AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Lucienne de Jussieu.
3 participantes
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Lucienne de Jussieu.
por Lucienne de Jussieu Lun Mayo 05, 2014 3:14 am
▲NOMBRE DEL PERSONAJE▲
Lucienne Adriana de Jussieu Cavalcanti.▲EDAD▲
24 años▲ESPECIE▲
Humana▲TIPO, CLASE SOCIAL O CARGO▲
Clase Alta.▲ORIENTACIÓN SEXUAL▲
Heterosexual.▲LUGAR DE ORIGEN▲
Lyon, Francia.Somos lo que él necesita pero nunca quiere.
Su madre le transmitió aquel pensamiento con relación a su padre, el color de piel, el tono del cabello, la gravedad en su voz y también una depresión endógena que acarrea hasta ahora y que se ha mantenido a raya sólo porque pareciera que su padre hizo un pacto con el diablo. La muchacha parece a ratos no ser más que parte del mobiliario de esa casa tan mal decorada, se pierde entre kilos y kilos de artículos que quieren mostrar opulencia y elegancia pero sólo logran enseñar el mal gusto que tiene el patriarca de esa reducida familia. Pero mentir se le da bien, demasiado bien quizás, y cada vez que Bernard le pregunta si todo eso le agrada, es más fácil decir que sí.
Lucienne es más bien una mujer a la que le cuesta disfrutar o mostrar interés en las actividades habituales que otras señoritas de su edad tanto gozan. Para ella, las reuniones sociales son una tortura y el tener que lucir siempre impecable es la venganza de la sociedad por los males que comete día tras día. Su ánimo es generalmente disfórico, al punto de producir en ella el encierro psicológico que la caracteriza, uno que la lleva a hablar mucho de otras cosas para evitar hablar de si misma; asténica, débil incluso en reposo, su mente trabaja a un ritmo distinto que su cuerpo, el que al ser pequeño y delgado es igualmente frágil literal y metafóricamente. El empellón más suave podría ser suficiente para derribarla pero aún así se mantiene en pie.
Tiene constantes sentimientos de culpa agravados por el recuerdo de quienes conocieron a su madre y le remarcan que de no haber nacido ella, nunca habrían perdido a una gran mujer como Adriana. Duerme casi 12 horas por día y muchas de ellas las hace dentro del carruaje o en lugares insospechados sólo para molestar a quienes deben vigilarla, es mejor que piensen que está acompañada de cualquier hombre a que conozcan que en realidad sólo quiere descansar. Le interesa profundamente el conocimiento y la investigación, las ansias de saber se reducen muchas veces a sólo llenar de preguntas a quienes la rodean o enfrascarse en conversaciones que deja fácilmente si ya no son más de su interés.
La mayor parte del tiempo es alguien observador y detallista pero hay un rasgo en su personalidad que colma la paciencia de sus cercanos. Lucienne se aburre con facilidad, lo que produce que su hobby favorito salga a la luz. La provocación hacia otros es el punto más alto en su lista de actividades a realizar cuando no tiene otras opciones. Una vez que descubre el punto débil de sus contrarios, su tarea consistirá en intentar hacerles perder los estribos. La cordura nunca ha sido su amiga y si en ella se encuentra carente, entonces en otros deberá ser del mismo modo. Es hija única, es egoísta, manipuladora y a ratos infantil. En otras palabras, es molesta y caprichosa. Es una fortuna que su padre suela cumplir siempre sus caprichos. Lo normal entonces, es desear apenas despierta, que vuelva a dormir otra vez.
Su madre le transmitió aquel pensamiento con relación a su padre, el color de piel, el tono del cabello, la gravedad en su voz y también una depresión endógena que acarrea hasta ahora y que se ha mantenido a raya sólo porque pareciera que su padre hizo un pacto con el diablo. La muchacha parece a ratos no ser más que parte del mobiliario de esa casa tan mal decorada, se pierde entre kilos y kilos de artículos que quieren mostrar opulencia y elegancia pero sólo logran enseñar el mal gusto que tiene el patriarca de esa reducida familia. Pero mentir se le da bien, demasiado bien quizás, y cada vez que Bernard le pregunta si todo eso le agrada, es más fácil decir que sí.
Lucienne es más bien una mujer a la que le cuesta disfrutar o mostrar interés en las actividades habituales que otras señoritas de su edad tanto gozan. Para ella, las reuniones sociales son una tortura y el tener que lucir siempre impecable es la venganza de la sociedad por los males que comete día tras día. Su ánimo es generalmente disfórico, al punto de producir en ella el encierro psicológico que la caracteriza, uno que la lleva a hablar mucho de otras cosas para evitar hablar de si misma; asténica, débil incluso en reposo, su mente trabaja a un ritmo distinto que su cuerpo, el que al ser pequeño y delgado es igualmente frágil literal y metafóricamente. El empellón más suave podría ser suficiente para derribarla pero aún así se mantiene en pie.
Tiene constantes sentimientos de culpa agravados por el recuerdo de quienes conocieron a su madre y le remarcan que de no haber nacido ella, nunca habrían perdido a una gran mujer como Adriana. Duerme casi 12 horas por día y muchas de ellas las hace dentro del carruaje o en lugares insospechados sólo para molestar a quienes deben vigilarla, es mejor que piensen que está acompañada de cualquier hombre a que conozcan que en realidad sólo quiere descansar. Le interesa profundamente el conocimiento y la investigación, las ansias de saber se reducen muchas veces a sólo llenar de preguntas a quienes la rodean o enfrascarse en conversaciones que deja fácilmente si ya no son más de su interés.
La mayor parte del tiempo es alguien observador y detallista pero hay un rasgo en su personalidad que colma la paciencia de sus cercanos. Lucienne se aburre con facilidad, lo que produce que su hobby favorito salga a la luz. La provocación hacia otros es el punto más alto en su lista de actividades a realizar cuando no tiene otras opciones. Una vez que descubre el punto débil de sus contrarios, su tarea consistirá en intentar hacerles perder los estribos. La cordura nunca ha sido su amiga y si en ella se encuentra carente, entonces en otros deberá ser del mismo modo. Es hija única, es egoísta, manipuladora y a ratos infantil. En otras palabras, es molesta y caprichosa. Es una fortuna que su padre suela cumplir siempre sus caprichos. Lo normal entonces, es desear apenas despierta, que vuelva a dormir otra vez.
Padre: Bernard de Jussieu
Madre: Adriana Cavalcanti - fallecida.
Hermanos: No posee.
El año anterior fue particularmente duro y difícil para todos los habitantes del pueblo, la mayoría de ellos vivían gracias a lo que el suelo podía darles y el exceso de nieve y la falta de lluvias provocó una sequía que se extendió por el verano y el otoño. Las cosechas, por lo tanto, fueron escasas y también de una calidad inferior que no permitió que fueran vendidas en la gran ciudad como lo hacían anteriormente. En la familia de Jussieu ese tipo de problemas los afectaban sólo de modo indirecto. Bernard fue siempre un hombre que contaba con un pasar tranquilo, nunca repleto de dinero pero sí supo administrar el dinero que su padre le había dejado a él y sus hermanos con total responsabilidad y luego de invertir algo de aquello, podía dedicarse a los estudios como siempre quiso. Todo cambiaría luego de que conociera a Adriana, la hija de un comerciante local que con grandes ojos azules, una piel pálida que a ratos la hacía lucir apagada y el cabello más oscuro que él hubiese visto jamás. Aquella muchacha era la encarnación de todas las diosas que alguna vez pudo encontrar en algún libro que pasara por delante de su vista. La chica le sonreía y él como el idiota que siempre fue, no hacía nada más que sonreírle de vuelta pero sin atreverse a conseguir algo más. Pasaron así algunos meses hasta que a su puerta llegó el padre de Adriana con una propuesta que le movió el piso y también las ideas. Considerando que la elección de aquel señor se basó más que nada a los ruegos de su hija, de todos modos analizó primero el prospecto que de Jussieu sería y luego de darse cuenta que no era más que un intento de sabelotodo, indefenso y con buenas intenciones, no le quedó otra más que aceptar que aquella unión se llevara a cabo.
Menos de un año después del matrimonio en aquella pequeña iglesia, la pareja descubre que están esperando a su primer hijo. Si Bernard sentía que estaba enamorado, luego de aquella noticia se llenó de dudas y al mismo tiempo creyó que jamás podría amar a nadie más de aquel modo. En la primavera del año siguiente la tragedia llegó a ese hogar como consecuencia del nacimiento de la pequeña Lucienne. Adriana falleció pocas horas después de dar a luz, una salud como la suya nunca habría resistido todo el esfuerzo que esa labor requería, pero aún así si ella alguna vez sintió dolor no lo demostró ni en sus momentos finales. Su esposo se mantuvo a su lado pero se negó a cargar a la muchachita pese a la insistencia de su esposa, luego del funeral legó la crianza de la niña a otras mujeres que se mantenían siempre dentro de la casa y que aunque le dieron cariño y todo lo necesario, nunca representaron el papel de madre que a ella le hizo falta. Sin la presencia de abuelos paternos, Lucienne pasó su infancia enfrascada en libros o experimentos en los que acompañaba a sus tíos y primos pese a no comprender mucho de qué se trataba todo. Para su padre, la visión de la niña le recordaba demasiado a esa mujer que perdió y que nunca podría recuperar. La propia salud mental de Bernard se vio deteriorada y pese a que tenía a cargo los negocios heredados de la familia de Adriana, no salió a flote y cayó en bancarrota cuando la muchachita no tenía más de 5 años. Durante aquel crudo invierno, una oferta tocó a su puerta y no pudo rechazarla. Él, quien nunca se consideró un hombre ambicioso, terminó escuchando a tipo de voz ronca y acento marcado que le reveló la entrada a un mundo tan desconocido como intrigante.
Poco tiempo luego de aquella primera reunión, la reducida familia se trasladó a la ciudad de Lyon donde pasarían más de una década mientras los nuevos negocios los transformaban en personas influyentes en la ciudad y hasta también el país. Las conexiones del padre de Lucienne con la mafia rusa los convirtió en ricos y también dependientes de las órdenes que llegaban desde el exterior. La seguridad de todos se vio rápidamente comprometida y así fue como pasaron de vivir en una hermosa casa a una lujosa mansión repleta de guardias que los protegen de cualquier amenaza. Bernard, sin reconocer jamás el amor que siente por su hija más que en los cuidados que tiene con ella, le permitió llevar la vida que siempre deseó permitiéndole no ser como otros esperaban que fuera y entregándole las herramientas para estudiar todo lo que quiso aunque fueran necesarios profesores particulares. La condición que siempre tuvo era nunca salir sola. Para Lucy, como la llamaba la única amiga que tuvo alguna vez, la posibilidad de hacer una locura fuera de casa o visitar cualquier lugar para reunirse con alguien no existe. Siempre detrás, a su lado, al frente o donde sea, está alguien que la cuida y la protege. Sobreprotección es como cree ella que es, pero para su padre no existe discusión posible al respecto y aunque la señorita ha intentado deshacerse como sea de su molesta sombra, es imposible, al menos así lo ha sido hasta ahora.
Cuando se trasladaron a Paris creyó que su suerte cambiaría pero tal como ha sucedido antes, nuevamente estaba equivocada.
Madre: Adriana Cavalcanti - fallecida.
Hermanos: No posee.
El año anterior fue particularmente duro y difícil para todos los habitantes del pueblo, la mayoría de ellos vivían gracias a lo que el suelo podía darles y el exceso de nieve y la falta de lluvias provocó una sequía que se extendió por el verano y el otoño. Las cosechas, por lo tanto, fueron escasas y también de una calidad inferior que no permitió que fueran vendidas en la gran ciudad como lo hacían anteriormente. En la familia de Jussieu ese tipo de problemas los afectaban sólo de modo indirecto. Bernard fue siempre un hombre que contaba con un pasar tranquilo, nunca repleto de dinero pero sí supo administrar el dinero que su padre le había dejado a él y sus hermanos con total responsabilidad y luego de invertir algo de aquello, podía dedicarse a los estudios como siempre quiso. Todo cambiaría luego de que conociera a Adriana, la hija de un comerciante local que con grandes ojos azules, una piel pálida que a ratos la hacía lucir apagada y el cabello más oscuro que él hubiese visto jamás. Aquella muchacha era la encarnación de todas las diosas que alguna vez pudo encontrar en algún libro que pasara por delante de su vista. La chica le sonreía y él como el idiota que siempre fue, no hacía nada más que sonreírle de vuelta pero sin atreverse a conseguir algo más. Pasaron así algunos meses hasta que a su puerta llegó el padre de Adriana con una propuesta que le movió el piso y también las ideas. Considerando que la elección de aquel señor se basó más que nada a los ruegos de su hija, de todos modos analizó primero el prospecto que de Jussieu sería y luego de darse cuenta que no era más que un intento de sabelotodo, indefenso y con buenas intenciones, no le quedó otra más que aceptar que aquella unión se llevara a cabo.
Menos de un año después del matrimonio en aquella pequeña iglesia, la pareja descubre que están esperando a su primer hijo. Si Bernard sentía que estaba enamorado, luego de aquella noticia se llenó de dudas y al mismo tiempo creyó que jamás podría amar a nadie más de aquel modo. En la primavera del año siguiente la tragedia llegó a ese hogar como consecuencia del nacimiento de la pequeña Lucienne. Adriana falleció pocas horas después de dar a luz, una salud como la suya nunca habría resistido todo el esfuerzo que esa labor requería, pero aún así si ella alguna vez sintió dolor no lo demostró ni en sus momentos finales. Su esposo se mantuvo a su lado pero se negó a cargar a la muchachita pese a la insistencia de su esposa, luego del funeral legó la crianza de la niña a otras mujeres que se mantenían siempre dentro de la casa y que aunque le dieron cariño y todo lo necesario, nunca representaron el papel de madre que a ella le hizo falta. Sin la presencia de abuelos paternos, Lucienne pasó su infancia enfrascada en libros o experimentos en los que acompañaba a sus tíos y primos pese a no comprender mucho de qué se trataba todo. Para su padre, la visión de la niña le recordaba demasiado a esa mujer que perdió y que nunca podría recuperar. La propia salud mental de Bernard se vio deteriorada y pese a que tenía a cargo los negocios heredados de la familia de Adriana, no salió a flote y cayó en bancarrota cuando la muchachita no tenía más de 5 años. Durante aquel crudo invierno, una oferta tocó a su puerta y no pudo rechazarla. Él, quien nunca se consideró un hombre ambicioso, terminó escuchando a tipo de voz ronca y acento marcado que le reveló la entrada a un mundo tan desconocido como intrigante.
Poco tiempo luego de aquella primera reunión, la reducida familia se trasladó a la ciudad de Lyon donde pasarían más de una década mientras los nuevos negocios los transformaban en personas influyentes en la ciudad y hasta también el país. Las conexiones del padre de Lucienne con la mafia rusa los convirtió en ricos y también dependientes de las órdenes que llegaban desde el exterior. La seguridad de todos se vio rápidamente comprometida y así fue como pasaron de vivir en una hermosa casa a una lujosa mansión repleta de guardias que los protegen de cualquier amenaza. Bernard, sin reconocer jamás el amor que siente por su hija más que en los cuidados que tiene con ella, le permitió llevar la vida que siempre deseó permitiéndole no ser como otros esperaban que fuera y entregándole las herramientas para estudiar todo lo que quiso aunque fueran necesarios profesores particulares. La condición que siempre tuvo era nunca salir sola. Para Lucy, como la llamaba la única amiga que tuvo alguna vez, la posibilidad de hacer una locura fuera de casa o visitar cualquier lugar para reunirse con alguien no existe. Siempre detrás, a su lado, al frente o donde sea, está alguien que la cuida y la protege. Sobreprotección es como cree ella que es, pero para su padre no existe discusión posible al respecto y aunque la señorita ha intentado deshacerse como sea de su molesta sombra, es imposible, al menos así lo ha sido hasta ahora.
Cuando se trasladaron a Paris creyó que su suerte cambiaría pero tal como ha sucedido antes, nuevamente estaba equivocada.
-Sus aficiones se concentran más que nada en la botánica, pasión heredada de sus tíos y el estudio del comportamiento humano, principalmente de las mujeres en edad adulta.
-Entre sus posesiones se encuentran algunas reliquias familiares altamente valuadas que intenta mantener cerca la mayor parte del tiempo.
-Dice desconocer la relación que su padre posee con la mafia rusa, lo cierto es que desea aprender los detalles para luego ella ser parte.
-Siente profundo odio hacia las mujeres rubias en general o de cabellos de un color distinto al negro azabache con el que ella nació.
-Nunca ha salido de Francia por miedo a no poder volver.
-Entre sus posesiones se encuentran algunas reliquias familiares altamente valuadas que intenta mantener cerca la mayor parte del tiempo.
-Dice desconocer la relación que su padre posee con la mafia rusa, lo cierto es que desea aprender los detalles para luego ella ser parte.
-Siente profundo odio hacia las mujeres rubias en general o de cabellos de un color distinto al negro azabache con el que ella nació.
-Nunca ha salido de Francia por miedo a no poder volver.
Última edición por Lucienne de Jussieu el Lun Mayo 12, 2014 12:50 am, editado 1 vez
Lucienne de Jussieu- Humano Clase Alta
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Re: Lucienne de Jussieu.
por Doreen Jussieu Lun Mayo 05, 2014 7:44 pm
FICHA EN PROCESO
POSTEA A CONTINUACIÓN CUANDO TERMINES TU FICHA PARA QUE UN MIEMBRO DEL STAFF
PASE A REVISARLA Y TE DE COLOR Y RANGO SI TODO ESTÁ EN ORDEN. GRACIAS.
POSTEA A CONTINUACIÓN CUANDO TERMINES TU FICHA PARA QUE UN MIEMBRO DEL STAFF
PASE A REVISARLA Y TE DE COLOR Y RANGO SI TODO ESTÁ EN ORDEN. GRACIAS.
Doreen Jussieu- Hechicero Clase Alta
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Lucienne de Jussieu- Humano Clase Alta
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Re: Lucienne de Jussieu.
por Asagi Dunkelheit Lun Mayo 12, 2014 6:35 pm
FICHA APROBADA
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Asagi Dunkelheit- Vampiro Clase Alta
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