AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Espantos || Aniëtt O'Claude
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Espantos || Aniëtt O'Claude
El astro sol llega bien temprano espantando a todo aquello que no es natural a su presencia pero algunos no son alejados con el sol aun cuando ya no pertenezcan a este plano de vida sino más bien a un más oscuro y lleno de huesos ambulantes, son ellos los que pasan como personas naturales y muy normales entre los vivos, pero no ven que ya no tienen pulso ni nada que puedan aportar, incluso algunos no son vistos por todos solo pocos pueden verlos realmente como personas vivas y otros los ven momentáneamente.
Entre las calles empedradas una joven de cabellos rubios como el sol pero algo alborotados va caminando, su vestido hecho de seda color azul claro hasta la rodilla, mangas largas y un mini capa que cubre sus hombros, un sombrero al mismo tono del vestido pero un poco más oscuro al igual que los zapatos, tan elegante y ella tan blanca, su mirada va a todos lados evitando los coches, según ella sigue viva pero las personas no la notan, se topa con algunas tropezándose con ellas pero cuando aquellos individuos voltean no ven a nadie aun cuando ella se disculpa con ellos avergonzada.
La mañana sigue avanzando y decide comer algo de dulces va a la dulcería pero no se decide así que toma unos caramelos dejando una moneda en el recibidor, el dueño del abastecimiento no entiendo y comienza a orar pensando que es del diablo, Andromeda le mira alzando los ojos como si renegara de ella –Vamos hombre que no es diablo soy yo- en eso se presenta al hombre que pega un grito desmayándose, se giran todos a verle pero la mujer ha desaparecido, ella se acerca al hombre para ver si está bien cuando llega su hija y le ayuda a su padre a ponerse de pie, Andromeda sale del lugar, comiendo unas galletas y unos caramelos en el bolsillo
-Vaya pero que ha sido todo eso, sé que soy muy blanca algunas veces y otras pareciera que no respirara pero caray estoy viva- se ríe porque aunque no esté viva no lo asimila y si le dicen ella cree que están locos ellos porque ella se puede ver, en sí nunca asimilará que está muerta y se seguirá comportando como si estuviera más que viva.
Una loca más en este mundo de locos, pero más cuerda que los locos mortales.
Entre las calles empedradas una joven de cabellos rubios como el sol pero algo alborotados va caminando, su vestido hecho de seda color azul claro hasta la rodilla, mangas largas y un mini capa que cubre sus hombros, un sombrero al mismo tono del vestido pero un poco más oscuro al igual que los zapatos, tan elegante y ella tan blanca, su mirada va a todos lados evitando los coches, según ella sigue viva pero las personas no la notan, se topa con algunas tropezándose con ellas pero cuando aquellos individuos voltean no ven a nadie aun cuando ella se disculpa con ellos avergonzada.
La mañana sigue avanzando y decide comer algo de dulces va a la dulcería pero no se decide así que toma unos caramelos dejando una moneda en el recibidor, el dueño del abastecimiento no entiendo y comienza a orar pensando que es del diablo, Andromeda le mira alzando los ojos como si renegara de ella –Vamos hombre que no es diablo soy yo- en eso se presenta al hombre que pega un grito desmayándose, se giran todos a verle pero la mujer ha desaparecido, ella se acerca al hombre para ver si está bien cuando llega su hija y le ayuda a su padre a ponerse de pie, Andromeda sale del lugar, comiendo unas galletas y unos caramelos en el bolsillo
-Vaya pero que ha sido todo eso, sé que soy muy blanca algunas veces y otras pareciera que no respirara pero caray estoy viva- se ríe porque aunque no esté viva no lo asimila y si le dicen ella cree que están locos ellos porque ella se puede ver, en sí nunca asimilará que está muerta y se seguirá comportando como si estuviera más que viva.
Una loca más en este mundo de locos, pero más cuerda que los locos mortales.
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Andromeda1- Fantasma
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Fecha de inscripción : 21/02/2014
Localización : Aparece y desaparece a su antojo
Re: Espantos || Aniëtt O'Claude
Tardes parisinas, el rondar por las calles infectadas de gente no era uno de los mayores lujos para ella, a decir verdad, no lograba concebir cómo podían vivir en un lugar tan atestado; Gustaba de vivir en las sombras de un bosque, sobre la copa de un par de arboles o simplemente disfrutan del sol contra su pelaje; Sus cambios eran formidables, por lo que andar en su cuerpo humano jamás fue una de sus mejores adicciones.
Pero aquella tarde era diferente, siempre tomaba un par de días al mes para dar buen uso de su cargo en la realeza; No le había ganado por que sí, a lo que dar provecho era una de las razones que le daban la fama que tenía.
Llevaba ahogados en su mente aquellos reprimidos instintos que la hacían vivir lejos ¿Los asesinatos era mal visto por la madre naturaleza? A su saber no, quizás por eso gozaba de una tranquilidad espiritual, que a veces y tan sólo a veces la rondaba entre los sueños más retorcidos, entre los juegos de visiones más perturbadores; Un sin fin de asesinatos de los cuales aquella inofensiva fémina había sido capaz.
Suponiendo que reinase el ambiente más sano, ella les evitaba cual fiera se alejaba de las presas fáciles, pues estaba a la búsqueda de algo más; La pobreza, la decadencia, insalubridad, aquello que le hiciera por lo menos saber que salió de su habitad por algo más que simples mundanos con problemas banales que se resolverían con un poco de dinero y listo.
Pero allí se encontraba, entre tiendas bien correspondidas y ciudadanos que intentaban no rosar parte de ella; Le sorprendía tal cordialidad, no era conocida entre las personas, pues su cargo era valido en otros lugares, a lo que ayudar en Paris era un mero favor a su Rey o Reina.
Mientras se detenía frente a una de las tantas tiendas, cruzó ambos brazos frente a su pecho; Tomo postura recta y recogiendo sus cabellos gracias al viento comenzó a visualizar por donde comenzaría; Llevaba un ceñido vestido color negro, resaltando claramente cada parte de su escultural figura, transparencias que no dejaban mucho que ver, pero sí, demasiado a la imaginación de novatos que se deshacían en verle un poco más de lo que enseñaba; Buzó ante aquello y decidió entrar a aquella tienda, un par de bocadillos no le harían nada de mal para continuar con lo suyo.
Pisó suelo vendedor justo poniendo atención a lo que ocurría dentro; Una figura fantasmal hacía de las suyas con un par de caramelos, presionó sus labios, agudizo un poco más su vista y tomando características atribuciones de un felino, logro ver con claridad la fémina figura frente a ella; De hecho, frente al vendedor, que aterrorizado daba alaridos de auxilio, gritaban quizás por el pánico que ésta curiosa aparición hacía. Pero más que sorprenderle tal acto, entro una duda directa a su cabeza "¿Por qué dejaba dinero sobre aquel mostrador? ¿Por qué intentaba ayudar a ese hombre si de quien huía era de ella?" Aún no lograba entender, por lo que en medio del algarabío salió de aquella tienda a la espera de aquella presencia sobrenatural.
Espero un minuto o quizás dos, hasta que la bella muchacha salió murmurando un par de cosas; Sonrió, era hermosa, de seguro que en vida lo era mucho más, ya que algunos detalles como su tes tan blanca o las transparencias que en momentos deslumbraba asustaba a cualquier mundano que le encontrase a solas, menos a ella, tenía la suerte, por así decirlo, de conocer cualquiera sobrehumano que pisaba los suelos; Caminó tras ella un par de segundos, hasta adelantar sus movimientos deteniéndose junto a ella.
-Creo que usted y yo debemos hablar señorita... no me gusto lo que he visto momentos atrás- Sabía que rebatiría sus palabras, o quizás, no tenía de todo claro el cómo ella reaccionaría a tal acercamiento por lo que no le dio mayor tiempo y continuó - Sé lo que me dirá, que no hizo nada malo, pero aún así tenemos una charla presente... Aniëtt O'Claude para servirle- Se presentó y fijo sus ojos contra los ajenos, perdiendo conciencia del tiempo al intentar verle o visualizar cómo había sido antes, en vida.
Pero aquella tarde era diferente, siempre tomaba un par de días al mes para dar buen uso de su cargo en la realeza; No le había ganado por que sí, a lo que dar provecho era una de las razones que le daban la fama que tenía.
Llevaba ahogados en su mente aquellos reprimidos instintos que la hacían vivir lejos ¿Los asesinatos era mal visto por la madre naturaleza? A su saber no, quizás por eso gozaba de una tranquilidad espiritual, que a veces y tan sólo a veces la rondaba entre los sueños más retorcidos, entre los juegos de visiones más perturbadores; Un sin fin de asesinatos de los cuales aquella inofensiva fémina había sido capaz.
Suponiendo que reinase el ambiente más sano, ella les evitaba cual fiera se alejaba de las presas fáciles, pues estaba a la búsqueda de algo más; La pobreza, la decadencia, insalubridad, aquello que le hiciera por lo menos saber que salió de su habitad por algo más que simples mundanos con problemas banales que se resolverían con un poco de dinero y listo.
Pero allí se encontraba, entre tiendas bien correspondidas y ciudadanos que intentaban no rosar parte de ella; Le sorprendía tal cordialidad, no era conocida entre las personas, pues su cargo era valido en otros lugares, a lo que ayudar en Paris era un mero favor a su Rey o Reina.
Mientras se detenía frente a una de las tantas tiendas, cruzó ambos brazos frente a su pecho; Tomo postura recta y recogiendo sus cabellos gracias al viento comenzó a visualizar por donde comenzaría; Llevaba un ceñido vestido color negro, resaltando claramente cada parte de su escultural figura, transparencias que no dejaban mucho que ver, pero sí, demasiado a la imaginación de novatos que se deshacían en verle un poco más de lo que enseñaba; Buzó ante aquello y decidió entrar a aquella tienda, un par de bocadillos no le harían nada de mal para continuar con lo suyo.
Pisó suelo vendedor justo poniendo atención a lo que ocurría dentro; Una figura fantasmal hacía de las suyas con un par de caramelos, presionó sus labios, agudizo un poco más su vista y tomando características atribuciones de un felino, logro ver con claridad la fémina figura frente a ella; De hecho, frente al vendedor, que aterrorizado daba alaridos de auxilio, gritaban quizás por el pánico que ésta curiosa aparición hacía. Pero más que sorprenderle tal acto, entro una duda directa a su cabeza "¿Por qué dejaba dinero sobre aquel mostrador? ¿Por qué intentaba ayudar a ese hombre si de quien huía era de ella?" Aún no lograba entender, por lo que en medio del algarabío salió de aquella tienda a la espera de aquella presencia sobrenatural.
Espero un minuto o quizás dos, hasta que la bella muchacha salió murmurando un par de cosas; Sonrió, era hermosa, de seguro que en vida lo era mucho más, ya que algunos detalles como su tes tan blanca o las transparencias que en momentos deslumbraba asustaba a cualquier mundano que le encontrase a solas, menos a ella, tenía la suerte, por así decirlo, de conocer cualquiera sobrehumano que pisaba los suelos; Caminó tras ella un par de segundos, hasta adelantar sus movimientos deteniéndose junto a ella.
-Creo que usted y yo debemos hablar señorita... no me gusto lo que he visto momentos atrás- Sabía que rebatiría sus palabras, o quizás, no tenía de todo claro el cómo ella reaccionaría a tal acercamiento por lo que no le dio mayor tiempo y continuó - Sé lo que me dirá, que no hizo nada malo, pero aún así tenemos una charla presente... Aniëtt O'Claude para servirle- Se presentó y fijo sus ojos contra los ajenos, perdiendo conciencia del tiempo al intentar verle o visualizar cómo había sido antes, en vida.
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Aniëtt O'Claude- Cambiante/Realeza
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Re: Espantos || Aniëtt O'Claude
Saliendo de aquel lugar Andromeda solo pensaba en regresar a su casa “abandonada” por todos para refugiarse y descansar hasta más tarde para ver si se ponía a jugar o arreglar el jardín, estaba decidida a arreglar su pequeña mansioncita para ella, el que viva sola no le hacía para nada que deba estar todo sucio y con telas de arañas así que entre el camino de la ciudad iba pensando en lo ocurrido y el porqué de la reacción del vendedor de dulces ¿por qué siempre reaccionaban de esa forma algunos cuando la veían? Ese era el misterio que quería desentrañar pero alzando los hombros se fue sin más, sin prestarle importancia.
Entre los pasos lentos que iba dando devorando aquel dulce, comiendo cosas que no alimentarían a nadie más bien enfermarían hasta la muerte, Andromeda va disfrutando de sus dulces “ganados” hasta que de la nada una voz la saca de la ensoñación de sus dulces.
La cabeza la ladea tanto que parece una muñeca rota, mirando a los ojos de la mujer que le planta, de lado a lado va ladeando su cabecita como si no comprendiera las palabras de aquella amable señorita, cada una de esas palabras sopesan en sus oídos buscando la explicación del por qué una mujer como ella tan fina y de clase alta se acerca a ella a hablarle de esa forma ¿Qué había hecho de malo ella? Es lo primero que se cuestionaba, su ceño se frunce lentamente y decide rascarse la cabeza porque no comprende nada, mira a su alrededor y justo pasa un perro que comienza a ladrarle, esta corpórea y el perro huye aterrorizado.
Sonríe Andromeda negando lentamente tan lento que parecía broma de ella –Bueno no he realizado nada malo hasta ahora, y no sé porque no le gustaría lo que hice- muestra sus dulces muy inocentemente –Pague por los dulces, no los robe además el señor fue el maleducado que comenzó a rezar y gritar en la dulcería a él deberían reprenderle- dio tres pasos para seguir su camino y de pronto desaparece de la vista humana pero ella se ve y se siente viva, se siente tan corpórea como si no estuviera muerta, es más hasta mira a la mujer sonriéndole.
-Mucho gusto Aniëtt, aunque creo que arribaste a la persona errónea, Soy Andromeda- saluda extendiendo su mano hacia la joven como un saludo, saludo que no podría ser respondido y más si ella desaparecía por completo y aparecía en otro lugar. Que loco se veía todo aquello, una muerta que no ve que está muerta y no lo comprende, quizás si lo sepa, pero no lo quiere aceptar, o lo sabe y eso la traumó por siempre olvidándolo completamente.
A Cinco pasos de ahí aparece sonriente y como si hubiese olvidado todo, no hay gota de enojo en su semblante al contrario, esta alegre de que alguien le haya hablado, aunque sea para regañarla -Los hombres de ahora no son para nada educados- chupa uno de los caramelos riéndose –Deberían darles lecciones de cortesía y educación- ahora mostraba ser una mujer muy culta, es más demostraba ser una mujer y no una niña o adolescente muerta, que vuelve a desaparecer pero no se aleja esta vez queda en aquel lugar mirando a la joven, ilusionada que ella si la ve y no la ignora como los demás –Todos me ignoran solo porque no soy tan bonita como usted o tan adinerada como va usted- bufa y van sus emociones tomando el control; esa es la respuesta, ella aparece, desaparece, se hace visible e invisible según sus emociones.
Invisible ahora como estaba frente a la mujer giraba caminando alejándose de las personas a su paso con su sonrisita inocente y dulce, volvía a ser la pequeña niña que no sabía lo que era, que no sabía porque estaba tan sola, y sobre todo que no deseaba saberlo.
Entre los pasos lentos que iba dando devorando aquel dulce, comiendo cosas que no alimentarían a nadie más bien enfermarían hasta la muerte, Andromeda va disfrutando de sus dulces “ganados” hasta que de la nada una voz la saca de la ensoñación de sus dulces.
La cabeza la ladea tanto que parece una muñeca rota, mirando a los ojos de la mujer que le planta, de lado a lado va ladeando su cabecita como si no comprendiera las palabras de aquella amable señorita, cada una de esas palabras sopesan en sus oídos buscando la explicación del por qué una mujer como ella tan fina y de clase alta se acerca a ella a hablarle de esa forma ¿Qué había hecho de malo ella? Es lo primero que se cuestionaba, su ceño se frunce lentamente y decide rascarse la cabeza porque no comprende nada, mira a su alrededor y justo pasa un perro que comienza a ladrarle, esta corpórea y el perro huye aterrorizado.
Sonríe Andromeda negando lentamente tan lento que parecía broma de ella –Bueno no he realizado nada malo hasta ahora, y no sé porque no le gustaría lo que hice- muestra sus dulces muy inocentemente –Pague por los dulces, no los robe además el señor fue el maleducado que comenzó a rezar y gritar en la dulcería a él deberían reprenderle- dio tres pasos para seguir su camino y de pronto desaparece de la vista humana pero ella se ve y se siente viva, se siente tan corpórea como si no estuviera muerta, es más hasta mira a la mujer sonriéndole.
-Mucho gusto Aniëtt, aunque creo que arribaste a la persona errónea, Soy Andromeda- saluda extendiendo su mano hacia la joven como un saludo, saludo que no podría ser respondido y más si ella desaparecía por completo y aparecía en otro lugar. Que loco se veía todo aquello, una muerta que no ve que está muerta y no lo comprende, quizás si lo sepa, pero no lo quiere aceptar, o lo sabe y eso la traumó por siempre olvidándolo completamente.
A Cinco pasos de ahí aparece sonriente y como si hubiese olvidado todo, no hay gota de enojo en su semblante al contrario, esta alegre de que alguien le haya hablado, aunque sea para regañarla -Los hombres de ahora no son para nada educados- chupa uno de los caramelos riéndose –Deberían darles lecciones de cortesía y educación- ahora mostraba ser una mujer muy culta, es más demostraba ser una mujer y no una niña o adolescente muerta, que vuelve a desaparecer pero no se aleja esta vez queda en aquel lugar mirando a la joven, ilusionada que ella si la ve y no la ignora como los demás –Todos me ignoran solo porque no soy tan bonita como usted o tan adinerada como va usted- bufa y van sus emociones tomando el control; esa es la respuesta, ella aparece, desaparece, se hace visible e invisible según sus emociones.
Invisible ahora como estaba frente a la mujer giraba caminando alejándose de las personas a su paso con su sonrisita inocente y dulce, volvía a ser la pequeña niña que no sabía lo que era, que no sabía porque estaba tan sola, y sobre todo que no deseaba saberlo.
Andromeda1- Fantasma
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Localización : Aparece y desaparece a su antojo
Re: Espantos || Aniëtt O'Claude
Era la sensación de saber que podría hacer algo por ella, ese sentimiento interno que colmaba su interior y la hacía casi comprender por lo que aquella muchacha pasaba; Se veía joven, no lograba aproximar su edad ¿Como podría hacerlo? No dejaba de aparecer y desaparecer frente a sus ojos: Aprovecho un momento de distracción por parte de su compañera y miro a sus lados, todos la miraban, claro pensarían que estaba loca, que hablaba sola por las calles parisinas, pero... ¿Acaso estaba lejos de aquello? Hablaba con una fantasma en medio de los humanos que le rodeaban, quizás si tenia su grado de locura -Oh dios...- comentó entre dientes, mientras seguían los pasos sigilosamente de la muchacha frente a sus ojos (Si así podía decirse).
Intentaba controlar todas sus ansias de acercarse mucho más, de sujetarle por los brazos y dejar las cosas claras en un callejón donde tenía claro nadie las interrumpirían o algo así, pero se hallaba en el acertijo de su vida, jamás había tenido contacto con fantasmas, no sabía mucho sobre ellos, aunque caía en la cuenta de que debería, peor no es así; Afloro un suspiro de entre sus labios y solo se dedico a oír lo que aquella fémina frente a sus anatomía decía, se veía tan inocente, tan apacible, con el caramelo entre los labios y su tono de voz tan suavizado por las facciones bellas de su rostro, no era un peligro; Tomo nuevamente posición y antes de hablar, nuevamente se veía interrumpida por sus dichos, a lo que asentía ya sin más, no la quería interrumpir, no conocía sus reacciones, por lo que tampoco deseaba conocerlas de una mala forma. -Sí, te encuentro toda la razón Andromeda, los hombres de hoy son unos mal educados, de hecho, creo que por lo mismo... no deberías estar sola por estos lados, digo, no debes estar expuesta a que te falten el respeto; Tan solo mira a ese vendedor, que irrespetuoso a de ser, ¿Gritarte de esa manera? No, yo no aguantaría eso - Mencionó doblegando por completo la situación, debía acercarse a ella de alguna forma, dando la razón a sus dichos-
Claro estaba que no sabía lo que era, sus ojos lo decían, cada vez que se mostraba a si misma como una persona viva, sus colores destellaban y eso dejaba ver a la cambia formas que estaba completamente inconsciente de su realidad; Nuevamente dio un par de pasos hasta ella y cuando estaba a segundos de dar su mano, la regresa cuando ella desaparece para dejarse ver nuevamente unos pasos más lejos; Bufó, ¿Así estaría todo el momento? Debería acostumbrarse, no era de dejar cabos sueltos y mucho menos las ayudas a medio dar, no se lo aceptaría, por lo que claramente no dejaría a la muchacha sola con la intemperie de enemiga.
Mordió sus propio labio inferior mientras agudizaba su vista (Abusando claro de sus pieles felinas) logró verla en vivo retrato, siguió su olor cuando la imagen era borrosa y escuchó con atención su voz para no perderse de camino; La tenía, ya podía saber sus movimientos por si desidia desaparecer nuevamente - Y no diga ese tipo de cosas, aquí la gente no te ignora, sólo es que... es muy desconfiada, eso, la gente desconfía mucho de todos, por eso no se acercan a hablar contigo en completa libertad de acción; Yo no desconfío de ti, sé que puedo entablar una tranquila charla contigo ¿No? - Su voz se enternecía con el paso de sus dichos, un nudo en su garganta se comenzaba a forma arrastrando por sobre su lengua cada silaba pensada antes con suma delicadeza - Sobre lo que te quiero hablar, creo que este no es el lugar correcto... además, supongo que necesitaras un vaso de agua ¿Quizás? esos dulces secan la boca - Intento salir con alguna otra idea, necesitaba estar a solas con ella, un tiempo entre las dos para desvalijar en su cabeza las preguntas sobre su presencia y aclararle a ella el porque de ciertos comportamientos humanos.
Intentaba controlar todas sus ansias de acercarse mucho más, de sujetarle por los brazos y dejar las cosas claras en un callejón donde tenía claro nadie las interrumpirían o algo así, pero se hallaba en el acertijo de su vida, jamás había tenido contacto con fantasmas, no sabía mucho sobre ellos, aunque caía en la cuenta de que debería, peor no es así; Afloro un suspiro de entre sus labios y solo se dedico a oír lo que aquella fémina frente a sus anatomía decía, se veía tan inocente, tan apacible, con el caramelo entre los labios y su tono de voz tan suavizado por las facciones bellas de su rostro, no era un peligro; Tomo nuevamente posición y antes de hablar, nuevamente se veía interrumpida por sus dichos, a lo que asentía ya sin más, no la quería interrumpir, no conocía sus reacciones, por lo que tampoco deseaba conocerlas de una mala forma. -Sí, te encuentro toda la razón Andromeda, los hombres de hoy son unos mal educados, de hecho, creo que por lo mismo... no deberías estar sola por estos lados, digo, no debes estar expuesta a que te falten el respeto; Tan solo mira a ese vendedor, que irrespetuoso a de ser, ¿Gritarte de esa manera? No, yo no aguantaría eso - Mencionó doblegando por completo la situación, debía acercarse a ella de alguna forma, dando la razón a sus dichos-
Claro estaba que no sabía lo que era, sus ojos lo decían, cada vez que se mostraba a si misma como una persona viva, sus colores destellaban y eso dejaba ver a la cambia formas que estaba completamente inconsciente de su realidad; Nuevamente dio un par de pasos hasta ella y cuando estaba a segundos de dar su mano, la regresa cuando ella desaparece para dejarse ver nuevamente unos pasos más lejos; Bufó, ¿Así estaría todo el momento? Debería acostumbrarse, no era de dejar cabos sueltos y mucho menos las ayudas a medio dar, no se lo aceptaría, por lo que claramente no dejaría a la muchacha sola con la intemperie de enemiga.
Mordió sus propio labio inferior mientras agudizaba su vista (Abusando claro de sus pieles felinas) logró verla en vivo retrato, siguió su olor cuando la imagen era borrosa y escuchó con atención su voz para no perderse de camino; La tenía, ya podía saber sus movimientos por si desidia desaparecer nuevamente - Y no diga ese tipo de cosas, aquí la gente no te ignora, sólo es que... es muy desconfiada, eso, la gente desconfía mucho de todos, por eso no se acercan a hablar contigo en completa libertad de acción; Yo no desconfío de ti, sé que puedo entablar una tranquila charla contigo ¿No? - Su voz se enternecía con el paso de sus dichos, un nudo en su garganta se comenzaba a forma arrastrando por sobre su lengua cada silaba pensada antes con suma delicadeza - Sobre lo que te quiero hablar, creo que este no es el lugar correcto... además, supongo que necesitaras un vaso de agua ¿Quizás? esos dulces secan la boca - Intento salir con alguna otra idea, necesitaba estar a solas con ella, un tiempo entre las dos para desvalijar en su cabeza las preguntas sobre su presencia y aclararle a ella el porque de ciertos comportamientos humanos.
Última edición por Aniëtt O'Claude el Dom Jun 08, 2014 12:44 pm, editado 1 vez
Aniëtt O'Claude- Cambiante/Realeza
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Localización : Londres
Re: Espantos || Aniëtt O'Claude
Nunca te burles de la muerte, que ella siempre te observa por detrás sintiendo el frío de su aliento en tu oído.
¡Sola…Sola…¿qué es estar sola? ¿vivir sola?¿pasar sentada sola en el techo de la casa a la que nadie visita porque me temen?! La mente de Andromeda viajaba por miles de laberintos, aquellos en donde ella mismo se perdía, por momentos escuchada a la joven que le acompañaba y en otros no, en algunos segundos su atención se veía como una niña de cinco años a la que se iba a sus propios pensamientos ignorando su realidad, por eso su condición no la entendía y menos podía pensar que eso le ocurría y si lo pensaba en cuestión de segundos lo olvidaba, por qué?, porque su cabecita era como gorriones que cuando algo los asusta alzan el vuelo.
-Aniëtt tú crees que si me visto de otro forma las personas dejarán de tratarme como si fuera un monstruo que no tiene un corazón que late y siente...si siento...- lleva su mano a donde estaría su corazón -aunque no siento que late mi corazón, tu corazón late Aniëtt- un rostro apagado con la tristeza marcada que en tres segundos se cambia por una sonrisa olvidando todo -todos en esta sociedad son muy groseros unos viles y ruines seres que solo piensan en ellos maltratando no solo a las personas si no tambien a los indefensos animales, así que los castigo con algo que los deja impactados mi belleza, tengo una belleza mortal- una enorme carcajada y su mano rascándose la cabeza va caminando por la calle mirando a todos los que pasan que no la ven a ella, su cabeza gira como una muñeca hasta mirar a la joven de lado –si de faltar el respeto hablamos ya lo hicieron hace mucho cuando vi cosas que no debía, como en ese callejón- señala uno de los callejones –una pareja haciendo cosas indecentes mientras yo estaba siguiendo a un gatito y no me vieron ni se inmutaron pero luego salieron corriendo cuando le metí una rata en el pantalón del hombre- otra risa y se sienta en media calle como una niña berrinchuda que ya no quiere caminar.
Las personas pasan pero no la ven hasta que cuando cierra sus ojos y con un suspiro se deja ver unos minutos que se vuelven solo segundos, unos la ven pero asumen que fue producto de su imaginación y al cabo de esos segundos solo desaparece por completo, no hay rastro de ella por toda la calle, ya no está sentada hasta de pie mirando los escaparates de una tienda de sombreros –Aniëtt ven mira ¿por qué caminas tan lento eh?, mira estos sombreros a puesto que me quedará muy lindo a ti también vamos vamos amiga apúrate vamos de compras un rato luego te invito a mi casa que te parece- entra sin abrir la puerta y luego sale de igual forma –Oye hay descuentos así que creo que podríamos sacar una ganga- grita desde donde ella está a donde está la cambiaformas sin importar que le escuchen, igual no la escucharían ni la verían como una loca desubicada por estar gritando a media calle
En verdad que ella no se da cuenta de lo que ocurre o de lo que hace, al contrario cree ciegamente que está haciendo cosas normales, que es todo tan normal y cuando trata de percatarse simplemente lo olvida ¿por qué? Porque su memoria de muerta no se lo permite, la única forma de recordar sería un momento vívido de su muerte.
Andromeda1- Fantasma
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Localización : Aparece y desaparece a su antojo
Re: Espantos || Aniëtt O'Claude
Después de la clase en como aquella muchacha le hablaba lograba comprender el porque de aquella personalidad tan cambiante, pero no dijo nada, no señalo movimiento algo en sus gestos y mucho menos intento indagar mas en ciertos aspectos; Aniëtt sonreía, algo en aquella fantasma la hacía estar tranquila, su personalidad quizás, lo infante de sus acciones, o tal vez, solo en momentos la enternecía lo doloroso que sería saber la verdad del porque, de las respuesta en su despistada cabeza.
Intentó hablar, mascullar unas simples palabras para que la joven la siguiese pero era imposible, hablaba como si no hubiera un mañana, sacaba temas aleatorios que confundían de sobre manera a la cambia formas ¿Que hacer en momentos como estos? Lo de no tratar antes con personas como ella no ra fácil, normalmente llegaba con un indicio, una imagen de lo que debía lograr o hacer, pero en es momento, en este preciso instante, estaba en blanco. Comenzó a golpear la baldosa del suelo con uno de sus tacos, la gente comenzaba a verla con extrañeza, murmuraban entre ellos y un par de dedos la señalaban de soslayo, genial, ahora ella llamaba la atención de una forma completamente externa a como normalmente lo hacía.
Tomo posición, camino hasta ella, disfrutando, casi gozando los segundos en los cuales se dejo ver como realmente era; Detalló en sus ojos ese llanto de soledad, observo con real claridad como el bache de los mismos se perdían en un abismo incontrolable que luego le daba pasa y sin razón aparente a una ensanchada sonrisa que la hacía parecer un ángel, un precioso ángel que iluminaba aquella calle para luego desaparecer una vez más. Suspiró. Retomó fuerzas y comenzó a hablar en forma sumamente suave, casi sin gesticular sus labios. No quería que pensaran que hablaba sola, pero los dichos provenientes de la no viva, la dejaron fría a tal punto que no lo dejaría pasar, no entraba en sus pensamientos hacerlo - Tú corazón si late -Mintió- De hecho, creo que lata más fuerte que el mío, quizás no lo sientes porque es como un zumbido, eso debe ser... hay personas a las cuales su corazón les late de forma tan extraña, que ni ellas mismas las pueden sentir, esas personas son especiales, en su centro, siempre tienen algo que las hace única, tú lo eres Andromeda ¿No lo notas? No eres como las demás personas, no debes y no tienes porque rebajarte a pasar malos ratos con personas que te pueden hacer sentir mal o hacerte pasar malos ratos - una vez más se sentía la peor persona sobre la faz de la tierra. Jamás se definió a si misma como una persona con artimañas tales como mentir, pero el momento lo meritaba y no se dejo silenciar.
Giró su rostro al callejón que antes fue señalado, pensó un par de segundos y le sonrió a la fantasma, ignoró claramente sus vestigios y esperando un par de segundos a que ella misma olvidara aquel tema sobre los sombreros, encamino sus pies con agilidad hasta quedar a centímetros de lo que se suponía era su cuerpo; No se atrevió a marcar algún contacto físico, no sabía como sería aquello y no quería interpretarlo en medio de una calle muy transcurrida - ¿Y si me acompañas a ese callejón? Mira que vi a un par de gatitos callejeros huir en esa dirección y me da una lastima horrible que estés sufriendo frío o algo peor - Espera que aquello funcionara, debía estar a solas con ella, lo requería y no podía sacarse tal idea de la cabeza.
Intentó hablar, mascullar unas simples palabras para que la joven la siguiese pero era imposible, hablaba como si no hubiera un mañana, sacaba temas aleatorios que confundían de sobre manera a la cambia formas ¿Que hacer en momentos como estos? Lo de no tratar antes con personas como ella no ra fácil, normalmente llegaba con un indicio, una imagen de lo que debía lograr o hacer, pero en es momento, en este preciso instante, estaba en blanco. Comenzó a golpear la baldosa del suelo con uno de sus tacos, la gente comenzaba a verla con extrañeza, murmuraban entre ellos y un par de dedos la señalaban de soslayo, genial, ahora ella llamaba la atención de una forma completamente externa a como normalmente lo hacía.
Tomo posición, camino hasta ella, disfrutando, casi gozando los segundos en los cuales se dejo ver como realmente era; Detalló en sus ojos ese llanto de soledad, observo con real claridad como el bache de los mismos se perdían en un abismo incontrolable que luego le daba pasa y sin razón aparente a una ensanchada sonrisa que la hacía parecer un ángel, un precioso ángel que iluminaba aquella calle para luego desaparecer una vez más. Suspiró. Retomó fuerzas y comenzó a hablar en forma sumamente suave, casi sin gesticular sus labios. No quería que pensaran que hablaba sola, pero los dichos provenientes de la no viva, la dejaron fría a tal punto que no lo dejaría pasar, no entraba en sus pensamientos hacerlo - Tú corazón si late -Mintió- De hecho, creo que lata más fuerte que el mío, quizás no lo sientes porque es como un zumbido, eso debe ser... hay personas a las cuales su corazón les late de forma tan extraña, que ni ellas mismas las pueden sentir, esas personas son especiales, en su centro, siempre tienen algo que las hace única, tú lo eres Andromeda ¿No lo notas? No eres como las demás personas, no debes y no tienes porque rebajarte a pasar malos ratos con personas que te pueden hacer sentir mal o hacerte pasar malos ratos - una vez más se sentía la peor persona sobre la faz de la tierra. Jamás se definió a si misma como una persona con artimañas tales como mentir, pero el momento lo meritaba y no se dejo silenciar.
Giró su rostro al callejón que antes fue señalado, pensó un par de segundos y le sonrió a la fantasma, ignoró claramente sus vestigios y esperando un par de segundos a que ella misma olvidara aquel tema sobre los sombreros, encamino sus pies con agilidad hasta quedar a centímetros de lo que se suponía era su cuerpo; No se atrevió a marcar algún contacto físico, no sabía como sería aquello y no quería interpretarlo en medio de una calle muy transcurrida - ¿Y si me acompañas a ese callejón? Mira que vi a un par de gatitos callejeros huir en esa dirección y me da una lastima horrible que estés sufriendo frío o algo peor - Espera que aquello funcionara, debía estar a solas con ella, lo requería y no podía sacarse tal idea de la cabeza.
Aniëtt O'Claude- Cambiante/Realeza
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Re: Espantos || Aniëtt O'Claude
Sufrir entre el abismo infernal de la soledad y el frío era lo peor que alguien puede resistir pero, ¿Qué ocurre con alguien que no siente el frio en su cuerpo? Acaso ella podrá sentir el frio en su corazón, Andromeda si sentía algo y era compasión aunque luego quizás se le olvide pero al ver a los animales aquella compasión crecía pues eran los únicos que le miraban y la veían como ser existente, se identificaba con ellos como pequeños cachorritos que viven el día a día sin importarles el mañana.
Andrómeda entró a la tienda pero antes de que la puerta se cerrara por completo escuchó a la joven sobre los gatitos, lo que le hizo salir de una, aun cuando la puerta ya estaba cerrada ella no se dio cuenta que la atravesó sin más ni más, para cuando sus pies tocaron nuevamente la calle su corporeidad aparece mirando cerca a la joven, sus rostros estaban muy cercas y la mano de Andormeda toma a la de la cambiaformas pero antes de salir corriendo deja un beso en los labios de la mujer, ¿por qué? Por la inocencia que desbordaba, lo tomó como un gesto de amistad por haberle dicho lo de los gatitos y por el interés de ella en ayudarlos y ahí luego de ese pequeño roce de labios fríos con los cálidos de la vida toma la mano de la joven y sale corriendo al callejón –Vamos rápido Aniëtt, apúrate, pueden morir si no nos apuramos- su presencia se iba desapareciendo, quizás porque no tenía mucha energía o porque su mente mismo lo quería así, pero era porque no estaba acostumbrada es decir que estaba todo atado a sus emociones del momentos aquellas que pasaban por segundos para hacerla corpórea haciendo que tome su energía a voluntad propia.
-Debemos ayudarles no pueden pasar frío son inocentes criaturitas, antes que la muerte se los lleve me los llevaré a casa así podré cuidarles, aunque bueno tendré que comprar leche y pan pero no importa tengo de donde conseguir todo eso- una risita y la mano de Andromeda suelta la de la mujer desapareciendo completamente –Soy diferente por eso no me ven, creo que es porque no quiero que me vean y por eso mi corazón no late, no recuerdo más, no sé qué más recordar, quizás no tenga que hacerl…- ya no había rastro de ella por el lugar solo se escuchaba le paso de los vivos que caminaban mirando a todos lados menos a la muerta que camina, pero aún se puede oír su pequeña sonrisa por el lugar.
En el callejón aparece acuclillada mirando el piso con detenimiento, entrecerrando los ojos como si quisiera traspasar con la mirada aquel suelo pero al no logarlo sale de ahí alzando los hombros como si se diera por vencida –ah ¿qué estaba haciendo?- camina saliendo del callejón como si no pasara nada, como si no tuviera nada que hacer, como si no hubiera estado hablando con alguien, hasta que vislumbra a la cambiaforma ladeando la cabeza a un lado con una sonrisa y su mano levantándose para saludarle, como si no la recordará por completo –Creo que te conozco- susurra al viento riéndose de ella mismo por tener, según ella, una mente muy despistada, pero no era despistada sino dispersa.
Andrómeda entró a la tienda pero antes de que la puerta se cerrara por completo escuchó a la joven sobre los gatitos, lo que le hizo salir de una, aun cuando la puerta ya estaba cerrada ella no se dio cuenta que la atravesó sin más ni más, para cuando sus pies tocaron nuevamente la calle su corporeidad aparece mirando cerca a la joven, sus rostros estaban muy cercas y la mano de Andormeda toma a la de la cambiaformas pero antes de salir corriendo deja un beso en los labios de la mujer, ¿por qué? Por la inocencia que desbordaba, lo tomó como un gesto de amistad por haberle dicho lo de los gatitos y por el interés de ella en ayudarlos y ahí luego de ese pequeño roce de labios fríos con los cálidos de la vida toma la mano de la joven y sale corriendo al callejón –Vamos rápido Aniëtt, apúrate, pueden morir si no nos apuramos- su presencia se iba desapareciendo, quizás porque no tenía mucha energía o porque su mente mismo lo quería así, pero era porque no estaba acostumbrada es decir que estaba todo atado a sus emociones del momentos aquellas que pasaban por segundos para hacerla corpórea haciendo que tome su energía a voluntad propia.
-Debemos ayudarles no pueden pasar frío son inocentes criaturitas, antes que la muerte se los lleve me los llevaré a casa así podré cuidarles, aunque bueno tendré que comprar leche y pan pero no importa tengo de donde conseguir todo eso- una risita y la mano de Andromeda suelta la de la mujer desapareciendo completamente –Soy diferente por eso no me ven, creo que es porque no quiero que me vean y por eso mi corazón no late, no recuerdo más, no sé qué más recordar, quizás no tenga que hacerl…- ya no había rastro de ella por el lugar solo se escuchaba le paso de los vivos que caminaban mirando a todos lados menos a la muerta que camina, pero aún se puede oír su pequeña sonrisa por el lugar.
En el callejón aparece acuclillada mirando el piso con detenimiento, entrecerrando los ojos como si quisiera traspasar con la mirada aquel suelo pero al no logarlo sale de ahí alzando los hombros como si se diera por vencida –ah ¿qué estaba haciendo?- camina saliendo del callejón como si no pasara nada, como si no tuviera nada que hacer, como si no hubiera estado hablando con alguien, hasta que vislumbra a la cambiaforma ladeando la cabeza a un lado con una sonrisa y su mano levantándose para saludarle, como si no la recordará por completo –Creo que te conozco- susurra al viento riéndose de ella mismo por tener, según ella, una mente muy despistada, pero no era despistada sino dispersa.
Andromeda1- Fantasma
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Re: Espantos || Aniëtt O'Claude
Bien habían funcionado sus métodos de distracción, deseaba aún estar a solas con ella, poder comprender que ocurría, como era que seguía vagando por los senderos de París a vista (A veces) de los mortales que se atemorizaban con su presencia.
Era posible, tal vez, que lo hiciera con gusto. Ya en su vida había conocido a un par de personajes que gustaban de jugar con la mente humana, hacerlos perder la cordura, así serían fáciles presas para los convenidos que aquellos desearan, ¿Podía ser? ¿Aquella muchacha de rostro albino y ojos sin alma? No cuadraba la idea en su cabeza, no ahora, no por ahora, aún le quedaba poder comprender sus actos. El callejón era la mejor opción para aquello se suponía que en ese ambiente, ambas solas entablarían la conversación que necesitaba, se suponía, bien se sabe que uno propone y la otra persona dispone.
Seguía con la mirada fija en ella, se le hacía difícil el hecho de tan sólo poner concentración en sus movimientos, era rápida, ágil, juguetona, así se veía, era aún una niña perdida entre adultos.
Deseaba apropiarse de su atención, conquistar los deseos de la fémina para que los rápidos cambios la embargaran una vez más y perder todo el camino que se había avanzado. Aunque a decir verdad, sabía que no llevaba mucho recorrido, le hacia el trabajo dificulte, pero la condesa era persistente y algo testaruda con sus cometidos.
Se sorprendió al sentir el roce de su mano ¿La podía tocar? Bien parecía que no tenía completo conocimiento sobre fantasmas, invadir en sus vidas jamás lo había hecho. Debía consumir más información, no era posible que tratara con una sin tener en su cabeza ideas claras, estaba tan perdida como la joven muerta frente a ella.
Presionó sus mano, era cálida, no, era fría quizás... no era nada, era el fino roce de la nada, no había distinción alguna al tacto, ¿Como describir aquello? ¿Dónde se encuentran las palabras adecuadas para referirse a algo semejante? Frunció su entrecejo, odiaba sentirse a la deriva, confundida, completamente manipulada por los deseo de saber y no poder; Pero el momento de angustia no duró más de lo que pudo recordar, pues los fríos labios de la muchacha se cargaron sobre los propios. La cambiaformas no alcanzó a reaccionar, no lo vio venir, sólo irguió su espalda entrecerrando la mirada, agudizando al cien sus sentidos para no verse sorprendida nuevamente ¿En que pensaba? Aunque, por más que el desconcierto la ahogara, logró definir el roce, era fría.
Camino con ella, de su mano, en silencio, hasta que el callejón ahora tomaba parte de su paisaje y las ideas se acumulaban en la cabeza de la castaña, estaban solas, por fin. O eso creía y esperaba.
Asintió a sus dichos, estaba confundida pero el juego era darle la razón, seguía las pintas, quería lanzar bien sus cartas - Sé que los cuidarás bien, confió en que así lo harás, eres muy responsable y contigo tendrían una nueva vida, una vida más cálida, más eterna - No daba razones a sus dichos, pero con tales, deseaba que la menuda rubia navegara entre sus recuerdos, son lograrlo por lo visto, pues, una vez más, cambiaba la posición del juego y dejaba atada de manos a Aniëtt - Andromeda... - Mencionó, ya no la veía, ni rastro de su cuerpo, si sombras de sus movimientos, extendió sus manos y antes de dar con ella, vio al suelo como la tierra se movía a cada paso que daba la fantasma.
- Así es preciosa, me conoces... de hecho, íbamos camino a mi hogar ¿Que esperas? Perderemos el tiempo aquí, sabes que tenemos cosas que hacer y el día pasa muy rápido los minutos hoy vuelan - Quería aprovechar sus cambios, ¿Servirían?
Buscó la mano de la fantasma, sin éxito, no la veía. Agudizó sus lados felinos y logró ver a escasas, la sombra deslumbrada de su contorno, buscó su mano así, la estrecho ¡Oh, extraña sensación! y jalo de ella, una vez más al callejón, el tiempo de su memoria era corto, mientras que su verdadero hogar quedaba a más de dos horas - Mira, tenemos muchas cosas que hacer, salir de compras, ir por tu familia, traerlos a cenar, buscar a tus conocidos, la cena será enorme, te compré un vestido hermoso que hoy lucirás - Mentía, quería buscar en sus recuerdos, que ella recordara algo al mencionar a su familia.
Era posible, tal vez, que lo hiciera con gusto. Ya en su vida había conocido a un par de personajes que gustaban de jugar con la mente humana, hacerlos perder la cordura, así serían fáciles presas para los convenidos que aquellos desearan, ¿Podía ser? ¿Aquella muchacha de rostro albino y ojos sin alma? No cuadraba la idea en su cabeza, no ahora, no por ahora, aún le quedaba poder comprender sus actos. El callejón era la mejor opción para aquello se suponía que en ese ambiente, ambas solas entablarían la conversación que necesitaba, se suponía, bien se sabe que uno propone y la otra persona dispone.
Seguía con la mirada fija en ella, se le hacía difícil el hecho de tan sólo poner concentración en sus movimientos, era rápida, ágil, juguetona, así se veía, era aún una niña perdida entre adultos.
Deseaba apropiarse de su atención, conquistar los deseos de la fémina para que los rápidos cambios la embargaran una vez más y perder todo el camino que se había avanzado. Aunque a decir verdad, sabía que no llevaba mucho recorrido, le hacia el trabajo dificulte, pero la condesa era persistente y algo testaruda con sus cometidos.
Se sorprendió al sentir el roce de su mano ¿La podía tocar? Bien parecía que no tenía completo conocimiento sobre fantasmas, invadir en sus vidas jamás lo había hecho. Debía consumir más información, no era posible que tratara con una sin tener en su cabeza ideas claras, estaba tan perdida como la joven muerta frente a ella.
Presionó sus mano, era cálida, no, era fría quizás... no era nada, era el fino roce de la nada, no había distinción alguna al tacto, ¿Como describir aquello? ¿Dónde se encuentran las palabras adecuadas para referirse a algo semejante? Frunció su entrecejo, odiaba sentirse a la deriva, confundida, completamente manipulada por los deseo de saber y no poder; Pero el momento de angustia no duró más de lo que pudo recordar, pues los fríos labios de la muchacha se cargaron sobre los propios. La cambiaformas no alcanzó a reaccionar, no lo vio venir, sólo irguió su espalda entrecerrando la mirada, agudizando al cien sus sentidos para no verse sorprendida nuevamente ¿En que pensaba? Aunque, por más que el desconcierto la ahogara, logró definir el roce, era fría.
Camino con ella, de su mano, en silencio, hasta que el callejón ahora tomaba parte de su paisaje y las ideas se acumulaban en la cabeza de la castaña, estaban solas, por fin. O eso creía y esperaba.
Asintió a sus dichos, estaba confundida pero el juego era darle la razón, seguía las pintas, quería lanzar bien sus cartas - Sé que los cuidarás bien, confió en que así lo harás, eres muy responsable y contigo tendrían una nueva vida, una vida más cálida, más eterna - No daba razones a sus dichos, pero con tales, deseaba que la menuda rubia navegara entre sus recuerdos, son lograrlo por lo visto, pues, una vez más, cambiaba la posición del juego y dejaba atada de manos a Aniëtt - Andromeda... - Mencionó, ya no la veía, ni rastro de su cuerpo, si sombras de sus movimientos, extendió sus manos y antes de dar con ella, vio al suelo como la tierra se movía a cada paso que daba la fantasma.
- Así es preciosa, me conoces... de hecho, íbamos camino a mi hogar ¿Que esperas? Perderemos el tiempo aquí, sabes que tenemos cosas que hacer y el día pasa muy rápido los minutos hoy vuelan - Quería aprovechar sus cambios, ¿Servirían?
Buscó la mano de la fantasma, sin éxito, no la veía. Agudizó sus lados felinos y logró ver a escasas, la sombra deslumbrada de su contorno, buscó su mano así, la estrecho ¡Oh, extraña sensación! y jalo de ella, una vez más al callejón, el tiempo de su memoria era corto, mientras que su verdadero hogar quedaba a más de dos horas - Mira, tenemos muchas cosas que hacer, salir de compras, ir por tu familia, traerlos a cenar, buscar a tus conocidos, la cena será enorme, te compré un vestido hermoso que hoy lucirás - Mentía, quería buscar en sus recuerdos, que ella recordara algo al mencionar a su familia.
Aniëtt O'Claude- Cambiante/Realeza
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Re: Espantos || Aniëtt O'Claude
“Eh Eh…yo…este…si…”
“Es, será…quizás”
“me llamó por mi nombre ¿a mí? O será a alguien más?”
“Sabe mi nombre, quien se lo dijo…se lo dije yo…”
“Quién es…”
“Mira un gatito…”
“Es, será…quizás”
“me llamó por mi nombre ¿a mí? O será a alguien más?”
“Sabe mi nombre, quien se lo dijo…se lo dije yo…”
“Quién es…”
“Mira un gatito…”
La cabeza de Andromeda giraba de lado a lado, ladeándose levemente como si tratara de recordar a la muchacha que tenía en frente pero no lo hacía completamente pero algo en ella le decía que si la conocía, su diestra comenzó a elevarse para jugar con los mechones que salían de su sombrero, lo enredaba en ellos a sus dedos , jugueteaba con su pensamiento en el cabello hilando y deshilando buscando las respuestas; quiso darle la espalda pero mientras lo iba a haciendo giró un poco su cabeza mirando a la mujer tratando de recordar el nombre pero era imposible, lo que hizo que su cabeza sintiera como un rayo por dentro llevándola a tomarse la cabeza con ambas manos pero solo duro segundos porque así como vino se fue y ella había olvidado todo.
Alzó los hombros en resignación –SI sabes mi nombre es porque m e conoces, aunque quizás lo escuchaste por ahí, pero está bien vamos a tu casa igual no tengo dinero y vivo sola en una mansión en las lejanías de la ciudad donde nadie se atreve a entrar quizás por miedo al jardín tenebroso- se ríe dando la vuelta con las manos hacia atrás en un giro que hizo que su sombrero se saliera mostrando así sus largos mechones rubios que el viento de aquella mañana los agitara despertando el aroma de las flores muertas que algunos pudieron sentir.
El aroma de la muerte comenzó a inundar aquella calle poco a poco hasta que la joven se percata de las actitudes de las personas frunciendo el ceño mirando a una mujer cubrirse con el pañuelo y santiguarse, ella le sacó la lengua en una actitud muy infantil, ahora había pasado de esa mirada trinste y pensativa por la infantil Andrómeda… -Ni que no me bañara señora- le grito a la mujer acercándose a la otra –Como dijiste que te llamaba, es que no te recuerdo bien- queda frente a frente en un segundo tan cerca que ambas naricitas se rozaban –tus ojos, tus ojso son lindos como las mariposas, te gustan las mariposas Aniett- sus ojos iban de los ojos de la cambiapieles hasta el cabello el cual tomó entre sus largos dedos blanquecinos –eres bonita con esta ropa te luce y apuesto que con la mía también te luciría aún mejor, tienes unos ojos tan llamativos y lindo además de un pecho único, tienes más que yo- se tocó los pechos y luego los de la mujer para alzar la vista -¿quieres ser mi amiga? Seremos buenas amigas y te ayudaré a vestirte y darte baños además así aprenderé cosas buenas como no olvidar el nombre de nadie- acercó sus labios a los de la joven dejando un beso en ellos que solo duró nanosegundos pues desapareció
¡Silencio!
El silencio de la avenida se hacía más prominente, hasta que casi al final de la calle apareció Andrómeda con la mano alzada llamando a la mujer…parecía una niña pequeña, una mujer fría, una joven traumada…pero todas ellas hacían a Andromeda en sus bipolaridades de ánimo y estado, quizás la muerte no solo se llevó su vida si no también su antigua forma de ser, que por dentro seguía siendo la niña tímida y solitaria.
Andromeda1- Fantasma
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Re: Espantos || Aniëtt O'Claude
Bajo el sosiego de sus actos, comenzaba a caer en cuenta que aquella muchacha estaba fuera de recibir su ayuda; ¿Cómo lo podría hacer? Aún en su cabeza viajaban ideas impares, buscaba la razón necesaria para seguir allí, pero con el pasar de los minutos un cariño indescriptible se había formado hacía la fantasma que hacía y deshacía de sus hechos. Guardó silencio, sabía que en medio de un largo, de un tiempo prologado la volvería a olvidar, quizás podía ser una ayuda para la cambiantes, pues le daba mayores posibilidades de acercarse a ella de diferentes formas; Aunque, su personalidad cada vez era diferente, haciendo que todo intento de la morena por estar cerca de la rubia, se derrumbara de forma inigual.
Frunció sus labios, marcó en sus gestos signos de calma, de serenidad que se obligaría a mantener para que asustar a la joven frente a ella; No evitó abordar a sus labios una carcajadas tras los regaños que le dedicaba a una regordeta mujer que se cubría del peculiar olor que afloraba de esa pequeña sin alma; Quizás la castaña también lo hubiera hecho, pero sabía que cualquier mínimo gesto de desaprobación los actos propuesto la harían alejarse de la que ahora era su compañera; Tomó una bocanada de aire y esperando a que ese olor se dispersara entre las calles dio un par de pasos hacia ella, la vio de frente, intento enfocar su mirada el mayor tiempo que pudo, cosa que se vio interrumpida por las curiosas manos de la mujer sobre su busto - Tú también eres preciosa cariño, pareces un ángel con esa dulce mirada que tienes y ese cabello hermoso que corre por tus hombros, seremos amigos, claro que lo seremos - Desviaba la atención de la muchacha lo máximo posible, y antes de seguir con sus dichos un nuevo beso la puso alerta de que había desaparecido.
Mordió su labio inferior, el mínimo roce de sus labios dejaban una frialdad inigualable contra la cálida piel de la cambiante; Refutó a sus pensamientos, nuevamente tomó las cualidades de sus felinos para enfocar la mirada en el cuerpo vaporoso de la fémina; Se difuminaba con el viento, algo hermoso de ver para una sobrehumana como ella, aterrador para los humanos que a ratos, la veían cómo un alma en pena que recorría las calles.
A paso rápido fue tras de ella ¿Que más debía hacer? No la dejaría sola, quería saber todo de ella, hasta la absurda forma de como poder ayudarla, aunque se viera imposible, tenía en mente algo que no se desvanecería tan rápido como ella - Andromeda, sígueme... - Intentó sonar sería, quería actuar rápido, lo más rápido que pudiese antes de que sus cambios de humor, sus desapareciendo volvieran a suceder; Se giró para verla y en un intento se sujetar su mano lo logró, extrañamente pudo sentir la fría piel cristalina de la rubia; No hizo más que ponerse nerviosa, pero no lo demostró, sabría que vendrían más sorpresas como esas - Vamos, vamos preciosa - La jaló con una sonrisa sobre sus labios, quería que confiara en ella, mientras sus pasos iban directo a la mansión de la cambiante.
Frunció sus labios, marcó en sus gestos signos de calma, de serenidad que se obligaría a mantener para que asustar a la joven frente a ella; No evitó abordar a sus labios una carcajadas tras los regaños que le dedicaba a una regordeta mujer que se cubría del peculiar olor que afloraba de esa pequeña sin alma; Quizás la castaña también lo hubiera hecho, pero sabía que cualquier mínimo gesto de desaprobación los actos propuesto la harían alejarse de la que ahora era su compañera; Tomó una bocanada de aire y esperando a que ese olor se dispersara entre las calles dio un par de pasos hacia ella, la vio de frente, intento enfocar su mirada el mayor tiempo que pudo, cosa que se vio interrumpida por las curiosas manos de la mujer sobre su busto - Tú también eres preciosa cariño, pareces un ángel con esa dulce mirada que tienes y ese cabello hermoso que corre por tus hombros, seremos amigos, claro que lo seremos - Desviaba la atención de la muchacha lo máximo posible, y antes de seguir con sus dichos un nuevo beso la puso alerta de que había desaparecido.
Mordió su labio inferior, el mínimo roce de sus labios dejaban una frialdad inigualable contra la cálida piel de la cambiante; Refutó a sus pensamientos, nuevamente tomó las cualidades de sus felinos para enfocar la mirada en el cuerpo vaporoso de la fémina; Se difuminaba con el viento, algo hermoso de ver para una sobrehumana como ella, aterrador para los humanos que a ratos, la veían cómo un alma en pena que recorría las calles.
A paso rápido fue tras de ella ¿Que más debía hacer? No la dejaría sola, quería saber todo de ella, hasta la absurda forma de como poder ayudarla, aunque se viera imposible, tenía en mente algo que no se desvanecería tan rápido como ella - Andromeda, sígueme... - Intentó sonar sería, quería actuar rápido, lo más rápido que pudiese antes de que sus cambios de humor, sus desapareciendo volvieran a suceder; Se giró para verla y en un intento se sujetar su mano lo logró, extrañamente pudo sentir la fría piel cristalina de la rubia; No hizo más que ponerse nerviosa, pero no lo demostró, sabría que vendrían más sorpresas como esas - Vamos, vamos preciosa - La jaló con una sonrisa sobre sus labios, quería que confiara en ella, mientras sus pasos iban directo a la mansión de la cambiante.
Aniëtt O'Claude- Cambiante/Realeza
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Re: Espantos || Aniëtt O'Claude
La mente de Andrómeda iba y venía como las pequeñas corrientes de aire que soplaban por la ciudad, de lado a lado llevando a las hojas y polvo a su paso así como los pocos momentos de lucidez que tenía cada destello de nuevo lo tomaba como algo asombroso y magnifico para después simplemente ignorarlo como si no lo hubiera conocido pero si le tenía presente su figura en su loca y muerta cabeza, una cabeza que se ladeaba de lado a lado como si no comprendiera nada, de momentos era un pequeña niña de diez años y en otros una mujer madura con una mirada triste y al final volví a ser la Andromeda original, la que era antes de morir y después de la muerte.
Recargo su cabeza sobre el hombro de su nueva amiga caminando lentamente, su corporeidad volvía lento hasta estar totalmente frente a todos, quizás porque se sentía aceptada por la morena de ojos tranquilos y amables, sintió el pulso de ella y el correr de su sangre, sentía la tibieza de su piel al igual que el material del vestido podía volver a sentir –Como dijiste tu nombre, Aniëtt, sabes creo que estoy muerta o voy a morir- sus ojos se cierran dejan fluir la energía que estaba usando en aquel momento –Siento que el pecho me duele y estoy muy cansada, y aun así todos nos ven, sigo haciendo cosas malas? Me van a encerrar nuevamente?- susurra recordando en su lucidez sus pequeñas experiencias de viva.
Lento y a cada paso que dan sujeta más fuerte la mano de la cambiapieles sintiéndose en calma como si en su mente hubiera paz y tranquilidad –No soy tan bonita como tú, a ti te ven a mí no, pasan por mi lado y nadie me ve y cuando lo hacen se asustan y corren, eso solo quiere decir que soy un monstruo quizás mi cara no sea de su agrado o mi pequeño cuerpo no desarrollado ni aceptado por todos, como pechos pequeños, piel muy blanca y cabellos muy dorados o quizás por ser tan débil y enferma, pero no es mi culpa sabes? Cuando me ven y todos se admiran de verme me siento tan débil a punto de desfallecer y cuando no me ven…- se muerde el labio inferior poco pero no siente dolor –cuando no me ven no estoy tan enferma, quizás deba hacer caso a mi madre- se detiene unos momentos tirando la mano la modelo, para ella.
Su corporeidad va desvaneciéndose lento hasta quedar como es, un fantasma aunque esta vez no desaparece solo queda ahí viendo con la mano amiga ya no la sostiene y luego…luego flashes en su cabeza, un dolor agónico en su pecho y las palabras “nadie te quiere” “eres adoptada” su mirada se levanta lento con unos ojos enfurecidos a la mujer, se toca la mano y un grito ensordecedor deja escapar de su muerto ser, Andromeda recordó las últimas palabras de su tía –TÚ eres como ella verdad, tu también vas a matarme como ella- poco a poco va despertando su otra habilidad la telequinesis. Las piedras de la calle, aunque pequeñas por la falta de energía de tanto aparecer y desaparecer de lugar en lugar eso sumado a su corporeidad la iba debilitando progresivamente.
A su alrededor esta amenazante el ambiente como si quisiera atacarle a la mujer, su cabeza ladea y las pequeñas piedras caen abruptamente, como si no hubiese pasado nada desaparece completamente para luego aparecer de nuevo frente a la morena con una sonrisa, todo se había disipado –Vamos a tu casa dijiste, dime donde es y como es, puedo llegar más rápido- su sonrisa junto a su inexistente mano que se alza para acariciar los cabellos de la mujer amigablemente –Tan linda, no te haré daño pequeña gatita, al contrario te cuidaré y mimaré y te dejaré leche todas la mañanas- aquellos ojos de muerta se percatan en los ojos de la mujer viendo el alma animal de esta, viendo tres formas distintas lo que le hace sonreír.
Recargo su cabeza sobre el hombro de su nueva amiga caminando lentamente, su corporeidad volvía lento hasta estar totalmente frente a todos, quizás porque se sentía aceptada por la morena de ojos tranquilos y amables, sintió el pulso de ella y el correr de su sangre, sentía la tibieza de su piel al igual que el material del vestido podía volver a sentir –Como dijiste tu nombre, Aniëtt, sabes creo que estoy muerta o voy a morir- sus ojos se cierran dejan fluir la energía que estaba usando en aquel momento –Siento que el pecho me duele y estoy muy cansada, y aun así todos nos ven, sigo haciendo cosas malas? Me van a encerrar nuevamente?- susurra recordando en su lucidez sus pequeñas experiencias de viva.
Lento y a cada paso que dan sujeta más fuerte la mano de la cambiapieles sintiéndose en calma como si en su mente hubiera paz y tranquilidad –No soy tan bonita como tú, a ti te ven a mí no, pasan por mi lado y nadie me ve y cuando lo hacen se asustan y corren, eso solo quiere decir que soy un monstruo quizás mi cara no sea de su agrado o mi pequeño cuerpo no desarrollado ni aceptado por todos, como pechos pequeños, piel muy blanca y cabellos muy dorados o quizás por ser tan débil y enferma, pero no es mi culpa sabes? Cuando me ven y todos se admiran de verme me siento tan débil a punto de desfallecer y cuando no me ven…- se muerde el labio inferior poco pero no siente dolor –cuando no me ven no estoy tan enferma, quizás deba hacer caso a mi madre- se detiene unos momentos tirando la mano la modelo, para ella.
Su corporeidad va desvaneciéndose lento hasta quedar como es, un fantasma aunque esta vez no desaparece solo queda ahí viendo con la mano amiga ya no la sostiene y luego…luego flashes en su cabeza, un dolor agónico en su pecho y las palabras “nadie te quiere” “eres adoptada” su mirada se levanta lento con unos ojos enfurecidos a la mujer, se toca la mano y un grito ensordecedor deja escapar de su muerto ser, Andromeda recordó las últimas palabras de su tía –TÚ eres como ella verdad, tu también vas a matarme como ella- poco a poco va despertando su otra habilidad la telequinesis. Las piedras de la calle, aunque pequeñas por la falta de energía de tanto aparecer y desaparecer de lugar en lugar eso sumado a su corporeidad la iba debilitando progresivamente.
A su alrededor esta amenazante el ambiente como si quisiera atacarle a la mujer, su cabeza ladea y las pequeñas piedras caen abruptamente, como si no hubiese pasado nada desaparece completamente para luego aparecer de nuevo frente a la morena con una sonrisa, todo se había disipado –Vamos a tu casa dijiste, dime donde es y como es, puedo llegar más rápido- su sonrisa junto a su inexistente mano que se alza para acariciar los cabellos de la mujer amigablemente –Tan linda, no te haré daño pequeña gatita, al contrario te cuidaré y mimaré y te dejaré leche todas la mañanas- aquellos ojos de muerta se percatan en los ojos de la mujer viendo el alma animal de esta, viendo tres formas distintas lo que le hace sonreír.
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Re: Espantos || Aniëtt O'Claude
— Aún quizás no es el mejor momento de llevarte a mi casa Andromeda, necesito que demos un paseo por los campos que dan al bosque, sí ¡Son hermosos! Tanto cómo tú preciosa, verás que allí te sentirás más que bien, luego podremos ir a mi casa, en ese lugar haremos lo que desees, yo sólo deseo verte bien, recordar esa lívida sonrisa que abunda tu rostro para que dejes de lado la pesadumbre que acongoja tus actos; Quiero que me acompañes, pero debemos ir más que rápido, pues ya la noche nos alcanzará en el camino y no deseo perderte entre la oscuridad de la misma ¿Sí? — Sus palabras se oían seguras, deseaba sonar tan segura como pudiera, frente a una pequeña como Andromeda sabía que debía limitar todos sus comentarios a lo más explicito posible, hacerla recordar, traer dichos a su memoria que la harían viajar una vez más a los cortos recuerdos que la ahogaban en una súbita pesadumbre dónde tenía miedo de perderla de su vista la tenía con nostalgia, sintiendo la lobreguez de su alma cada vez más desvanecida; Pero simples dichos, pues más de lo que percibía, no podía sentir, sólo deseaba otorgar ayuda a la que había adoptado como una niña, sus actos la hicieron ser tratadas, adoptada como tal para la cambia-formas que buscaba una vez más el roce de la fría mano ajena, deseando casi en el centro de sus instintos poder sentirla y agarrarla para si; Así fue, la sostuvo y continuó un camino lento,a compasado con palabras libres que la pequeña mujer comentaba, mientras la castaña sólo asentía con una de sus más cálidas sonrisas desbordando sus labios.
— Sé que no me harás daño Andromeda, como yo tampoco te haría daño a ti ¿Cómo sabes lo de gatita? ¿Ves algo en mi diferente a lo que otros no pueden ver? Porque, te diré un secreto — Murmuró adaptando un tono un tanto infantil y muy suave a su marcado lenguaje recto, disciplinario que empleaba con terceras personas — Yo en ti veo algo diferente, algo especial, algo que los demás no pueden ver, tal vez por eso se asustan de tu presencia, mientras yo me regocijo tras tu compañía — Su mano libre viajó a acunar el rostro de su mejilla, en una ligera caricia dónde a castas logró rosar la yema de sus dedos sobre la fina, pero impasible piel de la fantasma — ¿Te sientes enferma? Porque no creo que vayas a morir, lo veo un tanto imposible — Sentenció sintiendo como un cargo de culpa se sumaba al peso que llevaba metafóricamente en su espalda al cargar con esta nueva compañera para intentar darle ayuda —Al lugar que te llevaré, verás que ese sito te hará sentir viva, quiero que te sientas feliz y cuando lo hagas, debes hacérmelo saber, ya que tras tu felicidad se asomará la mía ¿Sí? ¿Tú quieres verme feliz Andromeda? ¿Quieres que yo esté feliz? — Dejó aflorar el borde de su labio inferior, marcando una especie de puchero en su gesto, algo divertida por el acto que hacía, notando cómo poco a poco las aceras se cambiaban por césped y se acercaban al bosque sin mayor apuro.
Sus palabras se silenciaron, entretanto aprovechaba la tranquilidad de la rubia, tomó el curioso atrevimiento de tomar de su mentón con la yema de sus dedos, apenas buscando el más mínimo roce para no asustarla que regresara a desaparecer, y aunque a escasas la veía, sus dones felinos la ayudaban a enfocar su presencia para llevar a cabo lo que tenía en mente; Sentenció sus ojos y murmuro cerca de su rostro — Verás algo hermoso... quiero que lo disfrutes ¿Está bien cariño? — Besó su mejilla con suma calidez, mientras giraba el rostro de la pequeña hacía el ocaso que se escondía tras los arboles del bosque, mismo que ocultaba unos pasos más allá el hogar secreto de la fémina. Soltó su rostro, la dejó tranquila para que disfrutara de como anochecía, sintiendo como lentamente su pecho se movía de formas irregulares por el miedo a su reacción; Espera al manos que no desapareciera.
Pensaba llevarla a su hogar, entre la oscuridad sabía manejarse, sólo quería oír a la fantasma, saber que dentro de sus complicaciones estaba bien y confiaba en ella.
— Sé que no me harás daño Andromeda, como yo tampoco te haría daño a ti ¿Cómo sabes lo de gatita? ¿Ves algo en mi diferente a lo que otros no pueden ver? Porque, te diré un secreto — Murmuró adaptando un tono un tanto infantil y muy suave a su marcado lenguaje recto, disciplinario que empleaba con terceras personas — Yo en ti veo algo diferente, algo especial, algo que los demás no pueden ver, tal vez por eso se asustan de tu presencia, mientras yo me regocijo tras tu compañía — Su mano libre viajó a acunar el rostro de su mejilla, en una ligera caricia dónde a castas logró rosar la yema de sus dedos sobre la fina, pero impasible piel de la fantasma — ¿Te sientes enferma? Porque no creo que vayas a morir, lo veo un tanto imposible — Sentenció sintiendo como un cargo de culpa se sumaba al peso que llevaba metafóricamente en su espalda al cargar con esta nueva compañera para intentar darle ayuda —Al lugar que te llevaré, verás que ese sito te hará sentir viva, quiero que te sientas feliz y cuando lo hagas, debes hacérmelo saber, ya que tras tu felicidad se asomará la mía ¿Sí? ¿Tú quieres verme feliz Andromeda? ¿Quieres que yo esté feliz? — Dejó aflorar el borde de su labio inferior, marcando una especie de puchero en su gesto, algo divertida por el acto que hacía, notando cómo poco a poco las aceras se cambiaban por césped y se acercaban al bosque sin mayor apuro.
Sus palabras se silenciaron, entretanto aprovechaba la tranquilidad de la rubia, tomó el curioso atrevimiento de tomar de su mentón con la yema de sus dedos, apenas buscando el más mínimo roce para no asustarla que regresara a desaparecer, y aunque a escasas la veía, sus dones felinos la ayudaban a enfocar su presencia para llevar a cabo lo que tenía en mente; Sentenció sus ojos y murmuro cerca de su rostro — Verás algo hermoso... quiero que lo disfrutes ¿Está bien cariño? — Besó su mejilla con suma calidez, mientras giraba el rostro de la pequeña hacía el ocaso que se escondía tras los arboles del bosque, mismo que ocultaba unos pasos más allá el hogar secreto de la fémina. Soltó su rostro, la dejó tranquila para que disfrutara de como anochecía, sintiendo como lentamente su pecho se movía de formas irregulares por el miedo a su reacción; Espera al manos que no desapareciera.
Pensaba llevarla a su hogar, entre la oscuridad sabía manejarse, sólo quería oír a la fantasma, saber que dentro de sus complicaciones estaba bien y confiaba en ella.
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Re: Espantos || Aniëtt O'Claude
Si el cielo es azul porque está negro
En la mente un rayo pasaba con las palabras de la cambiapieles se sentía rara Andromeda al escucharle con viejos adagios de su madre en cuanto a la felicidad su muerto corazón, ¿sería verdad cada una de sus palabras? La cabeza seseante de la pequeña muerta se ladea de lado a lado sin descanso alguno como si no entendiera la situación, pero la comprende lento, su mente que vuela a cada segundo trata de digerir cada una de las palabras de la mujer junto a sus pálidos labios que se mueven imitando la voz de la joven mujer, una sonrisa comienza a dibujarse en todo su ser, no solo en sus labios también en sus ojos y su cuerpo transparente.
Su nueva emoción inunda todo su ser pero no tiene energía para poder demostrarlo, simplemente queda junto a la cambiaforma caminando a su lado mirando al cielo –Gatita gatita cuidaré tus bigotes y no dejaré que se te peguen alimañas voy a cuidar tu pelaje tan bien como me cuido yo- sonríe para mirar y sentir la caricia de la mujer –Aniëtt tienes algo bonito que te rodea es un color brilloso algo oscuro como las plantas esta toda alrededor de ti y eso he visto en algunos gatos que me quedan viendo ariscos de mi presencia quizás por son gatos salvajes pero tú no ¿verdad? Yo te pondré un lazo azul y te peinaré todos los días estarás muy linda serás la gatita más linda de todas y todos te tendrán envidia siempre- se queda junto a la mujer.
El humor de Andromeda había cambiado no se sentía fuera de lugar como que no encajaba al contrario al parecer un rayo de luz llego a ella –Ya no, ya no ha enfermedad ni aguas amargas, solo hay esto- la señala acercándose a ella, tomando su mano aun en su transparencia, no se veía así mismo, no se percataba que así la golpeen no le haría daño, ya nada la dañaría pero ella si creía que se podía dañar –Asusto quizás porque siempre estoy saltando de lugar en lugar, por eso todos gritan al verme o se desmayan, será por la impresión o por mi cabellos rubios, tendría que pintármelo de negro como la noche a lo mejor, así como el tuyo de bonito y bien cuidado- se ríe pensando en verse de negro pero así como la idea viene se va como las alas de los pequeños colibires que van a miles de aleteo por segundo, envuelve en sus muertas manos uno que otro de sus mechones para luego lamerlo y dejarlo quieto
Caminando tomó algo de su energía y de los alrededores para hacer corpórea apegándose más a su nueva amiga y entonces se detuvo para quedar frente a frente a ella tomándole ambas manos con las propias –Sabes yo también tengo algo especial que mostrarte, nos vemos allá entonces- le beso nuevamente los labios en un gesto dulce y se dejó ir completamente, ya no estaba había desaparecido, pero no solo se había esfumado aquella niña traviesa, se había movido junto con la cambiapieles al bosque con su teletransportación, al llegar ahí en medio de los grandes árboles Andromeda desapareció unos instantes, pero su voz dejó resonancia en el lugar –No te haría daño en verdad que no, no soy mala como ella decía, no es mi culpa, no lo es, no fue mi culpa jamás- su voz sonaba como un lamento agónico.
¿Dónde estaba? Estaba de cabeza colgada de las piernas de uno de las ramas de los árboles mirando hacia abajo -¿puedes hacer lo que yo hago Aniëtt? Por qué yo puedo hacerlo? ¿Qué tengo tanto de especial?- cierra sus ojos dejándose caer pero no cae solo desaparece. Después de unos minutos aparece tras la mujer -¿y que me ibas a mostrar gatita estoy ansiosa por verlo?- aplaude emocionada olvidándose de los lamentos y tristezas.
Como la mente de una niña de cinco años que divaga mucho y no comprende lo que ocurre en si mismo, la muerte de su enfermedad acelerada y la mano de su familiar sobre ella por venganza a sus padres la dejaron así, perdida, olvidada, sola.
Andromeda1- Fantasma
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Re: Espantos || Aniëtt O'Claude
Acababa de releer sus ojos, parecía una dulce sinfonía ver como la tranquilidad bañaba sus gestos, era algo de lo que antes no se había dado cuenta, parecía ser una tierna escena a la cual sólo quería detener para que el momento se hiciera un poco más eterno y el sentir palpara mucho más, ya que sus repentinas desapariciones se llevaban con ella todo tipo de progreso, todo avance que la felina quería lograr se veía perdido por sus idas y venidas tan esporadicas, de cierta forma era un deje de frustracion quien lainvadia, pero notar ese brillo tan peculiar en sus ojos hacia exquisito el hecho de seguir a su lado, el paisaje la ayudaba y su voz tan calmada, que la trataba como a la flor más delicada la tenía dichosa de su voz.
Asintió nada más a sus dichos, frunció levemente sus ojos y agudizando su vista, aclaró la de que la aquella rubia fantasma frente a sus ojos, solía ver con mayor claridad cuando usaba ciertas trampas, pero se veía expuesta a que se supiera con mayor efectividad lo que realmente era. Pero la llamaba "Gatita" ella lo sabía o al menos, con aquella gran persepsión, suponía que era diferente. Ambas lo eran, quizás por eso se mantenía a su lado y no tenía miedo como la gran mayoria de las personas que huían de tan sólo ver su presencia frente a sus anatomías atormentadas de lo extraño, pero existente.
— Te dejaré hacer conmigo lo que desees Andromeda, pero si en mi deseas poner un lazo, dejarás que yo adorne tu hermoso cabello con alguna flor que resalte esa belleza innata que traes contigo ¿Te habían dicho lo preciosa que eres? — A pesar de estar en estado estancado, su belleza afloraba en momentos de tranquilidad, cuando no era presa de sus miedos o dudas.
Resultaba tan enternecedor oir lo que decía que a pesar de que su voz se apagara por cada palabra, una calida sonrisa se posaba sobre los labios de la cambiaformas que la escuchaba con atencion evidiabe¿le, asintiendo como si le diera la razon mientras en su interior solo negaba por sus dichos, pues, sabía la verdad tras los gestos humanos al verla, pero mordió una vez más el grosor de su propio labio inferior y alzo la vista buscando esos claros ojos desvanecidos que la veían con vigilancia de cada movimiento — Yo creo que no se asustan, sólo son unos mal educados, todas las personas aquí han perdido sus modales, no saben dar buenas gracias o saludos cordiales, olvidaron sus modales y tu no te puedes culpar por sus descortecías ¿No? SI fuera así, ellos serían inocentes de actuar tan mal, no, no, eso no lo podemos aceptar y yo no te dejaré culparte, eres un jovencita jovial, debes gritar, cantar y saltar por donde se te venga en gana Andromeda — Alzó su mano y en un fugaz movimiento dio una caricia de uno de sus mechones translucidos, no los intió, pero notó como sus manos se perdían en esa caricia y luego regresaban a la normalidad cuando se encontraban lejos de aquel contacto.
El aire fresco y su respiración jadeante denotó que un paso extraño estaba dando, un traspie, cerró sus ojos con fuerzas, se vio rapidamente en un lugar diferente; La fémina ya no estaba frente a ella y sus labios tenían el rastro frío de un roce delicado de los labios de la rubia. Con un par de pasos en retroceso, se cargó contra un árbol, alzó la mirada y la vio sobre un monticulo contrario, suspiro. Bien, aún no la perdía. Su voz resonaba aún entre un eco seco dentro de aquel desconocido encuentro, parpadeo un par de veces para enforcar su silueta y negó rápidamente con la cabeza — Confío en ti, sé que no me harías nada — Sentenció, con sinceridad, con su voz hecha un hilo. Estaba impresionada del poder que tan sólo podía tener una niña como ella, una jovencita.
— No, no puedo hacer lo que tu haces, tengo otros poderes especiales, ambas lo somos, especiales a nuestra manera... eso no te hace ser una mala personas ¿Lo sabías? — Murmura aún en shock, observando cada minimo detalle de ese lugar. Da un respingo al tenerla tras su espalda y cuestiona en su mente ¿Ahora qué? Pretendía llevarla a su hogar y ahora se hallaba completamente perdida geograficamente — ¿Dónde estamos, Andromeda? —
Asintió nada más a sus dichos, frunció levemente sus ojos y agudizando su vista, aclaró la de que la aquella rubia fantasma frente a sus ojos, solía ver con mayor claridad cuando usaba ciertas trampas, pero se veía expuesta a que se supiera con mayor efectividad lo que realmente era. Pero la llamaba "Gatita" ella lo sabía o al menos, con aquella gran persepsión, suponía que era diferente. Ambas lo eran, quizás por eso se mantenía a su lado y no tenía miedo como la gran mayoria de las personas que huían de tan sólo ver su presencia frente a sus anatomías atormentadas de lo extraño, pero existente.
— Te dejaré hacer conmigo lo que desees Andromeda, pero si en mi deseas poner un lazo, dejarás que yo adorne tu hermoso cabello con alguna flor que resalte esa belleza innata que traes contigo ¿Te habían dicho lo preciosa que eres? — A pesar de estar en estado estancado, su belleza afloraba en momentos de tranquilidad, cuando no era presa de sus miedos o dudas.
Resultaba tan enternecedor oir lo que decía que a pesar de que su voz se apagara por cada palabra, una calida sonrisa se posaba sobre los labios de la cambiaformas que la escuchaba con atencion evidiabe¿le, asintiendo como si le diera la razon mientras en su interior solo negaba por sus dichos, pues, sabía la verdad tras los gestos humanos al verla, pero mordió una vez más el grosor de su propio labio inferior y alzo la vista buscando esos claros ojos desvanecidos que la veían con vigilancia de cada movimiento — Yo creo que no se asustan, sólo son unos mal educados, todas las personas aquí han perdido sus modales, no saben dar buenas gracias o saludos cordiales, olvidaron sus modales y tu no te puedes culpar por sus descortecías ¿No? SI fuera así, ellos serían inocentes de actuar tan mal, no, no, eso no lo podemos aceptar y yo no te dejaré culparte, eres un jovencita jovial, debes gritar, cantar y saltar por donde se te venga en gana Andromeda — Alzó su mano y en un fugaz movimiento dio una caricia de uno de sus mechones translucidos, no los intió, pero notó como sus manos se perdían en esa caricia y luego regresaban a la normalidad cuando se encontraban lejos de aquel contacto.
El aire fresco y su respiración jadeante denotó que un paso extraño estaba dando, un traspie, cerró sus ojos con fuerzas, se vio rapidamente en un lugar diferente; La fémina ya no estaba frente a ella y sus labios tenían el rastro frío de un roce delicado de los labios de la rubia. Con un par de pasos en retroceso, se cargó contra un árbol, alzó la mirada y la vio sobre un monticulo contrario, suspiro. Bien, aún no la perdía. Su voz resonaba aún entre un eco seco dentro de aquel desconocido encuentro, parpadeo un par de veces para enforcar su silueta y negó rápidamente con la cabeza — Confío en ti, sé que no me harías nada — Sentenció, con sinceridad, con su voz hecha un hilo. Estaba impresionada del poder que tan sólo podía tener una niña como ella, una jovencita.
— No, no puedo hacer lo que tu haces, tengo otros poderes especiales, ambas lo somos, especiales a nuestra manera... eso no te hace ser una mala personas ¿Lo sabías? — Murmura aún en shock, observando cada minimo detalle de ese lugar. Da un respingo al tenerla tras su espalda y cuestiona en su mente ¿Ahora qué? Pretendía llevarla a su hogar y ahora se hallaba completamente perdida geograficamente — ¿Dónde estamos, Andromeda? —
Aniëtt O'Claude- Cambiante/Realeza
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Re: Espantos || Aniëtt O'Claude
Su cuerpo colgando del árbol como si fuera un cadáver recién ahorcado, quizás lo era en el tiempo que llevaba Andromeda muerta, una más de tantos que rondan por ahí pero la diferencia es que su mente no lo asocia y si lo hace se crea un tormento en el lugar para desatarse una furia de destrucción y al final la calma con lágrimas y una sonrisa de que no ha pasado nada, ese es el problema a lo mejor su muerte no la asume porque no sabe cómo murió. Sus manos extendidas a su cabeza con esos cabellos que colgaban y esa sonrisa al ver a la cambiapieles frente a ella, le resultaba muy llamativa ¿por qué? Porque era la única que le había visto y en su alrededor había un color que le llamaba la atención, y más cuando la tocaba tenía algo ella, algo que Andromeda deseaba ¿vida? No, había algo que ella deseaba de la joven quizás sea ese brillo alrededor de la mujer que la hacía de muchos colores para la vista de la friahambre.
Entre una sonrisa se dejó caer pero no sintió el dolor quedó recostada entre las hojas secas de los árboles y sus ojos azules mirando como danzaban las copas de los mismos, sus dedos de aferraban a la tierra sin sentirla realmente…sentía y no sentía…se movía con el viento y a veces lo no. Se levantó limpiando su ropa –Estamos cerca de donde vivo, no te quiero asustar gatita pero todo el que entra a mi hogar sale corriendo quizás sean los cuervos el aroma de las rosas muertas o quizás los cadáveres que han dejado ahí como si fuera cementerio mi casa, no lo sé– su corporeidad volvía a ser evidente pero esta vez no desapareció, quedó así, con la mirada perdida en el horizonte y esa sonrisa un tanto macabra en sus labios de una recién fallecida –Te pondré un lindo listón y te pondré mi nombre para que nadie te robe gatita, tendrás muchos amigos fríos y un lugar muy amplio, serás la invitada a la hora del té y siempre jugaremos por los laberintos del jardín, las puertas estarán abiertas para ti siempre incluso en árbol donde juego a colgados ¿quieres jugar? Es divertido ver el esfuerzo por alcanzar con los pies el suelo– sus ojos se muestran expectantes ante la diversión macabra que realiza en sus ratos de aburrimientos.
¿Acaso puede ella comprender la diferencia entre realidad y muerte?, sus dedos acarician los mechones de la castaña lentamente enredándolos, se alimenta de la energía de ella y del bosque para poder permanecer más tiempo con su corporeidad, sus largos dedos bajan por el cuello de la mujer hasta sus hombros y por ende sus brazos, baja un poco más tomando las manos de la cambiante, su semblante cambia por uno más dulce, lo macabro desaparece –Aniëtt canto y grito peo nadie parece escuchar y cuando lo hacen terminan desmayados, creo que si lastimo a las personas…a lo mejor debo irme con el conejo blanco por su madriguera o quizás con aquel gato negro que siempre está en mi ventana mirándome y llorando lágrimas de sangre– sonríe ante sus palabras porque no está hablando de alguien si no de ella cuando ve a todos pasar por la vida y ella sola en aquella mansión sin que la visiten más que solo los bustos quebrados y los jarrones que son arrojados contra las paredes.
Tira más fuerte de la mano de la castaña llevándola por el sendero de hojas caídas hasta una mansión, de aspecto lúgubre y abandonada con jardines marchitos y ventanas rotas, no es un lugar hermoso pero quizás en ataño si lo fue, Andromeda se emociona y desaparece inmediatamente apareciendo en la entrada, llamando con la mano a la castaña…no se da cuenta que la mitad de su cuerpo está travesando la reja de la entrada…
Entre una sonrisa se dejó caer pero no sintió el dolor quedó recostada entre las hojas secas de los árboles y sus ojos azules mirando como danzaban las copas de los mismos, sus dedos de aferraban a la tierra sin sentirla realmente…sentía y no sentía…se movía con el viento y a veces lo no. Se levantó limpiando su ropa –Estamos cerca de donde vivo, no te quiero asustar gatita pero todo el que entra a mi hogar sale corriendo quizás sean los cuervos el aroma de las rosas muertas o quizás los cadáveres que han dejado ahí como si fuera cementerio mi casa, no lo sé– su corporeidad volvía a ser evidente pero esta vez no desapareció, quedó así, con la mirada perdida en el horizonte y esa sonrisa un tanto macabra en sus labios de una recién fallecida –Te pondré un lindo listón y te pondré mi nombre para que nadie te robe gatita, tendrás muchos amigos fríos y un lugar muy amplio, serás la invitada a la hora del té y siempre jugaremos por los laberintos del jardín, las puertas estarán abiertas para ti siempre incluso en árbol donde juego a colgados ¿quieres jugar? Es divertido ver el esfuerzo por alcanzar con los pies el suelo– sus ojos se muestran expectantes ante la diversión macabra que realiza en sus ratos de aburrimientos.
¿Acaso puede ella comprender la diferencia entre realidad y muerte?, sus dedos acarician los mechones de la castaña lentamente enredándolos, se alimenta de la energía de ella y del bosque para poder permanecer más tiempo con su corporeidad, sus largos dedos bajan por el cuello de la mujer hasta sus hombros y por ende sus brazos, baja un poco más tomando las manos de la cambiante, su semblante cambia por uno más dulce, lo macabro desaparece –Aniëtt canto y grito peo nadie parece escuchar y cuando lo hacen terminan desmayados, creo que si lastimo a las personas…a lo mejor debo irme con el conejo blanco por su madriguera o quizás con aquel gato negro que siempre está en mi ventana mirándome y llorando lágrimas de sangre– sonríe ante sus palabras porque no está hablando de alguien si no de ella cuando ve a todos pasar por la vida y ella sola en aquella mansión sin que la visiten más que solo los bustos quebrados y los jarrones que son arrojados contra las paredes.
Tira más fuerte de la mano de la castaña llevándola por el sendero de hojas caídas hasta una mansión, de aspecto lúgubre y abandonada con jardines marchitos y ventanas rotas, no es un lugar hermoso pero quizás en ataño si lo fue, Andromeda se emociona y desaparece inmediatamente apareciendo en la entrada, llamando con la mano a la castaña…no se da cuenta que la mitad de su cuerpo está travesando la reja de la entrada…
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Re: Espantos || Aniëtt O'Claude
Aquí era dónde descubriese quizás la manía de aquella fémina, parecía inconcebible lo que decía, casi sádicas sus respuestas con referencias a las muertes, cuerpos y animales; Solemnes pieles que no deseaba conocer ni en la pelea más ceñida que la obligara a aquello, pero aquella niña necesitaba de ella y en la ausencia de control propio continuó caminando a sus espaldas, casi como una victima que iba por si sola tras los fantasmas que la atormentaban.
Era un crimen provocado, con la educación necesaria guardaba silencio a lo que oía, casi viéndose ausente en la conversación, en ese monologo que daba la rubia en su dirección; Hablaba con rigor, con ese brillo en ocasiones que atacaban sus ojos. Se preparó para ver lo peor, mordiendo el grosor de sus propios labios entre tanto sus manos se cerraban en puños sintiendo como sudaba en frío; Quizás era una mujer fuerte, de armas tomar y con una mentalidad de líder, pero situaciones como están parecían una parodia que la hacían ver en carne y hueso sus mayores temores, recuerdos que creía conocer, pero se hallaban muy lejos de la realidad.
Tampoco es que denunciara a ella las culpas de todos los juicios que hacía en su mente, pero se complacía al saber que las imágenes más solidas las tenía en ella en su retina de información y no la misma. Si su cautiverio dentro de la mansión fue el tiempo necesario para no hacerla olvidar, sí o sí debía entrar para conocer los órganos importantes que hacían el centro del problema. Su facilidad para aparecer lejos de ella y junto a la puerta la hizo estremecer; Era un lugar completamente desconocido para la cambia formas ¿Que hacía si decidía volver? ¿Si la fantasma desaparecía por un largo tiempo y la dejaba sola entre esas paredes que ocultaban tantos lamentos? Tragó en seco, el terror la invadía, sabía defenderse, ¿Pero cómo hacerlo ante lo desconocido? No era capaz en demanda, no era un monumento a la fuerza, simplemente era sagaz, esperaba que aquello le funcionara en ese momento tan caótico.
Alzó la vista, se vio asimismo muerta de miedo y ladeando su cabeza de lado a lado se negó a seguir de esa forma; Frunció su entrecejo y comenzó a subir lo que eran esos escalenos para iniciar ascenso, acercarse a la fantasma que ahora estaba a cortos metros de distancia, tomó aire y sonrió — Puedes hacer conmigo lo que tu desees cariño, mi cabello es largo, también podrías jugar con él y hacer peinados preciosos, estoy segura que sabrás cómo hacerlo, se nota que basta la imaginación que tienes cómo para crear perfectas obras de artes — Respondía a lo que había dicho con un tono tan infantil que la hizo olvidar por un momento el resguardo que tenía por la cercanía.
A través de su cuerpo enclarecido vio un gran portón de entrada, suspiro, tomó aire y nuevamente dio largos pasos hasta quedar de frente a ella; Si fuera humana, podría haber sentido su respiración chocar contra las propias mejillas al hablar; Su pecho agitado y sus rodillas flaqueando; Quizá era eso, sólo a eso le podía temer una mujer como ella, a la muerte; Y posiblemente, a eso le temía tanto Andromeda que se negaba a aceptarlo — Hey, cielo... yo soy una visita en tu hogar, no debes dejarme sola ni por un segundos ¿Está claro? Eso es de mala educación y yo sé perfectamente que eres una señorita que saber usar sus buenos modales ¿Sí? — Casi lo imploraba en su interior, pero su voz se escuchaba fuerte, cómo de costumbre.
Era un crimen provocado, con la educación necesaria guardaba silencio a lo que oía, casi viéndose ausente en la conversación, en ese monologo que daba la rubia en su dirección; Hablaba con rigor, con ese brillo en ocasiones que atacaban sus ojos. Se preparó para ver lo peor, mordiendo el grosor de sus propios labios entre tanto sus manos se cerraban en puños sintiendo como sudaba en frío; Quizás era una mujer fuerte, de armas tomar y con una mentalidad de líder, pero situaciones como están parecían una parodia que la hacían ver en carne y hueso sus mayores temores, recuerdos que creía conocer, pero se hallaban muy lejos de la realidad.
Tampoco es que denunciara a ella las culpas de todos los juicios que hacía en su mente, pero se complacía al saber que las imágenes más solidas las tenía en ella en su retina de información y no la misma. Si su cautiverio dentro de la mansión fue el tiempo necesario para no hacerla olvidar, sí o sí debía entrar para conocer los órganos importantes que hacían el centro del problema. Su facilidad para aparecer lejos de ella y junto a la puerta la hizo estremecer; Era un lugar completamente desconocido para la cambia formas ¿Que hacía si decidía volver? ¿Si la fantasma desaparecía por un largo tiempo y la dejaba sola entre esas paredes que ocultaban tantos lamentos? Tragó en seco, el terror la invadía, sabía defenderse, ¿Pero cómo hacerlo ante lo desconocido? No era capaz en demanda, no era un monumento a la fuerza, simplemente era sagaz, esperaba que aquello le funcionara en ese momento tan caótico.
Alzó la vista, se vio asimismo muerta de miedo y ladeando su cabeza de lado a lado se negó a seguir de esa forma; Frunció su entrecejo y comenzó a subir lo que eran esos escalenos para iniciar ascenso, acercarse a la fantasma que ahora estaba a cortos metros de distancia, tomó aire y sonrió — Puedes hacer conmigo lo que tu desees cariño, mi cabello es largo, también podrías jugar con él y hacer peinados preciosos, estoy segura que sabrás cómo hacerlo, se nota que basta la imaginación que tienes cómo para crear perfectas obras de artes — Respondía a lo que había dicho con un tono tan infantil que la hizo olvidar por un momento el resguardo que tenía por la cercanía.
A través de su cuerpo enclarecido vio un gran portón de entrada, suspiro, tomó aire y nuevamente dio largos pasos hasta quedar de frente a ella; Si fuera humana, podría haber sentido su respiración chocar contra las propias mejillas al hablar; Su pecho agitado y sus rodillas flaqueando; Quizá era eso, sólo a eso le podía temer una mujer como ella, a la muerte; Y posiblemente, a eso le temía tanto Andromeda que se negaba a aceptarlo — Hey, cielo... yo soy una visita en tu hogar, no debes dejarme sola ni por un segundos ¿Está claro? Eso es de mala educación y yo sé perfectamente que eres una señorita que saber usar sus buenos modales ¿Sí? — Casi lo imploraba en su interior, pero su voz se escuchaba fuerte, cómo de costumbre.
Aniëtt O'Claude- Cambiante/Realeza
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