Marian Donovan

▲NOMBRE DEL PERSONAJE▲

Marian Donovan
   

▲EDAD▲

39 años aparentes (78 años reales)
   

▲ESPECIE▲

Cambiante canina.
   

▲TIPO, CLASE SOCIAL O CARGO▲

Clase alta.
   

▲ORIENTACIÓN SEXUAL▲

Heterosexual.
   

▲LUGAR DE ORIGEN▲

Francia.

▲HABILIDADES/PODERES▲

→ Transformación: Habilidad de cambiar de forma humana a animal y viceversa. Cuando el cambiaformas está en su forma transformada aumenta un 50% su potencia física. Marian se transforma en: Saluki, en pastor belga y en loba.→ Sanación acelerada: Habilidad para sanar rápidamente heridas y contusiones no tan graves (esto no aplica al desmembramiento, si les arrancan un brazo, el brazo no volverá a crecer). El tiempo de recuperación varía según el personaje y la gravedad de la herida o lesión. Cuando se trata de balas de plata o fuego pueden morir si las heridas son muy graves. → Percepción del aura: Habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad, de este modo saben si están bajo amenaza. Este poder también les permite reconocer a otros cambiaformas o licántropos cuando no están transformados e identificar a los vampiros gracias a su aura pálida y su característico olor.→ Memoria fotográfica: Capacidad de recordar cosas oídas y vistas con un nivel de detalle perfecto. Las personas con esta habilidad no olvidan nunca escritos, sonidos, imágenes y los recuerdan mucho tiempo después como si lo hubieran escuchado/visto apenas unos días antes.→ Rastreo: Poder de rastrear la localización de un objeto o criatura. El personaje puede descubrir la situación de cualquier persona a la que conozca, donde quiera que esté el blanco en un radio de veinte kilómetros.→ Ojo superior: Habilidad para tener visión aún con los ojos cerrados o en la oscuridad. El cambiaformas posee naturalmente una visión más aguda, pero no se compara con esta habilidad que se puede igualar a la visión de un halcón.

Marian es una aventurera nata, si de algo debemos de hacer fe es de su habilidad para rastrear y seguir pistas como toda buena cambiante que se aprecie, como de su  temple firme e impulsividad, lo que hace que en momentos de huida, se quede enfrentándose a sus enemigos hasta sus últimas consecuencias. Astuta y rápida, tiende a pecar en muchas ocasiones pero jamás de débil. Si por ella fuera lucharía por sus hijos hasta la extenuación.

Responsable, dulce, siempre preocupada por su familia y en mantener a los suyos, es un alma inquieta y risueña, aunque en ocasiones pueda parecer lo contrario. Ella jamás ha sido una cambiante solitaria, por lo que lo entrega todo a quienes ama, odiando por ella por igual medida a quien le traiciona o hiere.

Tiene buena memoria por lo que recuerda todo y cada una de sus vivencias, lo que la hace rememorar sus mayores alegrías como también sus tristezas. De carácter y de cartas tomar cuesta acallarla.

Desde pequeña la educaron con alguno de los importantes valores para con los que creció y ha mantenido a lo largo de su vida. Actualmente aún los sigue. Estos son los de proteger a los débiles y a su familia – por quien Marian es capaz de dar su propia vida, sobre todo si hablamos de sus hijos por quienes lo daría todo por verlos felices. – vivir en base a la solidaridad, salir adelante por propios medios sin tener que depender de la figura de un hombre, guerrear sus propias luchas y enfrentarse a sus demonios. Aquellos han sido los valores que en gran proporción la han hecho tal y como es; una superviviente

   

¿Qué sucedería si los templarios no hubieran sido únicamente humanos? ¿Y si entre ellos hubiera habido otra especie? Velando por ellos. Protegiéndolos. Guardando los tesoros extraviados del tiempo. ¿Y si os dijera, que aquellos que dieron anónimamente sus vidas por los secretos que deben permanecer escondidos de las retorcidas mentes del diablo, fueran cambiaformas? Si, entre ellos siempre estuvieron. Diferentes nombres, diferentes rostros, misma razón de ser; Proteger.

Así empezó, al principio eran los corceles de los templarios, aquellos invencibles caballos. Luego, los canidos se unieron y en aquella era, muchas otras almas se unieron al mismo saber. De allí salieron alianzas prosperas, irrompibles al paso del tiempo, hasta que todo estalló. Y el reinado de los templarios terminó. Para en aquel entonces cada una de las reliquias, de los conocimientos obtenidos y guardados a lo largo de los años, viajaron a distintos puntos del mundo. Unos a tierra santa, otros enterrados junto con el último templario en un lugar maldito al que nadie se acerca, ni las aves lo rondan. Sin embargo fue la lanza del destino, la que terminó a manos del último cambiaformas vivo y quien bajo juramento, juró protegerla a costa de su vida y su sangre, por los años de los años. Y aquí, en este preciso instante empieza la historia que os contaré. Por qué esa lanza, fue resguardada de tal forma que fuera imposible de encontrar, solo los descendientes de la sangre de aquel cambiaformas pueden rastrearla. Y aunque tras los años, el conocimiento dejó de pasarse de generación en generación. No obstante, el elegido de cada rama sanguínea, inconscientemente en su mente sigue grabado aquel conocimiento, el mapa que les lleva a la lanza. El cual en su ignorancia lo ocultan de las manos diabólicas que desean apoderarse del objeto y de los que desconocen, hasta que el mal los encontró y de la matanza que se provocó en aquella contienda, solo una joven consiguió pasar desapercibida y salvar su vida, llevándose con ella el secreto; Marian, la última protectora de la lanza en vida.

Y aquí, empieza su vida.






Marian nació en el seno de una familia cambiante. De clase alta, ni ella ni sus dos hermanos menores sufrieron de hambres o frio. Siempre protegidos y resguardados por su familia vivieron una infancia feliz, en donde siempre que podía escapaba e ingresaba en bosques junto con sus dos hermanos que como lobos siempre la seguían. Marian siempre fue una hermana responsable y protectora. Acudió a rescatar a sus hermanos en cada una de sus enfrentas,  siempre dando la cara, incluso contra cambiaformas más fuertes que ella.

Aprendiendo el oficio de la costureria de su madre y las habilidades de la lucha por parte de su padre, solo del bosque más cercano a su hogar un cambiante se enfrentaba a ella; Carchar, un cambiante ave que también tenía cualidades para la lucha y el que parecía buscar siempre a la loba, a lo que ella siempre le respondía como mejor sabia. Entre luchas inocentes Marian empezó a ver a Darkhor como algo más que un contrincante; como un amigo, un amante que siempre que ella le llamaba acudía con ella. Se forjó una secreta e íntima confianza entre ambos jóvenes que duró años y años. Él era su mayor secreto y su mayor fuerza. A su lado aprendió mucho más de la lucha y ya nadie intentó en molestarla, sabiendo que de molestarla tanto ella como Darkhor contratacarían defendiéndose las espaldas. Eran una pareja fuerte y a medida que crecían más cuenta se daba Marian de que su destino era estar con él. Ya no podía aguantar horas y horas sin verle, cada vez le costaba más disimular el nerviosismo que sentía al verle. El sonrojo de su tez cada vez que tras una aventura, se bañaban en el lago de los alrededores. El carácter cauto de sus padres no lo había adquirido y finalmente, tras muchas noches siendo cómplices se entregó a sus brazos, sin importarle el no saber nada de quien y de donde provenía. En la mente de la joven loba solo el día de hoy y el amor por aquel joven llenaba toda su cordura. La noche de la unión frente el lago que los había visto crecer, fue para ella; inolvidable. Y tras aquella noche, hubo muchas más noches donde compartieron besos y cuerpos, sin saber que en la segunda semana de sus encuentros en el vientre de la joven empezaba a germinar el fruto de aquel amor.


Marian era feliz, inmersa en su mundo de felicidad y despreocupación no cayó en el ambiente atento y frío de su hogar. Desde hacía semanas que su amorío con el cambiante había alertado a ambas familias, averiguando que tanto él como sus padres trabajaban para la inquisición y qué como tales, de averiguar el apellido de la aventura del primogénito todos correrían peligro. El padre de Marian cauteloso prohibió salir a Marian una noche de tormenta en que la reunieron y le explicaron todo lo que debía de saber, sin guardarse nada. Le contaron del secreto que ahora corría por sus venas, de la existencia del clan de Agartha y de su misión en el mundo, como también del peligro que corrían y de la cercanía de los enemigos. La inquisición llevaba siglos tras de ellos, tras de cualquier que pudiera poseer información peligrosa y valiosa y ahora, por culpa de ella y su amorío los habían encontrado.

Marian al principio no supo reaccionar, hasta que entonces recordó aquellos sueños que desde pequeña solía tener donde por sus ojos pasaban paisajes, hasta crear un camino que terminaba llevándole frente una cueva escondida bajo las aguas frías de un pantano. Siempre había pensado en que debía de encontrar aquello que fuese que se encontraba allí y ahora sabía que lo que debía hacer era proteger ese lugar  y lo que fuera que allí se escondiera. Tras una noche inquieta terminó por creerles y sintiéndose traicionada por Darkhor, sin poder siquiera imaginar que todo lo que habían compartido pudiera haber sido planeado para atraparla, preparó su partida junto con su familia de aquel bosque y de él.



La noche de la partida fue una de las más frías y tormentosas y como el padre de Marian había temido, la inquisición llegó sobre ellos mucho antes de que pudieran desaparecerse. Todos los de la familia lucharon. Marian defendió a sus hermanos menores como pudo y sus padres se defendieron entre ellos. Por un instante pareció que podrían sobrevivir, hasta que con una segunda partida de inquisidores, lograron herir mortalmente al padre de Marian, quien terminó sacrificándose para darles tiempo a huir.

Con lágrimas en los ojos, tomó de la mano a su madre y la empujó con ella a correr mientras sus hermanos las protegían, terminando también muertos. La noche parecía ir en contra de la familia Donovan, la que ya se había cobrado la vida de más de la mitad de la familia. Ahora solo quedaba Marian y su anciana madre que tras un buen rato corriendo, ya no pudo aguantar más y frente la mirada atónita de su hija terminó cayendo exhausta al suelo. — Vamos madre, por favor levántate, queda poco para salir!— Le decía Marian a su madre intentando con todas sus fuerzas darle ánimo. Sin embargo tras la muerte de sus hijos y la de su esposo, sus fuerzas la habían abandonado y su corazón roto no encontraba la fuerza necesaria para seguir, aunque aún le quedara su preciada hija con vida.

— No Marian… Ya no puedo más y ms fuerzas son escasas para seguirte. Debes de irte ¡Vete! Y busca la orden de Agartha, ellos te ayudaran, te socorrerán y serán tu familia. Escúchame bien y confía en ellos. Ellos son el camino para tu salvación. Así que corre hija y no mires atrás. En ti vive nuestra mayor esperanza… nuestros sueños. Corre y sálvate por nosotros. — Tras esas palabras y con los gritos de los inquisidores que se acercaban, besó por última vez a su madre y con los ojos ahogados en lágrimas partió diluyéndose como loba por el bosque, buscando la salida. Alejándose así de todo cuanto había conocido, inclusive del hombre por el que se sentía traicionada; el padre del niño que empezaba a formarse en su vientre.



Tras la huida y escapar de la inquisición, emprendió una búsqueda incesante que terminó encontrándose con Jacques Román, uno de sus componentes y quien la llevó a la protección de los suyos, en el seno del clan de Agartha. Allí fue entrenada hasta que el embarazo le impidió seguir con sus lecciones y allí en medio de guerreros decidió no traer su hijo a ese ambiente, por lo que y tras hablarlo se decidió que Marian se desposara con un guerrero del clan y que junto a él rehiciera su vida.

Así llegó Falcon a su vida. Un guerrero cambiante y hogareño que tras perder su familia en manos inquisitorias y derramar suficiente sangre para su venganza, buscaba establecerse y sanar sus heridas junto a alguien a quien poder proteger. Marian tras algunas reuniones con él, le tomó cariño y cuando el embarazo ya se encontró en su última etapa, aceptó la mano del cambiante, quien tras la ceremonia privada se la llevó a una de sus viviendas donde empezar una vida juntos como una familia. El inicio de aquella nueva vida fue dolorosa para ambos. Marian aún se acordaba de Darkhor, de su calor, su pasión… pero poco a poco el cariño nació fuerte entre ellos y aceptándose mutuamente, encontrando el consuelo el uno en el otro, fueron aumentando la familia, siendo no solo Lothaire el único hijo al que proteger y cuidar, si no también Alenna y Alyssia sus siguientes hijos.


Jamás hubo preferencias entre ambos hijos. Falcon cuidó y enseñó a Lothaire lo necesario como habría hecho con un hijo con su propia sangre corriendo por sus venas. Y a Alenna y Alyssia mimó y protegió como todo un padre protector con sus hijas. Y así la familia se consolidó ofreciendo segundas oportunidades a los progenitores, los que con amor y dedicación hicieron salir adelante a todos ellos, sin olvidar jamás a sus enemigos quienes siempre podían estar más cerca de lo deseado. Marian tras la maternidad de sus tres hijos, abrió una pequeña tienda de diseño donde diseñó por años los más finos y elegantes trajes, hasta que de nuevo y sintiéndose entre la espada y la pared al conocer que un grupo de cazadores rondaba cerca de su hogar, decidieron huir de un día para otro, sin avisar a nadie, desapareciendo todos de un momento a otro. Como si jamás hubiesen existido.


Se dirigieron a Rumania, donde tras una travesía de muchos días llegaron a la tierra natal de Falcon. Allí se establecieron y mientras Falcon y Loth entraron en la milicia del lugar como soldados, Marian con sus hijas volvieron a abrir un taller de diseño que rápidamente en esas tierras prosperó. Lo qué irremediablemente provocó la atención de miradas críticas y recelosas de sus triunfos, encontrando en la gente envidiosa el arma más letal. El retorno de la inquisición.



La noche que se debatió Marian entre la vida y la muerte, fue justamente una noche clara y calmada. Una noche de verano en la que tanto Alenna como Alissya acudieron al pueblo más cercano en busca de hilos y telas, mientras el resto de la familia se encontraba en casa; Marian en el salón tejiendo y tanto Falcon y Lothaire, en el jardín talando leña para el fuego. No hubo ningún indicio, ni ruido que los alertara en el momento del ataque, simplemente la sombra de un hombre se cernió sobre ella seguido del ruido de unos forcejeos y gritos que la alarmaron. Se levantó y frente a ella un inquisidor la observó de forma fija, fijando sus ojos en los de ella, reconociéndola como ella terminó reconociéndolo tras unos segundos de medirse en silencio. — Darkhor… —Lo nombró aterrada pero con voz firme, sin mostrar en sus facciones el dolor que hacia el volverlo a ver tras su traición. Él simplemente sonrió y tras aquella sonrisa el caos se desató. Unos hombres aprovechando la interrupción de Darkhor, tomaron a Marian de los brazos, sujetándola y mientras ella gritaba al hombre que una vez lo había representado todo y por el qué había perdido a toda su familia, la fueron llevando arrastras hacia donde yacía atado y herido Falcon, quien en un intento de proteger a Lothaire de los inquisidores había desesperadamente atacado a todos, llevando la vida de seis de ellos antes de que pudieran agarrarlo.

Marian al ver la escena se revolvió en brazos de aquellos inquisidores hasta que el propio Darkhor tuvo que intervenir y apresarla contra su propio cuerpo, deteniendo así sus movimientos.

—Darkhor soltadlos! Liberadlos… Solo me queréis a mí. — Gruñó desesperada al ver cómo tras un movimiento de Darkhor, unos hombres se llevaban a Lothaire. Al ver como se llevaban a su hijo, mordió fieramente el hombro masculino, e intentó herirle de mil formas distintas hasta que terminó siendo echada al suelo, bajo el cuerpo de su único amor convertido ahora en su verdugo. Nada era suficiente, tras esos años de juventud no había entrenado regularmente y había perdido parte de su fuerza, lo que para Darkhor jugó a su favor, pudiendo controlarla fácilmente pese a la resistencia de la cambiante.

Falcon herido de gravedad, pero aún consciente, al intuir lo que el inquisidor se proponía hacer con su mujer, sacó todas las fuerzas restantes que le quedaban y tras deshacerse de los inquisidores que lo sujetaban fue contra Darkhor que liberó a Marian unos segundos para pelearse con él y darle muerte como un maldito perro. La lucha fue encarnizada y violenta, jugando más a favor del inquisidor que del propio cambiante que herido de antelación, veía que sus movimientos se hacían más lentos y sus golpes menos certeros al paso del tiempo. Derrotado tras unos golpes que le hicieron perder una de sus piernas, no volvieron a levantarse del suelo ni cuando los inquisidores que antes él había atacado, se cernieron sobre él y se vengaron.


Con Falcon muerto y Marian derrotada en todos los sentidos, vulnerable, a la marcha de Darkhor junto con los demás inquisidores, los más crueles de ellos torturaron a la cambiante, terminando por quemarle los ojos con un ácido que por horas la mantuvo agonizando, hasta perder la consciencia frente a su hogar en llamas. En sus últimos gritos de dolor, llamó a su hijo mayor y a Darkhor con miedo de que sin saber que era su hijo, este lo torturara y matara. Y así, cerró los ojos entregándose al silencio de la inconciencia hasta que tras unas horas sus hijas la encontraron y entre lágrimas de un dolor profundo, tras enterrar el cuerpo de su padre ya muerto, llevaron a su madre de urgencias al médico del pueblo.




Despertar para Marian fue un infierno. Todavía sentía a Darkho sobre ella, el dolor del ácido y sus gritos de los que no se libraba de repetir en sus sueños. Pasó unos meses en el medico sin moverse, siendo obligada a alimentarse mientras afrontaba la muerte de su esposo, la desaparición de Lothaire y la cegué de sus ojos, con los que solo lograba entrever sombras y siluetas. Hambre no tenía y por esas mismas, no lograba conectar con sus pieles caninas. Su loba cuando la buscaba no respondía, como si supiera que de ir a su encuentro podría terminar por matarla en el esfuerzo de transformarse de nuevo.

Alenna, se pasó los meses junto a ella mientras Alyssia decidió abandonarlas para ir en busca de su hermano mayor y rescatarlo de la mano de la inquisición. Toda la familia estaba rota y tras que le dieron el visto a Marian, Alenna se la llevó de nuevo a Paris a su antiguo hogar donde poder buscar a mejores médicos y remedios, en un intento vano de recuperar la vista de su madre. Ahora en París es donde reside. Se pasa los días durmiendo y sin querer salir o tener deseos de nada que no sea desaparecer de la faz de la tierra, se encierra en las cuatros paredes de su oscura habitación apenas alumbrada por la vela que siempre preocupada enciendo su hija.

El deseo de poder recuperar sus pieles caninas y así evadirse del dolor que la consume es mayor de lo esperado, sin embargo lo que lentamente la hace fuerte es el deseo de proteger a sus amadas hijas de Darkhor y de llevar a cabo su venganza. Porque al contrario de la débil canina que ahora es, de volver a encontrárselo volverá la antigua y fuerte Marian que conoció, la que jamás se rindió. Solo que esta vez la lucha, será contra él. Únicamente contra él.

   

- Se ha quedado ciega, no obstante y gracias a su poder de ojo superior, es capaz de entrever dependiendo su estado fisico y psicologico mejor o peor, e incluso como canina llega a atisbar objetos y rasgos de lo que la rodea.