AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Perdido en la Plaza [Aniëtt]
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Perdido en la Plaza [Aniëtt]
Luego de un largo viaje de varias semanas desde Alemania, anoche había llegado a la capital de Francia; París. Aparentemente era una ciudad muy hermosa llena de gente interesante por todos lados. Mi caravana y mi guardia se habían preocupado por mí al notar mi ausencia, pero luego de pasadas un par de horas había llegado al lugar.
Mi noche había sido toda una aventura, encontrarme todo un maldito camino bloqueado, y luego perderme en el bosque, me recordaba lo que me había pasado hace varios siglos cuando me había perdido y había aparecido una semana después en un pueblo cercano del castillo de mi padre, pero bueno, eso era otra historia.
Lo divertido era que gracias a una mujer había logrado llegar hasta París, si no quizás esa noche todavía seguiría enterrado bajo nieve esperando encontrar el camino a París, pero bueno. La noche anterior había sido relajante y ahora me estaba quedando en el hotel más lujoso, pero a la vez el más desapercibido. Esa noche había salido solo con mis ropas del ejército y una capa que cubría mi cabeza, mientras llevaba mi espada en el cinto.
Había decidido salir a caminar a pesar de las protestas de mis compañeros, pues quería recorrer París. Lamentablemente, luego de caminar cerca de una hora aquella noche, no había encontrado ningún lugar ni nada interesante que mirar, había lo mismo que en cualquier otra ciudad. Había contado lo que tenía que caminar en cada cuadra para luego volver a mi hotel, pero luego de dar algunas vueltas, me di cuenta que me había perdido otra vez en la maldita ciudad.
Suspiré, al menos sabía que allí no me podía morir por la luz del sol. Noté que estaba en una especie de plaza, y me decidí a esperar ver si alguien pasaba por aquél lugar para pedirle su consejo para volver al hotel, si es que podía claro, puesto que o si no tendría que salir a andar y a buscar alguien que fuera capaz de ayudarme.
Miré hacia arriba, viendo como estaba nublado, y la nieve caía poco a poco, como si intentara decir algo. Era un sentimiento extraño el sentir como si ‘’el cielo’’ intentara decir algo, casi como para una poesía. Me crucé de brazos, abrigándome en la capa mientras negaba con la cabeza, y cubriéndome detrás de un árbol para que no me cayera nieve, me dispuse a esperar.
Mi noche había sido toda una aventura, encontrarme todo un maldito camino bloqueado, y luego perderme en el bosque, me recordaba lo que me había pasado hace varios siglos cuando me había perdido y había aparecido una semana después en un pueblo cercano del castillo de mi padre, pero bueno, eso era otra historia.
Lo divertido era que gracias a una mujer había logrado llegar hasta París, si no quizás esa noche todavía seguiría enterrado bajo nieve esperando encontrar el camino a París, pero bueno. La noche anterior había sido relajante y ahora me estaba quedando en el hotel más lujoso, pero a la vez el más desapercibido. Esa noche había salido solo con mis ropas del ejército y una capa que cubría mi cabeza, mientras llevaba mi espada en el cinto.
Había decidido salir a caminar a pesar de las protestas de mis compañeros, pues quería recorrer París. Lamentablemente, luego de caminar cerca de una hora aquella noche, no había encontrado ningún lugar ni nada interesante que mirar, había lo mismo que en cualquier otra ciudad. Había contado lo que tenía que caminar en cada cuadra para luego volver a mi hotel, pero luego de dar algunas vueltas, me di cuenta que me había perdido otra vez en la maldita ciudad.
Suspiré, al menos sabía que allí no me podía morir por la luz del sol. Noté que estaba en una especie de plaza, y me decidí a esperar ver si alguien pasaba por aquél lugar para pedirle su consejo para volver al hotel, si es que podía claro, puesto que o si no tendría que salir a andar y a buscar alguien que fuera capaz de ayudarme.
Miré hacia arriba, viendo como estaba nublado, y la nieve caía poco a poco, como si intentara decir algo. Era un sentimiento extraño el sentir como si ‘’el cielo’’ intentara decir algo, casi como para una poesía. Me crucé de brazos, abrigándome en la capa mientras negaba con la cabeza, y cubriéndome detrás de un árbol para que no me cayera nieve, me dispuse a esperar.
Alejandro Máximo- Vampiro/Realeza
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Re: Perdido en la Plaza [Aniëtt]
-No quiero verla, no quiero saber nada de ella, si se ha comportado de aquella forma ¿Porqué yo debo ser diferente? O la corres o yo me encargare de que jamas se vuelva a escuchar su nombre en el castillo ¿Entendido? -Mascullo sofocada por la atareada tarde que le tocaba cursar por esas horas. No siempre se hallaba en el castillo, de hecho, solo era en momento especiales, cuando la necesitaban y mandaban a buscar con algún bufón, o simplemente cuando tenía el presentimiento de algo pasaría, cómo ahora.
Extenuante había sido lidiar con una simple saqueadora, una simple bandida que había logrado cursar sin mayor problemas la seguridad del castillo hasta llegar a los cuartos reales, donde con un bolso llenos de joyas intentaba huir.
Pero aquella extraña sonreía al ver que su caso quedaba entre las manos de la Duquesa, pues, cómo bien sabía todo el pueblo, ella era una de las pocas comprensivas que quedaba allí. Era quien veía por el pueblo, y se encargaba de defender hasta lo indefendible. Pero quizás, este no era el día de la realeza, y para mala suerte de la embustera, tampoco sería el de ella.
-Es incompetente el trabajo que han hecho este día, no entra en mis cabales que una pequeña, una menuda mujer entrara con libre paso a los pasillos de este lugar, que recorriera cada habitación cómo si de su humilde hogar se tratase ¿QUE COÑO TIENEN EN SUS CABEZAS? La matan, a ver si así aprende ella y todo quien le rodea, que con este lugar no se juega- Guardias, sirvientas, empleadas y hasta la misma ladrona, no podían creer lo que se pronunciaba hace tan solo un par de segundos atrás. Pero era cierto y más real que nunca, pues, giro su cuerpo en eje y se retiro del lugar dejando solo un eco a sus espaldas. Eco que era suplantando por los ruegos y luego el sordo sonido de un grito que se llevaba el alma de esa mujer.
Pero la sensación de alivio prono desalojo su cuerpo y la culpa tomaba posesión de sus actos. ¿Que pasaba con ella ese día? No era común quitar vidas, aunque fuese solo una orden, ella sabía en el interior que la muerte había sido simple justificación de sus actos.
Una vez ahogada en el completo silencio de lo que era su habitación, tomo su abrigo y dio camino a las afueras del pueblo. Solo necesitaba caminar, saber que pasaba por su cabeza. Ordenar esas ideas dispersas, o quizá simplemente ocupar su locura en algo más que no fuese ella misma.
Se sentó sobre una de las bancas nevadas de una plaza desconocida, cruzo sus piernas y agudizando su oído felino, una suave sonrisa se marco sobre la comisura de sus labios. Resoplo viendo como una hilo de vapor se formaba en el aire justo en el momento de hablar -¿Que hace tan solo por ahí, extraño? No hago daño, a menos que quiera atarcarme, pues nadie de buen vivir se esconde tras un árbol, porque sí... ¿cual es su excusa?- Mascullo con la mirada fija en frente, sin siquiera dar la vuelta para hablar en dirección a ese árbol que ocultaba la figura fornida de un hombre.
Extenuante había sido lidiar con una simple saqueadora, una simple bandida que había logrado cursar sin mayor problemas la seguridad del castillo hasta llegar a los cuartos reales, donde con un bolso llenos de joyas intentaba huir.
Pero aquella extraña sonreía al ver que su caso quedaba entre las manos de la Duquesa, pues, cómo bien sabía todo el pueblo, ella era una de las pocas comprensivas que quedaba allí. Era quien veía por el pueblo, y se encargaba de defender hasta lo indefendible. Pero quizás, este no era el día de la realeza, y para mala suerte de la embustera, tampoco sería el de ella.
-Es incompetente el trabajo que han hecho este día, no entra en mis cabales que una pequeña, una menuda mujer entrara con libre paso a los pasillos de este lugar, que recorriera cada habitación cómo si de su humilde hogar se tratase ¿QUE COÑO TIENEN EN SUS CABEZAS? La matan, a ver si así aprende ella y todo quien le rodea, que con este lugar no se juega- Guardias, sirvientas, empleadas y hasta la misma ladrona, no podían creer lo que se pronunciaba hace tan solo un par de segundos atrás. Pero era cierto y más real que nunca, pues, giro su cuerpo en eje y se retiro del lugar dejando solo un eco a sus espaldas. Eco que era suplantando por los ruegos y luego el sordo sonido de un grito que se llevaba el alma de esa mujer.
Pero la sensación de alivio prono desalojo su cuerpo y la culpa tomaba posesión de sus actos. ¿Que pasaba con ella ese día? No era común quitar vidas, aunque fuese solo una orden, ella sabía en el interior que la muerte había sido simple justificación de sus actos.
Una vez ahogada en el completo silencio de lo que era su habitación, tomo su abrigo y dio camino a las afueras del pueblo. Solo necesitaba caminar, saber que pasaba por su cabeza. Ordenar esas ideas dispersas, o quizá simplemente ocupar su locura en algo más que no fuese ella misma.
Se sentó sobre una de las bancas nevadas de una plaza desconocida, cruzo sus piernas y agudizando su oído felino, una suave sonrisa se marco sobre la comisura de sus labios. Resoplo viendo como una hilo de vapor se formaba en el aire justo en el momento de hablar -¿Que hace tan solo por ahí, extraño? No hago daño, a menos que quiera atarcarme, pues nadie de buen vivir se esconde tras un árbol, porque sí... ¿cual es su excusa?- Mascullo con la mirada fija en frente, sin siquiera dar la vuelta para hablar en dirección a ese árbol que ocultaba la figura fornida de un hombre.
Aniëtt O'Claude- Cambiante/Realeza
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Fecha de inscripción : 01/11/2013
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Re: Perdido en la Plaza [Aniëtt]
Escuché una voz hablando, de una mujer, aunque bastante baja. Por un momento me pregunté si serían alucinaciones mías, por lo que me di la vuelta, y la encontré allí, sentada en una banca. Me fijé en su aura unos segundos y la noté; una cambia formas. Los cambia formas eran para mi gente extraña, me había enfrentado con más de alguno las veces que había andado por caminos o bosques, y se podían transformar en cosas bastante extrañas, la verdad yo nunca había conocido mucho de ellos pues no me interesaba, mis mayores combates habían sido con licántropos y otros vampiros, por lo que nunca había tenido verdaderos enemigos de ese estilo.
Me acerqué poco a poco hasta la mujer, y haciendo una ligera reverencia, alcé la voz lo suficiente como para que esta pudiera escucharme;
-Mi lady, buena noche. Lamento interrumpiros en vuestra meditación, pero me encuentro perdido. Estoy alojado en el Hotel Des Arenes, y esta fría noche había decidido salir a pasear, y he terminado perdido. ¿Me podríais enseñar el camino de vuelta a este, mi lady? He llegado anoche, y lamentablemente no conozco mucho de París, pues esta no es mi tierra. –Dije, mirándola a los ojos.
Preferí no presentarme completamente, porque no sabía con quién podía estar hablando, y no quería hacer que la mujer se asustara al saber que conversaba con un duque, o fuera a pensar en hacer alguna otra estupidez, como desconfiar de mi por ser un vampiro. Esa noche me recordó la vez que conocí a Leothir, ya más de cuatro siglos atrás…
Estábamos yo y Kael andando por un paso nevado de los Pirineos, de camino a juntarnos con un clan de vampiros llamado ‘’Los cortacabezas’’ con los cuales habíamos hechos un trato para encargarnos de unos enemigos que teníamos hace muchos siglos. Recordaba que habíamos escuchado un grito, y habíamos salido a galope a ver qué ocurría. La nieve se había levantado a nuestro paso, hasta llegar a una pequeña arboleada.
Allí vi a la mujer más hermosa que había visto, de cabello rojizo, cayendo por sus hombros, usando un vestido de color verde oscuro, que se encontraba rajado por unas garras de un oso negro muy grande que se encontraba frente a ella. Inmediatamente salté desde mi caballo, y de un solo corte de mi espada lo había partido por la mitad, y con mi espada sangrando, me había acercado a ver a la mujer. Por sus marcas y observándola podía ver como poco a poco se le iba la vida de los ojos…y esa fue la primera vez que transformé a alguien.
Me acerqué poco a poco hasta la mujer, y haciendo una ligera reverencia, alcé la voz lo suficiente como para que esta pudiera escucharme;
-Mi lady, buena noche. Lamento interrumpiros en vuestra meditación, pero me encuentro perdido. Estoy alojado en el Hotel Des Arenes, y esta fría noche había decidido salir a pasear, y he terminado perdido. ¿Me podríais enseñar el camino de vuelta a este, mi lady? He llegado anoche, y lamentablemente no conozco mucho de París, pues esta no es mi tierra. –Dije, mirándola a los ojos.
Preferí no presentarme completamente, porque no sabía con quién podía estar hablando, y no quería hacer que la mujer se asustara al saber que conversaba con un duque, o fuera a pensar en hacer alguna otra estupidez, como desconfiar de mi por ser un vampiro. Esa noche me recordó la vez que conocí a Leothir, ya más de cuatro siglos atrás…
Estábamos yo y Kael andando por un paso nevado de los Pirineos, de camino a juntarnos con un clan de vampiros llamado ‘’Los cortacabezas’’ con los cuales habíamos hechos un trato para encargarnos de unos enemigos que teníamos hace muchos siglos. Recordaba que habíamos escuchado un grito, y habíamos salido a galope a ver qué ocurría. La nieve se había levantado a nuestro paso, hasta llegar a una pequeña arboleada.
Allí vi a la mujer más hermosa que había visto, de cabello rojizo, cayendo por sus hombros, usando un vestido de color verde oscuro, que se encontraba rajado por unas garras de un oso negro muy grande que se encontraba frente a ella. Inmediatamente salté desde mi caballo, y de un solo corte de mi espada lo había partido por la mitad, y con mi espada sangrando, me había acercado a ver a la mujer. Por sus marcas y observándola podía ver como poco a poco se le iba la vida de los ojos…y esa fue la primera vez que transformé a alguien.
Alejandro Máximo- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 23/11/2013
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Re: Perdido en la Plaza [Aniëtt]
Al oír el comentario de aquel hombre recordó que los viajeros que ella conocía ya habían emprendido un camino de regreso a sus hogares, pues, ayuda por externos no le lograría dar. Aún no veía su rostro, pero solo esperaría a pensar en algo, para ayudarle, pues a cómo iba con ese día de malos augurios, una buena obra no le vendría para nada mal. Más si era de esas mujeres supersticiosas, que creía en el karma y así. Sabía que con lo hecho horas atrás, su papales estaban manchado por la sangre de quizás, una humilde necesitada a falta de comida o abrigo, quién sabe.
Después se dijo a ella misma que era una loca, ¿Ayudar a un extraño? Por favor, no, no gracias. Alzo su cuerpo de esa banca que la sostenía, sujeto parte de la cola de ese abrigo que rozaba a ras de suelo y fijo sus ojos sobre el extraño que se detenía, ahora, frente a ella. Chasqueo un par de veces su lengua y marco con más firmeza su mirada. Sus ojos, sus pupilas y más aún, ese olor a muerto que expedía.
Cómo cambiaformas, los olores eran suspicaces a ella. Entonces, sabía que no se equivocaba. ¿Ayudar a un vampiro? Era la primera vez. Quizá podrían ser bonificaciones extras para su libro de vidas. "Ayudar a un vampiro perdido" Quien lo creería.
-Raro es que con el sentido de la coordinación que debería tener, usted este perdido cómo me informa, pero tranquilo. El lugar es pequeño, aunque un tanto confuso. Y problemas con enseñarle donde queda el camino no tengo en lo absoluto ¿Me desea acompañar? ¿O solo quiere las indicaciones?- Mascullo con tono firme pero no desafiante, no tenía problemas con aquel forastero ni mucho menos algún tipo de resentimiento. Aunque de momentos, una de sus cejas se alzaba de forma notoria.
Cruzó ambos brazos a la altura de su pecho, intentando quizás de ese modo sopesar el frío que comenzaba a calar sus huesos. Bien, fue mala idea salir solo con una capa a las frías noches que acongojaban.
Cuando volvió a olvidar cómo el frío la cohibía de sus posturas de altura, marco nuevamente su vista contra los ojos ajenos. Dio un ligero paso hacia atrás y con la diestra señalo el camino a seguir. Una ladina sonrisa se hizo parte de su rostro y mientras la sinceridad acompañaba sus actos volvió a murmurar, esta vez con mas suavidad en sus dichos -Y que dice... ¿Me acompaña?- Inquirió una vez más -Así no nos congelamos bajo esta fría noche-
Agudizo su oído, sintiendo como los caballos, asustados por los golpes dados pasaban frente a ellos. Su cuerpo inerte y los ojos entrecerrados, no era su carruaje. Giro su rostro y con el ceño levemente fruncido, se detuvo sobre su compañero -¿Es suyo ese carruaje? O... ¿Hay alguien que lo siga?...- No tenía mucho que temer, pues con problemas o en problemas no estaba, pero, aún así, algo la hacía dar paso atrás y detenerse nuevamente en seco. Cuando una mala impresión se pasaba por su cabeza, difícilmente se equivocaba. Estaba entre un vampiro extraño y un carruaje de desconocidos.
Después se dijo a ella misma que era una loca, ¿Ayudar a un extraño? Por favor, no, no gracias. Alzo su cuerpo de esa banca que la sostenía, sujeto parte de la cola de ese abrigo que rozaba a ras de suelo y fijo sus ojos sobre el extraño que se detenía, ahora, frente a ella. Chasqueo un par de veces su lengua y marco con más firmeza su mirada. Sus ojos, sus pupilas y más aún, ese olor a muerto que expedía.
Cómo cambiaformas, los olores eran suspicaces a ella. Entonces, sabía que no se equivocaba. ¿Ayudar a un vampiro? Era la primera vez. Quizá podrían ser bonificaciones extras para su libro de vidas. "Ayudar a un vampiro perdido" Quien lo creería.
-Raro es que con el sentido de la coordinación que debería tener, usted este perdido cómo me informa, pero tranquilo. El lugar es pequeño, aunque un tanto confuso. Y problemas con enseñarle donde queda el camino no tengo en lo absoluto ¿Me desea acompañar? ¿O solo quiere las indicaciones?- Mascullo con tono firme pero no desafiante, no tenía problemas con aquel forastero ni mucho menos algún tipo de resentimiento. Aunque de momentos, una de sus cejas se alzaba de forma notoria.
Cruzó ambos brazos a la altura de su pecho, intentando quizás de ese modo sopesar el frío que comenzaba a calar sus huesos. Bien, fue mala idea salir solo con una capa a las frías noches que acongojaban.
Cuando volvió a olvidar cómo el frío la cohibía de sus posturas de altura, marco nuevamente su vista contra los ojos ajenos. Dio un ligero paso hacia atrás y con la diestra señalo el camino a seguir. Una ladina sonrisa se hizo parte de su rostro y mientras la sinceridad acompañaba sus actos volvió a murmurar, esta vez con mas suavidad en sus dichos -Y que dice... ¿Me acompaña?- Inquirió una vez más -Así no nos congelamos bajo esta fría noche-
Agudizo su oído, sintiendo como los caballos, asustados por los golpes dados pasaban frente a ellos. Su cuerpo inerte y los ojos entrecerrados, no era su carruaje. Giro su rostro y con el ceño levemente fruncido, se detuvo sobre su compañero -¿Es suyo ese carruaje? O... ¿Hay alguien que lo siga?...- No tenía mucho que temer, pues con problemas o en problemas no estaba, pero, aún así, algo la hacía dar paso atrás y detenerse nuevamente en seco. Cuando una mala impresión se pasaba por su cabeza, difícilmente se equivocaba. Estaba entre un vampiro extraño y un carruaje de desconocidos.
Aniëtt O'Claude- Cambiante/Realeza
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Re: Perdido en la Plaza [Aniëtt]
Solté una carcajada ante las palabras de la mujer. Aparentemente ya se había dado cuenta de que estaba perdido, y lo gracioso es que ciertamente debería saber cómo guiarme y ubicarme en ese lugar, pero lamentablemente no pertenecía a esa tierra, era un completo extranjero en aquél lugar. Observé como se tomaba los brazos de frío, y sacándome mi capa dejando entrever mi armadura y mis signos del Imperio Germánico, le dije;
-Pues será para mí un placer que usted, mi lady, me acompañe. Tomad, usad mi capa para capear este horrible frío que hay en este crudo invierno francés, yo no la necesito. Soy el Duque Alejandro Máximo del ducado de Vhroom en el Imperio Germánico. Mucho gusto, mi lady. –Dije, para hacerle una reverencia a la mujer, para luego acercarme a ella y ofrecerle ponerle la capa sobre sus hombros, para luego, esta, al preguntarme sobre la carroza, negué con la cabeza- No mi lady, si hubiera un carruaje para mí esta noche no estaría perdido, y os habría ofrecido llevaros a donde sea que viváis. ¿Podría preguntar vuestro nombre, mi lady? Es interesante ver a una mujer como usted caminando tan sola a estas horas de la noche, mi lady.- Dije, mirándola a los ojos.
Era conocido los peligros que encerraba la noche…sobre todo para una persona sobrenatural. Los vampiros siempre acechaban (los menos correctos) a las personas solas a la mitad de la noche, y la Inquisición andaba vigilante a estos…sin nombrar a la gran cantidad que debía haber en París, que siendo la capital de Francia, debía de estar llena de estos. Observé a mi alrededor para ver el lugar vacío, y como comenzaba a nevar poco a poco.
-Pues será para mí un placer que usted, mi lady, me acompañe. Tomad, usad mi capa para capear este horrible frío que hay en este crudo invierno francés, yo no la necesito. Soy el Duque Alejandro Máximo del ducado de Vhroom en el Imperio Germánico. Mucho gusto, mi lady. –Dije, para hacerle una reverencia a la mujer, para luego acercarme a ella y ofrecerle ponerle la capa sobre sus hombros, para luego, esta, al preguntarme sobre la carroza, negué con la cabeza- No mi lady, si hubiera un carruaje para mí esta noche no estaría perdido, y os habría ofrecido llevaros a donde sea que viváis. ¿Podría preguntar vuestro nombre, mi lady? Es interesante ver a una mujer como usted caminando tan sola a estas horas de la noche, mi lady.- Dije, mirándola a los ojos.
Era conocido los peligros que encerraba la noche…sobre todo para una persona sobrenatural. Los vampiros siempre acechaban (los menos correctos) a las personas solas a la mitad de la noche, y la Inquisición andaba vigilante a estos…sin nombrar a la gran cantidad que debía haber en París, que siendo la capital de Francia, debía de estar llena de estos. Observé a mi alrededor para ver el lugar vacío, y como comenzaba a nevar poco a poco.
Alejandro Máximo- Vampiro/Realeza
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Re: Perdido en la Plaza [Aniëtt]
Debió confesar que mientras el hablaba, ella no lograba tomar palabra alguna para guardar en su cabeza, ponerle atención se le hacia imposible, tras la llegada de un carruaje extraño. Pensar que podía ser un tercero que no fuera de confianza, de hecho, no lo era. A decir verdad, un desconocido con el cual quizás lo podrían pasar muy mal
Regreso nuevamente en sí, justo cuando él se acercaba a ella y extendía su capa en dirección del cuerpo propio. Frunció el ceño. Arrugo el puente de su nariz y dio un par de pasos hacía atrás negando con firmeza a esa ayuda. No quería ser descortés, pero llevar el olor de alguien más sobre su cuerpo no se le hacía para nada agradable -No, por favor, ponte tú esa capa, enserio no la necesito, no te preocupes- Hizo memoria y llego al punto de cabo. Ladeo levemente su cabeza y fijo sus ojos sobre los ajenos nuevamente. Ese vampiro extrañamente le daba confianza. Corto distancia entre ambos y viendo la armadura que cubría su cuerpo, enarco una de sus cejas de forma muy notoria -Joven de la realeza, realmente, me sorprendo de igual forma al ver a alguien cómo usted tan perdido en la noche.- Murmuro y luego tomando atribuciones que aún no se le daban, extendió su diestra para tomar la muñeca de su compañero. Jaló un poco de su cuerpo y mascullo sobre su oído en un susurro bastante poco perceptible -¿Nos podemos ir de este lugar? Por ahí hay un bosque, hacía allá esta la plaza central y no sé, el camino esta cerca. No me da confianza estar acá joven.-
Más era verdad, estaba incomoda y desconcentrada del hombre que tenía frente a ella. Sin esperar respuesta o afirmación comenzó a caminar, a esperas de que él la siguiese. Cosa que hizo, por lo que con una leve sonrisa marcada contra la comisura de sus labios comenzó a hablar con real delicadeza. -Mi nombre es Anniëtt, Aniëtt O'Claude, Duquesa de Rumanía... Solo que ahora he salido de allí para tomar aire. Para ver que pasa por el mundo. Que pasa por mi cabeza. Me molesta mucho actuar de formas diferentes a cómo soy, entonces, cuando te ves en situaciones difíciles, debes salir para comenzar a defender tus propias creencias y no caer en malos gestos que no te definen.- Callo y mordió de su propio labio inferior. Mientras el camino de ambos avanzaba, afloro un sonoro suspiro y luego le miro. -Lamento si hablo demasiado, pero cuando una se siente en confianza, las palabras salen solas. Pues no es fácil decirlas, ahora bien... ¿Que hace usted por acá, joven? Me parece extraño a decir verdad. Cuenteme su historia, que soy toda oídos... -Murmuro ahora guardando silencio.
El bosque era su camino, el camino de ambos. El paso era calmado y tranquilo, por lo que el poner atención en él se le comenzaba a hacer mucho más fácil.
Luego que el joven la mirase con detención, comenzó a hablar, a lo que ella, simplemente asentía. Gustaba de escuchar historias ajenas, era un deleite para sus oídos. Cruzó sus brazos a la altura de sus brazos, sintiendo cómo el clima comenzaba a templarse y el frío pasaba a ser de segunda parte.
Regreso nuevamente en sí, justo cuando él se acercaba a ella y extendía su capa en dirección del cuerpo propio. Frunció el ceño. Arrugo el puente de su nariz y dio un par de pasos hacía atrás negando con firmeza a esa ayuda. No quería ser descortés, pero llevar el olor de alguien más sobre su cuerpo no se le hacía para nada agradable -No, por favor, ponte tú esa capa, enserio no la necesito, no te preocupes- Hizo memoria y llego al punto de cabo. Ladeo levemente su cabeza y fijo sus ojos sobre los ajenos nuevamente. Ese vampiro extrañamente le daba confianza. Corto distancia entre ambos y viendo la armadura que cubría su cuerpo, enarco una de sus cejas de forma muy notoria -Joven de la realeza, realmente, me sorprendo de igual forma al ver a alguien cómo usted tan perdido en la noche.- Murmuro y luego tomando atribuciones que aún no se le daban, extendió su diestra para tomar la muñeca de su compañero. Jaló un poco de su cuerpo y mascullo sobre su oído en un susurro bastante poco perceptible -¿Nos podemos ir de este lugar? Por ahí hay un bosque, hacía allá esta la plaza central y no sé, el camino esta cerca. No me da confianza estar acá joven.-
Más era verdad, estaba incomoda y desconcentrada del hombre que tenía frente a ella. Sin esperar respuesta o afirmación comenzó a caminar, a esperas de que él la siguiese. Cosa que hizo, por lo que con una leve sonrisa marcada contra la comisura de sus labios comenzó a hablar con real delicadeza. -Mi nombre es Anniëtt, Aniëtt O'Claude, Duquesa de Rumanía... Solo que ahora he salido de allí para tomar aire. Para ver que pasa por el mundo. Que pasa por mi cabeza. Me molesta mucho actuar de formas diferentes a cómo soy, entonces, cuando te ves en situaciones difíciles, debes salir para comenzar a defender tus propias creencias y no caer en malos gestos que no te definen.- Callo y mordió de su propio labio inferior. Mientras el camino de ambos avanzaba, afloro un sonoro suspiro y luego le miro. -Lamento si hablo demasiado, pero cuando una se siente en confianza, las palabras salen solas. Pues no es fácil decirlas, ahora bien... ¿Que hace usted por acá, joven? Me parece extraño a decir verdad. Cuenteme su historia, que soy toda oídos... -Murmuro ahora guardando silencio.
El bosque era su camino, el camino de ambos. El paso era calmado y tranquilo, por lo que el poner atención en él se le comenzaba a hacer mucho más fácil.
Luego que el joven la mirase con detención, comenzó a hablar, a lo que ella, simplemente asentía. Gustaba de escuchar historias ajenas, era un deleite para sus oídos. Cruzó sus brazos a la altura de sus brazos, sintiendo cómo el clima comenzaba a templarse y el frío pasaba a ser de segunda parte.
Aniëtt O'Claude- Cambiante/Realeza
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Re: Perdido en la Plaza [Aniëtt]
Me encogí de hombros ante la negación de la mujer, y tapándome con mí capa otra vez. Cuando ella se me acercó para decirme tal susurro, la miré casi con una sonrisa divertida, y le comenté;
-Mi lady…agradecería si dejarais de llamarme ‘’joven’’ pues probablemente tenga más edad que toda vuestra familia junta. Y no tenéis que temer cuando estéis conmigo. –Dije, observando en la dirección que ella me había señalado, y comenzando ese camino.
Luego ella se presentó y la miré con sorpresa, e hice una reverencia ante ella. ¡Vaya! Me había encontrado con una duquesa a solas, realmente había sido una situación muy interesante. Escuché sus palabras atentamente, parecía perdida, me recordaba un poco a mí hace siglos. Me pregunté cuáles serían los valores de aquella duquesa y que habría hecho tan malo que la ponía en tal duda. Yo también había pasado por eso, mucho tiempo atrás.
Tras la muerte de Leothir, hace más de tres siglos, y la posterior venganza, no había sabido que hacer con mi vida. Había perdido todo lo que amaba, y finalmente lo único que me dediqué fue a cazar con bestialidad a todos los que encontraban que merecían la muerte, cazando clan por clan y mafia de mafia de vampiros, aun estando solo, sin ningún azote o apoyo de Kael. Con el tiempo no me habían quedado enemigos, y mi alma seguía inquebrantable, y yo no sabía qué hacer para encontrar la paz.
Una vez que eso pasó, decidí volver a mi tierra, rehacer el castillo en el que había vivido con Leothir, volverme duque de Vrhoom… allí vivía con mis recuerdos, y mi mente implacable. Había dejado pasar los años asegurándome de que todo marchara bien y correctamente en todo lo que me acontecía, hasta que finalmente, había vuelto a la realidad del día a día; Un nuevo enemigo aparecía, la llamada Inquisición. No tenía idea porque la Iglesia había decidido haber creado un grupito para cazar cosas naturales, si siempre habían existido desde los albores delos tiempos, pero bueno, así eran las cosas, y ahora se encargaría de hacer justicia. Escucho finalmente la pregunta de la mujer y le respondió;
-Pues, antes que nada… no os preocupéis por pensamientos estúpidos, mi lady, pues, si realmente no fueran parte de quién sois, no lo habríais hecho, es parte de ti, aunque quizás, ni tu misma te conozcas completamente. Yo he venido por asuntos muy importantes, nada mucho que pueda comentaros a vos aún…pero no sé cuánto tiempo me vaya a quedar aún en París. –Dije, comentando mientras miraba el piso.
Obviamente no le podía decir que estaba allí para preparar un ataque contra la Inquisición y encargarme principalmente de todos aquellos que tuvieran algo que ver con ella…pero quizás, con el tiempo, si llegaba a conocerla bien, lo haría.
-Mi lady…agradecería si dejarais de llamarme ‘’joven’’ pues probablemente tenga más edad que toda vuestra familia junta. Y no tenéis que temer cuando estéis conmigo. –Dije, observando en la dirección que ella me había señalado, y comenzando ese camino.
Luego ella se presentó y la miré con sorpresa, e hice una reverencia ante ella. ¡Vaya! Me había encontrado con una duquesa a solas, realmente había sido una situación muy interesante. Escuché sus palabras atentamente, parecía perdida, me recordaba un poco a mí hace siglos. Me pregunté cuáles serían los valores de aquella duquesa y que habría hecho tan malo que la ponía en tal duda. Yo también había pasado por eso, mucho tiempo atrás.
Tras la muerte de Leothir, hace más de tres siglos, y la posterior venganza, no había sabido que hacer con mi vida. Había perdido todo lo que amaba, y finalmente lo único que me dediqué fue a cazar con bestialidad a todos los que encontraban que merecían la muerte, cazando clan por clan y mafia de mafia de vampiros, aun estando solo, sin ningún azote o apoyo de Kael. Con el tiempo no me habían quedado enemigos, y mi alma seguía inquebrantable, y yo no sabía qué hacer para encontrar la paz.
Una vez que eso pasó, decidí volver a mi tierra, rehacer el castillo en el que había vivido con Leothir, volverme duque de Vrhoom… allí vivía con mis recuerdos, y mi mente implacable. Había dejado pasar los años asegurándome de que todo marchara bien y correctamente en todo lo que me acontecía, hasta que finalmente, había vuelto a la realidad del día a día; Un nuevo enemigo aparecía, la llamada Inquisición. No tenía idea porque la Iglesia había decidido haber creado un grupito para cazar cosas naturales, si siempre habían existido desde los albores delos tiempos, pero bueno, así eran las cosas, y ahora se encargaría de hacer justicia. Escucho finalmente la pregunta de la mujer y le respondió;
-Pues, antes que nada… no os preocupéis por pensamientos estúpidos, mi lady, pues, si realmente no fueran parte de quién sois, no lo habríais hecho, es parte de ti, aunque quizás, ni tu misma te conozcas completamente. Yo he venido por asuntos muy importantes, nada mucho que pueda comentaros a vos aún…pero no sé cuánto tiempo me vaya a quedar aún en París. –Dije, comentando mientras miraba el piso.
Obviamente no le podía decir que estaba allí para preparar un ataque contra la Inquisición y encargarme principalmente de todos aquellos que tuvieran algo que ver con ella…pero quizás, con el tiempo, si llegaba a conocerla bien, lo haría.
Alejandro Máximo- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 23/11/2013
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