Jenna Saltzman [ID]

Psicología & Poderes

¿Debería referir a la típica vampiresa de alta alcurnia? Hablamos de quien ha preferido desatar ese tipo de costumbres, siendo alguien errante en sus decisiones, al punto de abandonar el lujo de su hogar para deambular como el ser condenado que es, intentando conformarse con el descubrir de nuevas tierras.
Alguien que guarda un carácter avasallante, firme. Alguien que siempre ha mantenido el tallado que le dieron sus ascendientes. Manejándose usualmente en la discreción, tiende a desconfiar de la gran mayoría, hartada del egoísmo que ha servido como buen juego de cartas durante todos estos años, partiendo desde cualquier ángulo. No obstante, la solidaridad en varias ocasiones se ha hecho presente de su lado, haciéndola cambiar de parecer en los momentos más insólitos.
No suele cazar por libre albedrío, sino que es de las que debe buscar a sus víctimas con extrema deliberación, ya que a pesar de los siglos bajo el manto de la anatema, nunca se vio contentada cuando de asesinar se refiere, asemejándose a esa clase de psiquis torturada, que odia depender de aquel elixir.  
Posee una fácil comprensión, y esto va desde lo teórico hasta lo práctico. Puede llegar a entender los más complicados textos hasta poder a manejar una habilidad con tan sólo verla; soltura que tenía ya como humana y que acrecentó paralelamente a su conversión.
Aunque extraño suene, defiende a muerte a los animales, creyendo que son los únicos que actúan conforme a su naturaleza, sin poseer maldad, sino un automatismo sin intenciones.
Podrá de negar su quimera hacia el amor, pero sabe bien que no puede luchar contra su real deseo. Espera algún día poder conocer a quien le devuelva la “vida”, y dejar de mirarse a sí misma como un simple ramo de venas muertas, sin esperanzas.
Con una mirada que se proyecta multifacética, sus ojos atraviesan el dulce almíbar del carisma, respeto y beatitud. Pero claro, no se podría olvidar en ocasiones su otro rasgo tajante e inclusive intimidante, llegando hasta alojarse la sangre en lo que alguna vez fueron sus luceros.
En varias oportunidades ha admitido que su esencia natural puede pasar de ser el más exquisito perfume al más mortífero veneno.



• Velocidad: Posee la habilidad de trasladarse de un lugar a otro con gran facilidad y a tiempos inimaginables.
• Fuerza Sobrehumana: También posee una gran fuerza inmensurable, la cual ha aprendido a manejar con el correr de los años.
• Atributos: Colmillos afilados, además de una piel de un blanco porcelana y algo traslúcida.

• Sanación acelerada: Habilidad para sanar rápidamente heridas y contusiones no tan graves (esto no aplica al desmembramiento). El tiempo de recuperación varía según el nivel de gravedad de la herida o lesión y su ubicación.
• Percepción del aura: Habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad; de este modo saben si está bajo amenaza. Este poder también le permite reconocer a otros vampiros e identificar a los licántropos gracias a su aura colorada y su característico olor.

• Telepatía: Capacidad para sondear los pensamientos superficiales de cualquier sujeto cercano y escucharlos como escucharía hablar a esa persona. Con el tiempo suficiente, puede enterarse casi cualquier cosa sobre el mismo.
• Ilusión: Capacidad para alterar relativamente la realidad por medio de alguna ilusión, algo no real para confundir a las personas.
• Infligir dolor por medio de la mente: Capacidad que consiste en, como su nombre lo dice, infringir dolor a una persona. Esto sólo funciona por medio de la concentración mental y el contacto visual.

Historia

1387, Rumania.
La pequeña Saltzman habría llegado al mundo luego de que su madre diera a luz un 16 de mayo en la mansión de sus padres, ubicada en Bucarest. Lujos, buena vida, ya desde sus primeros años había sido educada con las costumbres propias de la aristocracia, tantas de las buenas como de las malas. Su madre, Helena, a pesar de vivir entre tantas comodidades le había enseñado la belleza de lo que significaba ser una persona simple; uno de los hábitos que Jenna más disfrutaba era acompañarla lejos de la gran mansión para ir a visitar un bosque que yacía dentro de su territorio, terminando casi siempre por reposar bajo la sombra del insólito cerezo que descansaba en las profundidades del mismo, un lugar donde esa especie de árbol no acostumbraba a crecer. Helena, repetidas veces, remarcaba la hermosura de éste, y que ella debía cultivarse en una naturaleza parecida a la del árbol, refiriéndose a su singularidad solemne. Su padre Henry, por otra parte, aunque compartía ciertos hábitos con su esposa, se apegaba más a las tradiciones de su entorno, recordándoselo a su hija de vez en cuando.
Entre una de las estrafalarias y excéntricas prácticas de su familia, se encontraba la caza. Fue cuando Jenna cumplió sus diez años que la invitaron a presenciar uno de esos días tan peculiares por primera vez. En esa fecha, Joshua, su primo segundo de unos quince años de edad, fue el primero en apuntar y matar a un ciervo. La niña, horrorizada al visualizar la agonía y lenta muerta de la criatura, dio inicio a su visión compasiva con los animales, empezando a gestar su odio -como primer instancia- con su primo. A partir de allí, cuando no eran los paseos con su madre, se aventuraría en aquellos terrenos, protagonizando incluso travesuras para advertir a animalejo que pudiera de las andanzas de su círculo.
Pero apartándonos de esas anécdotas, resumiendo memorias antiquísimas, se pudo decir que su niñez se mantuvo en debida calma, rodeada de buenas atenciones y, a su vez, buenas enseñanzas.

Adelantándonos recién unos diez años más, para sus dos décadas cumplidas habría atravesado dos romances, en los cuales no se permitió que la línea matrimonial llegara a su vida, fracasando según otros hablares, en la meta de conciliar una alianza fructífera. Sin ir más lejos, su segundo romance con Brandon Laurent fue según sus palabras »Un real suicidio«. Siendo quién en un principio solamente tuvo como objetivo la fortuna Saltzman, tiempo después de que la joven decidiera finalizar su relación, todo tomó otra perspectiva: Ahora la venganza formaría parte de su visionario destino.
Sucedió así como la bestia reveló su identidad vampírica una encapotada noche en las afueras de la vivienda, en donde se discutiría el futuro de la nula relación que mantenían juntos, y la atacó. La atacó con el desgarre en su cuello, vaciando, extrayendo gran porcentaje de sangre en su organismo. Su conciencia desvaneciéndose estaba, sus fuerza para resistirse ya la habían abandonado, y fue mientras el nublaje de sus ojos empeoraba que sintió contra sus labios una sustancia de sabor metálico (pues así lo describió la primera vez), y oyendo el sonido de un grito lejano, cayó rendida en la inconsciencia. Su familia la estaba buscando, y a estas instancias, su creador ya habría emprendido huida.

El alba comenzaría pronto su ascenso, a pesar de que aún no se lograse visualizar tal cosa. La transformación al ser de la oscuridad que guardaba tantas leyendas casi había llegado a su consumación; su cuerpo finalmente estaba muriendo para que su pútrida alma encolerizada se levante, aclamando el primer y más agridulce sacrificio.
Como si se levantara de una pesadilla, alzó el peso muerto que era su cuerpo de su lecho en plena madrugada. Técnicamente aquí se diría que estaba obedeciendo a sus nuevos instintos. Salió entonces de la casa, descendiendo desde la ventana que abierta de encontraba, y que de ella emanaba un extraño y a la vez atrayente aroma. Una vez abajo, “caminó” manzanas enteras, sin darse cuenta realmente de porqué lo estaba haciendo. Las estrellas iban perdiendo imperceptiblemente su intensidad en el firmamento, alguna de las mansiones con estructura más elevada (como podría ser la suya) llegaban a bañar su copa con el claro, aunque a simple vista esto no se notara.
Había descubierto cuan nítido se volvía su olfato, su vista; hasta el más mínimo detalle era percibido por ella. Podía apreciar las grietas más ínfimas que revestían algunas de las tantas casonas pasadas a su lado, pero definitivamente el olfato era lo que en verdad presentaba turbias insinuaciones. Sentía sus venas como si se tratase de filamentos ígneos, ardiendo bajo su piel al igual que su garganta seca, y el dolor aumentaba con sus pasos. Su camino recién se detuvo cerca de lo que parecía ser un callejón,  dándose cuenta que al parecer demasiado se había alejado de su territorio. Allí, contra una esquina, visualizó una pequeña figura de cuclillas; se trataba nada más ni nada menos que una niña, vestida con indecentes harapos, y con el rostro envuelto en la suciedad que le suministraba su indeseado estilo de vida.
»Se acercó en ese entonces hasta donde ella estaba, quizás con la habitual y desinteresada intención solidaria y curiosa; la pequeña de delgado y mustio cuerpo, observaba a Jenna con ojos temerosos y a la vez esperanzados. La vástago de aquel ser de espantosos colmillos aún no sabría lo que podía llegar a ser con la desesperante sed que la embargaba, pues todavía no era del todo consciente de lo que le estaba ocurriendo. ¿Por qué tengo esta clase de pensamientos macabros? Se preguntó como primer interrogante. Si en algún momento planeaba seguir con una segunda, ya veía abalanzada sobre la pequeña, sosteniéndole el cuerpo, a la vez que despejaba su cuello para poder catar por primera instancia propia lo que era la sangre para una neófita. ¿Qué diablos estoy haciendo? Sus labios probaban el dulce néctar maldito, y sus ojos, enrojecidos, ardían de tensión. Simplemente no podía detenerse, aferrada ya estaba y sus ansias no la dejarían ir tan fácil. Oyó como su latido iba disminuyendo, hasta ver como la vida escapaba de sus ojos. »Sus luceros continuaban brillando aún post mortem, inundando de tragedia y clara culpa los pensamientos de su súbita depredadora, quien observaba el cuerpo con horror manifiesto« La muerte que acunaba en sus brazos a la niña no era lo que le espantaba, sino que fue ella quien se había lanzado a la misma, como si fuera tan sólo un costal de alimento colocado cuidadosamente para un mendigo.
Huyó de la escena tan rápido como pudo, alejándose aún más de su propiedad, y aislándose en los campos, donde pudiera saciar sus momentos de sed bajo la presencia de otras criaturas, a pesar de que este tipo de acción seguía atormentándola, viendo el nivel de denigración que se imponía.
No volvió a poner un pie en su hogar sino hasta cinco años posteriores a este episodio, habiendo aprendido a controlarse un poco; sus padres a su vez ya creían muerta a su hija, hundidos en la desesperación de no conocer su paradero. Sus rostros reflejarían consternación al volver a verla, sin mencionar su espanto al conocer la verdad de su estado. Jenna al día de hoy no logra comprender el como hicieron para aceptarle todavía como hija única, dejando a un lado su nuevo y repulsivo estado. Ambos padres optarían por dar la noticia de su fallecimiento, regalándole solamente las frías noches de libertad, en donde tendría que buscar sus propios suministros. Algunas de sus primeras víctimas serían enemigos internos de la familia. De una manera retorcida, los años de convivencia, aunque difíciles, llegaron medianamente a estabilizarse.
Pasó los últimos días de sus amados progenitores junto a su lecho, quienes habían sabido guardar el secreto. Finalmente, luego de una década viviendo escondida en la residencia, decidió retomar su vida como vampiresa nómada. Desde ese entonces habría pasado toda su existencia deambulando por el mundo, conociendo nuevas culturas, y puntos de vista. Actualmente se encuentra en París.

¿Sería capaz de permanecer en algún lugar sin huir al tiempo? ¿Y qué sería de su expectante búsqueda de un prometido? La joven habría optado por mantener y atesorar una conducta más asexual, o al menos hasta que se enfrentase con uno de los cuestionamientos que jamás pensó plantearse. Pero eso, ya es otra historia.