AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Jean-Sébastien de Rambaud
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Jean-Sébastien de Rambaud
▲NOMBRE DEL PERSONAJE▲
Jean-Sébastien de Rambaud.▲EDAD▲
Veinticinco reales, veintidos aparentes.▲ESPECIE▲
Humano.▲FACCIÓN A LA QUE PERTENECE▲
Ninguna.▲TIPO, CLASE SOCIAL O CARGO▲
Clase baja.▲ORIENTACIÓN SEXUAL▲
Volatil, aun por establecer.▲LUGAR DE ORIGEN▲
París.▲HABILIDADES/PODERES▲
Ninguna. Tras el paso tan drástico de dejar de pertenecer al estamento dominante, para convertirse en un ciudadano más de clase baja y la salvaje muerte de sus padres, la personalidad de Sébastien se devastó por completo. Si de por si su seguridad era débil pero reforzada por su posición, al dejar de tener esa posición, su inseguridad lo invadió por completo. Esa inseguridad le provoco una pequeña bipolaridad que desembocaba en fluctuación de sus opiniones, no tendría una opinión y percepción real de las cosas nunca más.
Con ese cambio de opiniones, lo único que buscaba era el agradar a las pocas personas que conocía. Una pequeña parte de el sabía que el ochenta por ciento de lo que salía de su boca no coincidía con lo que hubiese dicho años atrás, pero esto se convirtió en su manera de sobrevivir. Si un veinte por ciento de lo que decía quedaba libre de sus volátiles opiniones pronto desapareció, Sébastien descubrió que la mentira le ayudaba mucho más aun. Realmente ya no sabía que pensaba, llegaba a creer al instante lo que le decía a unos, aunque más tarde lo olvidase y negase ante otros.
Un aspecto de su personalidad que no cambio en absoluto, si no que se volvió más fuerte fue su vanidad y orgullo. La Vanidad se reforzó gracias a que su aspecto físico aniñado, de piel pálida y manos cuidadas le había traído más facilidades que problemas. Ese aspecto, junto con unos buenos modales le creo una forma de actuar con ciertas personas; Tenderos, para conseguir alguna ventaja en el precio de los puestos. Amas de llaves y señoras para conseguir un buen trabajo y algún que otro flirteo con hombres de buena familia que le aportase un extra a su economía. El orgullo se fortaleció con aquellas personas de su mismo estrato, aquellos que lo envidiaban e intentaban sabotearle por aquellos beneficios que el sabia conseguir. Esto ultimo comenzó a ser un problema cuando llego al punto en el cual creía que todos conspiraban contra el, ya que tomaba como referencia aquella matanza de nobles en la revolución, aunque realmente nadie supiese que el lo fue tiempo atrás, esto desemboco en una pequeña esquizofrenia de tipo paranoide.
Esa etapa adolescente donde la mayoría esculpe su forma de ser, para el había sido nula por los acontecimientos históricos, debía pensar en sobrevivir, y si para ello debía ser desconfiado, hipócrita, mentiroso, adulador aunque le trajese problemas, lo sería.
Con ese cambio de opiniones, lo único que buscaba era el agradar a las pocas personas que conocía. Una pequeña parte de el sabía que el ochenta por ciento de lo que salía de su boca no coincidía con lo que hubiese dicho años atrás, pero esto se convirtió en su manera de sobrevivir. Si un veinte por ciento de lo que decía quedaba libre de sus volátiles opiniones pronto desapareció, Sébastien descubrió que la mentira le ayudaba mucho más aun. Realmente ya no sabía que pensaba, llegaba a creer al instante lo que le decía a unos, aunque más tarde lo olvidase y negase ante otros.
Un aspecto de su personalidad que no cambio en absoluto, si no que se volvió más fuerte fue su vanidad y orgullo. La Vanidad se reforzó gracias a que su aspecto físico aniñado, de piel pálida y manos cuidadas le había traído más facilidades que problemas. Ese aspecto, junto con unos buenos modales le creo una forma de actuar con ciertas personas; Tenderos, para conseguir alguna ventaja en el precio de los puestos. Amas de llaves y señoras para conseguir un buen trabajo y algún que otro flirteo con hombres de buena familia que le aportase un extra a su economía. El orgullo se fortaleció con aquellas personas de su mismo estrato, aquellos que lo envidiaban e intentaban sabotearle por aquellos beneficios que el sabia conseguir. Esto ultimo comenzó a ser un problema cuando llego al punto en el cual creía que todos conspiraban contra el, ya que tomaba como referencia aquella matanza de nobles en la revolución, aunque realmente nadie supiese que el lo fue tiempo atrás, esto desemboco en una pequeña esquizofrenia de tipo paranoide.
Esa etapa adolescente donde la mayoría esculpe su forma de ser, para el había sido nula por los acontecimientos históricos, debía pensar en sobrevivir, y si para ello debía ser desconfiado, hipócrita, mentiroso, adulador aunque le trajese problemas, lo sería.
Ella, poseía el capital, Madame carolina. El, la posición y titulo, Jean-Louis de Rambaud. Extraño pero cierto, lo que unió este matrimonio fue el amor, algo difícil por mil setecientos setenta y cinco pero que ocasionalmente se lograba. El era el IV Conde de Rambaud y ella la heredera de unos ricos comerciantes. Ambos deseaban un heredero varón y el aumento de su posición y capital, nada inusual, cualquier familia bien posicionada lo anhelaba.
Un año después del enlace el primero de los tres anhelos se cumplía, un mediodía de verano, no especialmente caluroso, nacía Jean-Sébastien de Rambaud, entre sudores, gritos y lloros de su madre. El segundo no tardo en llegar, eso si, llego gracias a una muerte, la del III Conde de Rambaud. A partir de ese momento vivirían en la corte, donde sin duda, las relaciones y negocios con el resto de los nobles permitirían a la feliz pareja conseguir el tercer Anhelo. ¿Demasiado perfecto? Hasta el momento si… pero el cáncer de los tres estamentos, la nobleza, no tardaría en marchitarse y aplastar esa felicidad. El pueblo llano no soportaría mucho más el abuso que esta ejercía sobre el.
Meses después del nacimiento de Jean-Sébastien, los Condes de Rambaud y su heredero se mudaron a Versailles, iniciándose así en el maravilloso teatro de la vida cortesana… Jean-Sébastien se educo como un vanidoso cortesano más. Esto no ocurrió por como lo educaban sus progenitores, si no por sus amistades y compañías que envenenaban la moral de Sébastien, aprovechándose de su poca fortaleza y débil personalidad. La vanidad, el derroche y la falsa caridad cristiana eran las características que plagaban y abundaban en la corte, pero cuando los Condes de Rambaud se dieron cuenta de aquello, ya era demasiado tarde para hacer cambiar la decadente actitud del joven.
En la corte, las compañías de Sébastien fueron varias, pero en ningún momento las llegó a calificar como amistades pues el mismo en el fondo sabía que no lo eran. Si es cierto que su Padre era Conde, su madre, no era Condesa por sangre, esto ya era una diferencia evidente para aquellos jóvenes cortesanos, educados de forma clasista, pero al ser una familia respetable nadie tenia excusa para excluirlos socialmente, su posición en la corte era absolutamente legal, trás la muerte del III Conde de Rambaud. Con tan solo diecisiete años, Sébastien, ya acumulaba una pequeña deuda debido a las fiestas y mesas de juegos de Versailles. El problema comenzó cuando un día su padre se negó a seguir saldando esas deudas y mucho menos a seguir manteniendo ese ritmo de vida, el cual hacía que la economía familiar empezase a tambalearse. En ese mismo momento, a Sébastien lo primero que se le paso por la cabeza fue que pensaría su círculo, al saber que no dispondría de más fondos para poder costearse esa vida ociosa. Era un clara humillación para el, pero para los Condes algo más que razonable. Esto no freno el hambre de Sebastián por el juego y posición social, era tal la obsesión que empeño joyas de su madre para conseguir dinero y culpando a una sirvienta como explicación de la desaparición de las joyas.
Una mañana los Condes tuvieron una reunión con Sébastien, en sus estancias de Versailles, para explicarle que la situación financiera familiar había empeorado debido a su excesivo gasto y que regresarían a su antigua casa en París, el cual seguía siendo igual de digno para un noble, aunque claro está, no era la corte. Alejarse de la ociosa corte de Versailles era lo mejor que podían hacer por dos motivos, uno alejar a Sebastián de esas compañías y otro reducir gastos y saldar deudas.
Parecía que el declive de la familia anunciaba también el que se acercaba al pueblo. Un mes después de instalarse en París, el 14 de julio de mil setecientos ochenta y nueve, la bastilla fue asaltada. Ese fue el comienzo de una pesadilla eterna. Cerraron todas las ventanas y puertas del apartamento y nadie salio a la calle ese día, el ambiente en la calle era tenso y hostil, pero no tanto como lo sería años después…
Grandes multitudes desfilaban por las calles de París, cantando la Marsellesa y destruyendo símbolos del poder real, como las flores del lis y las estatuas de los antiguos reyes. Ante el peligro inminente de la invasión, la Asamblea proclamó a la patria en peligro, y Danton pronuncio entonces un famoso discurso, en que exhortaba a los ciudadanos a armarse y salir en defensa de Francia. La Republica acababa de nacer.
Las denuncias entre vecinos, la envidia y las sospechas tomaron París. La mañana del veinte de Agosto de mil setecientos noventa y dos, en el apartamento de los Condes, llegó una notificación, junto con dos miembros de la guardia nacional de París, en la cual se acusaba a la Condesa, Madame Caroline, de ir en contra de los ideales que el nuevo gobierno que surgía quería establecer. El Conde intento, razonar, incluso forcejeo contra los miembros de la guardia para impedir tal injusticia, pero todo fue en vano. Los gritos y alaridos de la mujer se escucharon en toda la escalera, los vecinos se asomaban y murmuraban, todo era confuso. En esos terribles momentos Sébastien llego al portal del edificio, vio como se alejaba un carruaje de la Guardia Nacional pero no se percato de que en el interior iba su madre. Al entrar en el piso vio un papel en el suelo y junto a la ventana a su padre llorando. Siendo consciente de la situación actual de París, y al relacionar el carruaje de la guardia y lo que en esos momentos veía, lo primero que hizo fue gritar el nombre de su madre, esperando una respuesta de ella, la cual, no escucharía nunca más.
doce días después, una turbamulta enardecida, compuesta de hombres y mujeres, todos armados con espadas, cuchillos, lanzas y todo tipo de armas blancas y contundentes, irrumpieron por la fuerza en las celdas donde tenían cautivos a nobles y a todo aquel que fuese en contra de la republica. Sin piedad alguna, comenzó una matanza, solo se escuchaban gritos de terror, las mujeres eran violadas y los nobles descuartizados… Madame Carolina fue sorprendida en su celda, primero le cortaron de un tajo sus muslos, la atacaron a martillazos, de un tajo le abrieron el vientre y le sacaron sus intestinos, la violaron repetidamente, la cortaron en pedazos, decapitaron y arrancaron el corazón… O al menos eso fue lo que llegaba a los oídos de la gente, sobre lo que le ocurrió aquellos presos.
Sébastien, al enterarse de aquella sangrienta matanza, entro en una profunda depresión y autodestrucción continua, la noticia de las masacres de septiembre, así se bautizarían más tarde, habían llegado a sus oídos. No había podido despedirse de su madre y lo peor fue el estado en el cual se encontraba su relación con ella, pésima y decadente… La pobreza y escasez de ingresos, ya que Madame Carolina era la principal sustentante económica de la familia, comenzó a hacerse notar en la casa, a todo ello se le sumaba la dificultad para encontrar víveres en París. La situación era deprimente, Sébastien se pasaba los días frente a la ventana, apenas comía, en la cual se encontró a su padre aquel día.
Una tarde gris, lluviosa y oscura un carruaje de la Guardia se detuvo frente al portal, ver las carretas de acusados y carruajes de la guardia comenzaba a ser algo preocupantemente asiduo, casi irrisorio y patético. Por alguna razón Sébastien corrió hacia su padre, el cual se encontraba en su escritorio, y se dejo caer de rodillas al suelo, sollozando en las rodillas de su padre, pidiendo perdón y diciendo lo mucho que lo quería. El Conde sonrió y acaricio la cabeza de su único hijo. Llamaron a la puerta y Monsieur Rambaud se levanto, respiro hondo y se dirigió a la puerta…
Sébastien miro a su padre como giraba la esquina del pasillo, perdiéndolo de vista, para dirigirse a abrir la puerta. Esa sería la ultima imagen que recordaría de el, una imagen borrosa y oscura de su padre caminando hacia su trágico final.
Sébastien no tuvo fuerzas para levantarse, se quedo varios días sentado a los pies del escritorio, abatido por la pena, no le quedaba nadie, estaba solo. En su mente solo había bruma y oscuridad, dolor y frustración, culpabilidad. Pasarían cuatro días hasta que decidiese levantarse. Acabo por convertirse prácticamente en un saco de huesos y esos últimos cuatro días lo habían debilitado más. Respiro hondo y se sentó en la silla del escritorio. Se quedó varios minutos contemplando la letra de su padre, sin centrarse en lo que escrito estaba. Cuando por fin enfoco la atención en los papeles leyó una carta dirigida a el mismo, explicándole el método para escapar y esconderse en caso de que la guardia también fuese a por el.
Lo primero que pensó fue para que iba a necesitar un escondite, si el no había hecho nada, pero en el reino del terror, lo que hicieses o no daba igual si eras noble. Se dirigió a descubrir ese escondite del que hablaba la carta, abrió el armario y aparto la poca ropa que quedaba de su madre, dio golpes en el fondo del armario, la mitad del fondo del armario se deslizaba ha un lado y daba lugar a un agujero en la pared, tapado con una cortina de tela marrón. En ese instante escucho que daban una patada a la puerta y gritaban su nombre, instintivamente cerro la puerta del armario, la del fondo, y la cortina, quedándose inmóvil, casi sin respirar en aquel hueco de la pared. Escuchaba como destrozaban la casa para encontralo, al mismo tiempo que gritaban su nombre. Paralizado por el miedo, se cubrió la cara con las manos, pensando en su aparente felicidad en la corte, aquella felicidad que había atraído en parte el final de su familia, la culpabilidad le invadió junto con el miedo.
Como y quien ayudo a Sébastien a escapar de aquella caza de brujas quedaría como un profundo secreto, solo de el. Vivió en Burdeos desde mil setecientos noventa y tres, hasta mil ochocientos, que volvió a París con el dinero que había ahorrado trabajando de sirviente para familias nobles que aguantaron la revolución y para ricos burgueses, una clase social en pleno apogeo. París le abriría las viejas heridas y le recordaría lo que un día fue y lo que no volvería a ser nunca más… Sébastien acorto su nombre, pasando a firmar como Sébastien Rambaud.
Un año después del enlace el primero de los tres anhelos se cumplía, un mediodía de verano, no especialmente caluroso, nacía Jean-Sébastien de Rambaud, entre sudores, gritos y lloros de su madre. El segundo no tardo en llegar, eso si, llego gracias a una muerte, la del III Conde de Rambaud. A partir de ese momento vivirían en la corte, donde sin duda, las relaciones y negocios con el resto de los nobles permitirían a la feliz pareja conseguir el tercer Anhelo. ¿Demasiado perfecto? Hasta el momento si… pero el cáncer de los tres estamentos, la nobleza, no tardaría en marchitarse y aplastar esa felicidad. El pueblo llano no soportaría mucho más el abuso que esta ejercía sobre el.
Meses después del nacimiento de Jean-Sébastien, los Condes de Rambaud y su heredero se mudaron a Versailles, iniciándose así en el maravilloso teatro de la vida cortesana… Jean-Sébastien se educo como un vanidoso cortesano más. Esto no ocurrió por como lo educaban sus progenitores, si no por sus amistades y compañías que envenenaban la moral de Sébastien, aprovechándose de su poca fortaleza y débil personalidad. La vanidad, el derroche y la falsa caridad cristiana eran las características que plagaban y abundaban en la corte, pero cuando los Condes de Rambaud se dieron cuenta de aquello, ya era demasiado tarde para hacer cambiar la decadente actitud del joven.
En la corte, las compañías de Sébastien fueron varias, pero en ningún momento las llegó a calificar como amistades pues el mismo en el fondo sabía que no lo eran. Si es cierto que su Padre era Conde, su madre, no era Condesa por sangre, esto ya era una diferencia evidente para aquellos jóvenes cortesanos, educados de forma clasista, pero al ser una familia respetable nadie tenia excusa para excluirlos socialmente, su posición en la corte era absolutamente legal, trás la muerte del III Conde de Rambaud. Con tan solo diecisiete años, Sébastien, ya acumulaba una pequeña deuda debido a las fiestas y mesas de juegos de Versailles. El problema comenzó cuando un día su padre se negó a seguir saldando esas deudas y mucho menos a seguir manteniendo ese ritmo de vida, el cual hacía que la economía familiar empezase a tambalearse. En ese mismo momento, a Sébastien lo primero que se le paso por la cabeza fue que pensaría su círculo, al saber que no dispondría de más fondos para poder costearse esa vida ociosa. Era un clara humillación para el, pero para los Condes algo más que razonable. Esto no freno el hambre de Sebastián por el juego y posición social, era tal la obsesión que empeño joyas de su madre para conseguir dinero y culpando a una sirvienta como explicación de la desaparición de las joyas.
Una mañana los Condes tuvieron una reunión con Sébastien, en sus estancias de Versailles, para explicarle que la situación financiera familiar había empeorado debido a su excesivo gasto y que regresarían a su antigua casa en París, el cual seguía siendo igual de digno para un noble, aunque claro está, no era la corte. Alejarse de la ociosa corte de Versailles era lo mejor que podían hacer por dos motivos, uno alejar a Sebastián de esas compañías y otro reducir gastos y saldar deudas.
Parecía que el declive de la familia anunciaba también el que se acercaba al pueblo. Un mes después de instalarse en París, el 14 de julio de mil setecientos ochenta y nueve, la bastilla fue asaltada. Ese fue el comienzo de una pesadilla eterna. Cerraron todas las ventanas y puertas del apartamento y nadie salio a la calle ese día, el ambiente en la calle era tenso y hostil, pero no tanto como lo sería años después…
Grandes multitudes desfilaban por las calles de París, cantando la Marsellesa y destruyendo símbolos del poder real, como las flores del lis y las estatuas de los antiguos reyes. Ante el peligro inminente de la invasión, la Asamblea proclamó a la patria en peligro, y Danton pronuncio entonces un famoso discurso, en que exhortaba a los ciudadanos a armarse y salir en defensa de Francia. La Republica acababa de nacer.
Las denuncias entre vecinos, la envidia y las sospechas tomaron París. La mañana del veinte de Agosto de mil setecientos noventa y dos, en el apartamento de los Condes, llegó una notificación, junto con dos miembros de la guardia nacional de París, en la cual se acusaba a la Condesa, Madame Caroline, de ir en contra de los ideales que el nuevo gobierno que surgía quería establecer. El Conde intento, razonar, incluso forcejeo contra los miembros de la guardia para impedir tal injusticia, pero todo fue en vano. Los gritos y alaridos de la mujer se escucharon en toda la escalera, los vecinos se asomaban y murmuraban, todo era confuso. En esos terribles momentos Sébastien llego al portal del edificio, vio como se alejaba un carruaje de la Guardia Nacional pero no se percato de que en el interior iba su madre. Al entrar en el piso vio un papel en el suelo y junto a la ventana a su padre llorando. Siendo consciente de la situación actual de París, y al relacionar el carruaje de la guardia y lo que en esos momentos veía, lo primero que hizo fue gritar el nombre de su madre, esperando una respuesta de ella, la cual, no escucharía nunca más.
doce días después, una turbamulta enardecida, compuesta de hombres y mujeres, todos armados con espadas, cuchillos, lanzas y todo tipo de armas blancas y contundentes, irrumpieron por la fuerza en las celdas donde tenían cautivos a nobles y a todo aquel que fuese en contra de la republica. Sin piedad alguna, comenzó una matanza, solo se escuchaban gritos de terror, las mujeres eran violadas y los nobles descuartizados… Madame Carolina fue sorprendida en su celda, primero le cortaron de un tajo sus muslos, la atacaron a martillazos, de un tajo le abrieron el vientre y le sacaron sus intestinos, la violaron repetidamente, la cortaron en pedazos, decapitaron y arrancaron el corazón… O al menos eso fue lo que llegaba a los oídos de la gente, sobre lo que le ocurrió aquellos presos.
Sébastien, al enterarse de aquella sangrienta matanza, entro en una profunda depresión y autodestrucción continua, la noticia de las masacres de septiembre, así se bautizarían más tarde, habían llegado a sus oídos. No había podido despedirse de su madre y lo peor fue el estado en el cual se encontraba su relación con ella, pésima y decadente… La pobreza y escasez de ingresos, ya que Madame Carolina era la principal sustentante económica de la familia, comenzó a hacerse notar en la casa, a todo ello se le sumaba la dificultad para encontrar víveres en París. La situación era deprimente, Sébastien se pasaba los días frente a la ventana, apenas comía, en la cual se encontró a su padre aquel día.
Una tarde gris, lluviosa y oscura un carruaje de la Guardia se detuvo frente al portal, ver las carretas de acusados y carruajes de la guardia comenzaba a ser algo preocupantemente asiduo, casi irrisorio y patético. Por alguna razón Sébastien corrió hacia su padre, el cual se encontraba en su escritorio, y se dejo caer de rodillas al suelo, sollozando en las rodillas de su padre, pidiendo perdón y diciendo lo mucho que lo quería. El Conde sonrió y acaricio la cabeza de su único hijo. Llamaron a la puerta y Monsieur Rambaud se levanto, respiro hondo y se dirigió a la puerta…
Sébastien miro a su padre como giraba la esquina del pasillo, perdiéndolo de vista, para dirigirse a abrir la puerta. Esa sería la ultima imagen que recordaría de el, una imagen borrosa y oscura de su padre caminando hacia su trágico final.
Sébastien no tuvo fuerzas para levantarse, se quedo varios días sentado a los pies del escritorio, abatido por la pena, no le quedaba nadie, estaba solo. En su mente solo había bruma y oscuridad, dolor y frustración, culpabilidad. Pasarían cuatro días hasta que decidiese levantarse. Acabo por convertirse prácticamente en un saco de huesos y esos últimos cuatro días lo habían debilitado más. Respiro hondo y se sentó en la silla del escritorio. Se quedó varios minutos contemplando la letra de su padre, sin centrarse en lo que escrito estaba. Cuando por fin enfoco la atención en los papeles leyó una carta dirigida a el mismo, explicándole el método para escapar y esconderse en caso de que la guardia también fuese a por el.
Lo primero que pensó fue para que iba a necesitar un escondite, si el no había hecho nada, pero en el reino del terror, lo que hicieses o no daba igual si eras noble. Se dirigió a descubrir ese escondite del que hablaba la carta, abrió el armario y aparto la poca ropa que quedaba de su madre, dio golpes en el fondo del armario, la mitad del fondo del armario se deslizaba ha un lado y daba lugar a un agujero en la pared, tapado con una cortina de tela marrón. En ese instante escucho que daban una patada a la puerta y gritaban su nombre, instintivamente cerro la puerta del armario, la del fondo, y la cortina, quedándose inmóvil, casi sin respirar en aquel hueco de la pared. Escuchaba como destrozaban la casa para encontralo, al mismo tiempo que gritaban su nombre. Paralizado por el miedo, se cubrió la cara con las manos, pensando en su aparente felicidad en la corte, aquella felicidad que había atraído en parte el final de su familia, la culpabilidad le invadió junto con el miedo.
Como y quien ayudo a Sébastien a escapar de aquella caza de brujas quedaría como un profundo secreto, solo de el. Vivió en Burdeos desde mil setecientos noventa y tres, hasta mil ochocientos, que volvió a París con el dinero que había ahorrado trabajando de sirviente para familias nobles que aguantaron la revolución y para ricos burgueses, una clase social en pleno apogeo. París le abriría las viejas heridas y le recordaría lo que un día fue y lo que no volvería a ser nunca más… Sébastien acorto su nombre, pasando a firmar como Sébastien Rambaud.
Ningún talento en especial, a parte de la música y el dibujo, dos de las varias disciplinas que le impartió su institutriz en Versailles.
Jean-Sébastien Rambaud- Humano Clase Baja
- Mensajes : 5
Fecha de inscripción : 16/02/2014
Localización : Las calles de París
Re: Jean-Sébastien de Rambaud
FICHA APROBADA
BIENVENIDO A VICTORIAN VAMPIRES
TE INVITO A LEER LAS NORMAS QUE TENEMOS EN EL FORO PARA QUE ESTÉS BIEN ENTERADA DE CÓMO SE MANEJA TODO Y ASÍ EVITARTE FUTUROS MAL ENTENDIDOS, Y SI TIENES ALGUNA DUDA O ACLARACIÓN SOBRE CUALQUIER COSA, NO DUDES EN PREGUNTARME A MÍ O A OTRO ADMINISTRADOR, ESTAMOS PARA AYUDARTE.
QUE TE DIVIERTAS.
BIENVENIDO A VICTORIAN VAMPIRES
TE INVITO A LEER LAS NORMAS QUE TENEMOS EN EL FORO PARA QUE ESTÉS BIEN ENTERADA DE CÓMO SE MANEJA TODO Y ASÍ EVITARTE FUTUROS MAL ENTENDIDOS, Y SI TIENES ALGUNA DUDA O ACLARACIÓN SOBRE CUALQUIER COSA, NO DUDES EN PREGUNTARME A MÍ O A OTRO ADMINISTRADOR, ESTAMOS PARA AYUDARTE.
QUE TE DIVIERTAS.
Doreen Jussieu- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 5232
Fecha de inscripción : 01/03/2011
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Localización : Zona Residencia.
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Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour