~ JUEVES ~

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¿Por qué? ¿Por qué tengo que estar aquí? Pero sobre todo ¿por qué tengo que estar lejos de él ? Mi ceño se frunce mientras juego con una fina copa entre mis dedos. Fingir, tengo que fingir ser alguien que no soy, vestir ropas que en toda mi vida podría pagar, y la cereza del pastel es la distancia que separa nuestros cuerpos. Sólo puedo sonreír, sólo "debo" sonreír. Podrá sonar exagerado, pero siento dolor en mis dientes e inclusive en mis mejillas que se encuentran completamente rígidas, y no precisamente por la desvirtuada sonrisa que intento regalar a todo aquel que mire, sino por la frustración que llevo cargando en mi interior, al guardar las apariencias aparentando una calma que estoy muy lejos de poseer para protegerlo , mientras yo muero por dentro. Una pesada carga que bien estoy dispuesto a pagar a costa de lo que sea, sintiendo ese extraño hueco en el pecho que no soy capaz de llenar; como si una "nada" lo hubiera absorbido, dejándome a cambio, ese molesto hormigueo estomacal tan característico en mí, cuando me siento nervioso. Debo mantenerme callado y distante, como si nunca nos hubiéramos visto en la vida. Guardar distancias, una vez más como tantas otras noches de encuentros furtivos.

Llevo la mano al cuello. El moño me molesta. Siento asfixiarme, aunque claro sólo son imaginaciones mías debido a la incomodidad, a la falta de atención y al mal humor, causando que que el simple paso del aire me ahogue, por irónico que pueda parecer. Estoy exagerando todo, lo sé, estoy irritable. He sopesado la idea de irme de inmediato de aquí para encerrarme en mi cuarto y llorar hasta quedarme dormido. Eso o rumiar mi coraje; lo primero que pudiera pasar. No encuentro una mejor solución, pero si acaso decido alejarme, me buscaré problemas o buscaré problemas al resto de la compañía… Pero… ¡No he podido verle, ni siquiera de lejos! lo cual significa un tormento. Ni siquiera yo mismo me comprendo, no logro hilar una sola idea. ¿Por qué tenía que ser precisamente la mansión de los Cranford el destino final para la velada después de la representación benéfica?

Sin pensarlo demasiado, termino de un solo trago el resto del líquido carmesí que quedaba en mi copa. ¿La cuarta de la noche? La deposito sobre la charola que uno de los múltiples meseros lleva a acuestas. Tengo que cerrar los ojos por breves momentos debido a un pequeño mareo inesperado, quizás causado por la misma bebida, puesto que no estoy acostumbrado a beber más allá de una. Siento el calor bajando por mi garganta, mis mejillas arder y mis orejas un poco más calientes de lo normal. Debo lucir un poco más tonto de lo habitual, no me atrevo siquiera a mirarme en un enorme espejo que está apostado en una de las paredes del salón principal, porque sé que debo tener ese color rojizo tan característico en personas que ya han bebido más de lo que su cuerpo puede soportar. Sé que beber no es la solución al problema; beber en demasía no está bien. Debo contener el impulso de hacerme con una copa más o de lo contrario terminaré haciendo el papel más ridículo de toda mi existencia.

Avanzo trastabillando por entre la gente, tratando de encontrar una salida hacia alguna terraza. Necesito aire, necesito escabullirme de todo aquel mundo de hipocresía. Beber agua, o algo que no contenga alcohol para mantener mi boca ocupada y olvidarme de lo arrebatado que soy. Sigo abriéndome paso, nadie repara en mí Nadie sabe que Joshua Maloney está acompañándolos. Soy tan insignificante que nadie me presta la atención necesaria.

De manera inesperada y sin proponérmelo siquiera mi mirada se cruza con la suya  dentro de un grupo de gente, y en mis labios brota una sonrisa sincera, que se desvanece casi al instante mientras le veo acompañado de una dama muy distinguida robando su atención, sujetándole por el brazo. La señal de retirada. ¡No puedo seguir soportando todo aquel glamour del cual no soy partícipe, éste no es mi mundo! << Y ella… está con él. ¿Quién podrá ser? ¿De quién se trata? ¿Por qué le sonríe? ¿Por qué recarga su cabeza en su hombro? >>

Celos, en su más pura expresión. ¡Quiero salir corriendo! ¡Salir cuanto antes de aquí! No deseo permanecer ni un minuto más. Al dar la media vuelta, golpeo con mi brazo la charola de bocadillos que una señorita se aprestaba a ofrecer a los invitados, manchando la ropa de gala que me había sido prestada. << ¡Ahora sí que estoy perdido! >> Cuál sería mi expresión de espanto o de asombro,  que la mucama se desvivía en miles de disculpas, tratando de remediar “su error”. Si antes deseé escabullirme sin ser descubierto, el plan se había ido por la borda. Se hizo un silencio sepulcral entre la multitud. La orquesta dejó de tocar y los murmullos entre los asistentes no se hicieron esperar. Deseé con todo mi corazón que la tierra se abriera y me tragara para siempre.