AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Lo que los ojos no pueden ver [Kvote du Roux]
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Lo que los ojos no pueden ver [Kvote du Roux]
Casi salio corriendo en el descanso del primer acto de la obra, necesitaba aliviar el ahogo que sentía su mente al presenciar tal oscurantismo en una sala llena de monos de circo que aplaudían a unos cuantos payasos que intentaban hacer una copia barata de una obra de arte. Salió al pasillo buscando un poco de desasosiego pero enseguida este se lleno de gente, mujeres que parloteaban conversaciones sin sentido, gente que intentaba hablar con personas de una posición mas alta para caer en gracia y hombres que fumaban y carcajeaban, así que huyó a la salida donde solo unas pocas personas habían salido. Aspiro el aire como si eso depurase su organismo, como si con ese gesto pudiese expulsar todos los pensamientos negativos, como si con ese pequeño gesto consiguiese aliviar su enojo. Abrió los ojos y vislumbró la negrura de la noche que apenas estaba clarificada por una luna en cuarto creciente. Había decidido ir al teatro por pura curiosidad, tan placentero decían que era, tan cultural e intelectual, pero la decepción era demasiado extensa. La multitud iba allí para poder fardar de que podía permitirse pagar la entrada, era un mero acto social donde darse a conocer y dejarse ver. Hacer patente cuán poderoso eres. Y en cuanto a la obra....que decir de esa burda imitación. No era fiel a la lectura, ni si quiera los personajes se parecían.
Todos estos hechos sumados a que Melinda llevaba días rabiosa, inestable e iracunda. EL equilibrio entre sus dos personalidades había llegado a su fin. La Melinda que se obligaba a ser cada vez podía detener con menos facilidad a la Melinda que realmente era. Su cabeza no la dejaba descansar, deambulaba por las noches como si fuese un no muerto y por el día trabajaba en la pastelería. Pero hasta sus clientes se daban cuenta de que algo fallaba, de que ella ya no era la misma, y ni siquiera podía saber si volvería a encerrar a esa bruja que a veces la gobernaba en el fondo de su ser. Paseo por la terraza sin mirar a nada en concreto pensando que había demasiadas cosas raras en esa ciudad, era como un mundo bajo el mundo real donde todo era posible, donde podía ser quien tú sin esconderte, una utopía. Un cuchillo de doble filo donde si te pasa mueres y si te quedas corta te quedas fuera. Y ella no sabía si dejarse llevar o no.
-Señora, va a empezar el segundo acto- se volvió saliendo de su ensimismamiento para percatarse que un joven de unos 13 años le llamaba la atención para volver a la sala. No quería entrar, la verdad es que le empezada a repudiar ese sitio, o quizás era su mal humor el que hacia crecer ese sentimiento.-Iré en un rato-dijo secamente olvidando sus modales.-Madam, cierro las puertas ahora y nadie puede entrar después.-el chico insistía por obligación por supuesto aunque claro a ella empezaba a fastidiarle esto. Suspiro con desagrado-Entrare en el tercer acto, gracias.- se dio la vuelta y se acercó a la barandilla apoyando sus manos en ella y deseando quedarse de una vez sola. Oyó los pasos del trabajador del teatro y la puerta cerrada y el silencio, el tan apreciado silencio que necesitaba. Exhaló aliviada por que al fin tenía lo que quería y cierta rabia se fue disipando. Tenía que controlarse, ella no era así y ser bruja no era una opción viable, tenía magia si, pero no sabía usarla. Soltó levemente la pulsera ancha que llevaba en la muñeca derecha y vio su tatuaje, ese maldito lastre que un día fue su bendición y hoy es su tortura.
Todos estos hechos sumados a que Melinda llevaba días rabiosa, inestable e iracunda. EL equilibrio entre sus dos personalidades había llegado a su fin. La Melinda que se obligaba a ser cada vez podía detener con menos facilidad a la Melinda que realmente era. Su cabeza no la dejaba descansar, deambulaba por las noches como si fuese un no muerto y por el día trabajaba en la pastelería. Pero hasta sus clientes se daban cuenta de que algo fallaba, de que ella ya no era la misma, y ni siquiera podía saber si volvería a encerrar a esa bruja que a veces la gobernaba en el fondo de su ser. Paseo por la terraza sin mirar a nada en concreto pensando que había demasiadas cosas raras en esa ciudad, era como un mundo bajo el mundo real donde todo era posible, donde podía ser quien tú sin esconderte, una utopía. Un cuchillo de doble filo donde si te pasa mueres y si te quedas corta te quedas fuera. Y ella no sabía si dejarse llevar o no.
-Señora, va a empezar el segundo acto- se volvió saliendo de su ensimismamiento para percatarse que un joven de unos 13 años le llamaba la atención para volver a la sala. No quería entrar, la verdad es que le empezada a repudiar ese sitio, o quizás era su mal humor el que hacia crecer ese sentimiento.-Iré en un rato-dijo secamente olvidando sus modales.-Madam, cierro las puertas ahora y nadie puede entrar después.-el chico insistía por obligación por supuesto aunque claro a ella empezaba a fastidiarle esto. Suspiro con desagrado-Entrare en el tercer acto, gracias.- se dio la vuelta y se acercó a la barandilla apoyando sus manos en ella y deseando quedarse de una vez sola. Oyó los pasos del trabajador del teatro y la puerta cerrada y el silencio, el tan apreciado silencio que necesitaba. Exhaló aliviada por que al fin tenía lo que quería y cierta rabia se fue disipando. Tenía que controlarse, ella no era así y ser bruja no era una opción viable, tenía magia si, pero no sabía usarla. Soltó levemente la pulsera ancha que llevaba en la muñeca derecha y vio su tatuaje, ese maldito lastre que un día fue su bendición y hoy es su tortura.
Melinda Stelle- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 17/12/2011
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Re: Lo que los ojos no pueden ver [Kvote du Roux]
Aquel día no estaba de muy buen humor. No entremos en detalles; baste comentar que me había topado con alguien irritante de mi pasado, alguien a quien no me hacía ninguna gracia encontrarme, alguien a quien daba por muerto.
Pero esa es otra historia y ha de ser contada en otra ocasión.
Me habían encargado un trabajo, una misión de las nuestras. Tenía algo que ver con una bruja y un tatuaje. Una superviviente, o algo así. La verdad es que, en aquellos momentos, no prestaba mucha atención a aquella idea; necesitaba relajarme, distraerme. Y, en esos casos, no había nada mejor que el teatro. Una buena obra tenía la capacidad de hacerte reír, de distraerte del mundo cotidiano en favor de las absurdas situaciones a que se enfrentaban los personajes, normalmente parodiando la realidad de una forma estrambótica. A mi parecer el teatro era, de lejos, una de las mejores ideas que había tenido el hombre en toda su larga historia.
Pero, hasta que no estuve sentado en mi butaca y me hube tragado diez minutos de actuación, no recordé algo muy importante: el teatro depende no sólo del guión, también de los actores. Y aquellos actores eran pésimos. Llevaban la exageración a un nivel tal de ridículo que ni siquiera resultaba mínimamente gracioso. O quizá fuera un efecto secundario de mi agrio carácter del día, quién sabe. Pero aquella obra me pareció sumamente mediocre.
Así que, resumiendo, cuando terminó el primer acto salí de allí por patas. Imaginaos la relación que tuve con aquella interpretación que apenas me percaté de que estábamos en el descanso y, cuando salí, estaban a punto de cerrar las puertas para dar inicio al segundo acto. Y, cuando las cerraron tras de mí, todo se quedó en silencio. Calma, tranquilidad, justo lo que necesitaba.
Aunque no estaba solo. "Olía" a brujería, si entendéis a qué me refiero. No tardé en detectar a la culpable de aquella presencia, y me acerqué, aunque manteniendo las distancias. Si algo me había enseñado mi longeva existencia era a tener cuidado con la magia; los más poderosos podían convertirte en polvo por muchos mil años que hubieras vivido.
Me apoyé en la barandilla y contemplé la, digamos, penumbra, sin demasiado interés en la misma.
- ¿También has salido porque la obra es una soberana basura? -le pregunté al aire, con cierto resquemor en el timbre de mi voz. En realidad, sólo necesitaba pasar un poco de tiempo allí antes de irme a alguna otra parte. Estaba de mal humor. Y cuando estaba de mal humor sólo solía apetecerme una cosa: cazar.
Pero esa es otra historia y ha de ser contada en otra ocasión.
Me habían encargado un trabajo, una misión de las nuestras. Tenía algo que ver con una bruja y un tatuaje. Una superviviente, o algo así. La verdad es que, en aquellos momentos, no prestaba mucha atención a aquella idea; necesitaba relajarme, distraerme. Y, en esos casos, no había nada mejor que el teatro. Una buena obra tenía la capacidad de hacerte reír, de distraerte del mundo cotidiano en favor de las absurdas situaciones a que se enfrentaban los personajes, normalmente parodiando la realidad de una forma estrambótica. A mi parecer el teatro era, de lejos, una de las mejores ideas que había tenido el hombre en toda su larga historia.
Pero, hasta que no estuve sentado en mi butaca y me hube tragado diez minutos de actuación, no recordé algo muy importante: el teatro depende no sólo del guión, también de los actores. Y aquellos actores eran pésimos. Llevaban la exageración a un nivel tal de ridículo que ni siquiera resultaba mínimamente gracioso. O quizá fuera un efecto secundario de mi agrio carácter del día, quién sabe. Pero aquella obra me pareció sumamente mediocre.
Así que, resumiendo, cuando terminó el primer acto salí de allí por patas. Imaginaos la relación que tuve con aquella interpretación que apenas me percaté de que estábamos en el descanso y, cuando salí, estaban a punto de cerrar las puertas para dar inicio al segundo acto. Y, cuando las cerraron tras de mí, todo se quedó en silencio. Calma, tranquilidad, justo lo que necesitaba.
Aunque no estaba solo. "Olía" a brujería, si entendéis a qué me refiero. No tardé en detectar a la culpable de aquella presencia, y me acerqué, aunque manteniendo las distancias. Si algo me había enseñado mi longeva existencia era a tener cuidado con la magia; los más poderosos podían convertirte en polvo por muchos mil años que hubieras vivido.
Me apoyé en la barandilla y contemplé la, digamos, penumbra, sin demasiado interés en la misma.
- ¿También has salido porque la obra es una soberana basura? -le pregunté al aire, con cierto resquemor en el timbre de mi voz. En realidad, sólo necesitaba pasar un poco de tiempo allí antes de irme a alguna otra parte. Estaba de mal humor. Y cuando estaba de mal humor sólo solía apetecerme una cosa: cazar.
Kvothe du Roux- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/12/2013
Re: Lo que los ojos no pueden ver [Kvote du Roux]
Al oír los pasos detrás de ella, cerró la pulsera en un acto reflejo aunque no se dio cuenta de que el gesto fue malo y la joya no se ajustó del todo y podía caerse en cualquier momento. Levanto la vista con un leve mohín de desagrado por aquella persona que ahora mismo había llegado para fastidiarle la tranquilidad que buscaba. Al parecer también le había asqueado la obra, pero a ella bien poco le importaba lo que los demás pensasen, intento convencerse de que una actitud negativa podía meterla en líos y más sabiendo que la otra Melinda no anda lejos y que aprovecharía cualquier momento para hacerse patente. Suspiro como si exhalando ese aire de su cuerpo se resignase a aceptar la situación como algo de su gusto. Miró al hombre bien vestido, posiblemente de clase alta y con un porte regio y elegante."Al menos un noble que no se vende".
-La verdad es que la palabra basura se queda corta para esa actuación de circo que hay ahí dentro-dijo con cierta desgana-Aunque claro a la gente de tu cuna son estos actos de incultura lo que os entretiene ¿no?-empezaba a ir por mal camino-¿Qué pasa? ¿No había demasiado palabras soeces para su gusto, o acaso la obra contenía demasiadas palabras que no entendía?-"¿Pero qué haces Melinda?Mira su aura,¿acaso no te recuerda algo?Volvió a mirar al varón y se fijo esta vez en el detalle que su cabeza recalcaba. Era un vampiro, como el del pantano, un ser que se alimenta de otros matandolos, rápidos, fuertes. Se había metido en un buen lío ofendiendo a una persona que en cuestión de segundos podía acabar con su existencia.
Intento pensar en algo pero la otra Melinda estaba cerca y no dudó en aprovechar aquel momento para crear una franja divisoria entre hacer lo que debería o lo que quisiera."Tranquila, yo estoy aquí, dispuesta a salir". Sonó burlona en su mente como sí le divirtiese ese juego, como si no le importase poner en peligro el cuerpo donde habitaba."Juguemos un poco querida, me aburro". Esa actitud que empezaba a gobernar su cabeza le traería muchos mas problemas.
-La verdad es que la palabra basura se queda corta para esa actuación de circo que hay ahí dentro-dijo con cierta desgana-Aunque claro a la gente de tu cuna son estos actos de incultura lo que os entretiene ¿no?-empezaba a ir por mal camino-¿Qué pasa? ¿No había demasiado palabras soeces para su gusto, o acaso la obra contenía demasiadas palabras que no entendía?-"¿Pero qué haces Melinda?Mira su aura,¿acaso no te recuerda algo?Volvió a mirar al varón y se fijo esta vez en el detalle que su cabeza recalcaba. Era un vampiro, como el del pantano, un ser que se alimenta de otros matandolos, rápidos, fuertes. Se había metido en un buen lío ofendiendo a una persona que en cuestión de segundos podía acabar con su existencia.
Intento pensar en algo pero la otra Melinda estaba cerca y no dudó en aprovechar aquel momento para crear una franja divisoria entre hacer lo que debería o lo que quisiera."Tranquila, yo estoy aquí, dispuesta a salir". Sonó burlona en su mente como sí le divirtiese ese juego, como si no le importase poner en peligro el cuerpo donde habitaba."Juguemos un poco querida, me aburro". Esa actitud que empezaba a gobernar su cabeza le traería muchos mas problemas.
Melinda Stelle- Hechicero Clase Media
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Re: Lo que los ojos no pueden ver [Kvote du Roux]
Había salido para buscar algo más entretenido que aquella obra tan mal conseguida; lo que no esperaba era convertirme en protagonista de mi propio acto. Como sabréis -o no-, muchos directores y guionistas de teatro recurrían a la técnica de comenzar un acto con una conversación a medias, para incrementar el suspense. Pues algo parecido me sucedió a mí: aquella bruja comenzó un diálogo que, muy rápidamente, se tornó en ofensivo. "La gente de mi clase"... ¿Vampiros? ¿Clase alta? Qué iba a saber yo. Giré la cabeza hacia ella con cierta brusquedad, las cejas alzadas y la expresión fruncida, como si no acabara de creerme lo que me estaba diciendo.
- ¿Perdón? -musité, mientras mi cabeza articulaba rápidamente el contraataque.
Repasemos. "A la gente de mi cuna es esto lo que nos entretiene". ¿La Iglesia había recogido la asistencia al teatro como una nueva forma de pecado y no me había enterado? Aparte de eso, me estaba llamando, claramente, estúpido.
- ¿Y a ti qué mosca te ha picado? No me ha gustado, y punto. Tienen de actores lo que yo tengo de humano. ¿Tienes algo en contra de eso? ¿O eres la amante loca y desesperada de alguno de los actores y vienes aquí a insultar a todo el que sale antes de tiempo? -normalmente no me metía en trivialidades de discusión verbal, pero no tenía mucho más que hacer en aquel momento, y mi orgullo me impedía ignorar abiertamente un ataque directo. Y aquella bruja, fuera quien fuese y tuviera las razones que tuviese -que, a fin de cuentas, serían irrelevantes-, me había insultado a la cara, gratuitamente.
Solté un bufido y desvié la mirada, pensando aún más rápidamente en a dónde irme. ¿Al circo? No, muy aburrido, y predecible. Siempre hacían lo mismo, salvo cambios ocasionales. Quizá a cazar un poco. Las afueras... No, a aquellas horas estarían repletas de carroñeros, pocas presas habría al alcance.
Claro, que también podía quedarme allí y demostrarle a aquella muchacha lo que se consigue cuando se insulta a un vampiro así, por las buenas.
- ¿Perdón? -musité, mientras mi cabeza articulaba rápidamente el contraataque.
Repasemos. "A la gente de mi cuna es esto lo que nos entretiene". ¿La Iglesia había recogido la asistencia al teatro como una nueva forma de pecado y no me había enterado? Aparte de eso, me estaba llamando, claramente, estúpido.
- ¿Y a ti qué mosca te ha picado? No me ha gustado, y punto. Tienen de actores lo que yo tengo de humano. ¿Tienes algo en contra de eso? ¿O eres la amante loca y desesperada de alguno de los actores y vienes aquí a insultar a todo el que sale antes de tiempo? -normalmente no me metía en trivialidades de discusión verbal, pero no tenía mucho más que hacer en aquel momento, y mi orgullo me impedía ignorar abiertamente un ataque directo. Y aquella bruja, fuera quien fuese y tuviera las razones que tuviese -que, a fin de cuentas, serían irrelevantes-, me había insultado a la cara, gratuitamente.
Solté un bufido y desvié la mirada, pensando aún más rápidamente en a dónde irme. ¿Al circo? No, muy aburrido, y predecible. Siempre hacían lo mismo, salvo cambios ocasionales. Quizá a cazar un poco. Las afueras... No, a aquellas horas estarían repletas de carroñeros, pocas presas habría al alcance.
Claro, que también podía quedarme allí y demostrarle a aquella muchacha lo que se consigue cuando se insulta a un vampiro así, por las buenas.
Kvothe du Roux- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/12/2013
Re: Lo que los ojos no pueden ver [Kvote du Roux]
A veces las palabras buscan herir un alma que no existe y aunque Melinda hubiese intentado hacer eso con un cuerpo sin esencia había logrado agraviar el orgullo de un hombre. "Habla de su inmortalidad como si no le importase desvelar que es un no muerto, supongo que sabrá lo que soy". A esas alturas ya se había acostumbrado a que la gente singular reconociese su identidad sin el mas mínimo esfuerzo. Irguió su cuerpo poniendolo recto y direccionandolo sin ningún reparo hacia él. Había elegido un mal día para intentar ofenderla, una mala noche para entrar en el juego y estaba claro que una de las dos Melindas quería jugar. Sonrió levemente ante su comentario demostrando que sus palabras mas que agravio le causaban diversión,y con un aire burlón le replicó.
-!Oh! Lo siento, no sabía que ibas a cogerte una rabieta cual niño pequeño.-su rostro se tornó serio para demostrar que ni le importaba que fuese vampiro, ni que fuese un hombre, ella era fuerte puesto que la insulsa Melinda estaba empezando a ser recluida en su celda.-Si piensas que puedes ofenderme con argumentos vulgares y soeces es que menosprecias mi inteligencia y ya veo que la tuya también.-camino unos pasos como para irse del lugar aunque la situación la estaba empezando a divertir y no pretendía marcharse tan pronto.
Paso al lado del vampiro y olió su perfume en un acto de obtener más información de él. Por un momento la razón intento imponerse en su cabeza intentandola convencer de que estaba poniendo gratuitamente su vida en peligro sin ningún sentido, solo por dejarse llevar por su naturaleza. Pero era demasiado tarde para ello, ya no había rastro de la Melinda humana en ella, sus ojos centelleantes fulminaron al vampiro y con una media sonrisa situandose a la par de él solo pudo empeorar las cosas: -Claro que si quieres puedo comprarte una piruleta y asunto zanjado.- comentó divertida y dicho esto comenzó su caminar hacia la escalinata del teatro.
-!Oh! Lo siento, no sabía que ibas a cogerte una rabieta cual niño pequeño.-su rostro se tornó serio para demostrar que ni le importaba que fuese vampiro, ni que fuese un hombre, ella era fuerte puesto que la insulsa Melinda estaba empezando a ser recluida en su celda.-Si piensas que puedes ofenderme con argumentos vulgares y soeces es que menosprecias mi inteligencia y ya veo que la tuya también.-camino unos pasos como para irse del lugar aunque la situación la estaba empezando a divertir y no pretendía marcharse tan pronto.
Paso al lado del vampiro y olió su perfume en un acto de obtener más información de él. Por un momento la razón intento imponerse en su cabeza intentandola convencer de que estaba poniendo gratuitamente su vida en peligro sin ningún sentido, solo por dejarse llevar por su naturaleza. Pero era demasiado tarde para ello, ya no había rastro de la Melinda humana en ella, sus ojos centelleantes fulminaron al vampiro y con una media sonrisa situandose a la par de él solo pudo empeorar las cosas: -Claro que si quieres puedo comprarte una piruleta y asunto zanjado.- comentó divertida y dicho esto comenzó su caminar hacia la escalinata del teatro.
Melinda Stelle- Hechicero Clase Media
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Re: Lo que los ojos no pueden ver [Kvote du Roux]
Mucha gente se ha preguntado, a lo largo de los tiempos, por qué los vampiros, por lo general, somos tan... Antipáticos, por naturaleza. Si teníamos un buen día, si nos apetecía ser agradables, o sencillamente buscábamos algún entretenimiento más tranquilo del que acostumbramos, igual te podías sentar a hablar con nosotros, pero lo normal, por norma general, era que pasáramos de ti, que te respondiéramos a las malas maneras, o que, sencillamente, te convirtieras en nuestra cena.
¿Por qué éramos así los vampiros con el resto de razas? En aquella ocasión tenéis un buen ejemplo a observar: toda una sarta de habladurías ofensivas por algo tan sencillo como comentar lo mala que era la obra que estaban representando. ¿Quién insultó primero a quién? ¿Fue antes el huevo o la gallina? ¿Empezó el vampiro mordiendo o el humano clavando la estaca? Cualquiera sabía.
De todos modos, solté una carcajada ante tamaña ocurrencia por su parte.
- ¿Rabieta? Vosotros los brujos os alteráis muy a la ligera, ¿no te parece? Ignoraba que "rabieta de niño pequeño" fuese la definición de "esquivar los gratuitos ataques verbales de una bruja despechada" -giré la cabeza suavemente hacia ella, contemplándola por el rabillo del ojo-. Porque es eso, ¿no? ¿Quién te ha plantado? ¿Tu novio? ¿Algún cortesano al que has contratado para aparentar ir bien acompañada? ¡No, espera! ¡Tu padre! -acompañé esa última exclamación de una efusiva palmada, como si acabara de caer en la cuenta de algo trascendental-. Quizá deberías pedirle a él que comprara las piruletas. Pero ten cuidado, las caries no son higiénicas.
Hice un aspaviento con la mano y me pregunté por qué, en ocasiones como aquella, un simple duelo verbal tan vanal y superficial resultaba tan... Cargante de adrenalina, a un nivel muy básico de entretenimiento.
Y era en estos casos, desde luego, donde saltaban a la vista los estratosféricos niveles que alcanzaba mi aburrimiento.
¿Por qué éramos así los vampiros con el resto de razas? En aquella ocasión tenéis un buen ejemplo a observar: toda una sarta de habladurías ofensivas por algo tan sencillo como comentar lo mala que era la obra que estaban representando. ¿Quién insultó primero a quién? ¿Fue antes el huevo o la gallina? ¿Empezó el vampiro mordiendo o el humano clavando la estaca? Cualquiera sabía.
De todos modos, solté una carcajada ante tamaña ocurrencia por su parte.
- ¿Rabieta? Vosotros los brujos os alteráis muy a la ligera, ¿no te parece? Ignoraba que "rabieta de niño pequeño" fuese la definición de "esquivar los gratuitos ataques verbales de una bruja despechada" -giré la cabeza suavemente hacia ella, contemplándola por el rabillo del ojo-. Porque es eso, ¿no? ¿Quién te ha plantado? ¿Tu novio? ¿Algún cortesano al que has contratado para aparentar ir bien acompañada? ¡No, espera! ¡Tu padre! -acompañé esa última exclamación de una efusiva palmada, como si acabara de caer en la cuenta de algo trascendental-. Quizá deberías pedirle a él que comprara las piruletas. Pero ten cuidado, las caries no son higiénicas.
Hice un aspaviento con la mano y me pregunté por qué, en ocasiones como aquella, un simple duelo verbal tan vanal y superficial resultaba tan... Cargante de adrenalina, a un nivel muy básico de entretenimiento.
Y era en estos casos, desde luego, donde saltaban a la vista los estratosféricos niveles que alcanzaba mi aburrimiento.
Kvothe du Roux- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/12/2013
Re: Lo que los ojos no pueden ver [Kvote du Roux]
Se paró en seco al oír el sermón del vampiro, si creía que iba a ganar la batalla se lo tenía muy creído, muy mal recurso el de la mujer despechada, estaba demasiado visto y demasiado usado. ¿Por qué caía en esa trampa?¿Por que era tan importante para ella ahora mismo quedar por encima de ese odioso hombre que la estaba faltando al respeto? Si el supiera que de magia sabe más bien poco y que de hombres su ineptitud es máxima quizás en vez de ser un entretenimiento fuese su tentempié. Exhaló el aire de sus pulmones con fuerza y se volvió hacia él avanzando unos pasos y situándose a una distancia prudencial.
-¿Le divierto señor?¿Acaso se aburría tanto en la obra que vino a buscar entretenimiento a mi costa?Quizás debiese irse al burdel del pueblo, esas mujeres están mejor preparadas para satisfacer sus necesidades y seguro que por unas cuantas monedas más le preparan una obra digna de su posición.- no podía entender como aquella situación le estaba gustando. ¿Esa era su naturaleza? Se estaba redescubriendo a ella misma, y esa seguridad que emanaba le resultaba adictiva. ¿Por qué no podía ser así siempre? "Porque no me dejas", pareció responderse. Avanzó pocos un poco mas situandose muy cerca del vampiro.
-Te aseguro vampiro que no es un buen día para tentarme.-clavó su mirada en la de él para enfatizar sus palabras mientras dejaba caer sus manos a los costados. Este gesto hizo que su pulsera cediese del todo dejando visible el tatuaje aunque ella misma no se había percatado de ese hecho puesto que su mayor atención era el hombre que tenía delante. Muchas veces se cree que el destino decide por nosotros pero que errados estamos puesto que es cada movimiento, cada gesto inocente quién dirige nuestras vidas hacia situaciones diferentes. Melinda lo obviaba y no sabía hasta que punto su desfachatez iba a tener consecuencias. Ni siquiera sabía si saldría viva de aquel lugar.
-¿Le divierto señor?¿Acaso se aburría tanto en la obra que vino a buscar entretenimiento a mi costa?Quizás debiese irse al burdel del pueblo, esas mujeres están mejor preparadas para satisfacer sus necesidades y seguro que por unas cuantas monedas más le preparan una obra digna de su posición.- no podía entender como aquella situación le estaba gustando. ¿Esa era su naturaleza? Se estaba redescubriendo a ella misma, y esa seguridad que emanaba le resultaba adictiva. ¿Por qué no podía ser así siempre? "Porque no me dejas", pareció responderse. Avanzó pocos un poco mas situandose muy cerca del vampiro.
-Te aseguro vampiro que no es un buen día para tentarme.-clavó su mirada en la de él para enfatizar sus palabras mientras dejaba caer sus manos a los costados. Este gesto hizo que su pulsera cediese del todo dejando visible el tatuaje aunque ella misma no se había percatado de ese hecho puesto que su mayor atención era el hombre que tenía delante. Muchas veces se cree que el destino decide por nosotros pero que errados estamos puesto que es cada movimiento, cada gesto inocente quién dirige nuestras vidas hacia situaciones diferentes. Melinda lo obviaba y no sabía hasta que punto su desfachatez iba a tener consecuencias. Ni siquiera sabía si saldría viva de aquel lugar.
Melinda Stelle- Hechicero Clase Media
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Re: Lo que los ojos no pueden ver [Kvote du Roux]
'Boooooriiiing', susurró una vocecilla en su cabeza, en un perfecto y marcado acento inglés. Tan predecibles sus salidas, tan vanos sus argumentos. Se sentía tomada por una fulana cualquiera y reaccionaba atacando a un cualquiera, por decirlo de algún modo. Y, como resultado, mi consecuente bostezo.
Negué con la cabeza, sin parecer molesto. A fin de cuentas, no lo estaba. Alisé los pliegues de mi chaqueta, por el mero placer de hacer algo.
- Que yo recuerde, no he comenzado el ataque, señorita. He comentado lo aburrido de la obra, por el mero placer de decir algo, y una jovenzuela que había aquí se ha dedicado a soltar improperios. Quizá sea ella la que necesita de los servicios de un cortesano, veo mucha rabia contenida ahí dentro -a punto estuve de señalar su pecho a la altura del corazón, pero no lo hice; a saber de qué modo podía interpretarlo y/o tergiversarlo.
Tamborileé con los dedos sobre la barandilla antes de descender un par de escalones, apenas dos o tres de los diez que nos separaban de la planta baja y la salida del recinto.
- Bueno, es un paso. Al menos la señorita admite no tener un buen día, aunque nadie la haya tentado. Lo ha hecho ella sola -y, una vez más, pensé en irme de allí. O en quedarme. No estaba seguro; a fin de cuentas, lo que buscaba era un entretenimiento y, de algún modo nefasto, ella me lo estaba proporcionando.
Opté por bajar hasta la planta inferior, pero no salir aún. En lugar de eso me quedé observando los carteles de anuncio de próximas obras, fijándome en los nombres de los actores; no sería yo el que asistiese a ver ninguna representada por los que, en aquellos momentos, actuaban tras las puertas por las que había salido.
Negué con la cabeza, sin parecer molesto. A fin de cuentas, no lo estaba. Alisé los pliegues de mi chaqueta, por el mero placer de hacer algo.
- Que yo recuerde, no he comenzado el ataque, señorita. He comentado lo aburrido de la obra, por el mero placer de decir algo, y una jovenzuela que había aquí se ha dedicado a soltar improperios. Quizá sea ella la que necesita de los servicios de un cortesano, veo mucha rabia contenida ahí dentro -a punto estuve de señalar su pecho a la altura del corazón, pero no lo hice; a saber de qué modo podía interpretarlo y/o tergiversarlo.
Tamborileé con los dedos sobre la barandilla antes de descender un par de escalones, apenas dos o tres de los diez que nos separaban de la planta baja y la salida del recinto.
- Bueno, es un paso. Al menos la señorita admite no tener un buen día, aunque nadie la haya tentado. Lo ha hecho ella sola -y, una vez más, pensé en irme de allí. O en quedarme. No estaba seguro; a fin de cuentas, lo que buscaba era un entretenimiento y, de algún modo nefasto, ella me lo estaba proporcionando.
Opté por bajar hasta la planta inferior, pero no salir aún. En lugar de eso me quedé observando los carteles de anuncio de próximas obras, fijándome en los nombres de los actores; no sería yo el que asistiese a ver ninguna representada por los que, en aquellos momentos, actuaban tras las puertas por las que había salido.
Kvothe du Roux- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/12/2013
Re: Lo que los ojos no pueden ver [Kvote du Roux]
"Fríos como el hielo, con mortajas sangrientas y labios húmedos, hijos del pecado, padres de lo corrupto,nunca cedas a su hechizo pues sera tu fin."Recordaba esa parte de la leyenda que su madre le contaba de pequeña y era esa parte la que más le asustaba, la que hacia que se escondiese bajo las sabanas y estuviese quieta hasta que el sueño vencía su miedo. Su madre le decía que ella era fuerte y que sería una bruja poderosa que podría a callar a cualquiera solo con su mirada. Pero sus verdes ojos con el paso de los años habían perdido todo el brillo de seguridad, su magia estaba abandonada en un rincón y ella pasaba sin penas ni gloria por la vida y por las personas. Y sin embargo aquella noche pensó que quizás podría ganar una mediocre batalla verbal con un desconocido. ¡Qué bajo había caído!
Parecía como si no le importase lo mas mínimo lo que le dijese que él no iba a perturbarse bajo ningún concepto. Odiosamente y aunque solo lo reconociese en su cabeza ella había empezado el ataque sin ningún aparente motivo. Suspiro viendo la tranquilidad del vampiro mientras bajaba unas pocas escaleras."Tiene razón" pensó la insípida Melinda ante su afirmación.¡Oh vamos!¿Qué mas da?No le conoces de nada, no es nadie."Su alter ego no iba a darle tregua alguna, bufó ante la inminente guerra que se avecina dentro de sí mientras él bajaba hasta el cartel de la obra y lo inspeccionaba con un interés fingido a su parecer. -Quién este libre de pecado que tire la primera piedra- su voz sonó como un susurro triste pero sabía a la perfección que le había oído.
Camino hacia la barandilla de nuevo zanjando el asunto de la trifulca,o eso creía ella, aun así desde su posición tenía vigilado al hombre."Un simple sí, una pésima obra, me llamo Melinda, encantada. ¿No hubiese sido mejor? Puso los ojos en blanco deseando que se callase."Ya claro y ya de paso le pones el cuello para que pueda morderte".Tenía que hacer algo si no esas dos no enmudecerían nunca.
Miró a los árboles que tenía delante y se imagino pequeños rayos de sol que iluminaban sus hojas, hojas que crecían de las ramas poco a poco aunque el invierno estuviese presente. Algunos pájaros llegaron hasta allí para posarse en su follaje y cantar alegremente. Su mente siguió trabajando dibujando diferentes frutos que emanaban brillantes y apetitosos. Bajo la mirada hasta el suelo y la hierba verde y frondosa lo cubrió todo hasta las escaleras y volviendo la vista hasta el árbol mas cercano se vio a si misma de pequeña leyendo un libro bajo la sombra que proyectaba el frutal. Se irguió maravillada por lo que su mente podría crear para ella, para relajarse y disfrutar de los recuerdos. Los hacia tan reales...lo que ella no sabía es que no solo podía ser vistos por sus pupilas si no por todo aquel que estuviese cerca. Ese escudo que creía concebir para cesar las voces de su cabeza era un don, un don heredado que desconocía que usaba a diario sin darse cuenta que no solo estaba en su cabeza. Y eso era peligroso.
Parecía como si no le importase lo mas mínimo lo que le dijese que él no iba a perturbarse bajo ningún concepto. Odiosamente y aunque solo lo reconociese en su cabeza ella había empezado el ataque sin ningún aparente motivo. Suspiro viendo la tranquilidad del vampiro mientras bajaba unas pocas escaleras."Tiene razón" pensó la insípida Melinda ante su afirmación.¡Oh vamos!¿Qué mas da?No le conoces de nada, no es nadie."Su alter ego no iba a darle tregua alguna, bufó ante la inminente guerra que se avecina dentro de sí mientras él bajaba hasta el cartel de la obra y lo inspeccionaba con un interés fingido a su parecer. -Quién este libre de pecado que tire la primera piedra- su voz sonó como un susurro triste pero sabía a la perfección que le había oído.
Camino hacia la barandilla de nuevo zanjando el asunto de la trifulca,o eso creía ella, aun así desde su posición tenía vigilado al hombre."Un simple sí, una pésima obra, me llamo Melinda, encantada. ¿No hubiese sido mejor? Puso los ojos en blanco deseando que se callase."Ya claro y ya de paso le pones el cuello para que pueda morderte".Tenía que hacer algo si no esas dos no enmudecerían nunca.
Miró a los árboles que tenía delante y se imagino pequeños rayos de sol que iluminaban sus hojas, hojas que crecían de las ramas poco a poco aunque el invierno estuviese presente. Algunos pájaros llegaron hasta allí para posarse en su follaje y cantar alegremente. Su mente siguió trabajando dibujando diferentes frutos que emanaban brillantes y apetitosos. Bajo la mirada hasta el suelo y la hierba verde y frondosa lo cubrió todo hasta las escaleras y volviendo la vista hasta el árbol mas cercano se vio a si misma de pequeña leyendo un libro bajo la sombra que proyectaba el frutal. Se irguió maravillada por lo que su mente podría crear para ella, para relajarse y disfrutar de los recuerdos. Los hacia tan reales...lo que ella no sabía es que no solo podía ser vistos por sus pupilas si no por todo aquel que estuviese cerca. Ese escudo que creía concebir para cesar las voces de su cabeza era un don, un don heredado que desconocía que usaba a diario sin darse cuenta que no solo estaba en su cabeza. Y eso era peligroso.
Melinda Stelle- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 17/12/2011
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