Irathi Heaven | ID

Datos  Personales

Descripcion Psicologica

Como una corriente eléctrica, que puede causarte un leve cosquilleo, pero si te acercas demasiado te puede electrocutar. Te contagia, corre por su cuerpo sin descanso y va de lado a lado, atrapando a quienes se encuentran a su alcance, llenando de energía aquello que siempre ha estado muerto. Irathi es esa corriente, suave e igualmente peligrosa. Una chispa, que en igual proporción puede iluminar o incendiarlo todo. Irathi es el tipo de persona capaz de propagar esa vibrante energía que vive dentro de ella, que le hace ser tan especial porque la llena de matices. No se detiene, No se consume. Sigue andando, con tanta potencia como en un inicio, sin que nada ni nadie pueda jamás apagarla. Es una chica de carácter fuerte que siempre te dará la cara aunque se vea en desventaja. Lo suyo no es esconderse o huir. Le gusta seguir peleando hasta el final, o tratará de buscar arreglar las cosas de la manera más pacífica posible, que sea lo uno o lo otro es únicamente decisión de la otra persona. Toda una guerrera que no ha permitido que la vida la derrumbe pese a sus muchos altibajos. No dudes en que te pondrá los puntos sobre las íes cuando se enfada, cuando la obligas a hacer algo que no quiere hacer, cuando ofendes lo que más quiere, en definitiva, cuando le tocas las narices. Confía en su propio criterio, en sus decisiones, su talento y su forma de juzgar, por lo que no te extrañe si te examina de arriba abajo con mucha intensidad: esa siempre ha sido su forma de proceder.

Mucha gente dice que la vida es bella, que sólo hay una y que hay que disfrutarla al máximo, sacarle todo el jugo posible, exprimirla al máximo, o simplemente no darle la espalda para que ella no te dé a ti por culo. Pero todas esas personas que lo han dicho lo han tenido fácil en la vida, muy fácil. A diferencia de Irathi. No puede quejarse, ni lo hará, pero tampoco hay que mentir. Siempre será honesta contigo, y si piensa que lo tienes jodido, te lo dirá tal cual. Fingir no es lo suyo. Taciturna en ocasiones y a veces en exceso solitaria. No es una antisocial, pero se siente más cómoda cuanta menos gente haya a su alrededor. Es perseverante y exigente consigo misma. Demasiado en ocasiones. Quiere hacer las cosas por ella misma, y siempre se muestra reticente a pedir ayuda. La sueca piensa que para algo Dios le dotó de una concentración inexorable. Y es que aunque suele ser muy impaciente para según qué cosas, cuando se trata de su trabajo o de metas propias, tiene esa concentración y esa paciencia que pocos poseen. Curiosidad viva e inteligencia abierta. De un brillo en constante señal de interrogación en los ojos, y una mirada siempre posada a su al rededor. Se fija en todo, le encanta descubrir cosas nuevas. Cada misterio es una palabra más escrita en su lista de tareas por hacer. Ingeniosa, de soluciones rápidas y eficaces.

Te costará ganarte su confianza, pues ella siempre escarba más allá de la superficie antes de entregarte un trocito de su corazón. Cuando logres hacerte con su cariño descubrirás a una chica que pocos conocen, una más dulce, más tierna y más dispuesta a hacer cualquier cosa por ti. Una joven que arriesgaría su vida por protegerte. Casi como una incoherencia andante. Dura de pelar y difícil de entender, adicta y fuerte. Todo en uno.

Particularidades

Gustos:
ϟ La música, tanto componerla como oírla. Y es bastante buena en lo primero.
ϟ Los animales. Tiene dos gatos y un perro: Chip, Amira y Rollan.
ϟ La naturaleza. Se siente libre corriendo por el campo, durmiendo bajo la luz de las estrellas...
ϟ Los días soleados.
ϟ Las mujeres. Bonitas, altas, bajas... Pero tiene debilidad por los rostros hermosos.

Disgustos:
ϟ Las clases sociales. Se considera una antisistema. Ayuda en lo que puede a los que no tienen nada.
ϟ Odia que le toquen el cabello, y le molesta de sobremanera que la tomen de la mano.
ϟ Le caen mal las personas presuntuosas.
ϟ La violencia contra los más débiles. Mejor que no te vea golpeando a un niño o a un perro, o los golpes los llevarás tú.
ϟ La lluvia. La odia con todas sus fuerzas.
ϟ Los hombres.

Miedos:
ϟ A las arañas. Le dan pánico.

Manias:
ϟ Morderse las uñas si está nerviosa.
ϟ Hacerse peinados extraños.

Historia Familiar

Bufó nada más abrir la puerta. El frío le había dado una fuerte bofetada, tan fuerte, que volvió a entrar, contrariada, para abrocharse el abrigo hasta arriba de un tirón. Odiaba la lluvia. Odiaba el frío. Y odiaba el maldito invierno por encima de todas las cosas. Una vez preparada, mental y físicamente, salió de la casa con el rostro inexpresivo. Se sentía enferma, profundamente enferma. Tras estornudar un par de veces y tropezar otras tantas, giró la calle hasta adentrarse en la aún durmiente ciudad de París. Cada día quince rehacía el mismo recorrido, desde su "casa" al cementerio, mientras las calles permanecían desiertas y la gente aún descansaba en la calidez de sus hogares. La tumba yacía destartalada y profusamente agrietada, siendo bastante complicado leer el nombre de la placa. Arthemisa Jeannette Suzinne, el nombre de la única persona en el mundo que había cuidado de ella, dándole un nombre, un hogar y un plato de comida caliente cada noche. La mujer a la que llegó a llamar madre, aun no teniendo ningún vínculo de sangre de por medio. Dejó las flores frente a la tumba y arrancó la maleza que había trepado por la superficie hecha de mármol. Una lágrima solitaria se paseó por su mejilla. Y allí se quedó, acompañada únicamente por el murmullo del aire, gélido, que arrastraba sus recuerdos desde lo más profundo de su mente hasta la conciencia. Las imágenes eran tan nítidas que casi parecía ayer cuando la perdió para siempre. Y hacía más de dos años.

Arthemisa la encontró cuando tenía cuatro años, cubierta de suciedad, sumamente delgada y tratando de cocinar una rata, con lágrimas en los ojos. Cuando le preguntó por qué lloraba, la niña, que apenas si sabia hablar, murmuró entre sollozos que le daba pena tener que matar a esa pobre ratita, pero tenía mucha hambre. Le pidió que la ayudara con la compra y la llevó a su casa. Y desde entonces, la cuidó cada día. Siempre fue una niña enfermiza, pero eso no parecía importarle. Compartía con ella lo poco que tenía, y lo hacía encantada. Ella la enseñó a leer, a escribir, a dibujar, a tocar el viejo piano que guardaba polvo en una esquina de la casucha que ambas ocupaban. La enseñó a ser feliz con poco, algo que, si bien no se le olvidaría nunca, no sería capaz de cumplir una vez ella no estuviera. Le mostró paisajes y pinturas que la hacían soñar con un mundo mejor, más hermoso. Un mundo que jamás conocería.

Irathi creció conociendo la miseria, pero amando lo poco que tenía, y a aquella mujer que, sin conocerla, le dio cobijo y una identidad mejor. A medida que fue creciendo, su salud mejoró considerablemente, mientras que la de la mujer, bastante anciana y enferma, empeoraba diariamente. Robaba para ella. No porque se lo pidiera, sino porque era la única forma que conocía para hacer dinero. Hasta que una noche, nunca despertó. La chica se quedó con la casa, aunque casi nunca dormía en ella, incapaz de vivir bajo el mismo techo en que había vivido con su "madre". La ausencia era demasiado dolorosa. Comenzó a buscar trabajo, pero nunca encontró nada. La puedes encontrar en los suburbios, siempre corriendo delante de alguien que grite "al ladrón". Con una sonrisa de oreja a oreja. Es una luchadora nata, divertida y aparentemente feliz. Está sola en el mundo, sí, ¿pero quién no lo está?

Depositó un beso en la tumba y sonrió con cierta tristeza. Ella le enseñó a ser feliz, y en respeto a su memoria, lo seguiría siendo siempre, con más o menos dificultades... pero feliz. Siempre luchando por seguir hacia delante.