Buscando lo perdido [Privado]

La desesperación no le dejaba pensar con claridad, por más que buscaba en su cabeza su vista recorría el lugar de extremo a extremo, la suite, contaba con 3 habitaciones todas con un baño privado además de un baño que estaba oculto tras una de las puertas, que eran varias closet donde aparte de más libro habían ropas, reliquias y una caja fuerte. Había dado orden de que nadie entrara ni siquiera a limpiar ya que no era necesario no había nadie y no necesitaba de aquello. Golpeo suavemente su cabeza contra la pared casi cayendo en la desesperación, su vida o al menos así lo pensaba, dependía de esa libreta. “Calma Marko, veras que esta en el lugar menos probable… Marko… ¡Marko!” pero ya era tarde el brujo con los ojos a la par se encontraba en sí mismo viendo el pasado pasar por su mete, necesitaba esa libreta así que se había ido al último día que la había visto. Su cuerpo se veía relajado pero si te acercabas al notarias en sus ojos que estaban dilatados mirando pero no observando nada, ido totalmente.

<<Llegaba el al hotel y subia como de costumbre, entraba y se iba al primer closet, ahí estaba el morral de cuero donde guardaba notas e indicios, pedazos de tela, algunas flores secas entre otras cosas. Luego iba al baño de su habitación dio una baño para relajar las tensiones y luego… se fue acostar pero antes de apagar la luz… sacaba del velador de la izquierda la libreta y con un lápiz se ponía a dibujar lo que en su visión había visto el cansancio fue más y se quedó dormido con la libreta ahí>> - ¡Ya sé dónde está! – dijo saliendo de la ensoñación en la cual transitoriamente estaba… “Tenemos una inusual compañía Marko, mientras tu andabas en tu búsqueda mira quien ha osado de entrar en nuestra habitación” Fue la respuesta que dio Eris, mientras el brujo giraba su cabeza y veía a un hombre en una posición bastante extraña.

Se levantó y se acercó al joven, no negaría que su curiosidad de saber cómo había entrado le atraía más que cualquier otra cosa, Eris en su cabeza analizaba al individuo solo como ella sabía hacerlo. “Es de día, así que no es vampiro… de rasgos asiáticos… vaya ¡otro!... pero su piel es mas cálida, no es una amenaza mientras no haya luna llena… así que estas a salvo Marko” Déjate de estupideces y mejor dime algo que me sirva. “Ese estuche tiene un violín, vamos que no soy adivina…” fueron las últimas palabras de Eris cuando inconscientemente el brujo tenía otra visión de igual forma voluntaria a la que tenía a continuación…. Todo se volvió más acelerado el tiempo era oro en ese momento y como un flash de imágenes ya tenía o al menos sabia el porqué de su presencia. - ¿Qué haces aquí? – de igual forma pregunto, no quería que lo tacharan de loco, pero de algo estaba seguro si lo que saliera a continuación de sus labios era una mentira… “¿Planes macabros?” No Eris… hay otras formas… una suave sonrisa se impregno en su rostro mientras estaba a tan solo dos pasos de la puerta y uno del cuerpo ajeno.

Sus manos aferraban el estuche como si su vida se encontrase dentro, los ojos cerrados, la cabeza gacha y su cuerpo se deslizaba por la puerta hasta llegar al suelo sentándose con las rodillas arriba. No se percató de nada, en momentos como ese era un pésimo Licán ya que desconectaba sus sentidos convirtiéndolo en un simple e indefenso humano -cosa que le ha traído problemas- Pero ¿Cómo controlarse si tan solo son cinco años de ser lo que es? un hombre que pierde el conocimiento cada noche que aquella belleza adorna los cielos con su andar plateado, un hombre que no siente remordimiento en cada asesinato cometido en su forma animal, alguien que ya no encuentra sentido en la vida y llega a ser un hombre triste viviendo en un hostal mugriento… por eso, son cosas como está, lo que paso con la recamarera lo que le ayuda a vivir cosas simpáticas y poco convencionales sacándolo de la monotonía en la que vive.

Su respiración un tanto agitada y descansando su cabeza en la punta del estuche de cuero con la relajación a flor de piel. Afuera aun es de día pero últimamente se siente exhausto los pasos en el pasillo llaman toda su atención pero no se mueve de su lugar… su mente comenzó a divagar a escuchar las olas golpeando su barco y con la luna en lo más alto del cielo con su manto estelar, un violín alrededor una fogata controlada en la cubierta del barco, aplausos y cantos acompañados por los zapatos golpeando la madera al momento de bailar… tanto tiempo, su violín no se había tocado hace cinco años y por un tonto descuido casi pierde lo que a su padre le conto mucho trabajo conseguir, un recuerdo valioso a cambio del placer carnal. Por eso se aferró de esa manera al objeto de cuero desgastado.

Unos pasos lentos acercándose a él, no es por el pasillo viene por el frente, dentro del mismo cuarto. La cabeza de Hiroshi comenzó a salir de su ensimismamiento pero una voz varonil le sorprendió antes de captar lo que sucedía, un susto y su cabeza se levantó con tal rapidez que no freno a tiempo, golpeo la puerta con su cabeza y su frente fue a dar al estuche el cual ahora maldecía por tenerlo en aquella posición. No grito pero tuvo que cerrar los ojos y aguantarse el dolor provocado, incluso su intento por querer levantarse solo termino en desastre dejándolo en el mismo lugar que antes – ¿Pero… qué? – una figura masculina a un paso de su ser, alto y piel blanquecina que lo miraba sin darle tregua – Lo… lo siento – la cabeza a un le punzaba –No quise, digo tuve que entrar estaba entre abierta, en verdad lo siento– una amabilidad habitual en el que a veces llegaba a resultar molesta.

El chico llegaba a perder la actitud de una persona seria e incluso fría si se lo proponía, por aquel chiquillo que entro en la habitación escapando como hacía mucho tiempo no lo hacía, con ahora una mirada confundida y una punzada en la cabeza que no le dejaban pensar bien.

Andes de que el brujo pudiera pensar en algo conciso la risotada de Eris en su cabeza hizo que todo se nublara en un escaso segundo “ ¡Es un torpe!, lo hemos asustado y… se a golpeado la nariz” La voz animada en la cabeza de Marko se causó una cierta gracia cosa que no pudo evitar sonreír, de lado al ver la reacción del asiático que tenía enfrente. “Ya, ahora que haremos… jugar con su mente… mostrar tu lado perverso… o…” Tu vitalidad a veces me sorprende Eris… pero tu silencio me aterra, dime ¿o qué?... “No…. No… no… Yo no… nada… míralo parece despistado… habla algo antes de que piense que eres un mudo” aquellas últimas palabras dejaron medio confuso al brujo, Eris no era de andar con rodeos ella decía y siempre expresaba lo que sentía y lo que no también.

Marko puso su semblante más relajado, su voz siempre le advertía de más cuando había o no peligro y ese extraño silencio de parte de ella, le había causado más curiosidad de la que ya sentía por aquel extraño. - ¿De quién te escondes? – la pregunta fue directa, ya lo había visto entre visiones pasajeras pero nada le daba mucha información. “Tú siempre con preguntas tan formales… ¿porque no le preguntas mejor que hizo anoche? O mejor ¿Dónde despertó?, lo más seguro que ahí tendrás más información que con tu estúpida pregunta” Ahora suenas enfadada… ni lo conoces y ya te hace enojar… “Grrr Marko, cállate tu… tu no sabes NADA” En realidad se mucho más de lo que tú te puedes imaginar…. “ Si claro… vamos solo eres un hombre con poderes extraños y con migo en tu interior” Bien ahora yo soy el culpable… ¿Quién te entiende?

Eris, estaba fastidiada el brujo lo sabía por el tono que había ocupado, pero… Marko sabía que algo había en ese enojo, el misterio – Sabes… aquí solo puedo entrar yo… así que de lo que te ocultes estas a salvo – era una forma de consolarle y al a vez intentar crear o pensar algo con respecto a su querida voz. – Tengo hambre… ¿tienes hambre?... Pediré algo para comer… ¿me acompañas? – El brujo se acercó un poco más y le tendió la mano para que se levantara de aquel lugar donde yacía el cuerpo del asiático. “¿Invitarle a comer? MARKO NO… No quiero vamos déjalo que se vaya está asustado… vamos no quiero…” ¿Qué no quieres? “Nada… nada…” Bien entonces si el acepta lo aguantaras… tengo cosas que averiguar…. “MALDITO” lo se… lo sé.

El misterio y un laberinto que tenía que descifrar, quería conocer más de aquel que algo ocultaba pero también que ocultaba Eris detrás de todas esas palabrerías que habían detrás de su mal genio en ese momento. Eris, era ya un misterio pero un misterio sobre otro… lo hacía querer más, la curiosidad y la duda ya estaba plantada en el cuerpo, mente y alma del brujo.

Su agarre fue soltándose con lentitud, el estuche le era importante pero no creía que aquel joven al cual le perturbo la paz, le robaría un viejo estuche de cuero con un muy hermoso violín perfectamente conservado. Su cabeza dolía y punzaba tremendamente pero algo en el reía como chiquillo después de haberse salido con la suya en una travesura sin precedentes, su interior reía como hace mucho no lograba hacerlo, pero la mueca de dolor y las manos en su cabeza como deteniendo algo que corre sin cesar en su interior, no le permitieron darse el lujo de ensimismarse de nuevo, pero a pesar de esto agradeció de cierta manera que aquel hombre no hablara ya que no podría mentir en su estado.

El hermoso silencio en el que se metio fue roto y por un instante sus palabras sonaron amplificadas de tal manera que sintió que sus oìdos estallaban, una mueca de dolor surco rostro el cual palidecio por el golpe. En verdad el chico podría ser un completo torpe además de despistado. Le mirò con los ojos entrecerrados intentando formular una respuesta rápida y concisa – ¿Yo? De na… nadie– por alguna extraña razón supo que no le creería a pesar de no distinguir bien ese rostro, pero no supo que decir, se escucharìa ridículo y pondría en jaque a la recamamrera en realidad sería tan maldito ¿como para decir algo tan intimo? No por èl, su reputación era lo de menos pero si a aquella mujer, ella si le importaba -claro no de la manera de quererla, si no que su caballerosidad no le permitiría mancillar a una dama- le miro fijo, ahora el silencio se tornaba un poco incomodo ¿por què no habla?

Un consuelo recibió de su parte ya que el Licàn seguía allì sentado como si impidiera de una forma extranormal que la mujer traspasara la puerta o peor aun que por fin descucbriera su paradero –Bueno pues… gracias– ¿confiar o no confiar? era el debate en su mente pero una vez màs las palabras de su interlocutor resultaban un tanto extrañas ¿comer? ¡Por dios! Le estrecho la mano con firmeza y se levanto del suelo con su estuche en la otra mano –Pues sì acepto su oferta – la decisión había sido lógica, si en este mismo moento salía, la loca de la escoba le perseguiría por todo el hotel cosa que no le agrado mucho, asì que ahora tenía un lugar donde esconderse, un pequeño refugio temporal de aquella dama que podría ser toda una fiera.

El tacto con el brujo fue un tanto extraño, fue como si una pequeña energía le pasara por el brazo para poder recorrer su cuerpo entero, le miro a los ojos como suele hacerlo. Atractivo no lo negarìa con una mirada penetrante y atrayente a su parecer pero algo curioso, la clase de cosas que le gustan al lobo una curiosidad que lo puede matar o en ciertas ocasiones le ha beneficiado màs de que podría pedir.

El Lobo, capaz de sentirse más fuerte que nadie, el cual gustaba de ser amable y educado, con la seriedad a flor de piel e incluso varias veces un tanto seductor, ahora se sentía como un chiquillo de quince años estaba apenado por entrar de esa manera en la alcoba por haber interrumpido algo que tal vez era importante y más que nada quedar como un completo idiota frente a un extraño. Su estancia en parís ya la consideraba un tanto anormal pero ahora piensa que su vida jamás será como el de cualquier otro, algo le rodea o debe sucederle ahora intentaría no hacer el ridículo frente a aquel joven que tan amablemente le había invitado a “comer”. En su interior eso aun le parece sumamente extraño pero el silencio es el mejor amigo de un hombre, así que por el momento no pretende arriesgarse a salir con una fiera asechando los pasillos en busca de su cabeza.

Soltó su mano después de saludarlo, aun no comprendía el afán de los occidentales por tener contacto físico al momento de conocerse Hiro le creía completamente innecesario, pero costumbres eran costumbres y debía acceder a ellas, aunque anoche esa costumbre de contacto físico acabando de conocer a alguien no la objeto de ninguna manera. De cierta forma le incomodo el saludo por la sensación, algo extraño pero a la vez placentero o tal vez aun estaba delirando por el golpe recibido –Sí muchas gracias – tomo asiento y quedo como un niño explorando un lugar nuevo ya que cada rincón lo miraba como si allì se escondiera un gran misterio que debía resolver. La puerta fue golpeada y el lobo se exalto un poco pero al mismo tiempo las palabras del brujo le calmaron de cierta manera.

Escondió la cabeza como si de un vulgar ladrón se tratase y aun así escucho la voz de la dama, una relajación absoluta llego a su ser pero el cuero de ese artefacto negro continuaba contra su pecho, aferrándose a él evitando que huyera nuevamente de su lado. Miro esos ojos verdes los cuales le examinaban con profundidad ¿qué pensaría en este momento de Hiroshi? ¿Que era solo un pobre vagabundo intentando sacar provecho de esta situación, qué era un ladrón con buenas ropas solo para poder infiltrarse en el hotel, que era un niño escapando tontamente, que de cierta forma sentía pena que le viera de esa forma, que en realidad tenía miedo que esos ojos penetraran tan profundo en su alma y descubrieran miles de cosas escondidas? No supo que le importaba más en estos momentos… lo que pensará de el era algo importante pero no lo suficiente como lamentárselo o que pudiera entrar en su alma y encontrar fragmentos de lo antes fue una vida.

¿Hambre? ¡Ha! Sí, hambre. En realidad bastante aunque no se lo diría, además la comida que haya pedido siempre sería muy poco a comparación de las raciones que siempre consumía –Pues muchas gracias– las palabras se quedaron atoradas en su garganta, había tantas cosas que decirle pero a la vez esa vergüenza le ganaba y prefería mantener un silencio incómodo. El rechinar de las ruedas se escuchó claramente ¡ja! Ahora si tiene sus sentidos alerta, la mucama aun no llega a la puerta y el olor a huevos ya llego hasta su olfato, oculto su rostro olvido de ocultar su rostro creo que el no haber desayunado le afectaba también el cerebro –Gracias provecho– era todo lo que podía decir, todo lo que podía salir de su boca y su mente comenzó a trabajar al cien por ciento mientras le veía comer –¿Por qué estoy aquí? Digo… ya sé porque estoy aquí pe… pero no entiendo su amabilidad o más bien ¿Qué hago sentado a su mesa comiendo?– se acurruco en la silla enfurruñado la situación le era incomprensible para su mente la cual debía tener una explicación lógica hacías las cosas, no todos hacían algo por amabilidad al menos que en realidad su corazón fuera bueno pero, no pondría a examinarse todas las obras buenas que brujo hacía solo para comprobar que también las cosas salen por amabilidad.

La desconfianza era parte de su vida aunque no lo quisiese aceptar, su viaje no ha sido fácil y en cambio siempre mantiene una sonrisa -aunque sea falsa- en su rostro. Por este motivo no podía fiarse de un tipo acabado de conocer aunque el estar dentro de esa habitación bien era culpa del licántropo, su torpeza y miedo, uno que por cierto hacía mucho tiempo no sentía le llevo a esa situación y el estar preguntando el por que de un amabilidad la cual se agradecía demasiado.

Se río ¡ho sí! se río de ti niño, del pobre perrito que no tiene ni siquiera un lugar al cual llamar hogar, pero aun así no estaba molesto en cambio aquella persona de ojos verdes logro sacarle una gran sonrisa e incluso Hiroshi abrió la boca intentado refutar aquello o inventar alguna excusa tonta pero… no, no salio nada más que una simple mueca de, llamémosle vergüenza. Entre lo que sí y lo que no, solo sabía que estaba allí sentado con una persona que en realidad había pedido cosas que le gustaban pero tampoco quería parecer ese animal en la mesa, por que en verdad tenía hambre.

El chico de cuencas negras le seguía mirando, no con esa desconfianza la cual lo llevo a sentarse en aquella mesa y con ese banquete. Seguía en silencio sin poder negar lo dicho por el brujo ay aún seguía aferrado al violín que su padre le regalo –Gracias pero prefiero mantenerlo a mi lado, una torpeza provoco que casi lo perdiera y debo decir que esto es más valioso de todo lo que poseo– dijo ante su invitación de baja el violín y no esperaba respuesta alguna, solo quería que lo entendiera. La noche fue buena pero la resaca de mañana no era muy agradable y menos con una joven corriendo por los pasillos como si fuera una cazadora, si se daba la oportunidad de correr lo haría ya se había cansado de ser el tipo amable y dulce que solía ser por una vez en su vida quería solamente saber que se sentía ser un cobarde y no dar la cara por algo hecho. Esa idea le paso por su mente tentadoramente y a ser considerada.

Las expresiones de su interlocutor le fueron un tanto simpáticas y por que no decirlo, le pusieron nervioso por esa razón se comenzó a mover sutilmente en su silla intentando dejar de mirarle solo que sus ojos le eran tan penetrantes –Ve, ni usted niega que es una verdadera locura que invite a un tipo que bien podría ser un ladrón o un asesino a su mesa y le esconda, como bien lo ha dicho– rolo los ojos pensando si decírselo o no pero por su forma de hablar le dio la impresión de que sabía más de lo que aparentaba –Anoche no fue una locura, la locura se suscito esta mañana cuando vine por esto – mostró el estuche –Por un descuido casi lo pierdo y por otro descuido del cual no hablare, una joven quiere mi cabeza y creo que lo tengo merecido pero no pienso hacerme el valiente ahora– la verdad bien dicen sale tarde o temprano y era mejor sincerarse de esa manera para que él pudiera comer con gusto.

A pesar de que su confesión sonó un tanto sería, no era así, las muecas hechas con esa declaración habían sido hasta cierto punto graciosas o simpáticas. Su sonrisa había aparecido tan solo por verle, pero en eso su mente capto algo que le hizo reaccionar antes que el brujo le contestase –Nunca le dije mi nombre y sin embargo me ha dicho Hiroshi – una mirada calculadora apareció en el rostro del Lican esperando una respuesta convincente.

Hasta hace un momento Hiroshi se encontraba como ovillo en aquella silla sujetando el estuche tan fuertemente que parecería que este se rompería en cualquier momento. Ahora estaba de pie observando la situación… la mucama que vio primero le saco el corazón por el susto el cual le obligo a levantarse bruscamente de la silla llevo su mirar de incomprensión hacía aquel que le había recibido en la habitación, pero la mente del lobo dio mil vueltas al ver todo aquello se veía a si mismo, más de uno mirándolo de una forma extraña, la respiración pausada del chico no indicaba nada bueno aunque su interior le obligaba a mantenerse de pie analizando la situación sin comprender nada.

Con anterioridad el brujo había dicho cosas que Hiro no supo por que se lo confesaba, si bien es cierto que cuando uno pierde algo de gran valor mueve el mundo entero por recuperarlo, sí, él bien lo sabía. Aquel estuche que sujetaba con fuerza -aún observando aquella escena tan confusa- seguía en su mano ya que una parte de él le gritaba que no se atreviese a soltarlo de nuevo, tal vez sea un objeto inerte o puede que no suene muy bien pero bien es cierto que esa cosa vieja de madera es lo más importante que tiene, el dinero puede comprar veinte como ese pero ninguno será el regalo de su padre que con mucho trabajo lo consiguió para el por su extraña fijación con occidente.

El pelinegro daba vueltas en su mismo eje observando a cada supuesta persona a su alrededor observo a Marko intentando descifrar cual era el verdadero aunque las palabras de ese hombre eran las únicas que resonaban en su mente “puedo saber cosas de las personas… como ver el fututo, el pasado y el presente mismo” –¿Qué es esto?– la voz sonaba gruesa pero no disimulaba el asombro… no podría decir que era el miedo ya que no sabía si eso era solo un mal sueño –¡Basta!– un hilo de voz salió de su boca mientras él seguía dando vueltas mareándose por ese acto. La vista se agota, los parpados pesan y pasa su mano por intentando tocar a cada uno de los presentes… no sabe si no existen o el mareo provoca que no coordine bien sus movimientos –¡Te dije que Basta!– la desesperación se apodero de él seguido por miedo -el mismo miedo que sintió aquella noche que se convirtió en esa bestia- las transformaciones no las podía controlar y en ahora más que nunca deseaba que la noche llegará alumbrada de esa preciosa luna cambiándolo como millones de noches lo había hecho, prefería estar con su querida amante que haber entrado en esta habitación.

Callo de rodillas mirando el suelo el cual también daba vueltas, el sudor frío invadió su cuerpo, el pecho se le comprimía provocando la respiración pausada aun no sabe el por que ello le afecta tanto, tal vez su inestabilidad mental hasta ahora se hace presente o aquel brujo es muy poderoso… la razón no importa. Ikeda se levanto con mucha velocidad arremetiendo contra el primer Marko que captaron sus ojos no supo si era real o no solo le sujeto con ambas manos la camisa -dejando caer su violín- miro de manera amenazante pero aún esa pizca de miedo se reflejo en sus cuencas negras –¡Basta por favor!–