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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Sophia D'Luca Sáb Ene 11, 2014 7:19 pm

El viento golpeaba mi rostro con fuerzas mis cabellos ondeaban en el aire, mientras mi corazón se agitaba mi respiración se iba incrementando, no había mejor lugar en el mundo que ese lugar, hacia días que desea volver aquel sitio pero sentía miedo, pero esa noche era diferente aun cuando de mis ojos caían lagrimas poco podía ver más mi instinto me guiaba, conocía ese bosque como la palma de mi mano, mi bosque, años  pase oculta en el hasta que Anuar me había encontrado y dado un hogar ahora… ahora estaba oculta en un gran hotel donde alguna vez habia despertado con la mejor de las sonrisas y la peor de las soledades. Hacía días que no salía de mi cuarto mas pasaba durmiendo como cual gatita. A final de cuentas era aquello. El felino que albergaba mi interior rugía en esos momentos, mis zapatos habían quedado atrás ahora corría intentando liberar la carga que en mi corazón habitaba, pero era en vano.

¿Cómo se vive en soledad? No lo sabía, no tenia respuesta para eso hace mucho tiempo viví un luto refugiada en una carpa ahí fue cuando descubrí lo que era realmente una cambiaformas, mis dedos comenzaron acariciar los troncos de aquellos arboles ancestrales, el ruido de los animales nocturnos era un verdadero canto que hacia vibrar mi cuerpo, me estaba acercando a la laguna, ahí era donde todo había comenzado. De alguna forma era cerrar el ciclo, uno que permanecería abierto por muchos años quizás por la eternidad pero simplemente era un rito que me había enseñado Liu aquella gitana que me había cobijado cuando tan solo era una niña. Había que volver donde todo comenzó  y  entregar una plegaria. No estaba preparada pero tenía que hacerlo…

Avance en silencio mi corazón lloraba, mas de mis labios no salía ningún solo sonido, silenciosamente mientras escuchaba el agua de la laguna me quite mi vestido y todo lo que cubría mi cuerpo avance en silencio dejando los ropajes esparcidos en cuan camino imaginario mientras me acercaba al agua mi corazón grito con fuerzas caí de rodillas implorando misericordia mas solo la felina salía a esas horas mis garras se enterraron en la tierra húmeda  mi cuerpo lentamente se lleno de aquel pelaje característico del guepardo, mi olfato se sensibilizo aun mas mis ojos se agrandaron y en medio de la oscuridad la luz apareció, nada como la visión de un felino, rugí de angustia, de dolor ; mi alma lloraba por primera vez estaba o mejor dicho me sentía completamente sola para llorar aquella partida.

Mis orejas se movieron mas mi cabeza se giro no muy lejos pude ver aquella silueta, y mi corazón salto de emoción, por una milésima de segundo creí verlo, pero recordé que ya no pertenecía a este mundo.  Agache mi cuerpo ocultándome en los matorrales que había ahí, camine con cautela mirando la silueta, maldeci en mi cabeza mas no quería rugir, los motivos eran evidentes lo mataría del susto… lo observaría el tiempo que fuera necesario, siempre podría ir a buscar mi ropa y convertirme en humana, pero por el momento no deseaba que vieran mi rostro destrozado por las lagrimas y por la pena que invadía, no solo mi cuerpo sino también mi alma. Alerta como cual fiera observa a su presa avance en silencio sin dar pasos en falsos… inhale con suavidad  para luego botar aquel aire con bastante cuidado. Di un paso y la rama que seca estaba sonó, mi cuerpo en alerta se puso – ups- descubriría mi escondite…  mis garras con mas fuerzas se aferraron al suelo mi cuerpo estirado permaneció a la espera de alguna reacción mi cola descansaba y mis orejas se agudizaron para oír todo lo que a nuestro alrededor pasaba… lo sentía… algo venia… algo grande… mire al cielo no había luna… tal vez un vampiro o una manada de lobos silvestres… o tal vez uno solo… el aire se calmo mas no lo que podía sentir, percibir…


Última edición por Sophia D`Luca el Dom Mar 23, 2014 10:20 am, editado 2 veces
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Mensaje por Vayne Mercury Dom Ene 12, 2014 1:04 pm

Caminar es lo único que pueden realizar los inmortales cuando se sienten solos, desamparados, y por qué no, algo nostálgicos. Acompañado solamente por la dama noche, el soldado humillado iba rumbo a la deriva de sus pensamientos, sumergido en el averno de sus recuerdos y prosiguiendo con su fiel tortura que no descuidaba nunca. Aquella noche de luna muerta y ausenta era muy parecida a aquella en la cual juró servidumbre y lealtad. Sí, en su interior lo sabe, y por ello la disfruta. Imagina que aún es capaz de pensar y decirlo cuando lo desee, visualiza una eternidad despreocupada, libre de problemas residenciales de una casa que ni es le pertenece, lejos de aquella gente que en una ocasión ha llamado “Lord” y “Lady”; pero pronto aquello se borra, se desvanece atrayendo un aroma algo especial, ajeno a todo aquel ecosistema natural. No cabía duda de que no estaba solo, y era extraño, puesto que sin hacer caso había avanzado hasta lo más profundo de un bosque profano. Apretó los dientes con fuerza porqué le asechaban. Miro despiadado, porqué le amenazaban. Sentía el frío del peligro en su piel difunta, mientras que en sus labios saboreaba el momento previo a la sangre, aquel saber a hierro y fiero que tanto le había gustado durante años. Tsk!-, exclamó con su lengua realizando un sonido penetrante para cualquier ser del bosque. Miró a un lado y se encontró el lago, miró al otro y vio el prado; nada lo hizo sospechar hasta escuchar “eso”. Un fuerte sonido rompió el valioso silencio de su alrededor, haciendo girar su cabeza al lugar de procedencia, mientras que con su mano diestra agarraba firme en mango de su espada echa de plata. (¿Lobos? ¿Licántropos? ¿Soldados? ¿Humanos? ¿Qué será esta vez? ¿Quizás una simple partida de caza que me ha confundido? ¿Un oso en busca de su alimento? ¿O habré invadido el territorio de algún perro perdido que nervioso ante mi presencia piensa atacar? No, no creo que sea ninguno de esas. Un animal cualquiera ya me habría saltado nada más olerme. Un ser humano cualquiera me habría hablado, así que sólo queda una opción…). Se comentó al ponerse recto y rectificar la posición de su mano derecha. Al parecer no se podía tratar de ninguna de aquellas opciones así que optó por algo más sencillo.
Tomó aire tranquilo y se acercó con paso lento a la orilla del lago, admirando su belleza, y el rugir de sus aguas intranquilas a su presencia. No poseía miedo alguno, pues era inmortal e invencible*, por lo que no había necesidad del mismo; tampoco tenía nervios, ya que parecía que el ser que lo asechaba era inteligente, y se retendría al ver la altura y postura del inmortal; así que lo único que le quedaba era la curiosidad de ver quién o qué se escondía tras la hermosura de la laguna. En el silencio de la noche aquellos que se esconden son los malhechores, criminales, y demás hacedores de la muerte que conspiran contra Dios nuestro señor. Así que si no eres ninguno de ellos te pido por favor que des a entender tu posición. Y tranquilo, no temas, juro no levantar mi arma para hacerte daño a propósito, aunque aviso, me defenderé si lo que buscas es dañarme.- Era arriesgado lo que pensaba hacer. Cuando no ves a tu adversario ni tampoco su número o calzado, es muy difícil guardar la compostura, y mucho más la promesa de no atacar. Era de sencilla suposición que cualquiera en su lugar habría desenvainado la espada y buscaría desesperadamente a aquello que ha alterado su tierno paseo a la luz de la penumbra, pero él no, y con ello anhelaba demostrar sus verdaderas intenciones, las de la paz. Se conoce y sabe que es interesante conocer a nuevos seres cada día y noche, y aunque no desconoce ninguna raza, sí a los individuos que las componen. Ahora bien, espera con todas sus fuerzas que no sea un licántropo, puesto que con esos seres es imposible dialogar cuando se trata de su transformación. Su instinto es feroz y luchador, y su hambre atroz. Hablo muy en serio, no tengas miedo-, añadió pronto para acelerar el momento del encuentro. Dios sabe que por su mente pasaban varias cosas, y ninguna buena propiamente dicha, aunque sí entretenidas, pues no era secreto el aburrimiento que pasaba solo.
Proseguía su avance mirando atento el lugar de donde provino el ruido, intentando explicarse cómo había podido ocurrir sin la ayuda de algún cuerpo material, pero ninguna de sus hipótesis le resultaba viable en aquel instante por lo que era de esperar que detrás de aquello hubiera un ejecutor más que tangible con el cual charlar. (Me parece que al final todo acabará en un combate innecesario por un malentendido burlo y absurdo. Pero aún así quiero saber quién está ahí. Tal vez una bella mujer, una humana con la cual hablar; y menos mal si es así que acabo de cenar, de lo contrario no podría retener mis ansias de comer y tendría que matarla). Pensaba aquello deteniéndose en seco. La opción de que fuera una mujer cambiaba por completo sus planes. Entonces todo tenía sentido. La respuesta al por qué estaba escondida podía ser muy simple, y es que se encontraba desnuda. Claro, por ello no habla y se mantiene oculta, y en susodicho caso no podía hacer más que quedarse ahí, de pie, hasta obtener el permiso para mirarla, por lo que cambió de estrategia al momento. Vaya, ahora que lo pienso, quizás sea una dama en paños menores que buscaba un momento de tranquilidad en la paz de este bello lago. Si es así mis disculpas, señorita. Para que no se sienta incómoda me giraré para que pueda ponerse ropa y poder presentarnos como es debido, ¿está de acuerdo?- Fue entonces cuando se giró. Dio la espalda al sospechoso lugar, aunque claro está, volvió a colocar la mano en el poderoso sable por si algo salía mal y se había equivocado en sus deducciones. Pero para saber que aún estaba allí prosiguió con su verborrea ahora es necesaria. Mi nombre es Vayne Mercury, por si se lo pregunta, y solamente paseaba por aquí sin darme cuenta muy bien dónde estaba pisando. Espero que no le haya interrumpido algo privado.- Era gracioso con el tono en el que hablaba, cálido, amigable, y muy educado. También era curioso el papel que desempeñaba en esos instantes, inusual a su estado habitual, pero hábilmente representado por un actor de cinco estrellas. Ahora sólo era necesario que la persona, sea quién sea y como sea, se diera a conocer. Su olfato no le fallaba en una cosa así y ni mucho menos el aura del espíritu del ser viviente que allí se encontraba. 
*Invencible: Solamente es una ornamentación narrativa y lo que piensa el Personaje que es como guerrero debido a sus largos años en los frentes y los duelos.  
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Mensaje por Sophia D'Luca Miér Ene 15, 2014 9:44 pm

Tal vez la oscuridad podría ocultarme aquella noche, podría irme tan silenciosa como había llegado, escapar y corres bosque adentro, ocultarme de todos, vivir en salvajismo y no volver a donde ya no quería estar. Sola había estado siempre y por única vez cuando me sentí acompañada había obtenido el abandono. La compañía no estaba hecha para mi, eso era cierto. Ahí en silencio mirando al hombre podía distinguir algo único de los de su especie, esa aura, esa sensación que podían producir, cierto es que eran letales, pero aun sabiendo eso no les temía y no comenzaría a tenerles miedo ahora. Agache mi cuerpo quedando a ras del suelo, mi cola permaneció alerta necesitaba sentir, sentir aquella seguridad, mi instinto jugaba mas mis demonios parecían bailar una danza sobre mi. Sus palabras me alertaron, estaba aquel hombre hablando, escuche cada oración con perfección, escuche todo lo que tenia que decir, pero ¿Porque confiar? porque hacerlo si tanto el podría atacar como yo hacerlo. De mis pulmones deje salir el aire que habitaba en ellos, no me importo que se notara, el me había sentido y eso no estaba a mi favor. Que hace un hombre hablando solo, hablando a algo que no ha visto ni mucho menos a lo que no conoce. Enterré mis garras fuertemente en la tierra y levante mi tronco  con delicadeza. Ahí estaba quien se había presentado con el nombre de Vayne Mercury ¿A quien le interesaba el nombre?, hubiera preferido no saber su nombre. Una ola electrificante recorrió todo mi pelaje, no era precisamente miedo mas mi naturaleza era así, salvaje. Estaba de espaldas, no tenia intención de hacerle daño, claro que no ahí solo saldría mal herida yo.

Volví a respirar con fuerzas no amenazante sino para que supiera que estaba tras de el, avance silenciosamente  con la vista en sus manos, en sus piernas, en la totalidad de su cuerpo, mi cola recta cuidaba mi retaguardia mientras me tome la libertad o mejor dicho me entrometí en su espacio, lentamente lo rodee quería que me observara, que viera a quien le estaba hablando, un animal con un alma en su interior, una fiera intuitiva y muy caprichosa. El había hablando queriendo ganarse mi confianza, absurdo era, ni el confiaría en mi y mucho menos yo en el, extraños en lo recondido de Paris. Cierto era que en todo momento se había comportado educadamente mas ¿Porque tendría que hacerlo yo?, salvaje era y nadie cambiaría eso, siempre fui esto una fiera. Me acerque a el aun cuidadosamente levante mi cabeza para mirar su rostro, inspire del aire que lo rodeaba, si definitivamente era un ser oscuro, pero muy hablador. Retrocedí sin darle tregua a la mirada, al contacto con sus ojos. ¿Quería verme? ¿Quería conversar? vamos nadie viene al lago a conversar. Si hubiera estado en mi forma humana eso habría sonado bastante divertido. A una distancia prudente di un rugido que espanto algunas aves que dormían cerca, algunos roedores y otro tipo de animales, hacia mucho que no rugía y a decir verdad se sintió demasiado bien.

Tenia dos opciones en ese momento, una era ir por mi ropa, vestirme y volver y la otra y siempre tentadora era cambiar ahi, que viera con sus propios ojos aquel cambio, aquella magia que Dios sabe quien invento. Me quedaría con la ultima, el pudor no era algo que venia de mi mano, de cierta manera, ademas era de noche poco podría ver y por ultimo iría por mi ropa. Volví a rugir avanzando hacia el, enterrando mis garras con todas mis fuerzas en la tierra lo mire sonriendo a mi manera, era mi única forma de comunicarme al menos por el momento. Mis huesos crujieron uno a uno, mis musculatura comenzó a tener espasmos continuos y mi cola recta empezó a desaparecer junto con el bello pelaje que me caracterizaba, mi corazón se disparo y con el la sangre comenzó a fluir rápidamente, olas electrificantes dolorosas y a la vez placenteras comenzaron a abordar mi cuerpo, por una milésima de segundo mi musculo vital pareció detenerse junto con el todo quedo en silencio, mi interior se callo y mi alma comenzó a inundar mi piel como si hubiera salido de mi cuerpo y volviera en ese mismo instante, mis ojos permanecieron apretados y al momento de abrirlos sentí como todo se acomodaba y mi corazón volvía a funcionar, mis pulmones se inflaron y ahí estaba a los pies de un desconocido completamente desnuda, mostrando mi mas profunda intimidad... si mi transformación. Me di unos segundos -Hablas mucho para no saber con que estabas hablando - dije levantando mi rostro para poder ver el suyo a continuación me levante y para no incomodarlo mas de lo debido me puse tras de el. -Ciertamente le apunto a que era una dama en busca de tranquilidad - dije con suavidad mirando hacia el lago - Aun cuando ya me vio desnuda cuando era animal, la humanidad no parece estar lista para apreciar y saber que es estar desnudo - comencé a caminar hacia mis ropajes, en completo silencio. Tome el vestido que traía y lo colgué en mi cuerpo acomodándolo y ahí tome asiento para estar en tranquilidad observando el lago. Al final de cuentas a eso había venido.
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Mensaje por Vayne Mercury Sáb Ene 18, 2014 5:01 am

Normalmente el vampiro se hubiera ido, sin dejar recuerdo alguno; se hubiese marchado sin siquiera dar un diminuta porción de su voz a una creencia intangible, invisible, a sus inmortales ojos; pero esa vez era diferente, la excepción que confirma la norma, la curiosidad que mató al gato. Daba igual cuánto lo pensara, lo meditara, o lo volviera a analizar, la situación era descabellada, pero al fin y al cabo qué podía perder. La vida, propiamente dicha, ya la había agotado siglos antes junto a la integridad que tanto protegía, la misma  que había abandonado en la noche que perdió su libertad; así que cuando ya no se tiene qué más desperdiciar, el resto da igual. Y quizás fuera eso lo que pensara cuando notó y posteriormente observó a aquel lindo felino abrazarse a sus piernas, acariciar su fría e innecesaria existencia; no se le pasó la cabeza que fuera peligroso, al contrario, sino que resultara ser un digno espécimen de compañía, aunque era cierto que su predilección eran los perros, los gatos y dicha familia tampoco estaban mal. O eso surcó mente hasta ver lo que poco después sucedió. (Vaya, por un momento pensé que no sería nada sobrenatural, quizás sólo un animal anormalmente nervioso, tal vez incluso desquiciado, pero de todos modos fácilmente domable; pero no, tenía que ser una “señorita”… lástima. Aunque igualmente es interesante, me pregunto qué resultará de este encuentro). Se comentó consigo mismo en la profundidad de su ser mientras observaba impasible lo que pasaba delante de sus narices. Algunos, como los de la iglesia católica, lo llamarían posesión del demonio, una infiel creyente del diablo, una molestia que habría que matar en la más fuerte y dolorosa tortura posible; otros lo nombrarían hasta un milagro del señor, una persona que recibía el don de la transformación, y que seguramente sería enviada con un motivo enigmático, pero de todos modos beneficioso para todos; y luego estaba él, que los llamaba por su autentico nombre, cambia-formas. No se trataba, al parecer sí era mujer, de la primera que se encontraba, pero probablemente sí sería la primera que dejara viva; después de todo es la única que no le ha saltado a la yugular buscando su muerte. 
Impresionante-, susurró mientras la veía postrada a merced del frío suelo, acariciando el mantel de prado, y besando con el alma a la noche con sus labios rojos terciopelados. Luego, y siguiendo su naturaleza adoptada, no tardó demasiado en agacharse para brindarle su tan poco valorada ayuda. Se quitó raudo el saco para cubrirla, con la idea de que inmediatamente después la llevaría a un lugar cálido donde hacer una hoguera, manteniendo la temperatura corporal de la animal en un punto álgido constante, pero lamentablemente fue inútil, aunque no por culpa suya, sino por la de ella. Crecida, la joven muchacha de cabellera castaña, anunció una frase que molesto en parte al mayordomo, que manteniendo su sonrisa falsa intentaba seguir anunciando su interés pacifico y “sincero”, respondiendo: Ante la duda mejor actuar, Señorita; y supongo que era mejor que quedarme callado, después de todo le recuerdo que era usted la cazadora y yo la presa, ¿me equivoco?-. La pregunta conjunta con el resto de la oración hacía de ésta un intento de aclarar la situación. Le extrañaba todo lo que estaba transcurriendo, pero quizás estaba todo predestinado por su Dios, el cual siempre le había mostrado una carta oculta a sus acciones y unas consecuencias normalmente “buenas” a sus errores. Posteriormente, y a contestación a su anterior anotación, el muchacho recibe una demarcación de la actividad anterior de la joven, la cual sí buscaba tranquilidad en los fríos movimientos del agua. Lamento haberla molestado, madame; mis más sinceras disculpas.- Era gracioso ver como mostraba arrepentimiento dando una leve reverencia con la mano derecha cruzando su pecho elegantemente y pronunciando aquella disculpa tan forzosa debido a su interrupción. Pero para entonces la mujer ya se encontraba a su detrás, quizás acariciando los hombros del mayordomo, o quizás olisqueando su presencia verificando que realmente se trata de un ser humano. Sólo ella lo podría saber, mientras él solamente estaba reverenciando sus disculpas ante una desdichada mala educación fruto de un malentendido. Luego, y tras abandonar el espacio vital del pelinegro, dijo una frase que causó curiosidad en la sien de sí mismo, haciéndole actuar de manera algo distinta, mostrándose quizás algo reacio a su aparente humanidad compartida. 
Entonces menos mal que no tengo demasiada humanidad, ¿verdad, señorita?- Entonces dejó claro de qué y quién se trataba realmente. Una confesión silenciosa, encriptada en algo más que palabras, en un gesto, en una mirada. De pronto pudo observarse como los rasgos del muchacho dejaron de ser bellos para volverse ligeramente eternos, marcados por la edad y algo más, aunque solamente efímeramente, ya que no tardó ni siquiera dos segundos en recuperar su forma mentirosa. Mientras pasaba aquello la mujer de cabellos castaños se ponía sus vestiduras, las cuales no pasaban del mero vestido, y se sentaba en el prado admirando el gran lago. Él sonrío levemente y se acercó, sin mostrar alguna emoción, solamente aquella falsa sonrisa eterna suya. Se iba arreglando poco a poco y con cada paso una parte de su elegante esmoquin de servicio, el cual representaba su atadura con Lord Lucern Ralph, y el que pronto sería testigo de algo inaudito. Como le he dicho antes, mi nombre es Vayne Mercury, y es un placer conocerla, aunque sea en circunstancias un tanto adversas debido a la naturaleza del tiempo. Y querría remarcar aún más que sólo paseaba inconsciente de mi destino, ignorando lo que me podría encontrar, por lo que le pido comprensión y paciencia ante mi comportamiento si le parece descortés-, entonces se detuvo a su costado, y al igual que ella, observó atento las tranquilas aguas del charco exagerado. No encontraba motivo alguno para aquel encuentro, pero entonces rememoró una vieja orden que haría recibido poco después de venirse a Francia, y que tal vez podría acatar con ayuda de la damisela que se encontraba a su bando izquierdo. ¿Qué le preocupa, madame?-, preguntó fijando su mirada y atención en ella, buscando algo más que su aura apagada, envuelta en su cabellera castaña ocultada en la penumbra de la noche huérfana de luna. Sin exagerar ni mentir estoy convencido que la podría ayudar, si me lo permite, claro está.- Añadió elegantemente con su constante tono afable y educado que le estaba caracterizando aquellos últimos años. Era evidente que quería algo ella, quizás una respuesta, o una simple palabra para actuar en su favor, ya que como prometió, no dejaría que jamás una mujer se encontrara perdida en su presencia, y mucho menos en una ocasión tan frustrada como aquella en la que se encontraban. Pero como es obvio todo dependía de ella; si querría hablar; si deseaba abrir su corazón a un sujeto que ni conoce pero que la trata con interés y mucha educación. 
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Mensaje por Sophia D'Luca Dom Feb 02, 2014 9:35 pm

Ciertamente estaba siendo más hostil de lo normal, era claro que algo había cambiado en mí con los últimos acontecimientos en mi vida, extrañaba ser aquello que era antes, pero la pregunta ahora ¿Cómo era en ese entonces? Claramente tenía la respuesta a esa pregunta pero muy en el fondo sabía que nunca volvería hacer aquella joven salvaje que fui. Me permití una vez en este mismo lugar experimentar y al parecer mi suerte era grandiosa y mis sentidos aumentados aun con la transformación seguían latentes, mis instintos tanto animales como humanos estaban a flor de piel, podía oír más allá del lago y mejor aún mi visión nocturna aún estaba latente, aun tenia impregnado en mi aquella parte animal que tanto adoraba. Suspire ante las palabras de Vayne, muy a mi pesar él podía sentir lo que yo estaba emanando aquella soledad que me embargaba y me envolvía como un manto ocultando aquello que realmente quería dejar solo para mí. Pero esta noche había venido con un propósito y aquello tenía que ser así, casualidades y coincidencias creía en ellas y a la vez no, extraño era ciertamente pero que más daba, una mujer con instinto animal. ¿Qué más podía dar? Cuando el hombre quedo a mi lado y en completo silencio una voz en mi interior comenzó hablar “El destino esta en tus manos, depende de ti enterrar el pasado” y tenía toda la razón.

Una cazadora que no busca cazar ciertamente – mi voz salió tan fina y suave que parecieron acariciar la briza que corría, una verdaderamente helada a esas horas de la noche – Disculpado, a final de cuentas es un lugar amplio y estaba la posibilidad de encontrarme con alguien – y claramente muy en el fondo de mi corazón esperaba que fuera otro vampiro el que estuviera ahí. Suspire y torcí mi cabeza para mirarle fijamente y reparar en su perfil, uno apagado y perfecto como el mármol con facciones bellísimas pero a la vez aterradoras, extraño y curioso. Había logrado sacarme una sonrisa quizás no la más amplia ni tan cómica solo la comisura de mis labios se había pronunciado para hacer aquel gesto – Así es, menos mal que no tiene tanta humanidad – hasta podría decir que aquella frase fue un chiste en ese momento y aun con las ganas de sonreír preferí no hacerlo. Eso era lo bueno de aquella especia tan fría, uno nunca sabia cuántos años tendrían, siempre eran viejos encerrados en cuerpos jóvenes que permanecían intactos con el pasar de las décadas. – ¿Si tuviera que ponerme un nombre, cual sería? – sí, no era de decir mi nombre me gustaba el anonimato, aun cuando al final terminaría por confesar cual era. Acomode mi cabellera sobre uno de mis hombros, abrace mis piernas como una niña que no sabe qué hacer ante cierta situación. En realidad así de indefensa me sentía, así de apagaba y muy solitaria para ser la gatita caprichosa que muchas veces había sido.

Su forma de hablar tan educada, tan formal me asustaba, siempre había tenido un resentimiento por los de la clase acomodada, y el parecía todo un caballero de la corte, alguien importante y yo ahí simple como siempre seria. – ¿Realmente quiere saber qué es lo que me preocupa? – sonreí con calidez, seguramente mi rostro y más mis ojos mostraron más de lo que decían mis palabras, alguna vez me habían dicho que era demasiado expresiva, fuera o no verdad aquello no lo sabía ya que simplemente no me observaba a mí misma si no a mi entorno. Su respuesta fue clara, no perdía nada con hablar con un extraño que tal vez nunca más viera en mi vida. – Esta bien – de forma amigable salieron aquellas palabras le daría la oportunidad de conocer mi pesar y si él estaba en lo seguro me ayudaría y aunque no lo hiciera con que me escuchara ya eso bastaría. Mis ojos se hundieron en la negrura del lago, me deje llevar por lo que sentía, cerré mis ojos centrándome en mi interior, buscando lo que siempre estaba ahí, aquel dolor – Me preocupa no poder avanzar, quedarme estancada con lo que siento, no poder dejar atrás lo que nunca volverá. – hice una pausa abriendo mis ojos, en ningún momento observe al vampiro que estaba a mi lado, tenía que desahogarme, él me estaba dando el tiempo y el espacio para hacerlo y que mejor lugar que donde comenzó todo – Tengo miedo a que la soledad me envuelva y no me deje vivir. Aunque se también que es mi culpa… pero no sé qué hacer – levante mis hombros suspirando – Vine aquí para ver si podía cerrar el ciclo donde todo alguna vez comenzó. – pase saliva por  mi garganta que parecía secarse con el paso de mis palabras – Vine para sentir el frío calar en mi cuerpo, para rugir con todas mis fuerzas, para llorar y para liberarme de la carga en mis hombros pesa, un pasado que debió ser el mejor pero no lo es… solo me dejo una soledad, la que estoy viviendo o a la que sobrevivo cada día – baje la mirada  - Desearía… poder ser la mujer caprichosa, sigilosa, misteriosa y llena de vida que era antes – ahí las palabras parecían terminar. Mi corazón latía con fuerzas y no sabía la razón, tal vez porque nunca hablaba con nadie de lo que me ocurría, apreté mi manos contra mis piernas levante la mirada - ¿Cree poder ayudarme? – era un grito silencioso de ayuda, esperaba que la respuesta fuera un sí, en realidad deseaba poder sacar el dolor que tenía – Al final siempre me abandonan – aquello había salido sin contexto pero era lo que necesitaba decir.
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Mensaje por Vayne Mercury Lun Feb 10, 2014 4:22 am

Y el silencio reinó el momento, que efímero, ayudó al inmortal a percibir con más claridad la soledad de la hermosa joven. Pero éste mismo –aquel vacío de sonidos que tanto adoraba el vampiro- se acabó yendo al responderle la muchacha con una contradicción. Esto dejó contrariado al inmortal, que pensativo miró desatento las aguas pacificas del lago buscando orden y respuesta a aquel bello fragmento de voz que la doncella le regaló, y pese a que al final consigue el sentido, se da cuenta que no era más que una mundana entrada a las letras pronunciadas que le venían ahora en aquel mismo hermoso paquete de voz angelical que tanto le había agradado en su interior al viejo muchacho. (Entiendo. No parece que me haya estado acechando a mí, sino a su pasado, y francamente, no sé si me acaba de gustar esa idea. Una mujer dolida es mil veces más peligrosa que un hombre enfadado o enfurecido, pero  supongo que no debo temer de nada, si más no sigo vivo). Aquello revoloteaba la cabeza del mayordomo mientras seguía con la mirada posada en el lago, escuchando la aceptación de su disculpa, a la vez que dibujaba una levemente más amplia sonrisa en sus rosados labios. Era evidente también que la mujer no parecía tener nada contra los de la especie del inmortal, pues le seguía hablando en paz, y eso al sujeto le agradaba, ya que odiaba el rencor o la ira injustificada a una especie cualquiera por motivos ajenos a los individuos de la misma raza. Pero de repente nota en su rostro los pinchazos de unos ojos curiosos, analizándolo detenidamente mientras él mantiene la supuesta atención en las aguas transparentes, siempre con una sonrisa, manteniendo la elegancia propia de su especie, la belleza única de sí mismo. Normalmente, señorita-, dijo al oír aquella referencia a su humanidad. No era del toda cierta y pese a que él la había mostrado así instantes antes era el primero en saber que posiblemente era los pocos de su especie que todavía valoraban la vida y la existencia humana, que respetaba las leyes naturales y que evitaba interferir en las vidas de los mortales. Pero poco después y pronto la sorpresa de una pregunta llegó. La misma dejó parado y bastante confuso al inmortal, al menos unos pocos segundos, hasta que tomó aire y respondió de la mejor manera que supo a la doncella y dando quizás un argumento bastante privado que poco o nada podría inmortal a la mujer, pero que lo hacían sentir mejor respondiendo a algo tan abstracto.
Claudia-, dijo para luego proseguir con más amabilidad y delicadez en su voz: Y es que se parece mucho a mi prometida.- Sonrió tristemente bajando un poco la cabeza recordando cómo la perdió e intento visualizar mejor su rostro, pero nada pudo hacer, ya que el mismo se había desvanecido casi por completo de la memoria del mayordomo, que melancólico, completa su frase un segundo o dos más tarde. Aunque le resulte difícil creerlo señorita, un tiempo fui humano y estuve enamorado. Ella era preciosa, muy semblante a usted si me permite la comparativa, con una larga cabellera negra entrelazada con el color de las castañas recién hechas, y unos ojos hermosos y penetrantes además de sinceros e inocentes…-. Y ya está. No recordaba más de la que una vez fue su amada, la belleza que de ella emanaba quedó reducida a la nada al ver la fealdad del mundo que les rodeaba, la crueldad del mismo o el sadismo de los individuos que en ella moraban. Pero mientras el inmortal anunciaba el interés que mostraba en la pequeña cambia-formas ésta se ponía de lo más cómoda, abrazando sus piernas con mucha ternura a los ojos del frío sujeto, poco después de acomodar todo aquel pelaje bello que solamente ella poseía. (No hay duda, son demasiado parecidas. Aunque sinceramente, no tienen nada en común psicológicamente; mi Claudia era alegre, extrovertida, divertida, en fin, estaba viva… pero esta mujer está alejada de la existencia, parece que odiando estar viva, y con un deseo irrefrenable de querer reescribir algo del pasado… Me pregunto qué será). Pero de repente algo cambia. El aura de la joven gata pasa a ser más tranquila y apacible, casi relajada se podría decir, actuando con casi confianza con el mayordomo, que alto más contento, escucha a la señorita de su lado hablar sobre sus sentimientos. Sus ojos se postraron fieles al espejo del lago mientras que su conciencia parecía divagar en sus aguas, perdidas en un recuerdo, quizás viendo lo ocurrido con su vida desde aquel momento, sorprendiendo al inmortal, que tranquilo la observa paciente.
Su pasado, aquello que a veces el mismo sentía, lo mismo le ocurría a la dama, que sumergida en sus palabras y pensamientos anuncia todos ellos al vampiro, que asintiendo sonríe amable. También la angustiaba la soledad que parecía sufrir ya desde hace varios años, aquella sensación de abandono total que en ocasiones sufren los mortales al ver pasar sus vidas sin más, lejos de alguien que les ame; pero aunque no lo parezca esa misma emoción, el mayordomo, la conocía muy bien. Estar aislado de todo y todos era una experiencia que el moreno no desconocía, al contrario, que se la sabía entera. Cuando era libre, lejos de las obligaciones y demás deberes que actualmente posee, se la pasaba ajeno a todas las vidas, viviendo por la noche tranquilo, cazando a aquellos que a su juicio eran culpables de un mundo tan atroz y horrible. Pero esa soledad era con un motivo, cosa que parecía carecer la doncella sentada a su lado, que hurgando más en la herida describe lo que sentía fielmente a sus ojos, los cuales observa el viejo muchacho con gran atención y sinceridad. Y de pronto: “Al final siempre me ABANDONAN”. Aquellas palabras le entraron en el corazón al bello inmortal como una estaca, desgarrando al igual que una daga oxidada la humanidad que el viejo vampiro, que había sentido el mismo dolor que ella hace ya varios siglos. Entonces sólo le quedó hacer una cosa, solamente una más con esa muchacha desesperada, y fue lo que realizó a continuación con cuidado y mucho respeto: Ya no-, susurró al viento lo suficientemente fuerte como para que ella lo oyera y a la vez que se colocaba a su detrás de la doncella y la abraza lo más tiernamente que recordaba. La entrelazó en sus brazos creyendo que a quien abrazaba era a él mismo varios siglos atrás, cuando estaba asustado por su inmortalidad y necesitaba ayuda de cualquiera que le podría dar, con la diferencia que aquella vez no era él sino que tenía la oportunidad de ayudar a una joven en apuros. Pasó sus fríos brazos por el cuello de la muchacha, apretándola sin demasiado fuerza, y besando la cabeza de la misma para luego hundirla en su pecho cual ser querido no era. Ya no está sola, Srta. Claudia, hoy y si me permite siempre estaré a su lado.- Parecía no pensar lo que hacía, pero lo realizaba con suma maestría. Aunque posteriormente se explicó mejor.
Si me permite, madame, quisiera ayudarla teniéndola a mi lado siempre; de esta manera usted jamás volvería a estar sola, y por efecto de caída, podría disponer de una nueva compañía que me ayudase con las labores de la residencia, siendo mi mano derecha quizás, ¿qué me dices, Srta. Claudia? ¿Acepta?-, era realmente conmovedor aquello. Él la abrazaba con ganas, sintiendo su piel y su calidez, a la vez que imaginaba que se trataba de otra persona, manteniendo la idea de ayudar, colaborar con un ser humano para sacarlo de un pozo lleno de serpientes disfrazadas de soledad y desesperación. Sabía lo que ella estaba pasando y deseaba con toda su alma y de la manera más desinteresada ayudarla, aunque por el contrario significara trabajar para Lord Raph y Lady Ralph, algo peligroso, pero que podría asumir fácilmente su protección y seguridad en su estancia allí, con ellos. Ahora solamente quedaba ver qué sucedía, puesto que si se negaba él quedaría de la peor manera posible, siendo tal vez humillado debido al fuerte carácter que poseía la muchacha, y como bien había demostrado hasta el momento, no iba a ser nada sencillo llevarla consigo como nueva incorporación. (No pasará nada, Lord Lucern me encargó llevar gente nueva a la residencia en Francia para que mantengan la casa, por lo que una nueva ama de llaves y jefa de servicio no sólo me ayudaría con mis labores de servicio, sino que también me libraría de estar encima del resto de empleados todo el día, centrándome en exclusiva al Sr. Conde. Solamente espero que diga sí). Pensó aquello desprendiéndose de la muchacha humana de su pecho y yéndose unos metros más lejos para asegurar su espacio vital y no se sienta violenta cono toda aquella situación tan particular y extraña.   
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Mensaje por Sophia D'Luca Miér Feb 12, 2014 2:14 am

La naturaleza tenía ese efecto único en mí, tenía esa capacidad si me concentraba del todo lograr que mi yo interior y el exterior estuviéramos en paz. La briza se encargaba de menear mi cabellera, de acariciar mi piel y de expandir aquella esencia que emanaba por mis poros, impregnando todo a su alrededor, mis pulmones se inflaban lentamente filtrando el aire puro que había en ese lugar. ¿Cómo hacer que el recuerdo se borrara?  Estire mi brazo sintiendo como el invierno hacia lo suyo con la fría temperatura. A pesar de ser una gatita que siempre buscaba abrigo adoraba el frio invierno, me hacia recordar aquel día donde el frio inundo mi cuerpo. Aquel vampiro de porte y elegancia se mostraba tan rígido en sus palabras como en sus actos, me dedique a observar cada rasgo de él, desde el nacimiento de sus bellos faciales como los detalles más notorios de su rostro, las facciones marcadas sus ojos sin vida iluminados por el reflejo, pero apagados sin vida, viviendo, tal vez así me veía yo, sin vida pero con una.  Sonreí ante la respuesta de mi inusual pregunta, en realidad m gustaba el anonimato o tal vez solo quería hacer de ese momento un tapiz de un pasado lejano. Algo había claro mi cabeza jugaba con mis pensamientos, entre presente y pasado no sabía realmente lo que estaba viviendo, confusa me sentía, inquieta pero por sobre todo en confianza, una que sin querer aquel vampiro me daba. ¿Cómo lo había logrado? Tal vez era solo su presencia, su forma fría de ser, la última palabra quedo rodando en mi cabeza Fría… había aprendido amar aquello, y por esa razón siempre lo buscaba. – Claudia… - sonreí ampliamente satisfecha por el nombre que había escogido para mí. Mas nunca espere lo que a continuación surgió de sus labios “A su prometida” no sé si aquello hizo sonrojarme o molestarme a la vez, todo en mí y a mí alrededor pareció inquietarse. Alcance a  notar la tristeza en su rostro más sus palabras parecían recitadas del más triste de los versos.


El pasado es nuestra historia, Claudia me parece bien y lamento parecerme a su prometida – dije casi con nervios, me estaba disculpando pero no tenia argumentos para acoplar con todo eso – Lo siento – la brisa acompaño mis palabras que fueron llevadas muy lejos de nosotros.  Mi pasado podía ser el mejor y el peor a la vez, pero no se podía vivir recordando el pasado, no se podía olvidar para siempre ¿Qué tenía que hacer? La soledad se había acostumbrado a mi o tal vez yo a ella de alguna forma toda mi vida había estado sola, aun cuando tenía compañía a mi lado podía sentir aquel abandono, natural o voluntario, primero mis padres de naturaleza, luego mis padres adoptivos, la gitana que me había acogido, el pintor que me ayudo cuando ya nada tenia y el vampiro que robo mi corazón y me abandono en silencio. Por ellos era la razón que no hacia amistades, era todo un circulo vicioso los pocos amigos que había tenido… no era necesario recordar, era aquella la razón por la que no me hacía de amistades, porque conocía el abandono de buena mano y me quedaba siempre con la soledad que parecía no querer abandonarme y me hacía sentir vacía…

Tan solo escuche “Ya no” y sus brazos aferraron mi cuerpo, por primera vez en mucho tiempo alguien me abrazaba de esa manera, protectora, fraternal y hasta podría decir que con cierto cariño me tomo por sorpresa y al estar envuelta de él sentí ese frio tan cálido, la pena pareció cegar mis ojos y tan solo una lagrima cayo por mi mejilla que oculta fue cuando mi cabeza dio a parar en su  pecho. Al final éramos dos personas necesitando algo, yo abandonar mi soledad y el cuidar de alguien, extraño encuentro cuando lo que más necesitas llega sin avisar. –Hay una gran razón por la que nunca digo mi nombre  - cerré mis ojos aguantando a que callera otra lagrima – Por que así cuando me abandonan se les hace más fácil el no recordarme, estúpido es, lo sé… - sentí su abrazo con mas fuerzas y me tome la libertad de responderle quedándome un pequeño instante en silencio- ¿Quién me dice que no me abandonaras? Quizás algún día te ganes el derecho a saber mi nombre – susurre suavemente. Muy en el interior quería que el supiera cómo había sido llamada desde nacimiento, pero seguiría con mi anonimato hasta que el destino demostrara lo contrario.  Su propuesta parecía sincera, mas podía creer aquello y tomarlo a buenas y primeras, pero ¿Por qué? – Siempre… suena a demasiado tiempo… - dije con voz baja y termine de separarme de él observando aun con más detalle su atuendo, su elegancia y su forma de actuar – Vayne – sonreí suave y le quede mirando a los ojos. – ¿Usted necesita de compañía? ¿Por qué desea ayudarme? ¿Qué ve en mí que le dan ganas de hacerlo? – Tenia que preguntar, no iba en mí mantener  mi curiosidad lejos, la curiosidad estaba en cada poro de mi cuerpo, de mi instinto, simplemente de mí ser. No espere a una respuesta, me atrevería aun sin saber lo que me esperaba, sin conocer nada más que el nombre de aquel, sin saber más de el que solo yo parecía traerle un antiguo recuerdo. – Necesito saber antes de decir acepto – cerré los ojos y quede con la cabeza hacia abajo ya había dado mi respuesta sin siquiera decir acepto. No solía arrepentirme de mis decisiones y esta esperaba no fuera la primera vez.  Alce la mirada y sonreí con dulzura era una mezcla de agradecimiento y de miedo, porque no se podía vivir sin temer a algo, y todos los cambios implicaban algo diferente, mi miedo era el abandono, la soledad, ahora estaba dispuesta a tomar el riesgo, buscando algo en lo que quizás podría ser buena. Si el depositaba su confianza en mí, daría todo lo mi para no defraudarlo. Avance hacia el – Gracias – y le di un abrazo y apreté mi cabeza con su pecho para soltarlo rápidamente. Ya había cruzado mi propio limite ahora vería hasta donde llegaría.
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