Paseo por la plaza

por **Ainoa Saavedra** Dom Mar 20, 2016 7:07 pm

El sol ilumina las bellas calles de Paris, es tiempo de salir sola, estoy cansada de vivir encerrada y de estar cuidada por alguien pensaba Ainoa mientas subía las medias, se levantó de la silla para asomarse una vez más a la ventana y asegurarse de que estuviera soleado, mirándose en el espejo de su tocador, puso colorete en sus mejillas y en sus labios, finalizo con el polvo de arroz para que su piel se viera perfecta, abrió su cajón y saco los pendientes azules, y se puso el sombrero, se miró al espejo y dijo — lista— tenía un tono decidido, tomo su bolso y salió de la recámara, al bajar las escaleras pudo ver a Teo sentado en el cuarto de recepción, con ese viejo libro que había empezado a leer hace algunos días, — ¿Saldrá señorita? ¿Gusta que le llame a Orlando para que la acompañe? — Siguió caminando y antes de cruzar la puerta le contesto — Hoy prefiero caminar, el día es hermoso ¿no te parece? En esta casa trabajan mucho, ustedes también deberían de tomarse tiempo para poder disfrutar de Paris, vamos Teo deberías de salir y divertirte — no dejo que Teo le contestara, cerró la puerta, bajo los escalones, Orlando estaba cerca de la puerta, y le pidió que la llevara al centro de Paris, al llegar ahí le ordeno que se fuera, que ella llegaría sola a la casa.

No tenía rumbo, no sabía que la había impulsado a ir a caminar, empezaba a creer que era una locura estar sola ahí, camino a la esquina más cercana, dio vuelta y siguió caminando, desde que había llegado no había podido observar los edificios, le parecían sorprendentes, tras cada paso que daba las calles la atrapaban, siguió caminando, veía la sombra que creaba su vestido, sintió un golpe que la empujo, cuando alzó la mirada vio a un niño de clase baja sin zapatos corriendo, su impulso de querer ayudar a los demás no la detuvo, y sin pensarlo lo siguió, atoro el bolso en la muñeca derecha y levanto su vestido, caminaba rápidamente con temor a tropezarse, quería alcanzar al niño, para ofrecerle su ayuda, si es que el la dejaba, no dejaba de mirarlo, empujo a un hombre, pidió disculpas y siguió detrás del niño. Llego a una plaza, el niño se sentó en una banca, ella se sentó a un lado, su rostro estaba sucio, el pequeño suéter que lo cubría estaba desteñido por el sol, y su pantalón desgarrado, su mirada parecía estar perdida, no se percató de que alguien se había sentado a su lado.

Ainoa abrió su bolso, saco sus guantes blancos y su pequeño pañuelo, se puso sus guantes dulcemente, acaricio el cabello castaño del niño, el la miro espantado — Veo que tenías prisa pequeño, ¿Vas a algún lado? — el niño no contesto nada, ella limpio su pequeño rostro con el pañuelo y el salió corriendo.

por **Jasper Miller** Lun Mar 21, 2016 9:59 pm

Un momento de ajetreo por la bella ciudad parisina, con el sol calentando los cielos y cuerpos que aun vagan apresurados por las calles de la aquel recinto que se puede conocer como un “hogar” para algunos y para otros solo es el epicentro de su diversión y vida. Cartas, dados y apuestas son todas las cosas que un hombre puede soñar, por las calles andando con una moneda que baila entre los dedos, mirando aquí y allá, silbando en tarareos una melodía de calma hasta llegar a esas calles donde la decencia se acaba. Por toda la calle hay pequeños puestos con algunos que otros juegos de azar, sin importancia la verdad. Vagando por esos rumbos directo a las tiendas de la zona donde los más deliciosos banquetes se van sirviendo, postres de todo sabor y color, diamantes y joyas en todo tamaño, mujeres vestidas de finas galas que pasean todas pomposas por la vista de hombres que desean sus fortunas, hombres que solo quieren desposarlas y por ende quitarles las dotes matrimoniales.

A pasos calmados y con la diestra en el bolsillo y en la zurda una libra que no deja de danzar entre los dedos, el cabello alborotado, la ropa humilde pero limpia ¿propia?, que va, sus pasos le llevan cerca de un café que a una dama de buena reputación aborda seduciéndola con pequeñas palabras acertadas y sin que ella se dé cuenta él ha robado los pendientes y collar de oro que lleva junto al bolso que descansaba sobre la mesa.

—Bah solo tiene pocas monedas no más, que avara, aunque veré si puedo sacar más al vender esto— se guarda las joyas importantes en el bolsillo donde sus dedos lo apresan, el bolso lo deposita en un cesto de basura. Entre otras calles más abajo de la transitada calle parisina alcanza a divisar a una jovencita de cabellos rubis, su aspecto y sonrisa son de una niña rica incluso la amabilidad con la que atiende a un jovencito que le ha timado en el momento que le han quitado los aretes. Le llama la atención aquel hecho por dejarse pillar tan fácilmente por pequeños bribones que la han marcado como blanco para ladrones de otra monta, se acerca a ella con las manos en los bolsillos por simple curiosidad.

—Bonjour, sabes que acabas de perder tus aretes y de paso, quedaste marcada para que más adelante te roben otros trúhanes, acaso nunca has oído la frase “no hables con extraños” al parecer el dinero no les da mucha inteligencia para las calles— rie mirando a la mujer con burla mientras se recarga contra una de las paredes de un local mirando a las calles y sus dueños que andan escondidos en cada esquina.

por **Ainoa Saavedra** Mar Mar 22, 2016 10:58 pm

Trataba de ver a donde se iba el niño, pero no pudo verle, simplemente desapareció.

De pronto escucho a un joven hablarle, su piel se estremeció, dio un pequeño brinco, no se había percatado de que alguien se le acercara, llevo sus manos a sus orejas y volteo a ver al joven — Bonjour — estiro su mano para que la saludara — al parecer ese niño me ha engañado, si la eh oído, pero nunca imagine que un niño pudiera quitarme los pendientes — no quiso hacer algún comentario, ya que su corta risa la hizo sentir tonta, miro lentamente a su alrededor, no sabía a donde había llegado, empezó a creer que el joven no le mentía, había muchos hombres solos en aquella plaza, esperando acercarse a quien se descuidara un momento, sabía que no podría salir sola de ahí sin perder algo más, en los puestecillos se hacían juegos, vendían postres y joyas, le recordó cuando visitaba a los gitanos en España, la curiosidad es algo que Ainoa entendía bastante bien, quería recorrer todo, pero temía que uno de esos trúhanes se le acercara, necesitaba una compañía para sentirse protegida.

Miro al joven, contemplo su aspecto, su atuendo a pesar de ser un poco viejo lucia bien, pensó que sería buena idea pedirle que la acompañase a recorrer la plaza, — Disculpa, acabo de llegar a Paris y quisiera recorrer esta plaza, pero al parecer no es buena idea estar sola por aquí, y ´por lo que veo tú conoces muy bien esto ¿Te gustaría ser mi guía? — una enorme sonrisa ilumino su rostro, sus gestos aun eran tiernos y a sus ojos brillantes no se les podía decir que no, aquel joven le inspiraba confianza, estaba atrapada y él era su única salida.

por **Jasper Miller** Jue Abr 21, 2016 6:10 pm

Una frase puede hacer que hasta el más amargado de todos se convierta en el hombre más feliz del mundo, pero, para alguien como aquel rubio que estaba enfrente de la “dama” la risa era más en un tono sarcástico, la enorme carcajada que hizo eco por el lugar no paró hasta que el estómago le doliera de tanto reírse, incluso obvió la vergüenza puesto que aquel joven no sentía nada de ello, ni lo sentirá. Aplaudió con fuerza ante las valerosas palabras de favor que pedía la joven, su rostros e plantó con una mueca de incredulidad que enseguida se tornó en una sonrisa cínica.

Las personas iban y venían observándolo, murmurando sobre aquel que ahora se acercaba a la chica extendiendo su mano como el jocoso acto sobreactuado de una noble caballero, pero antes que la dama tome la mano este la retira caminando por delante de la joven llamándola con el dedo —Eres muy graciosa, no te quedes atrás por cierto o te irás solas en la calle y sabrá tus santos como llegarás a casa luego de ser quizás robada o violada— ladea la cabeza viéndola por segundos chasqueando la lengua —No, creo que te venderían a un burdel en otra ciudad para ganar mucha pasta— da dos pasos más mirando a uno de los ladrones que iba por ella al cual le sonríe y con dos dedos toca su frente saludándoles de manera burlesca

—Aceptaré tu propuesta de empleo por el momento pero tendrás que pagarme, mucho, por ello. Sabes cuantos mal vivientes tendré que alejar de un pichón como tu, eso sin contar a los malditos mocosos como los que se te han pegado. Oh créeme princesita— la llama con el desdén que siente por aquella clase —Niños, mujeres, hombres y ancianos, todos roban en su momento. Incluso en los mercados te roban, en los hostales y restaurantes. TODOS robamos, hasta tu pequeña mentirosa, hasta yo podría serte hasta mas peligroso pero ya me has contratado— ríe guiñándole un ojo muy cerca de ella para evitar que los niños se le acerquen, además de que había algunos a los que él conocía y otros nuevos que tenía que evitar.

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