lettres à Folie

La tarde se escurre rápidamente en el ajetreo en que me sumergen las labores cotidianas, un cliente, luego otro, luego otro mas, cada uno envuelto en una nube de preocupaciones que quieren dejar atrás, vienen buscando el brebaje dulce e intenso que les haga olvidar las preocupaciones, esa medicina que les ayude a vivir.

He notado que la gente; no sólo los parroquianos que visitan "Le petit Chien", sino la gente en general, se encuentra cada vez mas enfrascada en sentimientos abrumadores, como si el desencanto se apoderase de la ciudad como un manto invisible pero lúgubre. Las palabras que pienso para describir el ánimo general se quedan siempre cortas en su intento por definir esto que percibo. Lo mas cercano a una definición del ánimo que ronda la ciudad es Denso. ¿Por que la gente es tan infeliz? ¿Por que razón prefieren rumiar sentimientos oscuros y llenar de negatividad sus brevisimas existencias? Será que no pueden sentir como yo el aire que llena los pulmones como una bendición. Será quizás que no escuchan el ritmo intenso de la sangre que palpita dentro como una melodía de vida constante.

Tratar de entender a los humanos y su condición trágica siempre me lleva a pensar en mi amada esposa y mis cachorros, en toda la felicidad que como una burbuja nos une y nos aisla en cierto modo del desencanto general de la población. A pesar de todo encuentro destellos de esta oscuridad (por contradictoria que esta idea aparezca ante quien pueda leer estos pensamientos fugitivos) en los ojos de mi preciosa Folie. En aquellos breves instantes en que adivino angustias sin nombre que pasean por la maraña de sus pensamientos, recuerdo su otro nombre. Madame Payne, señora dolorosa, cuyo pasado emborronado como un lienzo viejisimo y desgastado se asoma en breves instantes, arcano para mi.

Aprovecho entonces los breves momentos que tengo de solitud - cuando no estoy preparando algo tras la barra, o cuando los parroquianos no estan tratando de iniciar alguna conversación sobre lo mal que les trata la vida u ordenando algun coctél de licores exóticos - para escribir a Payne Manie Folie cartas que a veces le dejo por ahi, como pequeños detalles, con la intención de sorprenderle, quizás traerle alguna sonrisa que le haga olvidar esos miedos y aprhenciones que a veces asaltan su pensamiento.

Hagen, el dueño del lugar y mi gran amigo, insiste en que es ridiculo que le escriba a mi mujer cuando sé que la veré en unas horas mas, cuando cierre el bar. Pero yo creo que escribir es como tender puentes, que de algún modo estas cartas nos acercan un poco en esos momentos en que debemos permanecer separados.

Papel y pluma en mano, aprovecho el sopor de los ultimos clientes, anclados al fondo de sus vasos para comenzar a redactarle algo:

"Querida Manie Folie... a pesar de las horas que han pasado desde la ultima vez que estuviste en "Le Petit Chien" tu olor aun circunda el lugar, brillante como todo lo que es de ti. El eco de los pasos de nuestros hijos aun resuena en la duela del piso como si no se hubieran ido nunca. La tarde se me escurre rápido y pensar que en poco tiempo estaré de nuevo al lado suyo me aliviana el peso de este intenso día de trabajo. Se que cuando leas esto será quizas otro día pero quería guardar esta sonrisa entre las lineas para regalartela, como el prendedor de plata con forma de ala que te di el mes pasado y que luce hermoso en tu pecho. Pensamientos alados para que revoloteen a tu alrededor..."

El sonido de la puerta me distrae de mi redacción, la retomaré apenas haya despachado a este nuevo cliente...