AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Como por arte de magia.
2 participantes
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Como por arte de magia.
“Vinimos al mundo para ser abandonados una y otra vez, pero las palabras son el escudo con el que nos protegemos y sobrevivimos.”
Fuerza, lo único que había buscado todo este tiempo era fuerza, la fuerza para seguir adelante $sin su familia, la fuerza para afrontar su caza tras la muerte de sus padres, la búsqueda de sus secretos, de los libros antiguos, de la magia que afloraba en su interior. Quizás lo más duro de aquel episodio de muerte fue el hecho de tener que exhumar los huesos de sus familiares para no permitir que esa magia llegase más allá de su familia. La energía de sus padres ahora corría por su cuerpo, los tenía cerca y sin embargo demasiado lejos como para poder sentirlos realmente. Lo único que quedaba de ellos eran las pocas fotografías que habían pasado el incendio.
Liev se encontraba en el bosque, solo y sin nadie alrededor. No había nadie que pudiera oírle ni verle, tenía la privacidad que necesitaba para practicar los hechizos que quería hace tanto tiempo. Sobre una roca lisa que había en aquel claro colocó un pequeño cuenco con agua, tomó de sus bolsillos un pequeño colgante de oro que había pertenecido a su madre y lo colocó dentro de aquel recipiente de mediano tamaño. El tiempo comenzaba a cambiar, varias nubes poblaban el cielo y los vientos empezaban a azotar el bosque, las pequeñas criaturas comenzaban a esconderse de lo que parecía ser una futura tormenta. Mientras tanto Liev se quitaba el abrigo y las prendas superiores de su vestimenta quedando con nada más que el pantalón y los zapatos.
-Terra- Dio un golpe con el puño al piso y la roca donde se encontraba apoyado el cuenco comenzó a rajarse. –Aqua- Susurró mientras una pequeña lágrima brotaba de sus ojos, la misma golpeó el suelo y al hacerlo su sonido parecía retumbar en el aire, varias gotas comenzaron a caer del cielo, estaba lloviendo. –Ignis- El brujo acercó su mano hacia el cuenco y el mismo se prendió en llamas, más no parecía estar quemándose. –End Air- Liev se acercó al cuenco y dio un soplo al mismo, la lluvia, el fuego y el viento parecían haberse extingo y la roca terminó de partirse al medio dejando al cuenco entre dos vértices. –Genus- Susurró mientras tomaba el cuchillo de su bolso y hacía un pequeño corte en su dedo índice. La gota calló dentro del cuenco, el cual parecía estar por fuera de todo puesto que nada le pasaba.
-End- Musitó mientras metía su mano en el cuenco y se podía ver claramente como varias marcas en forma de raíces de árbol subían por su brazo y morían en su hombro, esas marcas parecían estar hechas en su piel, pero se movían como si estuviesen vivas y, por un segundo se detuvieron en el tiempo, Liev retiró su mano del cuenco y aquel medallón de oro parecía ahora una estrella dorada. –Custodi me Mater- Se podía ver en los ojos de Liev la magia fluyendo en grandes cantidades, si se le miraba fijamente uno podía ver una especie de movimiento dentro de su iris, los ojos fueran realmente las ventanas del alma.
Un instante de silencio, hecha de las hojas de árbol muertas, se levantó una figura con forma de mujer, la misma figura se acercó a Liev y puso su mano sobre su mejilla, durante un instante Liev se dedicó a mirarle con ojos de tristeza, melancolía, dolor. -Ich vermisse dich- Alcanzó a susurrar, aquella figura de hojas se puso de cuclillas a un lado del brujo y dar un intento de beso en su frente, acto seguido las hojas se desvanecerían en el aire mientras el permanecía ahí, sentado solo, o al menos eso era lo que él creía.
-Adiós Madre- Dijo mirándo hacia el suelo y sin levantar mirada alguna.
Juan Carlos Méndez Guédez
Fuerza, lo único que había buscado todo este tiempo era fuerza, la fuerza para seguir adelante $sin su familia, la fuerza para afrontar su caza tras la muerte de sus padres, la búsqueda de sus secretos, de los libros antiguos, de la magia que afloraba en su interior. Quizás lo más duro de aquel episodio de muerte fue el hecho de tener que exhumar los huesos de sus familiares para no permitir que esa magia llegase más allá de su familia. La energía de sus padres ahora corría por su cuerpo, los tenía cerca y sin embargo demasiado lejos como para poder sentirlos realmente. Lo único que quedaba de ellos eran las pocas fotografías que habían pasado el incendio.
Liev se encontraba en el bosque, solo y sin nadie alrededor. No había nadie que pudiera oírle ni verle, tenía la privacidad que necesitaba para practicar los hechizos que quería hace tanto tiempo. Sobre una roca lisa que había en aquel claro colocó un pequeño cuenco con agua, tomó de sus bolsillos un pequeño colgante de oro que había pertenecido a su madre y lo colocó dentro de aquel recipiente de mediano tamaño. El tiempo comenzaba a cambiar, varias nubes poblaban el cielo y los vientos empezaban a azotar el bosque, las pequeñas criaturas comenzaban a esconderse de lo que parecía ser una futura tormenta. Mientras tanto Liev se quitaba el abrigo y las prendas superiores de su vestimenta quedando con nada más que el pantalón y los zapatos.
-Terra- Dio un golpe con el puño al piso y la roca donde se encontraba apoyado el cuenco comenzó a rajarse. –Aqua- Susurró mientras una pequeña lágrima brotaba de sus ojos, la misma golpeó el suelo y al hacerlo su sonido parecía retumbar en el aire, varias gotas comenzaron a caer del cielo, estaba lloviendo. –Ignis- El brujo acercó su mano hacia el cuenco y el mismo se prendió en llamas, más no parecía estar quemándose. –End Air- Liev se acercó al cuenco y dio un soplo al mismo, la lluvia, el fuego y el viento parecían haberse extingo y la roca terminó de partirse al medio dejando al cuenco entre dos vértices. –Genus- Susurró mientras tomaba el cuchillo de su bolso y hacía un pequeño corte en su dedo índice. La gota calló dentro del cuenco, el cual parecía estar por fuera de todo puesto que nada le pasaba.
-End- Musitó mientras metía su mano en el cuenco y se podía ver claramente como varias marcas en forma de raíces de árbol subían por su brazo y morían en su hombro, esas marcas parecían estar hechas en su piel, pero se movían como si estuviesen vivas y, por un segundo se detuvieron en el tiempo, Liev retiró su mano del cuenco y aquel medallón de oro parecía ahora una estrella dorada. –Custodi me Mater- Se podía ver en los ojos de Liev la magia fluyendo en grandes cantidades, si se le miraba fijamente uno podía ver una especie de movimiento dentro de su iris, los ojos fueran realmente las ventanas del alma.
Un instante de silencio, hecha de las hojas de árbol muertas, se levantó una figura con forma de mujer, la misma figura se acercó a Liev y puso su mano sobre su mejilla, durante un instante Liev se dedicó a mirarle con ojos de tristeza, melancolía, dolor. -Ich vermisse dich- Alcanzó a susurrar, aquella figura de hojas se puso de cuclillas a un lado del brujo y dar un intento de beso en su frente, acto seguido las hojas se desvanecerían en el aire mientras el permanecía ahí, sentado solo, o al menos eso era lo que él creía.
-Adiós Madre- Dijo mirándo hacia el suelo y sin levantar mirada alguna.
Liev Furtwängler- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 02/01/2014
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Re: Como por arte de magia.
''No siempre todo lo que te hace daño es malo''
Deposité aquel trapo sucio que había estado usando toda la mañana en un pequeño cubo de agua una vez que acabé de arreglar todas las habitaciones del hostal. Mi jefa estaba bastante complacida con mi labor, ya que siempre trabajaba más de lo que debía; siempre me ha gustado el trabajar duro porque de esa forma me centro en una sola cosa y no pasan por mi mente violentos recuerdos que puedan desmoronarme emocionalmente. Sí, era mejor así.
Asomé la cabeza por la ventana y pude ver cómo se avecinaban unas nubes negras que traían mucha lluvia consigo, así que creí que lo mejor sería darme prisa en llegar a mi apartamento. –Hasta mañana- me giré para despedirme, me colgué la bandolera al hombro y comencé a caminar a paso ligero a resguardarme de lo que se avecinaba. De alguna forma, mientras andaba me daban escalofríos intermitentes… ¿qué era aquella sensación? Entonces, pasados unos minutos no pude evitar perder el equilibrio y caer al suelo. Inmediatamente algunas personas se ofrecieron a ayudarme –Estoy bien- dije mientras me incorporaba con la ayuda de una mujer adulta. No era la primera vez que me pasaba eso; al principio pensaba que estaba enferma pero hace poco descubrí que esos desvanecimientos se debían a que alguien estaba practicando hechicería, pero no una cualquiera…sino una muy fuerte.
Esa era una de las muchas consecuencias de poseer tal inmenso poder; ya en varias ocasiones me había pasado malas jugadas. Lo que me acababa de ocurrir me enfurruñó un poco y estaba segura de que esos escalofríos seguirían dando la lata si no encontraba la procedencia del poder. Así que como si mis pies tuvieran vida propia me encaminé hacia el bosque para poner fin a lo que fuera que estuviera ocurriendo y no, no estaba asustada…únicamente deseaba poder dormir bien y no tener pesadillas aquella noche. ¿Era mucho pedir? –Está cerca- apenas susurré mientras me hacía paso por los frondosos arbustos. Lo sentía. Miré al cielo y pude apreciar que esas nubes desencadenarían una fuerte tormenta. Fue en ese momento cuando suspiré y pensé férreamente que no tenía ganas de coger un resfriado, así que hice que el saliera el Sol. Se sentía bien con aquellos rayitos cálidos.
Volvió a darme otra punzada en el pecho y finalmente vi a un hombre apoyado en el tronco de un árbol que acababa de hablar con unas hojas. Él era el autor de aquello pero sin embargo no me atrevía a decirle nada, tan sólo me quedé parada envuelta entre altas flores. Las punzadas habían cesado.
Deposité aquel trapo sucio que había estado usando toda la mañana en un pequeño cubo de agua una vez que acabé de arreglar todas las habitaciones del hostal. Mi jefa estaba bastante complacida con mi labor, ya que siempre trabajaba más de lo que debía; siempre me ha gustado el trabajar duro porque de esa forma me centro en una sola cosa y no pasan por mi mente violentos recuerdos que puedan desmoronarme emocionalmente. Sí, era mejor así.
Asomé la cabeza por la ventana y pude ver cómo se avecinaban unas nubes negras que traían mucha lluvia consigo, así que creí que lo mejor sería darme prisa en llegar a mi apartamento. –Hasta mañana- me giré para despedirme, me colgué la bandolera al hombro y comencé a caminar a paso ligero a resguardarme de lo que se avecinaba. De alguna forma, mientras andaba me daban escalofríos intermitentes… ¿qué era aquella sensación? Entonces, pasados unos minutos no pude evitar perder el equilibrio y caer al suelo. Inmediatamente algunas personas se ofrecieron a ayudarme –Estoy bien- dije mientras me incorporaba con la ayuda de una mujer adulta. No era la primera vez que me pasaba eso; al principio pensaba que estaba enferma pero hace poco descubrí que esos desvanecimientos se debían a que alguien estaba practicando hechicería, pero no una cualquiera…sino una muy fuerte.
Esa era una de las muchas consecuencias de poseer tal inmenso poder; ya en varias ocasiones me había pasado malas jugadas. Lo que me acababa de ocurrir me enfurruñó un poco y estaba segura de que esos escalofríos seguirían dando la lata si no encontraba la procedencia del poder. Así que como si mis pies tuvieran vida propia me encaminé hacia el bosque para poner fin a lo que fuera que estuviera ocurriendo y no, no estaba asustada…únicamente deseaba poder dormir bien y no tener pesadillas aquella noche. ¿Era mucho pedir? –Está cerca- apenas susurré mientras me hacía paso por los frondosos arbustos. Lo sentía. Miré al cielo y pude apreciar que esas nubes desencadenarían una fuerte tormenta. Fue en ese momento cuando suspiré y pensé férreamente que no tenía ganas de coger un resfriado, así que hice que el saliera el Sol. Se sentía bien con aquellos rayitos cálidos.
Volvió a darme otra punzada en el pecho y finalmente vi a un hombre apoyado en el tronco de un árbol que acababa de hablar con unas hojas. Él era el autor de aquello pero sin embargo no me atrevía a decirle nada, tan sólo me quedé parada envuelta entre altas flores. Las punzadas habían cesado.
Avril Lelièvre- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 22/01/2014
Edad : 28
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Re: Como por arte de magia.
Fue un instante, tan solo un segundo fue necesario para que sintiera aquella energía empapar el ambiente, usualmente los brujos que poseen energías de alto nivel pueden focalizar sus fuerzas en algún objeto para evitar perder energía por todas partes, estos objetos terminan tarde o temprano transformándose en talismanes muy cargados de poder; Esta magia no pertenecía a un brujo muy experimentado, podía sentir el caos que abrumaba el poder, presagios de muerte, soledad y destrucción. Liev no pudo evitar sentirse curioso, ¿qué persona podía poseer un poder tan grande que podía prácticamente compararse al que él poseía y no podía controlarlo? Su mente hizo un flashback mientras recordó algunas escrituras en libros, hechizos, palabras sueltas, pero al final ahí estaba, el hechizo que necesitaba.
Se arrodilló en el suelo y dibujó con sus manos un círculo pequeño, comenzó a susurrar algunas palabras, esta vez no en latín, sino que en su idioma mundano, no era un hechizo muy complicado. -abrazo la luz para encontrar el camino correcto a la fuente, abrazo la luz para encontrar un alma perdida, abrazo la luz como abrazo las sombras en honor a mis ancestros, abrazo la luz porque es fuerte y todo lo ve- Susurró el conjuro una sola vez, era increíble lo fácil que le resultaban este tipo de hechizos desde que habían muerto sus padres y había exhumado sus huesos pasando su magia hacia su cuerpo.
El sello dibujado en el suelo se extendió rodeándole y haciendo que una fuerte brisa rodeara el claro donde se encontraba, esta brisa parecía no tocar a los árboles ni las demás cosas en el bosque, solo a él más en un instante había desaparecido como había hecho presencia. Liev se levantó y comenzó a caminar en dirección al cuerpo que expedía tanta energía, sus ojos seguían permitiendo ver el flujo de magia en su cuerpo, cosa que no era de verse en muchos iguales.
-¿Acaso no conoces la privacidad?- Comenzó a hablar antes de poder ver el cuerpo, más al ver que se trataba de una niña de no más de 18 años se detuvo completamente. –Disculpa mi nombre es Liev Furtwängler, ¿acaso estás perdida? Podría jurar que este no es un lugar para estar para una chica, menos considerando los peligros que hay en el bosque- Se limitó a decir mientras se acercaba a una distancia prudente –No me conoces, y no te conozco pero hay algo que sí sé de ti- Hizo una pausa y metió la mano en sus bolsillos buscando algo que no pudo encontrar. –Estás chorreando magia por todas partes, tienes una hemorragia, y eso es peligroso para ti…otros brujos pueden buscar eso que tienes e intentar arrebatártelo- Su rostro permaneció inmóvil, era obvio que no buscaba sus poderes, sino no le hubiese dicho nada y se los hubiese arrebatado en silencio.
Liev clavó la mirada en sus ojos y pudo ver todo el sufrimiento y el infierno en el que había estado aquella persona, por primera vez en dos años sintió algo que pensó jamás sentir, empatía. De repente en el suelo entre ellos nació una planta y de esa planta, una flor. En tan solo 5 segundos había aparecido una flor hermosa de varios colores que parecía estar brillando por si sola. Él reconocía aquel suceso, era lo que su madre describiría como “Armonía” Cuando dos entidades mágicas se encuentran, si sus energías son armónicas, si vibran en la misma frencuencia, suceden cosas extrañas, muy extrañas.
Sentía como la voz de su madre resonaba en su cabeza, estaba prácticamente que obligándole a ayudarle. Liev estiró la mano, intentando demostrarle que era inofensivo -Puedo ayudarte, sé por lo que estás pasando, los mareos, los dolores, todo puede terminar- Se limitó a decir mientras recordaba la forma de quitar los dolores y conservar la magia tal y como estaba. En ese instante, estaba adorando a sus padres.
Se arrodilló en el suelo y dibujó con sus manos un círculo pequeño, comenzó a susurrar algunas palabras, esta vez no en latín, sino que en su idioma mundano, no era un hechizo muy complicado. -abrazo la luz para encontrar el camino correcto a la fuente, abrazo la luz para encontrar un alma perdida, abrazo la luz como abrazo las sombras en honor a mis ancestros, abrazo la luz porque es fuerte y todo lo ve- Susurró el conjuro una sola vez, era increíble lo fácil que le resultaban este tipo de hechizos desde que habían muerto sus padres y había exhumado sus huesos pasando su magia hacia su cuerpo.
El sello dibujado en el suelo se extendió rodeándole y haciendo que una fuerte brisa rodeara el claro donde se encontraba, esta brisa parecía no tocar a los árboles ni las demás cosas en el bosque, solo a él más en un instante había desaparecido como había hecho presencia. Liev se levantó y comenzó a caminar en dirección al cuerpo que expedía tanta energía, sus ojos seguían permitiendo ver el flujo de magia en su cuerpo, cosa que no era de verse en muchos iguales.
-¿Acaso no conoces la privacidad?- Comenzó a hablar antes de poder ver el cuerpo, más al ver que se trataba de una niña de no más de 18 años se detuvo completamente. –Disculpa mi nombre es Liev Furtwängler, ¿acaso estás perdida? Podría jurar que este no es un lugar para estar para una chica, menos considerando los peligros que hay en el bosque- Se limitó a decir mientras se acercaba a una distancia prudente –No me conoces, y no te conozco pero hay algo que sí sé de ti- Hizo una pausa y metió la mano en sus bolsillos buscando algo que no pudo encontrar. –Estás chorreando magia por todas partes, tienes una hemorragia, y eso es peligroso para ti…otros brujos pueden buscar eso que tienes e intentar arrebatártelo- Su rostro permaneció inmóvil, era obvio que no buscaba sus poderes, sino no le hubiese dicho nada y se los hubiese arrebatado en silencio.
Liev clavó la mirada en sus ojos y pudo ver todo el sufrimiento y el infierno en el que había estado aquella persona, por primera vez en dos años sintió algo que pensó jamás sentir, empatía. De repente en el suelo entre ellos nació una planta y de esa planta, una flor. En tan solo 5 segundos había aparecido una flor hermosa de varios colores que parecía estar brillando por si sola. Él reconocía aquel suceso, era lo que su madre describiría como “Armonía” Cuando dos entidades mágicas se encuentran, si sus energías son armónicas, si vibran en la misma frencuencia, suceden cosas extrañas, muy extrañas.
- Flor:
Sentía como la voz de su madre resonaba en su cabeza, estaba prácticamente que obligándole a ayudarle. Liev estiró la mano, intentando demostrarle que era inofensivo -Puedo ayudarte, sé por lo que estás pasando, los mareos, los dolores, todo puede terminar- Se limitó a decir mientras recordaba la forma de quitar los dolores y conservar la magia tal y como estaba. En ese instante, estaba adorando a sus padres.
Liev Furtwängler- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/01/2014
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Re: Como por arte de magia.
Debo admitirlo, en el momento que vi cómo comenzaba a susurrar algo que me pareció totalmente inaudible sentí algo de pánico, pensando qué quizás planeaba hacerme daño, pero a mí asombro pronto descubriría que se trataba de todo lo contrario. Entonces apenas pasaron unos minutos tenía a aquel misterioso hombre en frente de mí; intenté no bajar la guardia pero en ese momento estaba de todo menos centrada. -Lo siento...algo me atrajo aquí, más bien alguien- dije mientras todavía estaba rodeada por algunos matojos, posiblemente dándole a entender que él era la razón de mi paseo por el bosque -Yo...me llamo Avril Lelièvre y si me permite la intrusión creo que el bosque no es un lugar peligroso si sabes deambular por aquí a unas horas concretas- sentí algo de mareo de nuevo, por lo que tuve que mantenerme en pie con la ayuda de un tronco de un árbol. -¿Chorreando magia? ¿Hemorragia?- era la primera vez que oía algo así, en mi vida hubiera sabido que se podía sangrar magia.
Entonces por unos momentos se hizo el silencio y únicamente nos servimos de la vista; dos miradas clavadas la una en la otra, intentando nadar hacia el alma...buscando Dios sabe qué. Y de repente algo surgió del suelo, una hermosa y colorida flor apareció entre los dos. -¿Qué esto?- pregunté rezagada pero asombrada, mientras me quedaba en cuclillas observando aquella maravilla. No sabía cómo ni por qué pero en ese instante experimenté un júbilo inexplicabe. Sentí como si la flor me dijera 'Ya no tienes que preocuparte más'. Era algo extraño pero, ¿desde cuando me ocurren a mí cosas normales y corrientes? Sonreí hacia el hombre con algo de dulzura y así una grata calma se apoderó del lugar.
Pocas personas se lo creerían si se lo cuentan pero por cosas como aquella son las razones por las que me solazo con la naturaleza, por la que me encantan los espacios verdes y no hay cosa que más me relaje que un lago. Por eso también -a pesar de que ahora mismo me esté consumiendo por dentro- me gusta ser lo que soy. -Es hermosa, ¿no crees?- apenas me dio tiempo hacer ese comentario cuando tras haber estado un rato callado pronunció unas palabras que sonaron muy tentandoras. Entonces me levanté de nuevo para intentar pensar con la cabeza. Debía analizar de nuevo aquella frase para razonar bien lo que debía responder 'Puedo ayudarte, sé por lo que estás pasando, los mareos, los dolores, todo puede terminar'. ¿Cómo podía confíar así de buenas a primeras en alguien que acababa de conocer? ¿Y si todo ese rollo de la flor era una treta? Así, di un paso atrás, confundida y estancada de nuevo en el pasado.
Siempre había sido consciente de que no todas las personas son iguales, pero ¿cómo entregarse? ¿cómo serenarse?. Alcé la mano para apartarme algunos cabellos de la cara -¿Qué sacas tú ayudándome?- me limité a preguntar intentando ocultar mis dudas. Él mientras tanto me recordó a una estatua, pues su semblante siempre era el mismo: plácido, sosegado.
Entonces por unos momentos se hizo el silencio y únicamente nos servimos de la vista; dos miradas clavadas la una en la otra, intentando nadar hacia el alma...buscando Dios sabe qué. Y de repente algo surgió del suelo, una hermosa y colorida flor apareció entre los dos. -¿Qué esto?- pregunté rezagada pero asombrada, mientras me quedaba en cuclillas observando aquella maravilla. No sabía cómo ni por qué pero en ese instante experimenté un júbilo inexplicabe. Sentí como si la flor me dijera 'Ya no tienes que preocuparte más'. Era algo extraño pero, ¿desde cuando me ocurren a mí cosas normales y corrientes? Sonreí hacia el hombre con algo de dulzura y así una grata calma se apoderó del lugar.
Pocas personas se lo creerían si se lo cuentan pero por cosas como aquella son las razones por las que me solazo con la naturaleza, por la que me encantan los espacios verdes y no hay cosa que más me relaje que un lago. Por eso también -a pesar de que ahora mismo me esté consumiendo por dentro- me gusta ser lo que soy. -Es hermosa, ¿no crees?- apenas me dio tiempo hacer ese comentario cuando tras haber estado un rato callado pronunció unas palabras que sonaron muy tentandoras. Entonces me levanté de nuevo para intentar pensar con la cabeza. Debía analizar de nuevo aquella frase para razonar bien lo que debía responder 'Puedo ayudarte, sé por lo que estás pasando, los mareos, los dolores, todo puede terminar'. ¿Cómo podía confíar así de buenas a primeras en alguien que acababa de conocer? ¿Y si todo ese rollo de la flor era una treta? Así, di un paso atrás, confundida y estancada de nuevo en el pasado.
Siempre había sido consciente de que no todas las personas son iguales, pero ¿cómo entregarse? ¿cómo serenarse?. Alcé la mano para apartarme algunos cabellos de la cara -¿Qué sacas tú ayudándome?- me limité a preguntar intentando ocultar mis dudas. Él mientras tanto me recordó a una estatua, pues su semblante siempre era el mismo: plácido, sosegado.
Avril Lelièvre- Hechicero Clase Media
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Re: Como por arte de magia.
Intentó permanecer inexpresivo, parecía que todos sus sentimientos habían sido arrancados de golpe por sus ojos, era como si su cuerpo ahora estuviese solo con nada más que la razón. En realidad no era más que una ilusión, Liev se había jurado no ser débil nunca más, y muchas veces los sentimientos nos enlazan a objetos materiales y personas, lo cual tarde o temprano nos hace débiles. Aquella voz sin embargo perforó aquella rígida pared que había levantado días después del a muerte de sus padres, unas simples palabras bastaron para hacer que el brujo dejase escapar una mueca muy parecida a una sonrisa. –Sientes los cambios externos, fuerte eres Avril Lelièvre- Hizo una pausa y apoyó el brazo izquierdo en el tronco de un árbol, delatando la marca en forma de serpiente alada. –En este bosque las horas de sol están tomadas por seres que usted y yo bien conocemos, y la noche por otras que quizás usted desconozca pero con el tiempo conocerá- Notó aquel mareo, más permaneció inmóvil. –Nuestra magia puede provenir de muchas fuentes, siempre depende de la familia y la forma en la que vuestro poder se haya consagrado. Tengo la teoría de que si un cuerpo se entrena y prepara puede contener enormes cantidades de energía y utilizarla a su gusto, porque antes de tener todo ese poder, supo manejarlo…En cambio, cuando una cantidad enorme de poder ingresa en un cuerpo que jamás controló cantidades de igual magnitud, el cuerpo sufre daños físicos y astrales…El problema que tienes no es de menor importancia para tu supervivencia.
Se detuvo, notó cierta frialdad en sus palabras y quizás muy en lo profundo sabía que ella no se merecía ese trato, la empatía era una de las cosas más molestas de crecer con una madre de habilidades pura y exclusivamente blancas. Él había aprendido todo de su madre, el don de la empatía estaba en su sangre y él sentía el sufrimiento, el daño y el dolor ajenos como propio. –Conozco por lo que estás pasando porque mis padres siempre me advirtieron sobre eso y digamos que pasé algo muy similar hace muy poco- Se limitó a decir mientras se arrodillaba para observar la flor más de cerca. –Es magia, y la magia es hermosa…me gustaría poder explicarte más sobre la flor, pero el hecho es que yo no la he invocado, han sido nuestras energías intentando comunicar algún mensaje.- sintió como su propio corazón latía de golpe, como si hubiese hecho un acto de recuerdo a sus difuntos parientes. Siempre había sentido un poco de rechazo por la magia, pero al final, era lo único que quedaba de todos…y por eso había comprendido lo que la magia realmente era para él, amor, pero no de cualquier tipo, de ese que te une a la familia, el que crea lazos irrompibles
Suspiró al oír aquella pregunta, sin embargo se alegró de que la pregunta fuese hecha. Una sonrisa que transmitía paz y calma se dibujó en su rostro. - ¿Qué gano yo?- Hizo una pausa, sería lo más claro posible, no necesitaba mentir. – Yo no gano absolutamente nada, es más, hacer lo que es necesario usará cantidades enormes de energía, podrá y de seguro dolerá un poco al principio…Si me disculpas- Hizo una pausa para levantarse y caminar hacia el claro donde había estado antes, tenía que recoger las cosas.
Se acercó a la roca y colocó todo dentro del pequeño bolso donde había traído todos esos artilugios. No había nada indispensable y raro que pudiera perderse, pero no podía andar dejando rastros de su magia por todas partes. El collar le detuvo en el tiempo varios segundos, se arrodilló mirando el objeto con toda la melancolía del mundo. –Puedo asegurarte que dejarás de sufrir por la magia, pero que aprendas a usarla y entiendas las raíces de tu energía no es algo con lo que pueda ayudarte en un día tan solo…me tomó dos años entender todo lo que los libros realmente dicen-.
-Revela el paso del invierno, cubre las huellas del bosque. - Dijo mientras tocaba el piso con una mano y con la otra apretaba el artilugio, el suelo del claro comenzó a ponerse blanco, una capa de nieve brotaba del suelo y no paró de crecer hasta alcanzar los 10 centímetros de espesor. –Es en la única época del año en la que puedo hacer estas cosas, mientras que te piensas si me dejas ayudarte- Dijo mientras se levantaba y se dejaba caer sobre la nieve cerrando los ojos, con una enorme sonrisa en su rostro.
Se detuvo, notó cierta frialdad en sus palabras y quizás muy en lo profundo sabía que ella no se merecía ese trato, la empatía era una de las cosas más molestas de crecer con una madre de habilidades pura y exclusivamente blancas. Él había aprendido todo de su madre, el don de la empatía estaba en su sangre y él sentía el sufrimiento, el daño y el dolor ajenos como propio. –Conozco por lo que estás pasando porque mis padres siempre me advirtieron sobre eso y digamos que pasé algo muy similar hace muy poco- Se limitó a decir mientras se arrodillaba para observar la flor más de cerca. –Es magia, y la magia es hermosa…me gustaría poder explicarte más sobre la flor, pero el hecho es que yo no la he invocado, han sido nuestras energías intentando comunicar algún mensaje.- sintió como su propio corazón latía de golpe, como si hubiese hecho un acto de recuerdo a sus difuntos parientes. Siempre había sentido un poco de rechazo por la magia, pero al final, era lo único que quedaba de todos…y por eso había comprendido lo que la magia realmente era para él, amor, pero no de cualquier tipo, de ese que te une a la familia, el que crea lazos irrompibles
Suspiró al oír aquella pregunta, sin embargo se alegró de que la pregunta fuese hecha. Una sonrisa que transmitía paz y calma se dibujó en su rostro. - ¿Qué gano yo?- Hizo una pausa, sería lo más claro posible, no necesitaba mentir. – Yo no gano absolutamente nada, es más, hacer lo que es necesario usará cantidades enormes de energía, podrá y de seguro dolerá un poco al principio…Si me disculpas- Hizo una pausa para levantarse y caminar hacia el claro donde había estado antes, tenía que recoger las cosas.
Se acercó a la roca y colocó todo dentro del pequeño bolso donde había traído todos esos artilugios. No había nada indispensable y raro que pudiera perderse, pero no podía andar dejando rastros de su magia por todas partes. El collar le detuvo en el tiempo varios segundos, se arrodilló mirando el objeto con toda la melancolía del mundo. –Puedo asegurarte que dejarás de sufrir por la magia, pero que aprendas a usarla y entiendas las raíces de tu energía no es algo con lo que pueda ayudarte en un día tan solo…me tomó dos años entender todo lo que los libros realmente dicen-.
-Revela el paso del invierno, cubre las huellas del bosque. - Dijo mientras tocaba el piso con una mano y con la otra apretaba el artilugio, el suelo del claro comenzó a ponerse blanco, una capa de nieve brotaba del suelo y no paró de crecer hasta alcanzar los 10 centímetros de espesor. –Es en la única época del año en la que puedo hacer estas cosas, mientras que te piensas si me dejas ayudarte- Dijo mientras se levantaba y se dejaba caer sobre la nieve cerrando los ojos, con una enorme sonrisa en su rostro.
Liev Furtwängler- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/01/2014
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