Draco Dragenzen-Vronsky

Draco Dragenzen-Vronsky

► Poderes:
→ Inflingir dolor por medio de la mente: Capacidad que consiste en infringir dolor a una persona. Esto sólo funciona por medio de la concentración mental y el contacto visual.
→ Manipulación de la memoria: Concede la amnepatia y la recuperación mental, además ver los recuerdos de la gente y si se quiere proyectarlos en imágenes visibles para todos. También se puede aturdir a la gente mediante confusiones mentales dejándolos como "Enfermos mentales", pero solo temporalmente. Es muy difícil usar esta capacidad sin contacto ya que se requiere de mucha experiencia.
→ Persuasión: Habilidad para controlar las acciones o el razonamiento de otra persona. Este poder logra que otras personas realicen acciones, sin que éstas puedan negarse o incluso darse cuenta, mediante palabras con entonación imperativa, es decir, ordenándolas.
►Datos extras
-Conserva el gusto por el tabaco y el vodka
-Le divierte apostar en las carreras del hipódromo. También le gusta participar en carreras de caballos personalmente.
-Alguna vez fue doctor. Un doctor escalofriante pero doctor al fin y al cabo. “Doctor Mortis”
-En su vida humana padeció de hemofilia.
-Sus padres eran hermanos.


→Hedonista: Practicante de una de las doctrina más clásica entre los hombres adinerados. De aquellos que dan libertad a la búsqueda del placer y al complacimiento de sus deseos dejando de lado todas las angustias y penumbras. Después de tantos siglos de vida lo único que queda para un gran ocioso como él es ser un libertino bohemio sin moral.
→Caprichoso/Ambicioso: Si quiere algo no se detiene hasta conseguirlo ya sea por fijación hacia una persona u obsesión por algo que codicie. No importa cómo, dónde o con quien, tiene que conseguirlo.
→Egoísta: Sólo hay una única persona que le interesa en el mundo entero: él mismo. No le importa los sentimientos de los demás ni pisotearlos cuando se le da la gana. Tampoco es del tipo de personas que se sienta a mirar el atardecer en el horizonte y plantearse la idea de vivir en paz y formar una familia. Lo que más le aterra es la idea de tener responsabilidades con un crío. Si alguna vez quiso a alguien los sentimientos quedaron sepultados con ese alguien.
→Embustero/Mentiroso: Dueño de un carisma convencedor y cálido, logra así de este modo hacer que las personas depositen confianza en él y que le vean como una persona bondadosa y gentil.
→Frío/Calculador: Poseedor de una inteligencia notable, no sólo la emplea para ser un intelectual sino también para tácticas de guerra y movimientos a beneficio propio.
→Sádico: Si bien fue su pasado el que estuvo más marcado con el sadismo y en la actualidad está mucho más calmado, alguna huella quedó de ese pasado oscuro. Se divierte causando dolor y humillación en otras personas llegando a convertirse en un verdadero perverso.
→Fastidioso: Si una cosa le divierte es molestar al resto.



“Dicen que el demonio es gentil y seductor. Viste de blanco semejando pureza… Una pureza que jamás perdió pues jamás la tuvo”
La nieve cae sobre la melancólica Rusia. Un noble es un hombre de negocios y libertino, cuya única actividad es complacer sus propios caprichos y obsesiones. El castillo real luce perfecto y el baile de la realeza es un espectáculo maravilloso. El vals se le da bien, es el arma perfecta para cautivar a las adineradas mujeres con la azulada mirada suya. ¿Pero qué hubo en la historia del pasado?
“¿Es usted un demonio? Soy un hombre. Y por lo tanto tengo dentro de mí todos los demonios.”[/i]
Eran tiempos en que la historia no era historia y sólo las fauces de la oscuridad y la tempestad de tiempos con aires de guerra inundaban lo que sería los cimientos fundados en penumbras de la naciente Rusia.  La Horda de Oro perseguía la historia de Rusia como un fantasma fatigante que no deseaba ser olvidado. Después de que un país se consolida como tal siempre resurgirán de debajo de las piedras dinastías que querrán tener el poder en sus manos.
En este ambiente de artimañas maliciosas y discordias que se crían como gusanos de podredumbres en los estómagos de las personas que codician el todo nació Draco Vronsky, en una Rusia joven que quería demostrar a los demás reinos que era un imperio de respetar.
Eran tiempos en que Rusia anexaba a sus lindes el Gran Ducado de Moscú, Gran Ducado de Riazán, Gran Ducado de Lituania, República de Pskov, Emirato de Shirvan, Kanato de Astracán, Kanato de Kazán, Kanato de Siberia, Horda Nogai, Imperio Otomano, Orden Teutónica, tribus tunguses, tribus de lenguas paleosiberianas, esquimales, entre otros. Incluso tribus mongolas, que antes eran enemigos de la creciente Rusia, ahora eran parte del gran territorio ruso. No era para nada difícil asimilar que una buena relación con el hombre más importante de Rusia significaba el bienestar perpetuo de quien lo ambicionase.  
Iván Vronsky era su nombre, el nombre del Zar de ese entonces.  Celebraba su tercer matrimonio con una joven zarina,  Irina Vronsky, su prima, quien estaba consciente que su deber primordial era concebir un heredero para el Zar sin descendientes aún. No era un secreto para toda Rusia que el Zar se deshacía de sus antiguas esposas si estas no concebían un hijo suyo y el modo en que las quitaba del camino era aniquilándolas como si ellas fueran las verdaderas culpables de su propia infertilidad.
Irina tenía miedo, una muchacha con solo diecisiete años tiene derecho a temer a un hombre de treinta años quien llevaba la sangre de miles de hombres en sus manos, no por nada era Iván el conquistador. Pero sus diecisiete inexpertos años eran aplastados por la ambición y codicia de la joven, ella misma había conspirado contra la anterior zarina y coqueteado con Iván incluso cuando la segunda zarina aún estaba viva. Irina lo quería todo, y ese todo se conseguía engendrando un hijo del zar.
El matrimonio entre ambos trajo grandes beneficios para la familia de Irina. Sus familiares no tardaron más de dos días en poblar el castillo del zar ruso. Branko, el hermano mayor de Irina, se convirtió en la mano derecha de Iván y en su representante en las guerras llevadas a cabo. Su desplante con la espada era bien admirado. Todo parecía ir bien para Irina y sus familiares, todo excepto el detalle de que pasaba el tiempo y ella no lograba embarazarse de su esposo. Pensó en acudir a uno de sus amantes pero estaba demasiado paranoica para acceder a la infidelidad teniendo encima todos los ojos de las demás mujeres que esperaban su caída para tomar su lugar tal cual como ella lo había hecho con la anterior zarina.
Desesperados, Irina y Branko recurrieron a la única opción que les quedaba para no perder todo lo que habían conseguido: Branko embarazaría a su propia hermana y harían creer al zar que el hijo del pecado era su propio hijo.

Rusia celebraba el embarazo de la bella Irina, su cabello rojizo resplandecía más que antes, sus mejillas rosas lucían más sanas que nunca y sus ojos azules eran más cautivantes aún. Incluso estando embarazada era el deleite de los pintores que retrataban su fino rostro en grandes obras dignas de colgar en la pared principal. Llegó el día que todos estaban esperando, Irina daba a luz al primer hijo del zar; Draco Vronsky. Así, la joven madre por fin podía resoplar con tranquilidad y el zar festejar la llegada de quien algún día tomaría su lugar.
Todos parecían conforme con la llegada del heredero pero Irina parecía mirarlo con repudio y recelo. Repudio porque gracias a ese sano bebé la figura de Irina había cambiado, ya no era fina y con aires virginales, ahora parecía una madre, una mujer que no tenía las curvas que antes hizo a tantos hombres seguirle a su lecho. Recelo, porque algo en ese bebé le inquietaba. La manía de Irina no sólo se fijó en su hijo, también en su ambicioso hermano quien le exigía sacos de monedas de oro para mantener en silencio el asqueroso secreto de ambos, peor aún al ver que el niño era la misma imagen física de su hermano; cabello rubio y ojos azulados. Distinto al color opaco del cabello y ojos de Iván. Ella no aguantó más y convenció a Iván para que expulsaran a Branko del país con la acusación de alta traición.
Pero las conspiraciones no tardarían en llegar, el propio Branko era quien movía las piezas del ajedrez ahora. Si su hermana era ambiciosa él lo era el doble, pero Irina carecía de la maldad y sadismo enfermizo de su hermano. Branko se unió al máximo enemigo de Iván y no dudó en revelar todas las debilidades del zar ruso.
Iván nunca tuvo sentimientos y sólo quería un legado, jamás quiso a Irina ni a Draco, ellos sólo eran asuntos de diplomacia y dinastía. Irina temía ser remplazada por una de las llamativas amantes de su marido, su paranoia aumentó a un nivel de no querer probar ningún bocado temiendo que estuviese envenenado por orden se Iván. Tampoco quería amamantar a su hijo porque sentía que ese demonio producto del pecado le estaba consumiendo la vida. Las locuras contra su propio hijo aumentaron cada vez que una nueva nodriza de Draco caía enferma  y moría al poco tiempo. Llegó el momento que el nivel de repulsión de Irina hacia su hijo la colmó, tomó al bebé envolviéndolo por completo con una sábana sin importar si éste se asfixiara. La nieve cubría las calles en la noche en que Irina dejaba a su bebé en el orfanato de un pueblo de Rusia olvidado por el zar. Un destino poco afortunado le esperaba a Draco.  
Tuvieron que pasar siete meses enteros cuando Iván notó la ausencia de quien se suponía era su heredero. Encaró a Irina, la loca Irina, quien soltó carcajadas ante los arrebatos de su esposo y no contuvo reírse de él cuando le dijo que aquel bastardo no era su hijo sino de su máximo enemigo; Branko. El zar apretó el cuello de Irina hasta que este crujió al romperse las vértebras cervicales. Irina ni siquiera fue sepultada con dignidad, Iván mandó a que la lanzaran a una fosa común.  
No fue la traición de Branko lo que provocó que el imperio de Iván se fuera cayendo de a poco, fue la propia debilidad por el sexo femenino de Iván lo que trajo discordia en el castillo. Un día Nadia,  la nueva zarina, envenenó la copa de vino de su esposo. De este modo Iván Vronsky llegaba al fin de sus días, con una sífilis que lo estaba volviendo loco, envenenado por su propia esposa y un imperio que se oscurecía.

La vida de Draco en el orfanato era la que llevaba todo niño huérfano y abandonado, llena de hambruna, desprecio y castigos sin justificación. Lo curioso es que no duraba mucho en un orfanato fijo, cada cierto tiempo era enviado a otro orfanato en otra ciudad Rusa lo más lejos posible del anterior orfanato. Los cuidadores alegaban que el niño era perturbador.
A los siete años llegó a un nuevo orfanato. En este sintió un lugar más agradable de estar, tenía las mismas camas duras, la misma comida pútrida y el mismo trato inhumano que todos los anteriores pero al menos tenía una repisa con unos cuantos libros. Había aprendido a leer gracias a Boris, el guardia barrigón y borracho de uno de los orfanatos en los que estuvo. Era un borracho de poca paciencia y siempre terminaba dándole un golpe con su bastón o con la misma botella que tenía en la mano pero algo bueno pudo sacar de esa escoria de humano y fue aprender a leer. Pero tampoco duraría más en ese nuevo orfanato por un extraño incidente; como de rutina un grupo de niños lo llevaron al patio trasero en donde un cuarto oscuro se encontraba al final de este. Le llevaron allí para golpearlo como acostumbraban a hacerlo con los nuevos. Cuando los encargados del orfanato lo encontraron vieron a Draco sentado  tranquilamente leyendo un libro, la luz se filtraba entre las tablas que servían de techo de ese deplorable cuartucho y la sangre de su nariz quebrada llamó la atención pero se alteraron más cuando encontraron inconscientes a los otros niños. Cuando ellos despertaron, jamás volvieron a hablar en sus vidas. Otra vez Draco sería expulsado al descubrir la verdadera identidad de ese niño que fingía ser carismático y tierno; era un mentiroso patológico y sádico por naturaleza.
Draco era un niño horrible por donde se le viese, de una personalidad aterradoramente sádica y manipuladora. Desde pequeño asesinaba a los animales que habitaban en los orfanatos, dañaba físicamente a otros niños con objetos cortos punzantes argumentando que quería operarlos. Otras veces convencía a otros niños de hacer cosas horribles.
También era un niño aborrecible para el ojo humano con una desnutrición evidente que mostraban los huesos asomarse por debajo de la piel, los dientes los tenía amarrillos y medios puntiagudos, para colmo chuecos… los pocos dientes que tenía pues todavía no crecían los de segundo cambio, las muñecas, espalda, brazos y piernas en general marcados por fuertes golpes de posibles palizas de los otros orfanatos tales como quemaduras, magulladuras, golpes con varilla y latigazos, tenía el cabello rubio y sucio despeinado. A todo esto se le sumaba el drenar de sangre de su nariz, no había modo de evitarlo pues su nariz siempre sangraba.  

Era un niño asqueroso.  Asqueroso y feo.

«Se dirigió entonces hacia ellos, con la cabeza baja, para hacerles ver que estaba dispuesto a morir. Y entonces vio su reflejo en el agua: el patito feo se había transformado en un soberbio cisne blanco... »

Justo cuando su perturbadora conducta empezaba a inquietar a los cuidadores llegó un hombre al orfanato con intenciones de llevarse un niño. Pidió ver a los niños e irónicamente se fijó en Draco, el más escuálido  e insignificante de todos los aborrecibles niños del lugar. No le advirtieron de sus idas y venidas de otros orfanatos, tampoco de su conducta despreciable pero sí de una extraña enfermedad que padecía y que en ese entonces era signo de preocupación; la hemofilia.
El hombre se lo llevó a vivir a Francia, era un doctor privilegiado y estudiador del cuerpo humano. Era del tipo de sujetos que compraba cadáveres en la morgue para poder abrirlos en su propia casa y examinarlos para ver si encontraba algún nuevo descubrimiento para la medicina. De este modo el niño se acostumbró ver al doctor desmembrar cuerpos delante de él, muchas veces siendo Draco su asistente. Draco pareció convertirse en otro niño, su rostro ya no estaba sucio ni con hematomas, la nutrición mejoró considerablemente sus carencias físicas y cada vez se veía más atractivo.
De un ser inmundo de los pantanales se convirtió en un joven rico y célebre.
En su juventud  se convirtió en un muchacho alto de 1,90 de porte, de sedoso cabello rubio, buena dentadura, penetrantes ojos seductores y destacada inteligencia. Comenzó a frecuentar las camas de las mujeres a temprana edad teniendo una gran debilidad por el sexo femenino pero verdaderamente nunca se enamoró de ninguna, tampoco tuvo interés por los sentimientos de estas.
El doctor le daba libertad de hacer lo que Draco quisiese, podía amanecerse y no volver en días a la casa si quería, podía involucrarse con las personas que él quisiese, cometer delitos y fanfarronear en donde se le diera la gana. El doctor estaba consciente de las malas juntas de Draco, quien se había convertido en el adinerado ¨hijo¨ del doctor más prestigioso de la ciudad. La única exigencia del médico para su protegido era que fuera el mejor de su clase y consiguiera título de médico con honores.
Draco siguió los pasos morbosos de su progenitor, el doctor compraba cadáveres de manera ilegal, Draco conseguía los suyos propio. En las noches mata, planifica y organiza. Mató a muchas personas por muchos años sin ser apresado. Asechaba su comunidad por nuevas víctimas. De este modo aprendía de una manera autodidacta aunque verdaderamente mataba por placer, por amor a la sangre.
El galán hombre, detrás de esa sonrisa fanfarrona, se escondía el sádico asesino de Paris. Al principio se entretenía matando prostitutas,  le gustaba jugar con la voluntad de éstas mientras suplicaban libertad, también aniquilaba escorias que nadie echaría de menos tales como vagos y delincuentes. Pero se aburrió de esta vida mediocre… el gato también se cansa de jugar por tanto tiempo con los mismos ratones de una comunidad. Pidió traslado a Alemania y en poco tiempo comenzó a divertirse en esas tierras.
Estuvo tranquilo por un buen tiempo en tierras alemanas, sólo se dedicó a recorrer las camas de distintas mujeres. Los placeres sexuales desviados de Draco parecían agradar a las mujeres, técnicas de sadismo y masoquismo, humillaciones y juegos perversos sexuales o de caracterización de personajes. Encontró a una mujer, un día, y en el acto sexual se le pasó la mano al asfixiarla causándole la muerte. Se sentó a contemplarla mientras bebía un vaso de vodka… Ella era tan bella y perfecta. No encontró nada mejor que cortarle un pedazo de carne y probarla… Sabía bien.
Practicó la antropofagia por un buen tiempo. Comerse la carne de sus propias víctimas debía suponer un festín único y de dioses. Una práctica socialmente rechazada y condenada que él consideraba un pasatiempo entretenido.
Temiendo levantar mayores sospechas abandonó Alemania y se acentuó en Inglaterra. Ejerció de doctor en el hospital público de Londres en donde conoció a una joven voluntaria de enfermera, Christine. La joven era hermosa y llena de vida, además de ser alegre y dedicada. Con el tiempo comenzaron a salir, a frecuentarse, a encantarse. Ella logró calmar el demonio que llevaba en su interior, a transformarse de diablo a humano. Pidió su mano a sus familiares quienes aceptaron tras conocer al educado, adinerado e ilustrado joven doctor.
“He caminado con las sienes ardiendo, Creyendo ahogar con cada paso Las voces del pasado que nos dan tormento Y regresan para tañer el fúnebre compás.”
Todo parecía ir bien en el matrimonio. Compraron una nueva casa, una muy grande, en donde vivieron días tranquilos y felices. Ella era perfecta ante sus ojos, un alma cálida y totalmente buena.  Cuidaba de él con esmero y amor verdadero, siempre aparecía con un suave pañuelo de tela y secaba su nariz cuando sangraba como si fuera un niño pequeño. Era amorosa y buena, le daba cariño, algo que jamás antes le dieron.
Hasta que una noche conoció a una dama en una ocasión en que la nariz de Draco sangró como de costumbre debido a la maldita hemofilia heredara de sus pecadores padres. Ella se le acercó de la nada, le sonrió coquetamente y besó sus labios para lamer la sangre que chorreaba desde la nariz. Como si nada se marchó.
Como si nada volvió y se convirtió en su amante. Él amaba a Christine pero era hombre y la carne es débil. Sólo por las noches la podía ver, ella era tan alocada y despampanante, una buena amante en la cama, una histérica masoquista. Esa noche se encontraba con ella, a ella le gustaban los golpes y los juegos sádicos y a él le gustaba dominar. Pero hubo un acto de arrebato y ella le mordió el cuello, Draco la dejo un momento pero notó que los dientes se le clavaban más de lo normal. Un incidente confuso que le hizo perder a ratos la consciencia y despertar no encontrando a su amante a su lado.
Notó un gran cambio en él, los sentidos eran más agudos y finos. Podía…Hacer cosas que antes no podía. Su amante se le apareció en el callejón que tomaba para ir a su hogar, ella lo volvió a besar del mismo modo desesperado y brusco de siempre. Le dio la bienvenida a la noche y se fue.
Volvió a su casa, Christine aún dormía en su lecho. Draco se recostó a su lado y cerró los ojos. Al día siguiente no pudo levantarse sintiendo que el sol era el máximo de sus enemigos. Su esposa lo dejo descansar tranquilo. Los días los vivía descansado y en las noches parecía tener mucha energía y dinamismo. No era ignorante, había ido una vez a un conversatorio donde se habló de las supuestas criaturas de la noche. ¿Qué hacer ahora? Él sería eternamente joven mientras Christine envejecería y moriría algún día.
Pasaron los meses en donde guardó el secreto, pero llegó la noche en que le contó la verdad a su mujer cuando ésta, desesperada, le pedía que visitara a un médico preocupada por la extraña condición de su marido. Ella empalideció y sintió verdadero miedo y tristeza por su esposo. Pero quería estar con él, estar eternamente con él sin importar el precio. Le pidió que la convirtiera pero Draco se negó al no saber exactamente cómo pero la insistencia de ella lo convenció.
Cometió el gran error de su vida, probar la sangre tan inocente y pura de Christine después de tantos días alimentándose de las escorias de la calle impidió que se detuviera. No se dio cuenta  cuando ella se desvaneció en sus brazos muriendo en ese instante.
Vistió a la dama con un hermoso vestido blanco de encaje, colocó flores blancas alrededor de ella, en su pecho donde las manos descansaban entrecruzadas y una corona de las mismas flores en la cabeza donde el cabello negro aún relucía sedoso. Así, perfecta y bella, se despidió de ella para siempre.

El tiempo pasa y dicen que sana todo. Veía como las eras iban cambiando, como el hombre descubría nuevas teorías e inventaba nuevos adelantos gracias a las ciencias más nuevas, el vestuario también cambiaba y así vivió los siglos posteriores ejerciendo de doctor en uno y otro país. Sanando o descuartizando, dependiendo de su humor.
Volvió a Rusia cuando el país estaba en un buen apogeo. Claro está que la naturaleza expansionista del imperio ruso llevaba a librar grandes batallas en todos los tiempos. Se apuntó para las guerras que Rusia llevaba con otros países, era una actividad que le entretenía sobre todo por ser muy competitivo y siempre anhelar el triunfo.  
Pero no sería toda la vida un simple integrante de la sociedad más, Draco siempre fue de los que aspiraba a más. Algo que heredó de su ambiciosa madre Irina y su padre/tío Branko. Sus movimientos tácticos y la gran campaña que llevó en la última batalla de Rusia le otorgaron el título de barón de Rusia. Si bien mira el título con desdén… Por algo se empieza.
Las aguas están más calmadas o eso parece. De momento se dedica a ser un vago con clase, un hedonista por donde se le mire, derrochador consentido y sujeto fastidioso. Aprecia el buen tabaco y las hermosas mujeres. Dejo medianamente de lado toda actividad oscura, prefiere disfrutar de los lujos de la nobleza y ambicionar más fama y fortuna. Le gusta hacer de embajador en otras tierras por lo que suele viajar a curiosear en los palacios de los otros reinados. En Rusia, se dedica a asistir a los grandes eventos aristócratas de la realeza Rusa, bailar vals, beber vodka pese a su naturaleza vampírica, apostar en las carreras de caballos, sacar provecho de las demás personas y ¿Por qué no? Codiciar un título más lujoso.