Little princess doesn't have enemies, does she? • Jewell Coulston

Ligera como la brisa sobre el mar, cálida como el rayo del sol.

La de las miradas selectas que se pasea por los pasillos de su casa sin levantar la vista, porque una chica no debe desafiar ni siquiera con sus pupilas. La de las sonrisas escondidas tras los abanicos, porque los hoyuelos de sus mejillas podrían confundirse con coquetería. La de movimiento mesurados y pensamientos alborotados, porque todo lo que se debe decir debe pensarse dos veces. La de las pasiones ocultas porque las virtudes se cultivan sólo para desarrollarlas con su familia.

La que es obediente porque no le gusta ver la de su madre arrugada la frente. La que es servicial y atenta, porque cuida de los detalles, hasta de los del alma si se le deja. La que antes corría con el cabello al viento pero que la mudanza a Paris ha contenido en el jardín. La que usa los vestidos pomposos y elegantes aunque preferiría liberarse de los corsés.

Siempre han dicho que las mujeres no les toca ni con el pétalo de una rosa, ¿pero qué se hace si la mujer es la rosa misma?

A Jewell le queda el nombre como anillo al dedo, es la piedra preciosa que vive como tal, en una jaula de diamantes para que nadie la pueda robar. Sus mejillas sonrosadas se guardan dentro de la casa, donde le enseñan a la joven piano y pintura, dedicada como ella sola, porque le gusta ver la sonrisa de su padre cuando aprueba el movimiento de sus manos sobre los dientes blancos del piano. De una voz angelical que aún debe de ser educada. No hay que ser un genio para descifrarla, sólo basta con sumergirse con su mirada, una chica que no sabe lo que es la penuria ni el dolor, que jamás ha padecido hambre y no está corrupta por la perversión. La joya que vive en una burbuja en la que todo es armonía igual que las notas dentro de un compás, le han dicho que su futuro es casarse y ciertamente se casará. No cuestiona lo que su madre le dice porque la ha tomado por la única verdad, le cree ciegamente y es muy fácil de engañar. No sabe lo que es un corazón roto porque no ha conocido el amor, no sabe lo que es un vacío en el pecho porque tampoco ha tenido una decepción. Es una muñeca impoluta que va por la vida volviéndola más bella, con su pureza e inocencia cree que todo es hermosura.

Bien adiestrada en sus artes y prodigiosa ejecutora de ellas, disfruta mostrándolas a quien corresponde porque aunque tiene corazón de niña todos le dicen que es una mujer y la vanidad va de la mano de la mujer así como el matrimonio. El matrimonio que parece ser de lo único que hablan sus padres y sus hermanos, no le importa mucho porque otro juego será y en ese juego tendrá sus propios muñequitos a los que su vida deberá entregar.