AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Agnus Dei [Privado]
2 participantes
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Agnus Dei [Privado]
El sueño del ángel de la oscuridad y el silencio llevaba
un crimen real.
Me despierto sólo en un recuerdo para envolverme teñido
en negro escarlata;
Con mis manos extendidas, lágrimas y un adiós
Levanto la sonrisa trágica al cielo que tomo en un corazón carmesí.
Sabiendo que es un líder de la penumbra jamás habrá una piste de luz en su vacío, sin poder olvidar lo que es ser un tormento silencioso, extendiendo las alas contra las sombras, nada puede iluminar estas tinieblas, rogando por esparcir el veneno que le quema el pensamiento, todo es interminable, el llanto, el dolor, melancolía y destrucción. Nadie puede reparar esta existencia sangrante, nadie lastima más que el templo mismo, sin poder volar, cayendo en las manos de la desgracia, sin permitir ver el trágico cántico de esta desmembrada ave pero hora se muere, sin contar los sueños, remembranzas que resurgieron, sin dejar que vean este mar desesperado que se despliega en el interior invitando a disolver las lágrimas al cielo destrozando la frialdad.
¡Y así! De ese modo corre del paisaje de los muertos (Caverna desolada del creador de su amante) Viendo el fin del cosmo en las noches de agonía, ya se había acabado todo con la tristeza por la visión y el haber caído en la mentira de que su amante había desfallecido, comenzando a matar desde entonces las evocaciones, asesinando estos sentires en cambio renacían los peores, desvaneciendo todo lo que surgió junto a él. Suplicando ruinas, dolor, asesinar, mentir con la cubierta de la neblina espesa, el bastidor del lago de sombra en linfa pero cayendo en un caos, en el trance absoluto de que estaba vivo, aborreciéndolo por haberse ido aunque por dentro agradecía que lo haya hecho, ahora más que nada añoraba estar solo, ¡Completamente solo! ¡Vetusta soledad!
Sin más, escapo de ese lugar, marchitando todo lo de su alrededor, creando el profundo abismo, renaciendo la bestia que se mantenía escondida, llevando dormitando los sueños y volviendo al juego de las ruinas del lamento, empujando todo hacia la locura, la perversión que caía a donde sea, acompañado de la horrosidad de su aspecto, unas veinte espinas penetrantes por dentro, el cielo desaparecido junto con la luna, ya no había nada más que negrura. Débil, con los ojos heridos, sufriendo el dolor de un ojo al no tenerlo, percibir el aire en el agujero expuesto, perdiendo el color de la blancura, pudriéndose en el sufrimiento, el delirio que las marcas en el templo no terminaban de sanar, triste era que perdiera el color, aun sintiendo las cadenas pesadas, ardía la piel como si se desprendiera del hueso, viéndose pequeñas aberturas en los labios, estaban abiertos por tal atrocidad que le había sometido, pulsando en el cuello la daga que le había sido incrustada como en el pecho, terminando como un insecto sin fragancia.
Siendo difícil la caminata que engendraba, no podía volar, imita los pasos de un jodido humano y sigue sin saber a dónde ir, solo su instinto asesino lo guiaba a las zonas de residencias, ahí encontraría pestilencias de corazones latiendo, sangre en la cual pueda revolcarse, devorar lo que le habían arrebatado, a eso iba, al jardín encadenado de vida, bebes, sangre pura e inocente gritaba por consumir. Sin ser un obstáculo sentirse aun entre cada pisada , preso de grilletes de cadenas en la mente, perdido interiormente arruinado entre escombros, haciendo añicos los recuerdos, deseando que el dolor sea expuesto en un Paris oscuro, que cayera en un infierno, el tétrico caballero negro destroza lo que obtuvo de aquella luz, cortando el silencio, en el mundo del dolor nada cambia, se torna más cruel y tenebroso.
Por eso yendo callejón por callejón hasta que los edificios relucieron, el aroma de hogares cálidos, sonrisas y voces alegres le elevaban el descontrol por obtener linfa, figurado a un vagabundo, con los pies desnudos, el templo solo le cubría la capa negra junto con la capucha que mantenía el rostro cubierto, porque ante su ojo y el agujero la melodía del dolor revela, centellando luz del escenario en un efímero delirio, concebido con sombras de melancolía, esas de desilusión y verdad, viajando entre el recorrido de un pergamino desconocido, sabiendo que iba tras las derrota de aniquilar y renacer entre el odio y la melancolía, sin importarle que le mirasen, nada le interesaba mas el nombre de "licor-sangre"
Comenzando la cacería, espectro que va tras una humana,lentamente se acerca, su espalda vislumbra y su sangre tan dulce, tersa piel adornada, corazón divino que azota hasta el vació...!Sigue caminando, ve a tu destino, así, camina, te deseo, mm exquisita!...Adorándola, su presencia le era un abrazado resurgido, este mismo deseo ya lo había tenido pero no pensaba en nada mas que devorarla lentamente, completo hasta escuchar su ultimo latido...
Nicolás D' Lenfent- Vampiro/Realeza [Admin]
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Re: Agnus Dei [Privado]
‘’El sueño llegó a volverse realidad, tornada en una infame pesadilla, ¿Quién le ha desgarrado las alas al ave?``
El sonido de las cigarras cantar, unirse al eco del bosque, en el tope de los árboles era majestuoso, la vigorosidad de los colores, el olor a jardín fresco, una bella rosa. Aquellos insectos cantaban con tanto afán, hasta que el vientre les doliese y estallaran en mil pedazos pero sería esa hermosura sonora la que les recordaría por siempre. Los animales silvestres en aquella residencial humana eran abundantes, era una de las ventajas estar tan alejados de la ciudad, poder apreciar la naturaleza, sería una ventaja para Elene aquello o una posible desgracia. Viendo tras el cristal de la ventana cerró los ojos, dándole último adiós a la puesta de sol, que pintaba de matices rojos y naranjas el cielo junto con las nubes escasas que dejaban despejado ese infinito.
Por alguna razón, el ardor desde que había comenzado a oscurecer era más estrecho, una fusión de preocupaciones e incertidumbre, algo no estaba bien, ya antes había tenido este presentimiento, una especie de dejá vù pero una vez más ignoraría el remordimiento y pasaría su amargura sola. Sonrió con su mano empuñada al pecho abrazándose, cuidando con recelo el dije que el violinista desaparecido había regalado hace tanto tiempo, ni una tan sola pista de su música, ni su presencia por París, ¿Dónde se lo habían llevado? y quedó media aletargada como si el alma se le fuese a descoser ahí mismo, la punta de sus dedos tenían leves calambres que le habían desesperarse. Tomó la taza de té de flores secas, el humo le abrió los poros y los pensamientos trayéndole nostalgia y esperanzas que aún no era capaz de perderlas, desde que había entregado a él la promesa de estar sus días junto a su lado y verse atada sin poder cumplirla le hacía miserable la existencia, quería llorar en sus brazos como niña sin consuelo comentándole todo lo que había acontecido desde su partida fugaz, ¿dónde estaba ese arcángel de alas perfectas? Ése que era tan sublime y hermoso.
Los botones de las flores del jardín no habían reventado sería una grosería cortarlos si quiera por capricho pero la necesidad de sentir aquella enorme mansión acogedora le hizo ir en busca de narcisos blancos recién cortados, una flor extraña en París pero sí de la temporada. Salió a pie sin ningún acompañante, con un ligero vestido azul cielo y sin mucho arreglo la ciudad le esperaba. Sin tardar tanto agradeció al viejo de la floristería su generosa atención y no tardó en darse cuenta como la noche había caído tapizando el cielo con numerosas estrellas aligeró su paso con aquellas flores en brazos y la dulce fragancia que le endulzaba.
Cuando entró en la zona residencial de la alta alcurnia parisina, la entrada del armazón de hierro le dio la bienvenida pero dentro de su pecho el dolor volvió de manera súbita a agudizarse haciéndose molesto, opresivo y detrás, en su espalda sentía como si una daga le atravesara de esquina a esquina el pecho, miró de reojo hacia atrás sintiéndose perseguida por algo o alguien y sus latidos eran tan fuertes que su corazón quería salirse de su pecho, las últimas semanas no se había llevado gratos momentos por eso la ansiedad. Cerró los ojos y entró como alma ligera por el portón, corrió a través de los jardines y la sensación seguía era un interminable sentimiento, se aferró con fuerza a su cadenilla y susurró un ‘’por favor’’ al viento entrando de manera rápida a su casa.
Miró los pasillos y todo estaba despejado, vacío. Corrió por las escaleras directo a su habitación, sin percatarse que llevaba aquellas flores tan apretadas a su agarre que unas cuantas se habían desprendido, sus hojas, su tallo, sus pétalos, dejando un leve camino por donde sus pies cansados caminaban. Con dolor miró aquella obra de la naturaleza y se sintió triste, cerrando la puerta de su alcoba ya un poco más tranquila caminó hasta la ventana observando por ésta alguna sombra rara o algún animal que la estuviese acechando y llevándose un chasco suspiró hondo durando poco la tranquilidad, de nuevo la punzada en el pecho y la daga atravesándole la espalda. La presencia de alguien detrás le robó el aliento y sin esperar se giró viendo una figura delgada, un cuerpo, vestido en una túnica negra, su rostro cubierto por la capucha. Se quedó sorprendida y paso a paso comenzó a acercarse a esa criatura que no decía ninguna palabra y ella era como si le hubiesen cortado el hablar. Tragó fuerte aferrándose a su fortaleza hecha material. Con una mano envolviendo aun los maltratados narcisos se quedó frente al callado visitante y respirando despacio bajó de un solo tirón la capa que cubría el rostro del misterioso ser.
Sus manos temblaros, sus pies eran incapaces de permanecer en el piso y el choque de las flores caer al suelo fue un eco irascible y ruidoso, llevándose ambas manos a la boca ahogaba el sentimiento, su pecho se hundía más hasta darle a las vértebras y negando con la cabeza no podía creer aquello. Era el músico, el violinista, Nicolás D’Lenfent. ¿Pero por qué? Miró su rostro sucio y maltratado, al igual que sus manos, y la ausencia de uno de sus ojos, el hueco era prominente, como si le hubiesen arrancado sin piedad esa pieza. El borde de sus mejillas ardía así como la línea de sus ojos que comenzó a mojarse por lágrimas, grandes y gruesas escurriéndose por su cara, sin poderse contener un minuto más se aventó sobre el cuerpo del estropeado músico y le abrazó, a su paso pisoteó las flores que con afán había comprado y se aferró a aquel delgado cuerpo como si no fuese a jamás soltarle. —¿Nicolás?- susurró bajo sintiendo seca la garganta ahogada en el dolor —¿Qué ha pasado?- su cuerpo temblaba al contraste del otro, espera su calidez alguna vez poder calentarle pero la voz del músico jamás llegó y creando una y mil hipótesis seguía llorosa sobre aquel cuerpo que era enorme en altura y de contextura delgada que parecía que fuese a quebrarse. —¿Quién te ha hecho esto, mí arcángel? ¿Quién?- ¿importaba saberlo ahora? se infundió más en su agarre y llanto deseando que estuviese soñando pero era imposible, su piel estaba sucia con la sangre seca del ajeno y la impotencia más miedo era tan grande de lo que podría soportar.
Elene Rossato- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 08/12/2012
Edad : 31
Localización : París, Francia
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Re: Agnus Dei [Privado]
Catatónica
le ofrece
impotente
al cuervo que, de su nido
hizo su lóbrega memoria,
sus joyas más preciadas…
… rogando al tiempo su vela.
El canto a la muerte se anuncia, pobre esqueleto movible avanza a su pedestal porque el vigor caminaba con rapidez, asechándole cual viento podía acariciar su viviente piel, percibiendo el aroma dulce de su perfume, la frescura emanada en su tersa y exquisita piel, enloquecía su alma, tentaba al peor demonio a devorarla pero lo más conmovedor fue que llevaba la esencia del bosque por todas partes dando a entender que iba hacia su nicho, hacia los brazos de ese bosque que tanto amaba, ¿Era delirio? Quizás lo sea, pero estaba cegado ante las evocaciones más aterradoras de la desilusión, adentrándose más a esa farola, amaba el aire que liberaba; perfumes de tierra húmeda, flores abundantes de roces dulcísimos, vida era lo que irradiaba en su entorno, abundando el sentir de un dormido recuerdo de infancia, abrazaban la mente del cuervo y no era el viento, era una jaula que buscaba a su ave, aquella que voló lejos de ella.
¡Exilar infinito, mujer de un solo rosal! Quien haya creado esa esencia que se muera, que se pudra en el más allá. ¡Que se muera esa flor, que se muera! El desprecio pedía, queriendo caer de esa nube en la que lo llevaba, ni sus pies emiten sonidos, como fantasma está yaciendo, espectro de horrores y sombra silenciosa pero su clarividencia delataba, desprendía en el interior de estos pasos la figura desconocida que va trayendo más remembranzas… ¡Enloquecedoras, tétricas! De esta misma manera en tiempos pasados cazaba en jardines olvidados, ¿Por qué ahora? ¿Por qué esa alma le hace recordar lo que había sido olvidado? La culpa era de esos narcisos que acogía como un amante ¡Maldito olor de narcisos! ¡Maldito sea la sed de su alma! Su pureza, su calidez, profundo olor que transmite cariño sin dejar tranquilo el interior del muerto, mira y le mira con pleno delirio, ¡Miserable narciso, mi dolor, mi dolor mismo te marchitara, no te detengas mujer, no lo hagas!
Seducido por el latir de sus latidos, ¡boom…, boom…, boom…! Lentos, acordes al compás en que caminaba, disfrutando el sudor que emanaba del vestido color azul de un cielo, sin expresiones, pintado tal cual dureza representaba, percatándose de que la alma más deliciosa huía, se había dado cuenta que le perseguían y aquello aumento el encanto con que su templo se movía, sensual, provocativa, tocando la tensión en su respiración, latidos alterados, mujer llena de miedo, corre y abre el portón, va en busca de su alma, no hay manera de perderla de vista, ella se había tatuado en el deseo, dejando que corra, admira como se alejaba del peligro que le está por consumir, ofreciéndole libertad de recitar oraciones, coger su rosario y que ore, que ore por esta miserable pena y por ella que la calmara con su llanto hasta desfallecer.
Fue de ese modo, que corrió hacia el ventanal de su alcoba, hace un gran esfuerzo por volar y lo logra, se eleva a los cielos sin poder ver su rostro más que su vestido, aquel sobrante de tallos entre sus manos, desapareciendo de su vista y se coloca detrás de ella en un abrir y cerrar de ojos, pero el sentimiento hacia ella crecía, algo le estaba deteniendo por no matarla ¡Retrocede, retrocede de una vez! Era su mente enferma que gritaba, penetrando la mirada a esos ojos después de ser descubierto, la capucha cayo y miraba con odio, un filo asesino, atrapar en la pupila aquella estúpida humana, ¿Por qué ella? ¿Porque justo tenía que ser ella? La odiaba por haber visto el tormento que llevaba, sin poder moverse, bajando la mirada a aquel collar que en una noche como esta obsequio.
Sorprendiéndose por su estado, temblores por todo su templo, lágrimas más puras lucieron con la tenue luz de la alcoba, ¿Eran en verdad ciertas sus palabras de aquella noche? ¿Sera que su cariño no fue una mentira? Confusión, llanto, creyendo que caería por reconocer que ella sufría sin necesidad de hacerlo, maldiciendo en palabras aquel amante que no tenía para deshacer estos sentires. ¡Lagrima imprudente! Fue así que comenzó a ver borroso con el único ojo salvado, el pesar era demasiado que sostuvo una maldita lagrima sangrienta la cual tiño el ojo de un carmín… ¡No te acerques, no te atrevas! Guardando las dolorosas palabras, siendo abrazado, era como si quiera que notara su calidez con su existencia a su lado… ¡Cállate, no soy Nicolás! Quería gritarle más en cambio no se movía, no decía ninguna palabra… ¡Aléjala, asesínala, bebe su sangre y termina con todo esto! Suplicándose así mismo, orando tétricamente porque se alejara. ¡Basta, calla! Un quejido brindo, su sed por ella le enloquecía a tal extremo de callarla, ahogarla con su linfa para que guardara silencio, sin importarle nada, le envolvió entre los brazos y la arrastro hacia la cama, cual triste camino que ella había forjado con las flores era el mismo que le esperaba, recostándola, quedando encima de ella…-No existe tal arcángel. Ya no existe ese Nicolás que llamas.- hilo de voz tormentosa, suave rugir de palabras que solo comprendían el suplicio.- Que ironía que la vida de y quite, mata y exige suicidio, que pretenda volar memorias desvanecidas y se descare en seguir torturando…-Reteniendo la lagrima, comenzando la cena de la oveja, toma sus costados, delineando su silueta, sintiendo la textura de su prenda que de un tirón se la destrozo, abriendo esa tela suave, vestido que sobraba, deleitando ese decorado bustier corsé…
Sin alguna invitación a su templo, llega a la funda del banquete, ligones sujetados a sus piernas, medias acompañados de tirantes y sus negras botas de cuero que se ataban en el tobillo, podía manchar esa piel con la suciedad que llevaba pero sin más saco la lengua y recorrió las montañas de sus senos…-Aquí la herida permanecerá –presiono un poco su pecho al ver la cicatriz de la daga que estaba a punto de acabar con su vida pero la triste lagrima se desprendió, manchando su piel, tatuando la debilidad.-¿Sabes porque estoy aquí? Tu sangre, la misma sangre que hace tiempo provee necesito, añoro consumirte, coger fuerzas para terminar con todo esto…Me dijiste un día que harías lo que fuera por mí. He venido a morir, quiero que mueras conmigo, sacrifica todo, voy a beber hasta la última gota y me llevare tu último aliento aunque no exista insignia de mí porque después de ti he de morir, llevare tu templo al altar, mereces sepultura, mi cordero.-Resonando la pesadumbre, acaricia con los colmillos su seno envolviéndose con ella en un abrazo, dejando caer su cabeza al solo sujetar su espalda y sin esperar, viola su delicada piel, incrustando los colmillos en una mordida, lamiendo el festín alabado, despidiéndose de los sueños, empañando la niebla en la mente, derramando el lamento, diciendo adiós en un largo viaje que su boca engendra su muerte, lentamente abandonando su seno baja a sus piernas con la lengua al lamerla y alza una, metiéndose en su entre pierna que al sellarle desprende la mordida, presionando su piel sin dejar de derramar sangre en el ojo…-mmmmm-sonoros gemidos, no hay más linfa para gozar de ese segmento, lame cual bestia orgullosa admira su mordida, observándole, subiendo la mirada lentamente a su rostro, recorriendo todo el templo.-¿Y si te dijera que estoy muerto? ¿Abrirías tus manos para dejarme volar aunque agoniza en brazos del amanecer? Y ¿Si estoy viviendo? ¿Me apuñalarías el corazón para mostrarme que en verdad estoy muerto?... De tus manos dependo si vivo o muero o es que estoy muerto pero vivo…-interrogantes irónicas murmura, acercándose a su rostro al cual desprende caricias en su mejilla, cayendo al poso de sus labios los cuales toma y besa con lágrimas ofrecidas, callando las palabras que murieron por la sed.
le ofrece
impotente
al cuervo que, de su nido
hizo su lóbrega memoria,
sus joyas más preciadas…
… rogando al tiempo su vela.
El canto a la muerte se anuncia, pobre esqueleto movible avanza a su pedestal porque el vigor caminaba con rapidez, asechándole cual viento podía acariciar su viviente piel, percibiendo el aroma dulce de su perfume, la frescura emanada en su tersa y exquisita piel, enloquecía su alma, tentaba al peor demonio a devorarla pero lo más conmovedor fue que llevaba la esencia del bosque por todas partes dando a entender que iba hacia su nicho, hacia los brazos de ese bosque que tanto amaba, ¿Era delirio? Quizás lo sea, pero estaba cegado ante las evocaciones más aterradoras de la desilusión, adentrándose más a esa farola, amaba el aire que liberaba; perfumes de tierra húmeda, flores abundantes de roces dulcísimos, vida era lo que irradiaba en su entorno, abundando el sentir de un dormido recuerdo de infancia, abrazaban la mente del cuervo y no era el viento, era una jaula que buscaba a su ave, aquella que voló lejos de ella.
¡Exilar infinito, mujer de un solo rosal! Quien haya creado esa esencia que se muera, que se pudra en el más allá. ¡Que se muera esa flor, que se muera! El desprecio pedía, queriendo caer de esa nube en la que lo llevaba, ni sus pies emiten sonidos, como fantasma está yaciendo, espectro de horrores y sombra silenciosa pero su clarividencia delataba, desprendía en el interior de estos pasos la figura desconocida que va trayendo más remembranzas… ¡Enloquecedoras, tétricas! De esta misma manera en tiempos pasados cazaba en jardines olvidados, ¿Por qué ahora? ¿Por qué esa alma le hace recordar lo que había sido olvidado? La culpa era de esos narcisos que acogía como un amante ¡Maldito olor de narcisos! ¡Maldito sea la sed de su alma! Su pureza, su calidez, profundo olor que transmite cariño sin dejar tranquilo el interior del muerto, mira y le mira con pleno delirio, ¡Miserable narciso, mi dolor, mi dolor mismo te marchitara, no te detengas mujer, no lo hagas!
Seducido por el latir de sus latidos, ¡boom…, boom…, boom…! Lentos, acordes al compás en que caminaba, disfrutando el sudor que emanaba del vestido color azul de un cielo, sin expresiones, pintado tal cual dureza representaba, percatándose de que la alma más deliciosa huía, se había dado cuenta que le perseguían y aquello aumento el encanto con que su templo se movía, sensual, provocativa, tocando la tensión en su respiración, latidos alterados, mujer llena de miedo, corre y abre el portón, va en busca de su alma, no hay manera de perderla de vista, ella se había tatuado en el deseo, dejando que corra, admira como se alejaba del peligro que le está por consumir, ofreciéndole libertad de recitar oraciones, coger su rosario y que ore, que ore por esta miserable pena y por ella que la calmara con su llanto hasta desfallecer.
Fue de ese modo, que corrió hacia el ventanal de su alcoba, hace un gran esfuerzo por volar y lo logra, se eleva a los cielos sin poder ver su rostro más que su vestido, aquel sobrante de tallos entre sus manos, desapareciendo de su vista y se coloca detrás de ella en un abrir y cerrar de ojos, pero el sentimiento hacia ella crecía, algo le estaba deteniendo por no matarla ¡Retrocede, retrocede de una vez! Era su mente enferma que gritaba, penetrando la mirada a esos ojos después de ser descubierto, la capucha cayo y miraba con odio, un filo asesino, atrapar en la pupila aquella estúpida humana, ¿Por qué ella? ¿Porque justo tenía que ser ella? La odiaba por haber visto el tormento que llevaba, sin poder moverse, bajando la mirada a aquel collar que en una noche como esta obsequio.
Sorprendiéndose por su estado, temblores por todo su templo, lágrimas más puras lucieron con la tenue luz de la alcoba, ¿Eran en verdad ciertas sus palabras de aquella noche? ¿Sera que su cariño no fue una mentira? Confusión, llanto, creyendo que caería por reconocer que ella sufría sin necesidad de hacerlo, maldiciendo en palabras aquel amante que no tenía para deshacer estos sentires. ¡Lagrima imprudente! Fue así que comenzó a ver borroso con el único ojo salvado, el pesar era demasiado que sostuvo una maldita lagrima sangrienta la cual tiño el ojo de un carmín… ¡No te acerques, no te atrevas! Guardando las dolorosas palabras, siendo abrazado, era como si quiera que notara su calidez con su existencia a su lado… ¡Cállate, no soy Nicolás! Quería gritarle más en cambio no se movía, no decía ninguna palabra… ¡Aléjala, asesínala, bebe su sangre y termina con todo esto! Suplicándose así mismo, orando tétricamente porque se alejara. ¡Basta, calla! Un quejido brindo, su sed por ella le enloquecía a tal extremo de callarla, ahogarla con su linfa para que guardara silencio, sin importarle nada, le envolvió entre los brazos y la arrastro hacia la cama, cual triste camino que ella había forjado con las flores era el mismo que le esperaba, recostándola, quedando encima de ella…-No existe tal arcángel. Ya no existe ese Nicolás que llamas.- hilo de voz tormentosa, suave rugir de palabras que solo comprendían el suplicio.- Que ironía que la vida de y quite, mata y exige suicidio, que pretenda volar memorias desvanecidas y se descare en seguir torturando…-Reteniendo la lagrima, comenzando la cena de la oveja, toma sus costados, delineando su silueta, sintiendo la textura de su prenda que de un tirón se la destrozo, abriendo esa tela suave, vestido que sobraba, deleitando ese decorado bustier corsé…
Sin alguna invitación a su templo, llega a la funda del banquete, ligones sujetados a sus piernas, medias acompañados de tirantes y sus negras botas de cuero que se ataban en el tobillo, podía manchar esa piel con la suciedad que llevaba pero sin más saco la lengua y recorrió las montañas de sus senos…-Aquí la herida permanecerá –presiono un poco su pecho al ver la cicatriz de la daga que estaba a punto de acabar con su vida pero la triste lagrima se desprendió, manchando su piel, tatuando la debilidad.-¿Sabes porque estoy aquí? Tu sangre, la misma sangre que hace tiempo provee necesito, añoro consumirte, coger fuerzas para terminar con todo esto…Me dijiste un día que harías lo que fuera por mí. He venido a morir, quiero que mueras conmigo, sacrifica todo, voy a beber hasta la última gota y me llevare tu último aliento aunque no exista insignia de mí porque después de ti he de morir, llevare tu templo al altar, mereces sepultura, mi cordero.-Resonando la pesadumbre, acaricia con los colmillos su seno envolviéndose con ella en un abrazo, dejando caer su cabeza al solo sujetar su espalda y sin esperar, viola su delicada piel, incrustando los colmillos en una mordida, lamiendo el festín alabado, despidiéndose de los sueños, empañando la niebla en la mente, derramando el lamento, diciendo adiós en un largo viaje que su boca engendra su muerte, lentamente abandonando su seno baja a sus piernas con la lengua al lamerla y alza una, metiéndose en su entre pierna que al sellarle desprende la mordida, presionando su piel sin dejar de derramar sangre en el ojo…-mmmmm-sonoros gemidos, no hay más linfa para gozar de ese segmento, lame cual bestia orgullosa admira su mordida, observándole, subiendo la mirada lentamente a su rostro, recorriendo todo el templo.-¿Y si te dijera que estoy muerto? ¿Abrirías tus manos para dejarme volar aunque agoniza en brazos del amanecer? Y ¿Si estoy viviendo? ¿Me apuñalarías el corazón para mostrarme que en verdad estoy muerto?... De tus manos dependo si vivo o muero o es que estoy muerto pero vivo…-interrogantes irónicas murmura, acercándose a su rostro al cual desprende caricias en su mejilla, cayendo al poso de sus labios los cuales toma y besa con lágrimas ofrecidas, callando las palabras que murieron por la sed.
Nicolás D' Lenfent- Vampiro/Realeza [Admin]
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Re: Agnus Dei [Privado]
‘’Hilvanar el pasado, el presente y romper con el futuro. Devolverle el aire para que pueda usar sus gastadas alas y no tenga que sufrir más…’’
¿Quién había sido capaz? ¿Quién había roto sus alas? Miles y una pregunta se arremolinaban en su mundo, su cabeza no encontraba paz, se aferraba a aquel cuerpo sin saber de dónde provenía tanto dolor, sólo quería fundirse y borrar aquella tristeza. Las lágrimas eran escurridizas, no mostraban piedad alguna, caían como basto afluente en su rostro, su vestido, el suelo, la desgastada ropa que cubría al violinista. No estaba segura cómo verle, cómo asimilar lo que le habían hecho. Le provocaba tanta nostalgia, tanto dolor, mucha desconsuelo quería morir en esos brazos que no le correspondían al abrazo pero con esto su agarre era tan fuerte que sentía que se rompería junto con él estando de pie.
Respiró con dificultad sin poder decirle nada unos segundos, sólo quería palpar su esencia, con tantas cosas por susurrarle sin ser capaz de hablarle, era grande el sentimiento. Como niña desconsolada se aferraba más a él sin poder dejar de ahogarse en su llanto, estaba sumida en un sueño que se había convertido en una pesadilla, no encontraba consuelo alguno. Rápidamente las sinfonías con las que conoció al músico se evocaron a su memoria. Fragmentos, esbozos y uno que otro sonido le despertó recordando su piel, su largo cabello, sus enormes ojos azules y esa sonrisa llena de sabiduría y dureza, ¿por qué ahora era tan difícil tocarlo? Se sintió débil a su presencia entonces su voz le despertó. —No me mientas- apenas y pudo balbucear aquellas palabras con dificultad viéndose una inútil sin poder refutar aquello, ‘’su ausente inexistencia’’ —No es necesario… Estás aquí- se aferró con sus delgados puños en el pedazo de tela jalándole un poco más y trayéndole hasta ella para aguardarle ahí, hundiendo su cabeza en el hueco de su pecho miraba sus pies aplastando las ahora rotas flores y sus lágrimas como cuenco regaban esa muerte inevitable, una muerte natural. —Tu más que nadie debes de saber cuán injusta es…- haciendo referencia a sus palabras y la válida analogía que le golpeó con dureza —Pero estás aquí- volvió a repetir —Es lo único que me importa, lo que de verdad me importa.- seguía su afluente desparramándose sin permiso y le volvió a abrazar cerrando los ojos tan fuerte que no sabía si los podría volver a abrir de nuevo, ¿Dónde estaba ese añil hermoso? Ése que había sido sustituido por un hueco infinito y profundo pero poco duró su desconcentró, las piezas de su delicado vestido fueron rotas por las manos del talentoso violinista que ahora se había convertido en un hacedor, una alma desprotegida buscando consuelo en el dolor.
Observó sus dedos jugar con su cuerpo y entró en una especie de trance ¿Así se sentía cuando ejecutaba su violín? ¿Cuándo con sentimiento agitaba esas cuerdas? Ella era eso, su violín. ‘’Oh Arcángel de mi cielo, mi solo cielo al que perteneces y yaces en el suelo… Toca, toca tu instrumento, llora a través de él… No mires las marcas, no permitas que tu corazón se apague… Hazlo, de manera más amena, detén el tiempo… Tu precioso tesoro, tu oculto corazón palpita, baila para mí ¿Puedes sentirlo? Está sonando. Me está llamando. Respira, respira bajo mi piel, bajo este líquido rojo que no deja de adorarte…’’. Cerró los ojos y se imaginó los momentos horrendos por los que él debió haber pasado, cómo su piel carecía de brillo y su cabello deslumbrado tenía restos de manchas color escarlata. Posando una mano detrás de la cabeza del ajeno, enredando sus dedos en su fino pelo le acariciaba cual madre recoge a su hijo brindándole amor aunque en ella se iba extinguiendo algo más que su aliento. Gimió una vez más al encarnarse en su piel e incapaz de verle sentía que le atravesaban el puñal sobre el pecho de manera urgente así como la noche que le conoció. —Nicolás…- recitó su nombre al viento con una leve sonrisa que era mojada por sus cristalizadas lágrimas plateándose con la luna frente a su ventana, tenía que recordarlo, él debía de ser capaz de recordarlo. La herida en su pecho había sido abierta de nuevo y su piel comenzaba a tornarse oscura, se estaba vistiendo con su sangre. Seguía desmañada, sin poder verle al único ojo que quedaba, no le importaba si estaba violando su cuerpo, pensó en las violaciones que a él le habían ocasionado entonces se quedó sin aire unos minutos siempre acariciando su cabello pero ahora lo hacía con más ternura, depositaba todo el amor que pudiese en cada roce aunque sus dedos se estuviesen tornando fríos por la falta de riego. —¡NO!- respondió casi con un sobresalto desgarrado por el dolor —Estás aquí porque te he llamado, porque ha sido el viento que se ha dedicado a juntarnos una noche más… A regalarme tu música… Ya he sufrido demasiado, en tu partida- cerró la mandíbula y entonces logró agachar la cabeza para juntar sus ojos con los de él y no pudo sentirse apuñalada, rota, quebrada.
Le vio llorar. —Ni- Nicolás…- apretó los ojos para no asfixiarse en el dolor de verle todo herido. Jamás creyó ver lo que sus ojos le mostraban. Rastros rojos caían de la misma manera que de ella salían pero sus lágrimas parecían gemas que adornaban su piel. Le abrazó sintiendo que el tiempo se le extinguía pues duró poco su agarre porque en un abrir y cerrar de ojos estaba debajo de ella, mordiendo su entrepierna. Sus ojos se quedaron absortos, no emitió un tan solo sonido pese al dolor de la mordida carecía aquello de placer más si la enorme tristeza de saber que su arcángel se estaba destrozando solo, que quería convertirse en demonio, que sus manos le pedían ayuda y ella no parecía poderle alcanzar. Sin rechistar había puesto a su disposición su cuerpo siendo una homilía para su dios; violinista. No, no podía dejarle, no iba a abandonar su esperanza y su vista nublada por el llanto y la pesadez de la falta de sangre comenzó a arder, algo en sus manos, en su pecho, en todo su cuerpo, se sentía quemar, después de escucharle hablar sobre la dicotomía de su existencia. —¡¿Por qué osas en torturarte?!- exclamó de inmediato casi arrancado el aliento a la fuerza —Estás vivo… Estás aquí- no podía dejar de decirle —Estás vivo para mí, para esta luna, para París-notaba que el brillo de su piel se había recuperado, su sangre había hecho lo que debía y a pesar de la pesadumbre de su propio cuerpo continuaba en pie respirando un poco agitada —No voy a dejar ir a ningún sitio, vivo o muerto te vas a quedar aquí, te voy a curar- le miró con el ceño fruncido junta su mano con la de él al sentir su caricia en la mejilla que sus lágrimas habían cedido y con la otra le golpea el pecho —¡NO VOY A DEJARTE MORIR!- apenas y terminó la oración cuando estaba siendo besada. Sus ojos se salieron de su órbita del imprevisto, no estaba lista, no esperaba ese beso. Sus labios tersos y suaves le acobijaron y se separó con fuerza —No vas a morir porque tu dolor es el mío- terminando aquello la sequía se convirtió en abundancia y sus sollozos se convirtieron en mar abrazándole de nuevo sin poder contener más el equilibrio se desplomó a sus pies consciente, siempre aferrada a sus piernas, rogando porque entrara en razón —Te prometí estar para ti, voy a estar para ti. ¿Eso es lo que hace falta para sanar tu herida?¿Matarme?- miró al suelo y luego a él —Aquí estoy- se dibujó en sus ojos la luz esperando que aquella pudiese tocarle porque ya su destino le pertenecía a su arcángel.
Elene Rossato- Humano Clase Alta
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Re: Agnus Dei [Privado]
Me daño a mí mismo…
[Tengo que morir]
No puedo suicidarme
[Y tengo que morir]
Seguramente estor terriblemente horrible…
Llanto sofocado, ¿Por qué llora? ¿Por qué llora como si sintiera este dolor? Sintiendo alguien entre sus brazos, hiriéndole, ¡Que alguien le haga olvidar este tormento! ¡Que la imagen del cuervo moribundo desaparezca de sus recuerdos! Le atormentaba, le consolaban y no sentía nada, mataba la voz, ya no puede sostenerla, ruega a alguien que la separen, sus lágrimas de cristal han congelado sin piedad la desilusión y la tragedia hasta hacerlas caer para que de un golpe exploten porque el dolor parece efímero, pide a gritos desesperados que se apague esa chispa de vida.
¡Detente, no sigas más! ¡Por favor, no sigas recordándome como a un bello violinista! ¡Me duele, me hieres mostrando mi propio recuerdo! La destrucción imploraba, sus pensamientos ajenos se sostenían de la mente del silencio confuso, muriendo lento al percibir las lejanas notas de una vieja melodía, asechando la piel como buitre en espera de desnudarle hasta los huesos. Escucharle eran espinas que se removían del interior, arañaban, deterioraba la piel untando una enfermedad por sus desgraciadas palabras, del desconsuelo jubilado, el temor resurgido a perderse en el Morfeo de la agonía callada, su latir de alfiler que se agudiza tras cada mordida, siguiendo el eco de la mente a una olvidada melodía, sin añorar nada, hundiéndose de soledad, en una caja tenebrosa, sombrío ojo, voz mutiladora para el miserable corazón…-¡Calla!...Abre bien tus ojos y observa ¿Ese adulación falaz, felón sanguijuela esta ahora? Ya no significa nada, ¡Detente! No sigas llamando el pasado, ya no sigas atormentando mi pensamiento, ya no sigas contradiciendo mis palabras.-Emociones que siguen siendo confusas, sigue recorriendo el laberinto de un monte de “Venus”, viviendo momentáneamente con esa sangre, desfalleciendo al florear la linfa, en el interior recorre el mar sangriento y se oscurece, consumiéndose en el hambriento goce caótico, esas manos cálidas ofrecen cariño.
Comenzando a punzar el pecho, la linfa le estaba haciendo mal, mareado, alejando y atrayendo la imagen de la mujer como en espiral, sus palabras resonaban como campanillas murmurantes, derramando la sangre consumida en el llanto, oscura tan oscura era que parecía ser un hueco profundo del desliz, sin comprender lo que desprendía, las mordidas en sus tejidos parecían envenenarle, delira ante el tormento surgido de magia negra, heridas que no solo fueron selladas si no manipuladas, fue poco el restaurar de su piel, necesitaba ser drenado, depurar el interior.
-Basta…-débilmente movía los labios, quemaba intensamente la garganta, el beso no calmo la dipsomanía, se aferraba a esa caricia, viéndole cual martirio era, callado, debilitándose con sus palabras…-Hay que destruirnos antes de continuar pidiendo esperanzas que jamás llegaran, este es el final, tan misterioso es todo, deje una vez de existir y ahora veme de nuevo en esta pesadilla, creí que si me alejaba de lo que era podría soportar esta carga pero ni eso se logró, siempre solo, a pesar del amor que tenga no ayuda en nada porque todo se destruye, quiero destrozar todo lo que este a mi alcance. Ya no hay nada que puedas curar... ¡Cállate! ¿Qué sabes tú de este calvario? …-desviando la mirada hacia ese espejo, reflejándose el enterrado pasado que se esconde en la oscuridad de ese vidrio, lo mira y no paran sus lágrimas, la espina de rebelión solloza…-Te odio por haberte cruzado en mi inmundo mundo, a ti, a él…-Y el rostro comenzó a reflejarse en él, agujero maldito que se ganó el desprecio de sí mismo…-Quiero matarlos, no por querer sino por desaparecer lo que más quiero, solo así no sería doloroso tratar de caminar en la soledad…
¿Qué será de su propia existencia? ¿Dónde habrá la esperanza para seguir?- Estoy herido más de una pena que de una herida…-Miserables lagrimas carmesí que no se detienen, eterno cantico se ha de desprender, toma las manos ajenas y las aparta de las piernas, lentamente, calladamente se va levantando, va hacia ese espejo, ¿Qué se debe encontrar en ese reflejo? La imagen se dispersa, destruyendo ese asustado rostro ¿Estoy revolcándome con el dolor? Terminando en la máscara de la debilidad lamentable, ¿A quién debo buscar? ¿A quién debo de odiar? Yo mismo me quite la vida, yo mismo me quede muerto, deteniéndose, eleva una mano hacia los cabellos caídos que le cubrían y desnuda el hueco, dejando que la otra mano con un dedo se adentre al oscuro lugar y se tortura…-No puedo ser salvado por nadie, no vivo por nadie, me he salido de control, todas mis respuestas circulan en un vacío, los ideales flotan en el olvido, incluso la sangre que lloro, está cambiando de color debido a los pensamientos que no llegan a nadie…
Removiendo el dedo en el agujero, quiere verlo sangrar y lo logra, ladeando el rostro para ver ambos ojos llorar…-Dime pequeña corderito, ¿Por qué has sufrido? ¿Quién te ha lastimado durante este tiempo? …-posa ambas manos en el tocador, con la cabeza baja…-Me estoy volviendo adicto a la catástrofe, como una lesión irrazonable, cállame, te suplico que me calles, el que solía hacerlo no está aquí y me estoy volviendo loco…Ya no dejes que me arranquen algo más, prefiero pudrirme en esa jaula, es más horrible un grito diabólico que las palabras para la verdad nacida, no me importa si todo desaparece, da igual estar marcado, tengo ganas de herir tanto como para asesinar.
Sujetándose fuerte de la madera pulida, sus pies ya no aguantan el peso, está a punto de caer y el recuerdo de aquella noche tortuosa se presentó, sustancias le dieron a beber y ahí fue cuando comenzó a sentirse cruelmente débil…-Quiero escucharte, no te quedes callada, háblame, dime ¿Por qué han de ser narcisos los que quieras tanto?, ¿A quién más dejas que te bese el templo? Sí, me he dado cuenta esas marcas en tu cuello no son mías….-Imploraba distraerse, capturar lo que sea para dormir la bestia que no le deja en paz, girándose, emprendiendo apenas unos pasos y cae al suelo, se toca el pecho y moreteado esta, necesitaba descansar, su estado le grita que en el ataúd debe de permanecer…
Nicolás D' Lenfent- Vampiro/Realeza [Admin]
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Re: Agnus Dei [Privado]
‘’Qué tristes son los caminos más cuando se quieren solos pero siempre estará alguien, alguien que querrá verte volar…’’
¿Hasta dónde habían llegado para dañarle? No era ni la sombra de lo que conoció. Dentro de su alma había un santo vacío, uno que no era llenado ni con el llanto de ella que era como ríos cristalinos en donde se podía ahogar si quería. Sintiendo su cuerpo temblar sentía la violación a su espacio, la mordida era inminente y no daba tregua. Con un poco de suerte su sufrimiento cesaría aunque de manera positiva no creía aquello, en cada solapo de los colmillos del violinista a su piel era una remembranza del terror que le habían hecho pasar a éste y eso le rompía los huesos, podía deshacerse ahí sin más que decir. Soltó un respiro al viento y su agarre se hacía con más fuerza aunque la calidez costaba en llegar, la sangre era extraía con tanto afán que le inmovilizaba. No sabía si era posible pero de una manera sentía los pensamientos de él filtrase por su cabeza, como si le llamara en su mente y cerrando los ojos mojaba su cabello —Ya basta…- apenas y susurraba del dolor que no era causado por la mordida eran los recuerdos atroces que en su mente se dibujaban como una obra de terror ¿era él quien mostraba todo esto o estaba cayendo en la locura?—Aunque me calles, Nicolás, siempre eres ese violinista, lo llevas en tus venas, sin música puedo oír tu melodía, regalame una vez más tu ser aunque esté enfermo, la dicha de recuperarte- cerró sus labios.
El abismo era cada vez más grande entre él y ella, separados por ese inoportuno beso no había consuelo que le suturara el alma al cantante, no había polo tierra, ¿qué más tenía que hacer? —No puedo dejar que te hundas más… Déjame sacarte, estás tan lejos que no puedo verte. Nicolás te lo ruego, regresa a mí- pidió de manera encarecida queriéndole volver en el tiempo pero él estaba atado y no quería soltarse, sus lágrimas que no eran más que un quejido quería que pararan por él, porque no le hacían bien. Se aferró de nuevo a su cuerpo y no quiso soltarle, metiendo sus manos por debajo de la capa que le cubría sintió su piel y las heridas que percibió en su espalda, sus brazos le hicieron sostener el aire en sus pulmones por un instante hundiéndose en el hueco de su pecho negó con su frente —Yo aún tengo esperanzas porque estás con vida aunque dices que mueres… Mírame Nicolás, Mírame y dime si no soy capaz de sentir lo que tú has pasado. Me duele, siento como si me arrancaran el corazón y aun así no te merezco… Pero dime, ¿Quieres morir?- se soltó de su agarre estando en el suelo y le vio avanzar al espejo, sin quitarle la vista de encima tomó fuerzas y volvió a estar de pie sosteniéndose de la pared le miraba fijo.
—¡BASTA!- gritó corriendo hasta él algo torpe y tambaleante sintiéndose mareada para detenerle al ver como su ensangrentado vacío se hundía con sus dedos. —Tus heridas no son físicas Nicolás, son mentales, estás atormentado, lleno de dudas y dolor. Estas enfermo de soledad y no quieres que nadie te salve ¿Por qué me apartas de ti? Te ruego me dejes quedarme- llora apartando la mano y con la otra le suelta una gran bofetada en la mejilla —Para ya de martirizarte, me odias y lo sé- se había creído sus palabras, ésas que había escupido con dolor para ella —Mátame pero acaba con esto, enciérrame pero no mueras- le abrazó viendo lo grotesco de su rostro sangrar —Para mí siempre serás mi arcángel, ese hermoso ser de alas rotas, unas que vuelas a pesar de que no se pueden hilvanar- se separó de él y le oyó hablar negándose a la idea de atormentarle más la cabeza —No todo lo que brilla en este mundo es oro, Nicolás. Me topé con una criatura que desquitó algo más que su odio en contra de mi- confesó triste —Descubrí que fui vendida por mi tío y ahora voy a casarme con un hombre que no tengo ni la mínima idea de quien sea ¿sabes? El amor es forzado a nacer y aunque me duela y no pueda entender, son las cosas que pasan, nadie está exento a ello- agachó la cabeza sonriendo —¿Puedes creerlo? Son diferentes desgracias pero lo son. El invierno ha traído más que frío a París y venos aquí- sonrió casi sin alma —Nunca supe cómo calmar el dolor propio pero aun así buscaba calmar el de los demás…- las lágrimas eran de nuevo participe en su quebrada voz —No hables más, cierra los ojos que esto pronto va a terminar - y así su vista le siguió.
Una vez el vampiro en el suelo, ella cerró los ojos y se deslizó por los bordes del tocador al piso. Sentada, encogió sus piernas y acarició los cabellos sirviéndole de almohada para la cabeza del ajeno y que descansara ahí. Secándose las lágrimas respondió —Los narcisos… son una de mis flores preferidas- aclaró acomodándose como quien le cuenta una historia a un niño para dormir —Según mi maestra de teología Narciso era un joven muy hermoso, todas las jóvenes estaban atraídas hacia él pero éste les rechazaba. Ninfa Eco condenada a repetir lo que los demás decían confesó su amor al encontrarse a Narciso en el bosque extraviado. Ella ofrendó aquel sentimiento en un abrazo pero él le rechazó. Con dolor en su alma, la mujer se encerró en una cueva y muriendo todo se extinguió menos su voz y él fue castigado por la maldad de rechazar a lo puro, forzado a enamorarse de su reflejo en el agua y fue tanto aquello que se lanzó para amarse pero murió. En memoria a su muerte nació esta flor…- tomando uno de los pétalos pisoteados lo deslizó por el rostro del músico, acariciándole. —Y nadie más ha tocado mi cuerpo… a excepción de él- recordó la cara del vampiro —Asagi- confesó con premisa —su amante, yo le conocí un tiempo atrás y lastimosamente perdió la memoria entonces en el momento que le encontré todo se salió de control y terminé en sus fauces, ¿qué más podía hacer? Rogué por un rostro conocido pero mis suplicas no fueron escuchadas- respiró con dificultad —Eso ya no importa, le he perdonado- sonrió tranquila y besó la frente del vampiro para colocarse de pie dejándole en el suelo, parecía domir.
Abriendo un poco la puerta llamó a uno de sus empleados y ordenó que le comprasen ropa de hombre, indicó la talla y las piezas incluyendo un pequeño parche negro. Colocándose un camisón encima por la falta de su ropa se acercó hasta él y le miró, por un rato, creyó haber visto a su arcángel volver. —Ven- susurró suave tomándole de la espalda y lográndolo sentar. Colocándose uno de sus brazos en el hombro se impulsó para levantarle y cargarle hasta el baño. Después de las maromas que hizo para estar de pie y sostenerse llegando hasta su objetivo, le metió en la tina y abrió el grifo para que el agua caliente cayese, cortó con una de las tijeras de la repisa su gastado atuendo dejándole desnudo y el agua se ennegreció. Quiso gritar al sentirse horrorizada, llagas a medio cerrar, golpes, huecos, azotes, punzadas, sangre seca. Las lágrimas comenzaron a caer nuevamente y sin decir nada, tomando la esponja llenándola de jabón comenzó a tallarle la espalda. El vapor del agua era magnífico, había cubierto aquel cuerpo todo de espuma, limpiado cada uno de sus rincones, lavado su cabello con ternura y cuidado. Quitando el tapón de la tina aquella drenó y enjuagó nuevamente para dejarle impecable le secó.
Sentado en una silla habían llegado ya sus encargos, vistiéndole desde los pies a la cabeza peinó su cabello, estando ambos frente al espejo, en él no había rastros de suciedad más si de cansancio. Terminando el rito con el abrigo negro que completaba todo el atuendo perfectamente ajustado del violinista, le miró de frente. —Recuéstate en mi cama, tengo que limpiar el baño pero antes…- tomó aquel parche negro y se lo dejó en las manos —Aquí tienes- suspiró sintiéndose mareada y se recogió unos cuantos cabellos que se le habían salido del moño que se había hecho. —Vuelvo enseguida, descansa si?- le dejó en privacidad para que se cubriera lo que antes había sido un ojo y yéndose hasta el baño lavó su cuerpo, olvidaba que ella también se había manchado. Después de unos minutos estaba lista y salió con nuevo rostro, nuevos olores y una nueva esperanza.
—Nicolás…- susurró sin saber si estaba dormido y salió del baño yendo hasta donde él estaba. Se quedó viéndole unos minutos contemplándole, sentándose a su par y alguien llamó a la puerta. Frunciendo el ceño fue hasta aquella pues no quería que nadie entrase y viera al vampiro. Era uno de sus sirvientes anunciando que una visita había llegado. Devolviéndole la vista a Nicolás suspiró cansada y asintió saliendo de la habitación, la noche parecía no acabar.
Elene Rossato- Humano Clase Alta
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Re: Agnus Dei [Privado]
Las grandes pasiones son enfermedades incurables, lo que podría curarlas las harían verdaderamente mortales:
Vida antes de la muerte,
La verdad es espíritu,
La sangre es silenciosa,
El amor es eterno…
Furtivas lágrimas asomadas en el ojo, ¿Qué más está buscando? Le quiere, eso es lo que ve ¡Sentir un solo instante los latidos de su hermoso corazón! ¡Confundir sus suspiros con una caricia! ¡Maldición! ¡Maldición, puede morir! Pero sigue, toma esa bella luz para desfallecerla, manchar ese brillo y que quede repleta de penumbra… ¡Shhh, cállate, ya no sigas embelleciendo lo que retoña con deyección! Pensando en sellar esos deleitosos carnosos labios, convidar a que solo se muevan cuando demande su titiritero, eso, añoraba transformarla en una marioneta pero imposible, mujer que se ha ganado el cariño incomprendido del tormento…-¿Qué venas? ¿Qué ser? ¡Ya no queda nada! ¡Enmudecer, deja de hablar y escucha!... ¿Escuchas ahora mismo? Dime, ¿Qué es lo que resuena? Porque yo ya he olvidado la cripta del violín – Sujetando al silencio de la nada, todo enmudece hasta que en batallas un corazón late, late intensamente pero es tétrico afirmar que ella solo podía percibir el eco de la omisión…-Si, caería de rodillas ahora mismo, orando porque se termine esta maldita existencia…-Desquiciadamente la peste de la negrura le invade, lo envuelve hasta oscurecer el último rincón de albedrio, traicionándose a sí mismo, perdiendo el alma que pudiese tener... ¡Adiós, adiós música ajena, violín perdido! …-Ya no hay algo que se pueda ver, ni como la noche que ahora mismo está por desfallecer, más bien soy un triste reflejo de olvido, eso es lo que debes de hacer, olvidarme, borrar los recuerdos que poco a poco se desvanecerán de tu mente…-lacrimas que no dejan de derramar ese mar eterno al cual teme… ¡Ya no sigas, por favor, se inerte, se un esqueleto que solo ve pasar la muerte!... Suplicas escondidas, plegarias que solo un ojo libera entre pupila disuelta, le está consumiendo la avería del no poder sentir su confortación, tan ajenas caricias, desperdiciado calor que del frió mata… ¡Estas cubriéndome y lo único que percibo es la ausencia de la vida, ya no conozco el roce de un cariño, eres el triste recuerdo de humanidad que quedo en las palabras que ahora ofrezco!...Si tan solo el espejo destallara, que despedazara ese reflejo que huye al fondo, socorriendo al propio dolor, gritaba que quería sentir, martirizar el agujero que le arrebato la estúpida ilusión de ver el color de la libertad, torturando el cántico hasta desgarrar la piel por las lágrimas…-No sabes lo que me pides, deberías coserte esa boca, punzada tras punzada, que te sientas encarcelada, que nadie pueda curar esas miserables heridas porque se tatuaron en tu piel, en tu templo que enloquecerá, agonizara y ni así comprenderás lo que es estar enfermo y no tener cura…-Se tiñe todo de carmesí, paranoia horrorosa, siendo callado por ese golpe que alejaba el delirio y reinaba la blasfemia en ese irónico abrazo…-Morir, solo salgamos de aquí y abrázame tras el alba, yo soy el que no es digno de morir con una grata compañía, pequeña cordero, obedece y deja que me calcine y que el viento me arrastre…-Aquello lo suplico con la afonía voz, batallando por mantenerse de pie, luchando por seguir el vibrar de esas palabras al capturar el timbre de voz.
-¡Oh, ángel maravilloso que arrastran al inmundo mundo! No pierdas ese corazón puro porque lo más preciada posesión que tendrá el hombre en el mundo; es el tener tu corazón–Presiona con fuerzas la madera pulida, está a punto de caer, escucha que siente como un golpe en la cabeza...”El amor es forzado a nacer” Quizás fue de esa manera como el cuervo quería devorar a su presa, por lo tanto, el dolor fue el sentir obligado, quizás no es amor, no era amor si él se fue...Negando que al avanzar con lentitud, caía caía lentamente…-No vayas a caer en la jaula, tú, ángel divino, debes seguir, extiende esa luz la cual te guiara siempre el sendero que debas tomar, hagas lo que hagas no te conviertas en soledad, si llegases a verla, escapa de ella…-Ya estando en el suelo, se dejó caer a los brazos de ella, cerrando los ojos, no permitía que su vista se quedara en el vacío, acogiéndose a su templo, quiere dormir y eso es lo que intenta hacer en lo que le arrullan sus palabras, viajando al perfume del narciso desprendido, abriendo sigilosamente los labios, iba a nombrar el nombre de la flor que permaneció inmóvil ante esa designación, “Asagi”. Pareciese que lo veía a él, tratando de huir de ese nombramiento que el recuerdo se presentaba al seguir escuchando el encuentro, como un sueño se desprendía de ese que fue “su hermoso poeta”…
“Verte es lo que más he añorado durante este tiempo, aún recuerdo el invierno, la nieve caía y volaba hacia a ti pero los tiempos pasados no vuelven, me hacían querer saber cómo te encontrabas, ya no hubo tiempo de despedidas… ¡Que grato fue saber de ti! Mas no deseo un mal, espero que pronto se disuelva esa neblina en la que te encuentras, que digas adiós a esa soledad que conocíamos y encuentres la paz en brazos de tu amado…”
El pensamiento hablo, no quiso saber más, guardo ese nombre a donde solo este tétrico cuervo sabía y abrió el ojo, aquel beso le volvió a la realidad pero siente una eterna melancolía, desmoronándose, ¡ah, soy una víctima de mis recuerdos! Escondido bajo una máscara para no saber de nada, se siente bien ser tragado aunque la decisión solo fue apartarse, como ave caída, que estas alas rotas no salieran dela oscuridad, pero ¿Qué le hace perder la conciencia? Que se siga repitiendo este tiempo falso, maldito escenario eterno, ¿Por qué tiene que volver con esa empapada sangre? Los recuerdos desbordan incontables evocaciones, la sombra esta errante, ¿A dónde es que debe de ir para olvidar? Pronto intenta aletear este pájaro, ir a donde ya no se vea los sentimientos, tan aferrado a la muerte esta avanza cegadamente, no dejaba el peso a ella, seguía sus pasos que al baño fue a dar, aspiraba su perfume, necesitaba recuperar lo que es un ser, subiendo un pie a esa tina que poco en poco coge fuerzas por no dejarse caer, permaneciendo en la bañera, deja caer la cabeza hacia atrás y cuando le desprendieron de la tela sucia, aclara la visión, la bestia se come la tristeza aunque no pueda desaparecerla, llegando a su límite que al entrar en razón, cayendo la capa cegadora en la que se encontraba.- No lo hagas, no necesitas ver esto..-había tomado su mano cuando la esponja le toco, el roce dolía pero no emitió algún sonido quejoso, elevo la mano hacia su rostro, limpiando sus lágrimas.- No llores, no dejes que nadie vea ese dulce llanto, estas bellas lagrimas debes de guardar…-La pureza de sus lágrimas le ofrecían una momentánea tranquilidad, su presencia le había calmado el martirio, preguntándose el: ¿Por qué este deseo de complacerle por una noche? Quería brindarle una tranquila noche, dejar que siguiera para así no hacer más difícil este tormento que trataba de engañar…-Aun recuerdo ese collar, nunca me olvide de ti, siempre estuviste presente y ahora vuelvo a pedirte la muerte de aquella vez…-La tranquilidad comenzaba a vestirse, su templo es lavado con suma delicadeza, detonando la blancura de la porcelana rota que respondía a sus movimientos, yendo a tomar asiento que sus cuidados recordó…-Quien diría, tu dedicándote a curarme, cuando yo fui el que provoco todo esto desde un principio, sufrí por haberte dejado esa herida…-mientras le vestían, miraba la herida del puñal en su pecho, inclinando el rostro por la dedicación y cogió el parche, sus acciones hicieron que se ganaran el respeto, fue por eso que se dispuso a cubrir el vestigio de la realidad y ofrecer con una sola mirada la existencia por este manto nocturno que dejara de existir a causa del amanecer.Avanzando hacia la cama, por un instante observa la modificación de la apariencia sobre el mismo espejo y desvía el rostro, recostándose como un delicado timbre y ya la cripta le aclamaba, descanso el templo pero duro poco, tomo la postura al sentarse y con rapidez fue a detenerla, el aura se tornaba pesada, el sirviente anuncio que alguien le buscaba y se rehusaba a que le atendiera puesto que sabía quién era...-No vayas-susurro, envolviéndole entre los brazos, sujetándose a su espalda que deslizo con cuidado los brazos por su vientre…-Él está aquí…-una vez dicho alzo la mirada y ahí, enfrente de ellos dos la misma imagen de su amado fue lo único que observo , desflorando con la mirada que se fuera, desconociendo lo que le mostraba su ojo.
Todo aquello que enfrentas te debilita, todo aquello que proteges te fortalece…
Nicolás D' Lenfent- Vampiro/Realeza [Admin]
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Re: Agnus Dei [Privado]
“Que se fue, que no está. Eso es lo que me decían y yo me negaba a creerlo y lo hice con tales fuerzas que al final, logré recrearte con la memoria.”
Semejante ironía querían que crean cuando me dijeron que mi hermoso cuervo estaba muerto, desaparecido, que se había ido volando para dejarme solo por siempre. ¡Blasfemias! Y si lo había hecho, lo buscaría y lo arrancaría de las manos del mismísimo satán para obligarle a estar conmigo. Porque nadie podía sacármelo, aún si bajaba un dios a la tierra para hacerme cenizas y llevarse a mi cuervo sin alas, no podría terminar de matarme, mis cenizas volarían y entrarían a pudrir a aquel ser despiadado que quisiera alejarme. Ciertamente, yo había escapado en primera instancia, la humillación de no tener colmillos, mi maldición de no querer perder aquella luz hermosa que era lo único que me ligaba a aquel inmortal o al menos eso es lo que yo pensaba y creía firmemente. Como la miel a las abejas, como si fuese una flor esperando a ser pinchada, era lo único que me daba la confianza de poder estar parado frente a todo y no caer en la oscuridad total. Y por eso luchaba por mantenerlo, aun teniendo que sacrificar tiempo valioso a su lado, al cabo, se suponía que tenía la eternidad. Pero ahora estaba nuevamente al galope. Había hablado con algunas personas, tenía las noticias, ya sabía todo lo que estaba pasando en la maldita Paris.
Me había llevado un pequeño tiempo volver a estabilizarme, el viaje que Hoyt y Glenna- mi creador y su esposa- habían hecho para salvar a Nicolás de la maldita Iglesia, me había dado un mínimo de tiempo para poder armar un rompecabezas al cual le faltaban piezas. Estaba emocionado de que en parte volvería a ver a Nicolás y en la otra parte, pronto tomaría mi venganza. En ambos lados estaba la candente necesidad de observar al aquel hombre de ojos de cielo nuevamente. Tenía que contarle lo que me había enterado, tenía que saber cómo estaba. Me habían informado que estaba tuerto, pero me rehusaba a creerlo y había bloqueado ese pensamiento hasta volverlo a ver. Yo estaba realmente enojado porque él no se había quedado con mi padre para cursarse, se había marchado molesto. Y yo sinceramente no entendía de qué podía estar molesto. Es decir, no estaría pensando en que yo fuese a buscarlo, ¿no? Un vampiro sin colmillos, con poderes inservibles y bastante débil en todo lo demás, yendo a la base de la Iglesia en un lugar remoto y asegurado. Siendo que acababa de salir de ser torturado… no creía posible que él se imaginara eso. Quizá estaba molesto porque yo no estaba ahí cuando lo llevaron al refugio, pues eso podía ser, pero tenía mis propios lamentos.
Como fuese, lo rastreé por todos lados, había aprendido a buscar mucho mejor que antes, desde aquella búsqueda interminable, mis poderes se habían incrementado en aquel ámbito y ahora era cuestión de concentrarse unos momentos. Seguí el aroma, que aparecía como color rojo en el aire, como un hilo infinito pasé por lugares horribles, mojé mis ropas y tropecé las veces necesarias con tal de no perder el rastro. Estaba desesperado por verlo, habían pasado demasiadas cosas, entre ellas un desafortunado evento con mi alimentación que ciertamente se notaba a leguas, mis ropas quedaban bailoteando en mi cuerpo, que parecía piel pegado al hueso. En mis mejillas se notaba la suave curva tangente delineando mis dientes y mis ojos, aún con un brillo especial y las rasgaduras correctas a los bordes, se acentuaban a los lados, levemente hundidos en soledad. No pasó mucho tiempo hasta que pude llegar al lugar, me esperaba una entrada de hierro, dura y siniestra, con flores por detrás, un lugar de la alta alcurnia, había hermosas casas por donde quiera que mirase, obviamente, yo no podía vivir ahí, salir solo de noche no sería tan bien visto, presa fácil, pero la idea de comprar una residencia por la zona se vino a mi mente de momento a otro. Luego, con la misma rapidez con la que llegó lo anterior, el recuerdo de Nicolás se intensificó, salté el alambrado con plenitud y formalidad y seguí el hilo rojo que como si fuese el destino que me guiara.
Había olor a sangre, pensé que él quizá se estaba alimentando de alguna humana y no me molestó, era entendible. Aunque estaba en contra del matar por matar, pero en casos de desesperación, medidas desesperadas. –Aunque yo no había tenido las agallas de hundir los dientes romos en un cuello, pero pronto encontraría la solución- Tomé un aire que no necesitaba, con la presión hasta los codos y empecé a caminar escalera arriba. Cerré mis ojos cuando la sangre densa en el aire me golpeó y mi cuerpo hambriento se retorció, pensé que perdería el control, pero apreté mis puños hasta que las uñas se enterraron en la piel y seguí el paso. Allí me encontré con la escena más horrible. Desde antes de llegar empecé a escuchar, la conversación era en un punto, romántica. Hablaba de necesidad, de amor y muerte y de desesperación, mis ojos se dilataban a medida que caminaba, casi en el aire, porque inconscientemente no quería ser escuchado. Las lágrimas delineaban mi rostro y me imaginé hundiendo los dientes en la yugular de aquella maldita puta que estaba con él. Mis cabellos, ahora oscuros, del mismo negro que eran cuando nos conocimos, se acentuaron. El color azabache en mi cabellera dejaba mis ojos brillantes y esferados a la intemperie. Y como si fuese una maldita pantera dispuesta a atacar, me aparecí en la puerta, mirando mí mismo reflejo que me apuñalaba desde el otro lado en el espejo. — “Él” no suena demasiado bien, me llamo Hero… ¿Quién es ella? ¿Por qué le hablas así? […] ¡Ahh! —
Todo se esfumó de mi cabeza cuando vi aquella especie de pozo en su rostro, mis lágrimas salieron a cántaros y cubrí mi rostro para que no viera el horror que sentía al observar que mi cielo estaba realmente roto. Yo no podía fingir, no podía hacer que no pasaba nada, aún lo amaba, desesperadamente lo adoraba, pero yo me había enamorado de su mirada y ahora tenía solo la mitad de ella. Sentí mis piernas tambalear y como una pluma caí al suelo en desagüe. Se escuchó mi llanto resonar en las paredes y me quebré en dos partes iguales, dejando la cabeza caer contra la madera del piso. Temblé y el agua roja calló hasta de mi nariz, la cual estaba roja y angustiada. Quise arrastrarme hasta donde estaba mi cuervo. Pero la maldita zorra estaba entre medio y si me acercaba terminaría matándola. Me contuve, hundí los dedos en los tablones de madera roma y arañé hasta que se hizo el pequeño pozo alineado. Sentí que la venganza hacía la iglesia se multiplicaba por millones y mi boca se abrió en un grito crudo que terminó con mis puños golpeando mis propias piernas. Arrodillado en la puerta, no pude levantar la mirada, sin duda, estaría bien si moría allí.
“No puedo pensar en que me quiten aquello que siempre he amado.”
Invitado- Invitado
Re: Agnus Dei [Privado]
Un mundo que parece imposible de crear no pierdo la esperanza que renazca aunque todo pinte tan gris que sea ya negro.
¿Qué caso tenía seguir con las acusaciones, las preguntas, el purgatorio? Realmente existía un lugar en este mundo para su descocida alma y se lo mostraría aunque con cada palabra que de esa boca salía se llevaba un hilo de su pureza. –Violinista estás ahí, yo lo sé, escucha mi voz, vuelve de nuevo a ejecutar esa melodía, la que embelesa, la que engaña, la que me hace llorar… Mis suplicas son sólo un clamor que parece no ser escuchado por tus oídos pero sé que estás ahí, encadenado a una jaula en la que tú mismo te has encerrado, vuelve a este mundo que solo te ha causado dolor pero que te necesita, abre tu lámpara y respira el aire de mi alma aunque signifique de quede sin ella– Sin respuesta alguna deseó que él le escuchara los pensamientos aunque estaba segura que él lo hacía y no le estorbaba puesto que quería interceder hasta por ese mismo medio y de alguna forma hacerlo volver.
¿Cómo podía acercarse a su corazón? Su brillo estaba tan apagado, tan quemado casi vuelto cenizas pero estaba dispuesta a hacer lo que tuviera en las manos para rescatarlo de ese abismo tan profundo del cual no estaba segura tener la fuerza para salir con vida, estaba dispuesta a tomar el riesgo. Cerró los ojos dando una plegaría al viento, quizás fuese escuchada. Esas alas tenían que ser reparadas para que pudieran alzar vuelo más no sin su lumbrera porque entonces no sabría a dónde debía de volar o incluso aterrizar. La noche había sido tan mentirosa, ni el propio brillo de la luna lograba calentar el cuerpo de aquel lastimado cuervo más una pequeña chispa de esperanza nacía en el corazón de Elene, sabía que poco a poco lo estaba devolviendo a la realidad, a una que cuidaría de no perder el norte.
Había cuidado sus acciones tratando de no parecer una simple niña jugando con su muñeco, sus lágrimas que eran testigo como bosque en lluvia habían cesado después de un largo baño a aquel cuerpo maltratado posterior al marcado por los colmillos de músico. —Nicolás— soltó una sonrisa al oírle hablar sobre el collar que aun llevaba encima dirigiendo la vista a éste —Me alegra tanto que no me hayas olvidado de mí porque yo jamás lo hice —confesó tranquila, deseando pronto acabar con todo para poder hacer que el vampiro descasase. Cuando ella estaba en el mar de agua hundió tanto su cuerpo en aquel líquido aguantando su respiración y dejando sus ojos abiertos tanto como podía aguantar viendo desde abajo las luces que iluminaban el baño sintiéndose morir. Era imposible, no podía suicidarse de aquella forma más las heridas dolían, ardían como sus palabras entonces cerró los ojos para sentirse vista por el vampiro cosa que era imposible y salió de su estupor con una sonrisa entendió más de una cosa y una de ellas era que no se alejaría de él jamás aunque su vida pendiera de esa decisión que se juró para sí misma.
Antes de moverse de aquella cama en donde el cuerpo del vampiro reposaba con cuidado confesó —Mi promesa era cierta, mi humanidad es tan tuya como mía y estaré contigo. Espero me aceptes de una buena vez porque no me rendiré — sonrió caminando hasta la puerta sin antes tomar la mano del músico en donde se congeló quedándose perdida como una niña que admira la belleza de su padre, con enorme amor y dedicación. Una vez fuera cerrando la puerta no había pasado ni dos segundos cuando la voz de él le hizo girarse pero no tuvo que hacerlo del todo porque su abrazo le acunó. Miró las manos alrededor de todo su delgado cuerpo creyéndose que pudo calentarle y tragó rápidamente sin entender. Su voz se hizo un hilo apenas audible. — ¿Él?— no entendía hasta que vio a Nicolás mirar hacia al frente lo que hizo que ella también imitara su vista.
Un frío le recorrió desde los muslos hasta el cuello y abriendo los ojos algo sorprendida frunció el ceño para después suavizar la mirada. El vampiro delgado cabellos negros de rasgos asiáticos estaba pasmado con cierta furia en sus palabras. —Hero— volteó la vista hasta Nicolás y quiso salir al encuentro del otro ser pero cuando su pie se interpuso con el opuesto una fuerza le impidió continuar. Sin entender volvió a intentarlo ¿Eran aquellos brazos los que le impedían avanzar con recelo? —Por favor… — susurró al ver al que tenía al frente desplomarse justo cuando cruzó la vista con el músico y no pudo evitar cubrirse la boca esperando mínimo ver a Nicolás moverse para ir a recogerlo pero ella continuaba estática ahí hundiéndose en sus pensamientos sabiendo que ese pobre vampiro, que lo dedujo por las manchas rojas de su rostro, estaba en shock. —¡Nicolás haz algo! — apenas y pudo pronunciar con fuerza queriendo escapar de sus brazos para levantar a Hero ¿Qué pasaba entre ellos dos? Tomó con fuerza las manos del músico y le miró a los ojos rogándole que se moviera, que fuese a su encuentro pues no soportaría ver a alguien más sufrir o llorar.
Darse por vencido es lo mismo que morir de manera dolorosa.
Elene Rossato- Humano Clase Alta
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Re: Agnus Dei [Privado]
Nostalgie; vuelves a traer el sufrimiento con tus pensares, silencia esa mente, calla por un momento…
El rostro de la melancolía aún sigue reflejándose, vestido como recuerdo y maquillado de un desbordante tormento en los cristales empañados de pesar, no debe de dormir la calma, fue engañado el dolor por aquella voz, esas palabras sinceras que frutaban el pensar y a su vez que triste cantar profundo, lamento que describe un odio a sí mismo, ella solo buscaba abrazar la esperanza que se desvaneció en estas sombras, está abandonado en el vacío del sinsentido, contando los latidos de ese corazón cual cicatrices falsas que sangran ante la transformación de esta presencia, palpitar que desgarra joyas del dolor al desprender húmedos alfileres, pesar que pesa, transporta amargura a la ilusión moribunda en medio del caos de una existencia sin rumbo…. Concibe, aborta, cuando las palabras se diluyen en un pensamiento que confluye con la nada, la luz mortecina que encuentra redención en la oscuridad, presenciando los débiles e intermitentes pensamientos, le consuela, evocaciones de un mar pintado en rojo, pétalos rojos temblando que dicen; “Ven a mí, abrázame y toca, interpreta tu existencia con dolor pero no dejes las notas del malvado violín…” Y en las oscuras entrañas evocan el mismo vacío que habita en el alma perdida, una promesa de tranquilidad susurrada en una caricia, acogiendo la mirada en el grito silencioso de la tortura prolongada de seguir escuchándole, le consumen ese triste anhelo, ¡No hay música, sin música no hay violinista! ..Que cruel era, seguía y no se da cuenta que lo sigue asesinando, lo confunde aún más pero su piel le ofrece ese cariño, sus orbes cerrados le invitaron a deleitarle a desprender una caricia más en esa mejilla, por dejarle verle sonreír, acoger el calor de su voz; lo hermosa que era al desprender sus sentimientos puros.
Callando lo que solo se podía decir al mirarle, le duele verle sufriendo por algo que solo desprende destrucción, manteniendo el reposo que ofrecía la comodidez de las sabanas, elevando la mano que había sido tomada por ella y la llevo a los labios, posando un beso…-Desde esa noche en la que morías, te acepte –abandonando su mano, queda tendido y se ofrece a la intranquilidad que el cuerpo había capturado de momento a otro, fue tras ella en unos instantes que se ferro a su templo negándole que siguiera avanzando puesto que el interior propio reconoció al instante ese aura, la presencia que le hacía elevar los deseos de tenerla más cerca y ahí el reflejo de un rostro familiar, queriendo mostrar un odio el cual le alejara, no podía seguir observándole; ese bello rostro atenuaba la melancolía, sus labios carecían de color, mugre vestimenta que le desfiguraba su delgadez, templo que perdía su finura. “¿Que te han hecho mi amor? ¿Porque vienes de esta forma a martirizarme?" Hablaba la mente, la angustia y el daño que recibía al verle, manteniendo en secreto que le hacía caer a sus orbes…-Márchate, no tienes nada que hacer aquí, ¿Quiénes es ella? Es la que me está protegiendo de mí mismo, quiere aferrarse a mí como algún muerto lo hacía. “¡No! No escuches lo miserable de mis palabras. ¡No me mires! ¡Por favor no sigas mirándome! Mi pequeño, acércate, abrázame y no llores, aquí estoy, ¡Por favor no sigas lastimándote, ya no sufras! Aférrate a mis palabras verdaderas, si te corro es porque quiero que permanezcas a mi lado, si soy frió es porque la necesidad de tu calor es intensa...”
Se aferraba a esos brazos, imaginando que era el, sin permitir que se moviera, ella avanza pero se lo prohíbe, no deja que vaya a su encuentro, sin poder pronunciar su nombre, sentía que si le nombraba terminaría enloqueciendo al batallar por dejarle libre…”No lo nombres, no pronuncies el timbre de tu voz con las letras de su insignia, no arruines esa luminosidad “Hero, Hero, Hero…” Los celos se liberaron pero la mirada seguía posada en él, impotente de socorrerle que sus brazos perdieron la fuerza y con lentitud iba soltando a la humana, permaneciendo de pie…-Levántate, ¿Has venido a esto? ¿No es suficiente para ti?... ¡No lo toques! –Lo último demando a ese cordero, desprendiendo el paso hacia ellos, dejando que el cabello cayera como cascada a un lado y cubriera al menos ese parche...-Esta por amanecer, es mejor que regreses por donde viniste…-Se encuentra frente a él, posando la mano en su hombro- No deberías de llorar, derramas la sangre que necesitas, debiste quedarte donde estabas, recuerda que el verdadero cielo no está en los ojos…-“¿Qué haces? No seas amable con él, déjalo, retrocede” Se incorpora, añoraba que no se culpara por lo sucedido, esperaba que entendiera porque lo hacía. Y miró a la pequeña cordero…-¿Quieres ayudarle? ¿Sientes el deseo de secar sus lágrimas? ¿Te preguntas quien es él? Bien, ¿Recuerdas las palabras acerca del amor? Dime, ¿Sus evocaciones no son una farsa?..-Estaba siendo cruel, vilmente por herirle con las palabras pero era necesario, lo necesitaba para mantenerlo lejos…-Demasiadas palabras, hagan lo que quieran, yo me retiro…-se gira, quizás huía, escapaba del caos, iba a los brazos de ese amanecer que pronto se asomaría, desprender este llanto que se volcaba en un amor profundo, el dolor proclamaba la soledad, lloraba sin derramar lágrimas, desprendiendo un susurro al final dedicado a esa criatura tétrica… -Ve con tu padre, el cuidara de ti…-Con el pensar se despidió no soportaba el tormento que le causaba
El rostro de la melancolía aún sigue reflejándose, vestido como recuerdo y maquillado de un desbordante tormento en los cristales empañados de pesar, no debe de dormir la calma, fue engañado el dolor por aquella voz, esas palabras sinceras que frutaban el pensar y a su vez que triste cantar profundo, lamento que describe un odio a sí mismo, ella solo buscaba abrazar la esperanza que se desvaneció en estas sombras, está abandonado en el vacío del sinsentido, contando los latidos de ese corazón cual cicatrices falsas que sangran ante la transformación de esta presencia, palpitar que desgarra joyas del dolor al desprender húmedos alfileres, pesar que pesa, transporta amargura a la ilusión moribunda en medio del caos de una existencia sin rumbo…. Concibe, aborta, cuando las palabras se diluyen en un pensamiento que confluye con la nada, la luz mortecina que encuentra redención en la oscuridad, presenciando los débiles e intermitentes pensamientos, le consuela, evocaciones de un mar pintado en rojo, pétalos rojos temblando que dicen; “Ven a mí, abrázame y toca, interpreta tu existencia con dolor pero no dejes las notas del malvado violín…” Y en las oscuras entrañas evocan el mismo vacío que habita en el alma perdida, una promesa de tranquilidad susurrada en una caricia, acogiendo la mirada en el grito silencioso de la tortura prolongada de seguir escuchándole, le consumen ese triste anhelo, ¡No hay música, sin música no hay violinista! ..Que cruel era, seguía y no se da cuenta que lo sigue asesinando, lo confunde aún más pero su piel le ofrece ese cariño, sus orbes cerrados le invitaron a deleitarle a desprender una caricia más en esa mejilla, por dejarle verle sonreír, acoger el calor de su voz; lo hermosa que era al desprender sus sentimientos puros.
Callando lo que solo se podía decir al mirarle, le duele verle sufriendo por algo que solo desprende destrucción, manteniendo el reposo que ofrecía la comodidez de las sabanas, elevando la mano que había sido tomada por ella y la llevo a los labios, posando un beso…-Desde esa noche en la que morías, te acepte –abandonando su mano, queda tendido y se ofrece a la intranquilidad que el cuerpo había capturado de momento a otro, fue tras ella en unos instantes que se ferro a su templo negándole que siguiera avanzando puesto que el interior propio reconoció al instante ese aura, la presencia que le hacía elevar los deseos de tenerla más cerca y ahí el reflejo de un rostro familiar, queriendo mostrar un odio el cual le alejara, no podía seguir observándole; ese bello rostro atenuaba la melancolía, sus labios carecían de color, mugre vestimenta que le desfiguraba su delgadez, templo que perdía su finura. “¿Que te han hecho mi amor? ¿Porque vienes de esta forma a martirizarme?" Hablaba la mente, la angustia y el daño que recibía al verle, manteniendo en secreto que le hacía caer a sus orbes…-Márchate, no tienes nada que hacer aquí, ¿Quiénes es ella? Es la que me está protegiendo de mí mismo, quiere aferrarse a mí como algún muerto lo hacía. “¡No! No escuches lo miserable de mis palabras. ¡No me mires! ¡Por favor no sigas mirándome! Mi pequeño, acércate, abrázame y no llores, aquí estoy, ¡Por favor no sigas lastimándote, ya no sufras! Aférrate a mis palabras verdaderas, si te corro es porque quiero que permanezcas a mi lado, si soy frió es porque la necesidad de tu calor es intensa...”
Se aferraba a esos brazos, imaginando que era el, sin permitir que se moviera, ella avanza pero se lo prohíbe, no deja que vaya a su encuentro, sin poder pronunciar su nombre, sentía que si le nombraba terminaría enloqueciendo al batallar por dejarle libre…”No lo nombres, no pronuncies el timbre de tu voz con las letras de su insignia, no arruines esa luminosidad “Hero, Hero, Hero…” Los celos se liberaron pero la mirada seguía posada en él, impotente de socorrerle que sus brazos perdieron la fuerza y con lentitud iba soltando a la humana, permaneciendo de pie…-Levántate, ¿Has venido a esto? ¿No es suficiente para ti?... ¡No lo toques! –Lo último demando a ese cordero, desprendiendo el paso hacia ellos, dejando que el cabello cayera como cascada a un lado y cubriera al menos ese parche...-Esta por amanecer, es mejor que regreses por donde viniste…-Se encuentra frente a él, posando la mano en su hombro- No deberías de llorar, derramas la sangre que necesitas, debiste quedarte donde estabas, recuerda que el verdadero cielo no está en los ojos…-“¿Qué haces? No seas amable con él, déjalo, retrocede” Se incorpora, añoraba que no se culpara por lo sucedido, esperaba que entendiera porque lo hacía. Y miró a la pequeña cordero…-¿Quieres ayudarle? ¿Sientes el deseo de secar sus lágrimas? ¿Te preguntas quien es él? Bien, ¿Recuerdas las palabras acerca del amor? Dime, ¿Sus evocaciones no son una farsa?..-Estaba siendo cruel, vilmente por herirle con las palabras pero era necesario, lo necesitaba para mantenerlo lejos…-Demasiadas palabras, hagan lo que quieran, yo me retiro…-se gira, quizás huía, escapaba del caos, iba a los brazos de ese amanecer que pronto se asomaría, desprender este llanto que se volcaba en un amor profundo, el dolor proclamaba la soledad, lloraba sin derramar lágrimas, desprendiendo un susurro al final dedicado a esa criatura tétrica… -Ve con tu padre, el cuidara de ti…-Con el pensar se despidió no soportaba el tormento que le causaba
“Nunca mas miraras mi ojo, porque en el hallarás... hallarás la verdad. Cree en mí... y por favor, no te detengas a elegir, no te arriesgues a morir.
Nunca intentes ayudarme, sólo conseguirás lastimarte.
No puedes salvarme, limítate a correr y alejarte.
Nunca mires mi ojo.
No vuelvas a por mí. Créeme… es mejor así"
Fue en aquel dolor donde comprendí que mi amor es más grande para dejarte ir…
Nicolás D' Lenfent- Vampiro/Realeza [Admin]
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Re: Agnus Dei [Privado]
“Ella volará como las cenizas que se esparcen en una quema de brujas.”
La veía tan trágicamente helada, pensé que quizá debería haberme apurado para degollarla. Mis ojos no me dejaban ver debidamente, las lágrimas se acumulaban y el fluido se golpeaba uno con otro, saliendo disparado hacía la punta de mi mentón. ¡Maldita tragedia! Esa situación no era más que una punta inventada de soledad, el cuerpo de Nicolás rodeaba hermosamente al de la femenina y tuve celos desesperados. Pero no podía moverme del suelo, quería que en ese mismo momento salga el sol y podamos volar como efímeras cenizas, uniéndose para ir hacia el cielo. Cremarnos juntos tan solo sería un hermoso regalo de despedida. Escuchaba cancinamente su voz, yo no necesitaba que ella sienta compasión de mí. Me estaba volviendo loco, con las manos en las rodillas, apreté y apreté, golpeé y luego me cubrí el rostro. ¿Por qué a él? Si me hubiesen sacado el ojo a mí, no estaría sufriendo tanto. Me hubiesen quitado el corazón y lo hubiesen maltratado por toda la eternidad, pero ahora, ahora literalmente sufriría para siempre al ver el rostro de mi hermoso cuervo negro, la inmortalidad sería el infierno al ver el dolor en la mitad de su mirada. — ¡¿Qué le dices tú qué hacer?! ¡Él hace lo que quiere! — Reproché, pero poco se entendió lo que dije, el llanto me cortaba la voz, salía quebrada al aire sin final.
Le escuché, pero en realidad no le entendí, la respuesta del violinista del diablo eran puras patrañas que no me interesaban en lo absoluto. Me aferré un poco a la columna que había a mi lado y me arrastré, parándome mis piernas delgadas mantenían mi cuerpo que se quebraba hacia un lado, apuntaba un brazo bajo el otro, abrazando mi estómago, mientras miraba hacia el suelo, sintiendo las perfectas lágrimas en gota caer por mi nariz, quedando en el suelo como un circulo exacto. Tensé el silencio, el tiempo se atenuó y me quedé meditando. Entonces, mi padre me había dicho la verdad, sí le habían quitado un ojo. Pero ahora, ¿quién era la mujer? Ella no estaba en ninguno de mis recuerdos. Nunca me había enterado de ella, ¿quizá era alguien que había enamorado en el momento? Quizá la estaba usando para alimentarse y yo le había interrumpido, pero no, sus palabras, le conocía, sabía cómo enamoraba para luego matar. Conocía sus travesuras y sus intentos estrambóticos para hacer las cosas a su manera. Entonces, ella era una de sus tantas enamoradas, de esas que deseaban poder ser yo. ¡Estúpidas una y cada una! Mordí mi labio superior nuevamente, luego el inferior y volví la mirada a los dos que estaban allí. — ¡Tú no me puedes decir que me vaya! ¡Yo hago lo que quiero! No es suficiente, yo siempre necesito más. Tal como necesito más de ti. — Respondí con suavidad, ignorando externamente sus palabras escondidas.
“Me ama, me ama y si no lo hace, lo obligaré”, pensaba entre líneas, escondiéndolo todo, sonriendo apenas cuando él se acercaba. ¿Qué clase de cosas pensaba yo? Claro que el cielo seguía existiendo, ¡Oh, esa hermosa mirada que ilumina el mundo en cielo e infierno! Sentí que moría y volvía a nacer. ¿Era quizá ella una bruja cegadora que me hacía torcer como una ramita? Deseé que ella se haya acercado lo suficiente, deseé poder haberla tocado, solo para apelar a los sentimientos Nicolás. Oh, Nicolás, tan hermoso y frívolo como lo conocía. Hacía mi estancia una tragedia y me inundaba en un placer de extraña monogamia. Sus celos y sus reprimendas, como siempre, solo me hacían enojar y cuando apeló a que yo mismo era una mentira, mis ojos, se oscurecieron como solían hacerlos, se inundaron con una luz en el centro y mi mano se estiró. Tomé la primer estatuilla que encontré y la lancé, calculando para que pase por al lado de su cabeza, pero que no le lastime, no quería siquiera una herida más en mi amor. — ¡No tienes derecho a decir eso! Y llévate a esta maldita zorra a la tumba si quieres que deje de molestar tu maldita existencia. ¡Porque tú eres mío! Sin ojo, con ojo, eres mío. Mira, mírame. — Me acerqué, a paso rápido y miré de reojo a la mujer. ¿Cómo se llamaría? No importaba, realmente no importaba. Quería empujarla, pero tampoco lo hice, solo me acerqué al hombre y le miré fijamente a ese hermoso ojo azul marino.
— Umgh… Me quitaron los colmillos y me duele y tú no estás para abrazarme mientras lloro. ¿Por qué te escondes con otra y no vienes conmigo? Te extraño y me duele mucho. Y mírate tú, has que te vuelva a crecer el ojo. — Di un chirrido, en tanto limpiaba las lágrimas con los bordes de mi camisa, jadeé y le tomé de sus ropas, me aferré, aun cuando escuché sus palabras hirientes, carentes de todo significado para mí. Sus palabras siempre me habían afectado, pero ahora no quería, las quería olvidar, las quería obviar para no llorar… más. — ¿Y ella qué sabe sobre el amor? Si el amor siempre es una farsa, siempre es mentiras, porque cuando uno ama, está en otra realidad. — Expliqué, con el sentido de una experiencia actual, con la mentalidad llena de “él”. Le sujeté, tironeé y luego seguí sus pasos al verme enfrentado a una fuerza perpendicular que no era capaz de igualar. Jadeé y me abracé, me esforcé en retenerlo. — No quiero ver a mi papá, si así fuese hubiese ido a él. Tonto, idiota, maldito, te odio. Eres el peor de todos los hombres sobre la tierra y ¡ella va a morir si sé que te puso una mano arriba! — Grité al final subiendo la cabeza, mi nariz estaba roja y mi boca levemente abierta, mostrando mi dolor que se aferraba a una vida imposible.
“No quiero jugar más a esta guerra sin reyes ni países.”
Invitado- Invitado
Re: Agnus Dei [Privado]
Sin poder entender ni una tan sola cosa entre las palabras del violinista hacia el hombre delgado que tirado ahogaba su dolor en lágrimas miró con recelo a hacía otro lado donde las manchas de sangre que en su alfombra se derramaban confesando que el otro era también un inmortal. Sentía un leve ahogo en su pecho pero de cierta manera se sentía confortada por los brazos que acobijaban su cuerpo. Torpemente y sin querer tomó con ambas manos las ajenas juntando sus dedos con los del músico que yacía en un trance exteriorizado clavando con sus palabras enormes puñales al otro vampiro. —Para Nicolás- volvió a susurrar haciéndose más intensa la melancolía aunque la presentación del vampiro para el otro no había sido la más cálida que se pensaría. Volvía a ver a Nicolás hundido en un pozo del que había creído haber sacado, frunciendo el ceño, el pequeño hilo azul con el que se mantenía unida a él se estaba borrando entre el odio hacia el otro. Sin decir nada fue soltada por la helada piel de Nicolás y quedándose ahí le vio partir hasta el otro extremo donde los gritos del otro hicieron que dirigiese su vista hasta él. —Tú también detente. ¿No te das cuenta que esto es tan duro para ti como para él?- crujió los dientes sin saber qué más podía hacer, no estaba en posición de exigir pero al verse acorralada entre el ángel y el demonio sintió la necesidad de alejarlo dándose atribuciones que no le correspondían.
Sin dejar de ver la escena pasó como una espectadora más captando las palabras entre ambos. La atmosfera a su alrededor se volvió sombría por lo que aguardó detrás del cuerpo de Nicolás mientras ellos dos discutían sobre no entenderse, el daño que se hacían y secretos ocultos, manos de segunda intención. Cerró los ojos sin poder decir nada de nuevo. Qué incómoda situación, qué penosa y qué dolor. No lo decía por el violinista puesto que con él se había sincerado desde hace tiempo aquellos sentimientos iban cargados para el otro vampiro que entre gemidos de desconsuelo y sangre vertida en el suelo se encontraba. Sus ojos se abrieron al verle caminar un poco ‘’repuesto’’ y guardó la distancia suficiente unos cuantos pasos atrás de Nicolás dando el espacio que se supone debería de tener pero aquello era difícil sentía la necesidad de arrancarle el alcance con su amante. Lo había visto sonreír, horas atrás, en su habitación, descansando como un arcángel y ahora su temple había vuelto a ser tan denso que hería a cualquiera que no tuviese nada que ver con lo que sucedía.
Aun si los ojos del inmortal de cabellos negros le asesinaran una y otra vez se sentía protegida por el músico pese a que no era ella quien cuidaba, no era ella quien estaba en peligro de volver a perderse cerrándose en su locura. Cuando escuchó que el violinista le preguntó si quería ayudarlo negó de inmediato empuñando sus manos en las telas de su vestido -No es él quien me importa Nicolás, te estoy perdiendo de nuevo y si continuas será más difícil recuperarte- soltó sin temor encarando la espalda del vampiro en lo que el otro le hacia una escena sacudiéndole las ropas. Escuchó las demandas del delgado y concluyó que era un egoísta, si él también había sufrido, aun así no se supone que debería de apartar su dolor para tratar de sanar el alma rota de su mundo que se caía a pedazos mientras él parloteaba —No sé si sea sincero, no le conozco pero sus palabras parecen salir desde su corazón- sintió rabia con ella misma por no poder explicarle al músico lo que realmente pensaba quizás le leyese los pensamientos.
Pasaron unos minutos más entre palabras, jadeos y malestares. Un fuego quemaba la boca de su estómago sin poderse explicar de dónde provenía todo aquello, era rabia. Rabia con el amante de su arcángel… —Ególatra- ardieron sus ojos sintiendo que su visión no era limpia, era un dibujo difuminado por el agua dictando esas palabras para el vampiros usurpador —Eso es lo que eres, un egoísta, uno que se jacta de su sufrimiento ¿Acaso importa qué estaba haciendo él aquí? Tus celos son tan enfermos que solo piensas en ti, no lo ves..?- dirigió su vista al Nicolás cuando disponía a irse —Solo quiere silencio para coser lo que siente que ya no tiene arreglo, ¡Cállate que lo estas asesinando!- le gritó al otro quizás siendo injusta porque era un total desconocido del que ni su nombre sabía pero no permitiría que más pedradas golpearan las alas de esa ave que quería olvidar. Sin pensarlo dos veces corrió hasta éstos colocando una leve separación girándose para ver al vampiro que disponía a marcharse. —No te vayas… no pienso más seguir esto, está por amanecer, quédate y el también… - abrazó su cuerpo al otro y limpió sus sollozos en las ropas del músico separando su cuerpo del otro y soltando un suspiro que terminaba de secarse las lágrimas con sus manos. —Hay varias habitaciones en el sótano acondicionadas para vampiros… Recuerda lo que te comenté. El que será mi futuro esposo lo hizo- ladeó el rostro rogándole a Dios porque aceptara su propuesta sino tendría que clavarse a aquella piel para que el sol no le tocase.
1 Corintios 13:4-8
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.
Elene Rossato- Humano Clase Alta
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Re: Agnus Dei [Privado]
“(…) No me miréis; no sea que con tales gestos de dolor se modifiquen mis fieros designios, y entonces lo que debo llevar a cabo perdería su verdadero matiz, corriendo lágrimas en lugar de sangre.”
No puede más, le atormenta, por favor que no haga eso, sabe cómo damnificar a ese infeliz, conoce como herirlo gravemente y aun así ¿No tiene clemencia de él? Le detesta, le detesta ¿Realmente puede verlo? Que no le mire, se está adentrando a los disecados ojos guardando el sufrimiento para no apuñalar con la mirada, siendo cruel que su llanto le desgarre el interior, que su templo le asesine por no ir tras él y atesorar sus hermosas lágrimas, besarle para que su llanto se desvanezca y dejar que sus lágrimas mojen este vacío…” ¿Por qué sigues? Sabes bien como apuñalarme, ese llanto es lo único que me detiene”…El llanto en la mente hablaba, el interior quería ir pero el templo no se movía, el abrazo hacia ese cordero le hacían caer a la realidad, lo seguía viendo y como daga toco ese maldito agujero en el pecho y es cuando esos dedos entrelazados le daban valor para no correr a los brazos de ese Morfeo despiadado por saber que le ama.-¡Basta! Ambos silencien su habla –con la voz de un demonio indiferente a las palabras ajenas, tanto como las de él como las de ella, caminaba y podía sentir como se ahogaría con las propias palabra que no era capaz de liberar para calmar este espectáculo que pronto el telón se bajara. Ni más observa cada movimiento en lo que llega a él, negando, se muestra frío, desinteresado en el calvario ajeno aunque por dentro se esté desmoronando. “¡Maldita seas, deja de moverte, deja de deslumbrar la debilidad, ¡Quisiera matarte para calmar mi dolor y tu dolor a la vez!” Estaba en la escaramuza de la bipolaridad del pensar con el habla, sin tocarle más, se mantiene parado blasfemando con la mirada la basura que quisiera poder decirle que es para que se vaya, en cuanto al sonoro latir de ese corazón, cerrando el ojo, negando que ya estaba extenuado de todo. -Quiero que entiendan los dos, ¡No querido que nadie me ayude! , ¡Que no me salven, déjenme, estoy hastiado, casado de lo mismo, imaginen que en ese lugar murió Nicolás!-las plegarias ofrecida a ambos, les miraba que explotaría, sabía que las decía desde ese imaginario corazón pero quería mentirse así mismo, engañarse de que no era de esa manera. Calculando su movimiento y aquel objeto lanzado que no hizo nada por moverse, lo vio de reojo pasar, siendo eso lo que le hizo sonreír secamente, como si se burlara aunque fuese lo contrario. - ¿Necesitas más? No me vengas a llorar como siempre, maldito caprichoso, ¡Ya basta de juegos! límpiate ese rostro, no es el lugar indicado para venir a quejarte y más sabiendo que estabas mejor lejos de mí, quiero que te vayas, no quieres yo lo haré pero deja en paz a ella, como veras el que viene sobrando aquí eres tu… ¿Por qué? Ya no necesito nada de ti…-Maquillándose decidido, piedra que azota la envoltura, esperando no herir a ese cordero que no tenía culpa de las venenosas palabras desprendidas.-Sí, tienes toda la razón, no tengo derecho, así como tú no lo tienes, ¡Cállate! No la insultes, ¡La zorra eres tú! –“Vete antes de que me arrepienta de mis palabras” Huía, realmente escapaba de lo que podía mostrar de sí mismo y solo por dejarlo en libertad y cerciorarse que jamás volvería pero ahí estaba, le miro fijo, ¿eso quería? No mostró piedad, no tendría más consideración de hacerle sufrir- ¿Qué es lo que ves ahora? Ya no hay cielo, no hay más tu Nicolás…-Necesitaba alejarse de él, si seguía un momento más le abrazaría y le diría que solo es una pesadilla, que vayan a casa y duerman para borrar las penas.
“¡No podre más, suplicare que te vayas, no quiero seguir mintiendo! Me desconozco, no sé quién soy”…Escuchándole, aceptar que sufrió y no estaba para cuidarle efímeramente tenía que dejarlo. -No quiero nada, me gustaría permanecer en ceguedad, eres terrible, no debiste venir, regresa y vive como lo has hecho, donde quiera que hayas ido estas mejor, nunca me escondí hubiese querido morir en manos de esa inquisidora que seguir aquí. -Le ve limpiarse ese hermoso rostro, sus sinceras lagrimas impregnas en su hedionda prenda, desviando la mirada al tenerlo cerca, se aferraba que eso deseaba, quería que le abrazara pero solo basto una palabra para alejarlo, quería alejarse aunque solo cuidara de el en la distancia, siendo la misma voz de la vida que le ofrece fuerzas para retirarse, esa humana que su voz era lo único que le orillaba a desaparecer. -Para que seguir hablando de amor, nadie lo conoce, yo no sé qué es en realidad- entre más avanzaba más se hacía eterno el recorrido, apenas apretó la perilla de la puerta y su abrazo le detuvo, girándose que le observo, recorrió ese rostro con la sensación de necesidad.-La bese, deje que me tocara, aun siento sus cálidos labios, sus suaves manos con sus cuidados, ¿eso es suficiente? o ¿Quieres saber con detalle que sucedió?... No gastes tu armoniosa voz cordero, sea lo que sea el siempre seguirá, no se detendrá hasta obtener lo que quiere-el aliento lo liberaba añorando acariciar su piel, diciéndole a ese cordero que no continuara, ella debía ser la que ayude al que lo necesite y justo solo ese querubín lo necesitaba, subiendo una mano a sus cabellos, entrelazo los dedos con la dulzura que solo él podía quitarle y en seguida le tomo las manos, alejándolas evitando que le tocara.- Te odio -y justo sintió cerca a la humana, les observo que su ofrecimiento no era necesario.- Nunca entenderás cordero, brindas demasiada ayuda que por eso siempre sales lastimada…-retrocedió, abandono la idea de irse pero verlos ahí, aferrándose a lo que carece de valor, pues es la imagen de la falsedad, como el réquiem de una fatalidad, camina hacia un lado solo por no socorrer a sus contactos.
-¿Me podrías mostrar la cripta? Debes de descansar, en cuento sea de noche nos marcharemos, lamento todo lo sucedido –hablaba sin mirar más al querube, espera al camino mostrado, rendido entre las líneas, la promesa en el comienzo solo se perdió, toda la eternidad se está acabando, el infierno es seguir mirándole y detener la pena, que renuncie a continuar con este suplicio, la marcha con la victoria estaba cerca pero con encanto golpean, el cordero y el querubín, puede soportar las lágrimas porque necesita poder mantenerlos fuera de peligro, es por eso que aumenta las cenizas a la oscuridad, las evocaciones están vivas, girando la espalda, avanzando lejos de ellos, las estrellas en esos ojos, esta es la última oportunidad para aferrarse a lo que era antes y espero a que la noche llegara para desaparecer.
Nicolás D' Lenfent- Vampiro/Realeza [Admin]
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Re: Agnus Dei [Privado]
“Osas responderme de tal manera impune, romperé los vasos de tu mente y destruiré tu cuerpo para siempre”
¿Se supone que tenía que escuchar lo que aquella zorra mediocre tenía para decir? Imposible. Se notaba que solo era una nena de mamá con algunos tras pies en su vida. Una barata que caía como toda mujerzuela a los pies del invaluable cuervo negro. Pero que me importaba eso a mí, Nicolás era mío y sería mío aún si ella estaba en medio. Solo tenía que mover un dedo para hacerla desaparecer. Tomé aire con el incontrolable deseo de asesinarla y mis ojos se pusieron como dos rubíes por un instante. Ella era ceniza en proceso. — Dame una orden otra vez y haré que tus ojos rueden por la escalera. — Amenacé en seco, observando esos ojos, sintiendo una ira increíble, ella me estaba empezando a molestar más de la cuenta. Mordí mi labio inferior y empuñé las manos mientras reprimía las ganas de hacer un guiso con su sangre, viendo de reojo como Nicolás se acercaba y calmaba mis pensamientos. — No tengo celos de mujeres sin cerebro y menos de humanas. O escorias como tú, lo que me molesta es que interfieras. Desaparece o te obligaré a desaparecer. — Recalqué con los ojos en blanco y me vi obligado a ignorarla por unos momentos.
Pero esos instantes fueron desvanecidos cuando ella interfirió por enésima vez y quiso separarme de él, se entrometió como una basura en mi ojo y mis uñas, afiladas y largas salieron de mi carne y se dirigieron a su cuello, lo rozaron haciendo que un suave rayón luzca en sangre pero sin resbalar por allí y mi voz como la de un ángel maldito se carraspeó. — Tú. No te atrevas a volver a poner una mano arriba de él y menos de mí. Te daré de comer a los cerdos, mientras estas viva. — La empujé a un lado, muerto del odio miré a Nicolás, gemí y quise golpearlo, arañarlo y destrozarlo a él también. Sentí el dolor bañándome por dentro, pero mis ojos estaban prendidos, aún escuchaba las palabras que siempre me decían, mi luz, mi luz, mi fuego. Era eterno, era inmortal y así lo sería por siempre, no importaba que tantas veces intenten apagarme, haría subir mi llama más fuerte, porque siquiera la oscuridad podría vencerme. Tomé aire, imponente y rufián y negué con una sonrisa altanera. — ¡Uno! Estas muerto hace demasiados años y no me interesa imaginarme que dejaste de existir, ¡estoy aquí para reclamarte! ¡Dos! No me iré, si quieres que me vaya, lo haré con su cabeza entre los dedos. ¡Tres! ¿Estás seguro de lo que dices? —
La mirada se lustró en los ojos ajenos, se atenuó y se volvió como un maldito brillo sin repudio, ese brillante incomprensible que solo hipnotizaba como una serpiente. Volví a mis bajos sentimientos, volví a aquel rostro con el que lo había enamorado, dejé salir mis lagrimales con la esencia de la tristeza y sentí lentamente que mis sentimientos se rompían ante las palabras fuertes e insensatas que sin ninguna base se hacían escuchar. ¿Por qué me trataba de esa manera? ¿Por qué se suponía que yo era el malo de la película? En realidad no había querido que eso suceda, pensaba encontrarlo simplemente durmiendo y solitario. Reunirme con él con la debida felicidad. Las cosas habían cambiado por algo sin sentido, pero no podía culparme, quizá si de mi manera desquiciada de actuar, pero qué otra cosa podía pensar, si lo encontraba con el olor a baño y el refrescante perfume de una mujer, que aunque tenía un aroma dulce y desagradable para mí, se notaba que había captado la mirada del cuervo quizá no es su totalidad, pero sí un poco.
— ¡Deja de tocarlo! Y tú no me mientas, te conozco, conozco tus formas de decir la verdad, tu mentira escondida, sé cuándo tu dolor es incontrolable y sé que te rehúsas nuevamente, pero soy fuerte, sabes que tan fuerte soy y que tanto puedo soportar. Mi límite se alargó desde aquel momento en que los sobrepasaste hasta casi matarme. Me repuse luego de eso, pero mi fuente se incrementó. No podrás superarla nunca más. Ódiame, porque mientras más me odies, más me amarás. — Me acerqué empujando sin cuidado a la mujer a un costado, observando sus ojos fijamente, negando ante aquel toque asqueroso de mi mano con su piel, la aparté como si de una bolsa de basura se tratara y lentamente mis manos se trasladaron a las mejillas ajenas, lo toqué como si tocara un cristal, le abracé suavemente, con cuidado, pero con la tensión impuesta en mis músculos, de manera que si alguno de los dos me quería apartar, a ella le fuese imposible y él tendría que usar algo de fuerzas y en el ínterin, esperaba tener su cuerpo contra el mío.
Sentí una felicidad eterna cuando esas palabras salieron por el aire como una caricia en mi mente, aflojé mis sentidos y un llanto que no pude retener se desparramó por mis mejillas, como si el grifo que estaba conteniendo se hubiese destrabado y pudiese sentir con verdadera libertad. Mis dedos como escaramuza se sujetaron a su ropa y el ruido horrible de un llanto descontrolado se atenuó con las ropas de su pecho que empezaban a mojarse de la sangre de mis ojos. — ¡Yo no lamento nada! ¡La voy a matar! — Grité contra él y se entendió a medias, no supe que no estaba mirándome, tampoco supe que estaba haciendo la maldita, me sumí en mi dolor con el egoísmo que me caracterizaba, le apreté con fuerzas y rogué que un rayo caiga sobre la mujer que tenía el corazón latente. Sentí el sufrir en mi mundo, que por momentos se había desmoronado, aunque como un rey mentiroso había escondido el reino roto debajo dela alfombra, me sentía triunfante, a pesar de que eso no significaba que había vencido.
Pronto le mostrarían el lugar para escondernos del sol, tendríamos que movernos, pero yo no quería salir de él y subí los pies de modo que quedaran sobre los de él. No dije nada, no miré a ningún lado, simplemente escondí mi cabeza, escondí mi dolor y aquella humillación que sentía suavemente recorrerme, recordándome mis acciones, que aunque no me arrepentía de ellas, me hacían sentir nuevamente como un niño mediocre, algo que nunca aceptaría que era.
“Te amo de la misma forma en la que te odio y por eso me niego a dejarte ir.”
Invitado- Invitado
Re: Agnus Dei [Privado]
La noche pasajera era solo acuno de los ahogados lamentos de una mansión llena de riqueza donde aparentemente debía de reinar la calma y paz. Frunciendo el ceño Elene escuchaba al vampiro delgado manifestarse ante sus palabras, jamás había tenido tanta molestia naciendo en el hueco de su pecho, no era odio pues no creía poder soportar un sentimiento tan grande como aquel. ¿Cómo se atrevía? No entendía de dónde provenía la energía por querer correrle de su casa, no se consideraba una persona violenta por lo que sus amenazas le causaron cierta indignación pero después de un rato meditar se dio cuenta que no era necesario caer o rayar en lo absurdo, no se consideraba escandalosa, empecinada ni mucho menos egocentrista así como el amante de su adorado arcángel por lo que si seguía sus provocaciones se convertiría en un ‘’Hero’’ justo como su nombre se había grabado en su conciencia. Levantó la cabeza sin una pizca de humillación más sí de grandeza pues no se sintió intimidada en ningún momento, podía jurar que había vivido cosas peores y la muerte aun no estaba por llevarse su alma, en cuanto al otro un golpe de gracia quebraría su molesta voz haciéndole sólo un recuerdo.
Posó su vista en el músico nuevamente el que parecía irritado, no era para menos pero por dentro sentía ese aire a dolor y sufrimiento que le partía el alma. Ignorando el parloteo del vampiro delgado deseo estar soñando pero no fue así, aun sentía la molestia del que había irrumpido en su casa sin permiso. El contacto con el otro solo hizo acrecentar la insatisfacción que iba creciendo arrasando con todo a su paso, rogaba al cielo por paz mental y no abrir su boca para decir alguna sandez así como todo lo que el otro decía. Solo guardó silencio, no por no ser capaz de callarle sino porque Nicolás se lo había pedido y no pretendía llevarle la contraria, no sería como el otro, un enfermo egocentrista. Se quedó a un lado solo siendo una expectante más de una escena de teatro barato propiciada por el vampiro ególatra —Nicolás- dijo en un susurró queriendo intervenir pero se lo había prometido, no iba a decir más sin que el otro estuviera de acuerdo. Las palabras del violinista eran duras con el ajeno, parecían cristales que querían cercenarle el cuerpo y aun sin ser éstas para ella sentía cierta pesadez por la carencia y falta de tacto.
Después de unos minutos la conversación estaba cobrando fuerza. Las mejillas de la humana levemente comenzaron a arder por las aclaraciones que Nicolás confesaba con el otro. De cierta manera si lo relataba de esa forma tan espontánea despreocupada solo levantaría sospechas a cosas que no habían ocurrido pero quién era ella para dejar en mal al músico. Cerró sus labios así como su mente y miró el suelo unos instantes recordando lo de hace unas cuantas horas atrás. Su preciado arcángel que había casi logrado tejer una red par que sanase se había caído hundiéndose en la oscuridad y soledad nuevamente. —No quiero verte más herido- salió de sus labios aun en aquella posición. —Quiero entenderlo pero no puedo. Hero debería ser más consciente de tu condición, ¿Por qué quiere dañarte si te ama?- dijo en un hilo de voz sin poder contenerse la duda, quizás el delgado contestara sus demandas finalmente con un poco de seriedad dejando lo vulgar y corriente. —No tiene caso- concluyó rápidamente con una sonrisa —No me debe importar alguien que no puede con su cegada alma a la verdad- soltó un suspiro despacio apenas audible sintiendo arder el leve roce que antes el delgado le había dejado en el cuello.
Adelantándose a los hechos y los parloteos molestos del otro asentió con una sonrisa caminando por el largo pasillo de la mansión viendo con cierto asombro la actitud del vampiro de cabellos negros prensarse a Nicolás como chiquillo quedando en sus brazos lo que le causó gracia y encarando la cara del vampiro alzó una ceja —Qué propio de un maniaco- suspiró cansada parecía un payaso de circo. Bajando unas escaleras y recorriendo dos pasillos más una gruesa puerta de madera sellada en muros de mármol blanca con azabache se dejó ver. Angustiada por lo que vería pues le causaba temor los espacios cerrados abrió la pesada puerta dejando que los dos inmortales pasaran cerrándose aquello con gran fuerza tras ella.
—Tengo entendido que hay seis habitaciones acondicionadas en este frío subsuelo- miró con perspicacia el sitio finamente decorada con muebles y material italianos pues su futuro esposo era proveniente de su misma nación y aunque jamás había entrado al lugar le parecía acogedor. Los candiles iluminaban el lugar a lo que rápidamente escogiendo la habitación primera abrió la puerta señalándole al violinista —Aquí podrás descansar Nicolás, mucho tormento por esta noche y… no es ninguna molestia, sabes que para ti lo que sea, estaré para servirte hasta que me dejes. Estaré pendiente a tu despertar, no quiero que partas sin antes despedirte de mí - sollozó algo triste acercándose a él ignorando por un momento la presencia del otro vampiro —Descansa mi arcángel- besó su mejilla con un reconfortante abrazo y se despegó para no parecer pretenciosa —Hero, tú puedes dormir con…- su cara se tornó levemente enrojecida a lo que se recompuso de inmediato —Con Nicolás si es que él así lo desea, sino la siguiente habitación girando este pasillo está también disponible. Esta es su casa- hizo una pequeña reverencia rogando a los dioses que el otro estuviera más tranquilo aunque lo dudaba, no era de los que aprendiera a comportase rápido. —Buenas noches- dijo a ambos fijando sus ojos en Nicolás con melancolía pues había tanto de lo que quería comentarle que nuevamente un hueco se acuñó en su garganta y saliendo de las criptas clandestinas en su mansión llevó su cuerpo hasta la cama sin saber qué pasaría, pues nuevamente había fallado en rescatar al ángel caído del infierno pero no daría por sentada su cabeza aunque las pesadillas de la mañana no le dejasen dormir en el olor del cuerpo que una vez ocupó su cama horas atrás.
Elene Rossato- Humano Clase Alta
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Re: Agnus Dei [Privado]
"...Festín para la damnificación"
Cae que caen todas las debilidades en esta mortecina noche, se destruía la belleza y los sonidos se tornaban escandalosos, queriendo quemar esta situación, sangrar ambos para que uno calle al otro, negando por la plaga de infección que causaban las palabrerías de ese rabieta que se digna a venir ante al cuervo y ordenarle con esos ridículos arranques de recelo. Que dolor se apodera de él, le adormece hasta dejar que reine el cansancio, encadenando la maldita ira hasta que todo comenzó a ser una jodida escena patética, quería ocultarse detrás de la sombra del momento, escuchando, permaneciendo dentro del lugar en el que no hay brillo, pareciese que todo se pudre, dejando las palabras que desnudaban la verdad y las voces de un imbécil clamando algo que ya perdió y esa cordero que a pesar de sus deseos de ayudar era ofendida, se callaba lo que por dentro gritaba, esos latidos que se transcribían en un enojo, se estaba sacrificando por la tranquilidad. Y ahora solo el corazón sediento buscaba carne para que lo calme, suplicando que se maten entre ellos, ese malcriado querube y el miserable pájaro, alejando del peligro que correría la humana si opta por seguir este juego donde solo saldrán más heridos. Pero ese cordero anhela salvarlos, alejar entre el dolor y la oscuridad al cuervo pero era imposible, se manchaba cada vez más el sendero que estaba tomando.
Queriendo gritar, sacar el clímax pero en cambio solo las palabras fueron liberadas con el tono desinteresado, desilusionado de él, como si fuese un trapo, movido a un lado y a otro, solo pedía tranquilidad, silencio que era inquietante, el letargo y la soledad era lo que aclamaba pero justo en ese instante, ver como hería a ese preciado cordero le dieron deseos de querer lastimarlo como nunca.- ¡No te atrevas a volver a tocarla! No vengas ahora a fastidiar, me enferma seguir con esto, una palabra más y prometeré que será la última vez que dejo expandir tu asqueroso veneno, deja tu maldito teatro de psicópata porque si eso quieres, me encargare que te asesine tu mente, estoy harto de todo, de ti. –Negando mirando fijo a la humana, su pureza le enfadaba, ¿Por qué seguía intentando calmarle, sacarle de esa maldita dolencia?- ¿Porque sigues empeñada en ayudarme, que no ves que no hay fin a este padecimiento? –Fue casi un tormentoso murmuro, retorciéndose el interior por la tormenta que se levantaba por lo que decía a ese amante que ni piedad mostraba en guardar silencio, sin mirar a nadie, mostrándose ausente, dormir y no despertar, caer en un profundo sopor en el cual nadie le pueda sacar, tenía razón, ese odio se transformaba en un desquiciado amor, pero justo ahora quería que todo se fuera a la mierda, él viene con sus dulces ojos que se penetran en la única mirada sin querer que desapareciera de la pupila, consumiendo el contacto de ambos que se mantuvo inmóvil por unos instantes.- Solías conocerme, dime ¿Qué sabes ahora?...Nada en cambio yo a ti, he desnudado cada lazo, cada parte que admito que me encanta, pero basta, cállate, no es el lugar adecuado y a ella le debes una disculpa, solo ella es inocente de todo porque tú tienes cierta culpa así que obedece. -Le miro por un instante porque su llanto fue lo que hizo callarse, caería para abrazarle y evitar que manchara su hermoso rostro de esas lágrimas carmesí, creyendo que herirle saldría y se iría pero seguía siendo el mismo, ese del cual se enamoró, como la humana lo dijo; “Propio de un maniático” Y vaya que maniático que de su locura le engatuso. Volviendo a desvanecerse ante su llanto, siendo débil porque cayó nuevamente a su encanto doloroso.
Y así siguió los pasos del cordero, caminando sujetando el peso del menor el cual le calmo, eso quería desde un principio... ” ¿Por qué tardaste en hacerlo? Detestable muñequilla” La mente hablaba, observando el lugar al ir bajando por las escaleras, recorriendo los pasadizos, enfocándose simplemente en esa puerta que poco en poco llegaban, estando en frente de ella que al ser abierta se adentró con una simple inclinación de la cabeza, admirando la tenue luz de los candelabros, el gusto Italiano que era notorio, desprendiendo unos cuantos pasos por deleitar el lugar sorprendido por ser varias habitaciones para que solo un vampiro sea el dueño pero sin mencionar tal curiosidad, prosiguió estudiando el paraje y nuevamente otra puerta fue ofrecida, iba a acercarse cuando ella comenzó a avanzar, le miro por un momento puesto que no quería que solo un ojo sea el que le mirase - Eres demasiado benévola, lamento lo que ha sucedido…-Y sintió su acogedor beso, cálido que fue agradable sentirlo.- Por favor, descansa mi dulce cordero-entre un susurro lo menciono, mirando al pequeño entre sus brazos el cual espero que respondiera a la cortesía brindada. -Buenas noches –ofreciendo una leve reverencia, viendo cómo se alejaba que al estar solos se quedó mirando fijamente a ese insolente amante si es que aún era, soltándolo yendo a la primera cripta que le fue asignada.- La segunda es para ti…-Fue lo último que desprendió, agradecido porque le abrazara de una vez el silencio sabiendo que sería imposible, ya que seguía aferrándose ese querube, tratando de retirarlo, deseando obtener un perfume que le alejara, usar magia contra de sí mismo y adormecer las evocaciones por él porque existía entre ellos dos un lenguaje que vas más allá de las palabras y al final de todo, siempre estarían juntos, y así es que dejo que sucediera todo, si debía seguir sufriendo con la presencia o ser acobijado por una momentánea tranquilidad en ese amanecer ya envuelto…
" (…) Como el hilo rojo invisible que conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancia, el hilo rojo se puede estirar, contraer o enredar pero jamás romper. Es como el templo y el alma, deben permanecer juntos si desean existir porque por más que permanezcan solos se desvanecerán yendo al olvido…"
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Nicolás D' Lenfent- Vampiro/Realeza [Admin]
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