AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Je ne regrette rien [Leontine Novak]
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Je ne regrette rien [Leontine Novak]
Otro día pasa, el sol se va ocultando lentamente por el poniente alejando todo rastro de la mirada del “Altísimo” de entre las sombras de ataúdes oscuros con aroma a muerte se van levantando los hijos de la noche, los seguidores de la luna y es por eso que no mantienen vidas unidas a mortales porque la sed puede traicionarles o su secreto puede ser develado a la luz de lo que repudian.
Aun así de entre las sombras un hombre en una mansión a lo lejos de la ciudad abre sus ojos, aun el astro sol no se oculta del todo desafiando la norma de “mientras más años más tardas en despertar” él no ¿por qué? Porque tiene un motivo que posee faldas y un carácter temperamental, una mujer pero no cualquier fémina es una dama con la piel más caliente de todos, con un corazón que late y siente lo que él ya no puede sentir, si es una mortal de la cual ambos se han unido una noche sin saber el gran secreto de la muerte, una alianza en el dedo anular representa esa unión de “por toda la eternidad” solo que para él la eternidad ya no es nada y teme perder lo único que le hace bien, su amada esposa y su temor le lleva a pensarla en hacerla como ella, pero luego las palabras de la mujer en cuanto a tener hijos y ser madre le frenan porque él nunca podría darle eso y como vampira sería peor ella estaría más descontrolada y fiera y sería una guerra campal la de ellos dos.
-Oh mi ghazala Leontine, ¿Cuánto más debo mentirte?- susurra alistándose para salir de su escondite, aquella humilde morada que lo acoge todas las mañanas y que le sirve para enterrar a sus cadáveres, al salir de su pequeña mansión una mujer de la vida alegre y promiscua es su bocadillo, no puede llegar a su verdadero hogar viéndose hambriento, debe tener una apariencia de todo un Gentleman, y así llega con la excusa de “trabajo” una mentira de tantas que le esconde a su mujer, sabe que pronto llegará su Leon a casa, Leontine trabaja en el área de psiquiatría en el hospital mental de parís y Dastan es director del hospital general de parís misma área diferente rama pero comprenden cada uno que la vida de un doctor no es de uno si no de los pacientes por lo que eso le sirve de excusa a Dastan para salir de noche a trabajar realmente en el hospital y así quedarse de día en su otra casa alejada de todos para ocultarse, diciéndole a su mujer que estaba trabajando hasta tarde por lo que ciertas noches se toma como libre y otras solo desaparece para alimentarse y regresar al hospital a ser de director o turno de doctor.
Espera en el salón sentado en su sillón bien acogido con una copa de oporto en la mano y la chimenea crepitando, se ha dado un baño para quitarse el aroma a mujer barata de su cena, sabe bien que su mujer tiene un olfato para los perfumes femeninos, y eso le hace sonreír porque aun cuando no le gusta pelear con su amada le encanta ponerla celosa porque la recompensas luego son las más gratas y al final ella sabe que hombre más fiel que él no encontrara.
Las manecillas del reloj van dando las ocho de la noche, su ansia lo consume lentamente, la doncella de la mansión irrumpe sus pensamientos.-Monsieur desea ya cenar o esperará a su señora- Él no contesta solo bebe la joven se sonroja por lo obvio y se retira a la cocina. No hay mejor manera de comenzar la noche que con una velada total y humanamente posible concebida como normal, aun cuando uno de los comensales no lo sea.
Aun así de entre las sombras un hombre en una mansión a lo lejos de la ciudad abre sus ojos, aun el astro sol no se oculta del todo desafiando la norma de “mientras más años más tardas en despertar” él no ¿por qué? Porque tiene un motivo que posee faldas y un carácter temperamental, una mujer pero no cualquier fémina es una dama con la piel más caliente de todos, con un corazón que late y siente lo que él ya no puede sentir, si es una mortal de la cual ambos se han unido una noche sin saber el gran secreto de la muerte, una alianza en el dedo anular representa esa unión de “por toda la eternidad” solo que para él la eternidad ya no es nada y teme perder lo único que le hace bien, su amada esposa y su temor le lleva a pensarla en hacerla como ella, pero luego las palabras de la mujer en cuanto a tener hijos y ser madre le frenan porque él nunca podría darle eso y como vampira sería peor ella estaría más descontrolada y fiera y sería una guerra campal la de ellos dos.
-Oh mi ghazala Leontine, ¿Cuánto más debo mentirte?- susurra alistándose para salir de su escondite, aquella humilde morada que lo acoge todas las mañanas y que le sirve para enterrar a sus cadáveres, al salir de su pequeña mansión una mujer de la vida alegre y promiscua es su bocadillo, no puede llegar a su verdadero hogar viéndose hambriento, debe tener una apariencia de todo un Gentleman, y así llega con la excusa de “trabajo” una mentira de tantas que le esconde a su mujer, sabe que pronto llegará su Leon a casa, Leontine trabaja en el área de psiquiatría en el hospital mental de parís y Dastan es director del hospital general de parís misma área diferente rama pero comprenden cada uno que la vida de un doctor no es de uno si no de los pacientes por lo que eso le sirve de excusa a Dastan para salir de noche a trabajar realmente en el hospital y así quedarse de día en su otra casa alejada de todos para ocultarse, diciéndole a su mujer que estaba trabajando hasta tarde por lo que ciertas noches se toma como libre y otras solo desaparece para alimentarse y regresar al hospital a ser de director o turno de doctor.
Espera en el salón sentado en su sillón bien acogido con una copa de oporto en la mano y la chimenea crepitando, se ha dado un baño para quitarse el aroma a mujer barata de su cena, sabe bien que su mujer tiene un olfato para los perfumes femeninos, y eso le hace sonreír porque aun cuando no le gusta pelear con su amada le encanta ponerla celosa porque la recompensas luego son las más gratas y al final ella sabe que hombre más fiel que él no encontrara.
Las manecillas del reloj van dando las ocho de la noche, su ansia lo consume lentamente, la doncella de la mansión irrumpe sus pensamientos.-Monsieur desea ya cenar o esperará a su señora- Él no contesta solo bebe la joven se sonroja por lo obvio y se retira a la cocina. No hay mejor manera de comenzar la noche que con una velada total y humanamente posible concebida como normal, aun cuando uno de los comensales no lo sea.
Dastan B. Dittmar- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 21/03/2014
Re: Je ne regrette rien [Leontine Novak]
¿Por qué quedarme contigo?
¿Por qué seguir a tu vera?
¿Por qué esperarte despierta en vez de hacer las maletas?
Y a veces me despierto enloquecido de lo ingrato que es tu amor.
¿Por qué seguir a tu vera?
¿Por qué esperarte despierta en vez de hacer las maletas?
Y a veces me despierto enloquecido de lo ingrato que es tu amor.
– Que descanse doctora Novak – a lo lejos una enfermera saca de sus pensamientos a la ya cansada psiquiatra que solo se limita a sonreír y mover la mano un poco en modo de despedida, había sido un largo día, nuevos pacientes habían entrado aquella semana y eso implicaba abrir nuevos expedientes, amontonar pacientes de tal modo que pudieran entrar más, cosa que molestaba a Leontine se trataba de personas no de ratas, muchas veces peleo con la junta manejaba la administración del hospital para que le dieran una parte más grande o por lo menos consideran re modernizar aquel edificio que caía en pedazo, pero como era de esperarse la idea que una mujer le diera ordenes a un hombre no era muy aceptada en la época.
Leontine, controla tu mal genio así nunca encontraras marido le decía su madre, Tonterías, tú debes ser como eres y la gente debe aprender a quererte como tal su padre no se equivocó, así fue como conoció a su marido un hombre que había llegado al hospital como medico que había cautivado a la gente de Paris con sus finos modales y habilidades medicas, cosa que lo llevo a subir de rango como Director, la primera vez que Leontine supo de él fue a pedirle lo mismo que había pedido tantos años una nueva fachada para el área de psiquiatría y no solo logró aquello sino también que había encontrado al amor de su vida.
Leontine no dudo en aceptar el compromiso y a los pocos meses de conocerse contrajeron matrimonio, en ese momento la joven doctora se sintió la mujer más feliz del Universo, pero eso termino pronto… los extraños horarios de su marido, las marcas de lápices labiales marcados en las telas de sus camisas, los olores a cortesana barata inundaban su piel y eso causaba no solo ira en la joven sino que también lentamente el corazón se le iba quebrando un poco más cada vez
¿divorciarse? Imposible. Y no se trataba solo de las habladurías que aquello desataría, se trataba que aunque a veces le odiara tanto que deseaba correr también sabía que nadie podía hacerla feliz como él lo hacía.
son crisis del matrimonio hija, con el tiempo te darás cuenta que encontraran la manera de llevarse bien, cuando nazcan los hijos las cosas cambiarían, míranos a tu padre y a mí pero los años pasaron y el primer hijo nunca llego, las cortesanas pasaban por el hombre y ella debía hacerse de ojos ciegos, algo tan típico como cualquier casamiento arreglado, donde el hombre manda y la mujer se convertía en un plato de segunda mesa, la diferencia era clara… Leontine no era de las mujeres sumisas de la época.
Peleas, gritos, discusiones, llanto, reconciliación ¿Cómo podía ser que la vida de una psiquiatra tan prestigiada como ella se hubiera convertido en esa rutina? Ella deseaba formar realmente una familia con el hombre que amaba... o entonces tomaría las maletas y partiría a primera hora del día siguiente.
Por fin había llegado a casa, miró hacia arriba en busca de la luz de su habitación pero no había ningún destello que le indicara que su marido estaba, miró a la ama de llaves que la recibió con su enorme vientre de su tercer embarazo… que envidia.
- ¿El señor ha llegado? – la mujer asiente entregándole a su hija mayor las cosas que le ha quitado a la doctora de la mano – Subiré a cambiarme de ropa, dígale a mi esposo que lo veré en la cena – subió a su habitación y cambio aquellas batas blanca por un pantalón y una camisa más cómodos, probablemente no era el vestuario de una mujer de su clase pero a ella no le importaba en lo absoluto, ella era como era.
Una vez vestida bajo hasta el estudio encontrándose con una silueta sentada en el sillón, recargó su cuerpo contra el marco de la puerta observándole desde ahí, tan callado y pensativo – Buenas noches señor Dittmar – convirtió sus labios en una pequeña sonrisa - ¿Vamos a cenar? – se separó del marco de la puerta y camino hasta él quitándole el vaso que tenía en su mano terminando el contenido de un solo sorbo.
Leontine, controla tu mal genio así nunca encontraras marido le decía su madre, Tonterías, tú debes ser como eres y la gente debe aprender a quererte como tal su padre no se equivocó, así fue como conoció a su marido un hombre que había llegado al hospital como medico que había cautivado a la gente de Paris con sus finos modales y habilidades medicas, cosa que lo llevo a subir de rango como Director, la primera vez que Leontine supo de él fue a pedirle lo mismo que había pedido tantos años una nueva fachada para el área de psiquiatría y no solo logró aquello sino también que había encontrado al amor de su vida.
Leontine no dudo en aceptar el compromiso y a los pocos meses de conocerse contrajeron matrimonio, en ese momento la joven doctora se sintió la mujer más feliz del Universo, pero eso termino pronto… los extraños horarios de su marido, las marcas de lápices labiales marcados en las telas de sus camisas, los olores a cortesana barata inundaban su piel y eso causaba no solo ira en la joven sino que también lentamente el corazón se le iba quebrando un poco más cada vez
¿divorciarse? Imposible. Y no se trataba solo de las habladurías que aquello desataría, se trataba que aunque a veces le odiara tanto que deseaba correr también sabía que nadie podía hacerla feliz como él lo hacía.
son crisis del matrimonio hija, con el tiempo te darás cuenta que encontraran la manera de llevarse bien, cuando nazcan los hijos las cosas cambiarían, míranos a tu padre y a mí pero los años pasaron y el primer hijo nunca llego, las cortesanas pasaban por el hombre y ella debía hacerse de ojos ciegos, algo tan típico como cualquier casamiento arreglado, donde el hombre manda y la mujer se convertía en un plato de segunda mesa, la diferencia era clara… Leontine no era de las mujeres sumisas de la época.
Peleas, gritos, discusiones, llanto, reconciliación ¿Cómo podía ser que la vida de una psiquiatra tan prestigiada como ella se hubiera convertido en esa rutina? Ella deseaba formar realmente una familia con el hombre que amaba... o entonces tomaría las maletas y partiría a primera hora del día siguiente.
Por fin había llegado a casa, miró hacia arriba en busca de la luz de su habitación pero no había ningún destello que le indicara que su marido estaba, miró a la ama de llaves que la recibió con su enorme vientre de su tercer embarazo… que envidia.
- ¿El señor ha llegado? – la mujer asiente entregándole a su hija mayor las cosas que le ha quitado a la doctora de la mano – Subiré a cambiarme de ropa, dígale a mi esposo que lo veré en la cena – subió a su habitación y cambio aquellas batas blanca por un pantalón y una camisa más cómodos, probablemente no era el vestuario de una mujer de su clase pero a ella no le importaba en lo absoluto, ella era como era.
Una vez vestida bajo hasta el estudio encontrándose con una silueta sentada en el sillón, recargó su cuerpo contra el marco de la puerta observándole desde ahí, tan callado y pensativo – Buenas noches señor Dittmar – convirtió sus labios en una pequeña sonrisa - ¿Vamos a cenar? – se separó del marco de la puerta y camino hasta él quitándole el vaso que tenía en su mano terminando el contenido de un solo sorbo.
Leontine Novak- Humano Clase Alta
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 08/03/2014
Re: Je ne regrette rien [Leontine Novak]
Quédate a mi lado y la soledad eterna nunca te abrasará
Junto a mi tu vida será más emocionante, se que te gustá ¿lo ansías?
Siempre al llegar a casa tu cuerpo cubierto de sábanas me calma
No hay sangre que me llene como verte en mi cama
Quiero ser tu enfermedad y tu cura, tu locura y tu cordura
¿No lo ansías también? Saber que puedes perder…perder la razón
Piérdete conmigo, juega conmigo pero nunca…nunca pienses
En alejarte tanto que pierdas el camino de regreso a mí lecho
Junto a mi tu vida será más emocionante, se que te gustá ¿lo ansías?
Siempre al llegar a casa tu cuerpo cubierto de sábanas me calma
No hay sangre que me llene como verte en mi cama
Quiero ser tu enfermedad y tu cura, tu locura y tu cordura
¿No lo ansías también? Saber que puedes perder…perder la razón
Piérdete conmigo, juega conmigo pero nunca…nunca pienses
En alejarte tanto que pierdas el camino de regreso a mí lecho
Los minutos van pasando tan lento para los ojos del vampiro que aguarda a una mujer, no, no es solo una mujer, es LA mujer, aquella que despierta lo que nadie había despertado y a la vez lo que muchos anhelan ver ese lado dulce y salvaje, amor y odio, que dualidad de vida pero le llena, lo entretiene, siente que hay una esperanza de continuar su inmortalidad de mejor manera con ella, su inspiración, su musa su bella Ghazala, una mujer que le recuerda al desierto de su amada tierra, por lo fuerte y arrebatadora que resulta ser y a la vez lo apacible que se vuelve en ciertas noches, y no olvidemos de las tormentas que suscitan que cubren todo, así era ella, su tormento, su vida y su cólera.
Sentado en su sillón favorito con el sonido del fuego, el aroma del alcohol, sus ojos van y viene de la puerta al líquido ambarino que se mece suave como las olas del mar, el gran reloj del salón anuncia la hora de llegada de su mujer justo con el sonido de la puerta al abrirse, no la ve pero la siente, la huele, es su perfume de humana que lo embriaga, lo excita, llena sus fosas nasales de ese deseo de tomarla entre sus brazos llevándola sobre la mesa y devorarlas hasta que grite su nombre de piedad por la rudeza con que la toma, despeja esas ideas porque sabe que si lo hace su mujer lo abofetearía y sería peor, sexo salvaje, se lo piensa pero niega porque no quiere lastimar ese templo de cuerpo que adora ver cada noche, cada minuto que pasan cerca.
La doncella se acerca a donde el amo y señor de la propiedad, irrumpe con una tos leve los pensamientos oscuros y profanos pero cargados de amor para la dueña de su muerto corazón –Señor la Señora ya ha llegado, ¿puedo servirles la comida ahora?- Dastan deja su refugio caminando a la chimenea arrojando ahí su bebida –Sírvala, pero solo para la señora, para mí no, solo beberé vino- la mujer sabía que aquel hombre no comía nada y todos creían que era porque ya venía cenando en otro lugar, en otra casa, pero no estaban del todo errados, venía cenando una buena mujer a la que quitó la vida sin más.
La mesa servida con las mejores comidas de toda la región aguardaba a sus comensales, bueno uno de ellos, las botellas de vino cerca del puesto del otro comensal, una mesa tan grande y dos puestos frente a frente, tan lejos donde sus ocupantes siendo un matrimonio no parecieran felices.
Mirando el fuego regresa a su asiento a esperar la digna presencia de su consorte, su odalisca, su amada, con una sonrisa en sus labios pensó en que decirle ahora, otra mentira o confrontar la verdad de su condición vampírica, al verla en la puerta le arrancó una carcajada por el trato frío que le daba, ¿se lo merecía? Tal vez, con la parsimoniosa calma característica de él se levanta del sillón hasta la dama en cuestión, toma la diestra de ella para dejar un beso en su dorso –Querida es necesario que me trates de esa forma, ¿crees que me lo merezco?- juega con la situación dejando la mano delicada de la joven humana para quedarse igual que ella recargado en el otro lado del marco de la puerta -Señora Dittmar, podremos cenar cuando gustemos, aunque ahora me gustaría saber cómo le fue a mi Señora Dittmar en su trabajo y relajarla con un buen vino y un masaje en sus hombros, pero no creo que este de humor ¿o sí?- su voz suena apagada como si le doliera la frialdad de su mujer, y claro que le dolía porque él era el culpable por no enfrentarla con la verdad.
Negó caminando de regreso a su sillón –Mandé a que sirvan, ya deben haber terminado, si gustas puedes adelantarte- con eso termina su juego.
El mazo de cartas esta sobre la mesa
Quieres jugar, o quieres jugar
Si juegas perderás
Si juegas ganarás
Si no juegas tu alma venderás.
¿Me vendes tu alma?
Quieres jugar, o quieres jugar
Si juegas perderás
Si juegas ganarás
Si no juegas tu alma venderás.
¿Me vendes tu alma?
Dastan B. Dittmar- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 21/03/2014
Re: Je ne regrette rien [Leontine Novak]
Me duele al saber
Que he sido un paso más
En tu sendero de amor
Y que te vas a marchar
Sin motivo ni razón
Lo dice mi corazón
Es fácil para ti el abandonarme
llevándote mis sentimientos
Que he sido un paso más
En tu sendero de amor
Y que te vas a marchar
Sin motivo ni razón
Lo dice mi corazón
Es fácil para ti el abandonarme
llevándote mis sentimientos
Para los ojos de los ajenos aquel matrimonio era la perfección andante, un matrimonio joven, ambos médicos reconocidos no solo en su área sino en la época, un matrimonio lleno de amor que si se le preguntaba estaba en sus planes tener hijos, sin embargo la perfección no existe… la pareja compartía el lecho, sí; pero el hombre lo compartía con cualquier mujer que se le pusiera enfrente, eso no era un secreto para la Doctora Novak, sin embargo aunque a veces quería tomar las maletas y largarse de ese lugar el amor que aun sentía por él le impedía tomar una decisión tan radical.
El día había sido largo y difícil lo único que la mujer quería era llegar a casa y tomar una gran copa de vino antes de acostarse, no deseaba comenzar una nueva discusión con su marido mucho menos porque esa misma tarde le fue entregado un telegrama de su madre hablándole sobre que una vecina de ella diez años menor que Leontine había tenido un hijo esa misma tarde y que la familia estaba orgullosa, un modo muy sutil de decirle a Leone que era momento de que tuviera un hijo si no quería que las habladurías comenzarán, porque claro como mujer siempre sería su responsabilidad.
Lo miro acercarse y no pudo más que aguantar la respiración era muy difícil sentir lo que ella sentía a esa altura de su matrimonio, las ganas de besarlo y decirlo mucho que lo extraño pero su aroma le recordaba los lugares donde había estado antes de llegar a su hogar, Leontine suspiró se sentía culpable por haberle hablado de ese modo sin embargo no se disculpó solo llevo las manos hasta sus sienes y las masajeo cuando le vio volver a ese viejo sillón, estuvo a punto de dar media vuelta y dirigirse a la cena como muchas veces antes había hecho pero esta noche no.
– Dastan, esta tarde recibí una carta de mi madre, la hija de los Johnson ha tenido un enorme y sano varón – se mordió el labio antes de atreverse a continuar mientras se acercaba hasta él siendo ella quien rodeara su cuello por la espalda besando su nuca, aspiró su aroma y volvió a notar el olor a perfume barato, no quería pelear, no debía pelear.
Aguantó la respiración volviendo a besar debajo de su oreja acariciando con sus labios la piel fría de su marido – He estado pensando en ser padres… antes no lo habíamos hablado tanto como ahora, me gustaría ser madre – acaricia sus hombros y comienza a masajearlos cerrando levemente los ojos para no perder el control y discutirle algo – ¿No te gustaría ver aun pequeño correr por las habitaciones cuando sus padres llegan a casa? ¿O a una pequeña niña bailar y andar a caballo? – suspira haciendo que girara para volver a rodear su cuello con ambos brazos rozando con lentitud sus labios – Por favor… - susurra bajo esperando que esta vez su sueño se convirtiera en realidad…
El día había sido largo y difícil lo único que la mujer quería era llegar a casa y tomar una gran copa de vino antes de acostarse, no deseaba comenzar una nueva discusión con su marido mucho menos porque esa misma tarde le fue entregado un telegrama de su madre hablándole sobre que una vecina de ella diez años menor que Leontine había tenido un hijo esa misma tarde y que la familia estaba orgullosa, un modo muy sutil de decirle a Leone que era momento de que tuviera un hijo si no quería que las habladurías comenzarán, porque claro como mujer siempre sería su responsabilidad.
Lo miro acercarse y no pudo más que aguantar la respiración era muy difícil sentir lo que ella sentía a esa altura de su matrimonio, las ganas de besarlo y decirlo mucho que lo extraño pero su aroma le recordaba los lugares donde había estado antes de llegar a su hogar, Leontine suspiró se sentía culpable por haberle hablado de ese modo sin embargo no se disculpó solo llevo las manos hasta sus sienes y las masajeo cuando le vio volver a ese viejo sillón, estuvo a punto de dar media vuelta y dirigirse a la cena como muchas veces antes había hecho pero esta noche no.
– Dastan, esta tarde recibí una carta de mi madre, la hija de los Johnson ha tenido un enorme y sano varón – se mordió el labio antes de atreverse a continuar mientras se acercaba hasta él siendo ella quien rodeara su cuello por la espalda besando su nuca, aspiró su aroma y volvió a notar el olor a perfume barato, no quería pelear, no debía pelear.
Aguantó la respiración volviendo a besar debajo de su oreja acariciando con sus labios la piel fría de su marido – He estado pensando en ser padres… antes no lo habíamos hablado tanto como ahora, me gustaría ser madre – acaricia sus hombros y comienza a masajearlos cerrando levemente los ojos para no perder el control y discutirle algo – ¿No te gustaría ver aun pequeño correr por las habitaciones cuando sus padres llegan a casa? ¿O a una pequeña niña bailar y andar a caballo? – suspira haciendo que girara para volver a rodear su cuello con ambos brazos rozando con lentitud sus labios – Por favor… - susurra bajo esperando que esta vez su sueño se convirtiera en realidad…
Leontine Novak- Humano Clase Alta
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 08/03/2014
Re: Je ne regrette rien [Leontine Novak]
Te entrego todo sin demora
La prisa me lleva a amarte con locura
No me niegues aquello que añoro con desvelo
Tu amor y tu compañía junto a mi muero corazón
Que no ves que por ti muero?
Que sin ti no ansió vivir?
Eres mi todo y a la vez mi nada
Porque solo por ti mi alma…
Mi alma sola…marchita…llora.
La prisa me lleva a amarte con locura
No me niegues aquello que añoro con desvelo
Tu amor y tu compañía junto a mi muero corazón
Que no ves que por ti muero?
Que sin ti no ansió vivir?
Eres mi todo y a la vez mi nada
Porque solo por ti mi alma…
Mi alma sola…marchita…llora.
Sueños, sueños anhelado y ansiados tanto por el inmortal vampiro que hace décadas y siglos enterró en las arenas aquellas ilusiones de la formada familia, y justo en aquel momento de su vida antigua y cómoda nuevamente volvía a recodar, pero esta vez no solo vino a su mente aquellas ideas de humano de tener hijos si no también los recuerdos de cuando era un niño, un joven que vivió dentro de una familia hasta que el monstruo tomó lo que más anhelaba de él, su vida, la que le había dado ella su propia madre ahora se la arrebataba; la sangre gotear, el sonido de su ser querido tomando su sangre junto al aroma de la misma sobre sus labios y ese dolor, el ardor de su pecho y el dolor de sus huesos al despertar como un vampiro.
El ceño se función, todos sus músculos se tensaron con la noticia que su esposa ahora el daba, el vampiro no tenía idea de cómo o qué responderle, siempre le fue sincero aun cuando le ocultaba todo su pasado a su hermosa humana incluso el secreto de sangre de su familia, su madre, su “gemelo”, todo de él. Dastan toma las manos de su amada esposa retirándolos de su cuello –Leontine, por qué ahora?- suspiró pesadamente acercándose a ella, arrastrando los pies sobre la alfombra cara, le tomó de la cintura atrayéndola a su cuerpo, la nariz la pasa por aquel cuello elegante, verdad es que hace varias lunas no tocaba el vampiro a su mujer pero es por su propia condición y teme lastimarla durante el sexo como lo hace con las vulgares cuando toma su sangre en éxtasis –Ansío ver a un pequeño o pequeña correr cuando llegue a casa de noche pero no quiero que te alejes de tu pasión de doctora, no quiero verte marchita como una ama de casa más, yo me enamoré de ti por esa fuerza, además nuestros hijos pasaría el mayor tiempo solos, no quiero que se eduquen con niñeras ni institutrices baratas- besa aquel cuello en un frío pero cálido y amorosa muestra de amor.
La mira conteniendo la respiración, él sabe por qué –Cena, cena y hablaremos durante tu cena sobre esto que pides, tengo que darme un baño, las pacientes siempre terminan abrazándome y sé que no te agrada su aroma- juega con ella tomando su mentón para dejar un beso en sus labios –My ghazala, dime solo por qué, por qué, es que acaso los dos no somos suficientes, un amor de luna de miel bajo las lunas del desierto- le toma de las mejillas juntando ambas frentes con el rostro entre molesto y ensimismado por la noticia. Se aleja de ella retirándose la corbata para subir las escaleras –Come y no es una petición si vamos a hablar de bebes entonces come primero que luego bajo y hablamos- sentenció con la autoridad de un esposo que ahora enfrenta el mayor dilema de su vida.
Dastan B. Dittmar- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 21/03/2014
Re: Je ne regrette rien [Leontine Novak]
Et je pense à ces instants fragiles,
ces quelques jours tout pret de toi,
et je reviens seule,
sur cette ile puisque la vie passe...
sans toi.
ces quelques jours tout pret de toi,
et je reviens seule,
sur cette ile puisque la vie passe...
sans toi.
No eran un matrimonio típico, eso estaba claro, ambos habían encontrado en el otro lo que les hacía falta, Leontine nunca pensó en casarse y tener hijos, sobre todo porque los hombres que había conocido durante toda su vida eran el típico hombre machista que quería ver a su mujer de ama de casa, una mujer que esperara en casa en compañía de sus hijos mientras su marido le era infiel con todo Paris, no, ella era independiente, podía vivir sola y sobresalir con sus conocimientos, lo había hecho toda su vida.
¿Creía en el amor? Por supuesto que sí, pero no lo buscaba, era por eso que se había enamorado ciegamente de ese hombre, no era un matrimonio por conveniencia, estaba enamorada en verdad de él, era por eso mismo que seguía a su lado, cuando muchas veces se sentía sola, porque apenas un roce de su mano en su mejilla era suficiente para hacerla feliz… pobre tonta.
Sin embargo ahora mismo la idea de tener un hijo era lo único que ocupaba la cabeza de Leontine, ¿no se suponía que los niños unían más los matrimonios? ¿No era lo que se esperaba que pasara? Que ambos pensaran que era momento de formar una familia, no solo ser una pareja de luna de miel… ¿en verdad era lo que le estaba pidiendo? Se quedó callada, mientras oía cada una de sus palabras, solo se mordía el labio inferior con fuerza de un momento a otro como siguiera haciendo presión empezaría a sangrarle, ¿tan difícil era para él aceptar que hubiera un pequeño en su matrimonio?
Frunció el ceño volviendo a girar para darle la espalda mientras aquel hombre subía las escaleras, una parte de ella quería tomar un costoso jarrón y aventarlo en su dirección estallar en lágrimas y gritos, pero esa era la Leontine que no podía aparecer ahora, aunque no lo aceptara que “rechazara” la idea de tener un hijo con ella le había lastimado más que un millar de puñales atravesándole, al menos así se sentía ahora.
Camino hasta el comedor y espero que le llevaran la cena, al parecer como todos los días cenaría sola de nuevo, una de sus mucamas llevo todo hasta la mesa, sonrió de medio lado y se alejó de la habitación, Leontine agradeció esa soledad, pues le hacía pensar en todo lo que estaba pasando.
Tomó de su copa varias veces y la volvió a llenar unas cuantas más, al menos el alcohol le haría perder un poco los nervios y las ganas de matarle, porque en ese momento le odiaba… tanto como llegaba a amarlo.
¿Creía en el amor? Por supuesto que sí, pero no lo buscaba, era por eso que se había enamorado ciegamente de ese hombre, no era un matrimonio por conveniencia, estaba enamorada en verdad de él, era por eso mismo que seguía a su lado, cuando muchas veces se sentía sola, porque apenas un roce de su mano en su mejilla era suficiente para hacerla feliz… pobre tonta.
Sin embargo ahora mismo la idea de tener un hijo era lo único que ocupaba la cabeza de Leontine, ¿no se suponía que los niños unían más los matrimonios? ¿No era lo que se esperaba que pasara? Que ambos pensaran que era momento de formar una familia, no solo ser una pareja de luna de miel… ¿en verdad era lo que le estaba pidiendo? Se quedó callada, mientras oía cada una de sus palabras, solo se mordía el labio inferior con fuerza de un momento a otro como siguiera haciendo presión empezaría a sangrarle, ¿tan difícil era para él aceptar que hubiera un pequeño en su matrimonio?
Frunció el ceño volviendo a girar para darle la espalda mientras aquel hombre subía las escaleras, una parte de ella quería tomar un costoso jarrón y aventarlo en su dirección estallar en lágrimas y gritos, pero esa era la Leontine que no podía aparecer ahora, aunque no lo aceptara que “rechazara” la idea de tener un hijo con ella le había lastimado más que un millar de puñales atravesándole, al menos así se sentía ahora.
Camino hasta el comedor y espero que le llevaran la cena, al parecer como todos los días cenaría sola de nuevo, una de sus mucamas llevo todo hasta la mesa, sonrió de medio lado y se alejó de la habitación, Leontine agradeció esa soledad, pues le hacía pensar en todo lo que estaba pasando.
Tomó de su copa varias veces y la volvió a llenar unas cuantas más, al menos el alcohol le haría perder un poco los nervios y las ganas de matarle, porque en ese momento le odiaba… tanto como llegaba a amarlo.
Leontine Novak- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 08/03/2014
Re: Je ne regrette rien [Leontine Novak]
Subió las escaleras el vampiro que con pasos pesados se dirigió a su habitación, un lugar que albergaba la vida matrimonial de aquella pareja, una cama que conforma el lecho, uno que no es más que solo pasar acostados juntos en su mente divagaba ¿hace cuánto que no tocaba a su esposa? ¿Cuándo fue la última vez que beso aquellos labios con suma pasión? En los recuerdos perdidos iba dejando caer cada una de sus prendas al suelo dando paso a nuevos pensamientos, unos que lo enfurecieron por completo.
Tomando aquella ducha con el agua mojando sus cabellos y cuerpo, sobre todo aquel torso cuyas gotas apenas y se mantenían en su lugar, el puño de él se clavó con fuerza en la pared del cuarto de baño rompiendo aquellos azulejos con su sangre corriendo junto al agua, su ira va creciendo, pero no es contra alguien en específico si no por todo lo ocurrido con su amada esposa, con él con todo.
El enorme reloj del salón de la entrada da las campanadas, baja por aquellas escaleras el dueño de la propiedad con un traje impecable, como si fuera a salir nuevamente, aunque todo dependería del flujo de la conversación pendiente, trata de tomar la respiración inexistente a su cuerpo para cubrir las sospechas de su condición, sus ojos cerrados esperando encontrar a la furia personificada en su esposa, ingresa tomando asiento frente a ella, observándola sin decir palabra alguna, solo la mira beber una y otra copa de vino, hasta que él mismo se levanta llegando a donde ella, con toda la calma posible, retira aquella copa de veneno para tomarle el mentón
-Leontine Novak, aun quieres un hijo de nosotros- esa palabras eran como cuchillas de plata clavándose en su muerto corazón, como decirle a su gran amor que él no podrían nunca darle ese sueño, que no podría su semilla concebir el fruto de su amor. No, no se atrevía a decirle eso, la amaba y no dejaría que nada la aleje de él, aun cuando fuera él mismo; acerco los labios a los de ella, ansiaba besarla y que toda esa ira se batallara sobre el lecho intacto pero antes de siquiera poder probar el elixir de su shaitan, la doncella de la mansión aparece con un sobre en la mano –Monsieur Dittmar, esto ha llegado para usted- una carta, el aroma conocido del cálido desierto le anuncia que es alguien que ha evitado por años.
Y lo que pensaba era, entre sus manos aquel papel se arrugo y solo una palabra de saludo estaba, anunciándose ante el vampiro quien opto por sentarse con el ceño fruncido –entonces ahora, habla Leontine, dime porque quieres justo ahora un hijo- su ira estaba desbocada junto a los restos que tenía en su puño que golpeo la mesa, sus ojos estaban cambiado al tono rojo pero los controlo -Acaso te ves como una de esas viejas aburridas y atadas a matrimonios infelices, quieres quedarte en casa cuidando solo hijos y el hogar, dejar todo para que por un hijo, el cual nos alejara y me enviará a los que más odias, si a esos burdeles a encontrar a esas mujeres que me darán lo que tu no porque estarás tan cansada que no atenderás a tu esposo, tienes todo aquí, mi atención y mi amor, ¿qué más quieres? no eres feliz acaso con todo eso- señala todo le lugar pero en su mente solo rezaba “todo por un hijo que no te pudo dar nunca” sumando eso con la presentación de un desconocido en un papel que en segundos dejaría de existir, la ira del vampiro estaba por mostrarse ante todos.
Ira, nervios, decepción y amor emociones encontradas que se unían en un solo ser creando un caos y confusión. Quería tomar a la mujer del cuello y beber de ella solo para mostrarle la clase de bestia de era, pero sobre todo para protegerla de aquel familiar que se estaba acercando a ellos.
Tomando aquella ducha con el agua mojando sus cabellos y cuerpo, sobre todo aquel torso cuyas gotas apenas y se mantenían en su lugar, el puño de él se clavó con fuerza en la pared del cuarto de baño rompiendo aquellos azulejos con su sangre corriendo junto al agua, su ira va creciendo, pero no es contra alguien en específico si no por todo lo ocurrido con su amada esposa, con él con todo.
El enorme reloj del salón de la entrada da las campanadas, baja por aquellas escaleras el dueño de la propiedad con un traje impecable, como si fuera a salir nuevamente, aunque todo dependería del flujo de la conversación pendiente, trata de tomar la respiración inexistente a su cuerpo para cubrir las sospechas de su condición, sus ojos cerrados esperando encontrar a la furia personificada en su esposa, ingresa tomando asiento frente a ella, observándola sin decir palabra alguna, solo la mira beber una y otra copa de vino, hasta que él mismo se levanta llegando a donde ella, con toda la calma posible, retira aquella copa de veneno para tomarle el mentón
-Leontine Novak, aun quieres un hijo de nosotros- esa palabras eran como cuchillas de plata clavándose en su muerto corazón, como decirle a su gran amor que él no podrían nunca darle ese sueño, que no podría su semilla concebir el fruto de su amor. No, no se atrevía a decirle eso, la amaba y no dejaría que nada la aleje de él, aun cuando fuera él mismo; acerco los labios a los de ella, ansiaba besarla y que toda esa ira se batallara sobre el lecho intacto pero antes de siquiera poder probar el elixir de su shaitan, la doncella de la mansión aparece con un sobre en la mano –Monsieur Dittmar, esto ha llegado para usted- una carta, el aroma conocido del cálido desierto le anuncia que es alguien que ha evitado por años.
Y lo que pensaba era, entre sus manos aquel papel se arrugo y solo una palabra de saludo estaba, anunciándose ante el vampiro quien opto por sentarse con el ceño fruncido –entonces ahora, habla Leontine, dime porque quieres justo ahora un hijo- su ira estaba desbocada junto a los restos que tenía en su puño que golpeo la mesa, sus ojos estaban cambiado al tono rojo pero los controlo -Acaso te ves como una de esas viejas aburridas y atadas a matrimonios infelices, quieres quedarte en casa cuidando solo hijos y el hogar, dejar todo para que por un hijo, el cual nos alejara y me enviará a los que más odias, si a esos burdeles a encontrar a esas mujeres que me darán lo que tu no porque estarás tan cansada que no atenderás a tu esposo, tienes todo aquí, mi atención y mi amor, ¿qué más quieres? no eres feliz acaso con todo eso- señala todo le lugar pero en su mente solo rezaba “todo por un hijo que no te pudo dar nunca” sumando eso con la presentación de un desconocido en un papel que en segundos dejaría de existir, la ira del vampiro estaba por mostrarse ante todos.
Ira, nervios, decepción y amor emociones encontradas que se unían en un solo ser creando un caos y confusión. Quería tomar a la mujer del cuello y beber de ella solo para mostrarle la clase de bestia de era, pero sobre todo para protegerla de aquel familiar que se estaba acercando a ellos.
Dastan B. Dittmar- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/03/2014
Re: Je ne regrette rien [Leontine Novak]
Lo siento,
tu amor me hace daño,
y esto no puedes ya arreglarlo,
Pero amor como el mío no hallarás por ahí,
porque este amor apuesta hasta por mi
tu amor me hace daño,
y esto no puedes ya arreglarlo,
Pero amor como el mío no hallarás por ahí,
porque este amor apuesta hasta por mi
- ¿En verdad tienes el valor para hablarme de ese modo? -. lo miro a los ojos aun desconcertada por sus palabras, era verdad que tenían mucho tiempo sin compartir el lecho, también de las sospechas de engaño que había tenido sobre él, que parecía que prefería estar con alguien más que con su esposa, pero quien se creía que era para hablarle de ese modo, Leontine estaba a punto de explotar a esas alturas, el vino que había tomado había causado su efecto y podía notar el calor en sus mejillas.
- ¿te crees tú que no podría con todo? Mi hijo sería mi prioridad y también mi trabajo porque es algo que me llena, que me complementa – se levanto de su asiento y se separó unos pasos de él, era lo mejor o estaría por reventarle en la cara una bofetada contenida de todo lo que sentía en ese momento – Se supone que esa fuerza mía, eso te enamoró de mi, que no soy como las mujeres del montón de esas que conoces muy bien – su voz iba en crecimiento que ya no era una plática normal, era una discusión, le dolía en el alma que el hombre que amaba no quisiera darle un hijo, ¿qué era ella un mueble más para él? Si, un estúpido bien como lo era esa mansión y el hospital donde ambos trabajaban.
Nuevamente la idea de largarse de su lado y volver a su natal Inglaterra la invadió, después de todo solo permanecía en Francia por él, se acercó hasta él a unos centímetros de su rostro con la mano levantada a punto de golpearle pero no se atrevió sus ojos se llenaron de lágrimas, estúpido alcohol, había conseguido bajar sus defensas. – No entiendo cuál es el problema de que concibamos un hijo, después de todo somos personas adultas, tenemos una buena vida – llevo esa mano levantada hasta su propio rostro limpiando las pequeñas gotas que emanaban de sus ojos, miró hacia arriba intentando calmar sus emociones.
- ¿Realmente? No estoy preocupada por tener un hijo o no, creo que llegará en el momento que tenga que llegar, pero no esperaba que esta fuera tu contestación, que estos fueran tus sentimientos contra algo que nos uniría más como marido y mujer, pero ahora entiendo que este matrimonio no te interesa – se reía, claro que lo hacía de la impotencia que sentía, se separó de él y levanto una mano indicándole que no le quería cerca por ahora solo quería subir a su habitación y meditar, romper en lagrimas como no se permitió hasta ese momento.
- ¿te crees tú que no podría con todo? Mi hijo sería mi prioridad y también mi trabajo porque es algo que me llena, que me complementa – se levanto de su asiento y se separó unos pasos de él, era lo mejor o estaría por reventarle en la cara una bofetada contenida de todo lo que sentía en ese momento – Se supone que esa fuerza mía, eso te enamoró de mi, que no soy como las mujeres del montón de esas que conoces muy bien – su voz iba en crecimiento que ya no era una plática normal, era una discusión, le dolía en el alma que el hombre que amaba no quisiera darle un hijo, ¿qué era ella un mueble más para él? Si, un estúpido bien como lo era esa mansión y el hospital donde ambos trabajaban.
Nuevamente la idea de largarse de su lado y volver a su natal Inglaterra la invadió, después de todo solo permanecía en Francia por él, se acercó hasta él a unos centímetros de su rostro con la mano levantada a punto de golpearle pero no se atrevió sus ojos se llenaron de lágrimas, estúpido alcohol, había conseguido bajar sus defensas. – No entiendo cuál es el problema de que concibamos un hijo, después de todo somos personas adultas, tenemos una buena vida – llevo esa mano levantada hasta su propio rostro limpiando las pequeñas gotas que emanaban de sus ojos, miró hacia arriba intentando calmar sus emociones.
- ¿Realmente? No estoy preocupada por tener un hijo o no, creo que llegará en el momento que tenga que llegar, pero no esperaba que esta fuera tu contestación, que estos fueran tus sentimientos contra algo que nos uniría más como marido y mujer, pero ahora entiendo que este matrimonio no te interesa – se reía, claro que lo hacía de la impotencia que sentía, se separó de él y levanto una mano indicándole que no le quería cerca por ahora solo quería subir a su habitación y meditar, romper en lagrimas como no se permitió hasta ese momento.
Leontine Novak- Humano Clase Alta
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Re: Je ne regrette rien [Leontine Novak]
He sido un tonto por no darme cuenta
Que a la mujer que tengo es a quien amo
No puedo ser más idiota como ahora
Por dejarte de mi lado partir sin pelear por ti.
Que a la mujer que tengo es a quien amo
No puedo ser más idiota como ahora
Por dejarte de mi lado partir sin pelear por ti.
El destino cruel y maldito en sus juegos de azar le estaba en ese preciso momento jugando una partida muy amarga y molestosa al Dastan el cual respondía con el crujido de sus puños y el de su sus dientes, la ira lo estaba gobernando y por Ala que si se dejaba cegar por el mismo Seth aquella mansión ardería tanto que sería acusado por todos en la ciudad, buscó la calma pero a cada segundo que trascurría se le hacía aún más agónico para él soportar las palabras de su mujer, su indiferencia, esa mirada y sobre todo esa estúpida petición de tener un hijo, un descendiente que de sus entrañas no saldría porque su semilla ya no está para fecundar la tierra fértil de su mujer. Cada una de sus respuestas eran puñales, dagas con venenos de sapos ponzoñosos que se clavaban con el ardiente metal de la plata en su frío ser, más y más a dentro retorciéndose lentamente y luego siendo retirada con suma violencia desangrándose hasta las manos de Shaitan; sí eso la única persona que podía lograr hacerle sentir ello al doctor era su querida esposa, ella era quien lograba que perdiera la razón tan fácil, y eso era algo difícil de lograr pero Leontine tenía un extraño poder que era el “amor”; se levantó cual lobo directo a su presa a tomarla y devorarla pero ella supo plantarlo en seco a sus intenciones, pero… ¡Acaso ella pensaba que la dejaría irse así no más!, claro que no, si algo quería en ese momento Dastan era apearla junto a él y destruir el lugar para hacerle saber que ella estaba equivocada en todo.
Le dejó marcharse unos cuantos pasos y solo sonrió, su media sonrisa mostraba su lado oculto, aquella forma siniestra de mostrar sus blancos dientes y colmillos, ¡Oh ahora estaba listo para dar su veredicto a su mujer!, se levantó y en segundos estuvo atrás de ella tirándola de sus ropas directo a sus brazos la cargó con fuerza aun cuando ella lo evitaba y buscaba alejarlo no le importo recibir golpes o lo que le diera, lo soporto, la dejó sobre la mesa tirando todo y antes de hacer o decirle algo, golpeo con sus puños aquella madera oscura que conformaba la mesa haciéndola crujir en amenaza de romperse, elevó las manos tomando las mejillas de ella para que no le bajase la mirada o se la esquive –No quiero un hijo porque no te quiero compartir, no entiendes que un hijo me aleja de ti, que cada ves que miras a esos niños ansiando que tu vientre crezca y que tenga todo ello que las…– acalló sus palabras, no podía delatarse a su condición –Que las mujeres tienen en sus etapa de gestación me aleja de ti porque querrás a ese niño más que a mi, porque no tendrás motivo para estar conmigo– y fue ahí, entonces justo en ese momento la beso sin importarle nada empujándola contra la mesa tirando las copas y la comida al suelo.
Un beso tan pasional y posesivo, todo el desenfreno se desató ahí, sabía que su mujer lo odiaría pero, del odio al amor existe una delgada y fina línea que se puede romper y eso quería, lo anhelaba tanto que se permitió romper el beso mirando a su mujer, observando aquellos ojos y ahí estaba la respuesta, su decepción por los secretos y mentiras que él alberga sobre su vida y todo ello lo enfureció tanto que golpeo su palma diestra en el lado zurdo del rostro de Leontine, un golpe que se recoge en su puño contra la madera que se ha quebrado por la fuerza dejando un agujero y algo de sangre en su mano –Por qué, un hijo, si no dejas ni que te toque y menos que te aprecie desnuda como concebiremos un hijo si no puedo ni tocarte, si no quieres cada noche que te bese, si dormimos juntos es por pocos segundos, o solo lo haces para…– calló, su silencio fue su condena –Tu fuerza me desarma y me ata, me enloquece, esa fue la razón por la que quise casarme contigo– una pequeña sonrisa con un deje de tristeza –tus ojos brillan a diferencia de otras mujeres, porque eres distinta a ellas, frontal y verdadera…quizás ellos no te ven como yo a ti porque no pueden ver tu alma como yo lo hago por eso es que te amo, porque tu alma es mi perdición, no me importa una rostro o culo bonito que se pavonee frente a mí, no quiero a la mujer más zorra y o más lastimera de este mundo solo quiero a mi fuerte y guerrera mujer que es capaz de obligarme a romper toda esa sala con tal de robarle un beso, y te juro Leontine que si esta noche no retozas conmigo en nuestro lecho toda la mansión se verá destruida y tu igual serás mía– le tomó del cuello besándole en un tiento.
Era su perdición, su lamento y su amor.
Dastan B. Dittmar- Vampiro Clase Alta
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Re: Je ne regrette rien [Leontine Novak]
“He estado recordando los momentos que te di,
Cuantos tú me diste
y porque ahora estoy aquí sentada en el suelo
Pensando que te quiero,
que te quise tanto y que tu amor me es necesario”
Cuantos tú me diste
y porque ahora estoy aquí sentada en el suelo
Pensando que te quiero,
que te quise tanto y que tu amor me es necesario”
Esa mansión era testigo no solo de momentos tan amargos como aquella ocasión, no… en el pasado eran testigos de muestras de amor en cualquier habitación, en la cocina, en la sala, en los jardines bajo la luz de la luna, dos amantes que se entregaban uno al otro en cada momento, solo una caricia bastaba para que Leontine supiera que era el hombre de su vida.
Pero todo eso se había quedado en el pasado ahora, solo eran gritos, retos entre ambos por ver quien llevaba el poder, esto era el amor últimamente para ellos, un cumulo de odio que crecía y se convertía en dolor, si ella fuera uno de sus pacientes hace mucho se hubiera recomendado alejarse de aquel hombre que solo la hacía infeliz, pero no se atrevía hacerlo porque el amor que sentía era mucho más fuerte, los momentos felices debían valer de algo ¿no?, no podía dejarlos solo en un cajón.
Aquel hombre la tomo en brazos y la obligo a tumbarse sobre la mesa, Leontine golpeo con fuerza su pecho frío pero no sirvió de nada, lo miró burlona sin poder evitarlo, cuando la beso de aquel modo, un beso no puede callar a mi corazón pensó para sí misma, lo oyó hablar por hablar, solo eran palabras vacías un ruido que entraba por un oído y salía por el otro, no podía comparar nunca el amor de una madre al amor de pareja ¡No es lo mismo!, no dijo nada, su mirada hablaba por ella hasta que sintió el golpe en su mejilla haciéndola voltear el rostro hacia ese lado, no esperaba que la golpeara y eso no se quedaría de ese modo, no tardo en regresarle el golpe en la mejilla con fuerza.
Esta vez no pudo evitar las lagrimas, un par rodaron por sus mejillas y se sintió la mujer más estúpida del mundo por hacerlo, por mostrarse débil ante aquel hombre, aun así intento sonreír y mantener el rostro sereno - ¿eso es lo que quieres? ¿Tenerme en tu cama? – llevó la mano entre ambos cuerpos para buscar su pantalón, con dificultad lo desabrocho, esta vez se sentó bien sobre la mesa rodeando el cuerpo masculino con ambas piernas, buscando la posición perfecta para masturbarlo, lo suficiente para encontrar su erección - ¿Esto es lo que quieres? – pregunto de nuevo, esta vez con un tono lascivo, beso sus labios con fuerza sin dejar de estimularlo.
Se separó lo justo para poder quitarse ella misma el pantalón que portaba junto con la ropa interior, ahora ella también libre de ropa en la parte baja, acerco más la pelvis masculina contra su propia pelvis buscando que la penetrara, cuando lo consiguió gimió levemente, moviendo las caderas contra las suyas, compensando el ritmo con el del vampiro, jadeo en su oído moviendo un poco más rápido las caderas, pero no le permitió acabar, sino que busco zafarse de ese agarre aunque con dificultad lo consiguió tomándole de la barbilla para que la mirara
– Espero que lo hayas disfrutado, porque de mi parte es lo único que tendrás… y si quieres derribar la casa, matarme e incluso violarme, pero de mí nunca conseguirás que vuelva a estremecerme entre tus brazos, porque no te mereces lo que te di – lo soltó subiéndose el pantalón de un tiro al ponerse de pie.
Pero todo eso se había quedado en el pasado ahora, solo eran gritos, retos entre ambos por ver quien llevaba el poder, esto era el amor últimamente para ellos, un cumulo de odio que crecía y se convertía en dolor, si ella fuera uno de sus pacientes hace mucho se hubiera recomendado alejarse de aquel hombre que solo la hacía infeliz, pero no se atrevía hacerlo porque el amor que sentía era mucho más fuerte, los momentos felices debían valer de algo ¿no?, no podía dejarlos solo en un cajón.
Aquel hombre la tomo en brazos y la obligo a tumbarse sobre la mesa, Leontine golpeo con fuerza su pecho frío pero no sirvió de nada, lo miró burlona sin poder evitarlo, cuando la beso de aquel modo, un beso no puede callar a mi corazón pensó para sí misma, lo oyó hablar por hablar, solo eran palabras vacías un ruido que entraba por un oído y salía por el otro, no podía comparar nunca el amor de una madre al amor de pareja ¡No es lo mismo!, no dijo nada, su mirada hablaba por ella hasta que sintió el golpe en su mejilla haciéndola voltear el rostro hacia ese lado, no esperaba que la golpeara y eso no se quedaría de ese modo, no tardo en regresarle el golpe en la mejilla con fuerza.
Esta vez no pudo evitar las lagrimas, un par rodaron por sus mejillas y se sintió la mujer más estúpida del mundo por hacerlo, por mostrarse débil ante aquel hombre, aun así intento sonreír y mantener el rostro sereno - ¿eso es lo que quieres? ¿Tenerme en tu cama? – llevó la mano entre ambos cuerpos para buscar su pantalón, con dificultad lo desabrocho, esta vez se sentó bien sobre la mesa rodeando el cuerpo masculino con ambas piernas, buscando la posición perfecta para masturbarlo, lo suficiente para encontrar su erección - ¿Esto es lo que quieres? – pregunto de nuevo, esta vez con un tono lascivo, beso sus labios con fuerza sin dejar de estimularlo.
Se separó lo justo para poder quitarse ella misma el pantalón que portaba junto con la ropa interior, ahora ella también libre de ropa en la parte baja, acerco más la pelvis masculina contra su propia pelvis buscando que la penetrara, cuando lo consiguió gimió levemente, moviendo las caderas contra las suyas, compensando el ritmo con el del vampiro, jadeo en su oído moviendo un poco más rápido las caderas, pero no le permitió acabar, sino que busco zafarse de ese agarre aunque con dificultad lo consiguió tomándole de la barbilla para que la mirara
– Espero que lo hayas disfrutado, porque de mi parte es lo único que tendrás… y si quieres derribar la casa, matarme e incluso violarme, pero de mí nunca conseguirás que vuelva a estremecerme entre tus brazos, porque no te mereces lo que te di – lo soltó subiéndose el pantalón de un tiro al ponerse de pie.
Leontine Novak- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 08/03/2014
Re: Je ne regrette rien [Leontine Novak]
Te necesito como el aire el humano,
Te quiero tanto como quiere el poeta a su escrito
Mi corazón por ti late aun cuando esté muerto.
No ves que me deshago si no estás a mi lado?
Mírame, mira lo que soy, no soy nada sin ti.
Te daría todo, todo lo que me pidas incluso mi vida.
Te quiero tanto como quiere el poeta a su escrito
Mi corazón por ti late aun cuando esté muerto.
No ves que me deshago si no estás a mi lado?
Mírame, mira lo que soy, no soy nada sin ti.
Te daría todo, todo lo que me pidas incluso mi vida.
Cuantas noches y días no había esperado aquello, cuantas noches no le suplicó a shaitan porque le quitará aquel espejismo de los recuerdos pasados, miles de veces le hubiera llorado al mismísimo Ala, que de él se había olvidado ya hace miles de arenas, pero que ahora valía porque su corazón latía por aquella mujer. Una humana quizás para muchos seres y hombres era solo una mujer a la cual uno tenía que domar luego del matrimonio obligándola a que cumpla nuestros caprichos maritales, pero no, para Dastan pues aquella mujer era todo lo que quería, era su corazón.
Extraño decir pero eso era la doctora Novak, Dastan había depositado su corazón muerto en ella porque era la digna mujer que quería por toda la eternidad, aguerrida, luchadora, sensible y sobre todo amante innata. Cuantas veces no la seducía con palabras y frases hermosas, cuantas veces no tomaba su mano para sentir solo el dulce néctar de la vida que quería tener. Pero ahora todo quedaba en cenizas, todo quedaba en nada.
En su mente estaba dejarla, que se fuera de su lado a ser feliz, pero él sabía que si ella partía de su lado él se iría con ella a la muerte directa, con su propia voluntad se entregaría al sol, por su desdicha iría a la inquisición a entregar su cabeza porque ya nada tendría sentido y por eso su comportamiento egoísta que le llevo a tomar aquellos impulsos que ahora eran correspondidos y que le hacían gruñir, estaba volviendo a amar con aquellos Los labios uniéndose, las manos del vampiro sobre la piel de su esposa llevándola a moverse lentamente ver aquel cuerpo que tanto le atrae cerca de él casi al punto de sentir el plenitud de un éxtasis con sus manos alcanzando a conquistar aquel par de montañas que adora verlas, iba creciendo, aumentando el deseo y…se bajó.
Así como vino todo violento y rápido se había marchado, la mujer se había levantado, lo había dejado por el bien de ella, le había manifestado su ahora ¿odio?.
Apoyó las manos sobre la mesa ¿Qué podía hacer?, su cabeza armaba lo más lógico posible, quizás era hora de dejar de actuar por sus intereses, la amaba, la ama demasiado. Un suspiro profundo para arreglar sus ropas alisándola como si no hubiera ocurrido nada, las manos al cabello peinándose como un gentleman en esa pose de hombre de negocios. Miró a su mujer sonriendo –Eso es lo que quieres Leontine?, no quieres que te toque más, está bien, ya no lucharé más por esto que siento veo que no me amas más y lo entiendo por mi comportamiento y por mis celos mezquinos de tenerte solo para mí, esto ha rebasado tu límite. - ¿Qué iba a decirle a su mujer?, sus pasos se adelantaron lento para parecer un mortal más, caminó abandonando la habitación hasta estar en el gran salón de la entrada –Pediré que lleven mis cosas a la mansión que está en las afueras, luego de un año serás libre, es todo lo que te pido, un año más siendo la esposa del Doctor Dittmar luego de ello tendrás tu libertad para que… - “vayas con los tuyos y seas feliz, mientras yo te seguiré vigilando en la noche, cuidando de ti y de los tuyos, de los hijos que no podré darte” –Para que hagas tu felicidad, mi habibe, mi ghazala, mi bella flor de loto, todo lo que me pidas te lo daré, porque solo tu felicidad me importa – suspira mirándola intentando tocar aquel rostro suavemente para poder dejar el, quizás, último beso de aquel milenio.
Su corazón estaba congelándose, está rompiéndose, estaba muriendo.
Dastan B. Dittmar- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/03/2014
Re: Je ne regrette rien [Leontine Novak]
Déjenme llorar quiero sacarlo de mi pecho
Con mi llanto apagar este fuego que arde adentro
Déjenme llorar quiero despedirme en silencio
Hacer mi mente razonar que para esto no hay remedio.
Con mi llanto apagar este fuego que arde adentro
Déjenme llorar quiero despedirme en silencio
Hacer mi mente razonar que para esto no hay remedio.
¿Puedes oír el crujir de tu corazón? Yo sí, ¿el dolor causante de los mil cuchillos que te parten en pedazos y que no hay nada que te calme? Sobre todo si es la persona que puede curarlo quien clava el cuchillo con saña hasta hacerte sangrar… Leontine había apostado toda su vida en este matrimonio, lo amaba y no importaba cuantas veces dijera que lo odiaba, el odio solo era amor cansado, amor que esperaba volver a aparecer, renacer de las cenizas como un fénix, ambos se habían hecho mucho daño a lo largo del tiempo, también se habían encargado de juntar cada uno de los pedacitos y volverlos a unir, este amor apostaba sobre todas las cosas, eso era un verdadero matrimonio.
No aquel ficticio cuento de amor que habían inventado los poetas, donde el príncipe cabalga en su caballo blanco hasta su doncella quien es custodiada por un dragón, tampoco es ese sueño pintado de oro que te trae consigo cualquier lujo que se te ocurra, eso era una mentira, la mentira que el mundo había creado para poder hablar del amor, un matrimonio era la fuerza de un hombre y una mujer, que unían sus diferencias en busca de un equilibrio, dolor y frustración por no conseguir la perfección, llegar a ella y no notarla, eso era un matrimonio y Leontine estaba enamorada de su marido.
Pero ahora mismo su deseo de convertirse en madre, en la orgullosa mujer que podía darle a su marido el regalo de la vida la estaba alejando de lo que realmente era importante, el amor hacía su marido y lo sabía podía sentir el corazón sangrar pero no dijo nada, solo se quedó en silencio mirando la escena como si fuera una extraña, quiso dar un paso al frente, pedir disculpas como una estúpida enamorada, volver a intentarlo, hacer el amor hasta el alba, solucionar los problemas enfrentar las cosas con hechos y no con reproches…
Pero no lo hizo, se mantuvo en silencio mirándolo abandonar la habitación, levantó la barbilla tan altiva como pudo, aunque sus ojos seguían secos por dentro estaban llorando, estaba por perder la única cosa además de su profesión que le importaba, con él no solo se iba el sueño de ser madre, se le iba la vida entera.
– Nunca he sido y nunca seré la señora Dittmar, siempre he sido y seré Leontine Novak, pero si lo que quieres es que la gente me considere tu mujer, será así, todo el tiempo que lo desees, un apellido, un estado civil no va a cambiar mi vida, deberías saberlo… me conoces bien – puntualizó intentando que la voz no se le rompiera, eso era imposible.
Aun seguía sin entender como era capaz de vomitar aquellas palabras de veneno, cuando lo que realmente estaba sintiendo en su pecho era la impotencia de no decirle y pedirle que se quedara una noche más, una semana más… una vida más.
FIN DEL TEMA.No aquel ficticio cuento de amor que habían inventado los poetas, donde el príncipe cabalga en su caballo blanco hasta su doncella quien es custodiada por un dragón, tampoco es ese sueño pintado de oro que te trae consigo cualquier lujo que se te ocurra, eso era una mentira, la mentira que el mundo había creado para poder hablar del amor, un matrimonio era la fuerza de un hombre y una mujer, que unían sus diferencias en busca de un equilibrio, dolor y frustración por no conseguir la perfección, llegar a ella y no notarla, eso era un matrimonio y Leontine estaba enamorada de su marido.
Pero ahora mismo su deseo de convertirse en madre, en la orgullosa mujer que podía darle a su marido el regalo de la vida la estaba alejando de lo que realmente era importante, el amor hacía su marido y lo sabía podía sentir el corazón sangrar pero no dijo nada, solo se quedó en silencio mirando la escena como si fuera una extraña, quiso dar un paso al frente, pedir disculpas como una estúpida enamorada, volver a intentarlo, hacer el amor hasta el alba, solucionar los problemas enfrentar las cosas con hechos y no con reproches…
Pero no lo hizo, se mantuvo en silencio mirándolo abandonar la habitación, levantó la barbilla tan altiva como pudo, aunque sus ojos seguían secos por dentro estaban llorando, estaba por perder la única cosa además de su profesión que le importaba, con él no solo se iba el sueño de ser madre, se le iba la vida entera.
– Nunca he sido y nunca seré la señora Dittmar, siempre he sido y seré Leontine Novak, pero si lo que quieres es que la gente me considere tu mujer, será así, todo el tiempo que lo desees, un apellido, un estado civil no va a cambiar mi vida, deberías saberlo… me conoces bien – puntualizó intentando que la voz no se le rompiera, eso era imposible.
Aun seguía sin entender como era capaz de vomitar aquellas palabras de veneno, cuando lo que realmente estaba sintiendo en su pecho era la impotencia de no decirle y pedirle que se quedara una noche más, una semana más… una vida más.
Leontine Novak- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 08/03/2014
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