AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Buscando a Nemo // Privado - Höor y Floki
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Buscando a Nemo // Privado - Höor y Floki
Cada vez que intentaba dormir, aquel lugar la arrollaba como un huracán, revolvía todo su ser y arremolinaba el conocimiento que se había aparecido por primera vez aquella fatídica noche en la que el brujo se cruzara en su camino. No había nada peor que los hechiceros oscuros, que aquellos que le deseaban atormentar a la gente y asediaban su suerte. Y el azar cruel y retorcido había decidido que en el camino de Oana se cruzara él con su sed maligna. Desde aquella puesta de sol que no había vuelto a ser la misma.
Ahora, cuando sus párpados caían, una ciudad inundada se aparecía en sus sueños. Mensajes crípticos, lenguas muertas, símbolos perdidos y una palabra que se repetía como un encantamiento: Atlantis. Con esas sílabas murmurándose desde unos carnosos y humedecidos labios, el cuerpo de la muchacha se arquea, retuerce y convulsiona. Su mente lucha contra una invasión que no anhela, su pensamiento reclama salir a flote y expulsar toda esa información que no necesita, que sobra. Más la gárgola que en ella anida no le permite conseguirlo, la doblega, la somete y la silencia con su pesada garra de piedra sujetándola del cuello. Se ahoga con su propia lengua que se hincha y torna azul mientras unas marcas amoratan su piel bajo el yugo de una zarpa invisible para el resto.
Con un grito sordo despierta sobresaltada. Su dermis perlada con un sudor frío, pálida, excepto por aquellas señas que han quedado plasmadas alrededor de su garganta. Se toca la zona, duele. Sus orbes, ahora de un color aguamarina translúcido, son como dos espejos que reflejan todo aquello que ante sus ojos se muestra. No se puede buscar en ellos lo que ella siente o piense, como una muñeca, sus ocelos no expresan nada. Mas el temblor de sus dedos y el tartamudeo cuando intenta hablar de nuevo, dejan claro el estado de pánico en el que se encuentra.
Su obsesión con las visiones la había llevado a suplicar a su tío que le permitiera viajar al norte, a tierras de un amigo suyo, en busca de alguien que pudiera llevarla en busca de aquello que necesitaba. Sabía que hacía poco Robert Fulton había construido algo parecido a un barco que se podía sumergir y aguantaba veinticuatro horas hundido en el agua. Pero no bajaba más de diez metros, eso no le servía, aunque como base estaba bien. Necesitaba alguien con una mente más abierta, con muchas ideas y que estuviera tan loco como ella para llevar a cabo la travesía. Y era bien sabido que en Akershus había tantos locos como guerreros. Tal vez alguno fuera capaz de coger el diseño de Fulton y convertirlo en algo mucho mejor. Debía intentarlo al menos. Así que con el permiso de Damon y una escolta, fue enviada a tierras norteñas a encontrarse con el conde Cannif que sería su guardián y guía en la zona. Si alguien podía decirle con quién hablar, ese era el hombre, el que conocía a su pueblo, al que todos acudían. Y ahora, como tantos otros, Oana también lo hacía.
Cuando llegaron a las murallas que rodeaban la ciudadela, los caballos se detuvieron y reclamaron que alguien les atendiera. La joven estaba dentro del carruaje, cubierta, no podía salir hasta que el sol se pusiera y aún faltaba cerca de una hora. No tenía muy claro si el rey de Rumanía había puesto al tanto al que debía recibirla o si tendrían problemas en su primer encuentro con la maldición pétrea que la muchacha sufría.
Ahora, cuando sus párpados caían, una ciudad inundada se aparecía en sus sueños. Mensajes crípticos, lenguas muertas, símbolos perdidos y una palabra que se repetía como un encantamiento: Atlantis. Con esas sílabas murmurándose desde unos carnosos y humedecidos labios, el cuerpo de la muchacha se arquea, retuerce y convulsiona. Su mente lucha contra una invasión que no anhela, su pensamiento reclama salir a flote y expulsar toda esa información que no necesita, que sobra. Más la gárgola que en ella anida no le permite conseguirlo, la doblega, la somete y la silencia con su pesada garra de piedra sujetándola del cuello. Se ahoga con su propia lengua que se hincha y torna azul mientras unas marcas amoratan su piel bajo el yugo de una zarpa invisible para el resto.
Con un grito sordo despierta sobresaltada. Su dermis perlada con un sudor frío, pálida, excepto por aquellas señas que han quedado plasmadas alrededor de su garganta. Se toca la zona, duele. Sus orbes, ahora de un color aguamarina translúcido, son como dos espejos que reflejan todo aquello que ante sus ojos se muestra. No se puede buscar en ellos lo que ella siente o piense, como una muñeca, sus ocelos no expresan nada. Mas el temblor de sus dedos y el tartamudeo cuando intenta hablar de nuevo, dejan claro el estado de pánico en el que se encuentra.
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Su obsesión con las visiones la había llevado a suplicar a su tío que le permitiera viajar al norte, a tierras de un amigo suyo, en busca de alguien que pudiera llevarla en busca de aquello que necesitaba. Sabía que hacía poco Robert Fulton había construido algo parecido a un barco que se podía sumergir y aguantaba veinticuatro horas hundido en el agua. Pero no bajaba más de diez metros, eso no le servía, aunque como base estaba bien. Necesitaba alguien con una mente más abierta, con muchas ideas y que estuviera tan loco como ella para llevar a cabo la travesía. Y era bien sabido que en Akershus había tantos locos como guerreros. Tal vez alguno fuera capaz de coger el diseño de Fulton y convertirlo en algo mucho mejor. Debía intentarlo al menos. Así que con el permiso de Damon y una escolta, fue enviada a tierras norteñas a encontrarse con el conde Cannif que sería su guardián y guía en la zona. Si alguien podía decirle con quién hablar, ese era el hombre, el que conocía a su pueblo, al que todos acudían. Y ahora, como tantos otros, Oana también lo hacía.
Cuando llegaron a las murallas que rodeaban la ciudadela, los caballos se detuvieron y reclamaron que alguien les atendiera. La joven estaba dentro del carruaje, cubierta, no podía salir hasta que el sol se pusiera y aún faltaba cerca de una hora. No tenía muy claro si el rey de Rumanía había puesto al tanto al que debía recibirla o si tendrían problemas en su primer encuentro con la maldición pétrea que la muchacha sufría.
Oana- Realeza Francesa
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 26/04/2018
Re: Buscando a Nemo // Privado - Höor y Floki
La misiva de Damon me sorprendió, no tanto porque no mantuviéramos contacto de forma continua pues o su hija o el mio estaban en tierras contrarias, si no porque en esta ocasión no era para preguntarme por como les iba a el feliz matrimonio, o los clanes de lobos y la interminable guerra que acontecía en Akershus, si no que pedía un favor, alojamiento para su sobrina.
Con todo lujo de detalles me explico lo complicada que era la situación de la dama, al parecer estaba perturbada, su mente era frágil como el cristal, las pesadillas se acontecían con cada vez mas frecuencia, ademas se negaba a que la luz del sol rozara su tez, según Damon debía respetar esa decisión o podría entrar en convulsiones. Los médicos no le habían dado grandes esperanzas para ella, solo que le permitiéramos una vida lo mas...”apacible” posible aunque a veces lo que pidiera fuera una locura era mejor no discutir en demasía mientras no implicara ningún riesgo para su vida.
La desesperación del alfa lo llevo a pensar que en mi caso sería mas capaz de hacerme cargo de ella, él era estricto y no dejaba de colisionar uno con otro como violentas rocas.
Aquel día el carruaje se adentró hasta las mismas puertas y pedí a las doncellas tupidas mantas con las que salí a su encuentro de la doncella
-¿Me permite? -susurré cubriendo su cuerpo por completo -os juro que ni un rayo de luz rozara vuestro cuerpo.
Sin mas la cargué sobre mi hombro como un saco, mi sonrisa se ladeó al escuchar su pequeño grito, creo que ni de lejos esperaba que mi reacción fuera esa, pero Akershus estaba lleno de locos, yo mismo creo que en parte lo era. Enfrentábamos a Randulf cada día, portábamos espadas a nuestras espaldas y los dioses formaban parte de nuestro día a día, así que ¿por que negarle la concesión de que solo la luna acariciara su piel?
La descargué en le interior del palacio, en el norte el sol no solía ser el astro rey, de normal estaba nublado, el tiempo era tempestuoso y la noche siempre ganaba la partida al día, así que deduzco que era el mejor lugar para esa mujer.
Bajé las mantas y ahora si nuestros ojos chocaron, los suyos sorprendidos, los míos divertidos.
-Bienvenida al norte señorita, espero que encuentre en mi casa su hogar, le pondré al corriente de todo cuanto necesite, pero le avisaré sobre algo, aquí nadie vive como una princesa, aquí desde el primero al ultimo de los integrantes de la fortaleza colaboran con aquello que mejor se les da y es obligado aprender a esgrimir armas, al menos de forma “útil para la defensa” estamos en guerra -sentencié.
La joven miraba alrededor, Niels y Einar entraban corriendo uno detrás del otro seguramente por alguna de esas miles de trifulcas que tenían, se esquivaban y reían tratando de darse puñetazos que no alcanzaban al otro.
-Son dos de mis hijos, ya te acostumbraras, en el norte no nos caracterizamos por ser muy “tibios”
Al final se cruzaron con Dogmar la cocinera, que rodillo en mano les atizo en el trasero para que se estuvieran quietos, Niels le mando un beso en el aire y Einar le hizo un calvo antes de volver a salir ambos corriendo ahora escaleras arriba.
-No me pagan conde lo suficiente para aguantar las partes nobles de tus hijos -dijo la cocinera al pasar por mi lado con esa sonrisa que se gastaba.
Me encogí de hombros riéndome antes de proseguir con la explicación para la joven.
-He preparado para ti una guardilla, es la zona menos iluminada, no tiene ventanas mas allá de un pequeño ojo de buey, así que espero puedas acomodarte allí, eres libre de adaptarlo a tus gustos.
Con todo lujo de detalles me explico lo complicada que era la situación de la dama, al parecer estaba perturbada, su mente era frágil como el cristal, las pesadillas se acontecían con cada vez mas frecuencia, ademas se negaba a que la luz del sol rozara su tez, según Damon debía respetar esa decisión o podría entrar en convulsiones. Los médicos no le habían dado grandes esperanzas para ella, solo que le permitiéramos una vida lo mas...”apacible” posible aunque a veces lo que pidiera fuera una locura era mejor no discutir en demasía mientras no implicara ningún riesgo para su vida.
La desesperación del alfa lo llevo a pensar que en mi caso sería mas capaz de hacerme cargo de ella, él era estricto y no dejaba de colisionar uno con otro como violentas rocas.
Aquel día el carruaje se adentró hasta las mismas puertas y pedí a las doncellas tupidas mantas con las que salí a su encuentro de la doncella
-¿Me permite? -susurré cubriendo su cuerpo por completo -os juro que ni un rayo de luz rozara vuestro cuerpo.
Sin mas la cargué sobre mi hombro como un saco, mi sonrisa se ladeó al escuchar su pequeño grito, creo que ni de lejos esperaba que mi reacción fuera esa, pero Akershus estaba lleno de locos, yo mismo creo que en parte lo era. Enfrentábamos a Randulf cada día, portábamos espadas a nuestras espaldas y los dioses formaban parte de nuestro día a día, así que ¿por que negarle la concesión de que solo la luna acariciara su piel?
La descargué en le interior del palacio, en el norte el sol no solía ser el astro rey, de normal estaba nublado, el tiempo era tempestuoso y la noche siempre ganaba la partida al día, así que deduzco que era el mejor lugar para esa mujer.
Bajé las mantas y ahora si nuestros ojos chocaron, los suyos sorprendidos, los míos divertidos.
-Bienvenida al norte señorita, espero que encuentre en mi casa su hogar, le pondré al corriente de todo cuanto necesite, pero le avisaré sobre algo, aquí nadie vive como una princesa, aquí desde el primero al ultimo de los integrantes de la fortaleza colaboran con aquello que mejor se les da y es obligado aprender a esgrimir armas, al menos de forma “útil para la defensa” estamos en guerra -sentencié.
La joven miraba alrededor, Niels y Einar entraban corriendo uno detrás del otro seguramente por alguna de esas miles de trifulcas que tenían, se esquivaban y reían tratando de darse puñetazos que no alcanzaban al otro.
-Son dos de mis hijos, ya te acostumbraras, en el norte no nos caracterizamos por ser muy “tibios”
Al final se cruzaron con Dogmar la cocinera, que rodillo en mano les atizo en el trasero para que se estuvieran quietos, Niels le mando un beso en el aire y Einar le hizo un calvo antes de volver a salir ambos corriendo ahora escaleras arriba.
-No me pagan conde lo suficiente para aguantar las partes nobles de tus hijos -dijo la cocinera al pasar por mi lado con esa sonrisa que se gastaba.
Me encogí de hombros riéndome antes de proseguir con la explicación para la joven.
-He preparado para ti una guardilla, es la zona menos iluminada, no tiene ventanas mas allá de un pequeño ojo de buey, así que espero puedas acomodarte allí, eres libre de adaptarlo a tus gustos.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Buscando a Nemo // Privado - Höor y Floki
Cuando el conde apareció y se coló en el interior del carruaje con aquellas gruesas mantas con las que la envolvió como si fuera un pequeño ciervo recién nacido cuya madre había sido derribada por un cazador, no pudo evitar quedarse atónita y sin comprender. ¿Por qué no había abierto las puertas para que los caballos entraran hasta las caballerizas? ¿No hubiese sido eso mucho más lógica que cargarla cual saco de patatas sobre su hombro, tapada con aquellas pieles? Antes de bajar, la cabeza de Oana chocó con la parte superior de la puerta y dejó escapar un grito que, al parecer, Höor había interpretado como una sorpresa o queja por el modo en que la cogió. Que si bien no era de lo más normal, después de cinco años en el manicomio, ya pocas cosas sorprendían a la dama.
Aún se tocaba la cabeza cuando la descargó en el interior de palacio y observó a su alrededor. -Gracias por el transporte extra.- No le iba a decir lo sencillo que hubiese resultado hacer lo que a ella se le había ocurrido, pues aunque su cabeza no estuviera cuerda, seguía siendo una dama de la realeza francesa y, como tal, aún recordaba lo que eran las buenas formas. Aunque pronto descubrió que allí eso se estilaba poco, al menos para los hijos del conde que corriendo como niños a pesar de estar ya entraditos en años, se peleaban y uno de ellos hasta le mostró el trasero a una señora que por el arma que portaba en mano, debía ser la cocinera. La joven abrió bastante los ojos, aunque no se ruborizó ni gritó, a fin de cuentas en el psiquiátrico había llegado a ver a hombre corriendo completamente desnudos por los pasillos, intentos o logros de suicidio, persecuciones cuchillo en mano y otras tantas cosas que dejaban un mero calvo en una nimiedad. Con las cejas arqueadas, fijó su mirada en los ojos del hombre que, una vez más, le hablaba a ella. -Agradezco el cuidado que ponéis en que esté protegida del sol, deduzco que mi tío os habrá puesto al día, aunque no creo os haya contado toda la verdad, pues no le habríais creído.- Ella no se andaba con secretos, ya la tildaban de loca en toda Francia, llevaba ese título con orgullo junto a su cargo de realeza, así que poco le importaba que allí en el norte fuera tratada también como una chalada, lo que tendría más mérito aún que hacerlo en un lugar como París. -Y no os preocupéis, sé luchar, pero si queréis ponerme a prueba o enseñarme cosas que no sepa, estaré encantada de aprender.- Una amplia pero extraña sonrisa se dibujó en los labios de la doncella que arremangándose la falda del vestido, dirigió sus pasos hacia las escaleras. -Muéstreme el camino a mi estancia, quisiera revisar unas cosas y, también, hablar con vos a solas.-
Aún se tocaba la cabeza cuando la descargó en el interior de palacio y observó a su alrededor. -Gracias por el transporte extra.- No le iba a decir lo sencillo que hubiese resultado hacer lo que a ella se le había ocurrido, pues aunque su cabeza no estuviera cuerda, seguía siendo una dama de la realeza francesa y, como tal, aún recordaba lo que eran las buenas formas. Aunque pronto descubrió que allí eso se estilaba poco, al menos para los hijos del conde que corriendo como niños a pesar de estar ya entraditos en años, se peleaban y uno de ellos hasta le mostró el trasero a una señora que por el arma que portaba en mano, debía ser la cocinera. La joven abrió bastante los ojos, aunque no se ruborizó ni gritó, a fin de cuentas en el psiquiátrico había llegado a ver a hombre corriendo completamente desnudos por los pasillos, intentos o logros de suicidio, persecuciones cuchillo en mano y otras tantas cosas que dejaban un mero calvo en una nimiedad. Con las cejas arqueadas, fijó su mirada en los ojos del hombre que, una vez más, le hablaba a ella. -Agradezco el cuidado que ponéis en que esté protegida del sol, deduzco que mi tío os habrá puesto al día, aunque no creo os haya contado toda la verdad, pues no le habríais creído.- Ella no se andaba con secretos, ya la tildaban de loca en toda Francia, llevaba ese título con orgullo junto a su cargo de realeza, así que poco le importaba que allí en el norte fuera tratada también como una chalada, lo que tendría más mérito aún que hacerlo en un lugar como París. -Y no os preocupéis, sé luchar, pero si queréis ponerme a prueba o enseñarme cosas que no sepa, estaré encantada de aprender.- Una amplia pero extraña sonrisa se dibujó en los labios de la doncella que arremangándose la falda del vestido, dirigió sus pasos hacia las escaleras. -Muéstreme el camino a mi estancia, quisiera revisar unas cosas y, también, hablar con vos a solas.-
Oana- Realeza Francesa
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 26/04/2018
Re: Buscando a Nemo // Privado - Höor y Floki
La doncella actuaba de forma impertérrita a las barbaries de mi prole, supongo que pese a ser una “reina” en el exilio, en el manicomio había visto cosas peores.
Según Oana ella sabía luchar, no sabía en que punto de su vida había aprendido, mas si así era me alegraba, le vendrían bien esos conocimientos para estos lares y de no ser así ,si solo era otra de sus locuras, aquella actitud decidida a aprender le venía muy bien.
-Acompáñeme señorita -le pedí indicándole con mi diestra que pasará delate para subir los escalones.
Una vez arriba caminamos a través de los largos corredores hasta alcanzar la pequeña guardilla oscurecida que iluminé con la lampara de aceite que colgaba de una de las paredes.
-Es aquí, la he mandado limpiar y el armario esta vació, no es gran cosa pero es cuanto tenemos disponible, últimamente Akershus tiene superpoblación, como sabes estamos en guerra, así que, se hace lo que se puede.
La joven asintió paseando su mirada por la austera habitación, ladeé la sonrisa al ver como deslizaba los cuatro dedos por un escritorio de madera envejecido. Sobre el papel, tinta y secante.
-Según tu tío te gusta escribir, así que, he dejado todo dispuesto para ello.
Elaine ha sido informada de tu llegada y en breve vendrá a visitarte al igual que su marido, mi hijo ¿lo conoces?
No me había pasado desapercibido el comentario dicho, según ella no conocía toda la verdad, pero algo me decía que pronto la sabría.
-¿y bien?¿que eso que Damon no me ha contado? ¿una enfermedad quizás?
Seguramente sería otro de sus desvaríos, mas quería escucharla.
Decía querer hablar conmigo y no veía el problema para ello.
-Dices necesitar hablar conmigo, aquí estoy, dime que necesitas y trataré de en la medida de mis posibilidades complacerte.
No tardé en darme cuenta que ya estaba tuteándola, pero la verdad es que aquí en Akershus todos nos tuteabamosy no pensaba que fuera necesario andarnos con florituras por muy de la realeza que fuéramos ambos.
Según Oana ella sabía luchar, no sabía en que punto de su vida había aprendido, mas si así era me alegraba, le vendrían bien esos conocimientos para estos lares y de no ser así ,si solo era otra de sus locuras, aquella actitud decidida a aprender le venía muy bien.
-Acompáñeme señorita -le pedí indicándole con mi diestra que pasará delate para subir los escalones.
Una vez arriba caminamos a través de los largos corredores hasta alcanzar la pequeña guardilla oscurecida que iluminé con la lampara de aceite que colgaba de una de las paredes.
-Es aquí, la he mandado limpiar y el armario esta vació, no es gran cosa pero es cuanto tenemos disponible, últimamente Akershus tiene superpoblación, como sabes estamos en guerra, así que, se hace lo que se puede.
La joven asintió paseando su mirada por la austera habitación, ladeé la sonrisa al ver como deslizaba los cuatro dedos por un escritorio de madera envejecido. Sobre el papel, tinta y secante.
-Según tu tío te gusta escribir, así que, he dejado todo dispuesto para ello.
Elaine ha sido informada de tu llegada y en breve vendrá a visitarte al igual que su marido, mi hijo ¿lo conoces?
No me había pasado desapercibido el comentario dicho, según ella no conocía toda la verdad, pero algo me decía que pronto la sabría.
-¿y bien?¿que eso que Damon no me ha contado? ¿una enfermedad quizás?
Seguramente sería otro de sus desvaríos, mas quería escucharla.
Decía querer hablar conmigo y no veía el problema para ello.
-Dices necesitar hablar conmigo, aquí estoy, dime que necesitas y trataré de en la medida de mis posibilidades complacerte.
No tardé en darme cuenta que ya estaba tuteándola, pero la verdad es que aquí en Akershus todos nos tuteabamosy no pensaba que fuera necesario andarnos con florituras por muy de la realeza que fuéramos ambos.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Buscando a Nemo // Privado - Höor y Floki
En cuanto el conde le indicó que se adelantara, ella lo hizo y pasó frente a él en dirección ascendente por las escaleras. La idea de la buhardilla no sonaba mal, le recordaba a su infancia a cuando jugaba al escondite y se ocultaba en la torre de palacio, donde había llegado a quedarse oculta hasta dos días, llevándose algunas provisiones por adelantado. A fin de cuentas, aquel era su cuarto secreto y cuando salía era porque se aburría de estar sola, no porque alguien la encontrara. Se apartó una vez arriba, permitiendo que fuera él quien abriera la puerta ya que era el anfitrión y ella la invitada. Mero protocolo, cortesía. Podía estar en el norte, entre vikingos, conocidos como bárbaros, pero es no haría que ella perdiera su respeto hacia otros. Había otras cosas más complicadas que dificultarían las cosas como para empezar por las fáciles.
Se coló en la habitación tras el conde, observando la cama, los muebles y el pequeño escritorio. Sonrió al ver el papel, la tinta y la plumilla. Sus orbes se elevaron hasta encontrarse con los de Höor. -Muchas gracias por todo. Con un sitio donde descansar era suficiente, agradezco la deferencia con mi afición por la escritura.- Apartó la silla con cuidado de no arrastrar las patas y se sentó, acariciando la madera vieja del escritorio con ambas manos a los lados del pequeño montón de papel que reposaba en el centro. -Mi enfermedad ya la conocéis. Bueno, más bien conocéis lo que sabe toda Francia.- Elevó el rostro, girando un poco para encontrarse, una vez más, con los orbes del amigo de su tío. -Dicen que estoy loca.- Sonrió sin sentirse para nada ofendida. Apoyándose en la mesa, se incorporó de nuevo y caminó hacia el armario para abrirlo. Estudió los cajones, estantes y el perchero. -¿Quién no enloquecería cuando, de la noche a la mañana, en su mente aparecieran los recuerdos milenarios de alguien que ha visto cambiar París desde lo alto de Notre Damme?- Hizo una breve pausa para ver si el contrario la seguía. No estaba siendo del todo clara, el ser algo críptica venía con su nueva cabeza, con aquello que la afligía. -¿Saben aquí en el norte lo que es una gárgola, conde?- Le enfrentó con calma, acomodándose una de las decoraciones que portaba en el pelo. -Porque si el sol toca mi piel, os aseguro que lo sabréis, pues un hechicero me maldijo una noche de hace cinco años y toda la sabiduría que albergaba una estatua, pasaron a mi cabeza. Normalmente estoy bien pero… a veces sufro alguna crisis y de ahí que me mandaran al hospital psiquiátrico.- Se encogió de hombros, como si estuviera hablando del clima. -Ah, casi lo olvido. Mi tío me mandó con vos porque necesito encontrar a alguien, a un inventor con la mente muy abierta, a un visionario... Y Damon dijo que no encontraría a un ingeniero más loco que a uno norteño.- Alzó sus cejas, esperando que el conde le diera la razón al rey de Rumanía y alegrara a la francesa, alimentando su esperanza.
Se coló en la habitación tras el conde, observando la cama, los muebles y el pequeño escritorio. Sonrió al ver el papel, la tinta y la plumilla. Sus orbes se elevaron hasta encontrarse con los de Höor. -Muchas gracias por todo. Con un sitio donde descansar era suficiente, agradezco la deferencia con mi afición por la escritura.- Apartó la silla con cuidado de no arrastrar las patas y se sentó, acariciando la madera vieja del escritorio con ambas manos a los lados del pequeño montón de papel que reposaba en el centro. -Mi enfermedad ya la conocéis. Bueno, más bien conocéis lo que sabe toda Francia.- Elevó el rostro, girando un poco para encontrarse, una vez más, con los orbes del amigo de su tío. -Dicen que estoy loca.- Sonrió sin sentirse para nada ofendida. Apoyándose en la mesa, se incorporó de nuevo y caminó hacia el armario para abrirlo. Estudió los cajones, estantes y el perchero. -¿Quién no enloquecería cuando, de la noche a la mañana, en su mente aparecieran los recuerdos milenarios de alguien que ha visto cambiar París desde lo alto de Notre Damme?- Hizo una breve pausa para ver si el contrario la seguía. No estaba siendo del todo clara, el ser algo críptica venía con su nueva cabeza, con aquello que la afligía. -¿Saben aquí en el norte lo que es una gárgola, conde?- Le enfrentó con calma, acomodándose una de las decoraciones que portaba en el pelo. -Porque si el sol toca mi piel, os aseguro que lo sabréis, pues un hechicero me maldijo una noche de hace cinco años y toda la sabiduría que albergaba una estatua, pasaron a mi cabeza. Normalmente estoy bien pero… a veces sufro alguna crisis y de ahí que me mandaran al hospital psiquiátrico.- Se encogió de hombros, como si estuviera hablando del clima. -Ah, casi lo olvido. Mi tío me mandó con vos porque necesito encontrar a alguien, a un inventor con la mente muy abierta, a un visionario... Y Damon dijo que no encontraría a un ingeniero más loco que a uno norteño.- Alzó sus cejas, esperando que el conde le diera la razón al rey de Rumanía y alegrara a la francesa, alimentando su esperanza.
Oana- Realeza Francesa
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 26/04/2018
Re: Buscando a Nemo // Privado - Höor y Floki
Höor:
Mis ojos se centraron en los de la joven reina, Damon me la había dejado a mi cuidado, pero nada me había explicado sobre la inverosímil historia que ahora me estaba narrando ¿gárgolas? ¿que cojones decía de gárgolas?
Seguramente en algo Damon tenía razón, el norte estaba lleno de locos, tal era así que una parte de mi la creía ¿como no hacerlo cuando había caminado entre dioses y estaba atado a la misma Hela, cuando el hijo de mi mejor amigo era Garm el perro del infierno y Böok era el mensajero del dios de caos ¿gárgolas? ¿por que no?
-Un visionario, el norte esta lleno de visionarios, somos un tanto peculiares, mas sin duda, Floki es tu hombre.
Los ojos de la gárgola se abrieron de par en par llenos de esperanza y en parte de incredibilidad pues creo estaba demasiado acostumbrada a que todos la trataran como una loca y quizás lo estaba ¿pero acaso yo no representaba la misma locura que esa mujer?
-Lo encontraras en puerto, no allí donde están los barcos anclados..búscalo en una cabaña En la parte donde el puerto se acaba, frente a la playa. Es el constructor de barcos, si bien es cierto Dani, la almirante, usa otros mas bélicos para enfrentar al enemigo, los de Floki son rápidos, ligeros, los hace como antaño, búscalo.
Floki:
Con el dedo en alto evaluaba la velocidad del viento, inquieto recorría la cubierta de mi navío de punta a punta con una risa algo enloquecida.
Me gustaba ese barco, era perfecto para sortear las inclemencias del tiempo y no comprendía porque Höor confiaba tanto en los barcos ingleses cuando yo podía construirle Drakkars bendecidos por los dioses.
Aplaudí cuando la levar la vela el viento la hincho y un par de saltos acompañaron mi alegría, apenas me quedaban unas cuantas reparaciones en el casco y podría probar a volar con este navío.
Mi idea era dejarme caer por una cascada, lograr que las velas actuaran como un paracaídas y que el viento pudiera sustentar el ligero barco y el peso de los tripulantes sin matarnos.
-Seremos pájaros -dije elevando la diestra con una sonrisa imitando como planeaban las águilas cuando abrían sus enormes alas.
Tenia que contarle mis progresos al conde, lo haría en cuanto supiera que funcionaba, solo tenía que encontrar unos cuantos valientes que junto a mi se lanzaran al vació mas absoluto y experimentaran el placer de ser dioses, aves o simplemente visionarios como nos llamaban en el norte.
Mis ojos se centraron en los de la joven reina, Damon me la había dejado a mi cuidado, pero nada me había explicado sobre la inverosímil historia que ahora me estaba narrando ¿gárgolas? ¿que cojones decía de gárgolas?
Seguramente en algo Damon tenía razón, el norte estaba lleno de locos, tal era así que una parte de mi la creía ¿como no hacerlo cuando había caminado entre dioses y estaba atado a la misma Hela, cuando el hijo de mi mejor amigo era Garm el perro del infierno y Böok era el mensajero del dios de caos ¿gárgolas? ¿por que no?
-Un visionario, el norte esta lleno de visionarios, somos un tanto peculiares, mas sin duda, Floki es tu hombre.
Los ojos de la gárgola se abrieron de par en par llenos de esperanza y en parte de incredibilidad pues creo estaba demasiado acostumbrada a que todos la trataran como una loca y quizás lo estaba ¿pero acaso yo no representaba la misma locura que esa mujer?
-Lo encontraras en puerto, no allí donde están los barcos anclados..búscalo en una cabaña En la parte donde el puerto se acaba, frente a la playa. Es el constructor de barcos, si bien es cierto Dani, la almirante, usa otros mas bélicos para enfrentar al enemigo, los de Floki son rápidos, ligeros, los hace como antaño, búscalo.
Floki:
Con el dedo en alto evaluaba la velocidad del viento, inquieto recorría la cubierta de mi navío de punta a punta con una risa algo enloquecida.
Me gustaba ese barco, era perfecto para sortear las inclemencias del tiempo y no comprendía porque Höor confiaba tanto en los barcos ingleses cuando yo podía construirle Drakkars bendecidos por los dioses.
Aplaudí cuando la levar la vela el viento la hincho y un par de saltos acompañaron mi alegría, apenas me quedaban unas cuantas reparaciones en el casco y podría probar a volar con este navío.
Mi idea era dejarme caer por una cascada, lograr que las velas actuaran como un paracaídas y que el viento pudiera sustentar el ligero barco y el peso de los tripulantes sin matarnos.
-Seremos pájaros -dije elevando la diestra con una sonrisa imitando como planeaban las águilas cuando abrían sus enormes alas.
Tenia que contarle mis progresos al conde, lo haría en cuanto supiera que funcionaba, solo tenía que encontrar unos cuantos valientes que junto a mi se lanzaran al vació mas absoluto y experimentaran el placer de ser dioses, aves o simplemente visionarios como nos llamaban en el norte.
Flóki- Humano Clase Alta
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Re: Buscando a Nemo // Privado - Höor y Floki
De estar cuerda, de ser una persona normal, le hubiese sorprendido que el conde no la tildara de loca, que confiara en su palabra de aquella manera y que, ante todo, no la encerrara considerándola un peligro para todos si es que sus chaladuras llegaban a ser ciertas porque, ¿qué podía hacer una gárgola? ¿Qué poder tendría? ¿Y su fuerza? ¿Dejaría de ser Oana para pasar a ser aquel ser extraño y milenario? Eran dudas que se podían responder fácilmente si el sol tocaba su piel, pero era un riesgo al mismo tiempo, aunque la otra opción era preguntarle a ella. Sin embargo, ninguna de aquellas cosas pasaron por la mente de la francesa, la cual estaba llena de ideas que, a primera vista, eran ilógicas. Números, dibujos, fragmentos de textos, sonidos indescifrables, enredado todo entere sí, confuso. Pero cuando podía tomarse tiempo para ir desgranando los pedazos y reconstruía los puzles, los resultados resultaban, en muchas ocasiones, apabullantes.
Los ojos de la muchacha se abrieron más, titilantes, en cuanto Höor le dio indicaciones para dar con un visionario que, tal vez, fuera capaz de ayudarla. Buscó con la mirada el pequeño ventanuco tapado con una tupida cortina y se mordió el labio. Aún había algo de sol, esperaría a que terminara la puestas de sol para ir en busca de ese tal Flóki. -Muchas gracias, le iré a ver esta misma noche. Y no os preocupéis por mí, no necesito escolta, he traído ropas adecuadas para mezclarme con el pueblo y, tal y como dije, sé defenderme.- No deseaba que yendo con comitiva asustaran al hombre que necesitaba confiara en ella.
El anfitrión la dejó a solas en su nueva estancia y ella se dedicó a acomodar las cosas en el armario y a cambiarse de ropa. Se puso prendas muy norteñas y una gruesa piel para cubrirse por encima de los hombros, aunque también tenía una tupida capucha peluda. Salió de la ciudadela en dirección al puerto y allí anduvo buscando la cabaña que el conde le había mencionado. Cuando llegó allí, fue a llamar a la puerta, pero esta estaba abierta dentro no había nadie. Arrugó la frente, entre confusa y decepcionada, girando sobre los talones para mirar a su alrededor a ver si encontraba a alguien a quien poder preguntarle por el visionario. Entonces localizó aquel navío que hacía cosas extrañas sobre las olas. Su forma era poco normal y el único hombre que podía ver a bordo, gracias a uno de sus “poderes” como gárgola con visión de águila, éste parecía danzar con los brazos abiertos como si planeara. Si alguien estaba loco allí y parecía tener ideas extrañas, era aquel vikingo. Sus pasos se encaminaron hacia allí con decisión. Se detuvo al final del muelle con las olas rompiendo violentamente contra éste, salpicando con fuerza y el viento voló su capucha, dejando al descubierto su cabeza, cuyos cabellos bañaba la luz de la luna. Aguardó allí a la llegada del barco con el porte típico de una reina, pero con la expresión en el rostro de una niña que acababa de descubrir un unicornio.
Los ojos de la muchacha se abrieron más, titilantes, en cuanto Höor le dio indicaciones para dar con un visionario que, tal vez, fuera capaz de ayudarla. Buscó con la mirada el pequeño ventanuco tapado con una tupida cortina y se mordió el labio. Aún había algo de sol, esperaría a que terminara la puestas de sol para ir en busca de ese tal Flóki. -Muchas gracias, le iré a ver esta misma noche. Y no os preocupéis por mí, no necesito escolta, he traído ropas adecuadas para mezclarme con el pueblo y, tal y como dije, sé defenderme.- No deseaba que yendo con comitiva asustaran al hombre que necesitaba confiara en ella.
El anfitrión la dejó a solas en su nueva estancia y ella se dedicó a acomodar las cosas en el armario y a cambiarse de ropa. Se puso prendas muy norteñas y una gruesa piel para cubrirse por encima de los hombros, aunque también tenía una tupida capucha peluda. Salió de la ciudadela en dirección al puerto y allí anduvo buscando la cabaña que el conde le había mencionado. Cuando llegó allí, fue a llamar a la puerta, pero esta estaba abierta dentro no había nadie. Arrugó la frente, entre confusa y decepcionada, girando sobre los talones para mirar a su alrededor a ver si encontraba a alguien a quien poder preguntarle por el visionario. Entonces localizó aquel navío que hacía cosas extrañas sobre las olas. Su forma era poco normal y el único hombre que podía ver a bordo, gracias a uno de sus “poderes” como gárgola con visión de águila, éste parecía danzar con los brazos abiertos como si planeara. Si alguien estaba loco allí y parecía tener ideas extrañas, era aquel vikingo. Sus pasos se encaminaron hacia allí con decisión. Se detuvo al final del muelle con las olas rompiendo violentamente contra éste, salpicando con fuerza y el viento voló su capucha, dejando al descubierto su cabeza, cuyos cabellos bañaba la luz de la luna. Aguardó allí a la llegada del barco con el porte típico de una reina, pero con la expresión en el rostro de una niña que acababa de descubrir un unicornio.
Oana- Realeza Francesa
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Re: Buscando a Nemo // Privado - Höor y Floki
Una mujer alada cayó sobre las aguas saldas del puerto, me alcé con los labios entreabiertos contemplando su pelo lacio, oscuro como la noche con tintes rojizos como los de un relámpago, ella...
Ambos nos inspeccionamos caminando hacia el otro, buscándonos, mi sonrisa se ensancho complacida, mis plegarías habían sido escuchadas y me las mandaba, Freya me mandaba a su Valquiria, ahora la mía.
-Eres la que me ayudara a volar -dije dando palmas complacido -te va a encantar.
Le di vueltas en circulo dando saltitos mientras la miraba girando la cabeza emocionado porque por fin los dioses habían entendido que necesitaba ayuda de Asgar.
-Veras, veras -dije tirando de ella como un loco hacía mi navío.
La chica parecía sorprendida, pero sus alas seguían replegadas, tenia que convencerla para que no se fuera, entendía su necesidad de recoger guerreros de la batalla, peor mi barco era mas importante que eso ahora mismo.
-Walaaaa -dije dando palmas cuando me detuve a la orilla señalando la rápida embarcación llena de velas.
Mi mano surcó el cielo con premura.
-Y con esto llegaré a Asgar ¿volara?
La joven me mirada como si no comprendiera, tenía que abrir la mente o no podría seguir mi plan.
-Veras, lo llevaremos rio arriba y nos lanzaremos por una cascada, entonces desplegaremos las velas de forma invertida y el aire se colara por ellas dejando el barco sus pendido ¿lo entiendes? Volaremos, volaremos grité dando de nuevo saltos emocionado antes de abrir los brazos como un pájaro y correr por su alrededor planeando -volaremos, volaremos ¿me sigues?
La chica guardó silencio, al ver su falta de entusiasmo me paré frente a esta, mi nariz rozó la suya cuando me acerqué mas a observarla.
-¿hay una valquiria ahí? -pregunté -me llamo Floki - ¿y tu?
Ambos nos inspeccionamos caminando hacia el otro, buscándonos, mi sonrisa se ensancho complacida, mis plegarías habían sido escuchadas y me las mandaba, Freya me mandaba a su Valquiria, ahora la mía.
-Eres la que me ayudara a volar -dije dando palmas complacido -te va a encantar.
Le di vueltas en circulo dando saltitos mientras la miraba girando la cabeza emocionado porque por fin los dioses habían entendido que necesitaba ayuda de Asgar.
-Veras, veras -dije tirando de ella como un loco hacía mi navío.
La chica parecía sorprendida, pero sus alas seguían replegadas, tenia que convencerla para que no se fuera, entendía su necesidad de recoger guerreros de la batalla, peor mi barco era mas importante que eso ahora mismo.
-Walaaaa -dije dando palmas cuando me detuve a la orilla señalando la rápida embarcación llena de velas.
Mi mano surcó el cielo con premura.
-Y con esto llegaré a Asgar ¿volara?
La joven me mirada como si no comprendiera, tenía que abrir la mente o no podría seguir mi plan.
-Veras, lo llevaremos rio arriba y nos lanzaremos por una cascada, entonces desplegaremos las velas de forma invertida y el aire se colara por ellas dejando el barco sus pendido ¿lo entiendes? Volaremos, volaremos grité dando de nuevo saltos emocionado antes de abrir los brazos como un pájaro y correr por su alrededor planeando -volaremos, volaremos ¿me sigues?
La chica guardó silencio, al ver su falta de entusiasmo me paré frente a esta, mi nariz rozó la suya cuando me acerqué mas a observarla.
-¿hay una valquiria ahí? -pregunté -me llamo Floki - ¿y tu?
Flóki- Humano Clase Alta
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Re: Buscando a Nemo // Privado - Höor y Floki
El hombre, el supuesto visionario, se acercaba a la francesa como si la acechara, ligeramente agachado, con los brazos arqueados y la mirada intensa, penetrando su cáscara de carne para intentar ver lo que anidaba dentro. Ella fue mucho más sutil, sus pasos lentos y gráciles, su rostro afable. Pero ante el comentario de Flóki, los ojos de la muchacha se entrecerraron y su cabeza fue inclinada ligeramente hacia un lado. -¿Cómo dices?- Hablaba un buen nórdico, aunque se le notaba el acento cuando pronunciaba las erres en algunas ocasiones, debido a todos los años que había pasado en París, entre finas damas y pomposos vestidos que a ella poco le importaban.
Dejó que el inventor la guiara, intentando seguirle el paso sin dar un traspiés en la poco estable pasarela que se adentraba en el agua, dejando la orilla atrás, notando los salpicones de agua provocados por las salvajes olas que, insistentemente, chocaban una y otra vez contra el muelle mientras ellos avanzaban por éste.
Cuando al fin se detuvieron y vio el navío que el ingeniero había construido, dio un paso más al frente, notando como las puntas de sus botas quedaban suspendidas en el aire y eran los talones los que la fijaban a algo, en teoría, firme. -¿Por qué ansías volar?- Giró a enfrentar los desorbitados ojos de aquel hombre que ahora la apartaba del borde y pegaba su nariz a la de ella. -¿Una valquiria? No, no soy una valquiria ni sé dónde hay una.- Se encogió de hombros, señalando con la diestra la embarcación, extendiendo el brazo con la capa de piel que la cubría. -¿Podrías hacer que nadara por debajo del agua?- Fue directa al grano, a lo que a ella le interesaba. Si había viajado hasta el norte, hogar de los bárbaros y de los locos, era porque necesitaba de alguien con una mente abierta, tanto como la suya, alguien que se creyera capaz de crear aquello que ella imaginara. Atlantis aguardaba su llegada y ya la había postergado mucho tiempo. Al fin libre, sin cadenas ni médicos empeñados en que estaba loca, era dueña de su destino, de su propia vida. Aunque no lo fuera de su cabeza o de los recuerdos que en ella navegaban a la deriva. -Si lo que quieres es volar, te ayudaré, pero antes debes ayudarme tú a sumergirme hasta lo más profundo del océano.- Prometió, sin tener claro si la gárgola cumpliría su parte del trato, porque cuando ésta tomaba el control de su cuerpo, la conciencia de Oana quedaba reducida a una pequeña parte de su existencia.
Dejó que el inventor la guiara, intentando seguirle el paso sin dar un traspiés en la poco estable pasarela que se adentraba en el agua, dejando la orilla atrás, notando los salpicones de agua provocados por las salvajes olas que, insistentemente, chocaban una y otra vez contra el muelle mientras ellos avanzaban por éste.
Cuando al fin se detuvieron y vio el navío que el ingeniero había construido, dio un paso más al frente, notando como las puntas de sus botas quedaban suspendidas en el aire y eran los talones los que la fijaban a algo, en teoría, firme. -¿Por qué ansías volar?- Giró a enfrentar los desorbitados ojos de aquel hombre que ahora la apartaba del borde y pegaba su nariz a la de ella. -¿Una valquiria? No, no soy una valquiria ni sé dónde hay una.- Se encogió de hombros, señalando con la diestra la embarcación, extendiendo el brazo con la capa de piel que la cubría. -¿Podrías hacer que nadara por debajo del agua?- Fue directa al grano, a lo que a ella le interesaba. Si había viajado hasta el norte, hogar de los bárbaros y de los locos, era porque necesitaba de alguien con una mente abierta, tanto como la suya, alguien que se creyera capaz de crear aquello que ella imaginara. Atlantis aguardaba su llegada y ya la había postergado mucho tiempo. Al fin libre, sin cadenas ni médicos empeñados en que estaba loca, era dueña de su destino, de su propia vida. Aunque no lo fuera de su cabeza o de los recuerdos que en ella navegaban a la deriva. -Si lo que quieres es volar, te ayudaré, pero antes debes ayudarme tú a sumergirme hasta lo más profundo del océano.- Prometió, sin tener claro si la gárgola cumpliría su parte del trato, porque cuando ésta tomaba el control de su cuerpo, la conciencia de Oana quedaba reducida a una pequeña parte de su existencia.
Oana- Realeza Francesa
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Re: Buscando a Nemo // Privado - Höor y Floki
Aseguraba no ser una valquiria y casi la creí por un momento, pero claro, los dioses ponían a prueba mi fe y yo la había visto descender de los cielos, era una valquiria y eso me hizo estallar en carcajadas dando palmas.
Los dioses querían ver mi lealtad, yo el mas cuerdo de todos sus súbditos, ensanché la sonrisa cuando me dijo que me ayudaría a volar, pero antes tenía que cambiar el rumbo de mi experimento.
-Volaré para ir al Valhalla, me llevaré a muchos conmigo -dije dando saltos mientras señalaba mi navío.
De repente me callé, mi semblante se volvió sombrío, pensativo mientras me rascaba la barba tirando de esta hacia los confines de la tierra.
-Bien, sumergiremos un barco -dije haciendo un gesto con la mano hacia abajo -solo hay que conseguir dos cascarones sin fugas, algo que no permita que el agua entre dentro del navío.
Me tapé la nariz antes de hablar -para no ahogarnos -dije estallando en carcajadas bajo la atenta mirada de esa mujer alada que nunca se reía.
Enarqué una ceja pensando ahora que estaba ante una valquiria.
-¿no estaré muerto no? -pregunté volviendo a acercarme a ella primero para olerla, olía a perfume y no a sudor y luego para olerme a mi mismo, si estaba muerto debería oler a muerto y bueno, mi olor no era como el de ella, apestaba peor no a muerto exactamente.
-No, estoy vivo -dije riéndome a carcajadas.
-Hundiremos una barco -canturreé -los dioses quieren viajar a Hel
De nuevo me callé para reflexionar sobre la mujer que me acompañaba.
-Y si eres una valquiria y no estoy muerto ¿vamos a follar? -apunté llevando mi mano a sus lacios mechones rojizos que se deslizaron entre mis dedos sucios.
-Oh si, claro que follaremos, eres mi valquiria
Me llevé la mano al paquete endurecido solo de pensarlo.
-¿cuanto tiempo me das? -pregunté dibujando con mis dedos mi bastarda sobre la tela del pantalón -esta noche me acompañaras a la taberna, has de decirles a todos la verdad, que los dioses te envían porque soy su elegido para surcar el mar.
Los dioses querían ver mi lealtad, yo el mas cuerdo de todos sus súbditos, ensanché la sonrisa cuando me dijo que me ayudaría a volar, pero antes tenía que cambiar el rumbo de mi experimento.
-Volaré para ir al Valhalla, me llevaré a muchos conmigo -dije dando saltos mientras señalaba mi navío.
De repente me callé, mi semblante se volvió sombrío, pensativo mientras me rascaba la barba tirando de esta hacia los confines de la tierra.
-Bien, sumergiremos un barco -dije haciendo un gesto con la mano hacia abajo -solo hay que conseguir dos cascarones sin fugas, algo que no permita que el agua entre dentro del navío.
Me tapé la nariz antes de hablar -para no ahogarnos -dije estallando en carcajadas bajo la atenta mirada de esa mujer alada que nunca se reía.
Enarqué una ceja pensando ahora que estaba ante una valquiria.
-¿no estaré muerto no? -pregunté volviendo a acercarme a ella primero para olerla, olía a perfume y no a sudor y luego para olerme a mi mismo, si estaba muerto debería oler a muerto y bueno, mi olor no era como el de ella, apestaba peor no a muerto exactamente.
-No, estoy vivo -dije riéndome a carcajadas.
-Hundiremos una barco -canturreé -los dioses quieren viajar a Hel
De nuevo me callé para reflexionar sobre la mujer que me acompañaba.
-Y si eres una valquiria y no estoy muerto ¿vamos a follar? -apunté llevando mi mano a sus lacios mechones rojizos que se deslizaron entre mis dedos sucios.
-Oh si, claro que follaremos, eres mi valquiria
Me llevé la mano al paquete endurecido solo de pensarlo.
-¿cuanto tiempo me das? -pregunté dibujando con mis dedos mi bastarda sobre la tela del pantalón -esta noche me acompañaras a la taberna, has de decirles a todos la verdad, que los dioses te envían porque soy su elegido para surcar el mar.
Flóki- Humano Clase Alta
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Re: Buscando a Nemo // Privado - Höor y Floki
Aquel hombre demostraba con cada una de sus palabras, sus gestos y el rápido movimiento de sus ojos, que estaba loco de atar. Eso era bueno, cuanto más ido estuviera, menos dudaría de la visión de Oana y menos pegas le pondría al suicidio que suponía sumergirse en el mar.
Ladeó la cabeza, siguiendo con sus dos grandes orbes aquellos dedos sucios que se enredaban entre los mechones de su suave pelo y enarcó una de sus cejas ante las extrañas e inoportunas preguntas que de pronto salían de la boca ajena. -Te he dicho que no soy una valquiria, ¿lo has olvidado ya?- Fue a resoplar, pero un tremendo dolor la sobrevino, hincándola de rodillas en el muelle y con las dos manos sujetándose la cabeza, encorvó su cuerpo hasta parecer un caracol enroscado en sí mismo. Fueron únicamente unos segundos, pero el daño fue fulgurante. Jamás se acostumbraría a ello, aunque viviese mil años. Por suerte, era una humana y eso no ocurriría. Cuando pasó el rayo, dejó caer las palmas sobre los tablones y pasó de estar enroscada a arquear la espalda como un gato al estirarse, elevando el rostro hasta que el mentón quedó señalando al horizonte. Sus ojos se tornaron blancos, pero de un tono extraño, como si fueran de mármol. Seguidamente se desplomó de lado con los párpados cerrados y sin moverse. Ni siquiera su torso se hinchaba, no respiraba. Algo que nadie sabía, excepto Damon, era que aquello podía ocurrirle, muy de vez en cuando, cuando la mente de la gárgola tomaba el control de su cuerpo. Un cerebro milenario ocupando el espacio del de una mera humana era sumamente complicado y sometía a esa cabeza a un estrés inexplicable. De ese modo, el ser de piedra transmitía a su portadora un mensaje, pero le drenaba la energía necesaria para vivir, dejándola muerta durante varios minutos antes de que pudiera volver a recuperar la consciencia.
Durante aquellos instantes de conexión, imágenes, cálculos y sonidos inundaron el recuerdo de Oana, la cuál debería después recomponer el puzzle hasta descifrar lo que todo aquello significaba. Eran adivinanzas rebuscadas, pero, por suerte para ella, parte de la inteligencia que la maldición le traspasara, había quedado impresa en su existencia habitual como persona humana.
Ladeó la cabeza, siguiendo con sus dos grandes orbes aquellos dedos sucios que se enredaban entre los mechones de su suave pelo y enarcó una de sus cejas ante las extrañas e inoportunas preguntas que de pronto salían de la boca ajena. -Te he dicho que no soy una valquiria, ¿lo has olvidado ya?- Fue a resoplar, pero un tremendo dolor la sobrevino, hincándola de rodillas en el muelle y con las dos manos sujetándose la cabeza, encorvó su cuerpo hasta parecer un caracol enroscado en sí mismo. Fueron únicamente unos segundos, pero el daño fue fulgurante. Jamás se acostumbraría a ello, aunque viviese mil años. Por suerte, era una humana y eso no ocurriría. Cuando pasó el rayo, dejó caer las palmas sobre los tablones y pasó de estar enroscada a arquear la espalda como un gato al estirarse, elevando el rostro hasta que el mentón quedó señalando al horizonte. Sus ojos se tornaron blancos, pero de un tono extraño, como si fueran de mármol. Seguidamente se desplomó de lado con los párpados cerrados y sin moverse. Ni siquiera su torso se hinchaba, no respiraba. Algo que nadie sabía, excepto Damon, era que aquello podía ocurrirle, muy de vez en cuando, cuando la mente de la gárgola tomaba el control de su cuerpo. Un cerebro milenario ocupando el espacio del de una mera humana era sumamente complicado y sometía a esa cabeza a un estrés inexplicable. De ese modo, el ser de piedra transmitía a su portadora un mensaje, pero le drenaba la energía necesaria para vivir, dejándola muerta durante varios minutos antes de que pudiera volver a recuperar la consciencia.
Durante aquellos instantes de conexión, imágenes, cálculos y sonidos inundaron el recuerdo de Oana, la cuál debería después recomponer el puzzle hasta descifrar lo que todo aquello significaba. Eran adivinanzas rebuscadas, pero, por suerte para ella, parte de la inteligencia que la maldición le traspasara, había quedado impresa en su existencia habitual como persona humana.
Oana- Realeza Francesa
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Re: Buscando a Nemo // Privado - Höor y Floki
Me había cargado a la Valquiria ¿pero como? Algún mal aire? ¿quizás los dioses vengativos? ¿o que Midgard no era lugar para tan bellos seres y este había permanecido en tierra demasiado tiempo.
Menuda mierda de mensajero me mandaba Odin que no era capaz de seguir vivo hasta darme toda la información que necesitaba para cumplir su comanda. Miré el barco con el que pretendía volar con cierto fastidio y luego a la valquiria muerta y otra vez al barco, a la mierda, ahora tenia que sumergir un barco..adiós a mis sueños de surcar el cielo y llegar al Valhalla sin la necesidad de estar muerto.
Enarque una ceja viniendoseme a la mente el siguiente fatídico pensamiento, Höor. Si descubría me había cargado no sabía bien como tan valioso ser de seguro me caería una buena, eso por no hablar de su “novia” que bien podría hacerme andar por el cañón del barco ese infernal que tenia y usarme como cañon para reventar el culo del de las almorranas.
En fin, que lo mas sensato era deshacerme del cuerpo y simular que esta reunión nunca se había producido.
Ladeé la sonrisa dando saltos alrededor de la valquiria porque mi mente había llegado a una inteligente idea ¿y si la despeñaba desde el acantilado? Si, eso, así diría que bajaba del valhalla y le habían fallado las alas. ¿Habrían valquirias defectuosas? Estaba claro que esta lo estaba.
Cargué de inmediato con ella, donde yo vivía no era una zona frecuentada y estaba llena de desfiladeros, le diría a Höor que los dioses querían darme un mensaje peor que la mujer alada nunca llego con vida a pisar Midgard.
En mi mente todo encajaba así que en cuento ascendí lo suficiente como para justificar su muerte empujé su cuerpo con total calma aplaudiendo por su caída ya que eso solucionaba mi problema en mayor medida.
Mi sorpresa vino cuando el ser alado desplegó sus alas y volvió a ascender como un resorte.
-De nada por salvarte la vida -dije tratando de disimular que mi intención distaba mucho de tal afirmación.
Lo camufle con una sonrisa ladeada -bien, es vamos a la taberna y les dices a todos lo importante que soy para los dioses, lo mucho que me deseas y como vamos a hacer juntos el primer “submarino” de la historia.
Menuda mierda de mensajero me mandaba Odin que no era capaz de seguir vivo hasta darme toda la información que necesitaba para cumplir su comanda. Miré el barco con el que pretendía volar con cierto fastidio y luego a la valquiria muerta y otra vez al barco, a la mierda, ahora tenia que sumergir un barco..adiós a mis sueños de surcar el cielo y llegar al Valhalla sin la necesidad de estar muerto.
Enarque una ceja viniendoseme a la mente el siguiente fatídico pensamiento, Höor. Si descubría me había cargado no sabía bien como tan valioso ser de seguro me caería una buena, eso por no hablar de su “novia” que bien podría hacerme andar por el cañón del barco ese infernal que tenia y usarme como cañon para reventar el culo del de las almorranas.
En fin, que lo mas sensato era deshacerme del cuerpo y simular que esta reunión nunca se había producido.
Ladeé la sonrisa dando saltos alrededor de la valquiria porque mi mente había llegado a una inteligente idea ¿y si la despeñaba desde el acantilado? Si, eso, así diría que bajaba del valhalla y le habían fallado las alas. ¿Habrían valquirias defectuosas? Estaba claro que esta lo estaba.
Cargué de inmediato con ella, donde yo vivía no era una zona frecuentada y estaba llena de desfiladeros, le diría a Höor que los dioses querían darme un mensaje peor que la mujer alada nunca llego con vida a pisar Midgard.
En mi mente todo encajaba así que en cuento ascendí lo suficiente como para justificar su muerte empujé su cuerpo con total calma aplaudiendo por su caída ya que eso solucionaba mi problema en mayor medida.
Mi sorpresa vino cuando el ser alado desplegó sus alas y volvió a ascender como un resorte.
-De nada por salvarte la vida -dije tratando de disimular que mi intención distaba mucho de tal afirmación.
Lo camufle con una sonrisa ladeada -bien, es vamos a la taberna y les dices a todos lo importante que soy para los dioses, lo mucho que me deseas y como vamos a hacer juntos el primer “submarino” de la historia.
Flóki- Humano Clase Alta
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Re: Buscando a Nemo // Privado - Höor y Floki
Para cuando recuperó la consciencia, su cuerpo se despeñaba por un acantilado. La gárgola tomó el control del cuerpo porque la situación era extrema y el único modo en que podían sobrevivir ambas era de ese modo. Unas enormes alas de piedra se desplegaron, elevando la figura hasta alcanzar los cielos. Las nubes se convirtieron en su escudo cuando la luna plateada bañó su figura marmolada. Giró en el aire para, tras calcula el descenso, caer en picado en dirección al hombre que acababa de intentar deshacerse de ella mientras estaba inconsciente. Justo antes de impactar contra el suelo, hizo un giro de ciento ochenta grados y abrió de nuevo sus alas para frenar, terminando por posarse sobre las garras. Allí, frente a aquel visionario, aquel loco demente, aquel casi asesino, se encontraba una enorme estatua de piedra que debería encontrarse en los altos muros de Notre Dame en vez de en Akershus. -¿Quién te desea, mortal?- Quiso saber la gárgola, moviendo sus grandes zarpas de mármol por el terreno, dejando unas impresionantes huellas en éste a cada paso que daba, girando alrededor del chiflado que no dejaba de decir tonterías.
El ser milenario observaba al espécimen que tenía allí frente a sus orbes de roca, mas lejos de lo que pudiera parecer, eran capaces de ver, analizar e incluso de leer un alma si así se lo proponía la criatura. Sin embargo, no le interesaba conocer los entresijos de aquel pobre demente como espíritu, sino si sería capaz de llevar a la joven noble hasta su meta. -Dices muchas banalidades, hombre, pero te ves capaz de construir el navío, ¿cierto?- Estiró su brazo izquierdo, rozando la mejilla foránea con una de sus garras frías, cortando la piel de manera suave e indolora, recogiendo así una muestra de la sangre del impuro que la gárgola se llevó a la lengua marmórea. La herida se curó al instante, como por arte de magia, mientras la prodigiosa mente inmortal de la criatura, estudiaba la genética del visionario. Paladeó con cuidado, antes de fijar de nuevo sus ojos sin pupila en Flóki. -Cuida de la chica o la próxima vez que nos veamos, no será para estudiarte.- Las alas envolvieron a la enorme escultura y para cuando se abrieron, ya sólo quedaba el diminuto cuerpo de Oana, antes de que las extremidades planeadoras desaparecieran, escondiéndose en su espalda como si se clavaran entre los omóplatos, pero sin dejar señal alguna de su existencia. -¿Qué ha ocurrido?- Como el sol no había salido, no pensó en la remota posibilidad de que, aquel loco visionario, hubiese descubierto su verdad. Se sentía desorientada y mareada. Se tocó la frente con la mano derecha, recogiendo restos de un sudor frío. -Creo que antes me he desmayado… ¿Dónde estamos?- Quiso saber, mirando a su alrededor.
El ser milenario observaba al espécimen que tenía allí frente a sus orbes de roca, mas lejos de lo que pudiera parecer, eran capaces de ver, analizar e incluso de leer un alma si así se lo proponía la criatura. Sin embargo, no le interesaba conocer los entresijos de aquel pobre demente como espíritu, sino si sería capaz de llevar a la joven noble hasta su meta. -Dices muchas banalidades, hombre, pero te ves capaz de construir el navío, ¿cierto?- Estiró su brazo izquierdo, rozando la mejilla foránea con una de sus garras frías, cortando la piel de manera suave e indolora, recogiendo así una muestra de la sangre del impuro que la gárgola se llevó a la lengua marmórea. La herida se curó al instante, como por arte de magia, mientras la prodigiosa mente inmortal de la criatura, estudiaba la genética del visionario. Paladeó con cuidado, antes de fijar de nuevo sus ojos sin pupila en Flóki. -Cuida de la chica o la próxima vez que nos veamos, no será para estudiarte.- Las alas envolvieron a la enorme escultura y para cuando se abrieron, ya sólo quedaba el diminuto cuerpo de Oana, antes de que las extremidades planeadoras desaparecieran, escondiéndose en su espalda como si se clavaran entre los omóplatos, pero sin dejar señal alguna de su existencia. -¿Qué ha ocurrido?- Como el sol no había salido, no pensó en la remota posibilidad de que, aquel loco visionario, hubiese descubierto su verdad. Se sentía desorientada y mareada. Se tocó la frente con la mano derecha, recogiendo restos de un sudor frío. -Creo que antes me he desmayado… ¿Dónde estamos?- Quiso saber, mirando a su alrededor.
Oana- Realeza Francesa
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Fecha de inscripción : 26/04/2018
Re: Buscando a Nemo // Privado - Höor y Floki
¿quien me desea? Esa chica ahora echa bicho de piedra con alas hacía preguntas muy raras.
-Pues me desea la escudera de la esquina de la taberna, tiene dos buenas perolas y también su prima, esta mellada pero dicen que así no la muerde cuando la chupa y también me desea...
La cara del ser monstruoso me decía que la pregunta no iban por esos derroteros peor es que yo no sabia hablar Valquirio.
-¿una duda? ¿por que ahora las valquirias os convertir en bichos de piedra? ¿eres algún tipo de hija de Golem y de valquiria? ¿y cuando follas es con esa forma? Lo digo porque en ese caso podemos olvidarnos de eso de mantener relaciones sexuales, no acabas de ser mi tipo.
Me hizo un corte algo que me hizo gruñir furibundo llevando mi mano a la empuñadura de mi bastarda, mas la herida cerró de inmediato así que perdoné su ofensa por esta vez, no quería que Höor me castigara por matar una valquiria golem vampiro, quizás era el único en su especie.
-¿comes cabras? -pregunté -tienes pinta de comer cabras -aseguré mientras le daba un par de vueltas para verla mejor.
La chica, bicho o lo que fuera parecía cansada de aguantarme así que me pidió que la cuidara y se esfumó dejando frente a mi su cuerpo humano que no recordaba nada. La chica goval, como la habia apodado “golem-valquiria” no era muy simpática probaría suerte con la humana.
-¿no te acuerdas? Estábamos besándonos y te has desmallado de lo mucho que te ha gustado ¿repetimos?
La humana negó con la cabeza, al parecer no se lo había tragado, claro que no vi la necesidad de decirle que la había tirado para librarme de su cuerpo por un acantilado así que me limité a sonreír con cara de no haber roto en mi vida un plato.
-¿taberna?
Tenia que pensar como sumergir un barco y desde luego si era de madera sería complicado, tenía que pesar lo suficiente como para permitirnos bajar, peor a su vez crear un interior donde el agua no penetrara y algo que impulsara el navío.
-Bien, mañana empezaremos a trabajar, vamos a necesitar forjar laminas de hierro y conseguir aislar el interior de agua, pero lo conseguiremos.
-Pues me desea la escudera de la esquina de la taberna, tiene dos buenas perolas y también su prima, esta mellada pero dicen que así no la muerde cuando la chupa y también me desea...
La cara del ser monstruoso me decía que la pregunta no iban por esos derroteros peor es que yo no sabia hablar Valquirio.
-¿una duda? ¿por que ahora las valquirias os convertir en bichos de piedra? ¿eres algún tipo de hija de Golem y de valquiria? ¿y cuando follas es con esa forma? Lo digo porque en ese caso podemos olvidarnos de eso de mantener relaciones sexuales, no acabas de ser mi tipo.
Me hizo un corte algo que me hizo gruñir furibundo llevando mi mano a la empuñadura de mi bastarda, mas la herida cerró de inmediato así que perdoné su ofensa por esta vez, no quería que Höor me castigara por matar una valquiria golem vampiro, quizás era el único en su especie.
-¿comes cabras? -pregunté -tienes pinta de comer cabras -aseguré mientras le daba un par de vueltas para verla mejor.
La chica, bicho o lo que fuera parecía cansada de aguantarme así que me pidió que la cuidara y se esfumó dejando frente a mi su cuerpo humano que no recordaba nada. La chica goval, como la habia apodado “golem-valquiria” no era muy simpática probaría suerte con la humana.
-¿no te acuerdas? Estábamos besándonos y te has desmallado de lo mucho que te ha gustado ¿repetimos?
La humana negó con la cabeza, al parecer no se lo había tragado, claro que no vi la necesidad de decirle que la había tirado para librarme de su cuerpo por un acantilado así que me limité a sonreír con cara de no haber roto en mi vida un plato.
-¿taberna?
Tenia que pensar como sumergir un barco y desde luego si era de madera sería complicado, tenía que pesar lo suficiente como para permitirnos bajar, peor a su vez crear un interior donde el agua no penetrara y algo que impulsara el navío.
-Bien, mañana empezaremos a trabajar, vamos a necesitar forjar laminas de hierro y conseguir aislar el interior de agua, pero lo conseguiremos.
Flóki- Humano Clase Alta
- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 27/04/2018
Re: Buscando a Nemo // Privado - Höor y Floki
El vikingo intentó engañarla diciendo que se habían estado besando, sin embargo ella sabía que eso no podía ser cierto, así que negó de inmediato. Su educación le impedía decirle que le había mentido, pero no le iba a seguir ese extraño juego que se gastaba porque no venía a cuento y tampoco tenían tiempo. -¿Para qué quieres ir a la taberna?- Sabía que los norteños se pasaban las noches bebiendo, así que, en cierto modo, era extraño que no le hubiese encontrado en el bar en vez de hacerlo en el puerto, trabajando cuando el sol ya hacía un rato que se había ocultado en el horizonte. De tratarse de un hombre normal, también él hubiese sospechado de encontrarse a joven sola y extranjera caminando por los muelles en mitad de la noche. Mas su condición le impedía hacer vida normal de día, algo que, obviamente, no podía contarle al inventor.
Le escuchó después murmurar algo sobre unas láminas de acero, lo que captó más la atención de Oana que se aproximó un poco a él para escuchar mejor lo que decía. -¿Estás planeando ya cómo crear el navío capaz de sumergirse?- Sonrió, esperando que la respuesta a su interrogante fuera afirmativo. Tal vez lo del alcohol no fuera una mala idea después de todo, parecía que aquel tipo, que se le antojaba ya un poco loco -como si ella pudiera juzgar a nadie por estar mal de la cabeza con la de cosas que llenaban la suya- quizás trabajara mejor yendo un poco bebido, cuando se desinhibía el cuerpo y la mente, algo que sabía todo el mundo. -Está bien, vayamos a la taberna.-
Juntos se alejaron del mar, adentrándose a su vez en el pueblo. Las calles que bordeaban la zona eran estrechas y olían a pescado hasta marear, por lo que la francesa caminó cubriendo boca y nariz con la capa que portaba, sujetada con la diestra. -¿Ese barco que había en el agua, fue un encargo o algo que creaste por gusto?- Sentía curiosidad y los silencios siempre se le habían antojado bastante incómodos. Aunque su acompañante se reía solo de vez en cuando y farfullaba cosas incomprensibles, pero no le servía de mucho si no las entendía. Quería ser partícipe de la charla, además, si tenía que ayudarle con la creación del submarino, deberían pasar bastante tiempo juntos, así que era mejor conocerse y llevarse bien en la medida de lo posible.
Höor le había advertido que Flóki era un tipo peculiar y que, aunque en Akershus todos estaban más o menos locos, él era un caso particular. Aún así tenía lógica, todos los genios conocidos habían tenido siempre muchos problemas para que los comprendieran los demás, no importaba si eran científicos, músicos, pintores o cualquier otra cosa. La mayoría morían siendo considerados unos parias extravagantes y sólo tras su fallecimiento, se les reconocían abiertamente los méritos. Ella esperaba ser testigo de la genialidad de aquel hombre y poder valorarla en vida.
Le escuchó después murmurar algo sobre unas láminas de acero, lo que captó más la atención de Oana que se aproximó un poco a él para escuchar mejor lo que decía. -¿Estás planeando ya cómo crear el navío capaz de sumergirse?- Sonrió, esperando que la respuesta a su interrogante fuera afirmativo. Tal vez lo del alcohol no fuera una mala idea después de todo, parecía que aquel tipo, que se le antojaba ya un poco loco -como si ella pudiera juzgar a nadie por estar mal de la cabeza con la de cosas que llenaban la suya- quizás trabajara mejor yendo un poco bebido, cuando se desinhibía el cuerpo y la mente, algo que sabía todo el mundo. -Está bien, vayamos a la taberna.-
Juntos se alejaron del mar, adentrándose a su vez en el pueblo. Las calles que bordeaban la zona eran estrechas y olían a pescado hasta marear, por lo que la francesa caminó cubriendo boca y nariz con la capa que portaba, sujetada con la diestra. -¿Ese barco que había en el agua, fue un encargo o algo que creaste por gusto?- Sentía curiosidad y los silencios siempre se le habían antojado bastante incómodos. Aunque su acompañante se reía solo de vez en cuando y farfullaba cosas incomprensibles, pero no le servía de mucho si no las entendía. Quería ser partícipe de la charla, además, si tenía que ayudarle con la creación del submarino, deberían pasar bastante tiempo juntos, así que era mejor conocerse y llevarse bien en la medida de lo posible.
Höor le había advertido que Flóki era un tipo peculiar y que, aunque en Akershus todos estaban más o menos locos, él era un caso particular. Aún así tenía lógica, todos los genios conocidos habían tenido siempre muchos problemas para que los comprendieran los demás, no importaba si eran científicos, músicos, pintores o cualquier otra cosa. La mayoría morían siendo considerados unos parias extravagantes y sólo tras su fallecimiento, se les reconocían abiertamente los méritos. Ella esperaba ser testigo de la genialidad de aquel hombre y poder valorarla en vida.
Oana- Realeza Francesa
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 26/04/2018
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