AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Encerrando una historia [Privado]
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Encerrando una historia [Privado]
En el burdel era bien sabido que aquello que hacía era todo por gusto, por deseo de probar cosas diferentes, no una mera necesidad, por eso no era forzoso u obligatorio que asistiera al lugar para mantener a salvo ese "trabajo". Si, para mi no es un trabajo, es un gusto propio, un hobbie personal. La noche anterior mis padres tuvieron una fiesta con personas lo suficientemente importantes como para ser obligada a asistir. El día se me había pasado lo bastante lento implorando que la noche cayera sobre los hermosos hogares de parís. ¿Qué de nuevo encontraría? ¿Acaso todo sería monótono? A muchos de mis clientes les encantaba poder desatar aquellas pasiones que con sus mujeres se frenaban a hacer. Esta vez mi cuerpo era cubierto por una capa color carmín, bastante elegante a decir verdad, adornada de un botón bañado en oro con la inicial "G", ¿acaso mis clientes no tenían una idea más fresca que solo joyas? Daba igual, era un excelente acompañamiento solo para que creyeran que su noche era como ninguna, ya que cuando creen haber sido inolvidables en la cama en muchas ocasiones las atenciones son mejores dejando a un lado las groserías que en ocasiones se presentan, si bien vendíamos nuestro cuerpo para la satisfacción del otro también se buscaba el no ser demasiado maltratadas. El cuerpo es tu templo de trabajo si lo dañas sueles perder ese deleite de los demás hacía ti. No podía permitir eso.
Aquel cuarto que me pertenecía noche e incluso día desde que había entrado al burdel estaba completamente intacto. No lo niego es más lo que invierto que lo que gano pero todos los gustos propios tienen su precio. Me adentré cerrando la puerta detrás de mi de un solo golpe. Mientras caminaba hasta la pared del fondo, quite el botón que sujetaba el cuello de capa para sacármela, la deje colgada en el perchero del cuarto, en mi mano izquierda tenía un nuevo antifaz, el color rojo de este relucía por la combinación del blanco, tenía un poco de plumaje adornando la parte de arriba del antifaz, era bonito, bastante bonito, adoraba aquellos accesorios que me resguardaban de todo peligro. Sin dudarlo coloqué aquella "mascara" sobre uno de los clavos que estaban en aquella pared, acompañando una gran cantidad de antifaces, una buena colección a decir verdad, no podía repetir alguno o al menos desde que había empezado hasta la fecha nunca había repetido pues cada noche era una aventura diferente. Cada uno de ellos tenían su historia por eso eran difíciles de desechar.
A pesar de todo, de solo buscar placer siempre hay un trasfondo en las cosas, siempre he sabido que mis padres están ahí pero una mansión tan grande cuando ellos están fuera de casa siempre te deja un sabor muy amargo de soledad en la garganta, por eso también invertía mi tiempo en el burdel, quitando ese sabor amargo por el placer. Estiré mi mano tomando la copa de Whisky, siempre me dejaban una a sabiendas que iba a llegar. Solté un suspiro, el primer cliente estaba por llegar. Y efectivamente la puerta no tardo en sonar, tres toques esenciales. Esa era la señal que siempre se me daba cuando el cliente estaba por entrar, di un pequeño brinco sonriendo un poco, seguramente me vería lo bastante graciosa. Tome el antifaz colocándolo con cuidado y amarrando con cierta fuerza. - Adelante - Indique alzando la voz un poco. Miraba los antifaces. ¿Qué historia guardaría este, está noche?
Aquel cuarto que me pertenecía noche e incluso día desde que había entrado al burdel estaba completamente intacto. No lo niego es más lo que invierto que lo que gano pero todos los gustos propios tienen su precio. Me adentré cerrando la puerta detrás de mi de un solo golpe. Mientras caminaba hasta la pared del fondo, quite el botón que sujetaba el cuello de capa para sacármela, la deje colgada en el perchero del cuarto, en mi mano izquierda tenía un nuevo antifaz, el color rojo de este relucía por la combinación del blanco, tenía un poco de plumaje adornando la parte de arriba del antifaz, era bonito, bastante bonito, adoraba aquellos accesorios que me resguardaban de todo peligro. Sin dudarlo coloqué aquella "mascara" sobre uno de los clavos que estaban en aquella pared, acompañando una gran cantidad de antifaces, una buena colección a decir verdad, no podía repetir alguno o al menos desde que había empezado hasta la fecha nunca había repetido pues cada noche era una aventura diferente. Cada uno de ellos tenían su historia por eso eran difíciles de desechar.
A pesar de todo, de solo buscar placer siempre hay un trasfondo en las cosas, siempre he sabido que mis padres están ahí pero una mansión tan grande cuando ellos están fuera de casa siempre te deja un sabor muy amargo de soledad en la garganta, por eso también invertía mi tiempo en el burdel, quitando ese sabor amargo por el placer. Estiré mi mano tomando la copa de Whisky, siempre me dejaban una a sabiendas que iba a llegar. Solté un suspiro, el primer cliente estaba por llegar. Y efectivamente la puerta no tardo en sonar, tres toques esenciales. Esa era la señal que siempre se me daba cuando el cliente estaba por entrar, di un pequeño brinco sonriendo un poco, seguramente me vería lo bastante graciosa. Tome el antifaz colocándolo con cuidado y amarrando con cierta fuerza. - Adelante - Indique alzando la voz un poco. Miraba los antifaces. ¿Qué historia guardaría este, está noche?
Eugénie Florit- Prostituta Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/08/2011
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Re: Encerrando una historia [Privado]
Había mantenido mi celibato hasta los fines mas inimaginables. Había soportado hermosas mujeres pavonearse frente a mí, aguantar, pero en la vida de un hombre, tarde o temprano el placer llega por sonidos, caricias con alevosía que mi cuerpo pedía a gritos, aunque me había negado a ser un hombre como los demás. Hacía mucho tiempo que yo no me dejaba caer en las manos de una mujer, pues no pensaba en lo absoluto en lo terrenal, aunque en el alma necesitase a una mujer en mi cama aquella noche tan sola y fría.
Mis días eran distintos, hacía mis deberes como Duque en mi finca, siempre a lo lejos de las miradas curiosas, para que las personas no me reconociesen haciendo el trabajo de un humilde jardinero. Era el precio que debía pagar, pero me gustaba que la gente me mirase tal y como era y no por un título nobiliario.
Con mas dinero del que podía disponer y la vergüenza tras de mí, logré encontrar el camino hacia el burdel, tardé en localizar el lugar, pero me negaba a tener que pedirle a cualquier transeúnte por donde era el camino, de veras que era algo vergonzoso.
Caminé despacio, intentando recordar el camino... "dioses... si no volveré por qué recordarlo..¿!?" Pensé para mí.
Tyler, que era un hombre con un cuerpo que derrochaba hombría, cubrió aquella noche sus hombros con una simple camisa color crema, que realzaba su tez morena y sus cabellos rubios a la altura del hombro. Caminó hasta entrar por la no muy discreta puerta del burdel. Las muchachas, al encontrarse prácticamente con carne fresca acudieron raudas a los brazos del hombre, cuyo rostro se tornó serio, esquivando todas aquellas miradas llenas de lujuria. Tan solo iba a ser una noche, y el mismo se lo había jurado frente al espejo. Acudió hacia la mujer mas mayor de todas, supuestamente la madamme del burdel. La bienvenida fue realmente cálida. Tyler, pudo sentir como todas las mujeres e incluso la madamme contenía la respiración, al ver como tyler se acercaba a la mujer para susurrar algo al oido. Pronto, la mujer acompañó a Tyler hacia una puerta, en la parte mas alta de las escaleras, quizás un lugar privilegiado, dando tres golpes a la puerta y dejándole paso al hombre.
La mirada de aquel hombre se posó directamente en el accesorio que llevaba aquella mujer sobre sus ojos, escondiendo nada mas que su mirada, bien, en cierto modo se parecía en algo a él, pues se escondía de una realidad un tanto distinta a la que todos ven.
- Buenas noches... - dijo aquel hombre con un leve nudo en la garganta, de un susurro salieron aquellas palabras que hicieron que el hombre se estremeciese con la voz de aquella exhuberante mujer de cabello oscuro, tan enigmatica. No sabía como reaccionar ante aquello, tan solo se creía que las mujeres en los burdeles eran distintas a lo que él veía en aquel momento.
Mis días eran distintos, hacía mis deberes como Duque en mi finca, siempre a lo lejos de las miradas curiosas, para que las personas no me reconociesen haciendo el trabajo de un humilde jardinero. Era el precio que debía pagar, pero me gustaba que la gente me mirase tal y como era y no por un título nobiliario.
Con mas dinero del que podía disponer y la vergüenza tras de mí, logré encontrar el camino hacia el burdel, tardé en localizar el lugar, pero me negaba a tener que pedirle a cualquier transeúnte por donde era el camino, de veras que era algo vergonzoso.
Caminé despacio, intentando recordar el camino... "dioses... si no volveré por qué recordarlo..¿!?" Pensé para mí.
Tyler, que era un hombre con un cuerpo que derrochaba hombría, cubrió aquella noche sus hombros con una simple camisa color crema, que realzaba su tez morena y sus cabellos rubios a la altura del hombro. Caminó hasta entrar por la no muy discreta puerta del burdel. Las muchachas, al encontrarse prácticamente con carne fresca acudieron raudas a los brazos del hombre, cuyo rostro se tornó serio, esquivando todas aquellas miradas llenas de lujuria. Tan solo iba a ser una noche, y el mismo se lo había jurado frente al espejo. Acudió hacia la mujer mas mayor de todas, supuestamente la madamme del burdel. La bienvenida fue realmente cálida. Tyler, pudo sentir como todas las mujeres e incluso la madamme contenía la respiración, al ver como tyler se acercaba a la mujer para susurrar algo al oido. Pronto, la mujer acompañó a Tyler hacia una puerta, en la parte mas alta de las escaleras, quizás un lugar privilegiado, dando tres golpes a la puerta y dejándole paso al hombre.
La mirada de aquel hombre se posó directamente en el accesorio que llevaba aquella mujer sobre sus ojos, escondiendo nada mas que su mirada, bien, en cierto modo se parecía en algo a él, pues se escondía de una realidad un tanto distinta a la que todos ven.
- Buenas noches... - dijo aquel hombre con un leve nudo en la garganta, de un susurro salieron aquellas palabras que hicieron que el hombre se estremeciese con la voz de aquella exhuberante mujer de cabello oscuro, tan enigmatica. No sabía como reaccionar ante aquello, tan solo se creía que las mujeres en los burdeles eran distintas a lo que él veía en aquel momento.
Tyler Fausten- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/05/2011
Edad : 36
Re: Encerrando una historia [Privado]
¿Qué es lo primero que te llama la atención de una persona cuando la ves? ¿Sus labios? ¿Su cuerpo? ¿Su manera de ser? Debo ser honesta no pude evitar ver ese par de ojos. Nunca antes algo así había captado mi atención de mi primer momento pero expresaban tanto que para mi era mejor seguir enganchada a ellos. Pude notar en un instante su nerviosismo, su miedo e incluso su soledad y por un instante debo aceptar que me vi en aquel par de ojos, porque aunque hacía lo que quería es bien sabido que no solo una mujer, también los hombres necesitamos de alguien que este a nuestro lado. Aquella noche sería para hacer que olvidara aquel tormento que llevara encima, podíamos lograrlos, ambos.
Por debajo de la hermosa capa roja llevaba un vestido blanco que se ajustaba a mi cuerpo, me gustaba ser algo tradicional en algunas ocasiones, dejar ver un lado amoroso, único y diferente antes de ir a la cama pues el momento de seducción siempre es un momento clave antes del momento cúspide. - ¿Que lo hace venir a un lugar como este apuesto caballero? - Sonreí acercándome de manera suave queriendo conocer las reacciones que tenía. Algunos clientes solo venían se bajaban los pantalones hacían su trabajo y salían como si la carne les llamara con desesperación en cambio otros disfrutaban cada momento, nos trataban como personas y sonreían con cada palabra dicha, y sin en ocasiones el momento era tan bueno como una conversación añorada volvían a pagar, volvían a venir, volvían a besarte el alma.
Me quedé a escasos pasos cerca de él - La noche es calurosa por lo que mandé a abrir las ventanas para usted, pero no tema, las velas a penas pueden iluminar la habitación nadie verá que pasará dentro de aquí - Suspiré estirando una de mis manos para posarla sobre su pecho, su respiración estaba acelerada, su piel irradiaba calor, su rostro nerviosismo y mi cuerpo lo invitaba a sentirse dueño y guía de la noche. - ¿Que desea tomar? ¿Whisky?¿Jerez? Lo que usted pida lo tendrá - Sonreí de manera tierna y encantadora, intentando hacer que sintiera la confianza necesaria para poder suavizar el semblante que traía. - ¿Es la primera vez que esta en un lugar así? - Pregunté con cierta inocencia fingida, dejando mi voz salir de manera ronca, susurrante al mismo tiempo y provocativa.
Por debajo de la hermosa capa roja llevaba un vestido blanco que se ajustaba a mi cuerpo, me gustaba ser algo tradicional en algunas ocasiones, dejar ver un lado amoroso, único y diferente antes de ir a la cama pues el momento de seducción siempre es un momento clave antes del momento cúspide. - ¿Que lo hace venir a un lugar como este apuesto caballero? - Sonreí acercándome de manera suave queriendo conocer las reacciones que tenía. Algunos clientes solo venían se bajaban los pantalones hacían su trabajo y salían como si la carne les llamara con desesperación en cambio otros disfrutaban cada momento, nos trataban como personas y sonreían con cada palabra dicha, y sin en ocasiones el momento era tan bueno como una conversación añorada volvían a pagar, volvían a venir, volvían a besarte el alma.
Me quedé a escasos pasos cerca de él - La noche es calurosa por lo que mandé a abrir las ventanas para usted, pero no tema, las velas a penas pueden iluminar la habitación nadie verá que pasará dentro de aquí - Suspiré estirando una de mis manos para posarla sobre su pecho, su respiración estaba acelerada, su piel irradiaba calor, su rostro nerviosismo y mi cuerpo lo invitaba a sentirse dueño y guía de la noche. - ¿Que desea tomar? ¿Whisky?¿Jerez? Lo que usted pida lo tendrá - Sonreí de manera tierna y encantadora, intentando hacer que sintiera la confianza necesaria para poder suavizar el semblante que traía. - ¿Es la primera vez que esta en un lugar así? - Pregunté con cierta inocencia fingida, dejando mi voz salir de manera ronca, susurrante al mismo tiempo y provocativa.
Eugénie Florit- Prostituta Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/08/2011
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Re: Encerrando una historia [Privado]
Dentro de mi corazón, en el fondo de mi alma sabía que aquel día me iba a cambiar de una forma que ni siquiera había tenido el lujo de hacer. Observé cada movimiento de aquella fémina, mujer al fin y al cabo, pero para alguien como yo no se trataba tan solo de un par de curvas y unos grandes pechos. Mi humildad me traía de cabeza, pues siempre me supe cómo tratar a una mujer como a una reina, aunque en este caso se tratase de una cortesana, cuya meta sería hacer bien su trabajo para lograrse el pan de cada día.
Pero había algo en aquella mujer distinto, no es que conociese a más cortesanas sino que aquella mirada, y su voz no lograrían engañarme fácilmente. Sus ojos, los ojos de una hermosa mujer con sentimientos y crudezas de la vida me gritaban que la tomase, con cariño. Su tez blanquecina en cuyos pómulos se volvía de un color sutilmente carmesí, me decían que no debía estar en este lugar, sino en la torre de un castillo de cuento, no necesitaba maquillaje para ocultar aquel rubor natural de sus mejillas. Sus labios… benditos labios que además de susurrar de una forma excitante lograba que mi alma se estremeciese hasta el punto más álgido de ambos… además de aquel tono, aquella palabra bien dicha pero que en el más profundo de sus matices me acercaba mas a ella.
Me dejé de pensar tanto, pues como bien sabido era, éstos lugares eran completamente concertados, nadie preguntaba nada, ni tu tampoco podías, a lo que las preguntas que la mujer me hacía me hicieron plantearme de nuevas si salir huyendo o no.
- No necesito alcohol alguno, usted me entiende… - dijo sin pretender ofender a la dama, pues eso era lo último que quería. – Y pues… lo cierto es que no es la primera vez, hace mucho que hube ido a un burdel cuando era joven y a través de aquello no necesité de pagar para que una mujer me complaciese, sin embargo el… demasiado tiempo solo, hace mella en mi. – Tomé una pausa, suspirando como si mi calma viniese con ello. – Necesito de ésta noche, si me la permite…
Mis ojos se encontraron directamente con los de la mujer, en mi cuerpo hubo un escalofrío excitante recorriendo mi columna, juraría que cada vello en mi cuerpo se había erizado, tan solo con aquella enigmática mirada.
- ¿Cuál es su nombre..? – Quiso saber de aquella mujer, aunque su máscara le dijese que aquella pregunta no sería contestada, tan solo quería saber de aquella mujer.
Pero había algo en aquella mujer distinto, no es que conociese a más cortesanas sino que aquella mirada, y su voz no lograrían engañarme fácilmente. Sus ojos, los ojos de una hermosa mujer con sentimientos y crudezas de la vida me gritaban que la tomase, con cariño. Su tez blanquecina en cuyos pómulos se volvía de un color sutilmente carmesí, me decían que no debía estar en este lugar, sino en la torre de un castillo de cuento, no necesitaba maquillaje para ocultar aquel rubor natural de sus mejillas. Sus labios… benditos labios que además de susurrar de una forma excitante lograba que mi alma se estremeciese hasta el punto más álgido de ambos… además de aquel tono, aquella palabra bien dicha pero que en el más profundo de sus matices me acercaba mas a ella.
Me dejé de pensar tanto, pues como bien sabido era, éstos lugares eran completamente concertados, nadie preguntaba nada, ni tu tampoco podías, a lo que las preguntas que la mujer me hacía me hicieron plantearme de nuevas si salir huyendo o no.
- No necesito alcohol alguno, usted me entiende… - dijo sin pretender ofender a la dama, pues eso era lo último que quería. – Y pues… lo cierto es que no es la primera vez, hace mucho que hube ido a un burdel cuando era joven y a través de aquello no necesité de pagar para que una mujer me complaciese, sin embargo el… demasiado tiempo solo, hace mella en mi. – Tomé una pausa, suspirando como si mi calma viniese con ello. – Necesito de ésta noche, si me la permite…
Mis ojos se encontraron directamente con los de la mujer, en mi cuerpo hubo un escalofrío excitante recorriendo mi columna, juraría que cada vello en mi cuerpo se había erizado, tan solo con aquella enigmática mirada.
- ¿Cuál es su nombre..? – Quiso saber de aquella mujer, aunque su máscara le dijese que aquella pregunta no sería contestada, tan solo quería saber de aquella mujer.
Quizás en aquella noche ambos desnudasen su alma.
Tyler Fausten- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/05/2011
Edad : 36
Re: Encerrando una historia [Privado]
Si algo me caracterizaba era la seguridad con que me desenvolvia, no solo aquí en el burdel, también en las grandes fiestas de sociedad que mis padres acostumbraban a ir, pero el nerviosismo del caballero pasaba a ser en ocasiones el mio, haciendo que mi piel se erizara por completo, era como si ambos tuvieramos un pasado que enterrar, un presente que disfrutar y un futuro por añorar. Su soledad me estaba carcomiendo el alma y es que podía entender a la perfección que era eso de sentirse sola y necesitar con urgencia una compañía, fuera de la ninfomanía que tenía, maldita enfermedad que no me dejaba en paz queriendo tener a alguien rosando mi cuerpo también existía un hueco en el pecho pidiendo a gritos ser querida, ser añorada. Moví ligeramente la cabeza mordiendo mi labio inferior para intentar suavizar aquel ambiente lleno de nostalgia y soledad a fin de cuentas ahora ambos teníamos enfrente a alguien dispuesto a entregar una noche a la union de cuerpos que necesitaban aunque fuera un rose "inocente de piel" - Bienvenido sea entonces al lugar donde le invitaré a dejar a un lado esta soledad - Sonreí invitándolo a dejar a un lado ese mal sentimiento.
Mi mano se deslizó por la línea de botones de su camisa hasta enredar los dedos en el cuello de esta misma prenda, sonreí de manera divertida acercándome a su rostro donde sin dejar a un lado esa coquetería deje un beso húmedo en su mentón para pronto apartarme de su rostro - Estos lugares no son tan malos en realidad - Se dio la vuelta para acercarse a la mesa del fondo y sacar la silla de su lugar invitándolo a tomar a siento - Encierran muchas historias, personas que vienen desesperadas por tomar un trozo de carne y hacerla suya y personas que incluso han salido enamoradas de estas paredes - Me encogí de hombros intentando darle animo a que se sintiera cómodo, no podía seguir sin ver un poco de iniciativa de su parte ya que si el cliente deseaba ir a la cama ellos mandaban, guiaban e indicaban, sin embargo espere que se sentará y me pose detrás de él colocando sus dos delicadas manos en su hombros para ejercer cierta fuerza, un pequeño masaje para aliviar tensiones no estaría mal.
Deslice mis manos por su rostro para que observaba cada uno de los antifaces que estaban colgados en la pared frente a ellos. Me incliné para quedar a la altura de su rostro, muy cerca, tanto que mis labios rozaban el lobulo de su oreja, otra manera más de provocarlo - Cada uno de ellos podrían contarle lo que han vivido, lo que han presenciado, el que tengo puesto será la historia que ambos contemos esta noche - Sonríe un poco para volver a tomar la postura correcta y seguir con aquel juego de caricias que simulaban ser un masaje - ¿Me dira su nombre? ¿O prefiere que alguien como yo se quede con la duda? - Era verdad que hacía eso por placer, por diversión y por aquella enfermedad que me invitaba a seguir cada día buscando ese placer máximo pero también era cierto que muchos nos trataban como basura que solo debía hacer y no hablar.
Mi mano se deslizó por la línea de botones de su camisa hasta enredar los dedos en el cuello de esta misma prenda, sonreí de manera divertida acercándome a su rostro donde sin dejar a un lado esa coquetería deje un beso húmedo en su mentón para pronto apartarme de su rostro - Estos lugares no son tan malos en realidad - Se dio la vuelta para acercarse a la mesa del fondo y sacar la silla de su lugar invitándolo a tomar a siento - Encierran muchas historias, personas que vienen desesperadas por tomar un trozo de carne y hacerla suya y personas que incluso han salido enamoradas de estas paredes - Me encogí de hombros intentando darle animo a que se sintiera cómodo, no podía seguir sin ver un poco de iniciativa de su parte ya que si el cliente deseaba ir a la cama ellos mandaban, guiaban e indicaban, sin embargo espere que se sentará y me pose detrás de él colocando sus dos delicadas manos en su hombros para ejercer cierta fuerza, un pequeño masaje para aliviar tensiones no estaría mal.
Deslice mis manos por su rostro para que observaba cada uno de los antifaces que estaban colgados en la pared frente a ellos. Me incliné para quedar a la altura de su rostro, muy cerca, tanto que mis labios rozaban el lobulo de su oreja, otra manera más de provocarlo - Cada uno de ellos podrían contarle lo que han vivido, lo que han presenciado, el que tengo puesto será la historia que ambos contemos esta noche - Sonríe un poco para volver a tomar la postura correcta y seguir con aquel juego de caricias que simulaban ser un masaje - ¿Me dira su nombre? ¿O prefiere que alguien como yo se quede con la duda? - Era verdad que hacía eso por placer, por diversión y por aquella enfermedad que me invitaba a seguir cada día buscando ese placer máximo pero también era cierto que muchos nos trataban como basura que solo debía hacer y no hablar.
Eugénie Florit- Prostituta Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/08/2011
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Re: Encerrando una historia [Privado]
Quedó perplejo por aquel contoneo que suponía el juego de aquella mujer. Algo que el tenía la impresión de que tenía que hacer cada noche. Pero el no quería eso. El quería hacerla sentir mujer, no quería que su encuentro tan solo fuese por obligacion sino por deseo mutuo que tuviesen ambos amantes. Y en cierto modo Tyler era un hombre anticuado, romántico y con el deber bajo el brazo.
Sus labios no querían desvelar aquel secreto que sería un punto mas en aquel enredo cual era su vida. Tyler, simplemente dejó de reprimir sus impulsos y tomó a aquella mujer sentandola a horcajadas sobre sí. Se sintió febril, pues aquello le daba alguna que otra sensación de vértigo, cómo si se estuviese aventurando a algo que no debía y en cierto modo así era.
- Hagamos un trato... - susurró sobre sus labios, tan deseados que le provocaba mas ansia por ellos. - mientras sepamos menos el uno del otro todo irá mejor...
Tomó las piernas de la mujer, y se levantó. Sus pasos hacia la cama eran lentos, pero excitantes, pues sus labios amenazaban con fundirse con los de la cortesana. Finalmente aquel beso estremeció cada músculo del jóven, que besaba con ansis, con ahínco aquellos hermosos labios rojo como rubíes mientras posaba a la mujer sobre la cama, no como si fuese una cortesana sino como fuese su futura esposa, con cariño, con deseo, con demasiadas cosasjuntas para sí, quería hacer sentir a aquella mujer el verdadero significado de la palabra placer. Sus manos acariciaron la piel de aquella mujer, que se le antojaba la mas suave y perfecta de las que había tocado (tampoco eran muchas) él sentía cada acto que hacía, no tan solo llevándose por el éxtasis del momento, sino mas bien en juego estaban las almas de ambos desconocidos aun por conocer.
Sus labios no querían desvelar aquel secreto que sería un punto mas en aquel enredo cual era su vida. Tyler, simplemente dejó de reprimir sus impulsos y tomó a aquella mujer sentandola a horcajadas sobre sí. Se sintió febril, pues aquello le daba alguna que otra sensación de vértigo, cómo si se estuviese aventurando a algo que no debía y en cierto modo así era.
- Hagamos un trato... - susurró sobre sus labios, tan deseados que le provocaba mas ansia por ellos. - mientras sepamos menos el uno del otro todo irá mejor...
Tomó las piernas de la mujer, y se levantó. Sus pasos hacia la cama eran lentos, pero excitantes, pues sus labios amenazaban con fundirse con los de la cortesana. Finalmente aquel beso estremeció cada músculo del jóven, que besaba con ansis, con ahínco aquellos hermosos labios rojo como rubíes mientras posaba a la mujer sobre la cama, no como si fuese una cortesana sino como fuese su futura esposa, con cariño, con deseo, con demasiadas cosasjuntas para sí, quería hacer sentir a aquella mujer el verdadero significado de la palabra placer. Sus manos acariciaron la piel de aquella mujer, que se le antojaba la mas suave y perfecta de las que había tocado (tampoco eran muchas) él sentía cada acto que hacía, no tan solo llevándose por el éxtasis del momento, sino mas bien en juego estaban las almas de ambos desconocidos aun por conocer.
Tyler Fausten- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/05/2011
Edad : 36
Re: Encerrando una historia [Privado]
No pude evitar soltar un sollozo complaciente cuando este me depositaba en la cama. Su nerviosismo había quedado a un lado de un momento a otro de manera sorprendente. Mi rostro se ladeo conforme sus labios se habrían de manera demandantes para tomar los míos, fue entonces cuando cerré los ojos tomando con cierta agresión su labio inferior para atraerlo pero conforme sus caricias iban conociendo mi cuerpo me di cuenta que él no quería una noche común y corriente, él necesitaba más, incluso más de lo que yo podía necesitar de él. Mis piernas se abrieron un poco haciendo que el vestido se corriera dejándolas libres para poder con estás enrollar su cintura con suavidad. Enrede un pie sobre el otro peor a pesar de aquella opresión con las piernas no ejercí fuerza para darle libertad de hacer. Alce una de mis manos para tomar su mejilla con suavidad mientras mis labios jugaban a ser uno de una manera armoniosa con los ajenos, apenas podía respirar pues estaba más entretenida en complacer lo que él mismo ponía ritmo.
Me separé un poco buscando su mirada penetrante. Mi mano libre recorrió su brazo lentamente solo un simple roce superficial hasta llegar a su mano donde levante suavemente y entrelace mis dedos con los suyos como si la travesura de una pareja cómplice estuviera a punto de realizar. Me sorprendí incluso por la suavidad con la que lo trataba, cosa que nunca antes había ejercido en un cuerpo humano. Para mi la mayoría eran clientes a los cuales debía hacer que el dinero que pagaban valiera la pena y después dejarlos marchar pero ese momento era tan diferente. Moví ligeramente el antifaz pues me estaba lastimando, no me lo había acomodado de la manera correcta antes de que él joven entrará por lo que solté con suavidad su mejilla - fallas del oficio - Le susurré posando dos dedos sobre su mentón al terminar de acomodarlo - ¿Que hace diferente esta noche? - Pregunté de manera automática, lo cierto es que había pensado aquello y me había salido sin pensarlo por lo que me sentí un poco avergonzada. Pero lo cierto era que desde que habíamos cruzado miradas cuando el entró había sentido que la historia sería diferente esa noche.
Esta vez mis piernas ejercieron presión para que su cuerpo se pegará por completo al mío, estire mis labios para tomar con ansias los suyos, su sabor era delicioso y su aroma bastante embriagante. Ejercí presión en la mano que teníamos enredada, y aquel que había sujeto su mentón descendió acariciando su cuello por unos momentos para pronto deslizarse a su espalda haciendo peques figuras contra esta. Solo necesitaba una señal más para comenzar a ir desprendiendo ropa de su cuerpo varonil pero me frenaba un poco sin saber porque ya que su suavidad me dejaba sin habla sin saber como debía incluso tocarlo o besarlo, no estaba acostumbrada al afecto por lo que no sabía como responderlo.
Me separé un poco buscando su mirada penetrante. Mi mano libre recorrió su brazo lentamente solo un simple roce superficial hasta llegar a su mano donde levante suavemente y entrelace mis dedos con los suyos como si la travesura de una pareja cómplice estuviera a punto de realizar. Me sorprendí incluso por la suavidad con la que lo trataba, cosa que nunca antes había ejercido en un cuerpo humano. Para mi la mayoría eran clientes a los cuales debía hacer que el dinero que pagaban valiera la pena y después dejarlos marchar pero ese momento era tan diferente. Moví ligeramente el antifaz pues me estaba lastimando, no me lo había acomodado de la manera correcta antes de que él joven entrará por lo que solté con suavidad su mejilla - fallas del oficio - Le susurré posando dos dedos sobre su mentón al terminar de acomodarlo - ¿Que hace diferente esta noche? - Pregunté de manera automática, lo cierto es que había pensado aquello y me había salido sin pensarlo por lo que me sentí un poco avergonzada. Pero lo cierto era que desde que habíamos cruzado miradas cuando el entró había sentido que la historia sería diferente esa noche.
Esta vez mis piernas ejercieron presión para que su cuerpo se pegará por completo al mío, estire mis labios para tomar con ansias los suyos, su sabor era delicioso y su aroma bastante embriagante. Ejercí presión en la mano que teníamos enredada, y aquel que había sujeto su mentón descendió acariciando su cuello por unos momentos para pronto deslizarse a su espalda haciendo peques figuras contra esta. Solo necesitaba una señal más para comenzar a ir desprendiendo ropa de su cuerpo varonil pero me frenaba un poco sin saber porque ya que su suavidad me dejaba sin habla sin saber como debía incluso tocarlo o besarlo, no estaba acostumbrada al afecto por lo que no sabía como responderlo.
Eugénie Florit- Prostituta Clase Alta
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Re: Encerrando una historia [Privado]
- Lo único diferente es que te haré el amor como nunca antes te lo han hecho.
No es que Tyler fuese alguien enamoradizo a primera vista, a aquella mujer no la amaba, pero l simple hecho de que ambos ocultasen un secreto les acercaba más aún. Tyler no era hombre de muchas mujeres, pero cuando compartía cama con alguna no sentía la sensación de tener sexo, sino él siempre ponía su alma por delante en aquel juego de caricias. A veces, tras ello se sentía un tanto vacío, pero pronto lo recuperaría tras volver a su vida clandestina en el simple manejo de un jardín.
El amor de Tyler al rozar el alma de alguien era impetuoso, era simplemente la cosa mas hermosa y hechizante de todas, y aquella mujer era su compañera aquella noche.
Él jamás sería un vendido, ni tampoco un hombre sin escrúpulos que se acostaba con mujeres por el simple hecho de tenerlas sobre su vientre, sino el hecho de estar bajo unas cálidas sábanas rociadas por el perfume de una mujer, y el sudor de ambos tras aquella unión de cuerpos… era eso lo que necesitaba, tanto como el saber más sobre aquella mujer, sin mentiras, sin tapujos, desnudando el alma en aquella velada.
Tyler tomó ambas manos de la mujer y las posó sobre la cabeza de la misma, entrelazando sus dedos, mientras sus labios pedían a gritos beber de los suyos. Anhelaba las caricias de una mujer, por ellos aquella postura se hacía con delicadeza, para dejar a la mujer hacer lo que la viniese en gana, sin amarres sin cuerdas ni lamentos. Alzó su cuerpo sobre el de ella, para ver a aquella obra de arte bajo él, como una ninfa que bailaba sobre el agua de la media noche, allí estaba la mujer.
Él sucumbió a sus deseos, deslizando su mano por aquel fino hilo de seda que abrochaba su camisón, lo deshizo, sin perder ni un pestañeo por parte de la cortesana, sintiendo cada respingo, cada vello de punta o cada suspiro que atravesase sus labios, aclamando unirse de nuevo con los suyos.
Tyler se descalzó, y se colocó frente a la mujer, de rodillas en la cama, frente a frente. Quería saber cuáles eran sus flores favoritas, aromas o color que mas añoraba, cuántos hermanos tenía o simplemente el número de calzado. Simples detalles que hacían a una mujer grande, desmesuradamente querida.
No quería desvelar sus secretos, pues él le daría el mismo resultado que el que esperaba de ella.
Caricias prosiguieron, buscando el aliento de la mujer como un hombre sediento en mitad del desierto, unió sus labios a los de ella con ferocidad, anhelando aquel rato sin ellos, pero besándola despacio, sin prisas como si quisiese grabar aquel sabor en su memoria. Sin embargo sus manos se habían hecho con el bajo de aquel vestido blanco, deslizándolo hacia arriba sentir como aquel trozo de seda acariciaba las curvas de aquella mujer, la cual la haría sentir como tal.
No es que Tyler fuese alguien enamoradizo a primera vista, a aquella mujer no la amaba, pero l simple hecho de que ambos ocultasen un secreto les acercaba más aún. Tyler no era hombre de muchas mujeres, pero cuando compartía cama con alguna no sentía la sensación de tener sexo, sino él siempre ponía su alma por delante en aquel juego de caricias. A veces, tras ello se sentía un tanto vacío, pero pronto lo recuperaría tras volver a su vida clandestina en el simple manejo de un jardín.
El amor de Tyler al rozar el alma de alguien era impetuoso, era simplemente la cosa mas hermosa y hechizante de todas, y aquella mujer era su compañera aquella noche.
Él jamás sería un vendido, ni tampoco un hombre sin escrúpulos que se acostaba con mujeres por el simple hecho de tenerlas sobre su vientre, sino el hecho de estar bajo unas cálidas sábanas rociadas por el perfume de una mujer, y el sudor de ambos tras aquella unión de cuerpos… era eso lo que necesitaba, tanto como el saber más sobre aquella mujer, sin mentiras, sin tapujos, desnudando el alma en aquella velada.
Tyler tomó ambas manos de la mujer y las posó sobre la cabeza de la misma, entrelazando sus dedos, mientras sus labios pedían a gritos beber de los suyos. Anhelaba las caricias de una mujer, por ellos aquella postura se hacía con delicadeza, para dejar a la mujer hacer lo que la viniese en gana, sin amarres sin cuerdas ni lamentos. Alzó su cuerpo sobre el de ella, para ver a aquella obra de arte bajo él, como una ninfa que bailaba sobre el agua de la media noche, allí estaba la mujer.
Él sucumbió a sus deseos, deslizando su mano por aquel fino hilo de seda que abrochaba su camisón, lo deshizo, sin perder ni un pestañeo por parte de la cortesana, sintiendo cada respingo, cada vello de punta o cada suspiro que atravesase sus labios, aclamando unirse de nuevo con los suyos.
Tyler se descalzó, y se colocó frente a la mujer, de rodillas en la cama, frente a frente. Quería saber cuáles eran sus flores favoritas, aromas o color que mas añoraba, cuántos hermanos tenía o simplemente el número de calzado. Simples detalles que hacían a una mujer grande, desmesuradamente querida.
No quería desvelar sus secretos, pues él le daría el mismo resultado que el que esperaba de ella.
Caricias prosiguieron, buscando el aliento de la mujer como un hombre sediento en mitad del desierto, unió sus labios a los de ella con ferocidad, anhelando aquel rato sin ellos, pero besándola despacio, sin prisas como si quisiese grabar aquel sabor en su memoria. Sin embargo sus manos se habían hecho con el bajo de aquel vestido blanco, deslizándolo hacia arriba sentir como aquel trozo de seda acariciaba las curvas de aquella mujer, la cual la haría sentir como tal.
Tyler Fausten- Hechicero Clase Alta
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Re: Encerrando una historia [Privado]
Comencé a sentir una desesperación bastante grande al respecto, no sabía como moverme, como acariciarlo, como besarlo. Cerré los ojos por unos momentos dándome cuenta que mi corazón estaba acelerado no por el placer que comenzaba a sentir, más bien por aquel sentimiento que florecía en el hecho guiado por el caballero y que sentía sabiendo que el no me producía simplemente que estaba guardado dentro de mi ser. Sus palabras me estremecieron unos momentos pero poco después gracias a una gran bocana de aire pude controlarme. Los temas amorosos no eran lo mío de hecho nunca antes alguien me había dicho aquellas palabras por lo que me deje llevar, sin más, era momento de encerrar una historia diferente de ir formando placeres basados en otro tipo de deseos. Sonreí entre cada uno de sus besos ya que se podía sentir la delicadeza con el que el hombre comenzaba a tocarme. Mis manos se colocaron arriba de mi cabeza y no pude evitar morder mi labio inferior era cierto que era con entrega aquello que me hacía pero también podía sentirme sumisa, controlada por cada uno de los movimientos que el ejercía en mi cuerpo. Un escalofrío inmenso recorrió mis manos y se fue expandiendo por los senos erizándolos por completo, por el vientre, por aquella intimidad que comenzaba a delatar su deseo, y al final llegaron a la planta de los pies. Desenrede su cintura y los coloque al borde de la cama.
Mi cuerpo fue liberado poco a poco de su prisión, de aquella tela que guardaba cada pequeña parte de mi piel, solté varios suspiros sin poder controlarlos, delatando mi estado. Su suavidad al retirar cada pieza producía que mi cuerpo se arqueara suavemente, incluso mi cadera se levantó un poco para que tuviera mayor comodidad. Al poco tiempo solo quedaban algunas escasas prendas, el sujetador, las pequeñas bragas y los ligeros que le daban ese toque erótico. Mis manos se movieron para liberarse de ese agarre que las tenían prisioneras. Se deslizaron por su cuello pasando las uñas en aquella zona, deslizándose para poder encontrar los botones de su camisa e irlos liberando poco a poco. - Alza las manos - Susurré apenas pudiendo liberarme de sus labios por breves momentos, aproveché el momento para poder retirar la camisa y mis labios dieron pequeños besos a su pecho desnudo. Eran suaves, lentos y ligeramente húmedos deseosos de su cuerpo pero había entendido bien que con él todo era diferente que debía ser cuidadosa, que debía ser delicada, pero sobre todo amorosa.
Su energía era tan positiva, tan tranquila, sus ojos emanan tantas paz que incluso mi cuerpo se sentía relajado, no tenía a su siguiente paso. Verlo ahí tan dispuesto a darme aquel amor que nunca nadie antes me había dado y que seguramente a él le hacía falta fue lo que me impulso a sonreírle de una manera tierna, sin ataduras, de manera sincera. Deseaba saber el nombre de aquel hombre, ¿sería de aquí? ¿Me lo volvería a topar? Suspire parpadeando varias veces, algunas de las velas se habían apagado permitiéndonos apenas poder vernos el color de los ojos, el movimiento de nuestras manos. Su color de piel la guardaría en mi memoria al igual que la delicadeza y suavidad de sus manos. Lo empuje por unos momentos permitiéndome así poder incorporarme y sentarme al borde de la cama con el de pie. Lo mire hacía arriba con el antifaz bien posicionado. Mis pequeñas manos se detuvieron en el botón de su pantalón, sonreí mordiendo su labio inferior sin perderlo de vista. Lo liberé de aquella prisión y poco a poco fue bajando el cierre. Regresé al borde de su pantalón para poder deslizarlo hacía abajo. Una de mis manos se coloco en la altura de su intimidad y presioné con cierta fuerza pero sin lastimarlo, solo midiendo el endurecimiento de esa zona. Suspire cuando mi mano libre hizo una camino con dos de los dedos de manera traviesa hasta posicionarse en su hombro. Me puse de pie para poder enredar mis manos en sus hombros y abrazándolo, buscando sus labios, mi rostro se ladeo y mi lengua invadió su cavidad con suavidad mientras me hacía hacía atrás y me colocaba de rodillas en la cama jalándolo poco a poco - Será a tu manera - Indique mordisqueando su labio inferior.
Mi cuerpo fue liberado poco a poco de su prisión, de aquella tela que guardaba cada pequeña parte de mi piel, solté varios suspiros sin poder controlarlos, delatando mi estado. Su suavidad al retirar cada pieza producía que mi cuerpo se arqueara suavemente, incluso mi cadera se levantó un poco para que tuviera mayor comodidad. Al poco tiempo solo quedaban algunas escasas prendas, el sujetador, las pequeñas bragas y los ligeros que le daban ese toque erótico. Mis manos se movieron para liberarse de ese agarre que las tenían prisioneras. Se deslizaron por su cuello pasando las uñas en aquella zona, deslizándose para poder encontrar los botones de su camisa e irlos liberando poco a poco. - Alza las manos - Susurré apenas pudiendo liberarme de sus labios por breves momentos, aproveché el momento para poder retirar la camisa y mis labios dieron pequeños besos a su pecho desnudo. Eran suaves, lentos y ligeramente húmedos deseosos de su cuerpo pero había entendido bien que con él todo era diferente que debía ser cuidadosa, que debía ser delicada, pero sobre todo amorosa.
Su energía era tan positiva, tan tranquila, sus ojos emanan tantas paz que incluso mi cuerpo se sentía relajado, no tenía a su siguiente paso. Verlo ahí tan dispuesto a darme aquel amor que nunca nadie antes me había dado y que seguramente a él le hacía falta fue lo que me impulso a sonreírle de una manera tierna, sin ataduras, de manera sincera. Deseaba saber el nombre de aquel hombre, ¿sería de aquí? ¿Me lo volvería a topar? Suspire parpadeando varias veces, algunas de las velas se habían apagado permitiéndonos apenas poder vernos el color de los ojos, el movimiento de nuestras manos. Su color de piel la guardaría en mi memoria al igual que la delicadeza y suavidad de sus manos. Lo empuje por unos momentos permitiéndome así poder incorporarme y sentarme al borde de la cama con el de pie. Lo mire hacía arriba con el antifaz bien posicionado. Mis pequeñas manos se detuvieron en el botón de su pantalón, sonreí mordiendo su labio inferior sin perderlo de vista. Lo liberé de aquella prisión y poco a poco fue bajando el cierre. Regresé al borde de su pantalón para poder deslizarlo hacía abajo. Una de mis manos se coloco en la altura de su intimidad y presioné con cierta fuerza pero sin lastimarlo, solo midiendo el endurecimiento de esa zona. Suspire cuando mi mano libre hizo una camino con dos de los dedos de manera traviesa hasta posicionarse en su hombro. Me puse de pie para poder enredar mis manos en sus hombros y abrazándolo, buscando sus labios, mi rostro se ladeo y mi lengua invadió su cavidad con suavidad mientras me hacía hacía atrás y me colocaba de rodillas en la cama jalándolo poco a poco - Será a tu manera - Indique mordisqueando su labio inferior.
Eugénie Florit- Prostituta Clase Alta
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Re: Encerrando una historia [Privado]
Su cuerpo reaccionaba a cada caricia que aquella cortesana le bendecía con sus labios, con su propia respiración misma.
No pretendía parecer inexperto, pero cuando una mujer yacía con él en la cama siempre pretendía que fuese especial, no por nada, sino porque así era él carismático, pasivo, amoroso masculino y sobre toda las cosas cálido.
Tyler sintió el mundo caerse a sus pies en cuanto aquella mujer se limitó a pasar aquella barrara que él mismo había mantenido durante un largo tiempo, acto seguido, siguió con sus movimientos, acercando a la mujer ante si para que no se separase de su propio cuerpo, necesitaba aquella calor, necesitaba la caricia de sus labios tanto como la humedad de su intimidad que justo adivinaba tras introducir sus dedos bajo aquella fina lencería. Quería beber de ella, y aquella noche nadie le negaría hacer lo que quisiese.
Despojó a la mujer del resto de lencería que le quedaba, admirando así su cuerpo. Empujó con gran sutileza a la mujer hacia atrás, hacia los pies de la cama para comenzar aquel juego de sombras que tanto placer llegaría a sus cuerpos. Sus labios, ansiosos por saborear aquella intimidad tan suya besaron superficialmente aquel regalo de dios luego aprisionó sus labios contra su sexo de forma brusca delineando con su lengua aquel placer mundano que se escondía entre las piernas de la mujer. Succionó ayudado por su lengua sintiendo el sabor de su interior mientras que el cuerpo ajeno débilmente sufría aquella descargas. Tyler, se esmeraba en aquel beso en su sexo, tan delicioso que no podía dejar de saborearlo. Los gemidos de la mujer le hicieron excitarse aún más si cabía, se separaba tan solamente para tomar aire y así no hacer que la mujer acabase tan rápido debido a sus lamidas. Quería disfrutarla aquella noche, pero tan solo su esperanza se basaba en saber más de ella, más de aquella mujer escondida tras aquella máscara.
No pretendía parecer inexperto, pero cuando una mujer yacía con él en la cama siempre pretendía que fuese especial, no por nada, sino porque así era él carismático, pasivo, amoroso masculino y sobre toda las cosas cálido.
Tyler sintió el mundo caerse a sus pies en cuanto aquella mujer se limitó a pasar aquella barrara que él mismo había mantenido durante un largo tiempo, acto seguido, siguió con sus movimientos, acercando a la mujer ante si para que no se separase de su propio cuerpo, necesitaba aquella calor, necesitaba la caricia de sus labios tanto como la humedad de su intimidad que justo adivinaba tras introducir sus dedos bajo aquella fina lencería. Quería beber de ella, y aquella noche nadie le negaría hacer lo que quisiese.
Despojó a la mujer del resto de lencería que le quedaba, admirando así su cuerpo. Empujó con gran sutileza a la mujer hacia atrás, hacia los pies de la cama para comenzar aquel juego de sombras que tanto placer llegaría a sus cuerpos. Sus labios, ansiosos por saborear aquella intimidad tan suya besaron superficialmente aquel regalo de dios luego aprisionó sus labios contra su sexo de forma brusca delineando con su lengua aquel placer mundano que se escondía entre las piernas de la mujer. Succionó ayudado por su lengua sintiendo el sabor de su interior mientras que el cuerpo ajeno débilmente sufría aquella descargas. Tyler, se esmeraba en aquel beso en su sexo, tan delicioso que no podía dejar de saborearlo. Los gemidos de la mujer le hicieron excitarse aún más si cabía, se separaba tan solamente para tomar aire y así no hacer que la mujer acabase tan rápido debido a sus lamidas. Quería disfrutarla aquella noche, pero tan solo su esperanza se basaba en saber más de ella, más de aquella mujer escondida tras aquella máscara.
Tyler Fausten- Hechicero Clase Alta
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Re: Encerrando una historia [Privado]
No podía despegar mi mirada de la suya, por extraña razón el poder vernos a los ojos con tanta profundidad era algo más intimo incluso que las caricias que nos dábamos, bastante rara la sensación pero no por eso incomoda. Mi cuerpo se inclinó ligeramente sobre la cama hasta quedar completamente recostada, no me dio tiempo de poder reaccionar si quiera mis piernas solo se dejaron llevar y fue cuando sentí sus labios, su lengua, su majestuosidad dentro de mi.
No podía evitarlo, cerré los ojos y mis labios se separaron dejando escapar sonidos placenteros, pequeños que eran melodías si ponías atención absoluta. Que extraña era esa sanción en la que una mezcla de amor y pasión se estaban mostrando una experiencia completamente nueva. Llevé una de mis manos a su cabeza, mis dedos se enredaron en sus cabellos y no pude evitar empujar su cabeza hacía el fondo al mismo tiempo que cerraba las piernas para no dejarlo escapar. Si mi intimidad estaba mojada entonces en ese momento seguramente estaba desbordando de mis líquidos. Pequeñas corrientes eléctricas recorrieron mi cuerpo, mis pechos eran los que más reacciones mostraban.
Mi cadera empezó a moverse en círculos esperando a que su lengua recorriera cada rincón de mi femineidad. Si seguía de esa manera seguro el primero de mis orgasmos llegaría y necesitaba esperar más. Con la mano que empujaba su cabeza, lo separé y me volvía a sentar - Despacio… no hay prisa, tenemos toda la noche - Mi voz era bastante temblorosa. Su ropa había caído al piso, me hice a un lado para que se recostara a mi lado, una de mis piernas se enredo en las suyas y me recosté encima de él, dejando las rodillas a sus lados, me inclino dando besos suaves en su pecho. Mis manos recorrieron sus brazos hasta tomar las suyas y enredar nuestros dedos. Mis pechos rebotaban contra los suyos. - ¿Como te llamas? Dímelo - Esa curiosidad se había sembrado en mi pecho al notar esa devoción con la que hacía cada movimiento.
No podía evitarlo, cerré los ojos y mis labios se separaron dejando escapar sonidos placenteros, pequeños que eran melodías si ponías atención absoluta. Que extraña era esa sanción en la que una mezcla de amor y pasión se estaban mostrando una experiencia completamente nueva. Llevé una de mis manos a su cabeza, mis dedos se enredaron en sus cabellos y no pude evitar empujar su cabeza hacía el fondo al mismo tiempo que cerraba las piernas para no dejarlo escapar. Si mi intimidad estaba mojada entonces en ese momento seguramente estaba desbordando de mis líquidos. Pequeñas corrientes eléctricas recorrieron mi cuerpo, mis pechos eran los que más reacciones mostraban.
Mi cadera empezó a moverse en círculos esperando a que su lengua recorriera cada rincón de mi femineidad. Si seguía de esa manera seguro el primero de mis orgasmos llegaría y necesitaba esperar más. Con la mano que empujaba su cabeza, lo separé y me volvía a sentar - Despacio… no hay prisa, tenemos toda la noche - Mi voz era bastante temblorosa. Su ropa había caído al piso, me hice a un lado para que se recostara a mi lado, una de mis piernas se enredo en las suyas y me recosté encima de él, dejando las rodillas a sus lados, me inclino dando besos suaves en su pecho. Mis manos recorrieron sus brazos hasta tomar las suyas y enredar nuestros dedos. Mis pechos rebotaban contra los suyos. - ¿Como te llamas? Dímelo - Esa curiosidad se había sembrado en mi pecho al notar esa devoción con la que hacía cada movimiento.
Eugénie Florit- Prostituta Clase Alta
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Re: Encerrando una historia [Privado]
Aquello no parecía una mera coreografía programada para ello, sino algo completamente nuevo y extraño que estaba pasando allí entre aquellas cuatro paredes.
Aquella sensación, de tenerla tan lejos pero al tiempo tan cerca se me hacía horrible. Sus hermosos pechos no dejaban de sucumbir a mis deseos de poseerlos de sentirlos junto a mi piel.
Mis manos se deslizaron directamente a sus rodillas, para arrimarla más a mi. Quería aquello tanto como deseaba y mi cuerpo respondía fielmente a aquello, tan solo tenía que esperar, pero yo era un hombre paciente y eso lo sabían todos aquellos que me conocían.
- Tyler, mi nombre es Tyler...
Susurró sobre sus labios, sintiendo aquella fragancia que era la de su aliento entrechocar contra el mío. Mis manos querían volverse en caricias mas rudas y aun me quedaba aquel delicioso sabor en los labios, aquel que de seguro nunca olvídaría por mucho que pasase.
Esperé expectante a su siguiente movimiento. No quería saber su nombre, quería que su cuerpo poco a poco me lo comunicase con aquella extraña sensación que nos convendría para mas tarde. Sus estímulos y percepciones, en aquel preciso instante en el que aquella mujer le prestase su esencia más íntima, en aquel momento conocería su nombre. Mientras el deseaba que aquella noche no se acabase por nunca, por mucho que sonase exagerado hacía mucho que no yacía con una mujer, y menos con alguien que escondía una historia tanto hermosa como terrorífica.
- ¿Cual fué tu primer recuerdo?
Susurró, al parecer incoherentemente pero el sabía perfectamente cual era aquella pregunta. Algo muy cercano a ella, tanto que casi podría rozar las mismísimas fauces de su pasado.
Aquella sensación, de tenerla tan lejos pero al tiempo tan cerca se me hacía horrible. Sus hermosos pechos no dejaban de sucumbir a mis deseos de poseerlos de sentirlos junto a mi piel.
Mis manos se deslizaron directamente a sus rodillas, para arrimarla más a mi. Quería aquello tanto como deseaba y mi cuerpo respondía fielmente a aquello, tan solo tenía que esperar, pero yo era un hombre paciente y eso lo sabían todos aquellos que me conocían.
- Tyler, mi nombre es Tyler...
Susurró sobre sus labios, sintiendo aquella fragancia que era la de su aliento entrechocar contra el mío. Mis manos querían volverse en caricias mas rudas y aun me quedaba aquel delicioso sabor en los labios, aquel que de seguro nunca olvídaría por mucho que pasase.
Esperé expectante a su siguiente movimiento. No quería saber su nombre, quería que su cuerpo poco a poco me lo comunicase con aquella extraña sensación que nos convendría para mas tarde. Sus estímulos y percepciones, en aquel preciso instante en el que aquella mujer le prestase su esencia más íntima, en aquel momento conocería su nombre. Mientras el deseaba que aquella noche no se acabase por nunca, por mucho que sonase exagerado hacía mucho que no yacía con una mujer, y menos con alguien que escondía una historia tanto hermosa como terrorífica.
- ¿Cual fué tu primer recuerdo?
Susurró, al parecer incoherentemente pero el sabía perfectamente cual era aquella pregunta. Algo muy cercano a ella, tanto que casi podría rozar las mismísimas fauces de su pasado.
Tyler Fausten- Hechicero Clase Alta
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Re: Encerrando una historia [Privado]
Existen hombres que dejan una huella al llegar al lugar, por eso cada uno de los antifaces que están colgados. Conversaciones, caricias, fantasías, sueños incluso dolores podían marcar la diferencia con cada uno pero está vez no era nada de lo usual y no sabía como entenderlo, no sabía como tomar las muestras de cariño. En varias ocasiones mi corazón se estremecía, incluso olvidaba del placer que el cuerpo tenía, solo me centraba en saber controlar mis emociones. Pude sentir como sus besos se volvían más exigentes, sus caricias más firmes y fue cuando noté un poco de ese sentido de territorialidad en su ser.
Por fin sabia su nombre, por fin sabía el nombre del dueño de aquel encuentro nuevo. Deje que el peso de mi cuerpo se recargara por completo y así mis senos se endurecieron de tal manera que incluso dolían pero su fornido y fuerte cuerpo no me dejaba más que deseo por sentirlo dentro de mi. Levante ligeramente la cadera, al mismo tiempo bajé una de mis manos para poder acomodar su virilidad en mi intimidad, no hice que entrara simplemente quería disfrutar esa sensación, estimularlo, que su hombría quisiera reventar y que no pudiera controlarse más tomándome sin medida. ¿Por qué? Pues tenía miedo de esto, de esas emociones que dejaba ver el caballero, de las emociones que yo no sabía ni sabré manejar, al menos por ahora.
Su pregunta me tomó por sorpresa haciendo que abriera los ojos como plato - ¿Mi primer recuerdo? - Repetí con torpeza y fue no sé si tal vez el primero que tenía pero si el primero que me cruzaba por la mente- Una tienda, grande y hermosa, con ropa intimida femenina hermosa, colores, encajes, y al fondo antifaces, fue entonces cuando supe que podía hacer lo que quisiera sin problemas a ser juzgada - Un gemido interrumpió mi relato, uno que mostraba dolor debido a la fuerza con que su cuerpo se movía y como su hombría me había lastimado sin querer al querer entrar a mi ser.
Por fin sabia su nombre, por fin sabía el nombre del dueño de aquel encuentro nuevo. Deje que el peso de mi cuerpo se recargara por completo y así mis senos se endurecieron de tal manera que incluso dolían pero su fornido y fuerte cuerpo no me dejaba más que deseo por sentirlo dentro de mi. Levante ligeramente la cadera, al mismo tiempo bajé una de mis manos para poder acomodar su virilidad en mi intimidad, no hice que entrara simplemente quería disfrutar esa sensación, estimularlo, que su hombría quisiera reventar y que no pudiera controlarse más tomándome sin medida. ¿Por qué? Pues tenía miedo de esto, de esas emociones que dejaba ver el caballero, de las emociones que yo no sabía ni sabré manejar, al menos por ahora.
Su pregunta me tomó por sorpresa haciendo que abriera los ojos como plato - ¿Mi primer recuerdo? - Repetí con torpeza y fue no sé si tal vez el primero que tenía pero si el primero que me cruzaba por la mente- Una tienda, grande y hermosa, con ropa intimida femenina hermosa, colores, encajes, y al fondo antifaces, fue entonces cuando supe que podía hacer lo que quisiera sin problemas a ser juzgada - Un gemido interrumpió mi relato, uno que mostraba dolor debido a la fuerza con que su cuerpo se movía y como su hombría me había lastimado sin querer al querer entrar a mi ser.
Eugénie Florit- Prostituta Clase Alta
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Re: Encerrando una historia [Privado]
Su respuesta me hizo sonreir, y quitarle tensión a aquello que debería de ocurrir sin más. La sentí estremecerse y entonces intenté algo que en otras ocasiones me gustaba hacer. Acaricié su sexo con mi miembro sintiendo la humedad que me invitaba a entrar en aquel lugar tan cargado de lujuria y placer de lo que tanto me gustaba. Sus senos, parecían hechos para mí, mis labios tomaron de aquella piel erizada, mientras hacía mi labor entre sus piernas. Quería que me pidiese hacerla mía, aunque solo fuese por una noche, quería tomarla salvajemente y de distintas formas, pero el primero, la primera vez entre ambos sería grabado en nuestras memorias más allá de un encuentro sexual.
Mis labios surcaron sus senos, y mi lengua había dejado un reguero brillante y mojado sobre sus pezones, erguidos, excitados como la dueña de aquella habitación. Tomé impulso para acercarme más sentirme como uno junto con sus muslos, acaricié su ingle rememorando aquel sabor que ahora extrañaba en mis labios, el sabor de su sexo.
Me arrimé, como resguardando su cuerpo bajo mi pecho, y susurré en su oído.
- Pidemelo… dime cuanto me deseas, dime la verdad…
Mi cuerpo se estremecía, embriagado por la calidez de aquel lugar, que se había convertido en más que una habitación. Si, debía reconocer que era avaricioso, pues quería a aquella mujer tan solo para mí, aunque no quería dañarla y darle a entender algún sentimiento erróneo. La amaba, pero como persona, muy lejos de aquello que llevaba años intentando encontrar, y que tan solo encontré en alguien equivocado: Doreen.
Mi miembro se encajó entre aquellos húmedos labios, que invitaban a entrar con frenesí, tan solo quería que me lo pidiese, no por nada… sino algo que siempre quise saber de las mujeres que compartían cama conmigo. Quería saber que se trataba, nada lejos de meras formalidades aunque aquella noche, estuviese entre piernas distintas.
- Dime tu nombre.. por favor quiero saberlo.
Acto seguido Tyler calló los labios de la mujer en un beso apasionado, ansioso y mojado. No esperaba respuesta más que por sus actos, no por palabras. Poco a poco entró, ni deprisa ni despacio, conforme el cuerpo de la mujer le dejaba cabida.
Mis labios surcaron sus senos, y mi lengua había dejado un reguero brillante y mojado sobre sus pezones, erguidos, excitados como la dueña de aquella habitación. Tomé impulso para acercarme más sentirme como uno junto con sus muslos, acaricié su ingle rememorando aquel sabor que ahora extrañaba en mis labios, el sabor de su sexo.
Me arrimé, como resguardando su cuerpo bajo mi pecho, y susurré en su oído.
- Pidemelo… dime cuanto me deseas, dime la verdad…
Mi cuerpo se estremecía, embriagado por la calidez de aquel lugar, que se había convertido en más que una habitación. Si, debía reconocer que era avaricioso, pues quería a aquella mujer tan solo para mí, aunque no quería dañarla y darle a entender algún sentimiento erróneo. La amaba, pero como persona, muy lejos de aquello que llevaba años intentando encontrar, y que tan solo encontré en alguien equivocado: Doreen.
Mi miembro se encajó entre aquellos húmedos labios, que invitaban a entrar con frenesí, tan solo quería que me lo pidiese, no por nada… sino algo que siempre quise saber de las mujeres que compartían cama conmigo. Quería saber que se trataba, nada lejos de meras formalidades aunque aquella noche, estuviese entre piernas distintas.
- Dime tu nombre.. por favor quiero saberlo.
Acto seguido Tyler calló los labios de la mujer en un beso apasionado, ansioso y mojado. No esperaba respuesta más que por sus actos, no por palabras. Poco a poco entró, ni deprisa ni despacio, conforme el cuerpo de la mujer le dejaba cabida.
Tyler Fausten- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/05/2011
Edad : 36
Re: Encerrando una historia [Privado]
Si algo había aprendido en el tiempo que he iniciado en el burdel hasta la fecha es que nosotras las cortesanas servimos para dos cosas. La primera es para dar ese placer escondido que o no tienen o no se les da como desean y la segunda es para ser utilizadas por el vació de un desamor. Cualquiera de las dos era notablemente identificada primero que nada la mirada de cualquier persona por más frío que sea este ser humano denota la tristeza, el dolor o la alegría que hay dentro de nosotros. Bastante evidente era que mi acompañante estaba siendo víctima de un dolor a causa del amor, quise poder entenderlo para darle un mejor servicio pero debido a que nunca en mi vida había sido tocada por las flechas de cupido no podía hacer más que ser la portadora del placer que le cegaría ese mal recuerdo esa noche sin embargo podía cumplir una fantasía realidad, una que quizás sonaba un tanto enferma pero que sin duda alguna podía resultar. - Dime… ¿Quién deseas que sea esta noche? Dime como es ella, dímelo y seré como ella, te hablaré como ella, te tocaré como ella incluso te besaré como si pudieras saborearla a ella - No me molestaba en realidad actuar como alguien más, mucho menos dejar en claro que podía ser la mujer que el quería sobre mi pues quizás algún día podría estar en su lugar y necesitar una compañía como la que yo podía ofrecerle.
Mi cuerpo se contuvo de soltar un grito lleno de placer cuando este se adentro en mi cavidad - Te deseo Tyler, te deseo, hazme tuya… - Si eso quería escuchar entonces eso era lo que iba a obtener, al cliente lo que pida, al fin de cuentas ellos eran los que pagaban los servicios aquella noche, él me había escogido de entre todas las mujeres, y el antifaz que tenía puesto esa noche sería el que me escondería después al salir del burdel, el que dejaría todo lo que él sentida y que nadie más fuera de aquí sabría. Enredé mis piernas en un cruce a la altura de su espalda y lo jalé con fuerza para sentir como su miembro se enterraba con fuerza en mi interior. Gemí como una desesperada al notar la maestría en que este podía entrar en mi, es como si supiera exactamente que movimientos hacer para darme el placer que necesitaba y que no solo fuera él quien recibía el placer de la noche.
Me deje llevar unos momentos por los placeres de aquel acto pero por un momento quise cambiar de esa posición en la que estábamos. Moví bruscamente mi cuerpo con las piernas perfectamente enredadas en su cadera y lo empujé de costado suavemente, entonces mi cuerpo ahora estaba sobre él y mis manos descansaron en su pecho desnudo. Después estás se deslizaron hasta sus hombros, las aferré ahí con fuerza y entonces empecé mis movimientos, mi cadera subía y bajaba al igual que todo mi cuerpo a lo largo de su erección, en ocasiones al bajar dejaba caer todo el peso de mi cuerpo sintiendo como este topaba con lo profundo de mis entrañas, cerré los ojos con fuerza, gemí con desesperación y me incliné para reclamar como propios sus labios.
Mi cuerpo se contuvo de soltar un grito lleno de placer cuando este se adentro en mi cavidad - Te deseo Tyler, te deseo, hazme tuya… - Si eso quería escuchar entonces eso era lo que iba a obtener, al cliente lo que pida, al fin de cuentas ellos eran los que pagaban los servicios aquella noche, él me había escogido de entre todas las mujeres, y el antifaz que tenía puesto esa noche sería el que me escondería después al salir del burdel, el que dejaría todo lo que él sentida y que nadie más fuera de aquí sabría. Enredé mis piernas en un cruce a la altura de su espalda y lo jalé con fuerza para sentir como su miembro se enterraba con fuerza en mi interior. Gemí como una desesperada al notar la maestría en que este podía entrar en mi, es como si supiera exactamente que movimientos hacer para darme el placer que necesitaba y que no solo fuera él quien recibía el placer de la noche.
Me deje llevar unos momentos por los placeres de aquel acto pero por un momento quise cambiar de esa posición en la que estábamos. Moví bruscamente mi cuerpo con las piernas perfectamente enredadas en su cadera y lo empujé de costado suavemente, entonces mi cuerpo ahora estaba sobre él y mis manos descansaron en su pecho desnudo. Después estás se deslizaron hasta sus hombros, las aferré ahí con fuerza y entonces empecé mis movimientos, mi cadera subía y bajaba al igual que todo mi cuerpo a lo largo de su erección, en ocasiones al bajar dejaba caer todo el peso de mi cuerpo sintiendo como este topaba con lo profundo de mis entrañas, cerré los ojos con fuerza, gemí con desesperación y me incliné para reclamar como propios sus labios.
Eugénie Florit- Prostituta Clase Alta
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