Peinture de la mémoire, noble et beau

por Invitado Lun Nov 11, 2013 6:49 pm

La noble rosa
Por siempre, seguramente por siempre.
Sentía como si pudiera estar aquí por siempre

Hermoso como una pantera, viste como el manto de la noche; cubriendo la porcelana con una capa negra, manteniéndose como si fuese un espectro que va montado en su yegua, dando figura de un jinete que vaga sin rumbo, buscando lo que necesita para no entrar en locura, dejando que las patas de “Yukiko” su yegua de bello nombre que representaba esta estación, era hija de la hermosa nieve que con su alegría pisotea en la tierra nívea del bosque, hermoso panorama, parecía ser un cielo donde la dulzura de los arboles estaban cubiertos de nieve, el viento que danzaba desprendía una esplendorosa melodía que incitaba a danzar la capa de este caballero que sueña con que su corazón palpita, que le hacen volver a sentir la vida, con la piel helada que se sigue ocultando entre la suave tela, siendo acompañado con el vuelo de una bella mariposa que desde que entro al bosque le ha estado protegiendo.

Siguiendo un sendero a donde le brinden paz y tranquilidad, llevando su bolsillo donde estaba su cuadernillo, lápices, pinceles junto con su marco de dibujo que llevaba, quería pintar ese lugar que de un sueño fue sacado, trazando con un lenguaje que sus ojos dominan un cariño puro como la blanquecina nieve, brillando una desaparecida luna menguante que refleja una luminosidad intensa, ya sea en el amor lo que este conejillo siente por admirar la amada naturaleza, desapareciendo por un instante ante los ojos y pensamientos de “Sopor Aeternus” aquel fantasmagórica existencia le había dejado por un momento, aunque se escondiera en el artilugio de su rosario que lleva siempre enrollado del brazo, siendo renacido, amando la pureza detonada, filtrándose más entre los árboles, la yegua galopea por el gorjeo de los pájaros, la resplandeciente neblina que guarda los secretos de una caja musical, las flores brillan escondidas de este resplandor, pensando en el primer día que se enamoró, pues este aura ofrecía recuerdos inmemorables, siendo un país más hermoso que el cristal, como plumas de ángeles que transguardan su palacio, un dulce recorrido, una vida que podía brindar un llanto por sentirse vivo ante la muerte que preside y perdura en una sombra.

Viendo a lo lejos un destacado árbol pequeño, se sentía atraído hacia el que la yegua danzo brindando una balada mientras llegan a él; admirando como menea suavemente su cola, haciendo que el jinete saltara y se uniera a sus movimientos y aquella mariposa que no se iba de su lado, entablando una conversación imaginaria mientras veía su vuelo y esas alas desplegarse con elegancia….

Thánatos: ¿Estas escapando o me estas persiguiendo?

Mariposa: Aun no lo sé, mírame y serás capturado porque más allá de esta dulce vida, la rosa esta por aparecer. Deberías huir de este secreto, el amor que se aguarda puede traer una gran tristeza, yo deseo desaparecer de aquí ¿Tu no?

Interpretando cada palabra o quizás pensamientos que flotaban, siguiendo un imaginado sendero que al llegar frente al árbol su yegua se detuvo y con una reverencia pidió permiso para que su jinete pudiera bajarse y pisar ese suelo puro. Siendo la pierna izquierda la que se mueva para bajarse, sus pies se hunden en la nieve y coge su bolsillo, desprendiendo una caricia en el lomo de la yegua y le pide que descanse. Yukiko obedeció y se posó a un lado del árbol mientras que el caballero saca sus artefactos para abrazar de sus ojos el mundo y plasmarlo en una valiosa pintura…

Comenzando a usar los utensilios, ordena su espacio de arte y así inicia una fantástica sensación de pasión, haciéndole el amor al lienzo con el pincel desbordando los colores adecuados para una realidad transformada en ensueño, capturando desde los pequeños detalles; como el viento invernal, mirando como cae la nieve danzante aunque la distancia se vuelva más lejana, llevando siempre un pensamiento de aliento; “Por siempre, quería protegerte sólo a ti con estos brazos insignificantes Incluso ahora que siguen dibujando un sueño”…

Hundiéndose en el panorama, se transforma en nieve, en viento, en árboles, en la misma pintura para guardar los sentimientos que no pueden expresarse con palabras si no con colores, pidiendo permiso para tocar el alma de cada belleza y ahí su yegua es el motivo de que le trajera, añoraba hacerle un recuerdo ahora que el tiempo no existía, olvidando ser un inquisidor, desapareciendo lo que fingía ser porque el dolor era demasiado, quería en este instante ser él y solo él llorando acorde de amarse unos a otros por ser figuras de la eterna hermosura.

por **Elene Rossato** Jue Nov 14, 2013 11:49 pm

Terrible casualidad, que llevas a causalidad ¿Qué misterio escondes? Tus pesadas pestañas parpadean y abren sus ojos, muestran un mundo diferente al mío pero extrañamente encadenado, ¿será que me vas a enseñar a danzar?

Hacía más frío del normal, su piel que era blanca estaba pálida, casi como la leche con la que desayunaba por las mañanas, en ese momento calosfríos constantes que se disipaban con un poco del roce de sus manos por su piel aliviaban aquel leve malestar. La nieve descendía un poco y lentamente seducía el paisaje, jugaba a ventilarse por los árboles desnudos que tenían expuestas sus ramas con mucha finesa. Su cuerpo delgado cubierto por un hermoso vestido crema y un abrigo de color piel con una capucha que cubría su cabeza dejando a la vista su rostro hacían juego con su cabello ondulado que caía hasta la curvatura de sus senos. De su cuello una cadenilla de color amarillo que colgaba relucía muy bien en su piel, más que le conservaba a la vista porque aquel símbolo era el que le había marcado aquella noche, una que atesoraba por mil y una razones, el obsequio que había encontrado en una de las ropas prestadas por aquel arcángel, como si con eso se esperanzaría al recordarle e imaginar que le encontraría, de ella aquel dije que conocía su significado. Sus huellas por la nieve dejaban una especie de camino delatando su posición y confiadamente se adentraba aún más en aquel seco y hermoso bosque. —Todo me parece tan triste y tan hermoso, así como se mezcla el bien y el mal- mencionó deteniendo su paso recostando su cuerpo en uno de los troncos secos, frotando sus manos y respirando. El aire que espetaba humo blanquecino se conjugó con la noche , la luna y las estrellas.

Dentro de sí guardaba la inútil esperanza de encontrarle ahí porque después del ‘’incidente’’ de esa noche, aquel talentoso músico parecía que la tierra se lo hubiese tragado. Un nudo se hizo en su garganta, observando la oscurana noche. —¿Dónde está?- hablaba en voz alta, no tan fuerte pero si lo suficientemente para ser escuchada. En su cabeza, solo recorrían la imagen de aquellos ojos que se hundían en su vacío y le mostraban otro panorama y para su suerte apostaría que estaba sola en aquel enorme campo de nieve. Su voz comenzó a tararear levemente una canción que su susurro era llevado por el viento. Con una pequeña lámpara en su mano alumbraba su noche decidiendo continuar su paso no estando segura de hacia dónde ir, quizás a donde el viento le llevase. El crujir de las ramas chocas las unas con las otras hacían un ruido musical que le distrajo y se quedó perdidamente pensativa.

Ensimismada en sus mares de ideas el leve respirar de le sacudió un poco la tela de la capucha que llevaba puesta, quedándose pasmada cerró los ojos sin saber qué hacer y de reojo intentaba ver que era pero la poca luz se lo impedía así que respiró profundamente cogiendo una gran bocanada de aire y comenzó internamente a contar hasta tres para girarse y darle frente a lo que sea que estuviese detrás de ella. Con una tomó el dije de su cadena, pidiéndole fuerzas al artefacto y se giró para su sorpresa, con ojos llenos de curiosidad tras de si estaba una hermosa yegua, lo sabía por su cuidado pelaje, la forma de sus patas. —Hola amiguita, ¿estás perdida?- dijo posando una de sus manos con confianza por encima de la frente del animal y deslizándola hasta su hocico, como si hiciese un círculo. Apartó su cabello y con aquella lumbrera observó las huellas del equino para ver el trayecto que la hermosa yegua había recorrido, según sus ojos sino le fallaban no estaba muy largo de donde se encontraba. Tomando una de las sogas de tenía el animal decidió avanzar con ella llevándole hasta donde estaría su dueño, que seguramente estaría preocupado.

Habiendo terminado el camino sonrió complacida por haber llegado al final de su sendero y sin poder distinguir muy bien quien era, más solo una sombra negra que se dibujaba tras un abrigo, se dispuso a saludar, extendiendo la mano en donde llevaba la pequeña fuente de luz, para tratar de observar mejor —¿Hola? Buenas Noches… Me he encontrado con su yegua, pensé que tendría preocupación por no encontrarle y me he tomado el atrevimiento de…- hablando solo a la dirección en donde la sombra le indicaba que había alguien, no sabía si era hombre o mujer pero trató de mostrar su educación haciendo una reverencia siempre con la lámpara extendida. En un torpe movimiento al hacer la reverencia tiró la lumbrera a la nieve la cual se apagó de inmediato, con una mueca de insatisfacción en su rostro se agacho a recogerla y al levantarse la capucha cayó sobre sus hombros dejando a la vista su rostro descubierto completamente, tragando levemente un poco de saliva, que labró toda su garganta por sentir una presencia cerca, volvió a tomar con sus finos dedos el dije, aferrándose a él. Extendió la correa, confiriéndole al personaje desconocido y con una leve sonrisa completó su frase —….de entregársela - sonrió plenamente dichosa y a la vez llena de paz, sintiéndose extrañada por la sensación, la energía del ajeno. Dentro de sí la duda comenzaba a echar raíces pero solo la noche le diría qué es lo que florecería.

por Invitado Lun Nov 18, 2013 7:27 pm

[…] Hay algo de mi sombra en tu sombra, hay algo de mi sueño en tu sueño, hay algo de mi frío en este invierno~

Pintando el paraje hermoso, invadida de la blanca nieve, esos copos que se imaginaban a estrellas desvanecidas, divinas criaturas resplandecientes ni la noche puede opacar su brillo, observando como el aire se los lleva en silencio, brindando demasiados sueños a menudo que descienden, vistiendo las alas de los árboles, capa tras capa, apretando la risa contra el helado corazón del árbol donde la bella yegua permanecía gozando de una hermosa vista, ella parecía ser la musa del pintor, mueve con dulzura el pincel sin detener alguna sensación, deja que el color marchitado de un violeta se desplace en los lirios dibujados, enfocando el pálido destello sobre los recuerdos escondidos, enmarañando la rima de la nieve en el verso desnudo del invierno, recordando el helado corazón de gotas blancas que palpitaba en el frió campanario y en el intimo curso del arroyo cae la nieve acompañado de un triste amorío que desapareció, deshaciendo el nido grande que esta en los cielos, plumas cayendo al bosque, un manto donde su imagen que cae regalando esa luna invernal…

Disfrutando del lienzo pintado, la luna clarísima que creyó no tenerla de nuevo hasta que un ser divino se la ofreció, representando su esperanza pero jamás la volvió a ver, fue como un ensueño perdido, extrañando su presencia aunque su rostro no pudo recordar, sufriendo por la culpa de Sopor, sigue jugando en la mente, elimina recuerdos como trae otros que quizás nunca presencio y se va al abismo blanquecino, en la nada imaginándose ser la niebla, deteniendo el pincel por ser abrazado por el aire, mueve el rostro de un lado a otro en forma seductora que se dejaba acariciar con encanto, creyendo alucinar un sonido que tocaba su corazón, una melodía tatarateada, la cual callaron los pajarillos, el mundo entero enmudeció por seguir su vibrar, su suave y frágil voz cantarina, capturando ese deseo por aquella mujer, plasmando una sombra a lo lejos del árbol en la pintura, pareciese haber cambiado el significado, ya no era solo Yukiko, había alguien más en ese lienzo la cual imaginaba su andar por los alrededor, sus pisadas que se reflejaban junto con el latir de ese amado corazón, perdiendo la cabeza por seguir escuchándola, proyectándose simplemente en esa presencia, la dibuja siendo solo un reflejo del viento mismo, aceptando que era la magia del escondite así como la melodía aun sonaba en su mente.

Y como el agua espesa, una palabra que se queda en los labios de un hielo de nieve, blanca, solitaria, bella, ideal brilla libre de oscuridad, como una voz de la luz más pura de luz clareando por el invierno del cielo insincero, desnudo y alto, responde queriendo ofrecerle una caricia al hablarle…- Bonne nuit…-girándose con lentitud pero sin pensarlo su templo se movió dirección a ella, soltando el pincel de la mano puesto que fue a tomar la lámpara apagada y con la otra mano sujeta a la joven de su cintura, resplandeciente eran sus cabellos rubios como un sol luciente, mirándole fijamente su delicada expresión, no hablo más que miro la manera en la que protegía el dije, percibiendo en el interior que le conocía, sentía una extraña conexión que al sujetarle simplemente parecía ser alguien muy cercana y le levanto, soltándole lentamente, dejando que el brazo se deslizara rozando su abrigo que combinaba con su tenue piel…-Merci belle dame…-con su caballerosidad toma la cuerda de la yegua y camina a Yukiko acariciándole la frente…-Ciertamente deje que caminara un rato…-sonriendo besa a su Yukiko y le quita la cuerda para que siga su caminata …-Anda ve a pasear…-desviando la mirada a la mujer que creyó haber imaginado, posando la lámpara alado de las pertenencias propias…-Discúlpeme no respondí ante su cortesía…-desprendiendo los pasos hacia ella y al quedar enfrente le hace una reverencia…-Me permite..-tomo su mano y beso el dorso de esta…-Thánatos D´Lenfent para servirle…-sin preocuparse de que se notara su frialdad, deja su mano pegado a los labios y ladea el rostro interpretando sus orbes, teniendo el presentimiento de que ya le había visto.

Viendo que el invierno había llegado ha llamado de alguien, esa mirada emigra hacía un calor peculiar, tejiendo las palabras que no desean ser dichas, embriagándose de su fragancia, atrapando sus pupilas que le ofrecían un verso volviendo a recordar a su hijo…

~Cae nieve con gusto al universo,

Nieve que huele a mar,

Nieve perfecta de los violines,

Nieve sobre las mariposas,

Caen, caen, caen, los copos de olores,

El cielo peina sus nubes antiguas

Siguiendo los gestos de nuestras manos [..]

Y dos copos de nieve consecutivos descendieron en la mejilla, figurándose una lagrima que la nieve se sigue deslizando y un viento fuerte se avecino, haciendo que sus cabellos danzaran y la mariposa apareció de repente después de haberle perdido de vista que le hizo soltar la mano de la hermosa mujer y musito aquel pensamiento, como si la mariposa regresara a recordarle…- “Aun no lo sé, mírame y serás capturado porque más allá de esta dulce vida, la rosa esta por aparecer. Deberías huir de este secreto, el amor que se aguarda puede traer una gran tristeza, yo deseo desaparecer de aquí ¿Tu no? “–desprendiendo una ligera sonrisa al terminar de moverse los labios y se quedó pensando en la imagen que justo tenía enfrente, aquella mujer que representaba demasiado en ese instante.

por **Elene Rossato** Vie Nov 22, 2013 9:44 pm

Y la muda nieve dejó un vacío, uno de esos que no sabía cómo llenar pero la helada me susurró un leve recuerdo, un tierno sollozo me hizo despertar, ansiosa quería develar ese sueño ¿Me pertenece?

De camino con la yegua, agradecí todo lo que había aprendido en todos los años de vida que llevaba, definitivamente nada es insignificante como para serte inútil y cuando menos descubres, aquellos conocimientos te hacen un poco audaz. Respiré un poco aliviada y tranquila, podía sentirme segura aunque en aquel suspiro iba un poco de zozobra. Con una leve tono entonaba aquella melodía de violín, esa que había sido ejecutada por el talentoso músico al que había ofrecido mis días. Llevé una de mis manos hasta mi cuello, la sensación de ardor apareció casi súbitamente, cerré mis ojos y suspiré lentamente, sentí como si todo me fuese a dar vueltas. El sollozo de la yegua me despabiló y abrí los ojos de inmediato topándome con que estaba frente a alguien más.

Mis mejillas rosadas estaban posadas frente a la mirada vacía de alguien que con cada parpadear podía sentir su aliento cerca al mío pero cuando mis ojos querían verle estaban alejados y yo muda sin decir nada estaba extrañada, había cierta peculiaridad. En mi nacía una nostalgia enorme, como si un mundo paralelo entre ambos se abriera y yo en medio cayera sin previo aviso, estaba consternad, podría decir que mis ojos quisieron llorar. Una mueca de asombro se reflejaba en mis pupilas que con afán cobraban interés por él. Sin mediar una palabra entre ambos era más espiritual. Me negué aquella idea. -¿Por qué?- me dije con una sonrisa a medio morir pero no sabía si era por el frío o quizás los vagos recuerdos que en mi mente comenzaban a navegar.

—Buenas Noches Monsieur- volví a asentir al escuchar su voz, la sentía tan conocida, tan parecida pero diferente, estaba demasiado confundida para poder comprender, él definitivamente contaba con toda mi atención. El aire me acunaba como suave arrullo, podía sentirlo al soplar en mis oídos. La cercanía entre ambos, su mano puesta en mi cintura definitivamente me dejó perpleja y agradecí por aquel acto de tomar la lámpara y devolverla aunque no a mis manos. Extrañamente la luna comenzó a clarear toda la nieve, como una luz que se plateara por doquier y su rostro se volvió de nuevo a mí como un gran golpe intenso que ardió de nuevo pero esta vez mi pecho, se me hacía tan familiar. —No ha sido nada Monsieur, es muy bella- haciendo referencia a la yegua con una gran sonrisa, ignorando aquellos pensamientos pero la astilla era más de curiosidad que de dolor —Seguramente quería explorar, son animales muy curiosos, siempre se encuentran con algo- le dije con una sonrisa como si para él tuviese importancia mis palabras y solté con más confianza aquel dije, me quedé viéndole y negué aquellas palabras porque en realidad la descortés había sido yo por presentarme en aquella manera, brindando con calidez mi mano no pude evitar dejar de verle a los ojos, a veces lo consideraba un defecto. Su tacto inmediatamente fue como una explosión de sensaciones, en mi vista se dibujó una sonrisa y perdida quedé unos instantes observando el panorama cambiado, de nuevo un campo verde, la luna inmensa e inalcanzable, alguien a mi par que me tendía su mano y aquella sensación de dejà vú era enorme sentí al confusión y podría jurar que ya había estado con él en otras circunstancias. Su voz me distrajo y pero aún más el contenido más pesado de lo que me esperé —¿D’ Lenfent?- repetí en voz baja sonriendo mezclado con un poco de confusión e hice una reverencia de nuevo —El placer es mío Monsieur D’ Lenfent- mi voz se quebró por unos instantes a lo cual afiné de inmediato —Elene Rossato- quise abrazarle en ese momento, no me importaba si me tomaba por loca pero mis pies no se movieron se quedaron congelados, ahí estáticos inundada con sus ojos.

Sus palabras comenzaron a rezongar dentro de mis oídos como quedándose grabados, así como el alfarero moldea en el fuego el barro y quiebra uno a uno los trozos que no quedaron bien confeccionados. Dolía pero ¿por qué? No lograba explicarlo. Miré su rostro y me lo imaginé a él, con un aire de soledad, diferente al violinista que había conocido aquella noche, sacudí mi cabeza y una mano cubrió mi rostro. Cuánta melancolía en aquel ser que tenía al frente. Mi garganta tragó con dureza. Y me quedé sin habla, di dos pasos hacia al frente para estar más cerca de él. —Cuanta magia encierra este bosque, la nieve, el viento, usted…- me detuve —¿Nos hemos visto antes?- sonreí observándole de pies a cabeza con sutileza —Siento entre ambos una extraña…- paré en seco —Me creerá por loca, quizás sea por su apellido, me recuerda a alguien a quien estimo tanto- la voz se quebró casi instantáneamente, ni siquiera pude disimular, mis ojos se ocultaron tras un murmuro, negué con mi cabeza y el ardor era más intenso. —Seguramente debe de conocerle, por su apellido creo que están emparentados- le dije con una sonrisa como si aquello no importase y traté de tranquilizarme, mi atención era más que para el músico que me había robado el aliento, era para aquel pintor de cabellos rubios, él y su curiosa presencia.

por Invitado Dom Dic 15, 2013 3:00 pm

[…]No intentes saber mas de mi vida, pero ten confianza con todo tu cariño hacia él...~

Esplendorosa imagen, musa de nieve y venus de la frescura que tuviera pasión por este sentir, carcome su respiración, sus latidos percibidos antes, ya que ningun latido era parecido, ese era precioso y el perfume inolvidable le ofrecian dudas, le conocía, estaba seguro de ello pero tristemente no le recordaba, solo se quedo la sensación de haberle visto antes, podia ver en sus ojos respuestas secretas y tocarla elevo la grandeza de la angustia sin embargo todo quedo en un cofre perdido...

Maravilloso invierno, tristes copos donde se podía imaginar que los ángeles se perdieron en la nieve, ¿Acaso esa persona amable también lo era? Estaba resplandeciendo, en las manos que estaban conectadas salvando la simple luz...Pero ¡Oh, que tormento! Se presiente, soltarle y seguir guiado a la melodía de su vivir, esos hermosos latidos que podían tocar el vació sin dificultad, haciendo mas sentimental el permanecer ahí, entre el lienzo con el retrato de una mujer que quizás podía ser ella y ahora su pintura había recobrado vida... "Si hubiese tenido un corazón viviente, creería que lo desee, lo añore con intensidad a que fuese realidad mi imaginación pero ahora, ¿A quien puedo darle las gracias por hacerlo realidad?" Con una instantánea alegría lo predijo, volando con el manantial de pensamientos, se sentía libre a pesar de seguir en la trampa, reflejando en las pupilas como la yegua se iba, escuchando un "¿Porque?" Pero como si fuese el viento dejo que solo le rozara, sentirlo y dejarle que siguiera su camino, siendo acariciado por su radiante voz, le escucha pero aun volaba entre en sueño inolvidable...

-Si, Yukiko suele encontrar maravillas y tesoros valiosos, pero esta vez hallo algo mas preciado...-¿Porque lo había dicho? Sus palabras fluyeron como el poco viento hallado, perdiéndose en el cristal de esos ojos, oliendo en ella un asombro y un miedo, ¿Sentía lo mismo acaso?, realmente confundido, continua escuchándole que la sorpresa se ofreció en esas palabras ajenas que descargaban una tristeza, ese nombre hizo un eco en el pensamiento, ya una vez lo había escuchado pero el tormento era ¿Donde? ¿Cuando? Y el ¿Porque no lo sabia a la perfección?...-El placer es todo mio, Madame Rossato...-perdido, desconcertado por sus gestos, esa extraña evocación y el sentir de alguien cercano le hacia querer alejarse, ya que el daño lo presentía y sin mas miro sobre la nieve su pincel y fue a levantarlo, quería terminar algunos destalles del lienzo, pero no podía al estar mas cerca de la mujer parecía ser hechizado para solo mirarle....

-¿Me dejaría tocar su corazón? Esta noche es muy sentimental, le conozco lo sé mas sin en cambio no lo recuerdo, me es muy familiar ese latir, ese perfume pero ahora, eres, precisamente a la que he dibujado porque le veo y hace que sonríe a la noche nívea con estos ojos adornados de estrellas muertas porque tengo deseos de soltarme en llanto, ¿Duele no es así ¿Siente esta conexión? No es magia lo que guarda este bosque, es usted la que ha traído mi efímero sueño...

Cuelgan que cuelgan de las ramas heladas de los arboles. Pero sigue mirando a lo que desata una tristeza, va a ella y se detiene, no puede seguir, el dolor se anuncio en el vació y sus palabras estacas fueron para su razón...- Mis ojos, mi aliento, mi figura le traen recuerdos dolorosos-empañando los ojos de un vidrio, sus ojos lloran sin derramar lagrima alguna, se esta rebelando la distancia...- ¿Le recuerdan alguien mas? ¿Le recuerdan a él, a Nicolàs D' Lenfent?...-Con la profundidad del querer saber mas de él, se acerca a ella y le envuelve entre sus brazos, necesitaba sentir a su hijo, capturar su fragancia pero su sangre era la que llamaba, en ella reconoció la maldita linfa que fue el motivo de que el rosario enredado en el brazo izquierdo le quemara- Dime, ¿Como se encuentra? -Desnudando su preocupación, quería abrazar el frió de ese templo para congelar sus heridas, querer consolarle mientras el amor fuese esparcido en pedazos, con blancos suspiros desaparecidos en el viento, cierra los ojos y recarga los labios en la cabeza ajena...-¿Como ha conocido a mi Hijo? Por este dolor se que su sangre corre por sus venas-las horas son tristes cada vez quiere abrazarle, los vidrios estallan en la nieve, él también estalla, la tristeza, el dolor, la sensación de ya haber visto a esa mujer, el tormento en que en cualquier momento tendría que sufrir...-Lo mas lastimoso es que hay algo mas, usted, yo...-optando por guardar silencio, con cuidado le envuelve con su capa, en ese abrazo la esconde y deja a la libertad sus secretos a ella...¿Porque? No lo sabia, solo la pureza de la nieve lo proyectaba...

por **Elene Rossato** Lun Dic 23, 2013 11:20 pm

‘’Callada está la noche, callado estás tú… Qué murmullo tan doloroso… Qué recuerdo tan extenuante… Es tan hermoso, es tan pacífico… Como alguien que pide auxilio…’’

Sus ojos eran tan vacíos con un abismo infinito, su piel pálida y podría jurar que era fría sin tocarla, tan alto que mi cabeza siempre debía de estar un tanto inclinada para observarlo. Su cabello era como risos de oro puro. Me quedé débil imaginando una igualdad implacable con él. Después de un respiro mi sonrisa me delató quise esconderme espero él no lo haya notado. La sensación de haberlo conocido antes me carcomía, era tan grande que me sentía segura aun cuando el viento chocara fría y despiadadamente contra mí. ¿Serían que las plegarias que rezaba por las noches habían sido escuchadas? Ni con los mejores detectives y espías de París podía encontrarla al músico que cantaba en el chocar de las ramas secas retorcidas de los árboles cubiertos con una ligera capa de nieve. Un calor sobre mis mejillas pudo ser evidente, estaba segura —Yukiko es muy lista- murmuré suave sin saber por qué lo había dicho, quizás ella me había dado a mí un tesoro más grande que el que él decía —Thánatos…- murmuré su nombre levemente a su asentimiento y le dediqué una sincera sonrisa queriendo saber qué relación aguardaba con mis ojos, podría jurar que ya antes le había visto.

Y entonces un fuego se hacía presente en la boca de mi estómago, quemaba y se iba hasta mi pecho, era como el dolor de muerte. Me presionaba el corazón y no me dejaba respirar. Tan triste como el panorama, tan inmerso en sus secretos, parecía indescifrable pero a la vez sentía como si me quisiese gritar y decir todo. Quería llorar, quería llorarle y confesarle que desde que vi al violinista esa noche que le juré mi protección para con él había sido como si se hubiese borrado del mapa. Un leve mareo me desconcentró, quizás fue el relinchar de la hermosa yegua y la pintura, tan mágica e irreal.

Su rostro era tan parecido al del arcángel, sus alas, su cuerpo. Pero tenía rasgos diferentes, volvía a tomar con afán aquella cadenilla que el músico me había dejado quizás como un efímero recuerdo, la cual protegía con mi vida. Le escuché cautiva a sus palabras, quería desparramarme ahí mismo y hacerme un mar de llanto porque el dolor era fuerte, él también se sentía abatido por mi presencia y los recuerdos —Yo…- susurré con una voz quebrajosa que con dificulta me constaba pronunciar, aferré mi mano con más fuerza a aquel dije y me quemaba. —Yo siento tanto vacío aquí en el pecho, Thánatos, siento que antes habíamos estado conectados en algún sitio, no solo usted- logré murmurar casi atragantándome porque las palabras costaban salir.

Sentí mis costillas crujir a su abrazo que era tan frío como cálido, mis ojos dejaban caer lágrimas gruesas, me sentía como una niña la cual le habían robado su juguete más preciado y no había consolación alguna, quería morir en esos brazos, era aquel recuerdo y el dolor de esa cicatriz en el pecho que ardía como un fulminante sol. —Sí, él… Nicolás-apenas y pude abrir mi boca para pronunciar su nombre, sentía que me lo arrancaban desde adentro. —¿Qué es usted de él?- entre sollozo pude decirle abiertamente, cuestionándome por qué este hombre estaba tan en estupor y emoción, conmocionando y entrecortado por el músico ¿Quién era? Me pregunté —él… yo… Yo no lo sé- confesé con un fallido aliento de desánimo, de querer morir ahí mismo. —Hace un par de meses estuve bajo su regazo pero desapareció, como si el mismísimo cielo me lo hubiese robado- dije aferrándome un poco a aquel cuerpo desconocido que lo sentía como mío, me estaba quedando sin aire y limpié con el dorso de mi mano mi cara al sentir su capa cubriéndome agradecí y me repuse ¿Por qué sentía esto con él a flor de piel? Era como si mis entrañas le quisiesen confesar algo pero me quedé de pie con la sensación de sus manos acorralándome —¿Qué ha dicho? Usted y yo… ¿Qué?- susurré contra su pecho y me separé un tanto confundida. Acomodando mi cabello razoné más coherentemente, debía de cuidar el secreto de Nicolás, qué era lo que él y este bosque querían revelarme.

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