Looked at you [Flóki]

por **Theodore Morandé** Jue Feb 13, 2014 9:32 pm

“Paseando sin rumbo ni necedad, como una flor cortada es llevada por el viento, hasta secarse, hasta destruirse”

¿Era posible caerme entre la gente y que nadie me viera? ¿Jugar con los muñecos de una tienda sin que nadie me mire? Pues, había descubierto que sí, ya habían pasado dos semanas desde que me pude dar cuenta que estaba muerta. Sin duda era algo que aún no asimilaba del todo, pero lo notaba en la noche, cuando todos dormían y yo no sentía nada de sueño o cansancio. Me dejaba elevar por los aires y el viento llevaba mi esencia a cualquier parte. Pensaba que era libre, pero dentro de mi alma, algo me decía que estaba más encarcelada que un pajarillo entre las rejas. Miraba detrás de mí y veía una luz en el infinito, pero nunca podía tocarla. Había aprendido que simplemente ella estaba allí y no se iría. Pues bien, podría convivir con ello. Pero me ponía demasiado eufórica el hecho de que había otras almas por todos lados, cuando me elevaba al cielo y me adentraba al “plano astral” había toda clase de personas, gente vestida con taparrabos, niños, ancianos. Me sentía perdida y usualmente empezaba a correr, a querer salir de allí. Pero solo lo lograba cuando me tranquilizaba, cuando me sentaba en aquel suelo que era suave e inexistente. Intentaba respirar y olvidarme de todo.

En esos momentos mi alma bajaba al suelo terrenal. Y esa noche no era diferente de las demás. Aunque nunca había terminado allí. Me encontraba en puerto, cerca del agua, a apenas unos centímetros de distancia, parecía muy cristalina, pero no podía ver mi reflejo. Bueno, en realidad si podía, si era como en los espejos, cuando me concentraba lo suficiente, mi cuerpo sentía el pasto bajo los pies, mi cuerpo se envolvía en un vestido largo y rosado y empezaba a volverme corpórea, pero en esos instantes no quería, me sentía incómoda cuando hacía eso y ahora mismo deseaba pasear y saborear la noche en penas.

Me levanté de un salto y como una pluma quedé levitando hasta volver a tocar el piso y empecé a caminar, mirando al cielo y a las estrellas, todo era ridículamente extraño y bonito. Porque no me acordaba mucho de cuando estaba viva, pero en efecto las cosas no eran tan entretenidas antes. El paso duró bastante, pero en todo el camino sentí la presencia de alguien, como si me estuviesen observando. Quizá era idea mía, aunque no estaba segura de poder tener esa clase de presentimientos. Como fuese, llegué a un pequeño puente de madera, allí los marineros solían sentarse y pasar tardes enteras esperando pescar algo enorme y sabroso. Me senté en un costado de ese lugar, dejando que mis delgados pies se sumerjan al agua, se sentía fresco pero obviamente no estaba mojada. Empecé a mover los pies, el agua temblaba débilmente, como si me sintiera y las suaves cosquillas provocaron que una risita suave y destellante saliera de mis labios. — ¿Y si me subo a un barco? ¡Ah! Quiero tirarme, ¡lo hare! — Insistí y apreté el borde de la madera con ambas manos, entrecerrando los ojos, preparándome para saltar. Pero una pequeña sombra me detuvo, abrí aquellos ojos azules intensos que tenía, como los de un gato merodeador y busqué en todas las direcciones posibles. De haber estado viva, estaría asustada. Pero, ¿a que podría temerle estando muerta?

“Nada podría lastimarme ahora, solo una presencia que me haga sentir bien, que me haga pasar al otro lado y desaparecer para siempre.”

por **Flóki1** Vie Feb 28, 2014 11:57 pm

¿Recuerdas Odín, los viejos tiempos cuando mezclamos nuestra sangre?
Entonces prometiste que no te servirían cerveza si no había para ambos.

El día anterior a ese estuve “caminando” por el puerto en su búsqueda, la había visto ya varias veces antes pero nunca por ahí, siempre era en otros lugares a los que yo debía ir… lo que por supuesto me parecía injusto. Quería que por una vez fuera ella quien me visitara en mi casa. El puerto es mi casa desde que lo decidí así. Tengo un jardín con peces y estrellas de mar y un patio trasero con botes pequeños que dejan que las olas los muevan de un lado y a otro; y barcos más grandes cuya función era destruir las familias que habitaban dentro de esas aguas. Antes también fui uno de ellos, pero en nuestro caso era necesario, no teníamos nada más que comer cuando viajábamos y pese que mi tripulación prefería alimentarse de mujeres y alcohol, a veces el estómago reclamaba y en ese caso una sopa del pescado que sea que hubiesen podido obtener siempre les parecía bien. No es que extrañe aquellos años, eran tiempos complicados y llenos de problemas que empañaban la visión general de un mundo que en ese entonces creía ancho y ajeno pero que ahora me parece más bien pequeño y absolutamente mío.

No he podido escuchar su nombre pero la he bautizado como Sigyn. ¡Ja! Puedo reírme cada vez en que pienso en llamarla de ese modo. Estoy seguro que ella ni siquiera sabe por qué pensé en esa diosa apenas la vi, pero Sigyn está formado por las palabras sigr que significa "victoria" y vina que quiere decir "amiga". Y yo quiero que esa mujer sea mi "amiga de la victoria", mi amiga -o tal vez algo más- que me lleve a al fin sentirme victorioso. No es que no me sintiera de ese modo antes pero he cometido tantos errores en mi larga vida que apenas apareció esa mujer en mi vida supe que si he caído tantas veces es para que ella me levante y para que no permite que vuelva a caerme. ¿Será posible que pueda sentirme de ese modo? La verdad es que lo desconozco. Los siglos vagando con la tierra me han entregado conocimientos del mundo, de las nuevas tecnologías que se han creado, de lo fácil que es ahora ir de un lado a otro, pero aún no son capaces ni siquiera los tecnólogos de la inquisición, de descubrir cómo es que es posible amar a alguien a primera vista. ¡Y Odin sabe que yo a esa mujer la amaría a primera, segunda y con todas mis vistas!

Me acerco a ella pero no puedo hacerme corpóreo, estoy nervioso por su presencia y sólo floto queriendo quizás tocarla o esperar que note mi presencia. Lo ha hecho y ahora es ella quien luce quizás incómoda. Nuevamente he estropeado todo. ¡Ay Flóki cuándo aprenderás! Diría mi madre, pero yo quiero seguir siendo un ignorante de ella, porque quiero perderme en su cuerpo para aprender de memoria cada detalle de su piel. Si tan sólo pudiera… y lo consigo. ¡Lo consigo! Y me muestro a ella haciendo una reverencia que espero no la asuste. Una fantasma asustada de otro fantasma. ¿Dónde se ha visto algo similar? Ya lo pensé antes, somos el uno para el otro, nadie podría negarlo ni aunque estuviera en el tablón de un drakkar esperando ser lanzado a las aguas más peligrosas. —Buenas mademoiselle… —quiero impresionarla con mis conocimientos del francés, que soy bruto pero no tanto. —Mi nombre es Flóki y estoy a su servicio para lo que desee — espero realmente que ella malinterprete mis palabras. Y que sea el långskip que me lleve a navegar en aguas desconocidas.

El abedul tiene ramas de verdes hojas;
Loki lleva el tiempo del engaño.

por **Theodore Morandé** Miér Mar 05, 2014 9:29 am

“Encubrir las cicatrices con maquillaje, esconder el dolor con una sonrisa, borrar los recuerdos con la memoria.”

Era algo increíble pensar que alguna vez había sido una persona de clase alta, eso es lo que decían cuando escuchaba hablar de mí, en los corredores o en las reuniones de alto rango. Que era una muchacha de familia aristocrática y que pronto me casaría, que “era una pena haber terminado así”. Y era evidente que eso o era una mentira o yo siquiera lo sabía o simplemente lo había olvidado y no quería a ese hombre ni un poquito. Como fuese, me sentía, si es que de verdad podía sentir, como una mujer de clase media o hasta quizá baja. Libre en lo que podía ser una mujer y un fantasma, quería tirarme en aquella enorme e infinita pileta frente a mis ojos, aunque sabía que era el mar y el océano, pero era un lindo pensamiento. Llena de peces con los cuales podría jugar y divertirme. Pero claro que eso no pudo ser, nunca podía hacer lo que me proponía y la aparición de un hombre a mis espaldas lo arruinó de una forma extrañamente encantadora y placentera.

Sentí arder mis mejillas, nunca antes me habían propuesto algo así a la primera vista, o al menos eso recordaba. No pude hablar al instante, así que me levanté, sacudí mi ropa y la estiré, aunque ésta nunca se había arrugado. ¿Cómo podía arrugarse la ropa de un ente que simplemente era un rejunte de ectoplasma que se puede cambiar a gusto? Pero yo no lo sabía, apenas notaba que había muerto y simplemente vagaba perdida por los lugares del mundo. —Buenas noches Monsieur, no le había visto. — Inquirí mientras me acercaba un poco, lo normal para mí era saludar con un beso a cada lado del rostro, sobre las mejillas, pero no estaba segura de que fuese algo normal para quien no era de por allí, podía notar un francés demasiado perfecto para ser natural de la ciudad y sin el acento particular, de todos modos solo me quedé allí parada, frente a él, mirando esos extraños ojos que tenía. Eran grandes, parecían estar siempre asombrados y al mismo tiempo, cansados y algo melancólicos, debía haber vivido mucho tiempo o eso asimilé.

— Tú nombre es muy raro, ¿De dónde se origina? ¡Ah! Soy Éléonore, ¿vienes muy seguido por aquí? — Sentí que le preguntaba a qué hora iba por el pan con esa pregunta tan vulgar y cubrí mis labios soltando aquella risita incomprensible y algo demente. Pero intenté disimular todo lo que podía y me volví a girar, dándole la espalda, observando al cielo y al agua en un ínterin de simples segundos. — ¿A qué se refiere con para todo? Me morí hace poco… Así que creo que no tiendo, no entiendo nada. ¿Por qué seguimos aquí? Me sentía sola, estaba por entrar al agua, ¿me quieres acompañar? — Cambié rápidamente de tema, porque siempre había sido de ese modo, espontanea, cambiante y ligera. Intenté tomarle la mano pero le traspasé y bufé, mirándole a los ojos a la espera de algún movimiento. Me consideraba una mujer bella de rostro, aunque tenía un cuerpo delgado como el de un escarba dientes y fácil de quebrar. Bueno, por eso mismo ahora estaba muerta, pero yo no me preocupaba por agradar de físico, en realidad, en esos momentos el físico era lo que menos me importaba, porque no importaba como fuese, no podría cambiarlo jamás.

Volví a sonreírle, esta vez observando su puño y hombros, mostrando mis dientes alineados y acomodando los rizos rojos por sobre mis hombros, parecía que la energía se renovaba con él a mi lado. Quise volver a hablar, pero por alguna razón acallé, cubrí mis labios con pensamientos y me volteé de reojo, apuntando al agua a mis espaldas, deseando hacerme suavemente corpórea para meterme allí y poder salir como nueva, si es que se podía estarlo siendo solo un recuerdo de fantasma. Pocas veces había podido completar mi corporeidad y rara vez sentía las cosas como eran en realidad, se sentía más bien un cosquilleo y luego volvía a caer en lo habitual. No esperé demasiado a que me respondiera y busqué hacerme material caminando por aquella especie de península hasta el filo.

“Que la luna nos acompañe en el eterno destino de la muerte.”

por **Flóki1** Dom Abr 06, 2014 11:31 pm

Vuestros héroes están dispersos,
vuestra fortaleza flotante cae del cielo.
¿Dónde esta mi desventaja?

¡Si es tan linda que hasta parece de mentira! Me gustaría poder tocarla lentamente y aprenderme de memoria la cantidad de lunares que tiene o tocarla a medias para adivinar lo que me falta por conocer y luego también por completo para comprobar si he acertado. Creo que esa señorita no conoce el poder que tiene sobre mí. ¿Cómo podría conocerlo si ni siquiera me había visto antes? Estoy orgulloso de mi capacidad de ocultamiento, estuve varios días siguiéndola y nunca se dio cuenta de mi presencia. Quizás soy demasiado insignificante y ahora me mira sólo porque estoy frente a ella y no le quedan más opciones. Maldita suerte la mía. Debería tener aquel poder de Loki para transformar mi apariencia a voluntad, quizás doña Élénore –ahora conozco su nombre y puedo dejar de llamarla Sigyn- los prefiere más rubios o más altos o menos feos, como lo soy yo, y así podría ser más de su gusto. Quiero besarla cuando habla y mueve sus labios de fruta deliciosa, son como una manzanita madura muy jugosa y de un sabor dulce que se conoce con tan sólo mirarlo. Aunque por supuesto sería mejor probarlos y escucharlos decir “oh Flóki bésame más, dame de tus besos a cada instante”. Si tan sólo pudiera oírla susurrar mi nombre, toda mi existencia tendría sentido y la luz, esa luz de la que tanto hablan entre los fantasmas, aparecería y me llevaría al Valhalla.

—Mi bella dama, su servidor Flóki proviene de las tierras del norte, bastante lejanas y frías para quienes están acostumbrado al soleado verano de estos lares… ¿le gusta el verano? Ya sabe, sentir la tierra caliente en los pies, mirar a los niños correr con la piel enrojecida… bueno, me imagino que usted recuerda mejor que yo como era realmente “sentir” eso y no sólo imaginarlo… ¿no? —me gusta hablarle mientras sonrío, que se de cuenta que aquel tema debe convertirse en algo casi tan trivial como hablar del clima. Me gustaría darle la mano y mostrarle el nuevo mundo que ambos podemos compartir pero ella se aleja. ¡Y no te vayas mi amada Éléonore! La veo al borde, casi tocando el agua. Mi mujer desconoce los peligros que pueden esconderse en lo profundo de ese mar que parece en calma, yo los he visto, los conocí en carne propia y es por eso que me acerco a ella y la tomo de la cintura aunque todo lo que consigo es atravesar su cuerpo. Tengo que proteger al amor de mi no-vida. Tengo que hacerlo porque aunque ella no lo sabe aún, yo también soy el amor de su no-vida. Tan sólo imaginar el resto de la eternidad acariciando esos rizos encendidos me calienta la sangre que no poseo y me hace querer cosas que desde mucho tiempo atrás no deseaba. Y es que no te tienes un pelo de tonto, Flóki. Podría decirme alguien.

Inspiro profundo y hasta imagino el aroma suave y a flores silvestres que pienso ella debía tener. Mujeres como Élénore pueden ser la copia misma de Skaði, quién colocó una víbora sobre la cabeza de Loki de modo que el veneno goteara sobre su cara o la reproducción de Sigyn, quién se sienta junto a él y recoge el veneno de la serpiente en un cuenco de madera. ¡Entonces elegí bien su nombre! Mi amada es una Sigyn, aunque estoy seguro que ella no dejaría caer el líquido tóxico sobre mi rostro, a menos claro que me lo mereciera. —Creo tener las respuestas a sus preguntas pero también creo que lo primero que tenemos que hacer es alejarnos de la orilla… ¿O es que usted cree que se siente muy bien estar en el mar pero sin poder tocar el agua? Es como mirar la boca sabrosa de una persona a la que te mueres por besar pero no poder hacerlo… —lo digo deteniéndome en sus labios de caramelo que al mismo tiempo me producen una risa que podría escucharse en todos lados si es que alguien nos prestara atención. —En lo primero que trabajaremos será en su capacidad para ser corpórea, ¿lo ha logrado? ¿Ha podido siquiera hacerlo por algunos minutos? —justo al terminar la frase mi cuerpo se hace sólido y sólo en los bordes puede hacerse notoria la diferencia entre otros y yo. —¿Ve? No es tan difícil como parece. —

La libertad es la gran mentira de la vida,
una vez aceptéis eso... en vuestro corazón.
Conoceréis la paz.

por **Theodore Morandé** Dom Abr 13, 2014 11:50 pm

“Un gracioso sonido cantor, que palpita entre los latidos de mi mente y me acelera el corazón.”

Era sorprendente poder conversar finalmente con alguna persona, no es que lo estuviese deseando desde hacía tanto tiempo, pero estaba sola y amargada los últimos días que hasta había pensado en meterme en alguna de esas casas de donde salían muchos gritos, para acompañar a aquella alma errante a ahuyentar a los vecinos, quizá eso fuese un poco más emocionante que vagar por los caminos sin rumbo fijo. Como fuese, aquel hombre de mirada extraña y rostro un tanto deprimido, llamaba despampanantemente mi atención. ¿Lo había visto antes? Mi memoria me fallaba, alzaba el puño y lo apoyaba contra mi cien, mirando al cielo, intentando recordarle de algún lugar, quizá entre las personas de arriba, por algún lado lo había visto, esos ojos apenas hundidos y la mirada devota de un extranjero. Pero su sonrisa torcida y su mandíbula pronunciada y firme, me recordaba a uno de esos hombres que tanto buscaban las mujeres, sin demasiado frufrú, pero con la modestia necesaria. Quise reír de mis propios pensamientos, pero era obvio que se lo tomaría un poco mal, es decir, ¿quién no se tomaba mal que se rían de si? — ¿El norte? ¿Y por qué está en esta parte del mundo? ¿E-eh… mi estación preferida? —

Mirando hacia arriba, esperé que la respuesta salte a mi cabeza y pueda responderla correctamente. Recordaba que en el verano transpiraba, me acaloraba, me bajaba algo que se llamaba “presión”, los desmayos eran demasiado cotidianos según mi tabla de recuerdos, así que negué y me cruce de brazos. — Invierno o primavera, esas estaciones son mejores. Aunque claro… Quizá ahora me empiece a gustar el verano, sentirlo nunca me daba placer, ya sabe, el calor me sofocaba, pero seguramente ahora siquiera lo sienta. Debería venir conmigo a recorrer las calles del centro de Paris, hay cosas interesantes para ver, de vez en cuando… Pero cuando no las hay muevo alguna cosa sin que me puedan ver y siempre hacen algún escandalo! — Resoplé con una risita y cubrí mis labios rosados con picardía, era realmente divertido ver a las personas perdiendo la cabeza cuando una manzana pasaba flotando por el aire y era solo yo con ella en las manos y siendo invisible a ojos corrientes. Todo eso era muy entretenido, pero ¿hasta cuanto seguiría de ese modo? Realmente me empezaba a volver “mas” loca cada vez que pensaba en el pasar del tiempo. Moví la cabeza a los lados y di un paso más hacia atrás, sintiendo el filo del muelle a mi espalda. Y fue al instante que quise tirarme hacia allí, que aquel hombre se acercó con esa compostura singular, deteniéndome en el tiempo, aunque no en el cuerpo.

— Oh, yo de verdad quería meterme al agua… Mmmm~ Es cierto, no sentiré nada, que mal… ¡Yo de verdad quería! — Dejando que el silencio abarcara las sensaciones luego de mis palabras, miré hacia abajo y sus labios color caoba se acercaron a mí. Si se rozaban con los míos, sería mi primer beso fantasmal y seguramente no lo sentiría. ¡Qué cosa más triste era existir de este modo! Y aun así saboreé mis labios, mordiéndome el inferior, mientras mis cejas coloradas se elevaban sobre mi frente y una risa tonta escapó por segunda vez. Me separé del borde, tal como me lo habían reclamado. — La verdad, es que antes tampoco me metía al mar, nunca me dejaban y ahora nadie me ve, nadie me nota, entonces, pensaba en que podría cumplir ese sueño tonto que tenía. ¿Cómo es la sensación del mar y el agua en el cuerpo? No la recuerdas, ¿o sí? — Con curiosidad, me acerqué un poco, observaba sus expresiones, como si fuese un hombre antiguo, quizá un guerrero muerto en guerra o un pirata ahorcado. Apoyé las manos sobre las ajenas y las traspasé, quise gritar, pero me aguanté la ira con los ojos abiertos, comiéndose el mundo. Pero fueron esas mismas las palabras que me apaciguaron y calmaron mi temblante.

— Creo que una vez lo hice, porque alguien me gritó y me asusté, caí hacia atrás sobre un puesto de manzanas y lo hice caer todo, pero luego desaparecí, fue tenebroso, sentí mucho miedo, así que intenté que no sucediera nunca más, aunque en otro momento también creo que lo volví a hacer, pero no sé... — Quise abrazarme y apegarme para estar unida como suela de zapato, pero solo fui capaz de mantenerme al marguen, a apenas centímetros de su cuerpo. Observé el cambio lento de su piel, el brillo se asemejaba al del hielo y lentamente lo cubría hasta los bordes, donde se difuminaba extrañamente. Me causó algo de pánico y curiosidad sentir aquel extraño calor y me acerqué rápidamente y con ganas, pero solo lo traspasé y caí al suelo, con ambas manos a los lados de mi cabeza. Las lágrimas brotaron de mis ojos con furia y jadeé. — ¡Esto es horrible! Bueno, lo intentaré… Ayúdame — Cerré los ojos y me levanté de ese modo, esperando que algo sucediera, apretando mis puños mientras acumulaba las fuerzas para hacer que mi cuerpo tomara solidez. No supe si estaba haciéndolo, yo solo hacía fuerzas con los ojos cerrados, frente a la espalda del otro, ya que no sabía si se había volteado, lo único que sabía era que él podría ayudarme a existir con propiedad y le busqué, alzando las manos, esperando poder tocar su piel, sus hombros en algún momento, para poder aferrarme, como si no hubiese un final.

“Y junto a ti, para que la eternidad no me aterre más.”

por **Flóki1** Miér Mayo 07, 2014 12:55 am

¡Tantas preguntas y tanta eternidad que aún nos queda para responder a todas ellas! ¿Puede caber más alegría en mi corazón? Estoy feliz, extasiado, completa y tremendamente entusiasmado con ser la fuente de su información. Quiero que averigüe todo lo que pueda gracias a mí, que no queden en ellas más dudas y que al fin, después de largos días en que lo nuestro sea la conversación y el descubrimiento, nos miremos a los ojos y con sonrisas cómplices cargadas de secretos que sólo nosotros conoceremos, quiero que justo ahí una sus labios a los míos y susurre con esa voz dulce de mujer enamorada que luego tendrá, que es feliz de estar a mi lado, que sólo yo puedo ser quien la acompañe en este nuevo camino. ¿Estoy pidiendo demasiado? Tengo miedo de que mi amada luego encuentre otros fantasmas más experimentados, más guapos, menos fantasmales y que sepan cómo enseñarles las cosas de las que yo no soy capaz por estar mirando sus labios en vez de escuchar sus palabras. —Estar en el mar es como un día eterno de mucha lluvia, es como lavarse todo al mismo tiempo y no por sectores… es como entrar en una bañera con agua helada y cosas en su interior… — mi explicación se pierde con la distancia que pone entre nosotros.

La veo partir, alejarse y siento la dificultad que posee de hacerse solida tal como yo lo he hecho. Le estoy dando la espalda pero puedo saber dónde está, cómo se mueve su rostro e incluso el nivel de preocupación y concentración que le pone a todo esto. Es hermosa, simplemente adorable y por sobre todo también admirable. ¿Cómo no admirar a quien le pone tanto empeño en conseguir algo? Y esa es mi mujer. Sólo mía y sin opciones de ser compartida. A ratos me dan ganas de mentir y decirle que no existen más fantasmas en el mundo, que estamos sólo nosotros dos y que por lo mismo es que es aún más necesario que permanezcamos juntos, inseparables pese a todo. Pero no puedo, quiero que crea y confíe en mí, finalmente lo que quiero es que me ame porque ella decida hacerlo y no por una obligación o porque simplemente no le queda otra. La miro por sobre mi hombro y su ceño arrugado me hace caminar hasta ella y tocarlo para suavizar su piel y evitar que luzca enojada. Es corpórea pero se nota a simple vista la debilidad de su nueva característica. Pude tocarle la piel y sé que tengo apenas unos segundos antes de que ella pierda la concentración y vuelva a ser un ente que vaga sin rumbo. Si tan sólo supieras lo mucho que te amo Éléonore…

Mi cabeza se inclina y rozo sus labios, realmente hacemos contacto y aprovecho para insistir con ese beso y lograr que sea un poco más que sólo un leve toque entre ambos. El tiempo corre en mi contra, lo sé. La tomo por la cintura y me siento como el más afortunado de los dioses. Benditos sean todos, bendito sea Thor y su furia que masacró el drakar en el que viajé y que logró mi muerte. Bendita sea mi muerte que ahora me otorga tanta vida. Ella está entre mis brazos, en mis labios y soy yo quien interrumpe el contacto por miedo a que salga corriendo y no comprenda qué es lo que sucede ahí. —No se desconcentre, querida mía, no pierda el camino o terminaré perdiéndola a usted. —La aferro con más fuerzas, sus bordes son mucho más difusos que los míos y el mayor indicativo de que pronto volverá a ser como antes. Todo ocurre demasiado rápido, demasiado veloz para lo que mi deseo oculto y no tanto desea. Quiero pedirle consejos a un vidente, hacer un sacrificio a los dioses, rogar para que Loki me guíe pero nada de eso puede realizarse en apenas unos segundos. Es el fin y la dejo ir, cierro los ojos y evito darme cuenta si ha vuelto a ser lo de antes o ahora ya es capaz de mantener por más tiempo esa condición. No creas que recién te conozco, mi amor, llevo esperando toda la vida por ti y sólo por eso es que no soy capaz de controlarme más, no quiero tampoco hacerlo. —¿Qué pasa si le digo que soy un gran creyente en el amor a primera vista? ¿Me creería si le digo que deseo que usted vuelva a pasar delante de mis ojos para enamorarme también a segunda, tercera y cuarta vista? —

por **Theodore Morandé** Dom Mayo 11, 2014 11:25 pm

“No, no quiero encontrar, no quiero luchar más. Déjame escapar de esta eternidad”

¡Él daba respuestas tan divertidas y extrañas! Lo miré, lo observé de arriba abajo como un millón de veces en un solo segundo. Pude entender eso que vagamente recordaba que me decían unas mujeres cuando estaba viva. “Cuando encuentres al hombre de tu vida, el tiempo perderá sentido”. Cuánta razón ellas tenían, pero él no podía ser eso, yo no podía encontrar a un ser amado en la mitad de la muerte -mitad porque aún seguía en la tierra-, no tenía sentido, aunque mi corazón que estaba sin palpitar me decía que sí, que él daría todo por mí. Y yo siempre había querido que lo den todo por mí, que me amen hasta el cansancio y que luego sigan haciéndolo sin rehinchar demasiado. Asentí despacito cuando me dijo las características del agua, del mar y de todo mi cuerpo sumergido en él. Estaba ansiosa por poder estar allí en el agua. Así que intenté un montón de veces hacerme de carne y hueso. Él lo hacía perfectamente, parecía un humano y sentí como si estuviese vivo. Si pudiésemos estar así por mucho tiempo, ¡hasta podríamos ir a caminar por el parque mientras todos nos ven de la mano! Me sonrojé, si es que realmente podía hacerlo, pero de no poder, seguro hice una clase de ilusión que hizo que mis mejillas se vean rosadas.

¿Es que él no pararía de hacerme sentir como una pequeña cosa que estaba intentando llegar a algún lado en concreto sin encontrar el camino? Cuando me alejaba, le veía a los ojos y entendía que estaba enojado, como si me hablara sin palabras. Y cuando me acercaba estaba como en otra dimensión. Decidí que la última manera era mucho más sensacional y me quedé contra él, una cabeza y un poco más por debajo. Pude sentir por unos momentos su piel, si infalible sensación áspera y reseca, como la piel que cualquier hombre de verdad debería tener. Y como lentamente se consumía la sensación y empezaba a desesperarme, me apretaba, tensaba mis músculos y me mantenía en ese mundo por un poco más de tiempo. Yo estaba tan concentrada, que no pude notar cuando Floki que agarró entre sus brazos. Ese nombre que me resultaba tan extraño y a la vez familiar, es como si lo hubiese estado esperando. Como sea, recuerdo perfectamente sus brazos envolviéndome, sus labios se acercaban y un hambre incapaz de ser controlada subía por mi perfecto y concreto estómago. La sensación es rara, como si no fuese real, pero abro los ojos con sorpresa y apenas mis labios tiemblan y mis ojos producen una capa de lágrimas que se va difuminando hasta provocar que todo mi cuerpo se desarme y vuelva a traspasarlo todo.

— Lo siento, espera, lo volveré a hacer. Que tonta soy. Es que, es que… ¡Me haz desconcentrado! — Le culpé con vergüenza y apreté los puños, aun estando contra él. Riéndome sinfónicamente cuando él escupe sus palabras y yo tiemblo incapaz de sentir algo más profundo que eso. Jadeo y niego, no me podía perder más de lo que estaba. Aunque era algo extraño, me encontraba perdida, pero al mismo tiempo estaba allí, en un lugar muy cómodo y tranquilo. La luz que cada tanto aparecía en mi costado pero yo era incapaz de agarrarla no estaba presente. Pero eso me daba paz, una paz extrapolar. — No me voy a perder, y si me pierdo ¡Por favor encuéntreme y no me deje salir sola por allí que me sentiré muy triste! — Reproché y le acusé, para pronto sonreírle con cada uno de mis dientes a la vista y lentamente volví a hacerme físicamente tocable. Allí estaban mis bordes un poco menos difusos, como si el sentimiento que tenía hubiese salido entre risitas para ayudarme a estar con él. Bajé mis manos para aferrarme a las ajenas, las miré curiosamente, en tanto escuchaba lo que él tenía para decirme. Le tironeé muy despacito, solo para que me acompañara al borde, tironeé un poquito, le di a entender que quería sentarme y pensé en la respuesta que debería darle.

Yo en verdad creía en esas cosas, pero no me sentía capaz de decirlas tan abiertamente así que me senté primero, mis pies se sumergieron en el agua. Aún recordaba el toque de sus abrazos y me brillaba la piel de la vergüenza, empecé a patear el agua, no con fuerzas, sino un movimiento de ida y venida que hacia suaves olas que golpeaban unas con otras. Levanté la mirada y acaricié la madera que estaba al costado mío. — Siéntese conmigo señor~ Te contaré que también creo en algunas cosas como aquellas. Pero me da pena decirlas así. ¡Tú no tienes vergüenza! ¿Sería tan malo pasar frente a ti muchas veces hasta que te duela el amor? — Con el dedo índice hice círculos en la madera, de repente sentí que empezaba a difuminar los bordes de mi materialidad, pero fruncí el entrecejo y se detuvo aquel titileo. Alcé las manos y esperé por él. Sentí el embriaga miento de la satisfacción envolverme. — Aún quiero meterme en el agua… ¿Por favor? ¿Me acompañas? — Solo un poco más, yo ya quería volver a besarlo.

“Es que me haces tan bien que me da pena y no creo merecerlo.”

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