Dilemas [Charlotte Sforza]

por **Melkhior** Dom Sep 15, 2013 9:27 am

Las noches se sucedían como un reloj fatal en la mente de Melkhior. No es que le preocupara el tiempo, es que le preocupaba la señorita Sforza: cuanto más tiempo permaneciera sin saber la verdadera naturaleza de Melkhior, peor se sentiría consigo mismo, pero en cuanto lo supiera corría el peligro de que ella huyera, atemorizada y él... él no podría hacer nada. Se dijo a sí mismo que debía decírselo, ella debía saberlo; en cierto modo le protegería y, en cierto modo, era lo justo. Le había dicho que aquella noche iría a su estudio, y eso había hecho, caminando agitadamente por su mansión, con paso firme, mirando de tanto en cuanto a los sirvientes que salían a su encuentro. Seguía ordenando las palabras en su mente, tratando de sonar lo más bello y natural posible, no como un monstruo, no como... como lo que tenía miedo de que ella pensara que era.

Llamó a la puerta del estudio varias veces antes de abrir delicadamente la puerta y encontrarla allí, sentada, con esa belleza tan suya al tiempo que la tenue luz de la luna alumbraba su pálida piel a través del cristal de la ventana. Melkhior supo que si su cuerpo fuera humano, aquel picor tan vivo habría recorrido su piel, poniéndola acaso de gallina, mientras su pelo se erizaba levemente y sentía la emoción de ver a la amada. No obstante, eso no ocurrió, sino que algo más profundo y que él sabía más real despertó en su mente. Esa era la bendición y la maldición del vampirismo: recordar cosas que jamás sentirías, entender cosas que jamás pensaste. Caminó lentamente hacia ella, con una media sonrisa en los labios, que se fue borrando lentamente conforme recordaba a qué había venido.

¿Cómo empezaría? Señorita Sforza.. Milady... Madame Sforza.. Mademoiselle Sforza... Negó varias veces para sí mismo, hasta estar junto a ella, notando a sus espaldas a algún sirviente que cerraba la puerta del estudio, y cerciorándose de que estaban los dos a solas. Se inclinó levemente y tomó su mano para besarla con delicadeza mientras le miraba a los ojos -Charlotte... -susurró inconscientemente mientras sus ojos nerviosos miraban continuamente los ojos de ella, sus labios- Señorita Sforza... -corrigió, bajando la mirada levemente. ¿Qué le pasaba? Nunca perdía los nervios, ¿por qué sí en ese momento? Acarició levemente la mano de la joven y volvió a mirarle a los ojos- He sentido la necesidad y obligación de concertar esta cita, milady, porque es primordial que entendáis mi condición y lo que por vos siento, lady Sforza... -dijo, casi en un susurro apenas audible que iba perdiendo fuerza con cada palabra

por **Caroline Sforza** Lun Sep 16, 2013 5:43 pm

Era imposible. Colocó sus alargados dedos sobre las teclas e intentó que aquel piano sonase tal y como ella deseaba. Frunció el ceño. Le habían asegurado que tocar un instrumento tan bello sería una terapia relajante. A veces le sorprendía el descaro con el que alguna gente le mentía, y más aún le sorprendía lo crédula que llegaba a ser. Soltó un bufido y se fue hasta su escritorio, en donde tomó asiento. Era de madera de roble barnizado. Habían logrado oscurecerlo para que estuviese más a su gusto. La duquesa de Francia era una caprichosa, pero nadie le podía negar que tenía un sentido de la decoración exquisito.

Del medio de la estancia pendía una lámpara de araña con varias velas que iluminaban de un modo tenue el lugar. Charlotte cruzó sus piernas y se enfrentó con lo que su criado le había dejado en uno de los cajones, en donde acostumbraba a guardar la correspondencia. Abrió la carta y la leyó. Jamás respondía ninguna, pero se encargaba de leer todo lo que se pusiese a su alcance, aunque se tratase de una sarta de estupideces como aquella. Arrugó el papel algo malhumorada una vez hubo terminado la misiva. De nuevo su familia se había puesto su mejor máscara de hipocresía. Interpretaban un bonito papel que cualquier director de teatro se hubiese tragado, pero ella tenía experiencia en reconocer a los malos actores. Aquella carta terminaría junto al resto, calcinada entre las llamas.

De pronto escuchó un par de golpes en la puerta - Adelante- dijo con voz pausada. Se imaginaba que sería uno de sus criados, pero se dio cuenta de su error cuando vio asomar aquella rubia cabellera. Hubiese reconocido esos bucles en cualquier parte. Se levantó al instante para recibirle - podéis llamarme Charlotte - le respondió con una dulce sonrisa al ver que él se corregía en el trato hacia su persona mientras alargaba su mano para que él la besase. -¿Vuestra condición?-le preguntó desconcertada. No entendía a que se refería. Por un instante temió que él le fuese a decir que desaparecería de nuevo. No podría soportarlo. Verlo desaparecer sería demasiado duro ahora que sentía todo aquello por el muchacho . Lo siguiente que le dijo le hizo palpitar el corazón a un ritmo acelerado, y sus ojos azules se posaron en el océano que conformaban los de Melkhior. Se aseguró de que su criado hubiese cerrado la puerta echando un vistazo y tomó su mano para guiarle hasta un diván en donde tomar asiento -Sí, creo que ha llegado el momento de hablar sobre eso...- dijo mordiéndose el labio inferior. Jamás se lo había confesado, aunque sus palabras, sus gestos y la sonrisa que se le dibujaba en la cara cada vez que estaba a su lado la delatasen, como el brillo en la mirada delata a aquel que está enamorado.

por **Melkhior** Miér Sep 18, 2013 3:57 pm

Apretó delicadamente la mano de la joven al tiempo que su pulgar la acariciaba constantemente. No era humano, pero había vivido siglos tratando de simular que lo fuera, y con ella era mucho más sencillo resultar afectuoso. No podía mentir a nadie, y menos a sí mismo: la amaba, con toda su alma. Con toda su maldita y milenaria alma. Lo sabía, lo admitía. Dentro de su frialdad natural, de muerte, algo ardía, repleto de vida. No era su corazón, parado tiempo atrás. Ni su estómago, podrido. No eran sus pulmones, que hiperventilaran al verla, no podían hacerlo. Era algo más interno, intenso y abstracto... el alma. Más allá de sus polvorientas células cerebrales, muertas antes incluso de que aquella región conocida como Francia siquiera vislumbrara los inicios de su existencia. Miró a los ojos de la joven una vez que estuvieron sentados y su otra mano, la libre, fue al cuello de ella, hasta sostenerle la nuca y acercarla impulsivamente en un beso intenso. Ojalá hubiera sido eterno, impidiéndole así mediar palabra, sincerarse con la persona que, tal vez a excepción de Rasmus, o tal vez incluso contándolo, más le importaba.

-Os amo... -murmuró cuando retiró su rostro, soltando su nuca y arrastrando su nariz por la mejilla de ella, hasta apartar la cara completamente y quedar mirando al suelo, aún con su mano acariciando lentamente la de ella- Prometo... Os juro que he intentado luchar por todos los medios contra lo que una ardiente pasión que nace en lo más profundo de mi ser me dicta, pero... mademoiselle... no puedo -suspiró, sin poder mirarle, aún acariciándole la mano- Sé que no es caballeroso venir aquí, besaros y quedarme a vuestro lado queriéndoos mía por siempre después de haberos dicho lo que os acabo de decir, pero tenéis que entenderme, tengo un motivo para decir lo que digo, y no es que lo piense, es que debo pensarlo... -murmuró, levantando la mirada para encontrarse con aquellos perfectos ojos que le miraban, temblorosos. Y deseó besarlos, los ojos, y su boca, y su rostro, y sus mejillas, y sus pómulos. Deseó besarla tanto y tan fuerte, tanto tiempo.. apretó la mandíbula mientras recordaba lo que era la debilidad; aquel sentimiento tan humano- No sé trata de vuestra alta cuna y mi modesto origen... os lo juro, milady... -acercó su rostro al de ella para apoyar sus frentes y mirarle a los ojos, para lentamente cerrarlos y negar con la cabeza en silencio; no podría mirarle al decírselo, y no sabía como hacerlo- Se debe a mi origen y mi condición, sí... pero... -enmudeció mientras una de sus manos acariciaba el perfecto rostro de la joven; era tan... no pudo evitar besarle de nuevo, aún con los ojos cerrados

por **Caroline Sforza** Lun Sep 23, 2013 4:14 am

Charlotte clavó sus ojos en el joven, sonriendo levemente al sentir el tacto de sus dedos rozando su mano con cariño. Nunca había sido una mujer a la que le gustasen las sorpresas pero las visitas de Melkhior, aunque inesperadas, siempre eran recibidas por la duquesa con una alegría equiparable a la del ciego que contempla la luz del sol después de años viviendo entre tinieblas. Ella suspiró. Solía hacerlo en su presencia sin que pudiese hacer nada por evitarlo, así como tampoco podía evitar que su corazón se acelerase cada vez que sus miradas se encontraban. Apenas le hubiese dado tiempo a reaccionar a su beso de no ser porque llevaba soñándolo durante noches. Había imaginado aquella escena una y otra vez y, llegado el momento, lo único que pudo hacer fue cerrar sus ojos y dejarse llevar por el momento.

Le permitió hablar sin interrumpirle, pero cuando él hubo terminado ( o cuando ella creyó que lo había hecho) deslizó su mano hasta su mentón y le obligó a alzar su mirada a medida que ella subía su dedo índice con delicadeza. Se merecía una respuesta- ...yo también os amo - le dijo con timidez. Notaba cómo le ardía el rostro. Se había ruborizado, y era realmente difícil conseguir sacarle los colores a Charlotte.

-No deseo que luchéis contra vuestros sentimientos, al contrario...ojalá las batallas que debáis librar a lo largo de vuestra vida no sean contra vuestro corazón, o , de lo contrario, podríais salir gravemente herido - dijo posando una de sus manos sobre su pecho. Apoyó la frente contra la suya cuando Melkhior se acercó y sonrió con dulzura - Si no se trata de eso...¿de qué se trata entonces? - la tenía algo desconcertada. Aquel comportamiento era inusual en él. Le conocía desde hacía bastante tiempo, y jamás le había visto enmudecer de aquella manera. Le besó nuevamente y llevó sus dedos hasta su cabello, acariciándolo, intentando que se relajase y que no se preocupara, pues fuera lo que fuese ella estaría a su lado, no le importaba nada más.

-Podéis decírmelo sin temor. Lo comprenderé - apoyó la cabecita en su hombro y tomó una de sus manos entre las suyas- sea lo que sea, os lo prometo. Pocas cosas había a las que la joven le diese tanto peso como a una promesa. Para ella era algo casi sagrado e irrompible.

por **Melkhior** Mar Oct 01, 2013 9:56 am

Entrelazó sus dedos con los de ella y los acarició levemente antes de besarle la frente con delicadeza y volver a mirar al suelo o, mejor dicho, a través del suelo, de nuevo como al infinito. Quería decirle tantas cosas.. le sería mucho más fácil dejarle navegar y vivir en su mente durante las próximas horas para que conociera todos los apartados de su vida que quisiera antes que explicarle su propia existencia en apenas unas palabras. Apretó la mandíbula. Dioses... se sentía tan tremendamente humano y débil a su lado... Desde su enfrentamiento con la Bestia del Peloponeso (su actual sire, Rasmus) cuando aún era humano, jamás se había sentido tan débil, tan necesitado de algo, de alguien... Acarició el rostro de la joven antes de depositar un beso en sus labios

-No os mentía cuando os dije que pasaría la eternidad a vuestro lado.. ni os miento ahora cuando lo hago.. y entendedme, no es una metáfora, es una realidad, podría pasar la eternidad a vuestro lado y hacer que vos misma la pasarais junto a mí... -le susurró, apartando rápidamente la mirada tras aquellas palabras, y soltándole la mano, que llevó a su pelo al tiempo que lo revolvía; la miró de reojo- Si no toleráis mi condición decídmelo y os prometo que esta será mi última noche en este mundo.. preferiría morir hoy a tener que sobrevivir eternamente sabiéndome motivo de vuestro odio... -suspiró, levantándose del diván para a continuación arrodillarse frente a ella y sostener sus manos entre las propias- No hay noche que no me maldiga por no poder apreciar vuestros rasgos durante el día, porque hacía siglos que no veía nada tan vivo, tan carente de mal y de muerte, tan... -bajó la mirada, dudando de que la joven pudiera entenderle- Charlotte.. soy un vampiro, una criatura de la noche, que para vos se antoja tan peligrosa y oscura... soy una criatura maldita y dañina a vuestros ojos -murmuró, y besó sus manos, sin poder evitarlo, antes de enterrar sus rostro entre las manos de ella

por **Caroline Sforza** Dom Oct 06, 2013 11:01 am

Mentiría si dijese que no estaba preocupada. Conocía a Melkhior desde hacía bastante tiempo y jamás lo había visto de aquel modo. Esperó pacientemente mientras él miraba al suelo, probablemente buscando las palabras adecuadas para explicarle lo que tan intrigada le tenía.

-¿...podéis hacerlo de verdad? - no entendía nada, aquello era confuso, pero no se detuvo a analizar el resto del contenido y se limitó a quedarse con lo que realmente le interesaba "podría pasar la eternidad a vuestro lado" - ¿acaso creéis que preferiría compartir con vos únicamente la vida pudiendo compartir toda una eternidad? -sonrió levemente- ojalá cada mañana pudiese despertarme con vuestras caricias, y cada noche se me permitiese dormirme siendo vuestro rostro lo último que contemplase -se mordió el labio inferior.

¿Odiarle? ¿porqué habría de odiarle? negó con la cabeza - no os odio Melkhior, no se qué habéis hecho, o qué es lo que ocultáis, pero jamás podría odiaros - suspiró y la sorpresa se pudo entrever en la curvatura de sus facciones cuando él se arrodilló. Apretó sus manos con fuerza, mirándole fijamente. ¿Un vampiro? Jamás había escuchado el término, pero por su explicación se hizo una vaga idea - no me importa...-acarició su rostro y se levantó con cuidado, únicamente para poder arrodillarse justo al lado del chico - Odiaré los días, pero esperaré a que el maldito sol decida ocultarse para poder así veros por la noche - se acercó un poco más a él para pasar un brazo sobre sus hombros para intentar animarle - arrancaría al astro rey con mis propias manos - le besó en la mejilla - lo haría si pudiera aunque tuviese que sumir al mismísimo París bajo un manto de oscuridad eterna.

Dicho esto le tomó del mentón para poder besarle con dulzura - no os permitiré separaros de mí, ni siquiera un par de centímetros - susurró - el crepúsculo será nuestro mejor amigo, como ya lo lleva siendo desde que os conocí.

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