Buscando una historia [Privado]

por **Antonella Giordano** Mar Mayo 03, 2011 10:33 pm

Tenía que conseguirme un trabajo de inmediato o seguiría vagando por las calles sin nada mejor qué hacer que beber, sobrevivir la resaca y buscar problemas y aunque para mi eso era considerado una vida buena, no pretendía volverme alcohólica y además comenzaba a aburrirme un montón. Todos los días lo mismo, levantarme de la cama con dolor de cabeza, comer algo no considerado comida por ninguna madre del mundo entero, darme un baño, ponerme alguno de mis trajes que odiaba y salir a buscar cosas qué hacer que siempre terminaban en turistear, beber o meterme en dificultades. ¿Dónde podría buscar un empleo?

Hoy había amanecido un día soleado y yo odiaba los días soleados así que se empezaba a sentir un dolor de cabeza que prometía volverse una migraña inolvidable así que pensar en dónde podía trabajar iba a terminar en un caso perdido total, mejor buscar algo qué hacer en un futuro cercano y luego irme a casa, o mejor aún, irme a casa de inmediato y olvidarme del dolor de cabeza. Adiós a mi paseo, adiós a mis buenas intenciones de buscar un trabajo, adiós a meterme en dificultades el día de hoy. Al menos el mundo estaría a salvo. Estaba por emprender mi camino hacia mi casa cuando algo interesante llamó mi atención, una tienda que no estaba antes, y no era cualquier tienda, era una tienda de libros. Una librería. ¿Hacía cuánto que no podía meter mis narices en la biblioteca de mi padre? Se sentían como siglos. Suspiré con nostalgia y me apresuré a entrar tanto que me enredé con los bajos de mi vestido, el escalón de la tienda y mis propios pies atrayendo el desastre inminente.

Todo fue en cámara lenta a partir de ahí. Estiré una mano para evitar la caída pero lo único que logré fue que la puerta se abriera de golpe armando el escándalo del siglo, mis pies se enredaron más en mi vestido y vi el descenso de mi mirada desde donde estaba parada, pasando a lo largo de las estanterías y llegando al suelo cuando mi barbilla se estampó con éste lo cual me hacía preguntarme: ¿Si todo había pasado en cámara lenta, cómo fue que no me dio tiempo de meter las manos? Blasfemé en voz alta y me quejé en voz aun más alta esperando sinceramente que nadie me hubiera visto, ¿para qué quería testigos de semejante despliegue de torpeza y estupidez?