No cierres los ojos te los pueden arrancar — Privado

por **Børiska K. Hercžog** Sáb Abr 23, 2016 10:08 pm

El viento de las calles amenazaba con enfriar a todo ser humano viviente en la tierra pero de todos esos grupos había uno que no sentía el más mínimo contacto gélido, incluso se paseaban con ligeras prendas en tonos negros lo que caminando por la ciudad a la vista de todos, sin importarle que los vean; pero eh ahí el detalle, nadie los miraba ellos pasaban como si no estuvieran ahí ¿cómo? Sus habilidades hacían en los mortales y no tan mortales que ellos no estaban cruzando que era una enorme ráfaga de viento que iba creciendo a medida que avanzaba por las empedradas calles.

El repique de las campanas anunciaba la hora pérdida, llevaba ese grupo horas merodeando la ciudad con ojos muy atentos y sus sentidos alerta, ¿qué hacían? Buscaban a una mujer, una que llevaba el brazo lastimado por lo que deseaban encontrarla a toda costa. La catedral fue la primera en ser revisada pero nada, solo encontraron un párroco dando la misa final y unos que otros fieles tomando la eucaristía, uno que otro de esos presentes los alcanzó a ver y no les despegaba la vista, al parecer un semejante creyente. Se burlaron de él saliendo de ahí con las manos vacías; mientras, por los callejones dando tumbos iba la silueta de una mujer que oculta entre las sombras buscaba refugio alguno.

Un grito y un cuerpo sin vida cayendo al suelo es lo que alarmó a los cazadores que iban tras de ella, con pasos agiles y por los techos iban tras la pista dejada pero no había nada en los callejones más que solo cuerpos cayendo en cenizas, la mujer que seguían estaba por los techos disparando balas de plata directo a los corazones de sus captores, solo le quedan cinco por acabar. Corriendo por las tejas de la ciudad iban dando saltos disparándose como si fuera una cacería, pero esta se desarrollaba en plena urbe aunque nadie oía ni veía solo los semejantes. Sabía la mujer que podían herir a alguien y entre su saltos decidió doblar una de las esquinas lanzándose al vació a uno de los comercios de la zona, ya estaba cerca de su objetivo, cerca al a zona comercial estaba el Sena y con ello su oportunidad de escapar por unas horas.

Por horas apareció completamente mojada con sus armas inservibles y sin municiones que se acompaña con heridas que no cierran rápidamente por la falta de sangre en su sistema. Maldice por lo bajo caminando, si a eso se le puede llamar caminar el poder arrastrar los pies por las calles dando tumbos por las paredes sonriendo ante la luz de la luna nueva, llegando por aquellos rumbos hasta la taberna más cercana; los cantos y risas que provienen de aquel antro llaman la atención de aquella que con sonrisa en rostro busca sin cesar un refugio en el que su aroma se pierda hasta entrado el amanecer.

El lugar es muy colorido, si es que les gusta los tonos lúgubres con cantos, risas, y una que otros juegos de hombres y mujeres que sin cesar solo anhelan el calor para pasar aquella noche. Ingresa directo a la barra pidiendo un copa de ron pero no se la bebe solo juega con sus dedos y el líquido traslucido mirando por sobre su hombro a los pocos clientes.

por **Brice Briand** Dom Abr 24, 2016 3:38 pm

Ah si, aquella noche sabía a victoria. Era una de esas noches en las que terminas diciendo: ¨esta mañana me masturbaré con ganas¨ Y no era para menos. Todo había salido a la perfección. Tuve mi dosis exacta de sadismo y necrofilia dirán algunos pero estaba conforme.

Nada mejor que celebrar una victoria en la taberna. Muchos mal hablados, gente del sub-suelo; bastardos, mercenarios y demás gente de la ¨alta sociedad¨ estarían más que contentos con mi victoria. Por unos segundos debo admitir que me asusté un poco. No solo el condenado me había dado pelea y un par de golpes, también pude escuchar muchos disparos por los tejados. No era algo que me importará mucho, sabía que no era el único depredador en las tinieblas pero si algo teníamos en común es que a ninguno nos gustaba que nos jodiesen la noche. No, eso no podía permitirlo por lo que debía apresurarme a la taberna para hacer algo con ese frío que me estaba empezando a calar los huesos a pesar de mi condición sobre natural.

(…)

- Brice Briand, ¡el bastardo príncipe de los condenados! ¿Qué te doy para el frío?- Dijo el tabernero mientras ponía cara de asco y dejaba la cabeza del maldito que había matado en la barra, a un lado de una chica nueva al parecer. La quede mirando mientras sonreía. Era de esas mujeres con las que nunca podía estar seguro de su naturaleza aunque admitía que estaba bien guapa..-Lo prometido es deuda bastardos, ¡ronda para todos! Un whiskey para mi y lo que la nueva quiera va a mi cuenta- Grité a los cuatro vientos y estos se hicieron sonar por toda la taberna. El único que no parecía tan contento era el tabernero por su puesto.

- Aquí tienes maldito, me dejarás en bancarrota si sigo apostando contigo- Dijo el tabernero sirviéndome mi vaso mientras tiraba el cráneo del inmortal ya no tan inmortal al basurero y volvía para escuchar el pedido de la dama.

Si, definitivamente iba a ser una de esas noches. Observaba como la gente venía a la barra por su ronda gratis y me sentaba a un lado de la chica nueva. Ningún mortal creía que era la cabeza de un vampiro a pesar de que corrían rumores. Así era como conseguía mi trabajo. Los seres sobre naturales generalmente eran quienes me contrataban, aunque no reprochaban mi actitud pues todos en el bar quedaban contentos y sabían que el dinero ganado muchas veces era en parte también para ellos. Me había formado una reputación bastante buena para ser un cazador novato, pero claro mi historial antes de ser cazador siempre les sorprendía y se daban la oportunidad de poner mis habilidades a prueba. Nada mal, no solo les tapa la boca si no que bebían a mi saludo y el que más salía ganando era yo. Tenía claro que solo los vampiros y quizás algunos lobos podrían saber mi verdadera condición y era también por eso que esa taberna en parte se había vuelto un refugio para mi.

- Con confianza, esta noche ya no muerdo-, Dije a la chica nueva, por su pinta parecía mercenaria o tal vez cazadora. Pero había algo más que me dejaba la duda. Si, acostarme con ella quizás era lo menos que podía desear para aquella noche así que lo menos que podía hacer era aparentar ser un poco más caballeroso de lo normal.

Oh joder, ¡lo iban a hacer!-¡Por Brice!-. Y como si mi ego no fuese ya bastante, aquello si que me dejaba satisfecho, pero al darse cuenta la gente que miraba a una mujer en especial no esperaron respuesta por mi parte para comenzar a beber. Aunque alcé mi vaso y luego espere beber a la salud de la nueva con mi vaso al frente y mi mirada fija en esos ojos que a cualquiera haría que se hiciesen en sus pantalones si la hacían enojar. Definitivamente quería ser bonito al invitarla una noche.

por **Børiska K. Hercžog** Vie Mayo 06, 2016 6:38 pm

Gritos, cantos y vida lleno de algarabías con los ebrios que se empeñaban en la vida pendenciera del alcohol, juegos y sexo. El calor era el objetivo principal de la estadía de aquella de ojos claros que mantenía su copa llena y la mirada sobre cada uno de los integrantes de la fiesta; mezclarse con alguno era peligroso estaban más bebidos por o que su sangre le afectaría de manera catastrófica, analizando iba a uno a uno con sus dedos contando mojándolos en el licor traslucido, pero, de todos solo uno podría considerarse apto más, traería consecuencias que ella estaba asimilando mientras veía al hombre junto a ella.

La mirada de algunos borrachos quedó sobre la mujer con el grito del brindes, no conocía al susodicho nombrado pero era más que obvio que se trataba de quien estaba a su derecha; no le quitaron los ojos de encima, no solo por su belleza, característica de su raza, si no por aquel líquido que no bebía. Solución simple se presentó cuando giró el vaso derramando el líquido sobre la barra ante la mirada del tabernero que acudía presto a gritarle, pero antes de acercarse y con la velocidad de sus manos sacó una de sus armas apuntando la boca del hombre; el arma tenía el cañón de plata con grabados antiguos y la cacha en tono dorado oscuro con rasgos negros que se mezcla con plata y hace juego con los grabados.

—Tengo pocas municiones como paciencia, dime en que armería puedo encontrar las adecuadas para mi arma o mejor date la vuelta y largarte ahora —

La pequeña risa que muestra con el sonido de su arma siendo aguardada, era mentira lo de las municiones, realmente no tenía ni una en el arma y por fuera incluso algunos de sus armamentos estaban extraviados y rotos como las cuchillas que llevaba oculta entre las ropas negras. Alza el vaso pidiendo otro trago igual donde calentar los dedos, era solo una mera simplicidad para pasar desapercibida si venía alguno de aquellos seres, aquellos a los que sentía cerca de la taberna; miró al hombre sonriéndole mostrando sus colmillos.

—Pero otros si muerden durante toda la noche —

Sus colmillos se ocultan al dejar la sonrisa para concentrarse en su bebida; mal haya nacido aquel que se ebrio que se acercó a ella tocando su cuerpo de aquella manera vulgar y sorpresiva; con la velocidad, aunque reducida, aquella mujer tomó el brazó del sujeto al punto crítico de intentar rompérselo colocándolo sobre la barra muy cerca de su bebida. Enseguida despertaron todos en un silencio en el que ella interpretó de la manera de soltar al hombre que tenía suficiente castigo. Con eso quedaba demostrado que no cualquiera podría acercarse a ella.

por **Brice Briand** Dom Mayo 08, 2016 1:48 pm

¡Ah joder! ¡Que silencio y dolor de brazos más incomodo! En serio esa chica no se andaba con rodeos. Esa fuerza y sus colmillos habían dejado más que claro su condición. Tuve que hacer un esfuerzo bastante grande para no mostrar el dolor que estaba infligiendo en mi brazo. Aunque si, la posición en la que me encontraba dejaba más que en claro la fuerza de la mujer. ¡¿En qué andaba pensando?! Bueno si, en lo mismo que yo, quería taparme la boca y de una forma muy pero muy cariñosa.

Me soltó el brazo y por segundos no pude hacer más que quedarme sentado. Ante tal actuación nadie más se atrevió a cruzar su mirada con la de ella y no era para menos. Me había dejado como un chiquillo que a penas esta aprendiendo a leer y no, no era para nada agradable volver a la escuela.

Me sobé el brazo inevitablemente. No podía esconder más el dolor, de haber sido un brazo humano seguramente se habría roto aunque casi me lo disloca. Bien, Brice recapitulemos: ¿por qué acercarse a ella? Estaba armada, era fuerte y una chupasangre. ¡Cierto! Soy un mujeriego y me faltan varios tornillos. No había más vuelta que darle.

- A caso crees que eres la única que sabe en este lugar, ¿cómo crees que me consigo mi trabajo?-. Susurre levemente, casi un suspiro que sabía con sus oídos podría escuchar, sobre todo después de aquel silencio que se presentó en el lugar. Algunos humanos intentaban volver a la fiesta, pero otros seres se mantenían alerta. Esperaban cualquier opción para cerrarnos la boca a ambos y pues si, creían solo hasta cierto punto que yo tenía el control de las cosas ahí, aquella situación realmente tiro mi actuación por la borda. Podía aparentar un 99% de las veces que estaba loco pero ese uno por ciento era cuando sabía hasta que punto podía hacerme el loco y esa era una de las situaciones en las que ser suicida no era conveniente.

-Esa cabeza que traje, no es por alardear pero era una de los tuyos. Si sabes a lo que me refiero y si lo sabes. Quizás vienes escapando de cazadores, pero los hay más aquí que afuera-. Terminé de advertir y si posiblemente la estaba aburriendo, pero sabía que aparentar tener el control ayudaba a calmar a los seres no deseados que vieron esa escena. Si se tiraban todos en mi contra estaba más que jodido.

Tome un sorbo de mi vaso para intentar calmarme. Necesitaba mantener ese uno por ciento de cordura que aún me quedaba y no era nada fácil.-No tengo problemas en ayudarte pero tienes que prometerme dejar esas escenas si aún tienes dudas de mis habilidades-. Poco y nada más podía ofrecer. Parecía realmente no importarle no ser la única inmortal ahí y no esperaba menos pero a mi no me dejaba con otra opción más que darle lo que quería y aparentar que trataba de sacar algo a cambio porque hasta entonces dudaba mucho lograrlo.

por **Børiska K. Hercžog** Lun Jun 06, 2016 8:49 pm

El segundo vaso de aquel licor se mantiene entre aquellos frios dedos como si con ello se le permitiera pensar claramente pero solo observaba aquel líquido traslucido con sus claros ojos de no muerta. En su mente contaba una a una las armas que podían servirle para defender su integridad ante posibles ataques pero eran nulas, solo habían cuchillos por lo que, lo único además de ello eran sus propias habilidades pero no serían suficientes para poder acabar con sus enemigos, y aquellas balas que serán su mejor compañía no se encontraban en casa.

Sensato, eran las palabras ajenas aunque le molestaba de sobre manera y no podía ocultarlo en su rostro el tener que depender de alguien, el obligarse a una alianza, de mal grado sabía que no salían bien luego de la última que tuvo con un inquisidor. De soslayo la mirada de se cruza con la de aquel que le mencionaba un trofeo, a lo que solo pudo mostrar aquella mirada de poco interés que suele poner cuando se encuentra con sus enemigos estos realizan una magistral exposición de como la han perseguido, al final todos eran aburridos esperando el mejor golpe de aquella mujer.

—¿Quieres que aplauda por tu trofeo? Al final no importa el numero si no el cómo consigues tus trofeos —

Su cabeza se ladea unos cuentos centímetros mirando a los borrachos que apenas y la miran y cuando se encuentran con su mirada simplemente la esquivan como si protegieran su alma antes de que se las robe con solo verle, algo que arranco una carcajada en la mujer mientras se giraba para estar cara a cara con aquel que le hacía frente

—¿Crees que este montón de borrachos podría hacer algo? Por favor, no son cazadores para una cazadora de muerte —

En un movimiento rápido aquel trago que tenía se lo arroja al rostro del hombre acercándose a él, rostro a rostro muy cerca y la diestra en la nuca de él acercando sus labios al oído del hombre con una sonrisa que se escapa como una risilla

—Los que me siguen no son simples cazadores borrachos, son algo más que en cuestión de segundos acabarían con toda es burda de ebrios y nadie sabría que paso, ni tiempo les daría a reaccionar—

Lame el cuello ajeno probando el lico que solo le deja un sabor amargo, pútrido, sería mejor. Se aleja en el segundo que sabe que aquellos que le han perseguido están más que cerca, es más uno de ellos ingresa al lugar abriendo de golpe la puerta de la cantina rompiéndola en pedazos tronando los dedos de sus manos, adentrándose ante la sorpresa de todos pero más que nada con la vista en el premio de la noche, la mujer que le mira de frente

—Buena noche a todos ustedes hombre de bien, o quizás de mal, estoy en búsqueda de una mujer, una mujer cuyos ojos pueden llevar al infierno y cuyas manos te harán gritar de placer, si nos dejan solos en este momento prometo que no les pasara nada, tan grave—

La sentencia solo hace que aquella mujer chasquee la lengua mostrando una sonrisa fiera con los colmillos, sus ojos fijos en todo lugar planeando como moverse para al menos llegar a una armería o al menos a un lugar donde su aroma se confunda lo suficiente para alejar a los perros rastreadores, aquellos lobos que estarían más que cerca, esperando para atacarla si se llegase a escapar. La mirada de todos iba y venía de aquel nuevo integrante y a la mujer y de nuevo entre ellos como si hablaran algún idioma desconocido pero para la mujer era más que claro que serían unos idiotas y tratarían de matarlo. Gran error pero una ventaja para ella.

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