AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Tecnología [Autumn]
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Tecnología [Autumn]
“Se necesitan sacrificios para poder progresar. Se necesita la sangre de inocentes volcada para poder seguir creciendo en la humanidad”
Hacía bastante tiempo que no me dejaban investigar lo que era mi propia raza, ellos sabían que yo podía ser un gran peligro para la iglesia. Pero de alguna forma habían empezado a confiar en mí. Porque era el único con las capacidades suficientes para poder crear nuevas armas, que realmente servían. El agua bendita ya no era nada contra los sobre naturales y eso se debía a que la iglesia ya no era lo mismo que antes. Las personas no peleaban por amor a Dios y por ello no había nada santificado en aquella simple solución de agua y sal. Pero aun así la inquisición seguía firme en la intención de matar a las razas extrañas, para mí, éramos simplemente un rejunte de cazadores. De personas que odiábamos ser sobre naturales, gente con venganzas que la única forma que tenían de cobrarlas era uniéndose a algo maligno como esto. Pero no había que confundir, ya que yo, sin embargo, amaba a aquel ente divino que me protegía, pero no a sí mismo a la iglesia, una simple construcción que decía estar a la imagen de Dios. Sin siquiera notar que aquel ser divino que bajó a la tierra como su hijo, era un forastero que apenas tenía para sobrevivir. Y en aquel lugar el oro se impregnaba por los costados. Aun así disfrutaba mi trabajo, podía saciar aquel odio indefinido haciendo diferentes clases de experimentos, que me daban la pauta de qué servía contra estos seres o no. En aquel caso tenía a una bruja, su aura era débil y confusa, al parecer la habían atrapado mediante drogas y algunos golpes. Mis pasos resonaban en el pasillo de piedras, la habían atado para mí y los diferentes instrumentos estaban acomodados a lo largo de una mesa. Claro que yo había traído mis propias cosas. No aceptaba que las brujas o brujos murieran, ya que no era culpa de ellos haber nacido así. O al menos eso es lo que decía para consolarme a mí mismo. Yo me aceptaba, en realidad la brujería era algo que me apasionaba, casi como una religión, pero aquello lo mantenía escondido. No podía andar por ahí diciendo que era un practicante de la wicca o me tacharían de traición y me prenderían fuego. — ¿Estás despierta? Levántate. Quiero saber qué habilidades tienes. Intentaste protegerte con una barrera según me dijeron tus captores, pero seguro sabes más cosas, ¿no? — Me acerqué a aquella rubia de enormes ojos y la observé con cuidado, se notaba que apenas tenía edad para discutir un matrimonio y suspiré en tanto terminaba de acomodar mis propios instrumentos y me ponía los guantes.
— Lo primero que haremos será sacarte sangre, ya has tenido tu primera menstruación, ¿no? Luego probaremos si esta infusión de agua bendita te hace algo y ya después beberás la solución de romero, vainilla y sangre de vampiro caliente y me dirás si es lo suficientemente ácida y de ahí partiremos con los exámenes. — Explicaba los procedimientos principales con tranquilidad, hasta ahora, era lo primero que tenía que hacer. Ella estaba atada en una cama bastante cómoda a decir verdad, que se podía girar según fuese necesario, sujeta con las cadenas para vampiros y obviamente estaba desnuda. Su tersa piel estaba al descubierto pero no era algo que realmente me excitara y menos viendo los pocos pechos que tenía. Estaba allí para encontrar un modo de que los inquisidores humanos puedan luchar contra una barrera. Las piedras de ónix tenían mucha potencia para poder revertir una barrera creada, pero aun así no eran lo suficiente para hacerla caer por completo. Y de esa forma los seres sobrenaturales podían esconderse en los bosques y los grupos de soldados nunca los notaban.
Me acerqué a ella con una aguja larga y enarqué la ceja tomando su pierna, sacaría sangre de allí, ya que resultaba más cómodo, por estar ella más aprisionada en esas partes específicas. — No te dolerá. ¿Cómo te llamas? Haz tenido mala suerte, pero si te portas bien, terminarás viva. — Susurré mostrándole una pequeña sonrisa, dejando que me observe en su totalidad, mientras clavaba la aguja en una vena principal y empezaba a extraer una cantidad bastante grande de su sangre. La utilizaría contra ella y luego me sacaría a mí mismo, para ver las diferentes reacciones. Usualmente, la sangre de los seres no humanos eran los principales motores de mi tecnología y muchos no lo sabían, pero sin duda alguna lo usaban. Observé sus caderas unos momentos, hacía bastante tiempo no probaba los tipos de descargas que un brujo podía aguantar, según las creencias un brujo no podía ser asesinado por los cuatro elementos y por ello muchas brujas que eran quemadas luego aparecían nuevamente meses más tardes. Mordí mi labio y me aseguré de recordarlo más tarde.
“Son el recurso más importante y deseado y aun así el más odiado.”
Calcabrina- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/02/2012
Edad : 40
Localización : Francia
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Re: Tecnología [Autumn]
La resistencia de una cadena se mide por su eslabón más débil.
San Josemaría Escrivá De Balaguer
Confusión. La mente de la joven bruja era nada más que solo confusión. En un momento estaba en paz, viviendo de manera tranquila y buscando un lugar para pasar una divertida tarde cuando de la nada aparecieron un grupo de hombres, no necesito que alguno hablara, las ropas que llevaban puestas los delataban y aunque los primeros segundos que les miro dudaba que estuvieran ahí por ella, al ver que ninguno alejaba su vista de ella fue que lo supo. Aquel grupo de inquisidores estaban detrás de ella y sin esperar más Autumn se echo a correr en dirección al bosque, esperando poder ocultarse de aquellos que tan pronto como ella corrió fueron detrás para darle caza.
Su corazón latía con fuerza, tanta que en algunos momentos creyó que se saldría de su pecho. Los hombres gritaban y en algunos momentos incluso se burlaban diciendo que les divertía que corriera, que de esa manera sería más entretenido cuando le alcanzaran. La bruja sintió sus ojos humedecerse y algunas lagrimas recorrer su mejilla cuando uno de aquellos hombres le lanzo algo que libero una especie de gas que impido que continuara avanzando, aquel gas le provocaba escozor en la nariz y en los ojos además de que le dificultaba el respirar. Su visión se nubló y en un intento por mantenerse a salvo creo su barrera, pero ni eso pudo salvarle de aquel grupo de hombres; sus poderes se cansaron y aunque intento inútilmente de defenderse solo se gano un par de patadas. Lo ultimo que vio fue a uno de aquellos hombres acercarse hasta ella y un ligero piquete en el brazo, después nada.
Ahora se encontraba desnuda, con frío, dolorida, encadenada y confundida en un sitio que no reconocía pero que muchas veces se imagino en sus peores pesadillas. Autumn estaba cautiva en la inquisición y ahora solo le restaba esperar morir. Si le interrogaban les sería inútil, puesto que nunca en la vida había tenido contacto con más brujos a excepción de su madre, solo que ella llevaba ya doce años muerta Había escuchado pasos ir y venir, pero nadie entraba y ella solo tenía ganas de llorar, era tan torpe y tan débil que no podía creer que realmente le buscaran esperando obtener algo de ella. Unas cuantas lagrimas rodaron por sus mejillas hasta que escucho unos pasos demasiado cerca y una voz masculina.
La bruja observo como pudo a aquel hombre que le miraba y le cuestionaba sobre sus habilidades y le daba ordenes que obviamente ella no podía cumplir; nunca nadie le había visto el cuerpo desnudo pero en esos momentos no interesaba realmente, no cuando el miedo de morir y sufrir eran tan latentes y se respiraba en aquel aire pesado, cargado de muerte.
– Si, estoy despierta aunque más bien diría que morí con los ojos abiertos – respondió únicamente a aquella pregunta, no iba a decirle a alguien como aquel las habilidades que poseía cuando ni siquiera ella sabía del todo que habilidades tenía.
Su cuerpo temblaba en aquel lugar en el que se encontraba encadenada. Le resultaba peculiar que aún en una situación tan mortal como aquella aún fuese capaz de sentir frío; su cuerpo debería estar intentando protegerse de lo que le fueran a hacer, pero no podía, se sentía cansada e inútil. Volvió a guardar silencio cuando más preguntas salieron de aquellos labios que observaba a momentos; todo lo que le decía que le haría le causaba escalofríos a excepción del agua bendita que debía ser lo único que no le haría daño.
– ¿Exámenes? ¿Para qué? Si van a matarme deberían de hacerlo de una vez porque no se nada y no diré nada porque pues no lo sé – Era extraño, demasiado extraño que hablaran de darle cosas aunque aquello debían de ser los métodos de tortura que empleaban y el simple hecho de pensar lo que todo aquello haría en su cuerpo o le provocaría le hizo soltar otras lagrimas. Por dentro intentaba darse valor a si misma, trataba de ser como su madre cuando la enfermedad y el dolor la consumían, siempre sonriendo hasta los últimos momentos.
– Mi nombre no es algo que realmente te interese y… auch… – se quejo al sentir la aguja clavarse en su pierna, recordando el piquete que antes había sentido en el bosque – No me mientas, nadie sale de aquí – su voz comenzó a quebrarse – todo el que llega a manos de inquisidores muere… – aquella sonrisa le provoco nauseas – ¿cómo puedes hacer esto? Tu… tu también eres como yo ¿no?… – pregunto mientras aquel hombre observaba su sangre. Autumn no sería muy buena en muchas cosas, pero al menos si era capaz de notar las auras que se parecían a la suya y la de aquel hombre era sin duda la de un brujo – ¿Por qué lo haces? – tembló un poco, aún no sucedía nada demasiado malo, pero su cuerpo ya se estaba preparando para lo que venía aunque en la realidad, nadie podría estar preparado nunca.
San Josemaría Escrivá De Balaguer
Confusión. La mente de la joven bruja era nada más que solo confusión. En un momento estaba en paz, viviendo de manera tranquila y buscando un lugar para pasar una divertida tarde cuando de la nada aparecieron un grupo de hombres, no necesito que alguno hablara, las ropas que llevaban puestas los delataban y aunque los primeros segundos que les miro dudaba que estuvieran ahí por ella, al ver que ninguno alejaba su vista de ella fue que lo supo. Aquel grupo de inquisidores estaban detrás de ella y sin esperar más Autumn se echo a correr en dirección al bosque, esperando poder ocultarse de aquellos que tan pronto como ella corrió fueron detrás para darle caza.
Su corazón latía con fuerza, tanta que en algunos momentos creyó que se saldría de su pecho. Los hombres gritaban y en algunos momentos incluso se burlaban diciendo que les divertía que corriera, que de esa manera sería más entretenido cuando le alcanzaran. La bruja sintió sus ojos humedecerse y algunas lagrimas recorrer su mejilla cuando uno de aquellos hombres le lanzo algo que libero una especie de gas que impido que continuara avanzando, aquel gas le provocaba escozor en la nariz y en los ojos además de que le dificultaba el respirar. Su visión se nubló y en un intento por mantenerse a salvo creo su barrera, pero ni eso pudo salvarle de aquel grupo de hombres; sus poderes se cansaron y aunque intento inútilmente de defenderse solo se gano un par de patadas. Lo ultimo que vio fue a uno de aquellos hombres acercarse hasta ella y un ligero piquete en el brazo, después nada.
Ahora se encontraba desnuda, con frío, dolorida, encadenada y confundida en un sitio que no reconocía pero que muchas veces se imagino en sus peores pesadillas. Autumn estaba cautiva en la inquisición y ahora solo le restaba esperar morir. Si le interrogaban les sería inútil, puesto que nunca en la vida había tenido contacto con más brujos a excepción de su madre, solo que ella llevaba ya doce años muerta Había escuchado pasos ir y venir, pero nadie entraba y ella solo tenía ganas de llorar, era tan torpe y tan débil que no podía creer que realmente le buscaran esperando obtener algo de ella. Unas cuantas lagrimas rodaron por sus mejillas hasta que escucho unos pasos demasiado cerca y una voz masculina.
La bruja observo como pudo a aquel hombre que le miraba y le cuestionaba sobre sus habilidades y le daba ordenes que obviamente ella no podía cumplir; nunca nadie le había visto el cuerpo desnudo pero en esos momentos no interesaba realmente, no cuando el miedo de morir y sufrir eran tan latentes y se respiraba en aquel aire pesado, cargado de muerte.
– Si, estoy despierta aunque más bien diría que morí con los ojos abiertos – respondió únicamente a aquella pregunta, no iba a decirle a alguien como aquel las habilidades que poseía cuando ni siquiera ella sabía del todo que habilidades tenía.
Su cuerpo temblaba en aquel lugar en el que se encontraba encadenada. Le resultaba peculiar que aún en una situación tan mortal como aquella aún fuese capaz de sentir frío; su cuerpo debería estar intentando protegerse de lo que le fueran a hacer, pero no podía, se sentía cansada e inútil. Volvió a guardar silencio cuando más preguntas salieron de aquellos labios que observaba a momentos; todo lo que le decía que le haría le causaba escalofríos a excepción del agua bendita que debía ser lo único que no le haría daño.
– ¿Exámenes? ¿Para qué? Si van a matarme deberían de hacerlo de una vez porque no se nada y no diré nada porque pues no lo sé – Era extraño, demasiado extraño que hablaran de darle cosas aunque aquello debían de ser los métodos de tortura que empleaban y el simple hecho de pensar lo que todo aquello haría en su cuerpo o le provocaría le hizo soltar otras lagrimas. Por dentro intentaba darse valor a si misma, trataba de ser como su madre cuando la enfermedad y el dolor la consumían, siempre sonriendo hasta los últimos momentos.
– Mi nombre no es algo que realmente te interese y… auch… – se quejo al sentir la aguja clavarse en su pierna, recordando el piquete que antes había sentido en el bosque – No me mientas, nadie sale de aquí – su voz comenzó a quebrarse – todo el que llega a manos de inquisidores muere… – aquella sonrisa le provoco nauseas – ¿cómo puedes hacer esto? Tu… tu también eres como yo ¿no?… – pregunto mientras aquel hombre observaba su sangre. Autumn no sería muy buena en muchas cosas, pero al menos si era capaz de notar las auras que se parecían a la suya y la de aquel hombre era sin duda la de un brujo – ¿Por qué lo haces? – tembló un poco, aún no sucedía nada demasiado malo, pero su cuerpo ya se estaba preparando para lo que venía aunque en la realidad, nadie podría estar preparado nunca.
Autumn Aylier- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 43
Fecha de inscripción : 28/12/2012
Re: Tecnología [Autumn]
“¿Sería mejor matarte, rápida y fugazmente? Pero de esa forma, jamás podrías disfrutar el dolor y la agonía de vivir estando muerta.”
Era irónico escucharla, como si fuese yo el malvado del asunto. En realidad, no tenía la menor idea quien era ella, solo sabía, con evidencia, que era una bruja y que no debería haber estado al aire libre en cualquier lugar, paseando como si su aura fuese normal, como una humana más de Paris. Eso daba pie a que la cacen y ahora debía atenerse a las consecuencias y claro que aunque me tomaría la molestia de hacerla vivir un poco más que a los demás, no podría salvarla, era cuestión de principios. Si fuese por mi gusto en particular, solo trabajaría con vampiros y lycanes, que eran, por sobre todos, -sin contar a los humanos, principales seres que perjudican el mundo- los más peligrosos. Palmeé un poco sus piernas y tomé su pulso, mirando el reloj que marcaba el tiempo. Luego alcé mi mano por debajo de su espalda y comprobé su temperatura.
— ¿Frío? Supongo que si tienes frío, entonces no tienes el poder para controlar los elementos. Es bueno saberlo. Morir con los ojos abiertos me recuerda a un vampiro. Si lo fueras, siquiera estaría la posibilidad de que puedas escapar. — Le regalé una sonrisa divertida y empecé a tomar sus medidas sin preocupación, marcando con tinta en su piel, era el protocolo para poder empezar a ubicar sus órganos, músculos y la longitud de sus huesos. Aunque en este caso no tenía intenciones de hacer algo con aquellas partes. Y al terminar me separé un poco. Puse la solución en uno de los tubos de donde salía una manguera bastante ancha, para hacerla beber a la fuerza. No creía que nadie en su existencia quisiera beber eso a las buenas.
— ¿Qué dices? No te capturaron para quitarte información, lo hicieron para poder crear nuevos artefactos. ¿Tienes idea de dónde salen las armas para combatirlos? De ustedes mismos. Mediante prueba y error. No se descubrió que los vampiros eran débiles a la madera rezándole a Dios. Primero clavaron mil tipos de cosas más, antes de dar con eso. — Me sentí casi ofendido ante aquella repentina discusión, como si la inquisición solo se basara en Dios, había ciencia, años de experimentos y fallos. Se tardaba años en dar con la fórmula perfecta. Me froté los ojos y volví a ignorarla. Dejando la solución a un costado y el agua bendita en el otro, mientras pequeños ganchos eran repartidos por toda su piel. Apretando sus pezones, sus brazos, dedos y ombligo. Tenían plástico en las manijas y metal en la parte que hacía presión y desde allí salían unos cables rojos y azules hasta una gran caja metálica. — Esto sin duda te hará daño, pero quiero pasarte energía, no vas a morir. No aún. — Murmuré sin responder aún a todas esas cosas que me había dicho, no era la primera vez que querían hacerme “reaccionar”, simplemente no había forma. Me acerqué al acelerador de partículas y lo aprendí, en el nivel dos. Se vio un rayo y en segundos el delicado cuerpo ajeno empezó prácticamente a humear. Los ganchos vibraban y sacudían ese ser y cuando vi que su piel se ponía rosada lo apagué y fui tirando de aquellos cables raspando la piel, pero sin hacerla sangrar.
— ¿Cómo te sientes? ¿Puedes crear una barrera? Mmm… — La curiosidad me embargó al ver aquellos pequeños pezones aún eléctricos al igual que toda su piel. Me puse un guante de plástico y con calma los masajeé, observé su reacción y la anoté en un papel con máximo detalle y luego de ello sí la miré a esos ojos tan grandes que tenía. — Lo hago porque así me criaron, mi padre es un buen hombre de la Iglesia, pero yo soy muy curioso, es interesante ver las reacciones, de humanos o no humanos. Y no me interesa ir contra Dios. Él te creó a ti y lo hizo de esta forma. Si la Iglesia no los quisiera exterminar y si ustedes no ayudaran a los vampiros, licántropos y todos esos que se quieren revelar… Todo sería más fácil. — Explique de modo convincente y sin esperar a que me respondiera, tomé la botella de agua bendita y la apoyé en la boca ajena, tirándola hacia arriba para que bebiera de ella. Un trago bastaría y se la saqué. Esperando una reacción, algo, aunque era obvio, aquel líquido no era más que agua con sal. Me reí de la ingenuidad de la Iglesia y tiré aquella botella a la basura. Volviendo a la verdadera solución que era amarga y se suponía que tenía que anularle los poderes, aunque esta era la tercera prueba y sin duda había altas posibilidades de que simplemente ella sintiera un escozor, quemazón y luego algo de nauseas. Pero eran síntomas que probablemente eran culpa de las proporciones. Ya que según lo planeado, no deberían sentir nada.
— ¿Qué tal está? ¿Sientes algo en tu vientre? ¿Sabes que si no cooperas sufrirás y no morirás, no? Antes de que quieras revelarte, te contaré que he estado torturando a un vampiro durante cinco años y aún sigue vivo. — Acomodé sus cabellos y la observé, simplemente, informándole, ya que no quería perder el tiempo teniendo que atormentarla, si me lo decía, todo sería mucho más beneficiosos, para ambos. — Si lo dices correctamente, te pondré una manta arriba. — Mientras terminaba de beber y dejaba la mezcla a un lado, empezaba a quitarle nuevamente sangre, tenía que fijarme si de algún modo había cambiado. Aunque se suponía que la temperatura era la que debía ser diferente.
— ¿Frío? Supongo que si tienes frío, entonces no tienes el poder para controlar los elementos. Es bueno saberlo. Morir con los ojos abiertos me recuerda a un vampiro. Si lo fueras, siquiera estaría la posibilidad de que puedas escapar. — Le regalé una sonrisa divertida y empecé a tomar sus medidas sin preocupación, marcando con tinta en su piel, era el protocolo para poder empezar a ubicar sus órganos, músculos y la longitud de sus huesos. Aunque en este caso no tenía intenciones de hacer algo con aquellas partes. Y al terminar me separé un poco. Puse la solución en uno de los tubos de donde salía una manguera bastante ancha, para hacerla beber a la fuerza. No creía que nadie en su existencia quisiera beber eso a las buenas.
— ¿Qué dices? No te capturaron para quitarte información, lo hicieron para poder crear nuevos artefactos. ¿Tienes idea de dónde salen las armas para combatirlos? De ustedes mismos. Mediante prueba y error. No se descubrió que los vampiros eran débiles a la madera rezándole a Dios. Primero clavaron mil tipos de cosas más, antes de dar con eso. — Me sentí casi ofendido ante aquella repentina discusión, como si la inquisición solo se basara en Dios, había ciencia, años de experimentos y fallos. Se tardaba años en dar con la fórmula perfecta. Me froté los ojos y volví a ignorarla. Dejando la solución a un costado y el agua bendita en el otro, mientras pequeños ganchos eran repartidos por toda su piel. Apretando sus pezones, sus brazos, dedos y ombligo. Tenían plástico en las manijas y metal en la parte que hacía presión y desde allí salían unos cables rojos y azules hasta una gran caja metálica. — Esto sin duda te hará daño, pero quiero pasarte energía, no vas a morir. No aún. — Murmuré sin responder aún a todas esas cosas que me había dicho, no era la primera vez que querían hacerme “reaccionar”, simplemente no había forma. Me acerqué al acelerador de partículas y lo aprendí, en el nivel dos. Se vio un rayo y en segundos el delicado cuerpo ajeno empezó prácticamente a humear. Los ganchos vibraban y sacudían ese ser y cuando vi que su piel se ponía rosada lo apagué y fui tirando de aquellos cables raspando la piel, pero sin hacerla sangrar.
— ¿Cómo te sientes? ¿Puedes crear una barrera? Mmm… — La curiosidad me embargó al ver aquellos pequeños pezones aún eléctricos al igual que toda su piel. Me puse un guante de plástico y con calma los masajeé, observé su reacción y la anoté en un papel con máximo detalle y luego de ello sí la miré a esos ojos tan grandes que tenía. — Lo hago porque así me criaron, mi padre es un buen hombre de la Iglesia, pero yo soy muy curioso, es interesante ver las reacciones, de humanos o no humanos. Y no me interesa ir contra Dios. Él te creó a ti y lo hizo de esta forma. Si la Iglesia no los quisiera exterminar y si ustedes no ayudaran a los vampiros, licántropos y todos esos que se quieren revelar… Todo sería más fácil. — Explique de modo convincente y sin esperar a que me respondiera, tomé la botella de agua bendita y la apoyé en la boca ajena, tirándola hacia arriba para que bebiera de ella. Un trago bastaría y se la saqué. Esperando una reacción, algo, aunque era obvio, aquel líquido no era más que agua con sal. Me reí de la ingenuidad de la Iglesia y tiré aquella botella a la basura. Volviendo a la verdadera solución que era amarga y se suponía que tenía que anularle los poderes, aunque esta era la tercera prueba y sin duda había altas posibilidades de que simplemente ella sintiera un escozor, quemazón y luego algo de nauseas. Pero eran síntomas que probablemente eran culpa de las proporciones. Ya que según lo planeado, no deberían sentir nada.
— ¿Qué tal está? ¿Sientes algo en tu vientre? ¿Sabes que si no cooperas sufrirás y no morirás, no? Antes de que quieras revelarte, te contaré que he estado torturando a un vampiro durante cinco años y aún sigue vivo. — Acomodé sus cabellos y la observé, simplemente, informándole, ya que no quería perder el tiempo teniendo que atormentarla, si me lo decía, todo sería mucho más beneficiosos, para ambos. — Si lo dices correctamente, te pondré una manta arriba. — Mientras terminaba de beber y dejaba la mezcla a un lado, empezaba a quitarle nuevamente sangre, tenía que fijarme si de algún modo había cambiado. Aunque se suponía que la temperatura era la que debía ser diferente.
“Es simplemente una cuestión de dar, de robar y de matar.”
Calcabrina- Hechicero Clase Alta
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Re: Tecnología [Autumn]
Aunque todas las posibles preguntas de la ciencia recibiesen respuesta, ni siquiera rozarían los verdaderos problemas de la vida.
Ludwig Wittgenstein
Tanto tiempo escapando, buscando un lugar seguro donde los inquisidores no le atraparan. Nunca dando muestras de sus habilidades de bruja pero aún así le encontraron, la persiguieron como a los animales que la gente cazaba meramente por diversión y ahora se encontraba con uno de los suyos que tenía más interés en herirla que en ayudarle. ¿Por qué eran así? Existia algo mal en aquellos sobrenaturales que buscaban la destrucción de los suyos, eso se lo decía su madre. “Quizás no les amaron lo suficiente” esa siempre había sido la respuesta de Autumn y siempre lo sería sin importar que hicieran aquellos hombres con ella, sin importar que hiciera el que se encontraba en esa habitación con ella.
El sujeto que se encontraba examinando su cuerpo sacaba las respuestas aún ante sus palabras más inocentes y sin la intención de revelarle nada.
– No sé si tengo ese poder o no, no sé nada – solo podía ver las auras y hacer unos cuantos hechizos, esa era de lo único que estaba segura, todo desde el momento en que había ayudado a su madre a curar la herida de un niño en los bosques; su madre era siempre así, no le importaba meterse en problemas con tal de ayudar a otros. Las manos masculinas marcaban sobre su pálida piel puntos que Autumn no podía comprender y tampoco buscaba hacerlo, con saber que aquellas podían ser las ultimas horas que viviera le era suficiente.
Ante la idea de la muerte y la expresión de la misma al brujo aquel, se llevo una sorpresa al escuchar su respuesta. La terrible realidad de que ella sería usada para poder posteriormente acabar con otros de los suyos fue la idea que más le dolió. Nunca busco lastimar a nadie, nunca planeo hacerlo y ahora a costa suya descubrirían más cosas sobre como lastimar a otros. Una lágrima todo por su mejilla.
– Armas… hechas por mi… – su mente imaginaba terribles escenas en las cuales, niños y adultos eran asesinados por aquellos inquisidores solo por poseer algo de lo que ellos carecían y aquel que como ella tenía poderes y podía ser atacado en cualquier momento por la misma inquisición que le daba un lugar entre sus filas, la lastimaba de manera mental.
El brujo se movía como si hubiese hecho eso un millón de veces y seguramente era de esa manera, un montón de sobrenaturales debieron haber muerto en la cama en que estaba ella recostada, quizás si se esforzaba lo suficiente incluso fuera capaz de sentirlos aún presentes. Cerró los ojos unos instantes, tratando de ver aquello que los ojos humanos no podían cuando algo nuevo fue puesto en su piel con la amenaza de que eso le haría daño.
– No… – eso fue lo único que salió de sus labios antes de que la descarga que salía de aquel aparato le recorriera el cuerpo entero. La piel le quemaba en aquellos lugares donde estaban los ganchos y el frío fue sustituido por calor. Aquella sensación y la imposibilidad de decir palabra no duro mucho – Eso… no te importa – respondió aún queriendo ser firme como si eso fuera a ayudarle para resistir más.
Cerro los ojos y empuño las manos que estaban inmovilizadas. No solo estaba desnuda por primera vez frente a un hombre, sino que además la tocaba de esa manera y la lastimaba. Nuevamente el contacto no duro mucho, era obvio que el brujo solo se encontraba interesado en obtener información y nada más que eso. Sus palabras lo confirmaron.
– La gente no hace esto por curiosidad, pero ustedes no pueden ser considerados como gente, ustedes no valen la pena – si existía tal como el decía un Dios creador de todo, seguramente él no estaría muy orgulloso de la manera en como sus propias creaciones eran tratadas – vale más ayudar a un vampiro o licántropo que quiere revelarse que alguien que es esclavo de una mentira – eso debía ser la Inglesia, una mentira que buscaba satisfacer los deseos de unos cuantos sin importar cuanta sangre inocente fuera derramada. Había terminado de decir aquello cuando fue obligada a beber agua salada o lo que la gente conocía como agua bendita. Autumn solo saco la lengua debido a la salinidad pero no porque algo le lastimara. Inmediatamente después de que aquel sabor abandonara sus labios fue obligada a beber algo más.
Aquello que le había dado el brujo se sentía caliente al pasar pos su garganta y era casi tan amarga como morder la semilla de un limón. Aún con la amenaza de que podía pasar ahí mucho tiempo unidamente sufriendo permaneció en silencio, mirando a aquel hombre mientras que en comenzaban a darle muchas ganas de vomitar. La hoza se le había hecho agua y de responder cualquier cosa a aquel brujo estaba segura de que vomitaría; se encontraba tan centrada en no dejar que las nauseas hicieran de la cuya que no se dio cuenta del momento en que nuevamente fue picada y le sacaron sangre.
Ya no importaba la manta o su desnudez, lo mejor era probablemente que hiciera algo que le mereciera la muerte y así se libraría no solo de los experimentos sino además de que lastimaran a otros por su culpa.
Ludwig Wittgenstein
Tanto tiempo escapando, buscando un lugar seguro donde los inquisidores no le atraparan. Nunca dando muestras de sus habilidades de bruja pero aún así le encontraron, la persiguieron como a los animales que la gente cazaba meramente por diversión y ahora se encontraba con uno de los suyos que tenía más interés en herirla que en ayudarle. ¿Por qué eran así? Existia algo mal en aquellos sobrenaturales que buscaban la destrucción de los suyos, eso se lo decía su madre. “Quizás no les amaron lo suficiente” esa siempre había sido la respuesta de Autumn y siempre lo sería sin importar que hicieran aquellos hombres con ella, sin importar que hiciera el que se encontraba en esa habitación con ella.
El sujeto que se encontraba examinando su cuerpo sacaba las respuestas aún ante sus palabras más inocentes y sin la intención de revelarle nada.
– No sé si tengo ese poder o no, no sé nada – solo podía ver las auras y hacer unos cuantos hechizos, esa era de lo único que estaba segura, todo desde el momento en que había ayudado a su madre a curar la herida de un niño en los bosques; su madre era siempre así, no le importaba meterse en problemas con tal de ayudar a otros. Las manos masculinas marcaban sobre su pálida piel puntos que Autumn no podía comprender y tampoco buscaba hacerlo, con saber que aquellas podían ser las ultimas horas que viviera le era suficiente.
Ante la idea de la muerte y la expresión de la misma al brujo aquel, se llevo una sorpresa al escuchar su respuesta. La terrible realidad de que ella sería usada para poder posteriormente acabar con otros de los suyos fue la idea que más le dolió. Nunca busco lastimar a nadie, nunca planeo hacerlo y ahora a costa suya descubrirían más cosas sobre como lastimar a otros. Una lágrima todo por su mejilla.
– Armas… hechas por mi… – su mente imaginaba terribles escenas en las cuales, niños y adultos eran asesinados por aquellos inquisidores solo por poseer algo de lo que ellos carecían y aquel que como ella tenía poderes y podía ser atacado en cualquier momento por la misma inquisición que le daba un lugar entre sus filas, la lastimaba de manera mental.
El brujo se movía como si hubiese hecho eso un millón de veces y seguramente era de esa manera, un montón de sobrenaturales debieron haber muerto en la cama en que estaba ella recostada, quizás si se esforzaba lo suficiente incluso fuera capaz de sentirlos aún presentes. Cerró los ojos unos instantes, tratando de ver aquello que los ojos humanos no podían cuando algo nuevo fue puesto en su piel con la amenaza de que eso le haría daño.
– No… – eso fue lo único que salió de sus labios antes de que la descarga que salía de aquel aparato le recorriera el cuerpo entero. La piel le quemaba en aquellos lugares donde estaban los ganchos y el frío fue sustituido por calor. Aquella sensación y la imposibilidad de decir palabra no duro mucho – Eso… no te importa – respondió aún queriendo ser firme como si eso fuera a ayudarle para resistir más.
Cerro los ojos y empuño las manos que estaban inmovilizadas. No solo estaba desnuda por primera vez frente a un hombre, sino que además la tocaba de esa manera y la lastimaba. Nuevamente el contacto no duro mucho, era obvio que el brujo solo se encontraba interesado en obtener información y nada más que eso. Sus palabras lo confirmaron.
– La gente no hace esto por curiosidad, pero ustedes no pueden ser considerados como gente, ustedes no valen la pena – si existía tal como el decía un Dios creador de todo, seguramente él no estaría muy orgulloso de la manera en como sus propias creaciones eran tratadas – vale más ayudar a un vampiro o licántropo que quiere revelarse que alguien que es esclavo de una mentira – eso debía ser la Inglesia, una mentira que buscaba satisfacer los deseos de unos cuantos sin importar cuanta sangre inocente fuera derramada. Había terminado de decir aquello cuando fue obligada a beber agua salada o lo que la gente conocía como agua bendita. Autumn solo saco la lengua debido a la salinidad pero no porque algo le lastimara. Inmediatamente después de que aquel sabor abandonara sus labios fue obligada a beber algo más.
Aquello que le había dado el brujo se sentía caliente al pasar pos su garganta y era casi tan amarga como morder la semilla de un limón. Aún con la amenaza de que podía pasar ahí mucho tiempo unidamente sufriendo permaneció en silencio, mirando a aquel hombre mientras que en comenzaban a darle muchas ganas de vomitar. La hoza se le había hecho agua y de responder cualquier cosa a aquel brujo estaba segura de que vomitaría; se encontraba tan centrada en no dejar que las nauseas hicieran de la cuya que no se dio cuenta del momento en que nuevamente fue picada y le sacaron sangre.
Ya no importaba la manta o su desnudez, lo mejor era probablemente que hiciera algo que le mereciera la muerte y así se libraría no solo de los experimentos sino además de que lastimaran a otros por su culpa.
Autumn Aylier- Hechicero Clase Baja
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Re: Tecnología [Autumn]
“Eres un cobayo arrullado por el miedo”
Sus expresiones eran esas que siempre me hacían sentir un poco miserable, la inocencia tan pura y blanquecina, me ponía desmesuradamente molesto. No es que ella tuviese la culpa de ser de esa forma, ¿pero es que no le habían enseñado que el mundo nunca era color de rosa? La miré, observé esos grandes ojos color verde y quise sacárselos. Pero al final acepté que sería una pérdida de tiempo, de sujetos experimentales y de dinero hacer aquello, después de todo, los aparatos eran costosos y la mujer serviría. O la niña, ya que su cuerpo era delgado y parecía apenas haberse desarrollado, mis instintos decían que no tenía más de dieciocho años y era una bruja, por lo que no tenía que duplicar, inventar o estipular su edad sin base alguna. ― Si de verdad no lo sabes, está bien. Si me estás mintiendo, te arrepentirás. ― Aclaré cerrando los ojos, volteando la mirada sin más. Descubrí que en mí había menos compasión que antes, probablemente por sentirme desprotegido o el hecho de haber parecido un idiota en medio de soldados y gente más fuerte durante unos meses. Tomé la prueba de sangre con una leve tosquedad y escuché su medio reclamo sin la intención de responder. Era ruidosa, como un pajarito encerrado.
¿Importarme? Bueno, había muchas cosas que no me importaban, esa no era una de ellas, yo deseaba saber, ¿qué poderes había aparte de los míos? Cómo podía contrarrestarlos, hasta había pensado ver si se los podía quitar, esa sería una forma muy práctica de no matar a los sobrenaturales y también conseguir energías. Claro que eso no les agradaría, pero eso a mí no me afectaba en absoluto. En mis ojos se reflejó el chirrido de la energía corriendo por su cuerpo y observé su resistencia con fervor, ella no resistiría mucho más que un humano, evidentemente ella no tenía el poder de la naturaleza, ese que era capaz de hacer salir tormentas, rayos o hasta un radiante sol en cuestión de segundos. Detuve aquello y saqué las pinzas meticulosamente, apoyé un algodón con alcohol y le puse cinta en los lugares que recientemente habían sido quemados. ― “Hechas por ti”, creo que te estás llevando todo el crédito. No estás cooperando. ― Murmuré con enojo y dejé aquel cuerpo virginal a la intemperie, tomé una muestra de peróxido de benzoilo, un óxido que solían usarlo las mujeres para el acné o los forúnculos, pero que si se pasaba a través de la sangre empezaba a coagular lentamente, esto, si todo salía bien, se suponía que la obligue a doblegarse a una forma más práctica para la cantidad de sangre estipulada. Lo había probado conmigo mismo la primera vez y me había terminado convirtiendo en un chimpancé. Así que daba resultado, si por lo contrario, ella no tenía aquel poder, debería actuar rápido y pasarle una solución que quite los coágulos y rigidice la sangre.
― Extraño, eso es justamente lo que la inquisición piensa, “no son gente, no valen la pena”, son exactamente iguales a ellos o “nosotros” como más te guste. ¿Te piensas que eres mejor y dices las mismas palabras? ― Casi sin mirarla, respondí a su consigna, clavé la aguja en la vena de su muñeca y me quedé observándola, apoyando un codo a su lado, posando mi cabeza allí mismo. Suspiré y supe que realmente era una simple sabandija, una rata de alcantarilla que sobrevivía con el dolor ajeno. Tomé sus signos vitales, nada había cambiado, seguramente la primer solución no le había hecho efecto o quizá sí y la segunda era la que no funcionaría. Probar este tipo de cosas me aburría, me fui a un costado, ella no respondía, pero se notaba que no se sentía bien. Cerré los ojos y tomé una taza de café que había a un costado, bebí mirando al techo, en lo que esperaba que algún síntoma que me dijera algo. ― No sé qué te hace pensar vampiros y lycanes son buenos, cualquiera te mataría, ya sea del hambre o por la luna llena. ― Espeté y tomé un termómetro, lo hundí en la abertura de su ano, unos escasos centímetros y lo dejé allí. Luego volví a su rostro y observé sus ojos, los abrí con el dedo anular y pulgar y busqué alguna patología. ― Te voy a desmayar de tantas cosas que te voy a meter, si no me dices que poderes tienes. Y si lo haces, te obligaré a despertarte y a que sigas sufriendo. ¿Qué habilidades tienes? Quizá, ¿magia negra? ― Inquirí y apreté su cintura con las yemas de mis dedos, estaba empezando a enfadarme, no tenía tanta paciencia como antes.
“Descubrirás que hay cosas peor a la muerte.”
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Re: Tecnología [Autumn]
¡No juegues con las profundidades de otro!
Ludwig Wittgenstein
No quería seguir ahí, con aquel hombre que solo buscaba respuestas en su cuerpo y sus reacciones. ¿No podía ver que realmente no sabía nada? Su madre murió mucho antes de que ella preguntara acerca de los poderes que podía tener y lo que sabía era unicamente porque lo aprendió de su madre; después de ella todo había sido secreto, todo se resumió a vivir como una humana normal que no sabía nada del mundo sobrenatural. Su papá se preocupada de más cuando por curiosidad trataba de hacer algún hechizo, siempre diciendo que no quería perderle y que lo mejor era que se olvidara de todo eso. Él tenía razón, lo mejor hubiera sido olvidarse de todo y no dejarse ver nunca por nadie.
– De verdad no lo sé – resoplo como una chiquilla molesta. Le hacía molestar que le recordaran que no sabía nada de los suyos y de sus propios poderes, al final de todo era simplemente una inútil.
La descarga se detuvo, peor aún tenía la sensación de que algo le recorría por todo el cuerpo, seguramente los restos de la energía que antes le provoco un dolor que nunca pensó experimentar, esas cosas no eran normales. Llamaban monstruos a los sobrenaturales, cuando en manos humanas existían aquellas cosas capaces de hacer que se sufriera por dentro. Miro en dirección al inquisidor sin decir palabra alguna. ¿Cómo esperaba que cooperara? Seguramente si fuera él a quien hacían todo eso no cooperaría tampoco, pero alguien que no era atrapado y obligado a estar allá no entendería lo complicado de la situación.
– Los que asesinan a otros solo por gusto son los que no son gente, no me compares contigo o con las personas para quienes trabajas – Le era terrible la idea de ser uno de ellos pero sabía que aquel hombre podría decir cualquier cosa con tal de hacerla sentir miserable. Aún con todo lo que pudiera hacerle, no perdería la fuerza o la esperanza, sabría como escapar y no permitir que se generaran nuevas armas para asesinar a los suyos. El brujo que le clavaba aquella aguja en el su brazo ni siquiera debía ser considerado uno de los suyos, era nada más que un traidor de su gente – Al menos vampiros y licántropos lo hacen por naturaleza, tu estas en contra de ella – en quejido salió de sus labios cuando su cuerpo fue manipulado nuevamente por el inquisidor. La usaba como un juguete al que podía moldear a su gusto y hacer con él tanto como deseara. Ella era un ser vivo, no algo que pudiera destruir y amenazar de aquella manera tan cruel – Ya te dije que no sé, nunca he usado nada más que la barrera y dos o tres hechizos – Si la consideraba inútil ¿Cabía la posibilidad de que la dejes irse?
Su cuerpo sufrió nuevamente a causa de la solución que corría ahora por sus venas. Su mano se adormeció y aunque ella no era capaz de verla por la manera en que estaba, comenzaba a cambiar, transformandose en la pata de algún animal que no podía saberse exactamente cual, pero que demostraba aquello que el brujo estaba esperando conocer, uno de los poderes de Autumn.
– ¿Magia negra? ¿Acaso crees que soy como tu? – de tener esa clase de poderes, seguramente no hubiera sido capturada en primer lugar – y déjame, eso duele – Claro que dolía, nada en aquel sitio estaba para ser placentero.
Ludwig Wittgenstein
No quería seguir ahí, con aquel hombre que solo buscaba respuestas en su cuerpo y sus reacciones. ¿No podía ver que realmente no sabía nada? Su madre murió mucho antes de que ella preguntara acerca de los poderes que podía tener y lo que sabía era unicamente porque lo aprendió de su madre; después de ella todo había sido secreto, todo se resumió a vivir como una humana normal que no sabía nada del mundo sobrenatural. Su papá se preocupada de más cuando por curiosidad trataba de hacer algún hechizo, siempre diciendo que no quería perderle y que lo mejor era que se olvidara de todo eso. Él tenía razón, lo mejor hubiera sido olvidarse de todo y no dejarse ver nunca por nadie.
– De verdad no lo sé – resoplo como una chiquilla molesta. Le hacía molestar que le recordaran que no sabía nada de los suyos y de sus propios poderes, al final de todo era simplemente una inútil.
La descarga se detuvo, peor aún tenía la sensación de que algo le recorría por todo el cuerpo, seguramente los restos de la energía que antes le provoco un dolor que nunca pensó experimentar, esas cosas no eran normales. Llamaban monstruos a los sobrenaturales, cuando en manos humanas existían aquellas cosas capaces de hacer que se sufriera por dentro. Miro en dirección al inquisidor sin decir palabra alguna. ¿Cómo esperaba que cooperara? Seguramente si fuera él a quien hacían todo eso no cooperaría tampoco, pero alguien que no era atrapado y obligado a estar allá no entendería lo complicado de la situación.
– Los que asesinan a otros solo por gusto son los que no son gente, no me compares contigo o con las personas para quienes trabajas – Le era terrible la idea de ser uno de ellos pero sabía que aquel hombre podría decir cualquier cosa con tal de hacerla sentir miserable. Aún con todo lo que pudiera hacerle, no perdería la fuerza o la esperanza, sabría como escapar y no permitir que se generaran nuevas armas para asesinar a los suyos. El brujo que le clavaba aquella aguja en el su brazo ni siquiera debía ser considerado uno de los suyos, era nada más que un traidor de su gente – Al menos vampiros y licántropos lo hacen por naturaleza, tu estas en contra de ella – en quejido salió de sus labios cuando su cuerpo fue manipulado nuevamente por el inquisidor. La usaba como un juguete al que podía moldear a su gusto y hacer con él tanto como deseara. Ella era un ser vivo, no algo que pudiera destruir y amenazar de aquella manera tan cruel – Ya te dije que no sé, nunca he usado nada más que la barrera y dos o tres hechizos – Si la consideraba inútil ¿Cabía la posibilidad de que la dejes irse?
Su cuerpo sufrió nuevamente a causa de la solución que corría ahora por sus venas. Su mano se adormeció y aunque ella no era capaz de verla por la manera en que estaba, comenzaba a cambiar, transformandose en la pata de algún animal que no podía saberse exactamente cual, pero que demostraba aquello que el brujo estaba esperando conocer, uno de los poderes de Autumn.
– ¿Magia negra? ¿Acaso crees que soy como tu? – de tener esa clase de poderes, seguramente no hubiera sido capturada en primer lugar – y déjame, eso duele – Claro que dolía, nada en aquel sitio estaba para ser placentero.
Autumn Aylier- Hechicero Clase Baja
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Re: Tecnología [Autumn]
“Jugar es el principio de la ciencia y de la existencia”
Movía mis brazos con cuidado, palpando su piel, examinando cualquier tipo de anomalía que surgiera en su cuerpo luego de inyectarle aquel tipo de veneno. Estaba claro que al no sacarle una serie de hematomas en el brazo, pronto estallaría su aura para obligarla a utilizar algún poder. Correctamente a mis estudios, había dado resultado y su brazo hacía metamorfosis. Me separé de la camilla y lo fui a anotar, evidentemente ella no tenía noción de la existencia de aquella habilidad en su interior, eso era bueno en parte. Aunque fuese como fuese, no saldría viva de ese lugar, a lo sumo estaría en mi laboratorio un tiempo hasta terminar de probar una serie de productos, que eran específicos para eso, pero que no usaba en mi propio cuerpo, por temor a que me hiciera algún daño irreparable. Pero estaba buscando algo en especial, yo quería encontrar un medicamento que al dispararlo las habilidades de un hechicero se fuesen casi por completo, en y por un tiempo específico. Eso serviría para atraparlos, aunque eran los menos relevantes, la inquisición estaba más apurada en conseguir vampiros y lycanes para ese momento. Ya que se decían cosas de rebeliones, pero también de grupos que querían esconderse. A mi manera de ver, ninguno me parecía útil. Quizá el de esconderse, era la mejor opción, pasar desapercibidos por miles de años, hasta que la iglesia piense que se extinguieron y de esa manera que la inquisición desaparezca por completo. Era irónico, en parte la extinción de las razas me causaba repulsión, mi sentido de la ciencia se negaba a ello.
― La naturaleza es relativa, quizá lo entiendas cuando mueras. Por ahora puedo decirte que aquellos a quienes defiendes matan más humanos por día o noche, de los que realmente crees. ― Hablar con los “pacientes” siempre era algo que me divertía, escuchar sus pensamientos, las cosas que decían solían ser verdad, ya que la presión de ser asesinados estaba sobre ellos. Claro que nadie terminaba convenciéndome y ella no sería la excepción. Tenía un tipo de fetiche con eso, las plegarias eran simples cánticos, como una canción de cuna a mis oídos. Me morí en ese instante el labio inferior y observé sus repulsivas palabras y su tonta forma de ser. Apreté un poco sus mejillas con una sola mano. ―Tildarme de mago negro no te hace ni una fracción de parte más “pura”, sigues siendo una bruja. Y a las brujas que no están arrepentidas se las condena. ¿Lo entiendes? ― Pregunté y en ese momento volví a inyectarla, ahora era el medicamento para neutralizar la solución que corría por sus venas electrizando su aura. Poco a poco se apagaba. Quería golpearla, no lo hice, ¿por qué? Ella seguía siendo una mujer, una en potencia de ser cadáver, pero no podía hacerlo, no con mis propias manos. Luego de verla, con ojos de querer arrancarle la lengua, me puse unos guantes de látex bastante incómodos y duros. Los llevé a sus ojos y los abrí con fuerzas, examinando sus pupilas. Eran normales, ningún signo de que haya quedado una semi transformación en su cuerpo. ― ¿De qué otros hechizos hablas? […] Todo por hoy. Buenas noches. ― Dije simple, en una palabra y apreté un trapo con el cloroformo contra su nariz. Tan solo unos segundos, hasta que cayera dormida.
La noche pasó, la cubrí con mantas suficientes para que no tuviese frío y cerré cada una de las puertas, al día siguiente terminaría de tomar muestras de su sangre y volvería a comprobar si tenía más habilidades. Ella no era una amenaza, pero podría serlo en otro momento, la orden era asesinarla en seco y velar su muerte con los sacerdotes del primer piso. Era lo habitual y de ese modo lo haría. Cuando el sol salió volví a la sala, la vampiresa que tendría que cuidar me esperaría esa misma noche, así que hoy era el fin de la bruja. Dejé pasar la luz por la ventana del medio, para que le dé en el rostro por completo. ― Buenos días. Tu desayuno ya llegó. Hoy es tu última oportunidad. ¿Dónde hay más de los tuyos? ¿Qué poderes tienes, los totales? ― Moví su mejilla de lado a lado, la observé con los ojos fríos y secos que tenía. Saqué las mantas de arriba de su cuerpo y acaricié la tersa cobertura que tenía. Ningún gesto apareció en mi rostro, tan solo la curiosidad de un hombre y un científico a flor de piel. ―Quiero que hagas una barrera― Le encargué con mirada penetrante, mientras los dedos se paseaban por sus piernas, subían a su estómago y luego de unas vueltas apreté su cuello y lo elevé, clavando una aguja gruesa en su cuello. Era el líquido que había creado para que las habilidades no sirvan, pero no quería que fuese a funcionar, las probabilidades de detener algo tan fuerte como los poderes psíquicos de un hechicero eran muy pocas.
“Todo se trata de estadísticas. De formas de ver. Y de existencias sin final”
Calcabrina- Hechicero Clase Alta
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Re: Tecnología [Autumn]
No podemos temer nunca cuando tenemos una madre poderosa y amante que vela por nosotros.
Daniel Comboni
Con el pasar del tiempo en su brazo no solo existía dolor, sino que también una comezón que no podía ser calmada por ella misma. Autumn se mordió el labio con fuerza para tratar de que el dolor de su mordida disminuyera la atención que prestaba a su brazo y pese a que no deseaba mantener en su corazón resentimientos o malos deseos para nadie; esperaba que aquel brujo sufriera mucho durante su vida. Deseaba que en un cambio de planes inesperado terminara él en el sitio donde ella se encontraba, siendo examinado por otros inquisidores; si es que algo así llegaba a pasar se sentiría sumamente contenta pese a lo que le pasara a ella en aquel lugar.
– Ellos lo hacen por naturaleza. Es parte de la cadena alimenticia en cambio esto que haces tu es solo para satisfacer a unos cuantos y no porque realmente sea lo que se debe hacer – movió el brazo, tratando de calmarse a si misma solo para verse mirando los ojos llenos de una curiosidad que no podía comprender del inquisidor. Entrecerro los ojos y el siguiente pinchazo fue una sorpresa que le aterro internamente. El no saber que era lo que ese hombre planeaba con ella o que haría al siguiente instante la llevaba a un estado de expectativa en el que no le agradaba estar – No he dicho que sea más pura, pero lo que si sé es que no he hecho nada malo como tu, así que el que esta condenado aquí es otro – hablo con seguridad, porque en realidad nunca uso los pocos poderes que sabía contener contra nadie, únicamente la barrera para protección de si misma y nada más. Su única condena debía ser no aprender lo suficiente de sus habilidades como para terminar libre y no en las manos de quienes planeaban usarla para dañar a otros.
Los exámenes en su cuerpo continuaron y la comezón en su brazo desapareció. Se quejaba en algunos momentos pero no volvio a hablarle al brujo, no tenía ganas de responder sobre sus poderes a alguien que igual le obligaría a mostrarle. El tiempo le parecía eterno y la tranquilidad que pudiera traerle las palabras buenas noches solo la sumió en una inconsciencia forzada, donde no podría tratar de planear su escape sino que aguardaría, dormida, la llegada de un nuevo día de experimentos.
Esa noche soñó con su madre, era un sueño de esos que se sentían tan reales que podía haber jurado que su madre estaba ahí. Autumn se encontraba libre, de regreso en su hogar. Su madre no hablaba, solo se limitaba a peinar los cabellos de la pelirroja como cuando era pequeña y trataba de calmarla. Para muchos ese sueño pudo haber sido una perdida de tiempo, pero para la bruja, significaba la paz que nunca más llegaría a sentir cerca de la mujer que tanto le amo. Se relajaba, aguardando porque se encontrara ya muerta pero no, la voz de su madre se lo dijo.
– Aún no es tiempo Autumn, aún tienes cosas por hacer y yo me encargare de que logres vivir – antes de que pudiera preguntar algo una luz le hizo abrir los ojos y encandilada por aquella luz recordó que estaba en el infierno y que su demonio personal ya había hecho acto de aparición.
– No sé nada, ya lo he dicho así que preguntarme seguirá siendo inútil – la orden de crear una barrera le fue dada y negó – No haré nada para ti – pero como lo demostrara desde ayer, el brujo tenía su carácter y volvía a relucir cuando le sujeto para clavo la aguja en su cuello. El terror se apodero de ella y en un reflejo que no pudo reprimir, cerro los ojos y con algo más de dificultad que la usual genero una barrera alrededor de ella para que aquel hombre se alejara de ella.
Al abrir los ojos pudo notar una figura conocida detrás del brujo y sonrió. Abrió los labios como si estuviese hablando, cuando lo que hacía era recordar para si las palabras que su madre le prometio siempre la protegerían. Se sentía a salvo ahora, no por su barrera o por las palabras, sino porque detrás de aquel hombre podía reconocer la figura de su madre. Todo iba a estar bien.
Daniel Comboni
Con el pasar del tiempo en su brazo no solo existía dolor, sino que también una comezón que no podía ser calmada por ella misma. Autumn se mordió el labio con fuerza para tratar de que el dolor de su mordida disminuyera la atención que prestaba a su brazo y pese a que no deseaba mantener en su corazón resentimientos o malos deseos para nadie; esperaba que aquel brujo sufriera mucho durante su vida. Deseaba que en un cambio de planes inesperado terminara él en el sitio donde ella se encontraba, siendo examinado por otros inquisidores; si es que algo así llegaba a pasar se sentiría sumamente contenta pese a lo que le pasara a ella en aquel lugar.
– Ellos lo hacen por naturaleza. Es parte de la cadena alimenticia en cambio esto que haces tu es solo para satisfacer a unos cuantos y no porque realmente sea lo que se debe hacer – movió el brazo, tratando de calmarse a si misma solo para verse mirando los ojos llenos de una curiosidad que no podía comprender del inquisidor. Entrecerro los ojos y el siguiente pinchazo fue una sorpresa que le aterro internamente. El no saber que era lo que ese hombre planeaba con ella o que haría al siguiente instante la llevaba a un estado de expectativa en el que no le agradaba estar – No he dicho que sea más pura, pero lo que si sé es que no he hecho nada malo como tu, así que el que esta condenado aquí es otro – hablo con seguridad, porque en realidad nunca uso los pocos poderes que sabía contener contra nadie, únicamente la barrera para protección de si misma y nada más. Su única condena debía ser no aprender lo suficiente de sus habilidades como para terminar libre y no en las manos de quienes planeaban usarla para dañar a otros.
Los exámenes en su cuerpo continuaron y la comezón en su brazo desapareció. Se quejaba en algunos momentos pero no volvio a hablarle al brujo, no tenía ganas de responder sobre sus poderes a alguien que igual le obligaría a mostrarle. El tiempo le parecía eterno y la tranquilidad que pudiera traerle las palabras buenas noches solo la sumió en una inconsciencia forzada, donde no podría tratar de planear su escape sino que aguardaría, dormida, la llegada de un nuevo día de experimentos.
Esa noche soñó con su madre, era un sueño de esos que se sentían tan reales que podía haber jurado que su madre estaba ahí. Autumn se encontraba libre, de regreso en su hogar. Su madre no hablaba, solo se limitaba a peinar los cabellos de la pelirroja como cuando era pequeña y trataba de calmarla. Para muchos ese sueño pudo haber sido una perdida de tiempo, pero para la bruja, significaba la paz que nunca más llegaría a sentir cerca de la mujer que tanto le amo. Se relajaba, aguardando porque se encontrara ya muerta pero no, la voz de su madre se lo dijo.
– Aún no es tiempo Autumn, aún tienes cosas por hacer y yo me encargare de que logres vivir – antes de que pudiera preguntar algo una luz le hizo abrir los ojos y encandilada por aquella luz recordó que estaba en el infierno y que su demonio personal ya había hecho acto de aparición.
– No sé nada, ya lo he dicho así que preguntarme seguirá siendo inútil – la orden de crear una barrera le fue dada y negó – No haré nada para ti – pero como lo demostrara desde ayer, el brujo tenía su carácter y volvía a relucir cuando le sujeto para clavo la aguja en su cuello. El terror se apodero de ella y en un reflejo que no pudo reprimir, cerro los ojos y con algo más de dificultad que la usual genero una barrera alrededor de ella para que aquel hombre se alejara de ella.
Al abrir los ojos pudo notar una figura conocida detrás del brujo y sonrió. Abrió los labios como si estuviese hablando, cuando lo que hacía era recordar para si las palabras que su madre le prometio siempre la protegerían. Se sentía a salvo ahora, no por su barrera o por las palabras, sino porque detrás de aquel hombre podía reconocer la figura de su madre. Todo iba a estar bien.
Autumn Aylier- Hechicero Clase Baja
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Re: Tecnología [Autumn]
“El temor es una dicha que nadie puede entender”
Chasqueaba los dientes, molesto por la situación que ella me hacía vivir. Era como estar al límite de un barranco. ¿Tenía razón en algo de lo que decía? No. Yo sabía muy bien quien era y lo que pensaba. Mis razones de existir, mi crianza, todo se lo debía a la Iglesia y aunque no estaba a favor de muchas de las cosas que hacía, las respetaba. ¿Por qué? Porque de esa manera podía hacer mis investigaciones, lo que le daría un avance enorme al mundo. La tecnología, el paso del vapor a la electricidad y quien sabe qué sería lo próximo. Las armas debían progresar también. Y para todo había un pago, así como la medicina experimentaba con humanos, nosotros también. Eran sacrificios que había que hacer. Así que con mi mirada altiva y modesta le sonreí a la pequeña muchacha que tenía frente a mí. ― Satisfacer a unos cuantos dices, avances más allá de tu conocimientos son los que hago con este mínimo sacrificio. ¿Y tú qué sabes sobre lo que se debe hacer? Nada obviamente, eres una simple niña. ― Respondí yo mismo a mi pregunta, ignorando lo que fuese a salir de ella. Ajustaba las esposas, acomodaba los instrumentos. La hora del descanso se estaba cercando y no podía dejar nada fuera de lugar. No sabía qué tipo de cosas podía hacer ella y aunque no estaba seguro de saber si existía el poder para hacer levitar cosas, tampoco debía subestimarla. Ese era el primer principio para no fallar.
Al final, terminé por dormirla, muchas veces dejaba que mis prisioneros se queden despiertos, que sientan la necesidad de escapar de aquel lugar lo antes posible. Subirles la adrenalina y la desesperación. Al día siguiente la mayoría escupían todo lo que deseaba. Pero la muchacha era demasiado inocente, demasiado pura. Aunque luchaba por sobrevivir y se desvivía por molestarme, pero tenía dudas, temor de que al día siguiente se haya mordido lo lengua hasta morir desangrada. Así fue como la vi dormir, cuando el cloroformo comenzaba a hacer el efecto deseado, los ojos de la hechicera empezaban a titubear hasta caer rendidos. Y mi mirada se centró en su rostro. Me había dejado pensando, tan solo un segundo había pensado en largarme de allí y hacer algo mejor por mi vida. Pero se me pasó al instante, yo pertenecía a eso, era parte de la inquisición y nunca dejaría de serlo. Quizá esa era realmente mi condena eterna.
Llegué a la mañana siguiente, quizá con más ánimos que antes, tenía las fuerzas puestas. Y mi mirada lo decía todo, ese día sería un día de respuestas. Disfruté tocar su piel, enojarla, que me mire con desprecio hasta obligarla a hacer una barrera lo suficientemente fuerte para hacerme volar. Se suponía que no tendría efecto todo aquello, le estaba clavando un líquido grisáceo, que tenía sangre de brujos muertos y algunas otras atrocidades. Necesitaba mejorarse, pero ella sería la primera en probar aquella “medicina para el demonio”.
Como fue de esperarse no funcionó, el poder se extendió por su cuerpo y me vi obligado a retroceder varios pasos hacia atrás, aunque de algún modo, no había sido tan poderoso como lo esperaba. Allí fue cuando vi los ojos claros ajenos. Mostraban seguridad, calma y un halo de esperanzas que creía haber matado el día anterior. ¿Qué sucedía? Erguí la cabeza hacía un lado, una silueta de energía se hacía presente. Ella hablaba con los muertos. ¿Cómo no lo había pensado antes? Maldije para mí mismo y me giré con rapidez haciendo una barrera fuerte para que aquel fantasma no pudiese meterse en mi cuerpo. Si lo hacía estaba perdido. Aquel halo de luz era poderoso y se notaba que era un sentimiento de amor y protección que me sería difícil de contener. Balbuceé entonces un cántico rúnico de protección. El ser hacía fuerzas para aprisionarme y me quejé en voz alta. ― ¡Maldita bruja, serás quemada antes que el sol se esconda! ― Sentencié con descaro y me sentí caer al suelo cuando la molestia de aquella muerta se acentuó. Mis dientes crujían del odio y cuando menos lo imaginé, el ser se empezaba a acercar a mi prisionera. La niña había tenido un haz bajo la manga desde siempre y eso me hizo sentir la quemazón de un mal trago. Fue un odio que me recorrió con furia y antes de poder pensarlo me lancé al conector eléctrico que había sobre la muchacha. Lo tironeé hacía abajo, dejando que la corriente comience a circular hacía ella, desconcentrándome completamente, me había dejado llevar por mis impulsos y la protección que había puesto sobre mí, se había roto. Lastimosamente la energía no era la suficiente para matarla. El laboratorio estaba perfectamente diseñado para la tortura. Y solo clavándole un cuchillo podía acabar con su vida.
“¡Es el odio de saber que alguien quiere protegerte aún desde el más allá!”
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Re: Tecnología [Autumn]
El amor es la infinita mutabilidad del mundo; las mentiras, el odio, incluso el asesinato, están entretejidos con él; es el inevitable florecimiento de sus opuestos, una rosa magnífica que huele ligeramente a sangre.
Tony Kushner
Todo iba a llegar a su fin pronto, de una forma u otra el sufrimiento de Autumn, todo lo que pasaba por su mente y su cuerpo, estaba por terminar. No sabía como se daba cuenta de eso, creía que era por el sueño que tuvo aunque no estuviese del todo segura en que saldría de esa situación, para ella solo existía un camino para salir de todo aquello y ese era encarar a la muerte con valor, dejarse llevar y no poner resistencia. Igual no quería ser usada para que experimentasen más tiempo, si molestaba a aquel hombre de pensamientos oscuros y mirada fría seguro que le asesinaba muy pronto.
Cuando la barrera se genero alrededor de su cuerpo lo supo. En el momento que el inquisidor regresara a su lado pondría fin a todo y ella no sería más que el recuerdo que nadie llegaría a tener. ¿Quién le conocía en realidad? Ya no tenía a nadie en el mundo y su ausencia no sería notada, al igual que la de muchos otros que antes murieran en manos de la inquisición y de la misma manera en que otros morirían después de ella. Después de generar su barrera, cuando el final de todo estaba tan cerca es que vio detrás del inquisidor una figura que siempre le daba paz y llevaba esperanza al corazón de la joven bruja. Su madre, aquella mujer siempre amable y cariñosa con la que soñara por la noche estaba ahí; nunca antes le ocurrió algo similar a Autumn, así que no podía estar segura de tener habilidades para entablar comunicación con los muertos y de hecho, no la tenía. Unicamente el sentimiento de amor que siempre permanecía cerca de ella y que era perteneciente a su madre, termino por llamarla del mundo de los muertos. Era complicado comprender como algo de esa indole era posible de ocurrir pero las cosas siempre daban giros inesperados y el amor llevaba a crear los más misteriosos milagros.
Sus ojos continuaron dirigidos hacía aquel espíritu que comenzaba a acercarse al inquisidor, quien se empeñaba en alejarla de su propio cuerpo. Autumn permanecía expectante, sin saber que de que manera debía actuar ante una situación como aquella. El temor se apodero momentáneamente de ella al escuchar la voz masculina gritarle amenazante; morir quemada no era algo que debiera ser agradable, y la bruja ni siquiera deseaba morir aún. Parecía ser que el fantasma aquel de su madre notaba su temor y viendo que entrar en el cuerpo del inquisidor era imposible, decidía entonces tratar con su hija.
– Mamá – susurró la bruja, sin prestar atención a que el hombre que le mantenía cautiva se apresuraba a hacer que una descarga que le nubló los sentidos le corriera el cuerpo. La fantasma aprovecho aquel descuido tomo finalmente posesión del cuerpo masculino e hizo que la corriente dejara de pasar por el cuerpo de su hija.
Autumn trataba de mantenerse tranquila, mientras que volvía de nuevo a sus cabales y su madre utilizaba aquel cuerpo para liberarla . No existieron palabras, únicamente le libero las ataduras, le dio algo de ropa que estaba por ahí y que preciso al mirarla se daba cuenta Autumn de que era la suya.
– Mamá, ¿Qué voy a hacer? – No temía más a aquel hombre, todo porque en su interior estaba el alma de la persona que más extrañaba en aquellos momentos. No existió respuesta alguna pero la bruja sabía lo que debía de hacer aunque su madre no dijera nada. Estiro ambas manos en dirección a ella quien le sujeto y la saco a trompicones de aquel lugar, simulando que aún era parte de los presos de aquel calabozo. Para fortuna quizás de ambas no existió nadie que impidiera su camino y poco a poco, llegaron al exterior.
Se encontraban en lo que parecía ser una zona demasiado alejada y boscosa. El inquisidor manipulado por el fantasma le soltó las manos y la bruja le miro, no a él, sino a su madre.
– Gracias. Te quiero mamá. – Dicho eso, se lanzo a correr en dirección a perderse por aquel bosque. Le dolía el cuerpo entero; lo noto desde que se había levantado de donde permanecía presa, pero no era momento de descansar ni detenerse, Autumn correría hacía la libertad. Mantenerse a salvo era la prioridad además de necesitar encontrar quien le ayudara a conoceré más a si misma. Una segunda ocasión no le atraparían, descubriría como defenderse y viviría libre y sin miedo. Algún día.
Tony Kushner
Todo iba a llegar a su fin pronto, de una forma u otra el sufrimiento de Autumn, todo lo que pasaba por su mente y su cuerpo, estaba por terminar. No sabía como se daba cuenta de eso, creía que era por el sueño que tuvo aunque no estuviese del todo segura en que saldría de esa situación, para ella solo existía un camino para salir de todo aquello y ese era encarar a la muerte con valor, dejarse llevar y no poner resistencia. Igual no quería ser usada para que experimentasen más tiempo, si molestaba a aquel hombre de pensamientos oscuros y mirada fría seguro que le asesinaba muy pronto.
Cuando la barrera se genero alrededor de su cuerpo lo supo. En el momento que el inquisidor regresara a su lado pondría fin a todo y ella no sería más que el recuerdo que nadie llegaría a tener. ¿Quién le conocía en realidad? Ya no tenía a nadie en el mundo y su ausencia no sería notada, al igual que la de muchos otros que antes murieran en manos de la inquisición y de la misma manera en que otros morirían después de ella. Después de generar su barrera, cuando el final de todo estaba tan cerca es que vio detrás del inquisidor una figura que siempre le daba paz y llevaba esperanza al corazón de la joven bruja. Su madre, aquella mujer siempre amable y cariñosa con la que soñara por la noche estaba ahí; nunca antes le ocurrió algo similar a Autumn, así que no podía estar segura de tener habilidades para entablar comunicación con los muertos y de hecho, no la tenía. Unicamente el sentimiento de amor que siempre permanecía cerca de ella y que era perteneciente a su madre, termino por llamarla del mundo de los muertos. Era complicado comprender como algo de esa indole era posible de ocurrir pero las cosas siempre daban giros inesperados y el amor llevaba a crear los más misteriosos milagros.
Sus ojos continuaron dirigidos hacía aquel espíritu que comenzaba a acercarse al inquisidor, quien se empeñaba en alejarla de su propio cuerpo. Autumn permanecía expectante, sin saber que de que manera debía actuar ante una situación como aquella. El temor se apodero momentáneamente de ella al escuchar la voz masculina gritarle amenazante; morir quemada no era algo que debiera ser agradable, y la bruja ni siquiera deseaba morir aún. Parecía ser que el fantasma aquel de su madre notaba su temor y viendo que entrar en el cuerpo del inquisidor era imposible, decidía entonces tratar con su hija.
– Mamá – susurró la bruja, sin prestar atención a que el hombre que le mantenía cautiva se apresuraba a hacer que una descarga que le nubló los sentidos le corriera el cuerpo. La fantasma aprovecho aquel descuido tomo finalmente posesión del cuerpo masculino e hizo que la corriente dejara de pasar por el cuerpo de su hija.
Autumn trataba de mantenerse tranquila, mientras que volvía de nuevo a sus cabales y su madre utilizaba aquel cuerpo para liberarla . No existieron palabras, únicamente le libero las ataduras, le dio algo de ropa que estaba por ahí y que preciso al mirarla se daba cuenta Autumn de que era la suya.
– Mamá, ¿Qué voy a hacer? – No temía más a aquel hombre, todo porque en su interior estaba el alma de la persona que más extrañaba en aquellos momentos. No existió respuesta alguna pero la bruja sabía lo que debía de hacer aunque su madre no dijera nada. Estiro ambas manos en dirección a ella quien le sujeto y la saco a trompicones de aquel lugar, simulando que aún era parte de los presos de aquel calabozo. Para fortuna quizás de ambas no existió nadie que impidiera su camino y poco a poco, llegaron al exterior.
Se encontraban en lo que parecía ser una zona demasiado alejada y boscosa. El inquisidor manipulado por el fantasma le soltó las manos y la bruja le miro, no a él, sino a su madre.
– Gracias. Te quiero mamá. – Dicho eso, se lanzo a correr en dirección a perderse por aquel bosque. Le dolía el cuerpo entero; lo noto desde que se había levantado de donde permanecía presa, pero no era momento de descansar ni detenerse, Autumn correría hacía la libertad. Mantenerse a salvo era la prioridad además de necesitar encontrar quien le ayudara a conoceré más a si misma. Una segunda ocasión no le atraparían, descubriría como defenderse y viviría libre y sin miedo. Algún día.
TERMINADO
Autumn Aylier- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 28/12/2012
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