Je Ne Regrette Rien - Privado

por **Jordan White** Mar Mar 01, 2016 2:37 pm

No sabía con exactitud el tiempo que había pasado recostada sobre el mármol de la planta baja abrazada a su cuerpo inerte. Mis ojos se habían cegado por completo y tan solo un sendero lúgubre era lo único que podía apreciar. En ese preciso momento una presión inexplicable se anidaba en mi pecho y las palabras serían imprescindibles para describir ese sentimiento de pérdida. Heinrich se marchaba para siempre de mi vida enmarcando un momento más de tragedia en mi inútil existencia. Había llegado a la cima, el poder y la gloria llegaron a manos llenas. Sin embargo aquella teoría de algo llamado “Dios” insistía en joderme, en arrebatarme aquel regalo que la oscuridad me había enviado una noche lluviosa en el burdel.

Desperté sobresaltada. Había perdido la noción del tiempo, después del último trago de whiskey cedí al cansancio y la poca cordura que aún conservaba. ¿Qué hora es? El áspero sonido de las manecillas me aturdía. Un par de minutos antes de las 9. Cuando erguí mi cuerpo pasé por mis manos un par de cartas y boletines, fue entonces cuando noté la invitación a un evento en el Palacio Royal. Rodé los ojos y no pude evitar soltar una risa en tono bajo. Heinrich y yo solíamos evitar ese tipo de congregaciones, únicamente cuando se necesitaba cerrar un negocio nos veíamos forzados a asistir. ¿Quién lo diría no dulce Lucifer mío? Tomé un baño para relajarme un poco y de inmediato ordené al cochero llevarme a dicho lugar.

Las luces mortecinas bajo las farolas parecían darle un toque a las empolvadas calles parisinas. Apenas pude distinguir la realidad de aquella benevolente pesadilla remarcada con su nombre. Su sonrisa de medio lado y el humor que mancillaba cada frase al conferirme un secreto a mis oídos, admito que esta fragilidad que en ocasiones me revolvía el estómago era insoportable, me sentía como una chiquilla estúpida atrapada en su torre de naipes a merced del viento. Logré contener una lágrima, no iba a arruinar mi aspecto por acarrear a su fantasma.

El conductor me advirtió que habíamos llegado, me despedí de él y me interné en el amplio salón donde el baile estaba por dar inicio. Mi mirada se perdió entre la multitud quienes vestían apropiadamente para la ocasión, escuché rumores de personajes de la realeza incluso, pero para ser honesta me tenía sin cuidado, pues si había bien aceptado asistir, era tan sólo para encontrar nuevos clientes, Heinrich siempre lo había manejado así, ellos eran peldaños para continuar en la cima, un lugar que ambos habíamos construido.

por **Esteban Valenzuela** Dom Mar 06, 2016 10:37 am

Palacio Royal || 20:00 horas || Nublado

Se observa en el espejo, mientras termina de poner el corbatín, toma un poco de loción y parece que ha terminado de arreglarse, es de esos días en los que preferiría no salir, pero ¡Vamos! ahí tenía que estar, la invitación había llegado con varios días de antelación y él no había dicho absolutamente nada para negarse, no había buscado ninguna excusa, por eso es que se encontraba ahí, a punto de salir de su mansión para ir al Palacio Royal, para ver que es lo que había, suponía que podía seguir cosechando buenos clientes o tal vez amistades que hicieran las cosas más fáciles en París, todo podía pasar en realidad.

La ama de llaves anunció que el coche estaba listo para Esteban y este bajó hasta encontrar todo listo, tal cual había pedido, su abrigo se encontraba en el asiento a su lado y llegaron sin contratiempos al lugar. Sabía el hombre que llevaba el coche que no le gustaba llegar tarde y que no le agradaban los caminos con fuertes sacudidas, siempre buscaba los mejores senderos, suponía que se sabía todo París, cuando menos, para poder encontrar atajos y buenas rutas.

Se baja del coche. -En tres horas, por favor.- Es todo lo que dice para mostrar la invitación después al hombre que yace en la puerta y este le deja pasar, haciendo una leve reverencia mientras se abre paso hacia el interior del lugar. Todo queda perfectamente iluminado, mientras se escucha la música a lo lejos y algunas parejas se colocan para dar sus mejores pasos o al menos eso es lo que creen ellos.

-¿Usted baila?- pregunta a la señorita de cabellos castaños que se encontraba aparentemente sola en aquél amplio salón, que al igual que Esteban no hacía nada más que observar a todos los demás.

por **Jordan White** Dom Mar 13, 2016 2:01 pm

Mi atención se mantenía dispersa con la iconografía del palacio y las múltiples personalidades que derrumbaban el silencio por medio de su bullicio en charlas banales y un exceso de egolatría hacia ellos mismos. No me extrañaba que aquellas formalidades y presentaciones se viesen mancilladas por el hecho de perseguir algún beneficio personal, si se trataba con las personas correctas por supuesto que esto se vería reflejado en creces, pero así mismo se arriesgaba demasiado en confiar información personal con demasiados bribones que rondaban ese tipo de lugares. Lleve mi diestra a una de mis sienes para masajear ligeramente antes de tomar un sorbo ligero a la copa que amablemente el personal me había ofrecido. La música de inmediato orilló al resto de la concurrencia a posicionarse al centro del salón, dejando apenas espacio para los que nos limitábamos a observarles.

Di el último trago a mi bebida depositando la copa posteriormente sobre la mesa contigua y me dirigí con cautela hacia el balcón para respirar aire fresco, lejos de aquel espectáculo que no era del todo de mi agrado. Sin embargo a unos cuantos pasos la voz grave de un caballero me tomó por sorpresa. Una tenue línea se marcó en mis labios y arqueando una de mis cejas por la seguridad abrumadora que aquel extraño poseía me fue imposible negarme rotundamente.

–Será un placer Monsieur–

Respondí y coloqué con suavidad mi diestra sobre su hombro. Con cadencia nuestros pasos se acoplaban a los del otro para ser guiados al vaivén de los violines que resonaban a lo largo y ancho del panorama, eventualmente nuestras miradas se cruzaron nuevamente. Y con recato pude reparar en ciertos aspectos del hombre. Resultaba poseer un atractivo físico peculiar, con clase, sin recaer en la etiqueta del típico hombre que se jacta por arrancar las sonrisas del resto de las damiselas, aunque era más que obvio que no era parisino al igual que yo quizás había llegado cautivado por la gloria y el poder que la capital ofrece en más de una forma. O bien se trataba de una especie de soñador, con preceptos y buen juicio en busca de distracción.

Resultaba curiosa la forma en la cual yo concebía al mundo siempre en comparación por lo vivido con Heinrich. No obstante, después de aquella confesión que el investigador Laurent había hecho, me hizo titubear ante lo que ahora me rodeaba, no sólo las personas, las pláticas, sino el sentido de la vida misma.

–No es residente ¿Me equivoco? Descuide yo tampoco lo soy–

Susurré para romper con esa brecha que se erige cuando acabas de cruzar palabra con un desconocido.

por **Esteban Valenzuela** Miér Mar 16, 2016 10:15 pm

Palacio Royal || 20:00 horas || Nublado

Bailar no era su fuerte, pero aquella simple pregunta hizo que la mujer se posicionara, sin ponerse demasiado exigente con las formalidades. Eso a Esteban le hizo titubear un poco, pero finalmente terminó por posar la diestra en la cintura ajena, mientras bailaban al compás de la música, se movían apenas un poco, no era que tuvieran que hacer grandes obras para aparentar que estaban bailando. Ella tenía la gracia de un cisne, era perfecta mientras se movía, mientras que él intentaba no hacer nada impropio al respecto, se mantenía lo más discreto posible, no quería llamar la atención de nadie, no quería saludos forzados.

Miraba a la señorita que tenía la seguridad misma que posee alguien con la suficiencia en sí misma. Sus pasos eran fluidos y seguros. A veces hacía que la mujer girara sobre su propio eje para volver a tomarla por la cintura una vez más. La música no parecía querer apagarse en aquél momento, era como si hubieran encontrado la forma de mantener a todos ocupados, sin que prestaran atención a nada más que a sus propios pies, lo cual le beneficiaba al Duque, sin dudarlo.

-No, señorita, no soy de aquí, provengo de España, de Madrid, para ser exactos- no quería decir que era Duque, no le interesaba que nadie lo supiera, era de los que entre menos supieran de eso, era mucho mejor -¿Usted de dónde es?- preguntó mirando los ojos castaños de la mujer por breves segundos, antes de hacerla girar cuando la música llegó a su fin -Le agradezco la pieza- hizo una leve reverencia antes de tomar un par de copas de la charola que un hombre le estaba ofreciendo -Aquí tiene- le tendió la copa a la mujer y se quedó con una para poder compartir con ella algo más que una pieza de baile.

por **Jordan White** Lun Abr 11, 2016 10:51 am

Todo en mi vida desde el día de la muerte de Heinrich parecía irreal. Por decisión propia acepté recluirme en mi trabajo y la hipocondría que las horas me regalaban de vez en cuando, en mis ratos ausentes. Me rendí a la simple idea de que no existía nada más que su sonrisa retorcida y la proliferación de comentarios punzantes nacidas en sus labios con sabor a ron o whisky, dependiendo su humor, aunque normalmente las madrugadas solían estar teñidas de una ligera lobreguez que nos acogía en un estado letárgico. El hombre que ahora se encontraba frente a mí compartiendo una pieza, distaba de ser en lo mínimo a quien alguna vez entregué cuerpo y alma. Parecía ser una persona de mundo, poseía poder y gloria eso era más que obvio. Ambos dones que no eran del todo ajenos a mí, con la diferencia en los medios, la forma en que él los había obtenido mediante posibles vías de caridad y trabajo.

Existía una diferencia abismal entre mi interlocutor y yo, me sentía extrañamente sorprendida al verme sumergida en una plática con una persona como aquel caballero, menos mal solo sería una noche, donde haría uso de mis habilidades para salir avante de sus posibles cuestionamientos y olvidar tan peculiar eventualidad. Me resultaba una labor titánica mantener mi entereza cuando días atrás mucho de lo que había conocido se desmoronó al simple roce del viento, un giro más que acompañaba nuestros movimientos me condujo una vez más a los ojos ajenos.

–España, una nación poderosa, rica en cultura y tradiciones sin lugar a dudas–

Imágenes fragmentadas revolotearon en mi mente, muchas de ellas de la mano de Heinrich en una visita esporádica a ese lugar. Todo ese número quedó atrás cuando fui cuestionada sobre mi origen, eventualmente tuve que morderme la lengua y evitar mencionar la palabra Gales. La sola idea de recordar aquellos días me parecía inconcebible. Repulsiva.

–Londres–

Me limité a responder, pues en lo que al tema atañía mi verdadera condición había sido forjada en esa ciudad.

Los aplausos no se hicieron esperar cuando el estruendoso sonido de los instrumentos de viento cesó.

–A usted Monsieur– sonreí.

Las atenciones por parte del hombre me obligaban a mantener mis orbes fijos en él. ¿Qué yacía detrás de esa apariencia noble para querer socializar con una mujer como yo? La gran mayoría de los hombres se sentían abrumados por mi trato cortante, no obstante él rompía con ese estereotipo.

–Muchas gracias Monsieur– susurré mientras aceptaba la copa ofrecida –Me resulta increíble la forma tan atenta que tiene conmigo ¿Es así con todas las damas que llaman su atención?–

Levanté la misma para hacer un ligero brindis.

–Porque este encuentro resulte favorecedor para ambos–

por **Esteban Valenzuela** Dom Abr 17, 2016 2:05 pm

Palacio Royal || 20:00 horas || Nublado

La mujer bailaba, pero sus ojos indicaban que se encontraba en otro lado, como si su cuerpo y su mente se encontraran completamente desconectados, pero Valenzuela no podía culparla, de algún modo él también quisiera estar en otro lado y no precisamente ahí, cubriendo apariencias, cumpliendo con ciertas obligaciones que se quisiera quitar de encima, pero no podía, eran las cosas que tenía que soportar por ser un Duque, era la parte que no le gustaba, ni un poco, era verdad. Todo lo disfrutaba, los lujos sobre todo, pero esas cosas eran intolerantes para él.

-Londres, un lugar que también cuenta con buenas "referencias"- Aquella palabra era para llamarla de algún modo a todo aquello, aunque se le quedó viendo un momento, tomó un poco de aquél vino y asintió con el brindis que ella misma había propuesto, negó con la cabeza, para soltar una risa. -¿Las mujeres que llaman mi atención?- Aquella frase utilizada por la fémina le había hecho sonreír, realmente no creía que pudiera llegar a interesarle algo de ahí o que lo hiciera porque ella misma le interesara, era cuestión de educación, aunque ya nadie creyera en eso, pero tal vez las palabras iban a ofender a la mujer y quizá no las creería.

Meditó sus palabras apenas un momento, buscando que fueran adecuadas, pero Esteban era bruto por naturaleza. -Pues sí, señorita, soy así con cualquier dama, me interese o no, resulta que estoy educado por la nobleza y por la milicia, lo cual hace una mezcla extraña, las féminas deben recibir buenos tratos, así que sólo hago lo que se me ha enseñado, señorita, lamento si mi respuesta la decepciona, pero no tengo otra en realidad, cualquier otra palabrería sería una mentira.- Bebió de nueva cuenta de aquella copa, no eran de sus vinos, así que terminó por dejarla a un lado, antes de que sus ojos volvieran a los de la mujer por breves instantes.

-¿Usted por qué ha sido confinada a pagar la tortura de tener que presenciar este baile?- No sabía si para ella aquello era agradable, pero por lo dispersa que se veía, seguro que tampoco disfrutaba, así como Esteban, aunque la mujer era un despeje para sus propios pensamientos haciendo que pudiera estar mucho más tranquilo, olvidando las prisas, incluso las ganas de retirarse lo más pronto posible del Palacio, para irse a hacer nada a su casa, tal vez para escuchar música, quizá simplemente para dormirse o tomar un baño relajante, era algo que no interesaba, lo importante era irse, aunque ahora la prisa no le minaba el interior.

por **Jordan White** Jue Abr 28, 2016 8:10 pm

La música había cesado y todo a nuestro alrededor parecía haberse detenido. Del mismo modo el tiempo se había detenido para mí aunque la rutina en la capital continuaba su curso entre charlas banales y acontecimientos comunes. Aun no entendía mi propia obstinación por invocar su presencia en aquel salón cuando los orbes de muchos se posaban sobre mí. Seguramente algunos de los presentes me habían reconocido, no obstante agradecía de antemano que el hombre que ahora se hallaba a mi lado resultara un extraño en Paris, pues me resultaría mucho más fácil llevar la velada. Después de dilucidar mis propios pensamientos regresé mis ojos a él.

–Ya lo creo Monsieur–

Recordar Gales solo perturbaba mi humor, así que abracé la idea de haber nacido en Londres desde el primer instante en el que pisé sus calles. Aquella atmosfera representaba todo lo que siempre había querido poseer y de algún modo pensé que lo lograría sin tener que sacrificar nada de lo que poseía. Sonreí cuando el hombre intentaba refutar la idea que yo plantee con anterioridad. En verdad era un caballero, en toda la extensión de la palabra o al menos eso demostraba con la retórica expuesta en sus oraciones.

–¿Nobleza ha dicho? Que interesante descubrimiento Monsieur, un ilustre entre los mortales–

Siempre admiré la pulcritud de los nacidos en noble cuna y Esteban no era una excepción. Tenía el porte, las palabras indicadas para salir avante, aun cuando conversaba con una mujer petulante como yo. Mis ojos se separaron unos segundos de los suyos, solo para observar a la concurrencia, la gran mayoría no tenía una pisca de la grandeza ajena. ¿Qué intentaban entonces al querer participar en un evento como ese? Bebí un poco del líquido vertido en la copa y curvé apenas mis labios.

–¿Decepcionarme? En lo absoluto–

Adivinó mis pensamientos al soltar aquella pregunta. ¿Qué hacía yo en un lugar así? Siempre había nadado en contra de la corriente de aquellos altruistas y los nuevos ricos que regalaban sus bienes a los más necesitados. En bailes, museos o exposiciones de arte. Un desperdicio total de poder y riqueza.

–Ya que lo menciona, no soy la clase de mujer que asiste a un baile de beneficencia, en mi opinión no es algo que haga cambiar al mundo si está lleno de gente como aquel hombre– espeté indicando a un desconocido de edad avanzada que se encontraba a unos cuantos metros de nosotros –Halagando a jovencitas que bien podrían ser sus hijas–

Negué con la cabeza.

–Aunque esta noche me he llevado una sorpresa grata ¿Sabe? De vez en cuando es bueno despejar la mente y ampliar las alianzas con gente culta y de poderío–

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