres semanas. Se mezcla entre el bullicio que a primera hora de la mañana empieza a invadir las calles de París. La gente no suele tenerlo en cuenta, muchos incluso le empujan haciéndolo a un lado, saben que es un don nadie y no se va a quejar porque le traten así. En su cabeza no puede hacer otra cosa que pensar un montón de insultos que de no pertenecer a la baja clase social a la cual pertenece los soltaría uno tras otro. Sigue caminando hasta que encuentra un pequeño charco, se agacha y aprovecha aquel montón de agua fresca de la lluvia de la noche anterior para asearse su rostro el cual estaba lleno de porquería. El día pasado se coló por una chimenea de un restaurante y eso le puso perdido de cenizas, estaba hecho polvo literalmente y refrescarse un poco no le vendría nada mal.
Siente de pronto como alguien patea su trasero y hace que caiga hacía adelante, se gira y ve a ese montón de niños riquitos que siempre suelen meterse con él. Aveces le lanzan piedras, otras veces solo le insultan y otras veces como era esta vez se dedican a patearle y golpearle. Muchas veces Isaac contraataca, no es un cobarde pero todas las veces que les ha hecho frente siempre ha acabado en líos y en líos muy gordos. Son niños de papá, cuando tienen un problema solo tienen que ir llorando a sus padres y el problema se soluciona al instante. Es por eso que aquella vez de nuevo Isaac solo se pone en pie, los mira con una mirada fulminante y se marcha, no quiere empezar una pelea con ellos, hoy no.
Sigue caminando. Su intención era robar, siempre es esa su intención, robar algo interesante lo cual luego pueda ser vendido. Hace un mes tuvo bastante suerte, consiguió robar un montón de libros bastante importantes para los coleccionistas, los pudo vender luego en el mercado, a un precio muchísimo más bajo de lo que realmente costaban pero a el muchacho siempre le daban menos por las cosas que robaba, quizás porque veían que era un mocoso y se podían aprovechar de esa manera de él. Fue uno de los días más felices de su vida, en cuanto tuvo el dinero fue a gastarlo casi todo en comida, no pasó nada de hambre en las siguientes semanas, incluso compartió mucha de la comida que compró con otros conocidos suyos que también habitaban las calles. Fue un día realmente especial y desde entonces lleva deseando tener suerte como el mes pasado. De verdad desea poder llevarse un nuevo motín el cual vender.
Encuentra un edificio el cual le parece perfecto para escalar. Sube por una de las tuberías que desciende por la pared. Siempre lo hace, sube hasta lo alto de los edificios y desde ahí echa un ojo a ver que cosa o a quien puede robarle algún bolso o mochila. Llega hasta la azotea del lugar, no es una estructura demasiado alta, le va perfecta para poder analizar el lugar. Se tumba todo lo largo que es sobre la azotea, apoyando su cabeza en el borde del edificio. Tiene una vista perfecta de las grandes calles que le rodean. La gente camina, de un lado a otro, ajena a que un pequeño ladronzuelo les tiene el ojo echado. Toma el tirachinas de madera de el bolsillo trasero de su pantalón de tela sucio. Sonríe con su sonrisa traviesa cuando tiene el cachivache entre sus manos, él mismo lo fabricó y se siente realmente orgulloso de ello, aquel tirachinas le ha sacado de un montón de apuros y esta vez le va a servir de lujo para poder distraer a la que será su victima. Toma una pequeña piedra que porta en un bolsillo de su mochila como si de munición se tratase. Carga una de las piedras sobre la cuerda que rodea el tirachinas y utiliza como pequeña catapulta, cierra uno de sus ojos para poder agudizar su puntería y empieza a buscar desde allí arriba a alguien que pudiese ser robado.
Última edición por Isaac Duck el Mar Jul 30, 2013 6:01 am, editado 1 vez
Isaac Duck- Humano Clase Baja
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Re: A beautiful day to steal (Clarice Briand)
Hacia un mes que Clarice apenas dormía, se pasaba los días inquieta en la habitación tapiada del sótano donde estaba la cama que utilizaba de día anhelando que el sol por fin cayera para poder salir a buscar al que se había atrevido a robarle.
Había sido apenas la primera semana de su llegada a Paris, a plena luz del dia y mientras traían lo que quedaba de la mudanza; eso era lo que más le irritaba de todo aquello, que fuera cuando Claude su mayordomo estuviera vigilando para evitar precisamente este tipo de cosas.
Esa misma noche cuando se levanto y se dirigió a la biblioteca de la primera planta lo noto al instante, sus libros, sus preciosos libros, los únicos recuerdos que le quedaban de Hantil (el primer vampiro en el que había confiado desde que había conocido a su creador) ya no estaban. Clarice se enfureció de tal manera que destrozo la biblioteca entera soltando un único alarido de cólera que hizo que una patrulla de policía se presentara en su puerta alarmados por el grito. Claude se había prestado voluntario para buscar al ladrón y recibir el castigo que fuera necesario por lo sucedido pero Clarice estaba tan disgustada con él simplemente lo ignoro completamente desde el robo, algo que fue para este peor que si lo hubiera azotado.
En la casa no se había conservado ningún olor del ladrón ya que el ir y venir de los hombres de la mudanza lo había disipado por completo, sin embargo si que consiguió un débil aroma al recuperar sus libros en una tienda de empeño a un precio ridículo. Desde ese día lo había buscado incansablemente, cada vez que encontraba un rastro claro de su olor este de repente desaparecía, era un ladrón hábil ya que aunque ella nunca había sido especialmente hábil siguiendo rastros era bastante difícil despistar a un vampiro.
Finalmente un noche lo encontró durmiendo bajo una roída manta en un callejón de una de las peores calles de Paris, se iba a abalanzar sobre él cuando un muchacho que debía de rondar casi por los dieciocho años se acercó hacia donde su ladrón dormía con un cuchillo en la mano derecha. Clarice se encolerizo, no había estado todo ese tiempo buscándolo para que ahora un desgraciado le arrebatara su venganza, así que se abalanzo sobre él rompiéndole el cuello y alimentándose de la sangre que salía de su garganta antes de que pudiera reaccionar, la sangre la calmó considerablemente ya que apenas se había alimentado últimamente. Entonces el cuchillo del chico al que habia asesinado y al que aun agarraba por el cuello cayó al suelo con un ruido metálico que hizo que el ladrón de Clarice se despertara sobresaltado. Clarice se quedo congelada al instante, había venido preparada para cualquier cosa que el ladrón intentara pero no se había imaginado que este fuera un niño de apenas doce u once años. Ella no había matado a un niño jamás, nunca había pensado en hacerlo y nunca había soportado ver como otros vampiros lo hacían (aunque había tenido que guardar las apariencias), y ahora estaba allí plantada en medio de un callejón de mala muerte de Paris sin saber que hacer.
Había sido apenas la primera semana de su llegada a Paris, a plena luz del dia y mientras traían lo que quedaba de la mudanza; eso era lo que más le irritaba de todo aquello, que fuera cuando Claude su mayordomo estuviera vigilando para evitar precisamente este tipo de cosas.
Esa misma noche cuando se levanto y se dirigió a la biblioteca de la primera planta lo noto al instante, sus libros, sus preciosos libros, los únicos recuerdos que le quedaban de Hantil (el primer vampiro en el que había confiado desde que había conocido a su creador) ya no estaban. Clarice se enfureció de tal manera que destrozo la biblioteca entera soltando un único alarido de cólera que hizo que una patrulla de policía se presentara en su puerta alarmados por el grito. Claude se había prestado voluntario para buscar al ladrón y recibir el castigo que fuera necesario por lo sucedido pero Clarice estaba tan disgustada con él simplemente lo ignoro completamente desde el robo, algo que fue para este peor que si lo hubiera azotado.
En la casa no se había conservado ningún olor del ladrón ya que el ir y venir de los hombres de la mudanza lo había disipado por completo, sin embargo si que consiguió un débil aroma al recuperar sus libros en una tienda de empeño a un precio ridículo. Desde ese día lo había buscado incansablemente, cada vez que encontraba un rastro claro de su olor este de repente desaparecía, era un ladrón hábil ya que aunque ella nunca había sido especialmente hábil siguiendo rastros era bastante difícil despistar a un vampiro.
Finalmente un noche lo encontró durmiendo bajo una roída manta en un callejón de una de las peores calles de Paris, se iba a abalanzar sobre él cuando un muchacho que debía de rondar casi por los dieciocho años se acercó hacia donde su ladrón dormía con un cuchillo en la mano derecha. Clarice se encolerizo, no había estado todo ese tiempo buscándolo para que ahora un desgraciado le arrebatara su venganza, así que se abalanzo sobre él rompiéndole el cuello y alimentándose de la sangre que salía de su garganta antes de que pudiera reaccionar, la sangre la calmó considerablemente ya que apenas se había alimentado últimamente. Entonces el cuchillo del chico al que habia asesinado y al que aun agarraba por el cuello cayó al suelo con un ruido metálico que hizo que el ladrón de Clarice se despertara sobresaltado. Clarice se quedo congelada al instante, había venido preparada para cualquier cosa que el ladrón intentara pero no se había imaginado que este fuera un niño de apenas doce u once años. Ella no había matado a un niño jamás, nunca había pensado en hacerlo y nunca había soportado ver como otros vampiros lo hacían (aunque había tenido que guardar las apariencias), y ahora estaba allí plantada en medio de un callejón de mala muerte de Paris sin saber que hacer.
Clarice Briand- Vampiro Clase Alta
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Re: A beautiful day to steal (Clarice Briand)
Ha sido un gran día. No puede decir que todos los días sean tan productivos como había sido el día de hoy para el pequeño. Tampoco es que haya robado gran cosa pero lo que ha conseguido le viene bien para sobrevivir un par de días más al menos. En lo alto de aquel edificio consiguió avatar con su tirachinas a un panadero que iba vendiendo pan recién horneado por las calles. La piedra impactó de lleno en la cabeza del hombre y Isaac aprovechó ese momento para acercarse a la carretera de madera y robar un montón de panes los cuales incluso le dio tiempo a guardar en su mochila, después escapó como siempre corriendo y el hombre fue tras el granuja el cual no pudo atrapar pues Isaac es rápido, muy rápido. Casi nadie suele atraparlo, siempre encuentra el método de escabullirse de sus victimas.
Pasó el resto del día en el parque, feliz, contento de tener algo a lo que llevarse a la boca. Si lo organizaba bien tendría para comer y cenar por lo menos una semana y aquello era una verdadera suerte. Estaba feliz, muy feliz. Compartió como era ya costumbre en él alguno de los panes con sus compañeros de la calle, agradecieron el hecho de que el muchacho siempre fuese tan amable con ellos. Incluso encontró a un par de niños con algo más pequeños que él con los que pasó la tarde jugando. Sin duda había sido un día esplendida y ya nada lo podía estropear, la noche iba a caer en cuestión de segundos y lo que debía hacer era regresar a su pequeño escondite en uno de los callejones de la ciudad.
Aquella noche no iba a dormir solo. Tenía la compañía de otro joven algo más grande que Isaac el cual ya había estado con él, le echaba una mano, le protegía y aveces sacaba la cara por el pequeño cuando estaba con líos. Isaac siempre lo agradecía, siempre es bueno tener apoyos de aquella manera pues la ciudad está llena de gente con maldad que cuando encuentran algo de inocencia como la que reside en el interior de Isaac hacen todo lo posible para aprovecharse de ese sentimiento que a tantas personas hoy en día hace verdaderamente falta. Compartió un trozo de uno de los panes con su compañero antes de marcharse a dormir, este se lo agradeció con un choque de manos, siempre lo hacían. Si el pequeño podría considerar a alguien un buen amigo sería él, siempre que lo necesitaba estaba para ayudarle.
Se arropó con la manta de su madre, nunca se separaba de dicho objeto. Se encontraba en una esquina del callejón la cual él mismo se había encargado de limpiar antes de arrecostarse, su compañero estaba en la otra esquina, siempre dormía con un ojo medio abierto por si algo ocurría pero aquel día había sido tan genial y perfecto que no creía posible que las cosas pudiesen torcerse, iba a dormir, muy plácidamente. Todo le había salido genial, ya no tenía nada por lo que preocuparse, tendría comida al menos por toda una semana.
Pero es un extraño ruido lo que interrumpe el placido sueño del muchacho. Abre los ojos de par en par y pudo ver la escena que había frente a sus narices, rápidamente se puso en pie y con el rostro totalmente desencajado no pudo reaccionar, solo se quedó con la boca abierta, mirando el cadáver de su amigo en el suelo y una extraña mujer frente a él. Ella lo había matado. La mujer tenía sangre en su boca, le había mordido el cuello a su amigo, él ya no estaba ahí, se había desangrado, estaba muerto. Cuando comprendió lo que acababa de pasar se hizo rápidamente con el cuchillo el cual su amigo había portado para defenderse. Isaac no tenía un arma para hacerlo a excepción de su tirachinas y con piedras estaba convencido de que no iba hacerle gran daño a la mujer, tiembla, tiembla mucho, tiene miedo.
—Le has matado...has...has matado a mi amigo...— Balbucea alzando el cuchillo a la vez que nota como sus manos tiemblan y casi que no puede sostener el arma en alza — ¿Qué quieres? No tengo dinero...solo tengo pan...¿Quieres el pan? — Pregunta con sus ojos completamente inundados de lagrimas, está llorando — No te acerques a mi...juro que si lo haces te clavaré el cuchillo y te mataré, toma el pan o lo que desees de mi mochila pero no voy a dejar que te acerques a mi, te mataré antes...— Y sus amenazas son totalmente ciertas. Tiene valor, eso está claro y a pesar de que esté lleno de temor y no deje de temblar contraatacará si es necesario. No va a dejar que aquella mujer le haga lo mismo, no va a dejar que le mate tal y como había matado a su compañero.
Pasó el resto del día en el parque, feliz, contento de tener algo a lo que llevarse a la boca. Si lo organizaba bien tendría para comer y cenar por lo menos una semana y aquello era una verdadera suerte. Estaba feliz, muy feliz. Compartió como era ya costumbre en él alguno de los panes con sus compañeros de la calle, agradecieron el hecho de que el muchacho siempre fuese tan amable con ellos. Incluso encontró a un par de niños con algo más pequeños que él con los que pasó la tarde jugando. Sin duda había sido un día esplendida y ya nada lo podía estropear, la noche iba a caer en cuestión de segundos y lo que debía hacer era regresar a su pequeño escondite en uno de los callejones de la ciudad.
Aquella noche no iba a dormir solo. Tenía la compañía de otro joven algo más grande que Isaac el cual ya había estado con él, le echaba una mano, le protegía y aveces sacaba la cara por el pequeño cuando estaba con líos. Isaac siempre lo agradecía, siempre es bueno tener apoyos de aquella manera pues la ciudad está llena de gente con maldad que cuando encuentran algo de inocencia como la que reside en el interior de Isaac hacen todo lo posible para aprovecharse de ese sentimiento que a tantas personas hoy en día hace verdaderamente falta. Compartió un trozo de uno de los panes con su compañero antes de marcharse a dormir, este se lo agradeció con un choque de manos, siempre lo hacían. Si el pequeño podría considerar a alguien un buen amigo sería él, siempre que lo necesitaba estaba para ayudarle.
Se arropó con la manta de su madre, nunca se separaba de dicho objeto. Se encontraba en una esquina del callejón la cual él mismo se había encargado de limpiar antes de arrecostarse, su compañero estaba en la otra esquina, siempre dormía con un ojo medio abierto por si algo ocurría pero aquel día había sido tan genial y perfecto que no creía posible que las cosas pudiesen torcerse, iba a dormir, muy plácidamente. Todo le había salido genial, ya no tenía nada por lo que preocuparse, tendría comida al menos por toda una semana.
Pero es un extraño ruido lo que interrumpe el placido sueño del muchacho. Abre los ojos de par en par y pudo ver la escena que había frente a sus narices, rápidamente se puso en pie y con el rostro totalmente desencajado no pudo reaccionar, solo se quedó con la boca abierta, mirando el cadáver de su amigo en el suelo y una extraña mujer frente a él. Ella lo había matado. La mujer tenía sangre en su boca, le había mordido el cuello a su amigo, él ya no estaba ahí, se había desangrado, estaba muerto. Cuando comprendió lo que acababa de pasar se hizo rápidamente con el cuchillo el cual su amigo había portado para defenderse. Isaac no tenía un arma para hacerlo a excepción de su tirachinas y con piedras estaba convencido de que no iba hacerle gran daño a la mujer, tiembla, tiembla mucho, tiene miedo.
—Le has matado...has...has matado a mi amigo...— Balbucea alzando el cuchillo a la vez que nota como sus manos tiemblan y casi que no puede sostener el arma en alza — ¿Qué quieres? No tengo dinero...solo tengo pan...¿Quieres el pan? — Pregunta con sus ojos completamente inundados de lagrimas, está llorando — No te acerques a mi...juro que si lo haces te clavaré el cuchillo y te mataré, toma el pan o lo que desees de mi mochila pero no voy a dejar que te acerques a mi, te mataré antes...— Y sus amenazas son totalmente ciertas. Tiene valor, eso está claro y a pesar de que esté lleno de temor y no deje de temblar contraatacará si es necesario. No va a dejar que aquella mujer le haga lo mismo, no va a dejar que le mate tal y como había matado a su compañero.
Isaac Duck- Humano Clase Baja
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Re: A beautiful day to steal (Clarice Briand)
Clarice se quedo quieta ante el tembloroso niño, "amigo" había dicho, había llamado amigo al que se le había acercado con un cuchillo mientras dormía. Se habría equivocado? no, lo dudaba.
Miro al amasijo de lagrimas y temblores que estaba frente a ella, había cogido el cuchillo pero no lo había detenido ya que apenas podría haberla herido aunque se lo propusiera, era un chiquillo no un cazador y dudaba que supiera que era ella. El niño sujetaba el cuchillo con fuerza preparado para defenderse, la temía, era un niño listo.
Clarice dejó al muchacho que había matado lentamente en el suelo pero sin dejar de mirar a su ladrón
"que debo hacer?" pensó" intentar explicárselo? me escucharía?" se sintió débil por preocuparse tanto por lo que un humano pensara de ella pero algo en sus ojos le dolía cuando la miraba.
-No voy a matarte-dijo, era cierto ya no deseaba su muerte- y no quiero nada que tengas- mintió, quería que dejara de mirarle así. Pensó en marcharse sin más, no iba a matarlo eso estaba claro pero si se marchaba sin darle ninguna explicación la odiaría, gruño interiormente, aquella situación la irritaba y deseo haber dejado que el muchacho del cuchillo terminara con él.
El chico estaba demasiado asustado, demasiado a la defensiva para escucharla; no podía hablar con él así. Lo único que se le ocurrió fue esperar a que se calmara pero no podía dejarlo marchar o no sabia si podría volver a encontrarlo, debía llevarlo a su casa para que se calmara y después lo dejaría irse y que la odiara si lo deseaba. Clarice se movió rápidamente, el niño se revolvio y consiguió hacerle unos cuantos cortes que se le curarían en un par de horas, al fin logró dejarlo inconsciente sin hacerle demasiado daño.
Lo observo un instante, estaba demasiado delgado para su edad y su ropa había vivido mejores tiempos; sintió pena y admiración por él, había vivido en la calle y se había enfrentado a un vampiro, tenia valor. Lo agarro y recogió las pocas pertenencias que guardaba junto a él, lo llevo hasta su casa sin que nadie los viera, Claude los recibió en la puerta.
-Déjalo en una de las habitaciones de invitados y no dejes que se marche hasta que yo hable con él-el mayordomo asintió, no le fallaría una segunda vez- He dejado un cadáver en un callejón, manda a alguien y asegúrate de que lo entierran adecuadamente y no lo tiran simplemente al rio.
Clarice se paso la mano por el pelo, necesitaba tomar un baño y dormir, necesitaba descansar.
Miro al amasijo de lagrimas y temblores que estaba frente a ella, había cogido el cuchillo pero no lo había detenido ya que apenas podría haberla herido aunque se lo propusiera, era un chiquillo no un cazador y dudaba que supiera que era ella. El niño sujetaba el cuchillo con fuerza preparado para defenderse, la temía, era un niño listo.
Clarice dejó al muchacho que había matado lentamente en el suelo pero sin dejar de mirar a su ladrón
"que debo hacer?" pensó" intentar explicárselo? me escucharía?" se sintió débil por preocuparse tanto por lo que un humano pensara de ella pero algo en sus ojos le dolía cuando la miraba.
-No voy a matarte-dijo, era cierto ya no deseaba su muerte- y no quiero nada que tengas- mintió, quería que dejara de mirarle así. Pensó en marcharse sin más, no iba a matarlo eso estaba claro pero si se marchaba sin darle ninguna explicación la odiaría, gruño interiormente, aquella situación la irritaba y deseo haber dejado que el muchacho del cuchillo terminara con él.
El chico estaba demasiado asustado, demasiado a la defensiva para escucharla; no podía hablar con él así. Lo único que se le ocurrió fue esperar a que se calmara pero no podía dejarlo marchar o no sabia si podría volver a encontrarlo, debía llevarlo a su casa para que se calmara y después lo dejaría irse y que la odiara si lo deseaba. Clarice se movió rápidamente, el niño se revolvio y consiguió hacerle unos cuantos cortes que se le curarían en un par de horas, al fin logró dejarlo inconsciente sin hacerle demasiado daño.
Lo observo un instante, estaba demasiado delgado para su edad y su ropa había vivido mejores tiempos; sintió pena y admiración por él, había vivido en la calle y se había enfrentado a un vampiro, tenia valor. Lo agarro y recogió las pocas pertenencias que guardaba junto a él, lo llevo hasta su casa sin que nadie los viera, Claude los recibió en la puerta.
-Déjalo en una de las habitaciones de invitados y no dejes que se marche hasta que yo hable con él-el mayordomo asintió, no le fallaría una segunda vez- He dejado un cadáver en un callejón, manda a alguien y asegúrate de que lo entierran adecuadamente y no lo tiran simplemente al rio.
Clarice se paso la mano por el pelo, necesitaba tomar un baño y dormir, necesitaba descansar.
Clarice Briand- Vampiro Clase Alta
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Re: A beautiful day to steal (Clarice Briand)
Sigue con ambos brazos cruzados a la vez que sostiene el cuchillo. Camina hacía un lado preparado por si tiene que salir corriendo. Las lagrimas de los ojos le nublan la vista y le dificultan poder ver con más claridad a la asesina. Quiere tomar venganza por lo que la extraña mujer ha hecho con su amigo, quiere atravesarla con el cuchillo pero algo se lo impide, se lo impide que él no es un asesino y nunca lo será a pesar de que su honor hace que vea a tal mujer como una autentica enemiga y con razones más que obvias. Ya ha visto muertes anteriormente, ha visto como gente por un trozo de comida ha matado a otra, no es el hecho de que haya un asesinato lo que le estremece y le llena de miedo, lo que realmente le preocupa es que aquella mujer parecía no querer nada de lo que él tuviese, eso le aterraba más aún.
Aprieta con sus dos manos fuerte el mango del arma. Sería tan fácil para él abalanzarse sobre ella y utilizar el arma, le quitaría la vida en defensa propia, ella quería algo más de él, Isaac conoce la existencia de personas que disfrutan causando dolor a los niños, incluso haciendo cosas que son horribles y que algunos ancianos le habían advertido que tuviese cuidado. ¿Era ella una de esas personas peligrosas de las que tanto tiempo había estado protegiéndose? No lo sabe, la duda le asola y no sabe lo que hacer. Correr o atacar, esa era la cuestión. Si corría ella podría atraparle, si le atacaba ella podría actuar con más rapidez y hacerle daño, no sabía que hacer, estaba perdido, aquel hermoso día se había transformado en uno de los peores días de su vida y lo que más patético le parecía a Isaac es que solo podía llorar, ni una decisión era capaz de tomar, solo lloraba como un bebé asustado.
Y antes que él pudiese tomar finalmente una decisión la mujer ya esta sobre el muchacho. Intenta defenderse usando el cuchillo pero solo consigue hacerle pequeños cortes a la mujer, ella consigue hacer que pierda la consciencia en cuestión de segundos. Todo se vuelve negro, no sabe lo que va a pasar, ya no escucha, ya no ve, ya no siente nada, simplemente todo es oscuridad, una profunda e inmensa oscuridad.
Sus ojos empiezan a abrirse sin embargo. No sabe donde esta, no sabe cuanto tiempo a pasado, solo sabe que aquella mujer le había llevado algún sitio, un sitio que no tenía nada que ver con la vida que Isaac llevaba. Estaba tumbado sobre una cama, una cama bastante espaciosa, nunca había estado tumbado sobre una así. La costura de las sabanas delataban que eran caras, el lugar estaba bien decorado pero aquello no le importa, no le importa nada, sabe que la mujer es mala y todo lo que tiene en mente es salir de aquel lugar, debe hacerlo cuanto antes. En cuanto recupera el sentido por completo se pone en pie e intenta abrir la puerta de la habitación, está cerrada a cal y canto, no se puede salir por ahí, la mujer le ha encerrado. Patea la puerta varias veces de la rabia que siente al no poder salir de el lugar. Echa un vistazo rápido a la habitación y se da cuenta que no hay ventana, no puede escapar de un lugar así, solo está la cama, dos pequeñas mesitas de noche y un escritorio donde hay un enorme espejo. Furioso se acerca hasta la silla del escritorio, la alza y la estampa contra el espejo haciendo mil pedazos de el.
—¡Socorro! ¡Me han encerrado! ¡Que alguien me ayude! — Grita. A la espera de tener suerte y alguien pudiese ayudarle a salir de ahí.
Tiene miedo de que la mujer le pueda hacer algo realmente malo. Necesita defenderse, esta vez si, si la tiene que matar lo hará, no le importa pero ella no le pondrá ni un dedo encima. Escucha un ruido tras la puerta, como si fuesen pasos, se hace con un trozo de cristal el cual usará de arma si es necesario. Se hace un pequeño corte en la mano al tomar el cristal lo cual hace que brote un poco de sangre, no es nada, aquel cristal le servirá de arma, no le importa la sangre, todo lo que le importa ahora mismo es salir de allí.
Aprieta con sus dos manos fuerte el mango del arma. Sería tan fácil para él abalanzarse sobre ella y utilizar el arma, le quitaría la vida en defensa propia, ella quería algo más de él, Isaac conoce la existencia de personas que disfrutan causando dolor a los niños, incluso haciendo cosas que son horribles y que algunos ancianos le habían advertido que tuviese cuidado. ¿Era ella una de esas personas peligrosas de las que tanto tiempo había estado protegiéndose? No lo sabe, la duda le asola y no sabe lo que hacer. Correr o atacar, esa era la cuestión. Si corría ella podría atraparle, si le atacaba ella podría actuar con más rapidez y hacerle daño, no sabía que hacer, estaba perdido, aquel hermoso día se había transformado en uno de los peores días de su vida y lo que más patético le parecía a Isaac es que solo podía llorar, ni una decisión era capaz de tomar, solo lloraba como un bebé asustado.
Y antes que él pudiese tomar finalmente una decisión la mujer ya esta sobre el muchacho. Intenta defenderse usando el cuchillo pero solo consigue hacerle pequeños cortes a la mujer, ella consigue hacer que pierda la consciencia en cuestión de segundos. Todo se vuelve negro, no sabe lo que va a pasar, ya no escucha, ya no ve, ya no siente nada, simplemente todo es oscuridad, una profunda e inmensa oscuridad.
Sus ojos empiezan a abrirse sin embargo. No sabe donde esta, no sabe cuanto tiempo a pasado, solo sabe que aquella mujer le había llevado algún sitio, un sitio que no tenía nada que ver con la vida que Isaac llevaba. Estaba tumbado sobre una cama, una cama bastante espaciosa, nunca había estado tumbado sobre una así. La costura de las sabanas delataban que eran caras, el lugar estaba bien decorado pero aquello no le importa, no le importa nada, sabe que la mujer es mala y todo lo que tiene en mente es salir de aquel lugar, debe hacerlo cuanto antes. En cuanto recupera el sentido por completo se pone en pie e intenta abrir la puerta de la habitación, está cerrada a cal y canto, no se puede salir por ahí, la mujer le ha encerrado. Patea la puerta varias veces de la rabia que siente al no poder salir de el lugar. Echa un vistazo rápido a la habitación y se da cuenta que no hay ventana, no puede escapar de un lugar así, solo está la cama, dos pequeñas mesitas de noche y un escritorio donde hay un enorme espejo. Furioso se acerca hasta la silla del escritorio, la alza y la estampa contra el espejo haciendo mil pedazos de el.
—¡Socorro! ¡Me han encerrado! ¡Que alguien me ayude! — Grita. A la espera de tener suerte y alguien pudiese ayudarle a salir de ahí.
Tiene miedo de que la mujer le pueda hacer algo realmente malo. Necesita defenderse, esta vez si, si la tiene que matar lo hará, no le importa pero ella no le pondrá ni un dedo encima. Escucha un ruido tras la puerta, como si fuesen pasos, se hace con un trozo de cristal el cual usará de arma si es necesario. Se hace un pequeño corte en la mano al tomar el cristal lo cual hace que brote un poco de sangre, no es nada, aquel cristal le servirá de arma, no le importa la sangre, todo lo que le importa ahora mismo es salir de allí.
Isaac Duck- Humano Clase Baja
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Re: A beautiful day to steal (Clarice Briand)
A la noche siguiente Clarice esta más despejada, ya no esta cansada ni hambrienta y la ira ya no la domina; aun así esta preocupada, Claude le ha informado que el muchacho esta despierto y según él "no ha tenido un buen despertar". Clarice suspira, el chico debe de estar como un gato en una caja sin saber que hace ahí y lanzando zarpazos ( la comparación le hace reír, aunque sabe que él tiene todo el derecho de estar así después de haber sido "secuestrado"), Clarice se para en seco "derecho?" piensa para si misma "él me robó y yo me estoy comportando como una tonta solo por que es un niño". Maldice un par de veces y se dirige hacia un pequeño salón, le a ordenado a Claude que lo lleve allí tranquilamente y con la mayor delicadeza posible .
Se ha dejado el pelo suelto y lleva un vestido juvenil, es el mismo estilo que utiliza cuando sale a cazar hombres que la toman por una niña que ha acabado en el barrio equivocado a la hora equivocada.
Se mira al espejo del pasillo, parece que tenga quince o dieciséis años, tal vez se lo tome con mas tranquilidad si la ve más cercana a su edad, Clarice vuelve a suspirar eso a sido lo mejor que se le a ocurrido. Siempre podría utilizar sus poderes de persuasión pero entonces de que habría servido traerlo para hablar, quería aclarar la situación educadamente y utilizar sus poderes seria un recurso de emergencia.
Clarice llega al salón , la habitación no es demasiado grande, lo suficiente para recibir unas cuantas visitas. Un sofá y un par de butacas rodean una mesita en la que se han dispuesto algunos dulces variados y tazas con té que Claude a traído por orden de suya ; Clarice se sienta en una de las butacas que mira hacia el sofá, delante de ella también hay una taza pero solo para aparentar. Mientras espera repasa mentalmente lo que va ha decir, empezara por decirle que sabe que el le robo y que aunque no era su decisión inicial no va ha hacerle nada, después podría explicarle lo de su supuesto amigo. Clarice cierra los ojos consciente de que ese será el tema mas delicado e impredecible. Oye pasos en el pasillo y se incorpora en la butaca, debe parecer agradable y calmada "por fin ir a todas esas fiestas aburridas me sirve para algo".
Al fin llaman a la puerta, el nerviosismo se revuelve dentro de ella.
-Adelante-dice con calma.
Se ha dejado el pelo suelto y lleva un vestido juvenil, es el mismo estilo que utiliza cuando sale a cazar hombres que la toman por una niña que ha acabado en el barrio equivocado a la hora equivocada.
Se mira al espejo del pasillo, parece que tenga quince o dieciséis años, tal vez se lo tome con mas tranquilidad si la ve más cercana a su edad, Clarice vuelve a suspirar eso a sido lo mejor que se le a ocurrido. Siempre podría utilizar sus poderes de persuasión pero entonces de que habría servido traerlo para hablar, quería aclarar la situación educadamente y utilizar sus poderes seria un recurso de emergencia.
Clarice llega al salón , la habitación no es demasiado grande, lo suficiente para recibir unas cuantas visitas. Un sofá y un par de butacas rodean una mesita en la que se han dispuesto algunos dulces variados y tazas con té que Claude a traído por orden de suya ; Clarice se sienta en una de las butacas que mira hacia el sofá, delante de ella también hay una taza pero solo para aparentar. Mientras espera repasa mentalmente lo que va ha decir, empezara por decirle que sabe que el le robo y que aunque no era su decisión inicial no va ha hacerle nada, después podría explicarle lo de su supuesto amigo. Clarice cierra los ojos consciente de que ese será el tema mas delicado e impredecible. Oye pasos en el pasillo y se incorpora en la butaca, debe parecer agradable y calmada "por fin ir a todas esas fiestas aburridas me sirve para algo".
Al fin llaman a la puerta, el nerviosismo se revuelve dentro de ella.
-Adelante-dice con calma.
Clarice Briand- Vampiro Clase Alta
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Re: A beautiful day to steal (Clarice Briand)
Nunca antes se había visto envuelto en una situación así. Había sido capturado por los agentes de la ley tras pillarle cometiendo algún hurto, había sido golpeado muchas veces por otras personas al conseguir atraparle mientras el pequeño ladronzuelo se daba a la fuga, pero nadie le había secuestrado de aquella manera, porque sí, Isaac consideraba aquello un secuestro en toda regla. Solo tenía una cosa en mente; salir como fuese de aquel habitáculo. Golpeó la pared, movió los muebles del lugar en busca de algún hueco donde pudiese hacer un pequeño agujero para escapar, no tenía ni idea de cuanto tiempo le retendrían en el lugar pero no iba a perder ni tan solo un segundo esperando a que viniesen hacerle cualquier cosa, se quería marchar, quería olvidar lo que había ocurrido, solo quería ser libre.
Vuelve a gritar. Ya es la segunda vez que lo hace y no hay contestación alguna por parte de nadie, parece como si el lugar estuviese abandonado y solo Isaac estuviese en el interior de el edificio. Pero es entonces cuando vuelve a escuchar los pasos tras la puerta, guarda el trozo de cristal que portaba en su mano en el bolsillo trasero de su pantalón, lo usará si aquella mujer o cualquier otra persona intentaba dañarle de alguna manera. La puerta se abre y aparece un hombre, serio e indicando al muchacho que debe acompañarle. Isaac no dice nada, simplemente asiente y obedece a lo dicho, él no es la mujer que asesinó a su amigo y lo secuestró hasta este extraño lugar. Sigue al misterioso señor por los largos pasillos y extensas escaleras del lugar, Isaac puede darse cuenta que no ha sido secuestrado por unos rateros, posiblemente la mujer que le tomó tuviese dinero y la casa donde se encontraba fuese su hogar. No sabe muy bien como sentirse, sabe que la gente con dinero aveces puede ser incluso más mala que la gente que no tiene ni una misera moneda.
Llegan hasta una puerta la cual se abre y el muchacho entra en la sala del interior. La mujer que le secuestró está allí. Luce algo diferente ahora, parece joven, algo mas mayor que Isaac pero joven, lo que al muchacho le sorprende pues nunca imaginó que alguien con pocos más años que él le pudiese hacer algo así. ¿Por qué lo hacía? Era todo lo que se preguntaba en aquel instante. Antes de adentrarse más y acercarse a la chica analizó la habitación, mirando de un lado a otro, asegurándose de que no corría ningun peligro. Por si acaso el trozo de cristal todavía seguía en su pantalón, no iba a dudar en utilizarlo si ella le hacía algo malo.
—No voy a comer nada de eso — Replica avanzando lentamente hasta la mesa y las butacas donde ella está sentada. Hay dos tazas de té, Isaac nunca ha tomado té ni lo va hacer esta vez. Si algo ha aprendido durante todos estos años es en no comer nada que personas que no conoce de nada le ofrezcan. También hay dulces sobre la mesa, eso ya es otra tentación para el pequeño, los dulces siempre le han chiflado y hambre tiene, un vagabundo siempre tiene hambre pues no todos los días ha tenido un montón de dulces a tan cercano alcance. Pero no va a comer, no, claro que no, no se puede fiar de las intenciones de la chica.
—Y tampoco voy a tomar asiento — Comenta quedándose parado al lado de la butaca que está frente a la que ella está sentada. La mira de arriba abajo, está realmente enfadado, la odia, no la conoce de nada y ya la odia — Si no me dejas ir te vas a ver metida en serios problemas, de verdad lo digo — Amenaza firmemente — Tengo amigos, sabes, amigos como el que asesinaste, amigos que cuando se enteren de que he desaparecido van a buscarme y te acabaran encontrando — Es mentira, nadie buscará al pequeño, nadie le echará en falta si algo le pasa, pero mentir siempre se le ha dado bien y de alguna manera debe protegerse, si con esas mentiras consigue que ella le libere será toda una victoria por parte de Isaac — Y cuando encuentren donde me tienes me rescataran, quemaran tu casa de niña rica contigo dentro, así que déjame marcharme — Exige, nervioso, muy nervioso — ¡Ahora! — Grita intentando parecer que no tiene miedo alguno y que sus amenazas son reales pero la verdad es que está lleno de temor, intenta calmarse y no temblar pero sus manos empiezan a sudar, sus pies empiezan a tambalearse. Está asustado, muy asustado y no sabe que hacer. Cualquier cosa puede pasar.
Vuelve a gritar. Ya es la segunda vez que lo hace y no hay contestación alguna por parte de nadie, parece como si el lugar estuviese abandonado y solo Isaac estuviese en el interior de el edificio. Pero es entonces cuando vuelve a escuchar los pasos tras la puerta, guarda el trozo de cristal que portaba en su mano en el bolsillo trasero de su pantalón, lo usará si aquella mujer o cualquier otra persona intentaba dañarle de alguna manera. La puerta se abre y aparece un hombre, serio e indicando al muchacho que debe acompañarle. Isaac no dice nada, simplemente asiente y obedece a lo dicho, él no es la mujer que asesinó a su amigo y lo secuestró hasta este extraño lugar. Sigue al misterioso señor por los largos pasillos y extensas escaleras del lugar, Isaac puede darse cuenta que no ha sido secuestrado por unos rateros, posiblemente la mujer que le tomó tuviese dinero y la casa donde se encontraba fuese su hogar. No sabe muy bien como sentirse, sabe que la gente con dinero aveces puede ser incluso más mala que la gente que no tiene ni una misera moneda.
Llegan hasta una puerta la cual se abre y el muchacho entra en la sala del interior. La mujer que le secuestró está allí. Luce algo diferente ahora, parece joven, algo mas mayor que Isaac pero joven, lo que al muchacho le sorprende pues nunca imaginó que alguien con pocos más años que él le pudiese hacer algo así. ¿Por qué lo hacía? Era todo lo que se preguntaba en aquel instante. Antes de adentrarse más y acercarse a la chica analizó la habitación, mirando de un lado a otro, asegurándose de que no corría ningun peligro. Por si acaso el trozo de cristal todavía seguía en su pantalón, no iba a dudar en utilizarlo si ella le hacía algo malo.
—No voy a comer nada de eso — Replica avanzando lentamente hasta la mesa y las butacas donde ella está sentada. Hay dos tazas de té, Isaac nunca ha tomado té ni lo va hacer esta vez. Si algo ha aprendido durante todos estos años es en no comer nada que personas que no conoce de nada le ofrezcan. También hay dulces sobre la mesa, eso ya es otra tentación para el pequeño, los dulces siempre le han chiflado y hambre tiene, un vagabundo siempre tiene hambre pues no todos los días ha tenido un montón de dulces a tan cercano alcance. Pero no va a comer, no, claro que no, no se puede fiar de las intenciones de la chica.
—Y tampoco voy a tomar asiento — Comenta quedándose parado al lado de la butaca que está frente a la que ella está sentada. La mira de arriba abajo, está realmente enfadado, la odia, no la conoce de nada y ya la odia — Si no me dejas ir te vas a ver metida en serios problemas, de verdad lo digo — Amenaza firmemente — Tengo amigos, sabes, amigos como el que asesinaste, amigos que cuando se enteren de que he desaparecido van a buscarme y te acabaran encontrando — Es mentira, nadie buscará al pequeño, nadie le echará en falta si algo le pasa, pero mentir siempre se le ha dado bien y de alguna manera debe protegerse, si con esas mentiras consigue que ella le libere será toda una victoria por parte de Isaac — Y cuando encuentren donde me tienes me rescataran, quemaran tu casa de niña rica contigo dentro, así que déjame marcharme — Exige, nervioso, muy nervioso — ¡Ahora! — Grita intentando parecer que no tiene miedo alguno y que sus amenazas son reales pero la verdad es que está lleno de temor, intenta calmarse y no temblar pero sus manos empiezan a sudar, sus pies empiezan a tambalearse. Está asustado, muy asustado y no sabe que hacer. Cualquier cosa puede pasar.
Isaac Duck- Humano Clase Baja
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Re: A beautiful day to steal (Clarice Briand)
El chico entra en la sala observando y analizándolo todo, la mira con odio y rechaza su ofrecimiento de sentarse y comer algo, la vuelve a mirar con odio y la amenaza, pero su tono de voz lo delata, si fueran verdaderas no estaría tan nervioso. "Vaya, es realmente como un gatito acorralado" Clarice deja escapar un suave risa , le gusta su actitud, él la observa y no sabría decir si con ira o con sorpresa, tal vez los dos:
-Perdona-se disculpa ella inmediatamente- me gusta tu talante y me has sorprendido, por favor tranquilízate, en seguida podrás marcharte, solo quiero hablar.
Clarice detecta un suave olor a sangre que proviene del chico, debe de haberse herido con el cuchillo o destrozando la habitación (Claude lo había oído romper cosas y gritar auxilio), el olor de su sangre es un olor dulce y joven pero Clarice no lo hace notar, tiene demasiados años de experiencia como para dejarse llevar por ese olor. Coge un pequeño pastel de la mesilla y lo muerde, el sabor repugnante de comida humana le llena la boca y traga el bocado fingiendo una perfecta sonrisa de agrado, "más tarde tendré que vomitarlo" piensa con asco.
-Deberías comer algo, estas en los huesos y todo esta delicioso- por un momento ella misma se recuerda a la bruja de hansel y gretel, tentándolo para comer dulces- si hubiera querido matarte ya lo habría hecho y no desperdiciaría esta comida.
Tal vez a sido demasiado honesta, pero que importa a esas alturas? él mismo le a amenazado con quemarla. Deja el dulce en la mesa y toma un sorbo de su taza de té que parece tener sabor a rayos y que enseguida baja hasta su estomago para acompañar al pastel.
-Mi nombre es Clarice y me gustaría explicarte lo sucedido- hace una pausa- hace un mes tu me robaste unos libros que son muy importantes para mi- vuelve a esperar un instante, será mejor que lo vaya procesando poco a poco la información- mi primera intención era vengarme , pero ya no lo voy a hacer, puedes estar tranquilo y siento ser tan brusca. Sabe que probablemente sus palabras no lo tranquilizaran, ella era una extraña que había matado a alguien que conocía delante de sus narices y él no podía comprender por que había ocurrído, suspira mentalmente por la sensiblería humana, lo cual es irónico ya que ella se había tomado todas aquellas molestias para explicarse.
-Respecto a lo de tu amigo, él se dirigía a ti con un cuchillo mientras dormías, creí ver sus intenciones y lo pare, si me equivoque te doy mis mas sinceras disculpas- prosiguió- lo más probable es que no sea un consuelo para ti, pero e mandado que se le entierre debidamente en el cementerio. No se le ocurría que más decir o hacer para disculparse y no sabia como aquel muchacho iba a reaccionar.
-Puedes quedarte esta noche para comer y descansar, debes de tener mucho que asimilar, pero si quieres irte de inmediato mandare que traigan tus pertenencias y podrás marcharte-iba a concluir con un "gracias por escucharme" o algo por el estilo pero entonces cayo en la cuenta de que no conocía su nombre- discúlpame... pero conozco tu nombre.
-Perdona-se disculpa ella inmediatamente- me gusta tu talante y me has sorprendido, por favor tranquilízate, en seguida podrás marcharte, solo quiero hablar.
Clarice detecta un suave olor a sangre que proviene del chico, debe de haberse herido con el cuchillo o destrozando la habitación (Claude lo había oído romper cosas y gritar auxilio), el olor de su sangre es un olor dulce y joven pero Clarice no lo hace notar, tiene demasiados años de experiencia como para dejarse llevar por ese olor. Coge un pequeño pastel de la mesilla y lo muerde, el sabor repugnante de comida humana le llena la boca y traga el bocado fingiendo una perfecta sonrisa de agrado, "más tarde tendré que vomitarlo" piensa con asco.
-Deberías comer algo, estas en los huesos y todo esta delicioso- por un momento ella misma se recuerda a la bruja de hansel y gretel, tentándolo para comer dulces- si hubiera querido matarte ya lo habría hecho y no desperdiciaría esta comida.
Tal vez a sido demasiado honesta, pero que importa a esas alturas? él mismo le a amenazado con quemarla. Deja el dulce en la mesa y toma un sorbo de su taza de té que parece tener sabor a rayos y que enseguida baja hasta su estomago para acompañar al pastel.
-Mi nombre es Clarice y me gustaría explicarte lo sucedido- hace una pausa- hace un mes tu me robaste unos libros que son muy importantes para mi- vuelve a esperar un instante, será mejor que lo vaya procesando poco a poco la información- mi primera intención era vengarme , pero ya no lo voy a hacer, puedes estar tranquilo y siento ser tan brusca. Sabe que probablemente sus palabras no lo tranquilizaran, ella era una extraña que había matado a alguien que conocía delante de sus narices y él no podía comprender por que había ocurrído, suspira mentalmente por la sensiblería humana, lo cual es irónico ya que ella se había tomado todas aquellas molestias para explicarse.
-Respecto a lo de tu amigo, él se dirigía a ti con un cuchillo mientras dormías, creí ver sus intenciones y lo pare, si me equivoque te doy mis mas sinceras disculpas- prosiguió- lo más probable es que no sea un consuelo para ti, pero e mandado que se le entierre debidamente en el cementerio. No se le ocurría que más decir o hacer para disculparse y no sabia como aquel muchacho iba a reaccionar.
-Puedes quedarte esta noche para comer y descansar, debes de tener mucho que asimilar, pero si quieres irte de inmediato mandare que traigan tus pertenencias y podrás marcharte-iba a concluir con un "gracias por escucharme" o algo por el estilo pero entonces cayo en la cuenta de que no conocía su nombre- discúlpame... pero conozco tu nombre.
Clarice Briand- Vampiro Clase Alta
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Re: A beautiful day to steal (Clarice Briand)
No creía ninguna de sus palabras. Ella decía que le iba a liberar, que solo quería hablar con él pero algo le decía que la chica quería algo más, alguien que quiere hablar no mata a una persona y te acaba secuestrando e Isaac lo sabe, ella quería algo más y no podía esperar a saberlo, estaba cansado de no saber el motivo de su secuestro y retención en aquella casa. Sus ojos se desviaban de vez en cuando al montón del dulces, rápidamente desviaba de nuevo la mirada hasta la mujer, ella le estaba ofreciendo de nuevo que comiese algo, recalando su extrema delgadez y siendo sinceros, sí, Isaac estaba bastante delgado pero tampoco quería engordar, era más ágil así, pues para vivir en la calle se necesita ser ágil y rápido.
—No, no voy a comer nada. Tengo comida guardada en el lugar donde me secuestraste — Recalca la ultima palabra con énfasis. Recuerda que tiene aquel montón de panes que había birlado por la mañana, así que no necesitaba comer nada, tenía ganas de hacerlo pero era lo suficiente desconfiando como para no probar ni tan siquiera un pequeño bocado. Ella dice algo en lo que Isaac debe reconocer que tiene mucha razón, si hubiese querido matarlo ya lo habría hecho. ¿Pero quien sabe? Igual no quiere matarle y ha implantado algún tipo de droga en los dulces, no se fia, por mucho que ella los pruebe también no se fie, no va a comer.
Ella se presenta y va al grano diciendo que Isaac había robado unos libros bastante importantes. Lo recuerda, lo recuerda perfectamente, recuerda aquellos libros y recuerda como los vendió después, no los tiene sin embargo, si la joven los quiere recuperar él no puede hacer absolutamente nada, ya no están en su poder — Ya no los tengo — Dice encogiéndose de hombros. Parece ser que no va a cobrar venganza, o eso al menos es lo que ella dice, Isaac no baja la guardia, no lo va hacer durante todo lo que dure la charla, él es así, siendo desconfiado ha sobrevivido todos estos años ahí fuera y así va a seguir siendo — Querías matarme pero ahora no quieres hacerlo ¿Por qué? — Pregunta, arqueando ambas cejas, sin tener muy claro cuales eran sus intenciones. ¿Por qué no le iba a matar de todos modos sabiendo que él era el ladrón? Quizás ella quería algo más o por lo contrario se había arrepentido al saber que solo tenía doce años.
Pero hay algo que le conmociona aún más después de todo lo ocurrido. Clarice le dice algo que hace que realmente quedé consternado, según ella su amigo, el mismo joven con el que había compartido el pan, el mismo joven que le había salvado el pellejo más de una vez había querido matarlo, era por eso que ella se había deshecho de él. Isaac no la cree, no quiere hacerlo, se niega pues aquel chico nunca intentó hacerle nada malo. Ella debe estar mintiendo, debe estar haciéndolo, es todo lo que se repite en su cabeza una y otra vez. Ahora quiere quedar de buena diciendo que lo mató para protegerle. Frunce el ceño y en su frente se forma una extraña figura de arrugas, siempre suele hacerlo cuando está enfadado o confuso y en ese momento está las dos cosas a la vez, no quiere creer que eso sea verdad. Según la mujer ha sido enterrado en el cementerio, oh sí, vaya consuelo.
—Eso es mentira, deja de mentir, él nunca me mataría...eramos amigos...— ¿Y que clase de amigos se puede hacer en la calle? Se pregunta. Nunca ha considerado a todos aquellos que ha conocido durante todos estos años amigos, pero quiere hacerse creer que él si lo era. ¿Por que querría matarle? ¿Para robarle el resto de los panes? No, eso no era posible — Eres una asesina, no intentes excusarte con que lo mataste para protegerme, mentirosa — Recalca alejándose del par de butacas, caminando de un lado a otro de la habitación — Tus padres deberían castigarte por esto, eres una mocosa como yo, solo tienes un par de años más, bah...no me das miedo, podría patearte el trasero y escapar yo solo de aquí si quisiera — Chasquea la lengua ignorando por completo lo que realmente Clarice es y vuelve a mentir, sí tiene miedo, siempre lo ha tenido.
—No voy a comer nada y tampoco voy a dormir aquí, no tengo tus libros, no puedo ayudarte a recuperarlos, siento habértelos robado pero de eso vivo...de robar...de robar cosas...— No se siente orgulloso de lo que hace, nunca le ha gustado robar a otras personas que igual también tienen necesidad pero es la ley del más fuerte, así es en la calle, él no es fuerte, claro que no, pero es listo, ágil y astuto, aquello le ha ayudado demasiado en estos últimos años — Quiero irme de aquí — Pide, a la chica, acercándose de nuevo y mirándole directamente a los ojos.
—No, no voy a comer nada. Tengo comida guardada en el lugar donde me secuestraste — Recalca la ultima palabra con énfasis. Recuerda que tiene aquel montón de panes que había birlado por la mañana, así que no necesitaba comer nada, tenía ganas de hacerlo pero era lo suficiente desconfiando como para no probar ni tan siquiera un pequeño bocado. Ella dice algo en lo que Isaac debe reconocer que tiene mucha razón, si hubiese querido matarlo ya lo habría hecho. ¿Pero quien sabe? Igual no quiere matarle y ha implantado algún tipo de droga en los dulces, no se fia, por mucho que ella los pruebe también no se fie, no va a comer.
Ella se presenta y va al grano diciendo que Isaac había robado unos libros bastante importantes. Lo recuerda, lo recuerda perfectamente, recuerda aquellos libros y recuerda como los vendió después, no los tiene sin embargo, si la joven los quiere recuperar él no puede hacer absolutamente nada, ya no están en su poder — Ya no los tengo — Dice encogiéndose de hombros. Parece ser que no va a cobrar venganza, o eso al menos es lo que ella dice, Isaac no baja la guardia, no lo va hacer durante todo lo que dure la charla, él es así, siendo desconfiado ha sobrevivido todos estos años ahí fuera y así va a seguir siendo — Querías matarme pero ahora no quieres hacerlo ¿Por qué? — Pregunta, arqueando ambas cejas, sin tener muy claro cuales eran sus intenciones. ¿Por qué no le iba a matar de todos modos sabiendo que él era el ladrón? Quizás ella quería algo más o por lo contrario se había arrepentido al saber que solo tenía doce años.
Pero hay algo que le conmociona aún más después de todo lo ocurrido. Clarice le dice algo que hace que realmente quedé consternado, según ella su amigo, el mismo joven con el que había compartido el pan, el mismo joven que le había salvado el pellejo más de una vez había querido matarlo, era por eso que ella se había deshecho de él. Isaac no la cree, no quiere hacerlo, se niega pues aquel chico nunca intentó hacerle nada malo. Ella debe estar mintiendo, debe estar haciéndolo, es todo lo que se repite en su cabeza una y otra vez. Ahora quiere quedar de buena diciendo que lo mató para protegerle. Frunce el ceño y en su frente se forma una extraña figura de arrugas, siempre suele hacerlo cuando está enfadado o confuso y en ese momento está las dos cosas a la vez, no quiere creer que eso sea verdad. Según la mujer ha sido enterrado en el cementerio, oh sí, vaya consuelo.
—Eso es mentira, deja de mentir, él nunca me mataría...eramos amigos...— ¿Y que clase de amigos se puede hacer en la calle? Se pregunta. Nunca ha considerado a todos aquellos que ha conocido durante todos estos años amigos, pero quiere hacerse creer que él si lo era. ¿Por que querría matarle? ¿Para robarle el resto de los panes? No, eso no era posible — Eres una asesina, no intentes excusarte con que lo mataste para protegerme, mentirosa — Recalca alejándose del par de butacas, caminando de un lado a otro de la habitación — Tus padres deberían castigarte por esto, eres una mocosa como yo, solo tienes un par de años más, bah...no me das miedo, podría patearte el trasero y escapar yo solo de aquí si quisiera — Chasquea la lengua ignorando por completo lo que realmente Clarice es y vuelve a mentir, sí tiene miedo, siempre lo ha tenido.
—No voy a comer nada y tampoco voy a dormir aquí, no tengo tus libros, no puedo ayudarte a recuperarlos, siento habértelos robado pero de eso vivo...de robar...de robar cosas...— No se siente orgulloso de lo que hace, nunca le ha gustado robar a otras personas que igual también tienen necesidad pero es la ley del más fuerte, así es en la calle, él no es fuerte, claro que no, pero es listo, ágil y astuto, aquello le ha ayudado demasiado en estos últimos años — Quiero irme de aquí — Pide, a la chica, acercándose de nuevo y mirándole directamente a los ojos.
Isaac Duck- Humano Clase Baja
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Re: A beautiful day to steal (Clarice Briand)
El muchacho la acribilló a preguntas y acusaciones, llamándola asesina algo que era totalmente cierto, al fin y al cabo había matado al otro chico y a muchos otros antes que a él (aunque la inmensa mayoría se lo merecían otros habían sido por el placer de la sangre), estaba en la naturaleza de su raza y no lo odiaba, ella había vivido entre la vida y la muerte desde que Marcus la convirtió.
También la llamó mentirosa, una descripción también acertada, aunque ella prefería describirlo como contar verdades a medias ya que no le había mentido pero tampoco le había contado toda la verdad sobre lo que era ella, ni le había dicho que no había matado a su "amigo" para protegerle sino por que no iba a permitir que otro le arrebatara su venganza o que no lo había matado a él por que odiaba la idea de matar a un niño (se sentía débil solo con pensarlo y decirlo en voz alta era impensable).
Entonces la llamó mocosa y le dijo que sus padres deberían castigarla, eso si que le dolió, cualquier mención del pasado le enfadaba y le pesaba.
Pensó en lo que hubieran echo sus padres, lo más probable era que ellos lo habrían mandado azotar para después venderlo como esclavo, cualquier familia patricia hubiera puesto a un esclavo o un niño de los suburbios por detrás de cualquiera de los caballos de su cuadra o unas cuantas monedas.
Aquella mentalidad era bastante radical en aquella época, pero cuando ella había nacido los esclavos eran como muebles que se podían comprar y vender, y muchas personas de clase baja se vendían a si mismos para pagar deudas.
Después de eso el chico le pidió perdón por haberle robado y tras eso la encaró y le dijo que quería irse , "que me sorprenda con sus respuestas esta empezando a ser un habito" pensó divertida, aunque los recuerdo que el niño había avivado sin saberlo aun le rondan por la cabeza.
Llamó a Claude y le ordenó que trajera las cosas del niño, este no tardó, siempre que la visitaba alguien poco conocido él aguarda tras la puerta por si necesitaba ayuda, la trataba como a una niña y aunque a veces le irrita, sus precauciones la habían salvado más de una vez.
Cuando llegaron a la puerta el mayordomo abrió la puerta y antes de que el pequeño ladrón saliera corriendo para volver a las calles de Paris Clarice se despidió.
-Recupere los libros y acepto tus disculpas si tu aceptas las mías, por cierto mis padres fallecieron hace bastante tiempo-odiaba dar explicaciones sobre su pasado pero aun así lo hizo - si alguna vez necesitas ayuda puedes acudir a mi, hasta que nos volvamos a ver. Estuvo segura que si acababa pidiéndole ayuda seria por algo importante, los chico que se criaban en las calles tenían que ser astutos y solucionar sus propios problemas si querían sobrevivir, al contrario de los niños ricos que había conocido que necesitaban ayuda hasta para llevarse el tenedor a la boca.
Clarice inclinó levemente la cabeza a modo de despedida, dejó que el chico se marchara tal y como había prometido, y se preguntó cuando volvería a ver al pequeño ladrón.
También la llamó mentirosa, una descripción también acertada, aunque ella prefería describirlo como contar verdades a medias ya que no le había mentido pero tampoco le había contado toda la verdad sobre lo que era ella, ni le había dicho que no había matado a su "amigo" para protegerle sino por que no iba a permitir que otro le arrebatara su venganza o que no lo había matado a él por que odiaba la idea de matar a un niño (se sentía débil solo con pensarlo y decirlo en voz alta era impensable).
Entonces la llamó mocosa y le dijo que sus padres deberían castigarla, eso si que le dolió, cualquier mención del pasado le enfadaba y le pesaba.
Pensó en lo que hubieran echo sus padres, lo más probable era que ellos lo habrían mandado azotar para después venderlo como esclavo, cualquier familia patricia hubiera puesto a un esclavo o un niño de los suburbios por detrás de cualquiera de los caballos de su cuadra o unas cuantas monedas.
Aquella mentalidad era bastante radical en aquella época, pero cuando ella había nacido los esclavos eran como muebles que se podían comprar y vender, y muchas personas de clase baja se vendían a si mismos para pagar deudas.
Después de eso el chico le pidió perdón por haberle robado y tras eso la encaró y le dijo que quería irse , "que me sorprenda con sus respuestas esta empezando a ser un habito" pensó divertida, aunque los recuerdo que el niño había avivado sin saberlo aun le rondan por la cabeza.
Llamó a Claude y le ordenó que trajera las cosas del niño, este no tardó, siempre que la visitaba alguien poco conocido él aguarda tras la puerta por si necesitaba ayuda, la trataba como a una niña y aunque a veces le irrita, sus precauciones la habían salvado más de una vez.
Cuando llegaron a la puerta el mayordomo abrió la puerta y antes de que el pequeño ladrón saliera corriendo para volver a las calles de Paris Clarice se despidió.
-Recupere los libros y acepto tus disculpas si tu aceptas las mías, por cierto mis padres fallecieron hace bastante tiempo-odiaba dar explicaciones sobre su pasado pero aun así lo hizo - si alguna vez necesitas ayuda puedes acudir a mi, hasta que nos volvamos a ver. Estuvo segura que si acababa pidiéndole ayuda seria por algo importante, los chico que se criaban en las calles tenían que ser astutos y solucionar sus propios problemas si querían sobrevivir, al contrario de los niños ricos que había conocido que necesitaban ayuda hasta para llevarse el tenedor a la boca.
Clarice inclinó levemente la cabeza a modo de despedida, dejó que el chico se marchara tal y como había prometido, y se preguntó cuando volvería a ver al pequeño ladrón.
Clarice Briand- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 59
Fecha de inscripción : 17/07/2013
Edad : 1907
Localización : Paris
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Re: A beautiful day to steal (Clarice Briand)
Por unos momentos no tuvo nada claro que ella le dejase marcharse sin más. Si alguna vez se había vuelto a encontrar con algunas de las personas a las cuales había robado siempre le habían tratado de mala manera, le habían pedido que Isaac les devolviese lo que había robado ya siendo trabajando para ellos o implicandole algún castigo físico al pequeño, incluso, había veces que lo llevaban delante la justicia, con la policía y siempre tenía una buena regañina por parte de los señores de la ley.
Pero ella no, parecía que iba a dejarle marchar sin más, sin pedirle nada, sin golpearle, sin maltratarle o pedirle algo a cambio. Lo agradeció en silencio pues realmente ella solo quiso ayudarle, fue la desconfianza de Isaac la que no pudo ver que ella quería eso; ayudarle. Quizás su aspecto, quizás que fuese un niño o quizás que viviese en la calle o quizás fue otro motivo el cual Isaac jamás llegaría a comprender pero ella le dejó marchar, sin más, era libre de volver a su misera vida pues esta vez volvía con una duda enorme ¿Era cierto que su compañero intentó matarle para hacerse con aquel montones de pan? No lo sabía y quizás nunca lo supiese con ciencia cierta pero si algo sabía ahora es que no podía fiarse de nadie, nunca lo había hecho pero ahora tampoco iba a fiarse de aquellos que solían ser buenos con él en la calle. Estaba solo y por su cuenta en ese mundo, sobreviviría en soledad, como lo había hecho siempre.
Iba a recuperar los libros o eso decía, seguro que podía conseguirlos de vuelta, le pasó por la cabeza ofrecerle su ayuda para recuperarlos, pero mejor no, Isaac no quería verse envuelto en más problemas de los que ya estaba envueltos, solo quería regresar a su pequeña madriguera. Le dijo que no tenía padres, que habían muerto hacía mucho tiempo, aquello un pudo sorprenderle más. ¿Con quien vivía entonces? ¿Ella y su mayordomo y ya está? No, no podía ser, apenas era unos pocos años más grande que Isaac, incluso dudaba que fuese mayor de edad, aquello hizo que en la pequeña cabeza del chico se planteasen un montón de dudas.
—Gracias — Comentó alejándose por la puerta antes de girar su pequeña cabeza. La vio, una vez más, no sabía si en un futuro se la volvería a encontrar, quizás, quizás no. Pero si lo hacía tenia claro que ya podía confiar en ella, no parecía una mala tipa, además se había comportado bien con él, tan bien que ni el mismo Isaac se lo creía. Suspiró, agarró su mochila, sus cosas y se marchó, hubiese pedido disculpas por el destrozo de la habitación pero prefería no hacerlo, no fuese a ser que ella le hiciese pagar todo aquello. Era mejor que se marchara cuanto antes y eso fue lo que hizo, marcharse.
Pero ella no, parecía que iba a dejarle marchar sin más, sin pedirle nada, sin golpearle, sin maltratarle o pedirle algo a cambio. Lo agradeció en silencio pues realmente ella solo quiso ayudarle, fue la desconfianza de Isaac la que no pudo ver que ella quería eso; ayudarle. Quizás su aspecto, quizás que fuese un niño o quizás que viviese en la calle o quizás fue otro motivo el cual Isaac jamás llegaría a comprender pero ella le dejó marchar, sin más, era libre de volver a su misera vida pues esta vez volvía con una duda enorme ¿Era cierto que su compañero intentó matarle para hacerse con aquel montones de pan? No lo sabía y quizás nunca lo supiese con ciencia cierta pero si algo sabía ahora es que no podía fiarse de nadie, nunca lo había hecho pero ahora tampoco iba a fiarse de aquellos que solían ser buenos con él en la calle. Estaba solo y por su cuenta en ese mundo, sobreviviría en soledad, como lo había hecho siempre.
Iba a recuperar los libros o eso decía, seguro que podía conseguirlos de vuelta, le pasó por la cabeza ofrecerle su ayuda para recuperarlos, pero mejor no, Isaac no quería verse envuelto en más problemas de los que ya estaba envueltos, solo quería regresar a su pequeña madriguera. Le dijo que no tenía padres, que habían muerto hacía mucho tiempo, aquello un pudo sorprenderle más. ¿Con quien vivía entonces? ¿Ella y su mayordomo y ya está? No, no podía ser, apenas era unos pocos años más grande que Isaac, incluso dudaba que fuese mayor de edad, aquello hizo que en la pequeña cabeza del chico se planteasen un montón de dudas.
—Gracias — Comentó alejándose por la puerta antes de girar su pequeña cabeza. La vio, una vez más, no sabía si en un futuro se la volvería a encontrar, quizás, quizás no. Pero si lo hacía tenia claro que ya podía confiar en ella, no parecía una mala tipa, además se había comportado bien con él, tan bien que ni el mismo Isaac se lo creía. Suspiró, agarró su mochila, sus cosas y se marchó, hubiese pedido disculpas por el destrozo de la habitación pero prefería no hacerlo, no fuese a ser que ella le hiciese pagar todo aquello. Era mejor que se marchara cuanto antes y eso fue lo que hizo, marcharse.
Isaac Duck- Humano Clase Baja
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