AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Últimos temas
Manathael, the Darkone
3 participantes
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Manathael, the Darkone
DATOS BÁSICOS
-Apodo(s): Silgar Shade
-Edad: Han pasado 9.834 inviernos desde su fallecimiento; y cuando adquiere la forma de su alias, Silgar Shade, aparenta ser un hombre mayor de 56 años.
-Especie: Fantasma
-Tipo, Clase Social o Cargo: Ninguna
-Orientación Sexual: Asexual
-Lugar de Origen: Algún lugar perdido en el tiempo y sin nombre alguno en aquel entonces, algo próximo al río Tigris.
-
- Habilidad/Poder:
- → APARICIÓN/INVISIBILIDAD: HABILIDAD PARA APARECER Y DESAPARECER LAS VECES QUE DESEEN Y A CUALQUIER HORA DEL DÍA, ADEMÁS DE QUE ELLOS POSEEN LA CAPACIDAD DE MOSTRARSE SOLO ANTE LAS PERSONAS QUE ELLOS ELIJAN Y OCULTARSE A OJOS DE LOS QUE NO DESEAN QUE LOS VEAN.
→ ILUSIÓN: CAPACIDAD DE CREAR ILUSIONES ÓPTICAS A LOS VIVOS, MOSTRAR RECUERDOS A TRAVÉS DEL TACTO O SIMILARES.
→ TELETRANSPORTACIÓN: HABILIDAD PARA MOVERSE DE UN LUGAR A OTRO SIN OCUPAR ESPACIO O MASA EN EL TRAYECTO. TRASPASAR SUPERFICIES SÓLIDAS QUE UN HUMANO COMÚN NO PODRÍA, COMO PAREDES, ETC.
→ TELEQUINESIS: HABILIDAD PARA MOVER OBJETOS, TOCAR A LOS SERES HUMANOS QUE ESTÁN VIVOS, ANIMALES, ETC. EN POCAS PALABRAS PUEDEN HACERSE PASAR PERFECTAMENTE POR UNA PERSONA VIVA Y REALIZAR LAS MISMAS ACTIVIDADES QUE UN VIVO HARÍA SI ES QUE LO DESEAN. LOS OBJETOS PUEDEN MOVERLOS NO SÓLO CON TOCARLOS, TAMBIÉN HACIENDO USO SOLAMENTE DE SU MENTE.
→ PERMANENCIA: CAPACIDAD DE QUEDARSE EN EL MUNDO DE LOS VIVOS EL TIEMPO QUE DESEEN, PERO MIENTRAS LO HAGAN SU ALMA NO ESTARÁ EN PAZ Y NO DESCANSARÁN COMO EL RESTO DE LOS DIFUNTOS.
→ CORPOREIDAD: CARACTERÍSTICA DE LO QUE TIENE CUERPO O CONSISTENCIA. LOS FANTASMAS TIENEN LA CAPACIDAD DE TENER UN CUERPO FÍSICO, DE TOCAR, SENTIR Y HACER SENTIR Y SER TOCADOS POR OTROS (VIVOS) SI LO DESEAN; SIGNIFICA QUE PUEDEN GOZAR DE LAS MISMAS SENSACIONES DE LAS QUE GOZA UN MORTAL (AUNQUE NUNCA SERÁ IGUAL A COMO LAS SIENTE UN VIVO) PERO ESTO SÓLO SERÁ LOGRADO SI SE CONCENTRA LO SUFICIENTE Y SOLAMENTE SI DESEA QUE ASI SEA.
→ POSESIÓN: POSIBILIDAD DE ENTRAR EN EL CUERPO DE UN VIVO, PERO ESTO SÓLO PUEDEN LOGRARLO CON LA AYUDA DE UNA PERSONA QUE TENGA CONOCIMIENTOS EN EL TEMA (COMO LOS BRUJOS O MEDIUMS), ADEMÁS DE QUE LA POSESIÓN SOLO SERÁ MOMENTÁNEA (MÁXIMO UN PAR DE HORAS), NUNCA PERMANENTE.
DESCRIPCIÓN
Un ente milenario como pocos, y maligno como ninguno. Un ser que ha encontrado el máximo placer en infundir temor y muerte por donde vaya. Los siglos solo le han servido para acrecentar su deseo de destrucción sobre el mundo. Egocéntrico, sociópata, psicópata pero calculador en extremo, codicioso, impío, salvaje, sanguinario y egoísta no siente absolutamente nada positivo por nadie desde que pasó a la otra vida; toda esa negatividad se ha impregnado a cada parte de su esencia espiritual, corrompiéndolo hasta lo más profundo sin retorno alguno y él lo ha disfrutado enormemente. Y como era de esperarse, esto lo ha trastornado hasta el punto de autoimponerse la misión de ser un heraldo de la muerte, destinado a llevar la paz de la otra vida a todo ser vivo que encuentre; llevándolo a rechazar su forma original y con el paso de los siglos llegar a adquirir una nueva, una más acorde a sus siniestros deseos y que ha usado para infundir temor en sus víctimas, dejando de lado la triste apariencia humana y campesina para volverse un ser de alrededor de dos metros llamado Manathael, encapuchado por completo con un manto negro que no deja ver nada más que la oscuridad, incluso su rostro se ha vuelto un agujero oscuro y vacío, solo sus manos cubiertas de unos guanteletes metálicos y puntiagudos de color gris se asoman de entre los ropajes junto con una espada de mandoble que lleva sobresaliendo de la cintura únicamente el mango. Sin embargo, hay veces que desea jugar en exceso con sus víctimas, para lo cual ha desarrollado una segunda apariencia, la de un hombre mayor y alto de metro ochenta a la que ha llamado Silgar Shade, pulcro y extremadamente bien vestido como si fuera de la más alta realeza algunas veces y otras como un simple mendigo harapiento pero siempre con los mismos tonos grises y rojo oscuro en sus ropas; tampoco cambia su rostro de facciones talladas y ojos profundos de azul claro, llevando la barba en forma de candado alrededor de sus labios y los pelos de un rubio oscuro bastante corto y con algunas canas en las patillas y barba. Suele llevar un bastón de madera con un pequeño símbolo rúnico.
HISTORIA
Abadía de Saint-Louis
31 de diciembre de 1799
22:47 p.m.
Las olas azotaban con fuerza los escarpados bordes del blanco y pétreo acantilado Normando, dejando tras de sí un fuerte sonido al romper contra la roca y que el poderoso viento nocturno se encargaba de llevar consigo hacia arriba, hasta los muros de la gran Abadía de Saint-Louis que se erigía imponente y solitaria al borde del precipicio. Ya hacía años que la abadía había sido construida, siglos realmente desde el reinado de los Carolingios y a pesar de haber sufrido el paso de los elementos y el tiempo los monjes la habían cuidado desde siempre con esmero; más aún en una fecha como aquella, todos habían adornado los jardines de la abadía y se encontraban rezando en el patio central a pesar de las inclemencias del clima y la falta de luna y estrellas en el nublado cielo. Todo el interior de la abadía se encontraba desierto y a oscuras, con excepción de una pequeña ventana, ubicada en una de las torres que daban hacia el mar y despidiendo un anaranjado destello.
Aquella ventana era la que daba a la biblioteca de la abadía, donde numerosos y gruesos tomos se alzaban en largos y altos estantes que tapizaban las viejas paredes por todos lados y en el centro de la estancia varias mesas que servían para el estudio tranquilo de los archivos, vacías casi todas a excepción de una de ellas. Una figura cubierta por un manto negro se encontraba sentada, leyendo uno de los tantos tomos que había extraído de los estantes, pasando la vista con cuidado sobre el papel hasta que un leve sonido lo hizo concentrar su atención en otra cosa. El metálico sonido del rechinar de los seguros de la puerta siendo liberados cesó en un momento y lentamente fue abierta, ingresando lentamente un monje que mantenía en lo alto una lámpara para poder observar el lugar. Con paso seguro se fue acercando al medio de la estancia, donde se encontraba la desolada mesa con tomos sobre ella y una lámpara sobre esta.
-Estos jóvenes… seguro estuvieron leyendo antes de los rezos anuales y dejaron todo como estaba- Mencionó bastante fastidiado y dejando su lámpara sobre la mesa se inclinó hacia la ajena y soplándola la apagó. En ese momento sintió la garganta helada y se quedó estático, bajando lentamente la vista temerosa hacia el costado, llegando a posarla sobre la brillante y plateada daga que se encontraba posada bajo su cuello. Sentía como esta lo empujaba hacia arriba y él seguía el impulso hasta quedar erguido nuevamente.
-No se preocupe padre- Dice en tono tranquilo el extraño mientras sale de las sombras hacia la luz, permitiendo apreciar sus jóvenes facciones francesas, su cabello negro, tez blanca y ojos color miel –No he venido a hacerle mal alguno, simplemente a investigar- Retirando su daga la enfundó en su cintura bajo el manto, el monje lo miró durante un momento tras el cual soltó un suspiro y se sentó en la silla frente a la mesa que antes ocupaba el joven.
-Ya estoy viejo para estas cosas ¿Qué lo trae a estas horas a esta abadía?-El joven sonrió ante la predisposición del monje-¿Pero qué son estos modales míos? Mi nombre es Edmund y soy un cazador- Hace una reverencia- Ando tras una presa y esperaba que pudieran ayudarme –El monje lo observa extrañado- ¿Pero cómo podríamos ayudarlo? Solo somos monjes pacíficos-
El joven negó enérgicamente con la cabeza –No es nada de eso, necesito información sobre la bestia que estoy cazando. La he perseguido por todo el continente hasta este país, ha dejado tras su paso un reguero de muerte y debo terminar con esto- Menciona bastante furioso, sus manos temblaban mientras hablaba y su semblante palpitaba.
- Parece que lo está tomando en extremo personal Edmund… pensaba que los cazadores no se dejaban llevar por sus emociones ¿Qué hace a esta presa tan especial?- El joven extrajo un pañuelo y lo depositó sobre la mesa, este se terminó extendiendo, dejando a la vista un símbolo rúnico teñido en sangre con forma de equis cruzada verticalmente en el centro por una línea –Las primeras víctimas de esta bestia fueron mis padres, los encontré degollados y en casa y con esta marca en el pecho. Desde entonces le he estado siguiendo la pista pero se me acaban las ideas y esperaba encontrar algo en sus registros- Cierra tristemente los ojos y baja la cabeza.
El monje por su parte se levanta y va caminando hacia la ventana hasta quedar con la vista perdida en el cielo nocturno –No encontrará lo que busca en esos libros pero yo sé qué es tras lo que anda- El joven abre los ojos de par en par y alza la vista hacia el monje, sorprendido y esperanzado por sus palabras- Lo que usted busca no es un ser cualquiera, es un ser como ningún otro que haya conocido… Pero supongo que debemos ir hasta el principio… hasta un pequeño hogar hace más de nueve milenios donde habitaban una pequeña familia de agricultores compuesta por el padre, la madre y una pequeña hija. La vida era difícil por aquel entonces pero se las arreglaban, siempre que estuvieran juntos sentían que podían sobrepasar todas las angustias del mundo. Como todas las mañanas el agricultor partía hacia los hogares vecinos y pequeños centros urbanos que se formaban por aquellas épocas para intercambiar sus cultivos y conseguía buenas cosas a cambio, como aquella vez que obtuvo una tersa piel de animal que serviría para hacer un nuevo vestido a su tierna hija. No fue hasta que pasó una colina que pudo divisar la columna de humo que se alzaba entre los árboles; apenas tardó un momento en darse cuenta que provenía de su hogar y corrió… corrió a la máxima velocidad que podían sus piernas, pero ya era tarde. Su hogar estaba completamente carbonizado hasta los cimientos y a un costado los cuerpos sin vida y desnudos de su mujer y su pequeña hija. Llegó como pudo hasta ellas y arrodillándose las tomó en brazos mientras lloraba amargamente, tan alto era su lamento que no pudo escuchar el sonido de los cascos de caballo tras de sí ni la cuerda que era lanzada sobre su cabeza antes de ser arrastrado de golpe y alejado del cuerpo de sus familiares. Los bandidos lo colgaron de una rama mientras se reían de su fortuna, alzando los cuerpos sin vida de su mujer y su hija frente a sus ojos que lentamente perdían consciencia, reproduciendo la violación sobre los cadáveres a modo de burla hasta que finalmente todo quedó nublado y el último aliento dejó su cuerpo junto con su alma; pero la voluntad del agricultor era muy fuerte y no se dejaría ir tan fácilmente, no sin antes vengarse de aquellos que osaron quitarle todo lo que era suyo, toda su felicidad. Él haría lo mismo con ellos. Así su alma permaneció en el mundo terrestre, dirigiéndose primero hacia las mujeres de los bandidos, degollándolas frente a los rostros horrorizados de estos para luego pasar a sus hijos, a los cuales despellejó antes de matarlos y con su piel terminó ahorcando a los criminales, sobre los que grabó la runa de la muerte como advertencia. Uno pensaría que una vez consumada su venganza podría descansar pero no fue así, algo dentro de él había disfrutado el realizar todo aquello y necesitaba más, sentía que su venganza aún no quedaba satisfecha por lo que acudió al resto de parientes, matándolos uno a uno de maneras indescriptibles y grabando en cada uno la misma runa. Cuando terminó con toda la rama familiar de los bandidos ya había exterminado a unas cincuenta personas, incluidos primos lejanos y políticos, madres, abuelas, adolescentes y bebés. Fue en ese momento que su alma terminó de corromperse al punto de no retorno y él estaba bien con eso, ya no le importaba, ya no pensaba en su mujer e hija que pudieran estar esperándolo del otro lado, él solo deseaba matar más, sin piedad ni misericordia.
Por supuesto y como era de esperarse los siglos, los milenios pasaron. Cada muerte que provocaba lo corrompía más y más, y lo aburría aún más; el simplemente eliminar a sus víctimas ya no le profería placer por lo que optó por probar distintas prácticas entre las que el terror y la manipulación le dieron gran placer. En algún punto decidió que su forma humana no era suficiente y que simplemente lo restringía, él ya se consideraba más que un alma humana por lo que esa forma debía desaparecer y dejar paso a una nueva y más acorde con su propia esencia; ese cambio le costó muchos años de concentración y voluntad pero finalmente pudo desdoblar su forma y cambiarla a la de un ser nuevo y con ello tomó otro nombre, llamándose desde entonces y para siempre Manathael”- El monje se giró hacia el joven cazador. Este se encontraba pálido como la nieve, bastante sorprendido.
-¿Eso quiere decir que me enfrento a un espíritu?¿Cómo puedo vencer a algo así?- Preguntaba desesperado.
-Es simple muchacho, no se puede. Tus padres cazadores lo intentaron y fallaron, lo mejor es que te des por vencido - Acercándose posó una mano sobre el hombro de Edmund mientras que este lentamente alzaba el rostro hacia el monje y lo miraba a los ojos, a esos ojos azules brillantes.
-Nunca dije que mis padres fueran cazadores…- El monje alzó las cejas sorprendido un momento antes de que una sonrisa se esbozara en sus labios.
-Creo que hable demás- Tras lo cual comenzó a reír a carcajadas. Edmund había quedado casi petrificado mientras una gota de sudor frío se resbalaba por sobre su frente. Instintivamente extrajo la daga y la clavó en el corazón del monje. Este simplemente se limitó a mantener la sonrisa y mirarlo fijamente a los ojos –Supongo que fue divertido jugar contigo pero ya me aburrí, esto termina aquí- En ese momento una campanada resonó desde una de las torres, fuerte y profunda retumbando por toda la abadía; el cuerpo del monje cambió con la segunda campanada, cubriéndose lentamente con un manto negro mientras su tamaño crecía. El joven intentó pedir ayuda a gritos pero cada campanada bloqueaba cualquier intento de llamar la atención de alguien. No fue hasta la onceava que la figura encapuchada se alzaba por completo frente suyo, imponente y maligna con la daga clavada en el pecho como si nada y Edmund petrificado por completo frente suyo con las manos en la empuñadura-Hora de morir –La doceava campanada retumbó y el manto negro cubrió por completo el cuerpo del joven cazador, apagando con ello la lámpara que alumbraba estancia.
A la mañana siguiente uno de los monjes de la abadía subió a la biblioteca y una vez dentro resopló de fastidio al ver como varios tomos se encontraban fuera de su lugar, sobre una mesa por lo que se acercó y levantó uno para guardarlo. Se sorprendió al hallar debajo de este una daga bastante pulida y brillante, y bajo esta un pequeño pañuelo con una runa ensangrentada que no hizo más que ponerle los pelos de punta e ir a comunicar a su superior lo que acababa de encontrar.
31 de diciembre de 1799
22:47 p.m.
Las olas azotaban con fuerza los escarpados bordes del blanco y pétreo acantilado Normando, dejando tras de sí un fuerte sonido al romper contra la roca y que el poderoso viento nocturno se encargaba de llevar consigo hacia arriba, hasta los muros de la gran Abadía de Saint-Louis que se erigía imponente y solitaria al borde del precipicio. Ya hacía años que la abadía había sido construida, siglos realmente desde el reinado de los Carolingios y a pesar de haber sufrido el paso de los elementos y el tiempo los monjes la habían cuidado desde siempre con esmero; más aún en una fecha como aquella, todos habían adornado los jardines de la abadía y se encontraban rezando en el patio central a pesar de las inclemencias del clima y la falta de luna y estrellas en el nublado cielo. Todo el interior de la abadía se encontraba desierto y a oscuras, con excepción de una pequeña ventana, ubicada en una de las torres que daban hacia el mar y despidiendo un anaranjado destello.
Aquella ventana era la que daba a la biblioteca de la abadía, donde numerosos y gruesos tomos se alzaban en largos y altos estantes que tapizaban las viejas paredes por todos lados y en el centro de la estancia varias mesas que servían para el estudio tranquilo de los archivos, vacías casi todas a excepción de una de ellas. Una figura cubierta por un manto negro se encontraba sentada, leyendo uno de los tantos tomos que había extraído de los estantes, pasando la vista con cuidado sobre el papel hasta que un leve sonido lo hizo concentrar su atención en otra cosa. El metálico sonido del rechinar de los seguros de la puerta siendo liberados cesó en un momento y lentamente fue abierta, ingresando lentamente un monje que mantenía en lo alto una lámpara para poder observar el lugar. Con paso seguro se fue acercando al medio de la estancia, donde se encontraba la desolada mesa con tomos sobre ella y una lámpara sobre esta.
-Estos jóvenes… seguro estuvieron leyendo antes de los rezos anuales y dejaron todo como estaba- Mencionó bastante fastidiado y dejando su lámpara sobre la mesa se inclinó hacia la ajena y soplándola la apagó. En ese momento sintió la garganta helada y se quedó estático, bajando lentamente la vista temerosa hacia el costado, llegando a posarla sobre la brillante y plateada daga que se encontraba posada bajo su cuello. Sentía como esta lo empujaba hacia arriba y él seguía el impulso hasta quedar erguido nuevamente.
-No se preocupe padre- Dice en tono tranquilo el extraño mientras sale de las sombras hacia la luz, permitiendo apreciar sus jóvenes facciones francesas, su cabello negro, tez blanca y ojos color miel –No he venido a hacerle mal alguno, simplemente a investigar- Retirando su daga la enfundó en su cintura bajo el manto, el monje lo miró durante un momento tras el cual soltó un suspiro y se sentó en la silla frente a la mesa que antes ocupaba el joven.
-Ya estoy viejo para estas cosas ¿Qué lo trae a estas horas a esta abadía?-El joven sonrió ante la predisposición del monje-¿Pero qué son estos modales míos? Mi nombre es Edmund y soy un cazador- Hace una reverencia- Ando tras una presa y esperaba que pudieran ayudarme –El monje lo observa extrañado- ¿Pero cómo podríamos ayudarlo? Solo somos monjes pacíficos-
El joven negó enérgicamente con la cabeza –No es nada de eso, necesito información sobre la bestia que estoy cazando. La he perseguido por todo el continente hasta este país, ha dejado tras su paso un reguero de muerte y debo terminar con esto- Menciona bastante furioso, sus manos temblaban mientras hablaba y su semblante palpitaba.
- Parece que lo está tomando en extremo personal Edmund… pensaba que los cazadores no se dejaban llevar por sus emociones ¿Qué hace a esta presa tan especial?- El joven extrajo un pañuelo y lo depositó sobre la mesa, este se terminó extendiendo, dejando a la vista un símbolo rúnico teñido en sangre con forma de equis cruzada verticalmente en el centro por una línea –Las primeras víctimas de esta bestia fueron mis padres, los encontré degollados y en casa y con esta marca en el pecho. Desde entonces le he estado siguiendo la pista pero se me acaban las ideas y esperaba encontrar algo en sus registros- Cierra tristemente los ojos y baja la cabeza.
El monje por su parte se levanta y va caminando hacia la ventana hasta quedar con la vista perdida en el cielo nocturno –No encontrará lo que busca en esos libros pero yo sé qué es tras lo que anda- El joven abre los ojos de par en par y alza la vista hacia el monje, sorprendido y esperanzado por sus palabras- Lo que usted busca no es un ser cualquiera, es un ser como ningún otro que haya conocido… Pero supongo que debemos ir hasta el principio… hasta un pequeño hogar hace más de nueve milenios donde habitaban una pequeña familia de agricultores compuesta por el padre, la madre y una pequeña hija. La vida era difícil por aquel entonces pero se las arreglaban, siempre que estuvieran juntos sentían que podían sobrepasar todas las angustias del mundo. Como todas las mañanas el agricultor partía hacia los hogares vecinos y pequeños centros urbanos que se formaban por aquellas épocas para intercambiar sus cultivos y conseguía buenas cosas a cambio, como aquella vez que obtuvo una tersa piel de animal que serviría para hacer un nuevo vestido a su tierna hija. No fue hasta que pasó una colina que pudo divisar la columna de humo que se alzaba entre los árboles; apenas tardó un momento en darse cuenta que provenía de su hogar y corrió… corrió a la máxima velocidad que podían sus piernas, pero ya era tarde. Su hogar estaba completamente carbonizado hasta los cimientos y a un costado los cuerpos sin vida y desnudos de su mujer y su pequeña hija. Llegó como pudo hasta ellas y arrodillándose las tomó en brazos mientras lloraba amargamente, tan alto era su lamento que no pudo escuchar el sonido de los cascos de caballo tras de sí ni la cuerda que era lanzada sobre su cabeza antes de ser arrastrado de golpe y alejado del cuerpo de sus familiares. Los bandidos lo colgaron de una rama mientras se reían de su fortuna, alzando los cuerpos sin vida de su mujer y su hija frente a sus ojos que lentamente perdían consciencia, reproduciendo la violación sobre los cadáveres a modo de burla hasta que finalmente todo quedó nublado y el último aliento dejó su cuerpo junto con su alma; pero la voluntad del agricultor era muy fuerte y no se dejaría ir tan fácilmente, no sin antes vengarse de aquellos que osaron quitarle todo lo que era suyo, toda su felicidad. Él haría lo mismo con ellos. Así su alma permaneció en el mundo terrestre, dirigiéndose primero hacia las mujeres de los bandidos, degollándolas frente a los rostros horrorizados de estos para luego pasar a sus hijos, a los cuales despellejó antes de matarlos y con su piel terminó ahorcando a los criminales, sobre los que grabó la runa de la muerte como advertencia. Uno pensaría que una vez consumada su venganza podría descansar pero no fue así, algo dentro de él había disfrutado el realizar todo aquello y necesitaba más, sentía que su venganza aún no quedaba satisfecha por lo que acudió al resto de parientes, matándolos uno a uno de maneras indescriptibles y grabando en cada uno la misma runa. Cuando terminó con toda la rama familiar de los bandidos ya había exterminado a unas cincuenta personas, incluidos primos lejanos y políticos, madres, abuelas, adolescentes y bebés. Fue en ese momento que su alma terminó de corromperse al punto de no retorno y él estaba bien con eso, ya no le importaba, ya no pensaba en su mujer e hija que pudieran estar esperándolo del otro lado, él solo deseaba matar más, sin piedad ni misericordia.
Por supuesto y como era de esperarse los siglos, los milenios pasaron. Cada muerte que provocaba lo corrompía más y más, y lo aburría aún más; el simplemente eliminar a sus víctimas ya no le profería placer por lo que optó por probar distintas prácticas entre las que el terror y la manipulación le dieron gran placer. En algún punto decidió que su forma humana no era suficiente y que simplemente lo restringía, él ya se consideraba más que un alma humana por lo que esa forma debía desaparecer y dejar paso a una nueva y más acorde con su propia esencia; ese cambio le costó muchos años de concentración y voluntad pero finalmente pudo desdoblar su forma y cambiarla a la de un ser nuevo y con ello tomó otro nombre, llamándose desde entonces y para siempre Manathael”- El monje se giró hacia el joven cazador. Este se encontraba pálido como la nieve, bastante sorprendido.
-¿Eso quiere decir que me enfrento a un espíritu?¿Cómo puedo vencer a algo así?- Preguntaba desesperado.
-Es simple muchacho, no se puede. Tus padres cazadores lo intentaron y fallaron, lo mejor es que te des por vencido - Acercándose posó una mano sobre el hombro de Edmund mientras que este lentamente alzaba el rostro hacia el monje y lo miraba a los ojos, a esos ojos azules brillantes.
-Nunca dije que mis padres fueran cazadores…- El monje alzó las cejas sorprendido un momento antes de que una sonrisa se esbozara en sus labios.
-Creo que hable demás- Tras lo cual comenzó a reír a carcajadas. Edmund había quedado casi petrificado mientras una gota de sudor frío se resbalaba por sobre su frente. Instintivamente extrajo la daga y la clavó en el corazón del monje. Este simplemente se limitó a mantener la sonrisa y mirarlo fijamente a los ojos –Supongo que fue divertido jugar contigo pero ya me aburrí, esto termina aquí- En ese momento una campanada resonó desde una de las torres, fuerte y profunda retumbando por toda la abadía; el cuerpo del monje cambió con la segunda campanada, cubriéndose lentamente con un manto negro mientras su tamaño crecía. El joven intentó pedir ayuda a gritos pero cada campanada bloqueaba cualquier intento de llamar la atención de alguien. No fue hasta la onceava que la figura encapuchada se alzaba por completo frente suyo, imponente y maligna con la daga clavada en el pecho como si nada y Edmund petrificado por completo frente suyo con las manos en la empuñadura-Hora de morir –La doceava campanada retumbó y el manto negro cubrió por completo el cuerpo del joven cazador, apagando con ello la lámpara que alumbraba estancia.
A la mañana siguiente uno de los monjes de la abadía subió a la biblioteca y una vez dentro resopló de fastidio al ver como varios tomos se encontraban fuera de su lugar, sobre una mesa por lo que se acercó y levantó uno para guardarlo. Se sorprendió al hallar debajo de este una daga bastante pulida y brillante, y bajo esta un pequeño pañuelo con una runa ensangrentada que no hizo más que ponerle los pelos de punta e ir a comunicar a su superior lo que acababa de encontrar.
DATOS EXTRA
-Para poder asesinar a alguien empleando su espada, manos o alguna parte directa de su cuerpo debe permanecer previamente corpóreo por varios minutos, esto no implica que la persona no podrá defenderse de los ataques que realice.
-Cada vez que asesina a alguien debe marcar el cuerpo con la runa que simboliza la muerte en su antigua lengua. Esta es la misma runa que lleva grabada en su bastón. Es una obsesión.
-Siente una aversión particular hacia los vampiros por ser inmortales al tiempo, lo que le parece una ofensa.
-Conoce numerosos idiomas, así como danzas y protocolos.
-Cada vez que asesina a alguien debe marcar el cuerpo con la runa que simboliza la muerte en su antigua lengua. Esta es la misma runa que lleva grabada en su bastón. Es una obsesión.
-Siente una aversión particular hacia los vampiros por ser inmortales al tiempo, lo que le parece una ofensa.
-Conoce numerosos idiomas, así como danzas y protocolos.
gracias a αgusτınα• de sourcecode
Última edición por Manathael el Jue Nov 14, 2013 11:15 pm, editado 9 veces
Manathael- Fantasma
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 11/11/2013
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Re: Manathael, the Darkone
OBSERVACIONES:
TU FICHA ESTÁ CORRECTA PERO ANTES DE APROBARLA TE PIDO QUE REVISES LOS CÓDIGOS DE LA TABLILLA QUE HAS ELEGIDO YA QUE ESTÁ DEFORMANDO LA PÁGINA.
POSTEA A CONTINUACIÓN CUANDO ESTÉ ARREGLADO PARA QUE UN MIEMBRO DEL STAFF PASE A DARTE DE COLOR Y RANGO SI TODO ESTÁ EN ORDEN. GRACIAS.
TU FICHA ESTÁ CORRECTA PERO ANTES DE APROBARLA TE PIDO QUE REVISES LOS CÓDIGOS DE LA TABLILLA QUE HAS ELEGIDO YA QUE ESTÁ DEFORMANDO LA PÁGINA.
POSTEA A CONTINUACIÓN CUANDO ESTÉ ARREGLADO PARA QUE UN MIEMBRO DEL STAFF PASE A DARTE DE COLOR Y RANGO SI TODO ESTÁ EN ORDEN. GRACIAS.
Nigel Quartermane- Vampiro/Realeza [Admin]
- Mensajes : 10717
Fecha de inscripción : 11/01/2010
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Re: Manathael, the Darkone
Cambio realizado, opté por usar el modelo del foro porque no encontraba como modificar el otro para que no lo deformara.
Manathael- Fantasma
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Re: Manathael, the Darkone
FICHA APROBADA
BIENVENIDO A VICTORIAN VAMPIRES
TE INVITO A LEER LAS NORMAS QUE TENEMOS EN EL FORO PARA QUE ESTÉS BIEN ENTERADA DE CÓMO SE MANEJA TODO Y ASÍ EVITARTE FUTUROS MAL ENTENDIDOS, Y SI TIENES ALGUNA DUDA O ACLARACIÓN SOBRE CUALQUIER COSA, NO DUDES EN PREGUNTARME A MÍ O A OTRO ADMINISTRADOR, ESTAMOS PARA AYUDARTE.
QUE TE DIVIERTAS.
BIENVENIDO A VICTORIAN VAMPIRES
TE INVITO A LEER LAS NORMAS QUE TENEMOS EN EL FORO PARA QUE ESTÉS BIEN ENTERADA DE CÓMO SE MANEJA TODO Y ASÍ EVITARTE FUTUROS MAL ENTENDIDOS, Y SI TIENES ALGUNA DUDA O ACLARACIÓN SOBRE CUALQUIER COSA, NO DUDES EN PREGUNTARME A MÍ O A OTRO ADMINISTRADOR, ESTAMOS PARA AYUDARTE.
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Doreen Jussieu- Hechicero Clase Alta
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Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
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