Deseos de frutos rojos [Libre]

por **Nadine** Lun Sep 16, 2013 7:08 pm

Alexindice se quedo mirando al frente del orfanato. Sentada y sin hacer nada estaba. Mirando a los niños que se aguardaban del frio dentro del orfanato. Suspiro. Termino por ver porque todos estaban tan felices. Penso en que quizas deberia dejar de existir. Muchas personas habia conocido y pocas habian resistido ante ella. Tenían una pista. Él ahora tambien era inmortal...pero...¿Tendria el legado de los Moriarty? Sabía que Bérénice se estaba haciendo cargo de ello, penso, en que quizás tendria muchas cosas que hacer. ¿Y ella que hacia? solo estaba observando como los niños sonreian, se toco el vientre, ella jamás podria tener ningun bebe más. ¿Que raro seria no? Pensandolo bien, era inmortal, castigada con no tener ningun hijo...ella amaba a los niños, quizas podria adoptar....¿Pero habria alguno que diera la talla? Suspiro pausadamente, como la brisa que ahora acariciaba su cabello alisado, suelto, largo y al viento, vestia ella un vestido negro, bastante caro y de encaje por doquier del vestido.

Parecia que iba a ir a un entierro, pero solamente observaba quieta en el banco, a esos niños que parecian ahora estar preparandose para ir a dormir. -Dormid....pequeños...-suspiro, comenzando a acercarse lentamente a una de las ventanas -lentamente, seguramente- Estaba cerca de una de las ventanas, observando a una niña que parecia ir con un pequeño cuaderno de hojas atadas con un circel delicado...y en su mano y lapiz con muy poca punta. Ahora un niño le quitaba sus utensilios. Aquello le parecio divertido a Alexindice, en como serian los niños castigados despues de haber tratado tan mal a la pobre muchacha. Aquello le recordo a su niñez solo que ella no era muda c-omo la joven infante que veia dentro del edificio a través de la ventana.

-....Lo único que no menguó fue mi pasión por Anette, una religiosa joven y hermosa que inflamó mi salacidad desde que la vi. Creo que mi padre sólo me heredó el afán de satisfacer apetitos concupiscentes de continuo. Yo contaba ya diez años cuando empezó la conflagración. Aún nadie se aventuraba a adoptarme y las monjas habían estado a punto de contabilizarme en el inventario-miraba por la ventana pero dos mujeres a altas hora de la noche, caminaban por su lado-...Como era el mayor de todos, me arrogaba facultades que acaso desmereciera; trataba a los demás déspotamente y me sentía dueño de privilegios tales como alimento en abundancia y exención de ciertas reglas. Anette me tenía paciencia, de modo que la comisionaron para meterme en orden......-Alexindice solamente las siguio con la mirada conforme se alejaban de donde ella estaba. Habia pasado inavertida. Que cosas.

-Comida....-Enseguida, sus colmillos comenzaron a alrgarse, sintiendo la sed de sangre reclamándole.